El pupitre de Alejandro.

Al terminar historia me quedé sentado en mi pupitre, esperando a que todo el mundo saliera, la sola idea de volver a sentir a Guille me había tenido empalmado toda la clase, notaba húmeda mi ropa interior.

Tras nuestros juegos aquella noche en el parque Guille y yo queríamos poder volver a experimentar la adrenalina que sentimos al mirarnos, al rozarnos, al besarnos, sabiendo lo que pasaría después. Sin embargo no encontrábamos el momento ni el lugar adecuados, llevábamos un par de semanas algo desesperados y las clases en el instituto iban a comenzar.

Si todo salía bien este sería mi último año en aquel instituto, quería ir a la universidad, pero segundo de bachillerato se me hizo muy cuesta arriba, este sería mi segundo año en ese curso, también el de Guille y el de alguna que otra de mis amigas, el resto de compañeros ya había comenzado su camino hacia las aventuras que en teoría nos esperaban al llegar a la universidad. Yo mientras tanto tendría que enfrentarme a inglés, matemáticas e historia para poder dejar a tras esa etapa.

El día que comenzó el curso tuve que asistir a la primera clase de inglés, ninguno de nosotros soportaba a aquel profesor, era demasiado maleducado y grosero con sus alumnos. Guille también tenía que venir a aquella clase, ese día recuerdo que llegó tarde, lo recuerdo porque llegó sudado y en chándal algo poco habitual en él, que a mi me gustó bastante. Al terminar la clase me dijo que no aguantaba ni un segundo más lejos de mi, que necesitaba sentir de nuevo lo que sintió en aquel parque, quería besarme, tocarme, olerme y quería hacerlo ya. Estábamos en el pasillo, yo tuve que reprimir mis ganas de meter la mano dentro de su pantalón, la presión era demasiada, yo era casi un principiante pero la confianza y cercanía que sentía con Guille me resultaban muy atractivas.

Los días pasaron, celebramos elecciones, Guille salió elegido delegado de clase, la gente seguí siendo igual de hipócrita y los profesores trabajaban igual de desmotivados que hasta entonces.

Al final de la semana Guille tuvo una idea, quería que lo esperara en clase cuando comenzara nuestro recreo. Yo le hice caso, sabía que era lo que había pensado, al terminar historia me quedé sentado en mi pupitre, esperando a que todo el mundo saliera, la sola idea de volver a sentir a Guille me había tenido empalmado toda la clase, notaba húmeda mi ropa interior. La profesora y el resto de compañeros se fueron del aula y Guille como delegado tuvo que esperar para cerrar la puerta con llave durante el recreo, era perfecto. Guille me miró y cerró la puerta, echó la llave, se desabrochó los pantalones y dejo fuera su paquete, desde el otro lado de la clase me hizo un gesto para que me acercara, yo me quité la camiseta y me acerqué corriendo.

Nos besamos de nuevo mientras le cogía el paquete con ganas, me arrodille enseguida, no aguantaba más, bajé sus boxers y la cogí con la mano, ya estaba húmeda. La chupé, solo la punta, me la metí despacio en la boca y comencé a moverla con mi mano hacia adelante y hacia atrás, el suspiraba fuerte, revolvía mi pelo con sus manos y a veces se apretaba contra mi cara con fuerza.

Cuando terminé le susurré al oído que hoy haríamos algo diferente a lo de nuestra primera noche, nos acercamos al pupitre de Alejandro, nuestro compañero de clase, me apoyé en él, me bajé los pantalones, Guille se arrodilló detrás de mi y comenzó a olerme y lamerme los calzoncillos. Me los bajó y yo cogí su cabeza acercándola a mi ano, lo chupó, me separaba las nalgas y lo lamía fuerte de abajo a arriba, me mordía el culo y me dio algún azote. Yo estaba muy cachondo, me masturbaba todo el rato, quería que me la metiera sentí que él sería el mejor para aquella primera vez.

Se puso de pie, seguía detrás de mi y mientras me besaba el cuello y la nunca me metió un dedo en el culo, me volví loco, entró rápido no me dolió nada, era la segunda vez que me hacían algo así, le dije que metiera otro y que los moviera rápido, lo hizo, al principio me molestaba pero dejó de pasar al instante. No paraba de decirme cosas al oído yo solo escuchaba la palabra follar , imaginaba su polla dentro de mi y el dándome fuerte y rápido, quería escuchar el sonido de las películas porno, mi culo rebotando contra él, sus grandes testículos chocando contra mi.

Le dije que lo intentara, que me follara allí mismo, me dijo que no quería hacerme daño que le avisara si me dolía. Me la pasó entre las piernas y me dio algún golpe con ella en el ano, metió primero la punta no me dolió, luego el resto despacio me resultó molesto pero no dije nada, supuse que era normal, al principio íbamos despacio, pero sentí que podíamos hacerlo más rápido. Quiso que me acostara sobre el pupitre y así lo hice, levanté las piernas mientras él se quitaba la camiseta, estaba sudando, no estaba muy musculado, tenía un poco de tripa, muy poca, pero tenía unos pectorales perfectos, un pecho grande sin llegar a ser exagerado.

Me la metió de nuevo, esta vez la sensación de dolor fue menor y entonces escuchamos a alguien, alguno de nuestros compañeros estaba intentando entrar en clase, supongo que para coger algo de su mochila, nos quedamos quietos hasta que oímos sus pasos alejarse. Entonces comenzó a embestirme, intentábamos no hacer mucho ruido, ahí estaba él, sudado gimiendo delante de mi, veía su pecho y me gustaba, me gustaba demasiado. Me cogió la polla y empezó a masturbarme mientras me daba cada vez más fuerte, le dije que así me correría enseguida, le dio igual, dijo que el recreo acabaría, que quería verme correrme, siguió hasta que llegó el momento, correrme son una polla dentro aumentó mucho mis sensaciones, me estremecí, me salpiqué la cara y el pecho y él sonrió, sabía que lo había conseguido. Él también estaba a punto, la sacó despacio y mientras yo seguí tumbado sobre la mesa comenzó a pajearse hasta correrse en el suelo de la clase, pude ver como apretaba el culo y se mordía el labio mientras lo hacía.

Nos besamos, intentamos limpiarlo todo bien mientras nos vestíamos y salimos corriendo del aula, antes de que el recreo terminara, cada uno en una dirección. Este a mi pesar fue uno de los últimos encuentros con Guille, quedamos en los baños, nos masturbábamos, nos las chupábamos, pero la presión y el tener que escondernos pudieron con el principio de aquella relación. Él me gustaba mucho, pero comprendimos que no estábamos preparados para afrontar algo así, al menos no en el instituto. La veces que nos veíamos intentábamos tener un trato cordial, pero el recuerdo de lo que había pasado era demasiado incomodo como para poder continuar siendo amigos.

Yo continué el caminó que comencé al principio del verano, había entendido la cantidad de cosas y sensaciones que me quedaban por experimentar y estaba dispuesto a seguir.