El pulpo, rey de la playa

Un grupo de jóvenes en una playa paradisíaca. Una chica japonesa y un pulpo travieso. ¿Qué podría suceder?

Hawái. Bahía de Hanauma. Vacaciones de verano

Había sido un año intenso y Mikoto Amy merecía esas vacaciones. Hacía un año aproximadamente que había llegado a Detroit para estudiar ingeniería en su prestigiosa universidad. Sus padres, miembros de la aristocracia japonesa, no habían reparado en gastos para su estancia.

En ese año habían pasado tantas cosas que Amy no había tenido tiempo ni tan siquiera para plantearse que haría en sus vacaciones. Fueron sus amigos quienes la tuvieron que convencer para pasar unos días con ellos a Hawái. Y lo cierto es que no había sido mala idea. Habían llegado a Oahu la noche anterior, tiempo suficiente para que todas las preocupaciones se desvanecieran de su mente. Sentía que podría quedarse para siempre en esa isla paradisíaca, con sus amigos, ajena a todos los problemas del mundo.

Se habían levantado pronto, era su primer día en la isla y querían aprovecharlo. Mark, un chico de pelo oscuro y piel morena, los había llevado a la Bahía de Hanauma. Un pequeño cráter volcánico a pocos kilómetros de la concurrida playa de Waikiki. Pese a la proximidad con lugares masificados, los seis amigos estaban casi solos en la paradisíaca playa. Mark, un apasionado del surf, conocía rincones casi desconocidos para la mayoría de la gente, y esa hermosa bahía era uno de ellos. Los chicos se habían situado el extremo izquierdo de la playa, cerca de las rocas y alejados de los pocos turistas que había en la zona.

Amy estaba tumbada en la blanca arena de la playa, leyendo una revista de moda mientras de reojo contemplaba como Mark enseñaba nociones básicas de surf a Tom, un atlético joven de pelo rubio. Amy sonrió al ver como Tom intentaba ponerse de pie en la tabla, cayendo torpemente de espaldas en el agua sin lograrlo.

Nadando en el agua estaba Elsa, una chica morena y bajita, con el cuerpo llena de bonitas pecas que a ella la acomplejaban un poco. Junto a ella estaba Rubén, un chico de complexión robusta con pelo largo y abundante barba. Ambos practicaban snorkel entre las rocas.

Amy soltó una carcajada al ver de nuevo a Tom intentar ponerse en pie en la tabla para, nuevamente, caer de espaldas.

– Eh, no te rías, podría haberse hecho daño.- Le reprochó detrás suyo una esbelta chica pelirroja.

  • Claire, no me dirás que no es mono ver como lo intenta a pesar de no tener ni idea.

La pelirroja asintió en un suspiro. Hacía no mucho tiempo, Claire había sentido cierta atracción por Tom, pero fue la japonesa quién le robó el corazón al chico. Pese a los celos que inicialmente había sentido, ahora se alegraba de que la pareja fueran felices, Amy lo merecía.

  • Ven, acércate, deja que te ponga crema solar. No creo que a Tom le guste ver tu suave y pálida piel roja como una gamba.- Le dijo Claire.

Amy se levantó y situó su toalla justo al lado de su amiga y se tumbó boca abajo. Claire contempló divertida como Amy dirigía sus manos a la parte inferior del bikini intentando acomodarlo lo mejor posible. La japonesa lucía un diminuto bikini negro demasiado revelador para su gusto. La parte superior tenía unas finas tiras que se anudaban a su espalda y sus triángulos delanteros apenas cubrían la mitad de sus generosos y firmes senos. La parte inferior, también atada con nudos, parecía más un tanga que un traje de baño, en teoría debería cubrir un tercio de su trasero, pero cada vez que la chica movía sus piernas, la escasa tela se le enterraba entre sus glúteos.

Claro que a Amy ese atuendo le quedaba fenomenal, el tono oscuro de la ropa contrastaba con su pálida piel y hacía juego con su pelo azabache. Sólo la mirada de sorpresa de Tom al ver como, hacía un par de horas, ella se desprendió del pareo para revelar su traje de baño ya valió la pena. Aún así, la japonesa encontraba la prenda demasiado provocativa para sentirse cómoda.

Era una sensación extraña, un par de meses atrás, medio mundo (y seguramente más) la había visto desnuda y de forma totalmente humillante, y ahora la avergonzaba un traje de baño. En su sano juicio nunca se habría comprado un atuendo tan revelador. Pese a todo lo sucedido, la chica seguía manteniendo cierta timidez, y no querría que la gente la identificara con ese diminuto bikini.

En algunos ámbitos era casi una celebridad, y se avergonzaría si alguien en la playa la reconocía y le tomaba fotos en ese atuendo. Ya se imaginaba los titulares publicando esas imágenes “ Mikoto Amy, descubierta luciendo un diminuto traje de baño en Hawái ” o “ Joven aristócrata japonesa se toma un baño en un revelador atuendo ” o mucho peor “ Célebre heroína sorprende a todos con un mini-bikini. ¿Es ese el nuevo atuendo de Shadow Angel?

Claire contempló divertida el vano esfuerzo de su amiga por intentar estirar la tela más de lo que permitía el escaso tejido que cubría su cuerpo.

  • Déjalo, es inútil.- Dijo con una sonrisita.- Llévalo con dignidad, al menos tienes un hermoso cuerpo que puedes lucir. ¿Si no te sientes cómoda, por qué lo compraste?

  • No lo elegí yo.- Se defendió la japonesa.- Quería darle una sorpresa a Tom y… le pedí a Mark si me podía ayudar a escoger un traje de baño.

Claire estalló en una risotada que hizo subir los colores a Amy.

  • ¿Y confiaste en él?- La pelirroja no podía contener su risa.- Vale que Mark es un buen tipo, pero también es algo pervertido. Que ingenua eres. Es obvio que escogería el más revelador de cuantos trajes de baño hubiera a mano. Me extraña que directamente no te sugiriera ir en topless.

  • ¿Vas a seguir burlándote de mi?- Replicó Amy haciéndose la enfadada.- Creía que te preocupabas porque el sol no queme mi piel.

Claire desabrochó los nudos de la espalda de Amy y retiró las tiras del bikini para poder aplicar bien la loción solar. Mientras la pelirroja se untaba las manos de crema para expandirla por la suave piel de Amy, la japonesa contempló de reojo a su amiga.

Claire vestía un trikini de color rosa que le quedaba realmente bien. Sin ser una prenda tan provocadora como la de Amy, la chica lucía muy sexy. Su traje de baño recogía perfectamente los senos de Claire, y por detrás dejaba al descubierto tan solo la parte inferior de su bonito trasero. Al contrario que el traje de baño de Amy que no casi no dejaba nada a la imaginación, el de Claire era seductor e insinuante sin revelar nada.

La japonesa soltó un suspiro y se relajó al notar las hábiles manos de su amiga recorrer su piel. Tumbó ligeramente la cabeza y dejó que su mente fluyera mientras contemplaba el suave batir de las olas contra la fina arena de la playa. Escuchó a Rubén indicar a Elsa que había visto un pez payaso. Tom y Mark se habían sentado en unas rocas mientras hablaban distendidamente sobre tablas de surf.

  • Eh, esto ya no es la espalda.- Protestó ligeramente Amy al notar como las manos de Claire habían empezado a descender por su trasero.

Amy medía poco menos de un metro setenta y tenía un cuerpo bonito y atlético. Años de duro entrenamiento y horas de gimnasio le habían dado una forma física con la que pocas chicas podían rivalizar.

  • ¿Qué dices?- Masculló Claire a su oreja.- ¿Tengo yo la culpa de que tu traje de baño deje tanta piel al descubierto? ¿Prefieres que Tom vea como cae a tiras la piel de tu lindo y quemado culito? Estoy seguro que a los chicos les encantará ver como tu trasero se enrojece, las risitas que habrá cada vez que intentes sentarte, las…

  • Vale, lo capto.- Gruño Amy.- Sigue.

  • Uy, parece que estás un poco susceptible, pequeña.- Le susurró Claire.- En otras ocasiones no protestabas tanto cuando mis manos recorrían tu cuerpo.

Amy soltó un bufido e intentó hacer como si no hubiera escuchado aquello. Lo cierto es que había compartido varios momentos íntimos con la pelirroja, en cierto modo, se podía decir que tenía “sentimientos encontrados” con ella. Era feliz con Tom, pero la proximidad de Claire le provocaba cierto hormigueo en su estómago, sensación que era recíproca en su amiga.

  • Y ahora ¿qué excusa tienes?- Masculló Amy al notar como las manos de Claire descendían por sus glúteos.- Mi traje de baño es diminuto, pero creo que esa parte la cubre la tela.

  • Tampoco veo que te quejes demasiado al respecto.- Susurró la pelirroja.- Y a juzgar por lo que noto, creo que te gusta y todo. ¿Cómo explicas que la tela esté húmeda si aún no te has metido en el agua?

Por toda respuesta, Amy emitió un pequeño gemido, lo cierto es que las manos de Claire estaban empezando a estimularla. ¿En qué momento creyó que era buena idea que su amiga la untara con crema solar? Se reprochó a si misma. Como si no conociera suficientemente a Claire. En otras circunstancias, no le habría importado que ella siguiera, pero no estaban en la tranquilidad del hotel. Cualquiera que las mirara notaría que algo raro sucedía entre ambas chicas. Y sus amigos, en cualquier momento podrían salir del agua para secarse en las toallas. No, no era el momento ni el lugar, por muchas ganas que empezara a tener Amy.

La japonesa retiró la mano de Claire y se tumbó boca arriba. Tuvo que acomodarse la parte superior del bikini, los diminutos triángulos se habían desplazado lateralmente dejando al descubierto los pezones rosados de Amy.

Claire aprovechó que su amiga estaba boca arriba para recorrer con sus dedos el cuerpo de la japonesa, pasando por el escote, bajando por la barriga. La pelirroja trazó un círculo alrededor de una cicatriz que la chica tenía encima del ombligo, a la altura del hígado. Un atisbo de culpabilidad pasó por su mente, y cariñosamente, besó la rosada marca. Ese gesto captó la atención de Amy, ambas chicas se miraron unos instantes sin decir nada.

  • ¿Quieres que te unte también por delante?- Dijo Claire con una sonrisa mientras sus dedos recorrían las finas tiras de la parte inferior del bikini.- No querrás quemarte tu barriguita y tus hermosos…

  • Creo que ya me has untado suficiente.- Cortó tajante Amy mientras se levantaba.- Soy perfectamente capaz de ponerme crema solar yo misma.

  • ¿Seguro? Estoy convencida que en Japón siempre disponías de alguien para estos menesteres. Sólo quiero que te sientas como en casa. ¿Tus criados lo hacían tan bien como yo?

Por toda respuesta, Amy torció una mueca burlona hacia su amiga. A Claire le encantaba hacer burla a propósito de su sangre aristocrática. Ella encontraba sus bromas cada vez más divertidas.

  • Voy al agua, aquí está subiendo demasiado la temperatura.- Dijo Amy.

  • Como quieras, si te lo repiensas, aquí me tienes.- Respondió Claire mientras cogía la revista que hacía minutos leía la japonesa y empezaba a ojearla.

Amy cogió unas gafas de buceo y se dirigió al agua. Tom y Mark enmudecieron al contemplarla andar por la arena. Ella escuchó como Mark hacía un comentario relativo a los vigilantes de la playa y sobre correr a cámara lenta. La chica enrojeció al escuchar el comentario y percatarse de que ambos chicos se la comían con la mirada. Aunque decidió no dejarse avergonzar. Le lanzó un beso a Tom y se zambulló en las cálidas aguas de la bahía.

Mientras buceaba a pulmón, contempló la variada flora y fauna que albergaba la solitaria bahía. Coral rojo, algas de múltiples variedades, bancos de peces de colores, moluscos, morenas, erizos de mar… Amy siguió durante unos segundos a un bonito pez loro. Lo cierto es que Mark había tenido muy buen criterio al traerlos allí. “Lástima que su criterio para escoger bañadores no sea igual de bueno” pensó la chica para sus adentros, lamentando haberse dejado aconsejar por su amigo.

Emergió cerca de Rubén y Elsa.

  • Acabo de ver un pulpo entre las rocas.- Escuchó decir a Elsa un poco nerviosa.- ¡Que miedo! Imagina que me agarra y...

  • Tranquila, no te hará nada, son animales inofensivos para nosotros.- Le decía Rubén para calmarla.- Aunque tal vez sea un pulpo pervertido, a lo mejor quiere apretar tu culito con sus tentáculos y...

Amy sonrió al ver como Elsa le pegaba un bofetón a Rubén ante esas palabras y el intento del chico de pellizcar su trasero. Cansada de tanta fauna marina, Elsa empezó a nadar hacia la orilla. Rubén, a regañadientes, la siguió. Amy se fijó con cierta envidia en el cómodo bañador de Elsa, de una sola pieza, que ofrecía una buena cobertura. “Algo así tendría que haberme comprado” pensó mientras intentaba acomodar la braguita de su bikini que no hacía más que enterrarse en su culo.

La japonesa decidió zambullirse entre las rocas, pensando, curiosa, que con un poco de suerte podría ver ese pulpo que había asustado a Elsa. Tal vez incluso podría ver alguna estrella de mar.

Amy contemplaba tan ensimismada los movimientos de un pez picasso, que no se percató de que algo se le subía a su espalda hasta fue demasiado tarde.

La chica salió sobresaltada y se sentó en una de las rocas erosionadas que sobresalían del agua. Se quitó las gafas y dirigió su mano hacia la espalda y palpó algo blando y con ventosas. “Maldita sea, lo que faltaba” pensó la chica mientras intentaba quitarse el enorme octópodo de su espalda. Por lo que podía palpar, el animal debía medir algo más de 50 centímetros, y sus tentáculos eran gruesos como los dedos de un adulto. La cabeza del pulpo medía casi como la suya. El animal, tal vez atraído por la fragancia de la crema solar, se había adherido a su espalda con todas sus ventosas. Por mucho que Amy tirara, no conseguía desembarazarse del bicho.

La chica tuvo una idea. Intentó tumbarse de espalda en la roca, haciendo toda la fuerza posible. Seguramente, al verse aplastado, el animal la dejaría en paz y se largaría. Pero la cosa no salió como esperaba. El pulpo en lugar de desembarazarse de ella, se deslizó por su cuerpo, adhiriéndose a su barriga.

“Maldita sea” masculló de nuevo al ver ahora el pulpo en todo su esplendor agarrado a ella. La visión del viscoso animal moviendo sus tentáculos alrededor de su cuerpo, adhiriéndose a su piel le causó repelús, todo su cuerpo se estremeció y no pudo reprimir una exclamación.

  • ¿Todo bien Amy?- Escuchó decir a Tom.

  • Sí, sí, todo bien. Sólo estoy tomándome un respiro.- Respondió ella dándole la espalda. “Cómo les explico que tengo los tentáculos de un pulpo entre mis pechos” pensó ella.

Los ocho tentáculos del animal parecían ser muchos más. Dos los tenía fuertemente agarrados en su cintura. Otros dos los notaba moverse por sus muslos, buscando dónde agarrarse. Y los otros cuatro… los otros cuatro los tenía entre sus pechos. Dos en su escote, metiéndose dentro del bañador y enroscándose alrededor de sus pechos, y los otros dos en su costado, palpando las finas tiras de la parte superior del bikini. Por si esto no fuera poco, Amy notaba como la boca del animal intentaba mordisquear su barriga, lejos de causarle dolor, le provocaba cosquillas que a duras penas podía disimular. Los tentáculos apretando sus pechos le producían una extraña sensación. Como la vieran ahora sus amigos, sería objeto de sus burlas durante el resto de sus días.

La chica intentaba, como podía, sacarse el pulpo de encima. Ya la habían manoseado con tentáculos en una ocasión y había tenido más que suficiente. “¿Por que tiene que pasarme eso a mí?”. Estresada y desesperada, tomó la peor decisión que podía hacer: tirar de los apéndices. Lo que empezó con una mueca de alivio al notar como poco a poco, los tentáculos se iban soltando de sus pechos, no sin dejar unas peculiares manchas redondas y rosadas en su piel, terminó en una mueca de pánico al ver como el extremo de un tentáculo se agarraba de las tiras de su bikini, deshaciendo el fino nudo que sujetaba la prenda con su cuello.

Amy soltó al animal e intentó volverse a atar la parte superior del bañador, al parecer, que hubieran tirado de sus tentáculos, no gustó al pulpo, que empezó a moverse por su cuerpo, enroscándose dónde podía. La chica soltó una exclamación de sorpresa al ver como la parte superior del bikini se escurría de sus manos para desaparecer entre el amasijo de tentáculos.

  • Oye Amy, ¿va todo bien?- Ahora era Mark el que lo preguntaba, alarmado por el chillido de la chica.

La chica instintivamente, dirigió las manos a sus pechos, intentando cubrir su semidesnudez.

  • Sí, si... no es nada… un cangrejo que... me ha mordido en el pie.- Respondió la chica, que en todo momento intentaba darles la espalda y disimular lo máximo posible su situación.

Aquello era cada vez más embarazoso y sus amigos no tardarían en percatarse de que algo iba realmente mal. Así que decidió volver a meterse en el agua. Tal vez, si ella empezaba a nadar, el pulpo la soltaría.

Aquello, lejos de solucionar el problema, lo agravó. Tan pronto como Amy se metió en el agua y empezó a dar las primeras brazadas, el animal cambió su postura. Al parecer, para el pulpo no había nada más apetecible que la suave y cálida piel de la chica, y el octópodo decidió buscar una postura más cómoda. La cintura de Amy.

Por un instante, la japonesa suspiró aliviada al notar como el pulpo descendía por su barriga. Todo parecía indicar que iba a dejarla. Pero el suspiro, de nuevo se convirtió en alarido al notar como el animal colocaba su cabeza justo encima de su pubis y se sujetó firmemente allí con sus tentáculos. Alarmada la chica notó como varios de aquellos apéndices se agarraban fuertemente a sus muslos, mientras otros se sujetaban a su glúteo. La presión de los tentáculos sobre sus músculos era tal que pese a la fuerza que hacía ella, no podía separar sus piernas.

La chica, alarmada, dejó de nadar y se situó entre las rocas que bordeaban la bahía. Allí, en una pequeña cavidad en la roca volcánica, erosionada por la acción del mar, el agua era poco profunda y estaba escondida de cualquier mirada. Como lograría apartar el pulpo de su cuerpo era otra cosa. Buscó a su alrededor la parte superior del bañador pero no la encontró por ningún sitio. Preocupaciones más urgentes tenía.

Uno de los tentáculos se estaba introduciendo peligrosamente entre sus glúteos, como si buscara algo. Amy apretó sus músculos intentando evitar que el tentáculo se adentrara más, aunque aquello al parecer provocó el efecto contrario. El animal, acostumbrado a alimentarse de ostras y almejas, sabía por instinto que si algo se cerraba bruscamente era porque dentro había comida. El tentáculo, provisto de cierta viscosidad, diseñado precisamente para penetrar en cualquier recoveco, se adentró aún más, hacia dónde creía que encontraría la carne blanda de un molusco.

La chica soltó un grito de sorpresa al ver como el tentáculo se deslizaba entre sus glúteos y penetraba poco a poco hacia el interior de su trasero. Un extraño cosquilleo recorrió todo su cuerpo al notar como el tentáculo la palpaba por dentro, enroscándose y alargándose. La sensación no era del todo desagradable.

El cefalópodo no cesó en su empeño de seguir buscando cualquier indicio de alimento en aquella superficie cálida y suave en la que se había posado. Uno de sus tentáculos detectó algo. Un líquido viscoso distinto al agua de mar. El animal lo tuvo claro, se trataba de la misma sustancia que desprende el pequeño apéndice de los bivalvos y que les sirve para absorber el plancton y otros alimentos que hallan en la arena del fondo marino.

Amy reaccionó demasiado tarde, sus manos estaban ocupadas frenéticamente, intentando retirar el tentáculo de su culo cuando notó como dos tentáculos se metían en el interior de su diminuta prenda y con suma habilidad, separaban sus labios vaginales. El chillido se convirtió en una especie de gemido cuando otros dos tentáculos penetraron en su húmeda vagina.

La chica había llegado excitada al agua a causa del tacto de Claire, y su vagina aún segregaba fluido debido al estímulo de su amiga.

Simplemente había demasiados tentáculos como para que la chica pudiera controlarlos. Si lograba, no sin esfuerzo, separar las ventosas de su piel, otro apéndice acudía la lugar del que había sido expulsado.

El pulpo no cesaba de enroscar sus tentáculos en el interior de su vagina y su ano. Buscaba un alimento que estaba seguro que debía estar allí y que, extrañado, no encontraba. Aquello empezaba a volver loca a la chica. Su vagina respondía al estímulo segregando fluido, su clítoris se endurecía cada vez más. Todo su cuerpo se estremecía de placer.

Amy tardó unos minutos en darse cuenta que era inútil luchar contra el animal. Ella sola no podía quitárselo de encima. Había aprendido que el pulpo reaccionaba cada vez que ella hacía fuerza para quitarse los tentáculos de su piel, tal vez si se quedara quieta, el animal se cansaría y la dejaría.

Así que decidió dejarlo tranquilo, que hiciera lo que quisiera, tarde o temprano se daría cuenta que allí no había nada de interés y se alejaría en busca de otra presa. La chica se relajó y se acomodó en ese recoveco entre las rocas. La sensación no era desagradable, los tentáculos la estimulaban por dentro. Cada vez que se enroscaban, un escalofrío placentero recorría su cuerpo. La chica se sujetó a las rocas y cerró los ojos, dejándose embriagar por aquella extraña sensación.

Transcurridos unos instantes se puso las manos en la boca para intentar disimular sus gemidos y exclamaciones de sorpresa. Sus ruidos podrían alertar a alguien, y no quería por nada del mundo que alguien la viera así.

Un nuevo gemido involuntario salió de sus labios. Una de las ventosas se había situado justo encima de su clítoris, la succión que hacía para adherirse a su piel, estimulaba el diminuto y endurecido órgano de la chica. De una forma mucho más embriagadora de la que lo haría un satisfyer. Aquello se estaba saliendo de madre, pero la chica ya no podía hacer nada para evitarlo. El placer se estaba adueñando de su cuerpo. Cómo había logrado verse en esa ridícula y excitante situación era lo que menos la preocupaba ahora mismo. Cerró los ojos, mordió su mano y se concentró en el estímulo que notaba.

El animal estimulaba el cuerpo de la chica como pocas veces alguien lo había hecho. Sus tentáculos tenían una flexibilidad que permitían recorrer cada rincón de la vagina de la chica, estimulando toda su cavidad aunque no simultáneamente. Cada vez que el tentáculo rozaba una zona sensible, un estremecimiento de placer recorría todo su cuerpo, y un gemido involuntario salía de la boca de la chica.

Aunque, efectivamente, aquel pequeño momento de relax era demasiado bonito para ser verdad. Ese día la suerte no sonreía a Mikoto Amy.

  • ¡Amy! ¿pero que haces aquí?- La chica se incorporó sobresaltada mirando a su alrededor. Encima suyo, encaramado a las rocas, estaba Rubén.- Llevamos un buen rato buscándote. ¡Chicos está aquí!

El color subió por las mejillas de Amy como nunca lo había hecho. ¿Tenían que encontrarla precisamente en “ese” momento? Se acurrucó en el agua todo lo que pudo, cubriendo su entrepierna con sus manos, intentando disimular lo que sucedía. La chica quería morirse.

Unos pasos apresurados se acercaban. Tom y el resto de sus amigos estaban llegando.

  • Vimos la parte superior de tu bikini flotando en el agua.- Dijo Tom alarmado mientras se acercaba jadeando entre las rocas.- Por un momento temimos que te hubiera sucedido algo.

  • Simplemente estaba… disfrutando… de… del… de la...- Intentó decir la chica precisamente en el mismo momento en que se fundía en un intenso clímax. Tuvo que apretar fuertemente sus dientes para disimular su expresión de sumo placer.

  • No deberías estar aquí.- Decía Mark que se acercaba nadando junto con Claire.- Estas rocas son peligrosas, un golpe de mar podría arrojarte contra ellas con la fuerza de un martillo.

“Sí, ojalá venga ahora un tsunami y nos arrastre a todos” masculló la chica para sus adentros, que ya no sabía dónde esconderse.

  • Chicos… no os acerquéis… si tan peligroso… es.- Masculló Amy al ver como sus amigos acudían a ella.

Mark entendió las entrecortadas palabras de Amy como una señal de que la chica estaba en un aprieto así que se dirigió raudo hasta allí. Mientras tanto, Tom, Elsa y Rubén descendían por las rocas para llegar hasta ella.

  • No temas Amy, si la corriente te impide nadar ahora te sacamos de aquí-. Le dijo Tom mientras se acercaba a ella preocupado.

La japonesa no tuvo tiempo de decir nada. Los musculosos brazos de Tom, la sujetaron por los hombros y empezaron a sacarla del agua. Justo en el mismo preciso instante en que Mark y Claire llegaban hasta ella para ayudarla a subir.

  • Pero… ¿qué?- Dijo Mark asombrado.

“Maldita sea, maldita sea, lo han visto” pensó Amy totalmente enrojecida por la vergüenza. Notaba como la sangre se acumulaba en su cabeza a medida que Tom la levantaba. No hacía falta mirarse en un espejo para ver que estaba roja como un tomate. Sentía la risa contenida de todos sus amigos. Si en aquel momento hubiera tenido una katana a mano, habría rodado más de una cabeza.

  • Nunca me habías contado ese rollo fetichista tuyo con los pulpos.- Dijo Claire que ya no podía contener su risa.- Pensaba que eso era algo que sólo sucedía en el hentai.

  • Yo preocupado por ti y resulta que… ¿Eso se puede considerar una infidelidad?- Dijo Tom sumándose a la coña.

Incluso Elsa, la más tímida del grupo, no podía disimular su risa.

  • Pero Amy… ¿cómo has terminado así?- Dijo entre risitas.- Pareces sacada de un manga. Al final Rubén tenía razón y todo.

  • Está claro que el pulpo te ha tomado por un molusco, se debe pensar que eres una ostra o una almeja gigante.- Dijo Mark medio en serio medio en broma.

  • Tonto no es, su almeja la tiene bien localizada.- Dijo Claire que se le saltaban las lágrimas de la risa.

  • Lo ves, Elsa, te lo dije, podría haberte pasado a tí.- Dijo Rubén entre risas.- Ese pulpo es un espabilado.

Para alivio de Amy, lo que no consiguió ella con su esfuerzo, lo logró el chapoteo de Claire y Mark. El pulpo, que finalmente comprendió que no había alimento allí dónde había introducido sus tentáculos, y asustado por la presencia de los otros dos jóvenes, soltó a Amy y raudo, fue a refugiarse en una grieta entre las rocas.

Tom dejó de sujetar a Amy, que se puso de pie. Ahora que se había librado del pervertido animal, no quería permanecer ni un segundo más en el agua. La chica se cubría sus bonitos pechos con sus manos. Pese a que no era la primera vez que sus amigos la veían desnuda, la situación le producía mucha vergüenza. Su cintura y sus pechos estaban plagados por las marcas indoloras de las pequeñas ventosas. Sus amigos no podían apartar los ojos de ella.

  • ¡Al menos podríais tener la decencia de acercarme la parte superior de mi bikini!- Dijo Amy molesta, aunque no tardó en sumarse a las bromas de sus amigos. Tenía que reconocer que la situación era tan surrealista que parecía cómica y todo.- ¿O vais a estar mucho tiempo riéndoos y mirándome las tetas?

  • Amy… como te digo eso… No es por la parte de arriba por lo que me preocuparía ahora mismo.- Dijo Elsa.

La chica bajó la vista y volvió a soltar una exclamación. El pulpo, al abandonar su cuerpo, se había llevado como “souvenir” la parte inferior de su traje de baño. La chica estaba totalmente desnuda ante sus amigos. Muerta de vergüenza, se agachó mientras Tom le tendía la parte superior. “Buen trabajo Amy, has recuperado medio bañador pero has perdido la otra mitad” pensó mientras se anudaba las tiras pensando en como se lo haría para volver a la toalla. Afortunadamente, Mark pudo localizar entre las rocas la otra mitad de la prenda y se la tendió.

Después de la experiencia de Amy, a ninguno de los chicos, y mucho menos a las chicas, les apetecía estar dentro del agua. Claire y Mark se encaramaron a las rocas. Juntos, los seis jóvenes volvieron a la orilla, junto a sus toallas. Suficiente playa por un día.

  • Cómo se os ocurra contar algo de eso a alguien, os mato, os juro que os mato.- Les dijo Amy con la mirada llena de furia mientras se dirigían al hotel.

Pese a la furibunda expresión de Amy, sus amigos hacían auténticos esfuerzos para contener la risa. Al cabo de un rato la risa terminó contagiando a la japonesa. Esa surrealista y estimulante experiencia la recordaría durante toda su vida.

FIN