El Puente.- Versión de Ernesto
Dos parejas pasan un largo fin de semana juntos en el que nada es lo que parece.
EL PUENTE.- Versión de Ernesto
Este relato es independiente, y como tal puedes leerlo, pero si deseas saber TODO lo que ocurrió de verdad ese fin de semana deberás leer EL PUENTE.- Versión de Oscar .
Capitulo 1: Viernes Noche.- Versión de Ernesto
Lo cierto es que si no se lo cuento lo que a pasado a alguien exploto... y tú eres el único al que se lo puedo contar todo. Pues a fin de cuentas fue en una de tus fiestas donde conocí a Oscar... aunque si te soy sincero a pesar de lo bien que me cae el chaval no le habría invitado a pasar juntos aquel largo fin de semana si no llega a ser por la enorme amistad que hicieron enseguida mi mujer y su novia. Pero en vista de lo bien que se llevaban las dos me pareció una buena idea el que fuéramos al chalet de la playa ahora que hacia tan buen tiempo... y no fue buena... FUE GENIAL.
Tu ya sabes que solo lo tengo como inversión, y que con lo que le saco de alquilarlo en verano tengo para mantenerlo todo el año... pero claro, he de ir de vez en cuando a revisar que este todo en orden... y que mejor fecha que ese puente tan caluroso para aprovechar y darnos el primer bañito del año. Así que procuramos llegar los primeros aquel viernes para ver si la chica de la limpieza había hecho un buen trabajo y no encontrarnos con ninguna "sorpresa" desagradable cuando llegaran Oscar y Ana. La casa, por si no la recuerdas, es un adosado de dos plantas, con los dormitorios arriba y un pequeño jardincito abajo... no es muy grande, pero esta bastante bien situada en las afueras del pueblo y cerca de la playa.
Te juro que cuando llegaron yo iba de lo mas legal... todo risas, bromas y buen rollo... y aunque me fije que Ana estaba mas delgada y guapa que nunca tampoco pensé en ninguna cosa rara. Como habían llegado bastante tarde apenas dio tiempo a enseñarles la casa y que dejaran en su cuarto las maletas antes de cenar... porque Carmen había preparado una de sus famosas salsas y dejar que se enfriaran era un pecado. Además Oscar había traído un vino cojonudo y los dos estábamos deseando probarlo.
El caso es que el vino estaba excelente... entraba como agua y te calentaba la barriga cosa mala. Bueno, le hecho la culpa al vino como podría echársela al agua... tu ya me entiendes. Pero entre bromas y anécdotas me fui fijando cada vez mas en el monumento de mujer que tenia sentada enfrente... y se me fue calentando la sangre.
Ya te he dicho antes que Ana había perdido bastante peso... pero es que además se había vuelto a dejar el pelo largo... y esa melena azabache haciendo juego con sus ojos soñadores me estaba encandilando. Además de que el vino le estaba dando color a sus pálidas mejillas y haciendo que su sonrisa traviesa asomara mas a menudo de lo que yo la recordaba. El caso es que cada vez me costaba mas seguir la conversación de Oscar sobre nuestras parejas y solo atinaba a meter por medio alguna que otra anécdota acerca de lo pesado que tenia el sueño Carmen o de sus continuos despistes o cosas así... mientras me reía con él de la única cosa que parecían tener en común nuestras chicas... su ingenuidad.
Aunque la sonrisa irónica que se le escapo a Ana al oírlo me dejo la duda de si esa aparente ingenuidad era real o solo una forma de encarar a los chicos. Sobre todo después de algunas picardías que nos habíamos tirado mutuamente en voz baja a lo largo de la cena... y que subían de tono según bajaba el vino. Y no te creas que Ana se cortaba un pelo... cuando quería te decía las cosas muy clarito.
Además de que por aquel entonces ya me costaba mantener los ojos fijos en su cara... porque me había dado cuenta de otra similitud que no apareció en la conversación... y es que ambas tenían una mas que generosa delantera (en el caso de Carmen es una talla 100 y en el de Ana apostaría algo que lo mismo o mas)... a la cual no le hacia falta para nada el sujetador.
Te digo esto porque el vestido que llevaba Ana, sin ser de fiesta, era de los que llevan la espalda al aire... y según como se moviera yo veía como vibraban y se agitaban dos enormes y duros pechos que me estaban hipnotizando con su vaivén... haciendo que me costara horrores pensar en otra cosa.
Quizás por eso no me di cuenta de que Carmen estaba pillando un pedal de campeonato con el vino, porque para cuando me percate estaba ya que se caía sobre el plato. Así que no me quedo mas remedio que pedirle a Oscar que me ayudara a subirla a nuestro dormitorio mientras la servicial Ana se ofrecía para recoger la mesa... sin que nos diera siquiera tiempo a acabar los postres.
Te aseguro que fue algo graciosísimo... Oscar por un lado y yo por otro dando traspiés con Carmen mas que apoyándose en nosotros desvanecida en nuestros brazos. No veas el trabajito que nos costo subirla por las estrechas escaleras... y es que nosotros tampoco estábamos muy sobrios que digamos y dábamos mas traspiés que pasos... pasándonosla mutuamente como si fuera una muñeca de trapo gigante para ir abriendo puertas y pasando por los recodos de la escalera y el pasillo... que te aseguro que nunca me pareció mas estrecho como aquella noche.
Te puedes reír cuanto quieras porque reconozco que la escena era de chiste... incluso nosotros no parábamos de bromear y reír todo el rato, sobre todo cuando la tuvo que sujetar el sólito mientras yo deshacía la cama y casi se caen al suelo los dos. El caso es que al final poco menos que la tiramos sobre la cama y estaba tan mareado ya que me limite a quitarle solo los zapatos y echarle solo una sabana por encima antes de bajar de nuevo.
Al pasar junto al cuarto de invitados vi que Oscar estaba peleándose con las maletas y como me di cuenta de que con su borrachera le iba a costar un trabajo enorme tanto el abrirlas como el preparar luego sus camas baje a pedirle ayuda a Ana.
Y ahora es cuando empieza lo interesante... porque cuando llegue a la cocina y la vi con el culo en pompa, meneando las caderas al ritmo de la música que habíamos dejado puesta mientras fregaba los platos... se me olvido Oscar, Carmen, mi nombre... y todo lo que no fuera esa pedazo de tía que estaba allí.
Así que me pegue a su espalda mucho mas de lo que dictan las mas elementales normas de cortesía y le continué diciendo picardías... solo que esta vez junto al oído. El ver que Ana no solo me las devolvía sino que además no dejaba de mover las caderas a pesar de tener que sentir por narices lo que yo le estaba restregando desde atrás me hizo perder los papeles por completo.
Lo primero que hice fue pasar mis brazos bajo los suyos con la torpe excusa de ayudarla... y empezar a mover las manos adelante y atrás para sentir deslizarse por las palmas de mis manos esos enormes pechos que tantas ganas tenia ya de estrujar. Ana lo único que hizo fue dejar de bromear y agachar la cabeza como si se concentrara muchísimo en el esfuerzo de fregar los cubiertos.
Yo estaba mas salido que el pico de una plancha... así que mientras le besaba el cuello y la parte de atrás de las orejas para escuchar como Ana emitía esos apagados gemidos que te ponían la piel de gallina... me apresure a sacar rápidamente las manos de debajo de su ropa y desabrocharme los pantalones. Creo que batí algún tipo de récord Guinnes en despelotarse. Para cuando Ana hizo el amago de empezar a girarse... te juro que no se si para besarme o para apartarme de ella... ya tenia su falda bien subida hasta las caderas y le estaba bajando las bragas a toda prisa.
No me dio tiempo ni a terminar de quitárselas del todo... estaba tan salido que empecé a metersela cuando todavía las llevaba por las rodillas. Así que Ana tuvo que desistir de girarse y conformarse con agarrarse con fuerza al fregadero para no caerse al suelo cuando empecé a entrar y salir de su estrecho coñito. Por suerte mas que húmeda estaba chorreando, así que al cuarto pollazo ya tenia mis huevos pegándole entre los muslos... entrando y saliendo como si me fuera la vida en ello.
Menos mal que la escalera del chalet es de madera... y se ve que con la sal del cercano mar y los años chirrían los peldaños que es un suplicio oírlos... o una ayuda del cielo en mi caso... porque no tenia que preocuparme por si bajaba Oscar de improviso, ya que lo oiría con tiempo de sobra. Yo no se si Ana sabia esto... lo que si se es que sus gemidos apagados mientras cerraba la boquita con fuerza para que no se oyeran sus grititos era una autentica gozada para mis oídos... y hacia que mas que follarla la estuviera atravesando en cada empujón.
Cada vez que salía a tomar aire de debajo de su sedosa melena antes de volver a mordisquear su oreja o lamer su cuellecito veía como se le ponían los nudillos blancos de agarrarse al fregadero... y me ardía la sangre al verlo. Al principio la sujetaba por las caderas para que no se fuera... pero cuando me di cuenta de que su culo bajaba casi con tanta fuerza como subía mi poya pude permitirme el lujo de cojerle de nuevo las tetas con las dos manos, pero esta vez metiendolas por debajo del top y del sujetador, para acabar el polvo como Dios manda.
Y te aseguro que es un verdadero lujo poder coger esos fantásticos melones y apretarlos a manos llenas, estrujándolos desde atrás con fuerza, sintiendo su soberbio peso y su volumen entre mis manos mientras usaba el pulgar y el índice de cada mano para retorcer entre ellos sus gruesos y durísimos pezones. Al mismo tiempo pegaba mi boca contra la suya para que tampoco a mi se me oyera gritar cuando me corrí por fin en su estrecho coñito. No fue un morreo... mas bien fue sellar un pacto de silencio entre los dos mientras nos mirábamos fijamente a los ojos y yo dejaba que mi polla se retirara por fin de su funda de terciopelo.
Luego, sin dejar de mirarla a los ojos, le subí las bragas de nuevo... y, siempre en silencio, ella se giro y me guardo la polla dentro de los pantalones, cojiendomela con muchísimo cuidado mientras ambos recuperábamos la respiración. Luego seque el sudor de su frente con mi mano y, sujetándola después del cuello con las dos manos, le pegue el primer beso de verdad. Fue un morreo de los que no se dan todos los días, de esos larguísimos y apasionados, nos dimos la lengua con tantas ganas como habíamos follado antes y mezclando nuestra saliva nos lo dijimos todo sin decir nada.
Porque te aseguro que no dijimos ni pío... solo nos miramos... y luego deje que subiera con Oscar mientras yo recuperaba el aliento y terminaba de recoger la cocina. Y no te creas que esto fue el final de la historia... porque fue solo el principio.
Capitulo 2: Sábado Mañana.- Versión de Ernesto
Si te digo que lo que había hecho aquella noche me quito el sueño te mentiría... y ya sabes que no quiero hacerlo. La verdad es que en cuanto llegue al cuarto me apresure a darme una buena ducha para eliminar cualquier tipo de prueba olorosa y me acosté de inmediato junto a mi angelical esposa. La cual no debía de estar tan borracha como yo creía porque también se había duchado mientras yo me beneficiaba a su amiga en la cocina. No se si fue por el agotamiento de ese polvo o por el exceso de alcohol, pero no me desperté hasta bien entrada la mañana.
Entonces si, entonces si que me acojone bastante, porque cuando baje junto a Oscar me dijo que las dos chicas se habían ido a comprar algunas cosas... y como tardaron bastante en volver mi cabeza no dejaba de imaginar mil escenas en las que Ana se lo contaba todo a Carmen y que esta hacia alguna locura antes de ponerme de patitas en la calle y pedirme el divorcio. Te aseguro que me costo horrores mantenerme risueño y bromear con Oscar como si nada. Por eso, cuando por fin aparecieron riéndose como colegialas sentí tal alivio que ni me preocupe de que vinieran cargadas de bolsas... te aseguro que aunque hubiera comprado una docena de elefantes y una jirafa no me habría importado es ese momento.
No pude hablar con Ana a solas hasta que llegamos a la playa. Fuimos a la parte esa de las dunas que esta cerca de casa y que tanto nos gusta porque casi nunca hay nadie... si, esa a la que te llevamos aquella vez. Para cuando pusimos la sombrilla y las toallas estábamos ya chorreando de sudor... y aun así tuve que tardar unos minutos en quitarme la camisa. ¿Por qué?... pues porque cuando Ana se quito el vestido veraniego que llevaba y se quedo delante mía en bikini se me puso tan tiesa que si me la quito todos se habrían dado cuenta del empalme que me había provocado.
No, no te exagero lo mas mínimo. Era un bikini de lazos de lo mas normalito... pero es que le quedaba de escándalo a la puñetera. Por arriba, como tiene esos pedazo de melones, los triángulos no le cubrían ni siquiera la mitad... y, sin excitarse ni nada, ya se le marcaban los pezones de un modo que te cortaba la respiración. Y por abajo le quedaba tan arriba y tan ajustado que uno no tenia que esforzarse demasiado en imaginar que el pliegue del medio era el de su coño maravilloso.
Supongo que también el contraste influyo lo suyo, porque mi mujer llevaba uno de sus típicos bañadores "decentitos" y no había comparación posible. Así que cuando Oscar atrapo a Carmen por la cintura para tirarla al agua le ayude de mil amores... riéndonos de lo lindo mientras lo hacíamos, porque a pesar de sus esfuerzos y pataditas no pudo evitar que la tiráramos al agua. Alegrándome cuando luego ellos se quedaron dentro tirandose agua el uno al otro y yo pude regresar junto a Ana.
Ella ya se había tumbado sobre la toalla, al parecer dispuesta a hacer de filete, dorándose al sol vuelta y vuelta, así que me senté a su lado mientras comprobaba aliviado que Oscar y Carmen se alejaban cada vez mas de nuestra vista.
Ana no había dicho ni pío hasta el momento, siendo durante todo el rato la misma chica alegre y feliz de siempre, y comportándose de un modo de lo mas natural, hasta que le quite el bote de crema solar de las manos y le hice un gesto para que volviera a tumbarse sobre la toalla y comencé a untarle la crema.
Entonces si, entonces empezó a decirme que no estaba bien lo que habíamos hecho, que era una locura y cosas de ese estilo... pero lo decía con la cabeza mirando a la arena y yo notaba que por donde pasaban mis dedos extendiendo la crema se le erizaba la piel. No había que ser un lince para darse cuenta de que su cabeza quería una cosa y su cuerpo de diosa pedía a gritos otra. así que me limite a callarme como si la estuviera escuchando atentamente y seguir deslizando mis dedos por su suave piel del modo mas sensual posible. Creo que no lo hice nada mal, porque para cuando le solté los lazos de la parte de arriba del bikini sus quejas eran ya poco menos que simple susurros casi inaudibles.
Aun así oí claramente como me decía que nos podía ver alguien. Yo en ese aspecto estaba muy tranquilo porque las cabezas de Oscar y Carmen eran solo dos bultitos allá a lo lejos que seguro que no podían casi ni distinguir nuestra sombrilla desde allí... y mucho menos ver lo que hacíamos debajo. Y alrededor nuestro no había nadie... hasta que aparecieron los chicos. Estos, que tenían sus toallas al otro lado de la duna, estaban jugando con un balón... y de vez en cuando asomaba uno u otro a cojerlo cuando se les escapaba por la orilla... por lo que tampoco me preocupaban excesivamente. Así que decidí seguir con mi propio juego y terminar de romper su resistencia acariciando toda la carne que acababa de dejar al aire... y que, dado el volumen de sus pechos, era muchísima. Así que mis dedos pronto se deslizaban por sus costados, apartando la tela del bikini para llegar cada vez mas abajo, con la esperanza de romper sus ultimas defensas lo antes posible.
Créeme si te digo que fue un rato delicioso, sobre todo cuando giro su cabeza hacia mi y me dijo en un cálido susurro que jamás olvidare "eres un chico muyyy malo". Menos mal que ya no volvió a girar la cabeza para el otro lado, porque entonces es muy posible que ella también hubiera visto como yo que los chicos del otro lado se habían apostado en lo alto de la duna espiándonos de un modo descarado. Ese fue el momento mas decisivo de todos, en el que mas cerca estuve de dejarlo todo correr... pero cuando ella puso la mano sobre mi muslo y me pregunto con su vocecilla que si no me quitaba la camiseta decidí que era un riesgo que valía la pena correr.
Además que los chicos tenían que tener entre quince y dieciocho años, así que no iban a salir gritando a sus mamas lo que pasaba en aquel apartado rincón de la playa. Cuando me quite la camisa y Ana vio el rígido empalme que me había producido su cuerpo emitió una pequeña risilla que saco el lado perverso que todos llevamos dentro... y decidí que les daría a los chicos una visión que no olvidarían fácilmente.
Comprobé por enésima vez que las cabezas de nuestras parejas seguían allá a lo lejos y me acerque aun mas a Ana, la excusa era untarle los muslos de crema protectora... la verdad es que me dedique mucho mas a subirle la parte de atrás del bikini hasta que este se fue convirtiendo poco a poco en un tanga. Mis dedos pronto estaban deslizándose por sus pálidas nalgas, estrujando y apretando sus firmes carnes... y lo hacia tanto por excitarla a ella... como para que ellos la contemplaran a gusto.
Y te aseguro que conseguí ambas cosas... pues los chicos estaban como soldados en una trinchera... y Ana deslizo su manita por encima de mis muslos, introduciéndola por la pernera de mis bermudas... hasta apoderarse de lo que buscaba. Yo, como podrás suponer, separe mis piernas para facilitarle al máximo la maniobra... y para que los chicos no se perdieran ningún detalle.
Luego le devolví el "favor" y metí mi mano bajo su bikini, deslizando mi dedo por el canal de sus nalgas al mismo ritmo con que ella subía y bajaba su manita por mi rígido cilindro. Ana tenia las piernas tan separadas que mi dedo resbalaba cada vez con mas facilidad, por lo que pronto vi como se mordía el labio inferior para que sus gemidos no se escucharan... sobre todo cuando la punta de mi dedo rozaba el borde de su resbalosa y cálida almejita.
Si... pero yo no soy de piedra... así que como vi que iba a terminar por correrme de un momento a otro decidí aflojar la marcha para que no acabara todo tan rápido y... con todo el pesar de mi corazón... saque la mano de donde la tenia y sujete la de Ana para que ella también se detuviera. Por su mirada vidriosa y el intenso rubor de sus mejillas me di cuenta de que no quería detenerse, así que la obligue a darse la vuelta y tumbarse boca arriba mientras cogía de nuevo la crema y le susurraba al oído que no girara la cabeza ni hiciera movimientos bruscos pero que había alguien mirándonos desde lo alto de la duna.
Ana se quedo tiesa como un alambre, pero me obedeció, preguntándome por lo bajo quien era y oyendo como yo le restaba importancia mientras mis manos ya volaban sobre sus hombros... mitad para sujetarla si veía que iba a hacer alguna tontería... mitad para llegar cuanto antes a sus pechos. Porque eso fue lo que hice... apartar a un lado las tiras que aun seguían sueltas de la parte de arriba de su bikini y amasar a manos llenas sus pechos desnudos con mis manos pringosas de crema.
Ella se limitaba a decir "por favor, por favor, por favor"... pero lo decía en un tono tan bajito y con tan poca convicción que casi podía pensar que lo que m pedía era que siguiera. Y, aunque sabia que no era así, en cuanto pude retorcer y estirar esos gruesos y maravillosos pezones con mis dedos decidí que valía la pena hacerme el sordo. Te juro que te podrías pasar horas y horas estrujando y apretando esos globos maravillosos sin que nada te importase mas en la vida... con esa piel tan suave... y esos pitones tan duros y sensibles... solo recordarlo y me pongo malo.
Por suerte parecía que Oscar y Carmen se habían ido tras la pared de roca de aquel lado de la cala, porque ya ni siquiera los veía, así que pude dedicarme de lleno a mi labor... para alegría mía... de Ana... y de los chicos. Los cuales seguían allí mismo, sin moverse, pendientes del descarado magreo que le estaba dando a sus melones... y, si les quedaba alguna duda acerca de lo que pasaba bajo ellos, esta se les quito por narices cuando metí mi mano bajo su bikini y empecé a deslizar dos dedos por su raja encharcada.
Yo creo que si Ana no hubiera estado tan cachonda ahí habría terminado todo... pero a esas alturas se limito a recordarme en voz queda que había gente cerca.... como si yo no lo supiera. así que me acerque a su cabeza... y, sin dejar de mover los dedos en el interior de su bikini le dije que si quería que parara... ella me dijo que no... pero que le dejara darse la vuelta.
Te aseguro que no se como paso... pero de repente se me encendió una idea genial... así que me apresure a sentarme justo a la altura de su cabeza.... y me baje las bermudas para que cuando se diera la vuelta su cabeza quedar justo encima de mi poya. Si Ana se sorprendió por lo que había hecho no lo demostró lo mas mínimo... porque en cuanto se giro y me vio en esa posición.... se apresuro a metersela en la boca.
Si tío... como lo oyes... se la trago de un tirón y sin decir ni pío. Ya te comente que mi esposa nunca me la ha podido chupar... porque solo del olor a Carmen ya le dan arcadas, así que el sexo oral es algo que no hacia desde hacia la tira de años con mis anteriores novias.
Por eso, cuando Ana se la trago a la primera y sin rechistar me quede helado, volviendo a sentir ese inmenso placer que ya creía olvidado. Menos mal que reaccione enseguida y, aprovechando que ella se había girado un poco de medio lado, le baje un poco el bikini para poder ver donde metía mis ansiosos dedos. La noche anterior no había visto esa zona, pero ya había notado al acariciarla que tenia poco vello, así que cuando por fin vi su delicioso conejo al aire no me extraño ver que tenia solo una recortadita matita de vello negro... estando el resto tan depilado que se veían con toda claridad sus gruesos y rojizos labios vaginales y el liquido transparente y espeso que rezumaba cada vez que mis dedos entraban y salían.
Ana, mientras tanto, seguía tragando y lamiendo como nunca me lo habían hecho... sin casi mover la cabeza conseguía que su lengua lamiera zonas de mi poya que ni sabia que tuviera... al tiempo que sus dientecitos raspaban y mordisqueaban de arriba abajo de un modo tan juguetón como excitante. Yo estaba convencido de que si nuestras parejas asomaban por alguna parte lo que verían se podía interpretar como un masaje... pero rezaba mentalmente porque esos dos siguieran buscando lapas o jugando con los erizos el tiempo suficiente como para llegar al final.
Los que no tenían ninguna duda de lo que veían eran los chicos de la duna, sobre todo cuando sujete a Ana por su espesa mata de pelo con las dos manos para clavarle lo mas al fondo posible de la garganta mi poya y correrme como un verdadero animal... soltando descarga tras descarga de semen directamente a su estomago. Fue algo salvaje e incontrolado... pero que me hizo sentir genial.
Luego, el ver como Ana relamía sus labios, tragándose los últimos grumos de semen que amenazan con escaparse de su boquita me hizo recordar que ella aun no se había corrido... por lo que me subí a toda prisa las bermudas y me senté en su espalda. quería mirar de frente al mar para que no me sorprendieran al volver... y quería que Ana... y los chicos... disfrutaran tanto como yo. Así que le baje el bikini hasta la mitad de los muslos de un tirón y, sin darle tiempo siquiera a quejarse, empecé a meterle dos dedos de golpe en su chorreante almeja. Con la otra mano me apoyaba en sus nalgas, apretándolas y separándolas al mismo tiempo para que los chicos vieran perfectamente como entraban y salían mis dedos a toda velocidad.
Ana debía de estar mordiendo la toalla, porque solo escuchaba gemidos apagados... haciendo mas ruido el "chof, chof, chof" de mis dedos penetrándola que sus propios gritos de placer. Que debieron de ser fuertísimos cuando vi que sus piernas se quedaban tiesas de golpe y que salía tanto liquido de su almeja como si se estuviera meando. Te aseguro que fue algo increíble.
La pena es que no tuviéramos mas tiempo e intimidad... porque apenas nos habíamos metido en el agua cuando volvieron los otros de nadar. Por suerte ya estábamos limpios, por lo que pudimos juntarnos con ellos sin que recelaran nada.
Y no te creas que eso fue todo... porque esa tarde volvimos a la playa después de comer una estupenda ensalada de pasta que había preparado Carmen para la ocasión... pero eso te lo contare luego.
Capitulo 3: Sábado Tarde.- Versión de Ernesto
¿Por donde iba?... a si... por el sábado por la tarde. La verdad es que fue genial. Yo, como de costumbre, me subí a mi cuarto a pegarme mi siesta reglamentaria y les deje a ellos abajo tomando tranquilamente el café... y con la cocina por recoger... si, admito que después de comer soy un poco perro... y si no llega a venir Oscar a despertarme un par de horas después me habría quedado tan ricamente en la cama. Pero por suerte lo hizo, así que volví a ponerme las bermudas que ya estaban secas y regresamos a la playa.
Como por la mañana Ana y yo apenas si habíamos probado el agua debido a los "jueguecitos" que te conté antes le sugerí que fuéramos a alquilar un pédalo a la playa que esta pasada las dunas. Ella acepto encantada y Carmen me dio una alegría cuando declino mi invitación y decidió quedarse a tomar el sol con su bikini nuevo... el cual, por cierto, le quedaba tan pequeño que lo tuvo que devolver a la semana siguiente. Y la alegría fue doble, porque Oscar hizo de galante caballero y se quedo a hacerle compañía mientras su espectacular novia y yo nos fuimos a por el pédalo.
No te lo he dicho, pero Ana también se había cambiado de ropa en la casa... y por la tarde decidió lucir un bañador ajustado... pero ajustado de narices... de esos que hacen que los tíos la miren sin poderlo evitar con mas o menos disimulo... como queriendo comérsela con los ojos. Y es que te aseguro que estaba para comérsela, merendársela y cenársela. Yo iba a su lado mas orgulloso que un pavo en celo, presumiendo de la espectacular morena que andaba a mi lado marcando pezones como si fuera mi chica... y es que ya estaba pensando en como hacerla mía otra vez.
Por eso, en cuanto empezamos a pedalear, saque el tema del cambio de bañador... y Ana me respondió que no era por lucir modelitos, sino para evitar que le quedaran marcas de tirantes si usaba todo el tiempo el mismo bikini o bañador. Eso me venia de perlas, así que enseguida le sugerí que se lo bajara hasta la cintura para evitar esas odiosas señales.
Ana ya había visto mientras paseábamos hacia el pédalo a varias chicas haciendo toples, porque tu ya sabes que en esta playa es algo muy normal. Pero yo me di cuenta enseguida que su recelo no era por hacerlo, sino porque su novio la viera. Para evitarlo fue llevando el pédalo en dirección opuesta a donde teníamos la sombrilla, alejándome hasta que apenas si se les veía a lo lejos, jugando al voleibol con unos chicos... que incluso a esa distancia me dio la impresión de que eran los mismos chicos afortunados a los que había estado alegrando la mañana con la exhibición de Ana.
Cuando considere que ya estábamos lo bastante lejos volví a insistir en el tema y, viendo que Ana aun dudaba en si hacerme caso o no, no me lo pensé mas e inclinándome sobre ella le cogí las tirantas y se las baje hasta las caderas. ¡Muchacho! ¡que visión celestial! ¡esos pálidos e inmensos melones botando agitados al sol! ¡con los pezones tiesos como tornillos!... te aseguro que si no llega a haber gente cerca me la hubiera tirado allí mismo.
Si, porque aquella era la zona mas concurrida, y allí había por lo menos cuatro o cinco pédalos mas... y alguna que otra colchoneta hinchable. Pues bien, la única que estaba con las perolas al aire era Ana, y te aseguro que los pédalos donde solo había chicos no se alejaban de nosotros mas que lo imprescindible para no chocar... a diferencia de los de parejitas... que las chicas obligaban a sus novios a alejarse de esa visión tan turbadora y espectacular.
Ana no decía ni mu... estaba roja como un cangrejo... y te aseguro que no era del sol... además de que la pobrecilla no sabia ni adonde mirar. así que decidí añadir algo mas de excitación a la escena y con la excusa de la protección saque el bote de factor 15 que llevaba y le tire un buen chorro entre los melones.
Al principio hizo ademán de restregársela ella pero en cuanto le dije que se estuviera quieta me obedeció y se limito a agachar la cabeza en señal de sometimiento. Me faltaban manos... le manosee las tetas con tanto cuidado y tan a fondo que al cabo de unos minutos le oí claramente decir.... malo... que malo eres...
¡No lo sabia ella bien!. En cuanto me di cuenta de que se estaba excitando las caricias se hicieron mas intimas y provocadoras... porque a ninguno de los que nos espiaban con mas o menos disimulo desde los otros pédalos se le podía pasar por alto la evidencia de que pellizcar y retorcer los pezones una y otra vez no es precisamente algo que venga en ningún manual de untado de cremas solares ¿no crees?.
Cuando vi que su respiración se estaba agitando hasta alcanzar un ritmo bien elocuente empecé a alejarme descaradamente de los demás pédalos... llevando el nuestro aguas adentro de un modo tan intencionado que los demás mirones desistieron de seguirnos y nos dejaron en paz... aunque uno o dos pédalos estuvieron rondándonos de lejos y se mantuvieron lo bastante cerca como para que sus ocupantes se hicieran una buena idea de todo lo que paso después.
Por mas que esforzaba la vista no veía ni rastro de Carmen, Oscar y sus nuevos amigos... lo cual solo podía suponer que o se habían metido en el agua frente a la sombrilla o estaban al otro lado de las dunas. De un modo u otro me daba igual, porque si no fuera por los colores chillones ni siquiera sabría cual era nuestra sombrilla de lo lejos que me había ido ya.
Y es que yo no aguantaba mas, tenia la polla mas tiesa que un palo y estaba besando a Ana como si nos faltara el aire... la única pega era que le había dejado las tetas tan pringosas que no podía apretarlas como a mi me gustaba, porque me resbalan entre las manos cada vez que las apretaba. Y no te creas que ella se cortaba un pelo... me apretaba la polla con su manita con una fuerza que pensé que me la quería arrancar y quedársela de recuerdo.
Tenias que ver la cara que puso cuando corte el beso y le pregunte si sabia tirarse de cabeza... era mucho mas elocuente que cualquier cosa que te pueda decir sobre lo excitada que estaba ya la chiquilla. Aun así me respondió que claro que si... y yo le pedí que me lo demostrara. La pobre aun no tenia ni idea de lo que yo tenia en mente, pero a esas alturas ya estaba aprendiendo que en cuestión de sexo valía la pena fiarse de mi... así que se puso de pie en uno de los lados y se tiro de cabeza.
No sabes porque lo hice, ¿verdad?... ¿y si te digo que para evitar que se cayera la estaba sujetando de la cintura?... ¿tampoco?... ¿y si te digo que cuando salto sujete con tanta fuerza los bordes del bañador que me quede con el en la mano?. Si, como te digo, para cuando Ana entro en el agua ya estaba tan desnudita como vino al mundo... pero mucho mas crecida.
Yo no perdí ni un segundo y salte justo detrás... sin mucho estilo, es cierto, pero maldita la falta que me hacia si a cambio podía verla bajo el agua nadando en pelota picada. Te aseguro que es una escena de esas que ves en un montón de pelis, pero que hasta que no la vives no te das cuenta de lo excitante que es.
Esa sirena blanca, con su conejito moreno asomando entre sus piernas cada vez que daba pataditas para mantenerse a flote y sus grandes melones flotando y moviéndose para todos lados. Algo sublime. Tampoco es que estuviera para muchas poesías en ese momento, porque además de mirarla con los ojos abiertos de par en par estaba bastante ocupado despojándome de mi propio bañador. En cuanto lo logre me fui hasta el pédalo y metí un brazo por cada bañador antes de sujetarme con una mano a cada balón del pédalo. Para cuando Ana logro llegar hasta mi, ya estaba lo bastante escondido como para que no nos viera nadie y lo bastante sujeto como para no temer que la chica tratara de recuperar su bañador por la fuerza.
Pero se ve que la situación también la había puesto cardiaca a ella, porque vino besándome como una fierecilla mientras no paraba de decirme su frase favorita... malo, malo, malo. Al tenerla encima mía, restregando sus durísimos pezones sobre mi pecho, me entraron ganas de soltarme y abrazarla como se merecía... pero eso no entraba en mis planes, así que me contuve y le dije al oído... FOLLAME.
Te aseguro que reacciono como si le hubiera dado un calambre... pero cuando ya estaba pensando en decirle algo mas note como su cálida manita se apoderaba de mi poya, que de tan tiesa me hacia ya hasta daño, y la guiaba hasta su ardiente almeja. Porque te aseguro que cuando me la introdujo dentro creí que estaba metiendola en un horno... suave, acogedor y sedoso como pocos... pero un horno calentito. Luego paso una pierna a cada lado de mis caderas con cuidado de no salirse... y empezó a cabalgarme como si le fuera la vida en ello.
Yo creo que del ritmo frenético que impuso Ana hacíamos hasta espuma... fue uno de los polvos mas salvajes que había pegado en mi vida... y lo mejor de todo es que era ella la que me obligaba a llevar ese ritmo endiablado mientras gemía en mi oído como una gatita en celo y se corría en al menos dos ocasiones que yo me diera cuenta... al mismo tiempo que decía "mas, mas, mas..." y seguía empujando como si se la quisiera sacar por la espalda. Ana estaba tan encendida que yo creo que no se dio ni cuenta de que me corrí a pesar de los soplidos que le pegue en la oreja al hacerlo.
Por suerte, al menos para mi ego, ella se corrió por tercera y ultima vez mientras aun la tenia tiesa... y fue como si le hubieran quitado las pilas de golpe... se quedo mas floja que un flan. Creo que si no la sujeto hasta habría tragado agua. No exagero ni un pelo, no solo tuve que ayudarla a subirse de nuevo al pédalo sino que me toco a mi hacer casi todo el esfuerzo para regresar a la orilla.
Mientras pasábamos junto a alguno de los pédalos que se habían quedado lo bastante cerca nuestro como para poder ver las sonrisas sarcásticas, y posiblemente envidiosas, de mas de uno de los ocupantes me dio la impresión que si uno solo de ellos hubiera dado palmas los otros las habrían coreado gustosos. No, no te rías, que te aseguro que el polvo fue para eso y para mucho mas.
A pesar de los nervios que tenia Ana de regreso respecto a lo que pensara su novio para cuando llegamos a la sombrilla vimos que nuestras respectivas parejas estaban casi dormidos en las toallas, posiblemente por el esfuerzo de jugar con los chicos al balón y por no haber dormido la siesta... así que recogimos pronto para que pudiéramos descansar un poco en la casa, ya que esa noche teníamos mesa reservada en un restaurante de los mejores de la zona y luego teníamos pensado ir a bailar un poco. De hecho hicimos bastantes mas cosas... pero eso es algo que te contare mas tarde.
Capitulo 4: Sábado Noche.- Versión de Ernesto
Como te iba contando teníamos prevista para esa noche una cena especial en un restaurante de moda (menos mal que uno de los camareros es amigo mío, que si no me habría costado horrores conseguir mesa) seguido por unas cuantas copas en la discoteca. así que me apresure a ducharme, pues ya se lo lentísima que es Carmen para estas cosas y no quería llegar tarde.
Una vez duchado baje al comedor donde estaban los otros tres tomando un refresco y mi mujer subió a hacer lo propio. Fue entonces cuando Oscar me dijo que se habían quedado sin tabaco y, como ni Carmen ni yo fumamos, le sugerí acompañarle en mi coche al estanco... porque aunque no esta lejos si íbamos dando un paseo nos iban a dar las uvas. El caso es que Oscar le dijo a Ana si le importaría acompañarme ella, así el podría ducharse mientras tanto... y yo tuve que hacer un esfuerzo para que no se me notara en la cara la ilusión que me hacia el cambio... y que le hacia a ella, pues aunque le puso morritos a su novio nada mas salir afuera me guiño un ojo picaramente.
A buen entendedor pocas palabras bastan, así que en cuanto arranque el coche y doble la esquina le dije a Ana que se quitara la parte de arriba del bikini. Me di cuenta de que la chica entraba cada vez mas en el "juego" porque se limito a decirme que era un chico muy malo; eso si, sin dejar de sonreír, mientras sus manos buceaban bajo su camisola playera para despojarse de la susodicha prenda.
Te aseguro que si no me di un porrazo con el coche fue por el escaso trafico que había, porque cuando me entrego el bikini pude notar que aun estaba húmedo y, como ya supondrás, si el bikini estaba así la camisola estaba empapada. Era una autentica pena que no supiera donde se celebraría el próximo concurso de Miss Camiseta Mojada... porque habría apuntado a Ana sin dudarlo ni un segundo. No te puedes hacer una idea de cómo se le transparentaban los pezones en la prenda... sobre todo cuando empecé a apretarle las tetas con la mano que no llevaba el volante, estrujando sus maravillosos y duros pechos hasta que la camisola se le quedo pegada como una calcamonia alrededor de los voluminosos melones. Esta vez puse especial empeño en no tocarle los pezones, sabiendo así que si estaban tan rígidos y tan de punta no era por mis manoseos... sino por la excitación que tenia Ana.
Por eso, cuando al final aparque frente al estanco y le dije que bajara a por el tabaco se limito a mirarme fijamente a los ojos... y luego, sin hacer siquiera el amago de ponerse bien la ropa, bajo del coche. Se giro de nuevo a mirarme, como si me retara con la vista o me quisiera demostrar lo "valiente" que era, y se metió en el comercio. No se si había muchos o pocos clientes, aunque por el rato que tardo en volver creo que alguno habría, a pesar de que nadie saliera antes de que lo hiciera ella... pero lo que es seguro es que los afortunados que estuvieran dentro del estanco no olvidaran ese día fácilmente.
Ni yo tampoco, porque cuando regreso la diosa morena, andando altivamente hacia el coche, y con los pezones aun mas gruesos y de punta de cómo los recordaba, sentí que la poya me iba a explotar. Pero no sucedió, porque nada mas arrancar, y sin haberme dicho Ana aun ni una sola palabra, se agacho en mi regazo y de un solo tirón me bajo el pantalón del chándal y el slip hasta medio muslo. Era una fiera incontrolada... y hambrienta... que se trago toda mi poya con la misma pasmosa habilidad que ya me había demostrado esa mañana, metiendosela hasta que sus labios rozaban mis huevos en cada bajada.
Ya te digo... es una de esas cosas que has visto en las películas o leído en los libros, pero que nunca creerías que te puede pasar a ti, y sin embargo allí estaba yo, conduciendo aun no se ni como, mientras una belleza de las de toma pan y moja me la estaba chupando como nadie lo había hecho nunca. Solo pude agachar la mirada una o dos veces, porque sino nos la habríamos pegado, pero me basto para ver como Ana tenia metidas las dos manos bajo la camisola, masturbándose con tanto frenesí como me estaba chupando a mi.
Esta claro que algo tan salvaje no puede durar, y fíjate tu que el camino no es muy largo, pero para antes de llegar ya había "llegado" yo en su ardiente boquita... y por sus elocuentes gemidos también había "llegado" ella una o dos veces antes de que me adentrara en la zona de adosados y frenara cerca de casa, para darle tiempo a ponerse de nuevo el bikini... y que ambos recuperáramos el aliento, mientras nos mirábamos con los ojos aun nublados del deseo y se nos escapara una sonrisita cómplice que decía mas, pero que mucho mas, que todas las frases carentes de sentido que hubiéramos podido pronunciar.
Cuando llegamos por fin a casa ya estaba Oscar vistiéndose, pero Carmen apenas había comenzado su concierto para secador y pelo, así que tuve tiempo de sobra de vestirme y de tomarme un par de cervezas con Oscar mientras Ana se duchaba y vestía y Carmen terminaba también de hacerlo. Pero te aseguro que la espera valió la pena, porque cuando bajaron las chicas falto el canto de un duro para que se nos cayeran las copas al suelo. Creo que si no les silbamos fue porque nos habíamos quedado sin aire... pero seguro que nuestras caras de bobalicones ya hablaban lo suficiente por nosotros. Ana llevaba unos zapatos de tacón, pero de tacón, de los de que si te caes te matas... y una minifalda de pliegues que le llegaba solo a medio muslo y que me dieron ganas de ponerme de rodillas allí mismo y suplicar a San Quienfuera que ese día no dejara de soplar el aire... porque seguro que al mas mínimo soplo de brisa le iba a poder ver hasta la tirilla de las bragas. Y arriba llevaba un top de licra ajustado, de esos sin manga ni tirantes, con el ombligo al aire, que le marcaba las tetas de un modo que le di gracias a San Quienfuera porque se me había ocurrido ponerme ese día una camisa de las que van por fuera, porque sino seguro que el fuerte empalme que me provoco verlo no se le habría pasado por alto a nadie.
¿Y quieres saber lo mas asombroso de todo?... pues que Carmen vestía casi igual de sexy que ella. Yo me imagine enseguida que lo hacia por demostrar que ella podía ser tan descarada como Ana, pero me abstuve de hacer el mas mínimo comentario al respecto, salvo alabarla, claro... porque también podía ser que estuviera un poquito celosa de ver que yo estaba casi todo el rato con Ana, y no quería que se enfadara con algún comentario fuera de lugar. Aunque esto ultimo pueden ser tonterías mías, porque te aseguro que en todo el fin de semana no hizo ni la menor alusión al respecto, y se comporto como siempre, como si mi conducta fuera lo mas normal del mundo. Así que Oscar y yo nos apresuramos a salir con esas dos bellezas camino del restaurante, deshaciéndonos en elogios por su atuendo y maquillaje, y felicitándonos mutuamente por la suerte de tener unas novias tan espectaculares. Y no hablo por hablar, cuando nos sentamos en la mesa te prometo que la mayoría de los comensales se las comían con los ojos... y que mas de una tía le tuvo que cantar las cuarenta a su pareja por prestar tanta atención a nuestra mesa, eso seguro.
Mi amigo nos coloco en una de las mejores mesas, debajo de una de las ventanas que tienen una mejor vista al mar, así que yo me puse junto a Ana y frente a Oscar, dejándolas a ellas en el lado de la pared para que pudieran disfrutar de las mejores panorámicas. Miento, de las mejores vistas no, porque me bastaba con mirar a Carmen, o de reojo a Ana, para saber que las mejores vistas las teníamos Oscar y yo... hasta que decidí cambiar eso.
Tras los entrantes, y después de un primer plato maravilloso, Ana dijo que debía ir a por tabaco... porque con las prisas (y enseguida Oscar y yo nos miramos y nos sonreímos como diciendo que a que prisas se referiría con lo lentísimas que son las dos) se había olvidado el tabaco en casa y debía ir a sacar otro paquete a la maquina. Yo aproveche enseguida la ocasión y le dije que la acompañaría, para ir de paso a "cambiarle el agua al canario"... por lo que salí tras ella en dirección a los servicios.
En cuanto nos alejamos de sus oídos me acerque a Ana y, tras decirle en voz baja lo mucho que me excitaba su ropa le indique que me excitaría aun mas si se deshacía del sostén que llevaba debajo y del que solo asomaban sus cintas transparentes en los hombros. Ella se giro hacia mi, y volvió a decirme la frase que me estaba empezando a volver loco... pero que malo eres... dejándome luego entrar en el aseo en donde me costo Dios y ayuda que me bajara el empalme lo suficiente como para poder mear y donde me tuve que refrescar la cara como si viniera de correr una maratón antes de regresar a la mesa, para que ni su pareja ni la mía sospechara nada raro por mi aspecto.
Cuando llegue ya estaba Ana fumando parsimoniosamente un cigarrillo, mirándome con una sonrisita enigmática en su preciosa cara... sonrisa que se amplio cuando tomo aire para expulsar el humo y casi consigue que me atragante con el vino al ver como se le marcaban ahora los dos durísimos pezones en el top, demostrando así claramente que nada los sostenía ni protegía... ni puñetera falta que le hacia a esas dos maravillas de la naturaleza.
Creo que si no llega a venir mi amigo el camarero en ese momento con los segundos platos yo solito me habría puesto en un compromiso. Aun así me dio la impresión de que Carmen sospechaba algo raro, pues durante el resto de la cena la vi mucho mas tensa y retraída de lo que la había visto en todo el fin de semana... de hecho tenia una expresión tan rara en la mirada que en algunos momentos llegue a pensar que le pasaba algo. Pero como no dijo nada de nada decidí seguir con la velada.
Después, mientras degustábamos los estupendos platos, decidí que ahora me tocaba a mi devolverle la sorpresa, por lo que fingiendo que me colocaba bien la servilleta sobre los muslos pase mi mano a su pierna y empecé a subirla la minifalda hacia arriba. Ni que decir tiene que su primera reacción fue la de ponerse tensa y tratar de cerrar los muslos, pero un pequeño pellizco mío, mas cariñoso que otra cosa, le hizo entender bien a las claras que debía mantener las piernas tan separadas como las tenia antes.
Como no era cosa de tardar mucho me apresure a subírsela tanto como me fue posible... y gracias al fino tejido te aseguro que fue mucho. Tanto que casi no tenia ni que desviar la mirada hacia abajo para verle casi por completo las braguitas negras que traía debajo. Como eran de corte alto presumí que serian del tipo tanga, pero eso no podía asegurarlo en ese momento, porque Carmen no usa ese tipo de prendas y no las conozco bien... lo que si me quedo muy claro es que eran supersexys y que merecían quedar al aire.
Por eso, cuando mi amigo el camarero regreso para escanciar mas vino en nuestras copas le dirigí una intensa mirada a Ana, mirada tan elocuente que se sonrojo ligeramente y se limito a mirar con fijeza su plato para que el rubor no fuera en aumento... y supongo que también para no cruzar su mirada con la del camarero... lo cual seria difícil, porque el pobre chaval casi derrama el vino al mirar a nuestro lado y ver la ropa interior de Ana tan de cerca.
Cuando se marcho el camarero, bastante mas agitado que cuando había venido, decidí agradecerle a Ana su estoicismo y su entrega a nuestro "juego"... así que baje la mano con disimulo y deslice mi dedo índice suavemente por su ranura... provocándole un ligero respingo a Ana... y metiendo un buen trozo de tela negra en su rajita. Eso era algo que no me esperaba, pero supongo que la humedad que sentí al pasar el dedo tuvo buena parte de culpa, al tiempo que me daba a entender que el estado de Ana era mucho mas agitado de lo que su parsimonia y tranquilidad al hablar con nosotros permitía suponer.
Pues si antes la visión de las braguitas era tentadora... imagínate ahora. Yo tenia que hacer verdaderos esfuerzos para no agachar la mirada... y Oscar no dejo de admirar lo atento que era el servicio, pues mi amigo el camarero se pasaba cada dos por tres para ver en que nos podía atender... y para ver la sensual sonrisa vertical que Ana le dedicaba.
Lo mejor de todo fue que cuando al final de la cena mi amigo nos trajo la cuenta vi que nos había hecho un descuento exagerado en la misma... y cuando le hice un gesto de extrañeza me guiño un ojo y me dijo que hacia mucho que no disfrutaba tanto atendiendo a unos clientes. Al salir del local solo Ana y yo sabíamos a que se refería el simpático camarero.
Entre unas cosas y otras se había hecho ya lo bastante tarde como para saltarnos las copas previas en mi pub favorito, algo que prometí a Oscar solventar en otra ocasión, y nos dirigimos los cuatro directamente a la discoteca de moda en la zona. además los andares algo rígidos y torpes de Carmen me hicieron sospechar que había bebido ya bastante mas vino del que debía, y no quería arriesgarme a que se tomara algo en el pub que le sentara mal y nos obligara a regresar a casa ahora que empezaba la diversión.
Esta claro que decir de moda quiere decir estar llena hasta los topes, y mas en un sábado por la noche, por lo que yo ya daba por sentado que tendríamos que hacer una cola mas o menos larga hasta que nos dejaran pasar... pero no contaba con los dos monumentos que nos acompañaban. Si aun te queda alguna duda acerca de lo sexys que iban nuestras parejas aquella noche el decirte que en cuanto pasamos frente a la puerta para dirigirnos al final de la larga fila, el gorila de turno nos hizo una seña y nos invito a pasar directamente quizás la elimine por completo.
Pues así fue, estoy convencido de que si hubiéramos ido solos Oscar y yo habríamos pasado un buen rato en aquella cola. Pero esa noche, y gracias a las chicas, pasamos directamente y con una sonrisa de oreja a oreja. Sonrisa que no duro mucho, porque aquello era como bailar en la grada de un estadio de fútbol el día de la Final. No te cuento el trabajo que nos costo llegar a una zona medio aceptable porque ya sabes de lo que te hablo, ni tampoco te digo de que hablamos porque con la música a toda pastilla eso era algo casi imposible. así que después de conseguir Oscar y yo unas copas, tras molernos a codazos con los otros cien tíos que también querían beber, nos pusimos a menear el esqueleto como pudimos... si te soy sincero no recuerdo ni con quien ni como baile. había veces que estábamos los cuatro mas o menos juntos, pero eran las menos... a ratos estaba con Carmen... a ratos con Ana... a ratos con Oscar... y las mas de las veces solo o con desconocidos.
Del tema de las copas nos encargábamos Oscar o yo, unas veces salía uno a luchar y otras salía el otro. No se cuanto bebimos, pero tuvo que ser mucho, porque hasta yo cogí un cierto mareo. El caso es que cuando hicieron una especie de alto en el "combate" musical y pusieron unas cuantas baladas, bajando tanto la luz que casi ni nos veíamos, solo pude encontrar cerca de Ana... y con eso tenia mas que suficiente.
Enseguida la acomode entre mis brazos y empecé a bailar despacito. No veía a los otros dos, pero tampoco me fiaba mucho de hacer tonterías no fuera que aparecieran por el sitio mas inesperado, así que me conforme con sobarle el espléndido trasero con cierto disimulo mientras sus duros pezones se me clavaban deliciosamente en el pecho, para recordarme que ella tampoco era insensible a mis caricias.
Caricias que se fueron haciendo mas osadas cuando conseguí acostumbrarme a la penumbra y la fui llevando hasta una zona en la que ya había visto que no estaban nuestras parejas. Allí fue cuando por fin constate que lo que llevaba era un tanga, como ya había supuesto en el restaurante, pero hasta que no metí las manos bajo la minifalda y le sobe el culo a conciencia no me quede tranquilo.
Fui siguiendo con mis dedos la tirilla que se introducía entre sus nalgas de mármol hasta que llegaron a esa zona tan intima y tan húmeda que tanto me gusta... y si no seguí persiguiendo a la osada tirilla fue porque esta desaparecía sospechosamente en esa zona húmeda, dándome la impresión de que se había metido justo donde yo quería entrar. En ese momento volvieron a cambiar el ritmo y, dándome cuenta de que posiblemente no volvería a tener a Ana tan cerca en toda la noche, hice una de mis "maldades" como diría ella si la hubiera podido escuchar entre tanto follon. Lo que hice fue sujetar la tirilla con las dos manos... y romperla.
Te aseguro que es la cosa mas fácil del mundo, tanto que cuando le partí la tirilla y me quede con el tanga diminuto en la mano casi ni me lo creí. Pero era una evidencia tan suave... y tan húmeda en algunas zonas, que no admitía dudas, por lo que me apresure a guardármela en un bolsillo y reanudar el sensual baile con Ana y con nuestras parejas que surgieron de la nada al poco rato.
El pensar que ella estaba bailando sin nada bajo la minifalda me estaba volviendo loco de deseo, así que cuando vaciamos nuestras copas por enésima vez le dije a Oscar, por señas claro, que yo me encargaba de recargarlas... y agarrando a Ana con disimulo de la mano tire de ella para que me siguiera a la barra.
Se ve que las canciones lentas habían dado sed a la peña, porque si antes había gente, ahora había una autentica multitud... lo cual me venia de perlas, porque puse a Ana delante mía y me apresure a situarme a su espalda. En cuanto estuve colocado solo tuve que bajarme la cremallera y, aprovechando la intimidad que me daba la amplia camiseta que llevaba por fuera de los pantalones (como te dije antes) sacar la poya al aire y levantarle un poco la minifalda a Ana para que la sintiera entre sus nalgas.
Ella, con las piernas algo separadas, estaba tan pegada al tipo que tenia delante, que no podía ni girar la cabeza del todo para verme. así que no se que sintió Ana ni como se lo tomo, pero te aseguro que en ese momento casi me daba igual. Yo me limite a restregársela arriba y abajo por toda la hendidura aprovechando los empujones que daba la gente, para lubricarla un poco mas antes de metersela.
Lo que si recuerdo es que en el momento de clavarle la punta pensé que quizás debería haberla excitado un poco mas, pues la note algo seca, pero como casi enseguida metí un buen trozo ya no volví a pensar en ello. Me limite a metersela cada vez mas adentro hasta que note que mis huevos se restregaban contra sus sedosos muslos, iniciando luego un rítmico vaivén que lo mismo hasta podía pensar alguien que me viera que seguía la música de puta madre.
Pero te aseguro que no tengo ni idea de lo que estaban poniendo, solo se que cuando sus caderas comenzaron a buscarme cada vez que empujaba acelere el ritmo de un modo salvaje... teniendo casi que morderme la lengua para que no me oyeran gemir como un poseso cuando me corrí como una mala bestia en sus entrañas. Luego, y como uno en el fondo es un caballero, me guarde mi "herramienta" de trabajo de nuevo en los pantalones y saque del bolsillo su propio tanga roto para evitar que mi semen la dejara en evidencia.
Y ahora viene lo bueno, porque cuando metí la mano con el tanga entre sus piernas para limpiarle el coño de semen fue cuando me di cuenta de que había errado el disparo... pues aunque el coño estaba tan húmedo que casi goteaba flujo, de donde salía el semen sobrante... era del culito. Se la había metido por detrás y la había sodomizado sin darme ni cuenta.
Ana me tuvo que dar un codazo para que pagara las copas, y la mía me la bebí antes siquiera de llegar donde nuestras parejas... pero ella sonreía de oreja a oreja, e incluso me dio un rápido beso en los labios antes de que nos juntáramos de nuevo los cuatro, por lo que descargué que no lo había hecho tan mal después de todo.
De esa noche poco mas que contar... llegamos tarde, cansados y muy borrachos... pero aun me faltaba una sorpresa final... la que explicaba tanto los gestos raros de Carmen como sus andares extraños... y es que al tirar mi ropa sudada junto a la suya al salir de la ducha vi una prenda que jamás habría sospechado ver en ese cubo... UN TANGA. Fue una pena que estuviera ya dormida, pues me entraron ganas de hacer con ella alguna locura nocturna... pero bueno... solo era sábado... ya tendríamos tiempo de arreglar eso.
Capitulo 5: Domingo Mañana.- Versión de Ernesto
El domingo por la mañana fui el primero en levantarme... bueno, el segundo. Porque cuando deje a mi bella durmiente particular tan dormida como de costumbre, es decir que haría falta un buen par de cañonazos para que Carmen se dignara a abrir un ojo, y salí al pasillo oí como corría el agua de la ducha del otro aseo. Así que al ver la puerta entornada en el cuarto de invitados no pude resistir la tentación y me asome un poco.
La buena suerte seguía conmigo, porque el que estaba en la ducha era Oscar, y había dejado a su propia bella durmiente tapadita con la sabana. Me dije que eso tenia fácil arreglo, así que me deslice con sigilo en el dormitorio y me apresure a bajarle la incomoda sabana hasta los tobillos.
Mi angelito dormía en pelota picada, así que me apresure a regresar a mi cuarto y volví con mi cámara de fotos ya preparada. Tenia casi medio carrete a mi disposición, por lo que retrate a Ana en diferentes ángulos y posiciones, prestando una especial atención a su adorable almeja y a sus soberbios pechos... cuyos pezones me tome la libertad de pellizcar con cuidado para que salieran aun mejor en las fotos.
Luego me marche con tanta rapidez y sigilo como había entrado, pues ya no se oía el grifo de la ducha y no me fiaba de que me sorprendiera Oscar en una actitud tan comprometida. Acto seguido me termine de vestir en mi dormitorio y decidí darle una alegría a Carmen trayéndole unos churros recién hechos de uno de los bares del pueblo que los hace cada domingo.
No quise molestar a Oscar y me fui solo a buscarlos, arrepintiéndome de mi genial idea en cuanto llegue al bar en cuestión y vi la cola de gente que ya estaba esperando su turno. El motivo de que hubiera tanta gente era que el día se había levantado con muchas nubes, que si bien no parecía que fueran a descargar, tampoco invitaban precisamente a darse un baño... y si a tomar unos churros calentitos con chocolate. Así que me arme de paciencia y guarde cola como todos los demás.
Al llegar a casa me sorprendió ver que el único que seguía despierto era Oscar, pero él me dijo que hacia un día tan malo que no había visto la necesidad de despertar a las chicas, dado que era evidente que lo de ir a la playa habría que irlo olvidando. Y entonces hicimos de buenos chicos y pusimos la mesa y lo dejamos todo listo antes de subir a tocarles diana a las dos marmotas. Yo no se la suya, pero a la mía casi le tengo que tirar un cubo de agua encima para despertarla, y encima nos hizo esperar un buen rato a que se acabara de asear, por lo que cuando bajo teníamos los churros casi fríos y el chocolate mucho mas tibio de lo que a mi me gusta tomar.
Para cuando al fin se digno a bajar ya habíamos estado trazando posibles planes... y dado el interés que tenia Oscar por montar a caballo eso fue lo que decidimos hacer... para alegría de Carmen que ya se había hecho a la idea de no poder cabalgar ese puente debido a la visita. Supongo que ya sabes lo mucho que le gustan los animales a mi mujer, a diferencia de mi que solo los aprecio a vuelta y vuelta y con un poquito de sal; pues bien, Oscar, como todo chico de ciudad, quería experimentar lo del salvaje Oeste en su propia carne, así que tras vestirnos nos fuimos a la cuadra donde siempre va Carmen.
Cuando llegamos Ana, mucho mas sensata, se negó a hacer el ridículo que ya presumíamos que iba a hacer Oscar, afirmando que los animales que le pasaban por encima de la rodilla no le hacían gracia, por lo que se quedo a mi lado al otro lado de la valla mientras aguantábamos a duras penas la risa al ver la pinta de John Wayne que tenia el colega peleándose con la silla de montar para subirse. Menos mal que allí ya están acostumbrados a este tipo de gente, y a Oscar le endilgaron un jamelgo tan viejo y manso que mas que cabalgar parecía que se deslizaba sobre raíles detrás del caballo de Carmen. El suyo si que daba respeto, pues es un potro joven y nervioso que solo amazonas del nivel de Carmen se atreven a montar sin temor a acabar escupiendo barro en la puerta de la cuadra.
Te aseguro que no se como logramos Ana y yo aguantarnos las carcajadas hasta que se perdieron de vista por entre los árboles del bosque que empieza justo detrás de la cuadra, pero si te digo que en cuanto pudimos nos empezamos a reír una cosa mala a costa del aprendiz de cowboy. Luego nos fuimos, todavía con lagrimas en los ojos, a la casa... pues Ana se sentía un poco culpable por no haber cocinado el sábado y se había comprometido a preparar una comida estupenda mientras los otros dos pasaban lo que quedaba de la mañana castigándose las posaderas por los bosques de la zona.
Como comprenderás yo no me había quedado de pinche por mi amor a las cazuelas precisamente, sino por poder pegarle a Ana un polvo como Dios manda, sin prisas y sin nervios, aprovechando la ocasión. Y en cuanto llegamos a la casa la enlace por la cintura y me comí su boquita de piñón a besos, dándome un lote de los que te dejan sin aliento. Ella me devolvió beso a beso con tanta pasión como yo le daba, pero a la que pudo tomar aire me suplico que le dejara preparar primero la comida... porque ella sabia casi tan bien como yo que como nos liáramos al final tendríamos que pedir un pollo asado al bar.
Pero no te creas que la deje ir sin mas, solo acepte sacar las manos de debajo de sus sostén a cambio de que se desnudara para mi... y permaneciera desnuda hasta acabar la comida. Ella me puso morritos, no por el hecho de desnudarse, sino porque tenia pensado hacer una de sus famosas tortillas de patata y no quería que alguna gota de aceite le salpicara. Ah... pero como yo soy don recursos, enseguida le saque un delantal, el mas corto que tenia, para evitar riesgos... desnudándola prenda a prenda mientras la pobre se lo intentaba poner a modo de escudo antes de que me la cepillara allí mismo. Te juro que le fue de un pelo... pero soy un caballero... si, no te rías, que es verdad. Por lo que me limite a desnudarme yo también y preparar la mesa y sus adornos para que luego nos sobrara tiempo. Al acabar de ponerla y de ordenar un poco el comedor y mi dormitorio ya estaba la tortilla casi lista, así que para acabar cuanto antes me dedique a terminar de preparar yo las hortalizas para la ensalada mientras mi apetitosa cocinera semidesnuda acababa con la tortilla de marras.
Fue mientras pelaba uno de los pepinos antes de trocearlo, mirando medio hipnotizado su enorme y prieto culo, mientras recordaba lo sucedido la noche anterior en la discoteca, cuando me vino a la cabeza una idea tan perversa como excitante... así que me apresure a terminar con la ensalada, dejando a un lado el pepino pelado y una larga y gruesa zanahoria que también pele para la ocasión.
Luego, en cuanto ella se giro y me miro con su cara de niña traviesa y una picara sonrisa que me decía bien clarito que la tortilla estaba lista, me apresure a despejar la mesa y, cogiéndola de la mano, la atraje hacia mi. Mas que quitarle el delantal se lo arranque mientras le chupaba y besaba la boca con un ansia que me sorprendía hasta yo mismo.
En cuanto la tuve desnuda la cogí por la cintura y la senté sobre la mesa de la cocina, estrujándole un pecho con una mano al tiempo que la otra se deslizaba fácilmente por su encharcada intimidad, señal inequívoca de que ella estaba tan excitada como yo. Prueba de ello es la facilidad con que se dejo tumbar sobre la mesa, sin hacer ni una sola pregunta y sin oponer la mas mínima resistencia.
Deje que su cabeza colgara por un extremo de la mesa y, aunque al principio se la sujete con mis manos mientras le chupaba y mordía los pezones con mi ansia acostumbrada, cuando fui deslizando mis labios por su barriga hacia su zona mas intima se la solté para dejar que Ana también me lamiera y chupara la polla como solo ella sabia hacer. Y te juro que es una maestra consumada, porque para cuando empecé a lamerle la sabrosa raja sonrosada la muy viciosa ya se había apoderado de mi tieso palo y se había metido mas de la mitad en la boca, mientras usaba las manitas para manosearme los huevos y arrancarme espasmos de placer.
Ana tenia las piernas tan separadas que le colgaban una por cada lado de la mesita y estaba ya tan excitada que tuvo su primer orgasmo en cuanto le metí la lengua dentro de la rajita, así que me limite a mordisquearle el sabroso y sensible clítoris al tiempo que usaba una de mis manos para untar con sus propios flujos el agujerito del culo, preparándolo para la inminente penetración... mientras con mi otra mano buscaba las hortalizas que había dejado en una estantería cercana.
El pepino media bastante mas de veinte centímetros de largo y era tan ancho por su parte mas estrecha como mi poya por la suya mas ancha, por lo que no las tenia todas conmigo cuando empecé a deslizarlo a través de su coño.
Pero Ana volvió a sorprenderme, aceptándolo con un nuevo orgasmo mientras su boca se adueñaba de casi toda mi poya y sus manos se aferraban a la parte posterior de mis muslos como si quisiera arrancarme las piernas. Apenas le había metido una tercera parte, lo justo para que se sintiera penetrada, porque tenia que meter la zanahoria en el otro agujero, y suponía que si la llenaba del todo me costaría mas. La zanahoria era casi tan larga como el pepino, pero bastante mas estrecha, por lo que en cuanto paso la punta a través del estrecho anillo posterior el resto se deslizo como si el interior del culo de Ana fuera de mantequilla.
Estaba tan concentrado apoyado en mis codos y sujetando firmemente una hortaliza en cada mano mientras empezaba a sacarlas y meterlas cada vez mas profundamente que tarde unos instantes en darme cuenta de que el aire que notaba en mis pelotas era el que producía la nariz de Ana... porque la muy golfa había hecho alguna especie de truco de magia con la garganta y mi poya había desaparecido por completo en su boca, mientras sus manos sujetaban con fuerza mis muslos... y ya no me cabía ninguna duda de que lo hacia para que no me escapara. Era algo que no había previsto, como tampoco el que mis caderas empezaran a moverse al compás de las suyas, que ya llevaban un tiempo agitándose para ir al encuentro de las hortalizas que yo le metía, y que me encontrara de pronto follandome su boca. Si tío, así como suena, follandomela como si estuviera en su coño. Y no te creas que eso la molesto, al contrario, fue como si lo hubiera estado esperando para acelerar el ritmo, agitándose como una posesa en busca de las hortalizas prometidas.
Te aseguro que llego un momento en que me costo Dios y ayuda sujetarlas, sobre todo el pepino, que le falto el canto de un duro para colarse por completo en mas de un empujón. Estoy casi convencido de que esta vez ni se entero de que me corrí, aunque lo hice como si fuera el ultimo polvo de mi vida, pero la tenia tan clavada al fondo de su garganta que se tuvo que ir todo directamente a su estomago sin que la saboreara siquiera. Además coincidió con otro de sus fuertes orgasmos, y no me preguntes que numero hacia porque esa vez si que le perdí la cuenta.
Lo que si te puedo decir es que cuando se la saque de la boca y medio me derrumbe sobre una de las sillas Ana estaba espatarrada sobre la mesa como si se hubiera caído allí desde un sexto piso. La única diferencia era una sonrisa de satisfacción y felicidad en su rostro que no se ni como describírtela.
¿Las hortalizas?... las retire con mimo y cuidado y, tras lavar la zanahoria, la trocee junto con el pepino y lo serví en los platos de ensalada de Oscar y Carmen. Ana me vio hacerlo, pero se limito a decir... "pero que malo eres"... mientras yo le aseguraba que un sabor como el que tenia que tener el pepino en ese momento no era como para desperdiciarlo.
Capitulo 6: Domingo Tarde.- Versión de Ernesto
¿Qué si se lo comieron?... ya te digo... y aunque me decepciono un poco que Oscar aliñara su ensalada me pude quedar al menos con el morbo de que Carmen se tomo su ración tal cual, sin condimentar ni nada. Como esa mañana, quitando el polvo maravilloso, no habíamos hecho nada de esfuerzo, decidimos pasar de la siesta e ir a tomar el café al pub aquel que te comente antes que me gusta tanto ir. Y ya que esta vez le tocaba a Oscar y Carmen recoger la mesa aproveche para subir tras de Ana y, parándome en la puerta de su dormitorio para que no me sorprendieran si subían de improviso, le obligue a que me hiciera un delicioso striptease mientras me mostraba las posibles prendas que podía ponerse aquella tarde.
Admito que al principio casi ni las miraba, porque el ver como Ana deslizaba las manos sobre su cuerpo al ritmo de la música que yo había dejado puesta en el comedor, hacia que todo lo demás careciera de importancia. Además se mostraba de lo mas espontánea, sacándome la lengüecita y meneando las caderas como si toda su vida la hubiera pasado bailando en clubs. La muy zorrita se permitía incluso el provocarme, tapando con una mano los maravillosos pechos que desnudaba o agitando su culo desnudo mientras se agachaba para mirarme por encima del hombro.
Pero luego ya empecé a prestar atención a las prendas que me mostraba, descartando de inmediato las mas "decentes" y obligándola con mi mirada ardiente a probarse las mas sensuales. Bueno, ya sabes, no es que llevara ropa escandalosa, pero siempre se puede conseguir algo. En este caso conseguí que se pusiera una preciosa falda de vuelo azul, con uno de sus diminutos tangas debajo, y para arriba me decidí por una camiseta blanca de tirantes que le dejaba el ombligo al aire... sin sostén por supuesto.
Si no la derribe sobre la cama y me la tire allí mismo fue solo por el temor de que subiera su pareja o la mía antes de tiempo... pero no creas que no fue por falta de ganas. Así que decidí retirarme a mi cuarto y me vestí yo también. Luego, cuando baje al comedor, ellos todavía estaban liados con los cacharros, por lo que me burle de su lentitud y decidí a sustituir a Carmen... porque Ana ya se estaba maquillando y ya te he comentado muchas veces lo lentísima que es mi mujer. Así que nos quedamos los dos machos de la casa mano a mano con el estropajo y el jabón bromeando y riendo acerca de lo tonto que llegamos a ser los hombres. Fue un rato muy agradable, en el que seguí afianzando mi amistad con Oscar y en el que casi llegue a sentirme culpable por los cuernos que le estaba poniendo... pero solo casi, porque cuando Ana hizo su triunfal bajada por las escaleras me volví a quedar con la boca abierta y la poya tan tiesa que se me fueron todas las ideas al mismo sitio. Mas tarde, cuando al fin bajo mi mujer, nos fuimos al pub y allí pasamos un rato de lo mas animado tomando café y jugando a los dardos en la maquina. Al estar el día tan malo había mas gente de lo habitual a esa hora... y ellos también se lo pasaron en grande... porque no se si fue por el aire acondicionado... o por su propia excitación... pero el caso es que Ana llevaba los pezones tan de punta que se le marcaban en la camiseta blanca de un modo realmente descarado.
Te aseguro que me costo un trabajo enorme concentrarme en el juego y hacer que Oscar se concentrara también para que no se percatara del excesivo interés que la gente que había en el local, y que eran hombres en su mayoría, le prestaban a su novia.
Pero tu ya me conoces, y sabes que no me podía conformar solo con eso, que yo siempre quiero mas, así que mi cabeza loca se lió a darle vueltas y vueltas al tema... y ¡voila! Al poco rato se me ocurrió la forma ideal de mejorar la perfección. Así que cuando acabamos la partida me apresure a pedir una coca cola en la barra, con la excusa de que no me gusta el café, y cuando iba camino de la mesa me dedique a agitarla disimuladamente pero con mucha violencia.
Supongo que ya sabrás lo que le sucede a este tipo de refrescos cuando los agitas ¿no?... pues solo tuve que sentarme luego frente a Ana, apuntar con la lengüeta hacia ella y abrir el refresco. En efecto, salió un chorro de golpe pegándole de lleno en la camisetita blanca... que paso en el acto a convertirse en una empapada segunda piel completamente pegada a su abundante y generoso pecho.
Los pocos presentes en el local que no estaban pendientes de Ana en ese momento, posiblemente por estar con ellos sus novias o esposas, no pudieron evitar girar la cabeza cuando a nuestra amiga se le escapo un pequeño gritito de sorpresa al recibir de lleno el impacto del liquido vaporizado. El resto ya te lo puedes imaginar ¿verdad?... si antes sus gruesos pezones se marcaban descaradamente ahora ya se veían por completo y estaban tan de punta como clavos... además ahora que estaba la camiseta tan pegada al cuerpo se podía apreciar en toda su plenitud el gran volumen de sus tetas, una de las cuales estaba tan empapada que era como si estuviera desnuda.
Ana tardo bastante en reaccionar y cubrirse, no solo por la sorpresa que se llevo sino también por mi claro y expresivo gesto de negación cuando vi que iba a taparse los pechos con las manos de un modo intuitivo. Así que la pobrecilla se limito a agachar la cabeza y marcharse para el aseo acompañada por Carmen, roja como un tomate, mientras pasaba entre la gente. Gente que no le silbo y aplaudió por estar acompañada por nosotros... pero que se la comían con los ojos de un modo de lo mas elocuente.
Yo me di cuenta de que quizás me había pasado un pelo, así que me gire enseguida tratando de excusar mi supuesta torpeza ante Oscar. Pero, para mi sorpresa, el chico se lo tomo estupendamente... es mas, en cuanto las chicas se alejaron pudo soltar la carcajada que se había estado aguantando para no molestar a su novia. Yo enseguida le acompañe en la risa, aunque la mía sonaba algo mas nerviosa, pero me alivie bastante al ver lo bien que se lo tomaba el tío.
Por descontado que en cuanto regresaron del aseo las chicas nos tuvimos que marchar, pues el agua que habían usado generosamente para evitar la posible mancha del refresco solo había conseguido aumentar aun mas la zona transparente de su camiseta blanca, haciendo que ahora estuvieran los dos pechos casi por completo a la vista... y con los pezones aun mas rígidos de lo que yo los recordaba.
Por suerte nuestras chicas hicieron un trabajo de limpieza excelente y no tuvimos necesidad de regresar a la casa, basto con dar una vueltas con el coche por los alrededores para que se secara. Como es normal Oscar y yo seguimos bromeando un rato a costa de Ana, que se lo tomo francamente bien.
Luego, al pasar por uno de los pueblos cercanos, vimos que estaba a punto de empezar una película que estaba bastante aceptable, por lo que decidimos entrar a verla a pesar de que ya la habíamos visto Oscar y yo en la ciudad. El caso es que por culpa del mal tiempo la sala estaba bastante llena, así que tuvimos que apresurarnos a coger sitio.
Aun así no pudimos quedarnos en el centro, sino mas bien en un lateral donde quedaban butacas libres. Yo me apresure a introducir a Ana delante mía, sonriendo con disimulo mientras ella me decía al oído "pero que malo eres"... y yo le replicaba "no lo sabes tu bien". Decidimos quedarnos como estábamos, con Oscar y yo en el centro y las chicas una a cada lado nuestro, pero intercambiadas. Me fije que al lado de Ana estaba un sujeto con bastante mala pinta... no porque fuera un delincuente ni nada de eso, sino porque parecía bastante desaliñado y para pasar de los cuarenta no presentaba un aspecto muy elegante que digamos... si tuviese que apostar por algo diría que podía ser un albañil o labriego solteron aburrido.
¿No te lo he dicho?... pues la película era de terror, y las chicas no la habían visto, porque el día que fuimos Oscar y yo lo hicimos con otros amigos y ellas no venían.
No recuerdo porque no vino Ana, pero en el caso de Carmen fue por el pánico que le tiene a esas películas. ¿Quién lo iba a decir verdad? Pues es cierto, le dan muchísimo miedo. Y esta además era casi todo el tiempo en tonos muy oscuros, lo que unido a la oscuridad del local (que no tenia ni una sola de esas luces rojas de emergencia que tienen las salas de la ciudad) hacia que no te vieras ni la boca para meterte dentro las palomitas.
Pero ya te he dicho que yo estaba situado con Ana a un lado y a Oscar al otro, por lo que a pesar de las ganas que tenia de meterle mano me tenia que aguantar porque era demasiado arriesgado teniendo al novio tan cerca. Sin embargo creía que era una pena no sacar provecho de una situación así, por lo que tras pensarlo un rato me decidí a intentar una cosa.
Lo primero que hice fue preguntarle al oído a Ana si quería que fuera malo... y ella, tras pensárselo unos segundos, movió la cabeza arriba y abajo en señal afirmativa. Por lo que volví a acercarme a su oído y le dije que iba a ser muyyyy malo, pero que tenia que cooperar y no moverse ni lo mas mínimo. Ana volvió a agitar su cabecita arriba y abajo en señal de consentimiento y escuche claramente en el silencio del momento como su respiración se empezaba a agitar... y seguro que no era por la película.
Mi siguiente paso fue pegarme todo lo mas posible a Ana y, tras pasar el brazo por detrás de su hombro con todo el disimulo posible para que Oscar no lo viera, golpee en el hombro al tío que estaba a su lado para atraer su atención... cuando vi que giraba la cabeza para mirarme le hice un gesto con el dedo para que me prestara atención y le baje la tiranta de la camisetita a Ana.
Si en ese momento Oscar se hubiera girado para mi, o Ana hubiera hecho algún gesto brusco o el tío hubiera pasado de nosotros y hubiera continuado viendo la película se habría acabado todo... pero no paso nada de eso. Ni Oscar se giro, ni Ana reacciono... y por supuesto el tío paso olímpicamente de la película y se quedo con la cabeza vuelta hacia nosotros pendiente de mi siguiente paso.
Este no se hizo esperar, porque no podía seguir en esa pose mucho mas tiempo, así que con solo dos dedos y con todo el descaro del mundo... le baje la camisetita a Ana. Si, como te lo cuento, se la baje hasta que el maravilloso melón se quedo al aire. Esta claro que ni por la oscuridad ni por la distancia me pude hacer una idea de la cara del tipo... además que la escena fue muy breve, porque casi enseguida paso uno de esos sustos de la película y cuando la gente empezó a chillar yo me apresure a colocarme bien y Ana se volvió a tapar el pecho no fuera que nos pillaran in fraganti.
Cuando la cosa se calmo volví a girarme a Ana y vi que ella solita, sin que le hubiera dicho nada, volvía a estar rígida en su asiento con la mirada fija en la pantalla y sus brazos bien apoyados en los posabrazos de la butaca... aunque su respiración agitada desmentía su aparente calma, al tiempo que hacia que sus increíbles melones subieran y bajaran a un ritmo maravilloso... y ni siquiera la oscuridad de la sala impedía que se notaran claramente sus gruesos pezones destacando descaradamente en la camisa.
Esta vez no tuve que ni que pasar el brazo para avisar al afortunado tipo, cuando me asome por detrás de la cabeza de Ana vi que este ya estaba pendiente de nosotros, mirándome atentamente a la espera de mi próxima actuación.
Pero yo ni podía ni quería actuar, así que me limite a hacerle claros gestos con mi mano al individuo, indicándole por señas que le apretara la teta a Ana. Si te soy sincero dudaba bastante de que el tipo ese se atreviera a hacer algo así, pero por lo visto mi actuación anterior había sido bastante mas convincente de lo que yo mismo pensaba... o quizás el sujeto pensó que una oportunidad como esa no se le iba a volver a presentar fácilmente. El caso es que para mi sorpresa... y no te digo para la de Ana... el tipo se cruzo de brazos y, ocultando de este modo su propia mano, empezó a sobarle la teta a Ana.
Ella enseguida se giro hacia mi, no se bien si para pedirme ayuda o para indicarme lo que le estaba haciendo... pero daba igual, porque al ver mi sonrisa de oreja a oreja ya se dio cuenta de que esa era mi forma de ser malo, así que Ana se limito a cruzarse también de brazos para disimular aun mas lo que le estaba pasando... y le dejo hacer tranquilamente al afortunado sujeto.
Durante la siguiente media hora o así apenas pude ver nada por la oscuridad reinante en la sala y los pocos momentos de sustos solo me sirvieron para comprobar que el tipo había conseguido meter toda la mano bajo la camiseta de Ana... y ella solo se protegía de las improbables miradas indiscretas con una mano, porque la otra desaparecía entre las piernas de ese sujeto. Esto ultimo fue una sorpresa enorme para mi, pues no sabia si había sido idea suya o del tipo, lo que si sabia era que este estaba disfrutando de la mejor película de su vida.
Estaba tan concentrado tratando de adivinar que pasaba a mi lado sin que se me notara que cuando Oscar me llamo la atención en el hombro casi me da un infarto. Por lo visto al muy glotón se le habían acabado las palomitas y se iba afuera a por mas provisiones. Yo, al igual que él, ya sabia lo que iba a suceder en la película, y estaba claro que pasar unos minutos fuera le daba igual, por lo que pedí también chucherias para mi y Ana, la cual seguía tan concentrada en su propia película que ni se dio cuenta de la ausencia de su novio. Yo si note la ausencia de Carmen, que me dijo que se iba al aseo, pero a mi no podía engañarme y se que se iba porque estaba muerta de miedo y al marcharse Oscar de su lado no quería quedarse sola en la butaca.
Una vez que se marcho me di cuenta de que era el momento ideal de hacer una locura. Así que me apresure a girarme a Ana y, cogiéndola cariñosamente de la barbilla, le di un beso rápido en la boca... para enseguida, y sin soltarle la barbilla, hacer que agachara la cabeza y la pusiera donde tenia la mano... es decir, entre las piernas de su vecino de butaca. El tipo seria lo que fuera, pero de tonto no tenia ni un pelo, porque se apresuro a sujetarle la cabeza a Ana por si ella decidía cambiar de opinión.
Como comprenderás yo ni veía bien lo que pasaba ni podía prestarles demasiada atención, no fuera que regresara su pareja o la mía de improviso y la pillara en una posición tan evidente... pero aun así me dio la impresión de que el afortunado individuo además de sujetarle la cabeza le estaba sujetando también las tetas a Ana; o sea, manoseándoselas de lo lindo mientras ella se la chupaba.
Por lo rápido que acabo de hacerlo no me quedo la menor duda de que el tío estaba ya a punto de caramelo cuando Ana empezó su grata labor, además que me consta que es toda una experta con la lengua, por lo que para ella tuvo que ser bastante fácil conseguir que eyaculara cuanto antes. Lo que quizás le costo algo mas fue lo de tragárselo todo sin que le manchara la ropa o la cara, pero nuestra amiga lo consiguió también, porque cuando salimos del cine no se le notaba nada de nada.
Cuando regreso Oscar cargado de palomitas, gominolas y refrescos no pude por menos que sonreírme pensando que Ana ya había tomado bastante por una tarde... pero me abstuve de hacer cualquier comentario claro. La cobardica de Carmen llego bastante después, y yo creo que si no llega a ser por la vergüenza que habría pasado luego al oír nuestras bromas a su costa ni siquiera habría vuelto a entrar a la sala.
¿El tío? pues desde que Ana se la chupo y hasta que acabo la película se limito a descansar en su butaca y aunque al acabar la función hizo un amago de acercarse a nosotros ya me apresure yo a ponerme en medio y alejarla del sujeto para que se diera cuenta de que no tenia ya nada mas que hacer.
Capitulo 7: Domingo Noche.- Versión de Ernesto
Cuando salimos del cine Carmen ya llevaba mala cara... y como no sabia si era por algo que comió (y aquí mi cabeza siempre se iba a la ensalada) o por el cansancio acumulado de tanta juerga decidí no agotarla mas y acordamos que la cena seria a base de pizza... y que después saldríamos de copas.
después de todo lo que había pasado con Ana en el cine llevaba tal recalentón que me pedí el primer turno de ducha, así que nada mas encargar las pizzas me fui disparado el baño. Lo cierto es que hubiera preferido mil veces pegar un buen polvo que enfriarme las ganas... pero ni Carmen tenia el cuerpo para juergas ni yo podía acercarme a Ana de un modo seguro... así que agüita fría para el nene.
Mas tarde, mientras me terminaba de secar en el dormitorio, tratando de decidir que ropa ponerme para la noche, llamaron al timbre. No hay que ser Sherlock Holmes para deducir que seria el chaval de las pizzas, pero como yo estaba en pelota picada y Carmen y Oscar estaban abajo lo deje en sus manos... hasta que el tipo volvió a llamar.
Al darme cuenta de que estos no abrían se me encendió una lucecita en la cabeza, así que me asome a la ventana y ¡Bingo!... los vi charlando con el vecino en el otro extremo del jardín, motivo por el cual era casi imposible que oyeran el timbre de la puerta.
Reconozco que me quede muy sorprendido por la escena, puesto que esa valla, a diferencia de las otras que rodean la vivienda y son bien altas y protegidas, es un simple seto que apenas llega a la altura de los hombros y que debido a los perros del vecino tiene muchísimas ramas rotas y agujeros por las partes bajas donde ellos suelen escarbar. Y es precisamente por la presencia de esos perros que Carmen nunca se aproxima a esa zona, pues ya sabes el pánico que le tiene hasta al perrito mas pequeño... cuanto mas a los del vecino, que son unos animales tan grandes como feroces.
Y sin embargo allí se la veía en animada charla entre los tres, aunque sonreí irónicamente al ver con cuanta fuerza se agarraba al brazo de Oscar, seguramente para no salir huyendo. Lo primero que pensé fue en darles una voz y que abrieran ellos, pero luego y recordando lo mal que me estaba portando con ella esos días, decidí bajar a abrirle yo antes de que el chico quemara el timbre de tanto pulsarlo. así que me enrolle la toalla y salí medio corriendo del dormitorio... por lo que casi derribo a Ana que estaba haciendo lo propio saliendo del aseo del pasillo.
El verla sujetar la toalla con ambas manos, con el pelo chorreando por su lindísima cara y luciendo las piernas de un modo tan inocente como sensual me obligo a hacer un esfuerzo increíble para no tirarmela allí mismo. Pero en vez de eso decidí que podía hacer algo mas útil. así que mientras le explicaba que nuestras parejas no podían oír el timbre me metí en su aseo y atrapando una de las toallas pequeñas del lavabo la fui llevando escaleras abajo hacia la entrada.
En mitad del comedor le quite la toalla mojada, dejándola desnuda por completo. Tenias que ver a esa pedazo de mujer, con los jugosos pezones de punta y los pelitos del coño goteando agua... te aseguro que se la pondría tiesa a un muerto. Pero no tenia tiempo para disfrutar de la vista, porque antes de que Ana me preguntara de que iba la cosa le di la toalla pequeña y me dirigí rápido hacia la cocina, desde donde vería todo el comedor y desde donde vería también el acceso del jardín, no fueran a volver nuestras parejas de improviso y la pillaran de marrón.
Luego le sonreí picaramente y le dije que el "pobre" chico de las pizzas llevaba tanto rato esperando que se merecía una "pequeña" recompensa. Ana puso los ojos como platos y, cuando ya creía que me iba a decir que no, arrugo su naricilla poniendo ese gesto tan travieso suyo y se tapo como pudo con la toalla, yendo acto seguido a abrir la puerta.
No se como serán las tuyas, pero mis toallas de lavabo son bastante pequeñas, tanto que Ana la tuvo que dejar caer a lo largo para que, sujetándola con una mano entre sus pechos, se los medio tapara, al tiempo que la parte inferior le llegaba un dedo o dos por debajo del conejo. Y, como es evidente, desde la cocina podía ver como su culito desnudo se agitaba a cada paso que daba en dirección a la puerta.
Cuando abrió pude ver que el chaval ya se había puesto el casco y estaba a punto de arrancar la moto para irse, pero se quedo quieto como una estatua y con los ojos como platos al ver asomar a Ana en la entrada. Ella le pidió que pasara no la fuera a ver alguien de esa guisa y el chico batió algún tipo de record de velocidad en bajarse de la moto y sacar las pizzas del maletero.
Luego el sorprendido fui yo, al ver con cuanto desparpajo se disculpaba Ana ante el chaval por el retraso mientras se dirigía con toda parsimonia hasta su bolso para sacar el monedero, exponiendo de esta forma y con toda claridad sus maravillosas nalgas desnudas.
El chico, con las pizzas en la mano, y la boca entreabierta de puro asombro solo atinaba a asentir con la cabeza mientras sus ojos dilatados devoraban toda la carne que Ana tenia expuesta. El sacar el monedero del bolso le llevo su tiempo, y el encontrar el dinero mas aun, pero seguro que al chico no le abría importado lo mas mínimo pasarse allí toda la noche... sobre todo porque para hacer estas maniobras Ana descuido bastante su protección y al mover los brazos dejo a la vista buena parte de su coño, así como uno de sus maravillosos pechos por casi por completo.
Luego lo acompaño hasta la puerta, sonriendo tanto como yo al ver la enorme protuberancia que se le había formado al chico en los pantalones y volviendo enseguida junto a mi para darme un beso de los que hacen saltar chispas. Yo, mientras le devoraba la boca, hice lo que el chaval casi seguro soñaría con hacer esa noche, metí mi mano bajo la toalla y le acaricie el coño... comprobando que Ana estaba tan mojada por dentro como por fuera, señal inconfundible de que el juego también le había gustado.
No podíamos arriesgarnos mas, así que nos apresuramos a subir a cambiarnos, y lo cierto es que Carmen apareció cuando todavía estaba poniéndome los pantalones... así que me produjo un repeluzno de pánico el pensar que si hubiera aparecido 5 o 10 minutos antes podría haber tenido un serio disgusto. Yo estaba tan cachondo que hubiera deseado hacer alguna locura con ella, pero su cara de cansancio era aun mayor que al salir del cine, por lo que decidí dejarla que se duchara tranquila a ver si se recuperaba.
Pero no hubo suerte, porque ya bajo a cenar con su pijama de franela, por lo que no me sorprendió lo mas mínimo que nos dijera que se encontraba mal y que esa noche no saldría de copas con nosotros. Lo cual era una grandísima putada, dado que los demás ya estábamos arreglados para salir... sobre todo Ana, que se había puesto un vestido blanco super pero que superajustado de una sola pieza. Era de licra o algo así y le quedaba tan de mini que yo estaba deseando que se sentara para quitarme una duda de encima... y es que por arriba seguro que no llevaba nada debajo, pues los pitones se le marcaban tanto que yo no se como Oscar no le decía nada... pero es que por abajo no se notaba ninguna costura, y yo andaba loco deseando saber si lo que anhelaba era cierto... que no llevara nada de nada bajo el vestido.
Pero evidentemente la primera reacción de todos fue la misma, decirle que nos quedaríamos con ella, a lo que mi maravillosa mujercita se opuso en redondo... no quería estropearnos la ultima noche de fiesta. así que alego que la tranquilidad de la casa le vendría muy bien para convencernos de que nos fuéramos todos. La cosa no podía quedar así, puesto que ninguno queríamos que se quedara sola... así que primero yo por ser su marido y luego Ana por lo de ser chica le dijimos que le haríamos compañía. Pero ni Oscar y Ana estaban de acuerdo en salir solos, ni Oscar y yo las íbamos a dejar en casa mientras nos corríamos una juerga.
La cosa parecía estar muy negra... hasta que Oscar nos sorprendió a todos diciéndonos que se quedaría él a hacerle compañía. El chico dijo que la marchosa era su novia, que él con salir una vez el sábado ya había tenido mas que suficiente... y que así podría charlar a gusto con Carmen de caballos dado que a nosotros nos aburría tanto el tema. Esto ultimo lo dijo para romper el hielo, claro, pero logro su propósito porque después de reírnos decidimos que era posiblemente lo mejor. así que tras cenar y dejarle el numero de mi móvil por si las moscas nos fuimos a bailar un rato... que es un decir, claro.
Tu ya te estarás imaginando que nada mas salir de la casa me la tire... pues no señor... no fue así. Dado que habíamos estado bebiendo vino como cosacos durante la cena yo estaba ya bastante calmado y un poco mareado... y Ana bastante borracha, por lo que Oscar insistió en dejarnos en la discoteca cuando le dije que tenia pensado ir y venir en taxi. así que él, que parecía mas entero, nos llevo en su coche, por lo que decidí divertirnos un rato antes de llevármela a algún lugar donde tirarmela a gusto.
Eso si, mientras nos habríamos pasos a codazos entre la muchedumbre que abarrotaba la discoteca, pude por fin constatar lo que te dije antes... que Ana no llevaba ningún tipo de ropa interior. Y no fui el único que lo comprobó aquella velada, porque entre la gente que nos rozaba había mas de uno... y de diez... que se le iba la mano y tocaba y apretaba donde no debía... aunque a Ana parecía no importarle. Claro que te estoy hablando de las tantas de la noche, y de que Ana ya se había tomado un par de rondas conmigo mientras bailábamos a duras penas entre tantísima gente. Yo estaba ya tan harto de no poderla sobar a gusto entre tanto pulpo que estaba decidiendo ya a donde me la llevaría... cuando apareció Chelín.
Chelín era una chica bajita y muy guapa, delgadita y con el pelo negro muy corto, estilo paje. Vestía un pantalón de cuero de lo mas ajustado, marcando a tope su culito respingon, y un top anudado por detrás al cuello y a la cintura que le dejaba toda la espalda al aire. Pero lo cierto es que eso daba igual, porque la pobre tenia tan poco pecho que hubiera dado lo mismo que fuera desnuda de cintura para arriba.
La había visto bailando cerca nuestra pero, esta mas que claro, que teniendo al lado a Ana no le había prestado la mas mínima atención... hasta que se puso a bailar descaradamente delante de ella. Yo le deje sitio para que se acercara aun mas y Chelín enseguida se pego a Ana para seguirle el ritmo, dando lugar a una escena de lo mas erótica. Yo no se tu, pero a mi desde luego me pone a mil ver bailar a dos chicas juntas... y no era el único, porque los pulpos que rondaban a Ana pronto les dejaron hueco a las dos para disfrutar ellos también de la actuación.
Ana, supongo que por el pedal que llevaba, siguió bailando a su manera, sin que pareciera importarle que la otra se le pegara a la espalda y moviera sus caderas al ritmo de las suyas... o que la cogiera por la cintura mientras restregaba su pelvis contra la suya de un modo que parecía que se la estuviera follando.
Cuando acabo la canción decidí que una actuación así merecía una recompensa, por lo que le pregunte que bebía para invitarla a una copa, de paso que recargaba las nuestras. Fue así como me entere de su nombre, Chelín, y de que hablaba francés (no me entere bien si era francesa o belga). Menos mal que aun me acordaba de algunas palabras de cuando lo estudiaba en el colé, y sobre todo menos mal que ella me entendía a mi muchísimo mejor que yo a ella, porque de lo contrario no habríamos podido aclararnos.
A mi regreso con las copas poco menos que tuve que abrirme paso a codazos entre la barrera de tíos que rodeaba a las chicas, y es que ellas en mi ausencia habían seguido bailando juntas y por la sonrisa que lucían ambas parecía que se lo estaban pasando en grande. Reconozco que durante un buen rato me limite a hacer de guardaespaldas y reposacopas, evitando que los buitres que nos rondaban se les acercaran demasiado y disfrutando mientras tanto del sensual baile que practicaban las chicas.
Hasta que empezaron a poner música lenta y me apresure a soltar las copas en cualquier sitio y unirme a ellas, que estaban todavía abrazadas pero que no parecía que se decidieran a bailar de ese modo. Ana, que escuchaba con una sonrisa en los labios lo que Chelín le decía al oído, me recibió con un beso en la boca tan largo como apasionado... señal de que el baile la había puesto bien a tono. Luego, mientras las tenia a ambas sujetas por los hombros y recuperaba el resuello, me dijo al oído que no entendía una palabra de lo que le decía la otra... pero que le excitaba mucho como sonaban las cosas en franchute.
Yo, que vi que Chelín me miraba con ojos envidiosos dispuesta ya a marcharse, decidí hacer una jugada arriesgada (quizás porque el exceso de alcohol me daba coraje) y sin soltar el abrazo que me unía con ellas atraje a Chelín del hombro. Luego, sin dejar en ningún momento de mirarla a los ojos, fui acercando su cabeza a la mía con la clara intención de besarla. Como ya me esperaba la chica llego un momento en que hizo el amago de rechazarme, pero entonces le cogí la mano que Chelín tenia puesta en la cintura de Ana y sujetándola con fuerza la baje hasta colocarla sobre su culo.
Chelín, tras abrir los ojos por la sorpresa, me volvió a mirar de ese modo suyo tan intenso... y sin que yo la tocara para nada acerco su boca a la mía y me dio un largo beso. Sin lengua, eso si, pero tan rudo que pensé que me iba a hacer daño... pero cumplió su cometido, que era sellar nuestro acuerdo silencioso.
Yo no creo que Ana llegara a enterarse bien de lo que estaba sucediendo, pero ni se ofendió ante el beso que le di a Chelín... ni, lo mas importante, hizo el mas mínimo gesto de rebeldía cuando sintió su mano sobandole ansiosa el trasero. así que no perdimos mas el tiempo y nos dirigimos a la puerta de salida sin necesidad de tener que decirnos ni pío en ningún momento.
Estuve devanándome los sesos mientras salíamos del local pensando en donde me las podía llevar pero esa noche tenia la suerte de cara y Chelín me saco del apuro, pues nada mas pisar la calle nos dijo que su hotel estaba cerca. así que nos abrazamos uno a cada lado de Ana y echamos a andar calle abajo.
No tuve que demostrar mi incultura lingüista demasiado porque, efectivamente, su hotel estaba a unos 200 metros del local. Era un apartahotel de esos de playa, bastante discreto, pues pudimos entrar a su habitación desde la zona de jardines y piscina sin tener siquiera que pasar por la recepción. Era mas bien pequeña, ya que solo tenia una pequeña salita con cocina en plan barra americana y un solo dormitorio con su cuarto de baño completo al lado. Eso si, el pequeño balcón daba a la piscina, por lo que la vista era bastante bonita. Chelín enseguida se apresuro a poner música de fondo y a prepararnos unas copas para que no se apagara el ambiente mientras yo disfrutaba por fin de un poco de intimidad con Ana mientras la besaba y bailaba despacio la suave melodía que había puesto.
No estaba seguro de cómo iba a reaccionar Ana ante lo que se avecinaba, pero decidí no preguntárselo por si las moscas, decidiendo que lo mejor era dejar que sucediera a ver que pasaba. Y lo que paso fue que Chelín regreso con las copas y las dejo sobre la mesita auxiliar, abrazándose a la espalda de Ana para seguir nuestro ritmo de baile.
Como vi que Ana no dejaba de bailar fui a por las copas y me bebí un buen trago de la mía mientras le pasaba la suya a Ana para que bebiera unos tragos al tiempo que continuaba bailando abrazada a Chelín como si nada... a pesar de que la extranjera se aprovechaba de su menor estatura para apoyar su cabeza entre los melones de Ana y que, prácticamente desde el principio, la chica hubiera pasado de su cintura para aferrarse posesivamente al pétreo culito de Ana. La cual permanecía con los ojos entrecerrados, disfrutando al parecer del baile, sujetando su copa con una mano mientras le acariciaba la cabeza a Chelín con la otra.
A mi me iba a estallar ya la poya, por lo que la saque de su encierro y la deje al aire... y, como no quería ser el único desnudo de la fiesta, me acerque a las chicas. Lo primero que hice fue morderle un poco la orejita a Ana mientras le subía la minifalda hasta la cintura, dejando sus hermosas nalgas al fresco para que las pudiera acariciar aun mejor Chelín. Y a ella le desate el top para dejarla con el torso al aire, pues estaba seguro de que a pesar de tener muy poco pecho tendría bastante como para que Ana lo notara rozándose contra su estomago.
Luego volví a acomodarme tras Ana e introduje mi tiesa poya entre sus piernas separadas para que se deslizara entre sus nalgas y por debajo de su coño, notando enseguida la gran humedad que soltaba este, señal inconfundible de que Ana también estaba disfrutando con lo que hacíamos. El roce de su coño era estimulante al máximo, pero aun lo era mas sentir al mismo tiempo los dedos de Chelín cuando me daba algún toque involuntario o cuando la punta rozaba su pantalón de cuero.
Al cabo de poco tiempo decidí subir las apuestas y, sin dejar de bailar despacito unido a ellas, me quite la camisa y la tire sobre el sofá... agarrando a continuación el vestido de Ana y tirando de el hasta que se lo saque por la cabeza... dejándola desnuda sobre sus zapatos de aguja abrazada entre los dos.
Enseguida me apresure a besarla con ansia en la boca, no solo porque lo estaba deseando, sino para evitar que reaccionara negativamente. Cosa que Ana no hizo, pues se entrego con ansia al beso a pesar de que Chelín ya estaba chupandole las tetas como si le fuera la vida en ello... o quizás por ese motivo.
El caso es que así ya no había quien bailara, por lo que me aparte de ellas y deje que Chelín se la llevara hasta el dormitorio, donde la tumbo boca arriba sobre la cama sin dejar en ningún momento de acariciar sus pechos y darle besos en toda la cara. En cuanto la tuvo allí se abalanzo sobre Ana y le dio por fin el beso en la boca que me imagino que llevaba toda la noche deseando darle. Que si tío, en serio, le dio un morreo como he visto pocos en mi vida. Y no te creas que se quedaba quieta mientras lo hacia, que la tía movía las manos como el mejor de los pulpos, sobandole las tetas y el coño que era un primor.
Yo, que ya me había terminado de desnudar, me situé tras Chelín y, tras muchos esfuerzos, pude quitarle los zapatos y el puñetero pantalón de cuero, que parecía que lo llevaba pegado a la piel. Luego le quite el tanga, que ya estaba chorreando de fluidos, y empecé a sobarle el coñito depilado. Como te cuento, la tía no tenia ni un solo pelito, lo llevaba rapado por completo. Pero cuando Chelín vio que empezaba a entusiasmarme se giro y me dio la mayor sorpresa de la noche.... me dijo que era ¡Virgen!.
Como comprenderás no contaba con eso, ni entraba en mis planes arrebatarle algo a la fuerza, así que deje que empezara a restregar su almejita depilada contra el coño de Ana y me fui junto a su cabeza. Y como Chelín era bastante bajita y su cabeza solo llegaba a la altura de los pechos de Ana mientras se rozaban pude poner mi poya en su boca y disfrutar de una de sus maravillosas mamadas al tiempo que la veía menear sus caderas al ritmo de la extranjera. La cual, aferrada a sus melones, se movía como una autentica anguila, agitando las caderas a un ritmo endiablado mientras repartía besos y mordiscos por igual entre sus dos tetas.
Que tuvieron que ser la mar de efectivos, por cierto, porque Ana se corrió al menos dos veces mientras me la chupaba... y a ella le perdí la cuenta, porque no paraba de emitir grititos entre chupada y bocado y la verdad es que no se cuantas veces se corrió, ni me importa mucho claro. Porque yo si me corrí como un salvaje en su boca, inundándola de un modo que hasta a mi me sorprendió, provocando con ello que a la pobre le costara trabajo tragárselo todo... así que me apresure a sacársela antes de provocarle arcadas y ya de paso me agache a su lado y le dije al oído que no se lo tragara todo, que guardara algo para Chelín.
Porque esta parecía haber aflojado bastante el ritmo, y cuando me situé entre las piernas de las chicas para endiñársela a Ana se apresuro a subir hacia arriba, no me fuera a confundir de agujero. así que cuando empezó a morrearse a Ana y vi que hacia un tímido gesto como de rechazo le sujete la pequeña cabecita con algo de fuerza hasta que vi que se rendía ante lo inevitable y continuaba el beso como si nada.
Como ya te imaginaras era una escena tan morbosa que para cuando se la clave a Ana ya la tenia otra vez mas tiesa que el mástil de la bandera. Esta vez era yo el que llevaba el ritmo, y Ana la que enlazaba sus piernas tras mis muslos para que se la metiera lo mas a fondo posible, lo que me llenaba de orgullo. Y no te creas que me olvide de Chelín, porque todo el tiempo que pase a mete y saca le estuve sondeando los dos agujeros con mis dedos, llegando a meterle en el culo el dedo índice por completo. Lo cierto es que estuve tentado de meterle otra cosa en esos agujeros, pero prefería mucho mas disfrutar de Ana... aunque cuando me iba a correr tuve el detalle de sacarla fuera y eyacular sobre su culito, restregándole luego la poya por la almejita para dejarla bien embadurnada.
Aunque, para desilusión mía, dudo que se enterara... porque cuando volví a la cabecera para que la cariñosa Ana me limpiara la poya con su dulce boquita me encontré con que Chelín se había quedado dormida, supongo que de puro agotamiento, amorrada a uno de los pechos de nuestra amiga, el cual chupaba con la glotonería de un bebe.
Ana, tras dejármela limpita y reluciente, me sorprendió una vez mas, al hacerme recogerlo todo y salir en silencio mientras ella arropaba a Chelín amorosamente y le daba un beso en la frente antes de apagar la luz y marcharnos.
Del resto tengo poco mas que contar, cogimos un taxi en la puerta de la discoteca y cuando llegamos por fin a la casa nos encontramos con que nuestras parejas estaban durmiendo como benditos... por lo que Ana pudo ducharse cómodamente antes de acostarse para eliminar cualquier evidencia. Al igual que yo, claro, que lo hice tras comprobar que mi mujercita dormía como siempre como un leño... aunque me preocupo un poco que continuara teniendo aspecto de estar realmente cansada, por lo que confiaba que su reposo fuera completo y no nos fastidiara el ultimo día del puente.
Capitulo 8: Lunes Mañana.- Versión de Ernesto
Bueno, y ya llegamos al famoso lunes, al día que cambio mi vida por completo, sobre todo mi forma de enfocarla. Que si, que si, que lo entenderás todo cuando escuches lo que te cuento.
Pues yo había planeado un encuentro matinal bien montado, ya me entiendes, pues como ese día nos íbamos no quería perder la oportunidad de pegarle un señor polvo a Ana despedirla como se merecía. así que habíamos estado hablando de los preciosos amaneceres en la costa y esas chuminadas la tarde anterior para que no se sorprendieran cuando nos fuéramos al alba.
así que un rato antes del amanecer me puse el chándal, deje a Carmen durmiendo feliz en la cama y toque en la puerta del cuarto de invitados. Casi al momento salió Ana aun con carita de sueño, pero con es brillo picaron en la mirada que era mas elocuente que mil palabras. así que se puso un otro chándal y, tras coger el coche, nos fuimos a una cala preciosa que conozco a ver amanecer sobre una toalla.
Y digo sobre una toalla en el sentido mas literal del mundo, pues para cuando salió el sol por el horizonte estaba yo ya tumbado con los pantalones bajados y Ana cabalgaba feliz sobre mi poya, jadeando gozosa mientras amanecía por encima del agua frente a nosotros.
Para ser el ultimo polvo que le pegue a Ana no estuvo del todo mal, lastima que no pudiera desnudarla del todo porque aun hacia algo de fresco, pero fue bastante romántico.
Y aquí tendría que haber acabado la historia ¿verdad?, pero no, no fue así. Porque al llegar a casa abrí la puerta en silencio por si aun dormían esos dos, ¿y que crees que me encuentro?. Pues a dos güiris tomándose un café tranquilamente en el comedor. Que si, como lo oyes, dos rubiales nórdicos a los que por lo visto había invitado Oscar. Los dos se quedaron con una carita de sorpresa al vernos que me dio muy mala espina, pero joder, no se de ningún ladrón que se ponga a tomar café mientras roba. Aun así tampoco me hizo ni chispa de gracia que se levantaran de improviso y se largaran sin tan siquiera acabarse la taza, pero ya me conoces, no soy precisamente un matón y estos se iban con las manos vacías.
así que les deje marchar y subí con Ana para arriba, pero antes de ir al cuarto de Oscar a pedirle las consabidas explicaciones pase al baño con Ana para sacudirme un poco la arena de las zonas mas comprometidas. Ella decidió quedarse y darse la ducha completa, ya que tenia muchas mas arena y restos que quitarse de dentro, ya me entiendes. Y luego, ya bastante aseado, fui en busca de Oscar.
En su cuarto no estaba, así que fui al nuestro a preguntarle a Carmen. Y, cuando iba a abrir la puerta, escuche unos ruidos y gemidos de lo mas elocuentes. Te juro que lo vi todo rojo, se me nublo la vista y estuve a punto de derribar la puerta de una patada como en las películas y de liarme a puñetazos con los dos nada mas entrar. Pero la ultima neurona que me quedaba ilesa salió en mi socorro y me impulso a comprobar primero mis sospechas antes de quedar como un completo gilipoyas. Por lo que aplique toda la delicadeza que pude y abrí la puerta solo un resquicio para ver lo que mas me temía ver.
Pero, créeme, ni en mis mas locas pesadillas habría imaginado que vería la asombrosa escena que allí contemple. Mi inocente y cándida esposa estaba sentada encima de un tío follandoselo literalmente, con el inocente rostro desencajado por la lujuria, jadeando como una perra en celo. Y con todo eso no era lo peor, lo peor era que Oscar, mi cornudo e ingenuo amigo, la estaba sodomizando al mismo tiempo. Si, como te digo, estaba usando ese orificio que Carmen nunca me había consentido utilizar, metiendosela con unos empujones tan rudos y violentos que pensé que se la iba a sacar por la boca. Pero mi dulce esposa, en lugar de quejarse, emitía unos gemidos tan sordos que parecía rugir pidiendo mas guerra. Y Oscar se la daba, vaya si se la daba, pues le apretaba las tetas y pellizcaba los pezones como si le fuera la vida en ello.
Y casi le iba, pues de haber tenido una pistola quizás habría cometido una salvajada. Pero no solo no tenia ningún arma sino que aun me quedaba la cabeza suficiente como para saber que si entraba en ese cuarto a darme de tortas con dos tíos lo mas seguro es que saliera cornudo y apaleado como en el chiste. así que cerré la puerta con todo el cuidado del mundo y baje a la cocina a refrescarme la cara y las ideas.
pensé mil cosas, a cada cual mas loca, pero al final solo una me quedo grabada, la venganza. Si hubieran sido solo sus cuernos contra los míos quizás lo habría soportado, digo quizás, pero la orgía que tenia montada con mi esposa se pasaba de la raya; así que decidí tomar mi justa revancha. Lo primero que hice fue volver a subir a por Ana, y lo hice justo a tiempo, pues al llegar arriba la pille con la mano en el pomo de la puerta de mi cuarto a punto de entrar. No me costo mucho convencerla de que Carmen estaba dormida, y de que deberíamos salir a dar un paseo a ver si encontrábamos a su novio. así que Ana volvió a entrar a por el chándal a su cuarto y poco después salíamos por el pueblo andando, en teoría a la búsqueda de su novio, pero en realidad a colmar mis mas desalmadas ideas.
Si te soy sincero no tenia ni la mas remota idea de que narices hacer para vengarme, y hasta que no entramos en el puerto pesquero no se me encendió la lucecita famosa. Durante todo ese tiempo la pobre Ana tuvo que aguantar mi cara de estaca y mi parca conversación, que se torno mucho mas amena cuando vi la estupenda oportunidad que allí mismo tenia.
Los barcos que había amarrados eran tan viejos como ruinosos y la mayoría de los tripulantes ya no eran españoles sino marroquíes, subsaharianos y vete a saber que otras nacionalidades. Y no me costo demasiado por lo tanto elegir uno medianamente grande, cuyos marineros no le quitaban la vista a Ana a pesar de la distancia y de lo recatada que iba ella con su pantalón de chándal y su camiseta de deporte. Eso si, sus grandes pechos no dejaban de bambolear al compás de sus pasos, sobre todo por la ausencia del sujetador, por lo que si no le decían nada era tan solo por mi presencia.
Llegados cerca del barco le pedí a Ana que esperara un momento que tenia que preguntarle una cosa a mi amigo el capitán, mentira cochina, claro, pero que ella se creyó. El susodicho capitán ni siquiera se encontraba a bordo en ese momento, pero el encargado que me atendió se mostró la mar de interesado cuando, tras señalarle a Ana, le dije que mi mujer me había sido infiel y que deseaba darle un buen escarmiento. No, no le mentí, solo se me olvido decirle que esa no era mi esposa infiel, un olvido que cualquiera puede tener.
El caso es que le pregunte si tenia una buena bodega donde pasar un rato intimo, lo cual le intereso, y el tipo aun se intereso mas cuando le pregunte si algunos de sus hombres estarían dispuestos a divertirse con nosotros. En ese momento su boca mellada se abrió de par en par y me dijo que después de los meses que llevaban navegando todos estarían encantados de poder colaborar. Solo se puso serio cuando me aviso de que no consentirían que le hiciera daño a la mujer, lo cual ni siquiera se me había pasado por la cabeza, y enseguida me indico donde ir.
A Ana no parecía hacerle mucha gracia el barco, y si entro fue solamente porque se lo pedí, lo cual me dio un poco de remordimientos, pero solo un poco. No fue una visita turística, ya que de todos modos no había nada que ver, simplemente la lleve a la bodega, la cual apestaba a pescado podrido de lo lindo; y, en cuanto entramos, empecé a desnudarla.
No se si Ana se habría rebelado ante mi ataque o no, pero no le di tiempo a reaccionar; y, en cuanto el supuesto "capitán" cerro la puerta tras de nosotros empecé a despojarla rápidamente de toda su ropa. Es cierto que no colaboro mucho, pero ni la camiseta ni el chándal me dieron grandes problemas, así que para cuando el "capitán" volvió a abrir la puerta para entrar Ana ya estaba tal y como su madre la trajo al mundo.
Me imagine que a Ana no le haría ni chispa de gracia ver los marineros que se agolpaban en la puerta deseando entrar, así que me apresure a meterle el tanga en la boquita y, con ayuda de un trozo de cuerda que había tirado por allí, rememore mis tiempos de boy scout y le ate las dos manos a la espalda.
Mientras yo hacia eso el "capitán", sin decir ni pío, arrojo una red de pesca enorme a sus pies y enseguida la tenso con ayuda de algunos de sus compañeros, atándola a las paredes hasta formar una especie de cama. A ella arrojamos a Ana, la cual por fin empezó a rebelarse al intuir lo que se le venia encima, pero no consiguió otra cosa que enredarse aun mas en la red, pues mientras tratábamos de sujetar sus piernas lo mas separadas posibles su cuerpo dio varias vueltas hasta quedar completamente enredada.
Seguro que nunca habían pescado una pieza tan preciosa, y no lo digo por decir, sino por la premura con la que empezaron a desnudarse a su alrededor. Contando al viejo y desdentado "capitán" eran cinco los que luchaban por hacerse un hueco a su lado, dándose de codazos por poder manosearla, la cual, con su cuerpo apretado por la red, estaba mas sensual que nunca.
Lo que mas atraía mis miradas, y las callosas manos de los marineros, eran sus grandes senos, los cuales estaban aprisionados de tal modo que solo los gruesos pezones asomaban de entre la tupida malla de la red. Y sobre ellos, como es natural, recaían la mayoría de los pellizcos y de los magreos. Pero tampoco sus nalgas se libraban del acoso de los buitres, y eso me obligaba a andar dando vueltas a su alrededor todo el tiempo para poder ver como la sobaban de lo lindo.
Y, créeme, le dieron un repaso de los que hacen época. Solo la dejaron unos instantes en paz cuando el "capitán" les obligo a que regularan la altura de su cuerpo para que quedara justo en donde el quería. Y que, como ya supondrás, era a la altura de su viejo y algo arrugado chisme.
Si, claro que si, aunque hubiera querido parar lo que se avecinaba, que no quería, no creo que a esas alturas me hubieran dejado ya. Pues al viejo le falto tiempo para empezar un meteysaca de lo mas gracioso, aferrado a sus amplias caderas para que el cuerpo de Ana no balanceara demasiado en cada uno de sus empujones. Mientras el resto seguían sobandola cada vez mas excitados. Te aseguro que era una escena digna de haberse grabado en video.
No lo digo por decir, pues en cuanto el viejo se corrió, y lo hizo bastante pronto, ya estaba un marinero esperando ansioso por ocupar su lugar. Este, un mulato con una poya bastante larga, le arranco los primeros gemidos a Ana, y esta vez no me sonaron precisamente a queja. Creo poder afirmar que si el moro, o argelino que eso no lo tengo muy claro, que la penetro después de este mulato no se hubiera empeñado en sodomizarla la chica se habría corrido mucho antes. Pero no puedo afirmar que se corriera de verdad hasta el cuarto marinero, este tío, a pesar de tener una poya bastante normalita, supo menearse como ella necesitaba y le arranco un fuerte y elocuente orgasmo antes de correrse en su interior.
Y entonces entro en acción la mole, como le bautice mentalmente, un pedazo de negro al que era mas fácil saltarlo que darle la vuelta. No era muy alto, pero si muy gordo, y había estado todo el tiempo que sus compañeros se divertían con Ana jugando con uno de sus pechos y sin molerse a codazos para cepillarsela como habían hecho los demás marineros. Pero cuando se bajo el sucio mono de pesca me di cuenta de porque no había tenido prisa, y es que el negro se gastaba un cipote de los que solo se ven en algunas películas porno. Como te digo, era casi tan ancho como mi muñeca y no me atrevo ni a calcular cuanto media esa pedazo de porra, lo que si tengo claro es que si no se la hubieran cepillado antes sus compañeros no habría podido metersela a Ana.
Y aun así le costo, ya lo creo que le costo, pero entre los jadeos de animo de sus compañeros, y lo dilatada que estaba ya la chica, poco a poco le fue metiendo esa barra de carne hasta que al fin sus enormes pelotas golpeaban en la entrada. Te juro que si no llego a ver entrar y salir una y otra vez esa gigantesca poya de su coño no me hubiera imaginado jamás que le entraría algo así dentro. Pero vaya si le entro, y un montón de veces además, porque se ve que el pobre llevaría bastante tiempo sin catar una mujer y cuando se corrió no quiso salir y continuo dale que te pego durante un buen rato hasta eyacular por segunda vez en su interior sin sacarla. Por eso, cuando la saco, no me extraño lo mas mínimo que cayeran auténticos pegotones de semen de su mas que dilatada abertura, formando rápidamente un charquito bajo la pobre Ana. Que estaba tan agotada que la tuvimos que sujetar mientras la desenredábamos.
Luego, cuando le saque las braguitas de la boca, tuve el detalle de regalárselas al "capitán" en pago por sus abnegados servicios. Y, a pesar de estar empapadas en la saliva de Ana, las cogió de un modo que casi puedo calificar de reverencial, y no me extrañaría lo mas mínimo que la hubieran colocado en algún lugar de honor del viejo barco.
Como ya comprenderás luego tuve que ayudar a Ana a reponerse, tomando un café mientras esperábamos que me prepararan unos churros que llevar a casa y justificar de algún modo nuestra larga ausencia. Aunque, después de todo lo que había visto esa mañana, dudaba que los muy golfos nos echaran de menos. No tenia muy claro si contárselo a la chica o no, pues lo que le acababa de pasar en el barco lo tenia muy presente, y no sabia como iba a reaccionar.
Pero no hizo falta porque, para mi sorpresa, Ana me cogió de la mano en un momento dado y, mirándome a los ojos, me dijo que había sido una experiencia "fascinante". Si, tal y como te digo, "turbadora" y "fascinante", así me la describía. Y luego empezó a decirme que le había abierto los ojos a un mundo nuevo y no se que de romper esquemas, cosas todas ellas que, me di cuenta, de algún modo también me podía aplicar a mi mismo.
Si tío si, tan claro como te lo estoy contando. podía agarrar un bate de béisbol y salir en los telediarios o pedir un divorcio y perder para siempre a una mujer que amo con locura, o podía ser sincero conmigo mismo y asumir el vicio que todos llevamos dentro y no dejamos salir.
Y eso hice. Regresamos a la casa y mientras Ana se daba un largo y reparador baño yo me dedique a charlar con su novio como si nada, jijiji jajaja y todos tan amigos. Eso si, luego, cuando se marcharon, no sin antes prometernos volver a reunirnos pronto, cogí unos restos de ropa sucia y destrozada que se habían dejado olvidada en uno de los cajones de mi dormitorio y, tirandosela a Carmen en el regazo le pregunte ¿qué? ¿no tienes nada que contarme?.
Si quieres saber lo que me respondió ya sabes, lee " El Puente.- Versión de Oscar "
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