El Proxy (III)

Cris, Carlos y ahora Edu. ¿Puede funcionar?

“Entiendo que te has divertido?” Me pregunta.

“No se si he prestado yo mucha atención…”

Me da una sonora palmada en el culo que hace que me dé la vuelta asustada. Joder… algunos chidos nos miran.

Carlos me da mi casco, montamos en la moto y desaparecemos del Insti hasta el lunes.

El Proxy (III)

El viernes estuvimos en casa de Carlos, con lo que poca cosa más allá de una mamada pudimos hacer, pero el sábado… El sábado, fuimos al hotelito de turno y follamos como si fuera una despedida. En parte lo iba a ser. Durante una semana no nos íbamos a ver.

También hablamos, le comenté que me daba un poquito de miedo que Edu fuera muy rápido. Él me tranquilizó, me dijo que hablaban a menudo, y que Edu no haría nada que fuera peligroso.

Lunes

El lunes por la mañana me presente según lo ordenado 20 minutos antes. Edu me está esperando.

“Dame tus bragas.” Me dice sin darme tiempo siquiera para saludar. Miro alrededor, estamos solos, pero joder…. A la puerta del jodido instituto....

“Venga, cuanto más tardes más riesgo...” Insiste. De nuevo miro alrededor, introduzco las manos bajo mi falda, y estiro mis bragas hacia abajo. me las quito completamente, y las deposito en su mano.

“Son muy caras?” me pregunta. Yo niego con la cabeza. Se acerca a la puerta principal y las deja allí, colgando del pomo.

“Vamos.” Me dice casi estirando de mí. Yo me alejo, viendo mis bragas ahí expuestas.

En la parte de atrás, de nuevo se saca la polla y me hace ponerme de rodillas, esta vez, además saca su móvil.

Sonríe, esta es para Carlos quería una foto de buenos días.” Miro a la cámara y sonrío, pero estoy un poco acojonada de nuevo, igualmente, el otro día no apareció nadie.

Ahí, en la puerta trasera se la chupo durante unos minutos. No sé si se ha hecho una paja por la mañana, o si está cogiendo aguante, pero sin duda, la mamada se alarga. El no para de hacerme notar que la gente se va acumulando al otro lado. “Y si viene alguien y nos pilla así?” Me pregunta. Exponiendo en voz alta mis pensamientos.

Cuando siento que se corre en mi boca me siento también aliviada. Una vez de pie, mete su mano en mi entrepierna, allí sin braguita, toca mi sexo directamente. “Ten cuidado hoy, o dejarás las sillas empapadas.”

Cuando volvemos, ya hay gente.

Miro con temor la puerta, y ya no están mis bragas, pero sí que hay algunos chicos allí, charlando animadamente. No puedo estar más colorada mientras nos acercamos a los compis de Edu a darles los buenos días.

Mis propios compañeros aparecen en cuestión de minutos y de nuevo se unen. Parece que, de algún modo, Edu y yo estamos fusionando estos dos grupos.

Edu está con su móvil, y pasado un rato, poco antes de que la campana marque el inicio del día, escucho mi móvil sonar. Estoy acojonada, pero abro el WhatsApp y ahí en el canal donde también está Carlos, veo un par de fotos mías mientras se la estoy chupando a Edu.

Creo que se me escapa un gemido, al tiempo que bloqueo el móvil y lo guardo de nuevo en mi bolsa.

Ir sin bragas no me es tan raro, Carlos ya me lo había ordenado alguna vez, creo que resulta bastante típico, pero, si como yo, eres fácilmente excitable y con tendencia a soltar bastante flujo, te hace ir con mucho cuidado.

Soy consciente de que, si no lo controlo, voy a mojar hasta la parte posterior de mi falda, así que las primeras horas, hago todo lo posible para mantener la excitación al mínimo.

Más difícil de hacer que de decir. El hecho de pensar en ello hace que precisamente me excite. De modo que al final de la primera clase, he de escaparme al baño y usar papel higiénico en la zona.

Aprovecho para tratar de relajarme un poco. Se que debería masturbarme y acabar, seguramente estaría al menos un par de horas más tranquila, pero de algún modo sé que sería trampa.

“¿Estoy mojando mucho, puedo correrme?” preguntó finalmente por WhatsApp, solo ese hecho, creo que me hace humedecer más si cabe.

Carlos sé que ya estará trabajando, pero Edu, espero que responda pronto. No tarda, a los pocos segundos mi móvil vibra con un mensaje.

“Si, pero envía foto de antes y después.” Joder…

Lo bueno de ser tan pocas chicas en el insti, es que nuestros baños están inmaculados del poco uso que tienen, así que me meto en uno de los aseos y cerrar la puerta, me quito la falda, me siento y me saco una foto de mi sexo.

Luego, me relajo y comienzo un lento movimiento de mis manos. Una de ellas va a mis pechos, sube la camiseta y el sujetador a la vez, y comienza a juguetear con ellos, mientras la otra hace lo suyo.

No tardo mucho, ya estaba excitada, hacerlo en los baños, enviar fotos, saber que no llevaré bragas todo el día… Creo que no pasan más de 5 minutos antes de que me esté corriendo.

Con prisas, saco la segunda foto, envío las dos y voy corriendo a clase, ya ha comenzado la siguiente, así que, ruborizada, me excuso ante el profesor y miro a Edu, quien me observa con cara divertida.

“Cristina, ya que estas de pie, ¿te importaría exponer en la pizarra el planteamiento para la base de datos que os pedía la semana pasada?”

Joder… De golpe toda la atención está en mí. Es la primera vez que me toca salir a exponer algo. Voy a mi mesa, dejo mi móvil y cojo mi ejercicio antes de dirigirme de nuevo a la pizarra.

Allí, he de comenzar a dibujar el esquema que he trabajado. Cada vez que me pongo de puntitas para llegar a la parte superior de la pizarra me estremezco.

La falda no es demasiado corta, pero, la plataforma está elevada, mis compañeros están sentados, y yo, estoy de puntitas. No deberían ver nada, ¿verdad?

Una vez dibujado, el profesor me pregunta sobre algunos detalles, y luego, mis compañeros hacen lo mismo. Edu hace un par de preguntas, posiblemente para mantenerme más en esa situación.

Cuando vuelvo a mi sitio, mis piernas tiemblan.

Al menos, la clase es interesante, y pronto puedo concentrarme en algo que no sea mi entrepierna. Para la hora del almuerzo, aún aguanto, y creo que estoy fuera de peligro.

En el Bar esta Edu, sonriente como niño con zapatos nuevos. Me siento y le miro. Creo que mi cara expresa mi preocupación.

“Se me ha notado algo?” Le pregunto en seguida.

“Nah, solo parecías vergonzosa que te cagas... ¿No te has dado cuenta de cómo cruzabas las piernas en todo momento?”

Niego con la cabeza. “Joder Edu, sabes lo que mojo… estoy todo el rato preocupada por mi falda…”

”¿Lo sé?” Me dice, mientras su mano se escurre de nuevo entre mis piernas.

“Deberías saberlo a estas alturas.”  Respondo, tratando de concentrarme en mi sándwich.

“Así que esto no es normal? no sé, no tengo mucha experiencia.” Sus dedos recorren mi entrada arriba y abajo lentamente, apretando un poquito más.

“No Edu... No es normal… lo mío no es normal.”

“Vaya… ¿Y lo de tus pezones? ¿És eso es normal? porque el viernes podrías haber sacado algún ojo.” Me dice, forzando a comprobar mi estado actual. Pese al suje, estoy marcando, no es exagerado, pero se nota.

“Cabrón.” Le digo, mientras noto su dedo introducirse en mí.

“Recuérdame a la salida que te he de castigar.” Me comenta como si nada. Yo me doy cuenta de que me he pasado. No parece enfadado, su dedo sigue en mí, de hecho, noto que suma un segundo dedo.

“Si, Perdón, Edu…”

“Tranquila, ya hablaremos de ello luego. En mi casa.”

La perspectiva de estar en su casa, a solas. ¿Que pretende? Tengo miedo, pero estoy excitada.

“Me gusta este top, he pensado que lo podrías llevar el miércoles”

El top es amarillo chillón, va un poco ajustado y se puede intuir el color del sujetador a través de la tela. Se aguanta por un par de finos tirantes, serie totalmente evidente que no hay nada más que piel, bajo el mismo.

“Sin suje? Edu… es muy…. ah…!” Joder, me ha metido sus dos dedos hasta el fondo. Miro alrededor atemorizada, veo a una mesa que nos observan. ¿Pueden ver lo que está haciendo Edu? Creo que no, pero…

Edu saca sus dedos, y los pone en mis labios. Esos tíos nos miran, bueno… Abro mi boca y los capturo, noto mi propia humedad, y no es poca. Edu sonríe.

“Joder, estoy empalmado.” Me comenta como si nada. Luego, retira sus dedos de mi boca y toma un sorbo de su café.

“Deberíamos ir acabando. si llegamos tarde quizás te toque hacer otro ejercicio.”

Antes de volver he de pasar por el servicio y secarme un poco. Espero aguantar hasta el final del día.

“Joder Cris! que guarra eres.” Me ruborizo al leer el mensaje de Carlos por el canal.

Por privado, me ha mandado una foto de su polla. Le mando besitos varios, y me preparo para mi última clase del día.

A la salida nos dirigimos a la parada del bus. será el primer día que lo coja para volver de clases. En el interior, hay chicos y chicas estudiantes de otros institutos.  Edu me dirige hasta el fondo, y hace que me siente en el asiento trasero. Justo en el que nadie quiere sentarse dado que estás a la vista de todos.

Luego, como si nada, introduce nuestras bolsas, tanto la mía como la suya entre mis piernas. Allí estoy, abierta de piernas y sin bragas.  Edu se sienta a mi lado y pone una mano en mi muslo.

Un par de chicos no tardan en darse cuenta. Se agachan ante nosotros con diversas excusas. Edu aprieta ligeramente mi muslo. Se ha dado cuenta, pero no quiere que me mueva.

Trato de ignorarlos a todos, claro, pero es difícil. Otros tres chicos se unen en su observación, y estoy segura de que un hombre mayor también me ha visto. Soy incapaz de mirar a nadie.

Cuando finalmente bajamos del bus oigo algún que otro silbido. Mi corazón va a 100. Estoy roja como un tomate y super excitada.

Nos dirigimos a su casa, en la que no parece haber nadie, luego, a su habitación.

“Quédate aquí.” Me indica, y luego veo que manipula una cámara que hay situada sobre un trípode.

“Esto es para Carlos.” Me dice, Me pongo nerviosa, pero lo cierto es que esa misma mañana, la fotografía que ha sacado se la ha enviado.

Se me queda mirando unos segundos. “Tienes algo que decirme?” Algo… joder…

“Tenía que recordarte que me tenías que castigar.” Digo al fin.

“Cuando tenías que hacerlo?”

“A la salida…”

“Lo has hecho?” Pregunta, yo niego con la cabeza.

“Porque te tenía que castigar?”

“Porque te he llamado cabrón… te he faltado al respeto.”

“Date la vuelta.” Doy la espalda a la cámara. Noto como Edu se acerca, sus manos en mi falda, la desabrocha, noto como cae a mis pies.

“Separa las piernas medio metro más o menos.” Lo hago, sintiéndome desnuda y expuesta. La cámara, está captando todo.

“inclínate tanto como puedas, trata de sujetar tus tobillos.”

Me considero bastante ágil, así que puedo hacerlo sin problemas, de pronto estoy mirando a Edu por entre mis propias piernas. Él está de pie, junto a la cámara. En su mano una especie de pala de madera.

“Cuatro por la falta de respeto. dos, por no recordarlo a tiempo. Además, hoy no te correrás, ¿entendido?”

“Si, Edu.”

Se acerca, su mano alcanza mi trasero y lo acaricia, luego, baja hasta mi sexo. Aún estoy excitada.

Edu agita la pala un par de veces, entonces, lo noto. Un golpe seco sobre mis nalgas. Mi tentación es saltar, pero me contengo.

“¿Los cuentas, por favor?”

“Uno…”

“Repite conmigo, Uno, Edu. Se que Carlos y tú no sois del rollo, ‘Si señor, Si mi Amo’ y tal, pero sí que espero que al menos uses mi nombre.”

“Uno, Edu.” Digo y tal y como lo digo, un segundo golpe impacta en mis posaderas.

Me cuesta más contenerme, duele. No es la primera vez que me azotan, Carlos lo ha hecho en algunas ocasiones, y muy en serio, pero ello no quita que duela.

“Dos, Edu.” Digo al fin. Y la pala impacta por tercera vez. Desde mi posición le veo a mi lado. También veo la cámara.

“Tres, Edu.”

Esta vez su mano alcanza mi culo, lo acaricia, como sintiendo el calor que debe emanar, luego, la dirige a mi sexo.

“Aún te excita esto?”

“N... ¿No sé, creo que no, me parece que es la situación? La cámara, tú… El castigo… duele... no me gusta.” Le digo tratando de que comprenda mi situación, ni yo lo entiendo. Lo que digo es cierto, no me gusta, los azotes duelen, ¿pero porque mi cuerpo reacciona como si le gustara?

Au!

“Cuatro Edu.”

Bien Cris, dos más.

"¡¡¡AU!!!"

“Cinco Edu.”

“Ahora cuando acabe el castigo no te moverás, te vas a quedar tal y como estás hasta que te ordene lo contrario, ¿entendido?”

Asiento. “Si, Edu.”

Y el último, el más fuerte, o eso me parece, hace que me levante de puntillas y apriete mis dientes con fuerza.

“6, Edu.” Cuento, y me quedo quieta. Él se mueve por la habitación, y finalmente vuelve a mi lado. “Ponte firme, manos a tu espalda.”

Lo hago, y acto seguido, noto algo en mis muñecas, parecen un par de esposas, y parecen de las buenas. Trato de mirarlo, pero está a mis espaldas. Coge la camiseta y pone la parte delantera sobre mi cara, no puedo ver más que siluetas.  Estira mi sujetador hacia arriba, y noto sus manos en mis tetas. Las soba y manipula.

Me hace caminar a ciegas. “De rodillas.” Me ordena. Y me dejo caer sobre las mismas.

Estoy super excitada, me siento indefensa, lo estoy, podría hacer lo que quisiera conmigo. Aparta un poco la camiseta, la noto enganchada bajo mi nariz, pero mi boca ha quedado libre. Su polla aprieta contra mis labios. Abro mi boca.

Sin manos carezco de control, Edu sujeta mi boca, mete y saca su polla a su gusto, si quiere que se la lama, me lo ordena, si quiere que chupe, solo tiene que volver a meterla dentro.

No es super violento, no es desagradable, pero tampoco agradable. Normalmente, al hacer una mamada tú tienes el control. Edu me lo ha quitado. No hay control por mi parte, y eso, al tiempo que da miedo, resulta excitante.

Noto que se va a correr, me preparo, pero justo entonces, la saca de mi boca, noto como la camiseta baja, descubriendo mi cabeza.

No tengo tiempo a reaccionar, ni siquiera he abierto los ojos cuando noto algo caliente en mi cara.

Se está corriendo, noto su esperma en mi frente, en mi nariz, en mi barbilla, no parece abundante, pero ahí está.

Abro los ojos, su mano aún está en mi pelo, ahí, frente a mi cara, está la cámara.

Tras unos segundos me ayuda a levantarme. “Estás bien?” Me pregunta, asiento, pero la verdad es que estoy un poco confundida.

Sitúa una silla en el centro de su cuarto, veo que hay una toalla sobre el asiento. Me sienta en ella. Aún tengo las manos a mi espalda, de modo que no estoy muy cómoda.

Oigo un ruidito, me giro y lo miro, en su mano, un vibrador, no tiene forma de pene, es tan solo un tubo que parece metálico, sé que vibra por el ruidito que hace.

“Recuerda, estás castigada sin correrte.” Me dice, al tiempo que se agacha a mi lado y aplica el aparatito sobre mí ya húmedo sexo.

Lo mantiene por fuera, aplicándolo sobre distintas zonas, incluso a ratos lo noto en mis pezones. Si miro a Edu lo veo con cara de concentración. Me recuerda a cuando Carlos juega a sus videojuegos, joder…. soy eso... un juguete.

La sensación comienza a ser inaguantable, noto la inminencia de un orgasmo.

“Edu... No podre agu…” Comienzo, y noto la maquinita justo sobre mi clítoris, es tan placentero que resulta hasta doloroso. Aprieto mis dientes.

“¿Decías?” me pregunta cuando lo retira.

“No podré aguantaaaa!” Otra vez. En cuanto lo aleja, mi cuerpo trata de seguirlo, lo busca.

“¿Sería muy cruel dejarte así, no crees? se me ocurre una cosa. Dejo que te corras hoy, a cambio del miércoles y viernes.”

Lo aplica muy brevemente, menos de un segundo, pero lo va moviendo, diferentes zonas cada vez.

Asiento. “Si, lo que sea… por favoooooo” Otra vez, directo en mi clítoris. No podré aguanta más. es cuestión de segundos.

“Porfa que?”

“P... Por favor, Edu…”

“No te oigo bien.”

“P... POR FAVOR. ¡¡¡EDU!!!”

“Ahhh vale.” Dice, y aplica de nuevo el aparatito. Esta vez, además, sus dedos se introducen en mí, estoy tan mojada que entran solos. Comienza a follarme con ellos, mientras el aparatito me arranca un orgasmo, de hecho, creo que más de uno.

Los siguientes segundos son confusos, no para, le noto dentro, y fuera, veo la cámara, oigo mis propios gemidos, pero parece que sean de otra.

No sé cuánto pasa, pero finalmente abro los ojos. Estoy sudorosa. Edu está frente a mí.

“Joder, ha sido precioso.” Me dice, parece sorprendido de lo que ha pasado. Yo lo estoy.

Me deja ahí, en la silla, mientras él se sienta en el sofá y coge un mando de videojuegos.

No me puedo creer que vaya a jugar. Lo observo, al rato me mira y sonríe. Se levanta. Coge el vibrador y lo introduce entre mis piernas. “Aprieta, y que no se caiga.”

Me corro otra vez antes de que se caiga al suelo. Abre sus pantalones, y de nuevo se saca la polla, está dura como una piedra.

“Mi turno.”

Así, sin manos, pongo las rodillas en el suelo y avanzo hacia él, luego, me inclino. Esta vez no sujeta mi cabeza, soy yo, la que he de moverme en todo momento. Tratar de mantenerla en mi boca mientras él juega a su videojuego.

No tarda mucho, no le culpo, a estas alturas yo dudo que tardase más que él. Esta vez sí que se corre en mi boca, luego, me quedo ahí, en silencio a sus pies.

No hablamos, y sé que pasa un buen rato, me va bien para pensar. Entonces, Edu mira su reloj.

“Date la vuelta.” Me ordena, y libera mis manos. Solo entonces me doy cuenta de lo dolorosas que están, debo haber forcejeado más de la cuenta, las miro y veo marcas coloradas, al menos supongo que se irán pronto.

“El baño está enfrente. Lávate un poco, que mi padre debe estar al caer.”

Aun llevo la ropa a medias, la camiseta y sujetador ahí, sobre mis tetas. Vaya pintas.

Recojo el resto de mi ropa y voy al baño, en el espejo puedo ver claramente la corrida de Edu. Me lavo la cara y manos con agua y jabón y luego, trato de arreglarme un poco el pelo, me pongo la falda y trato de ajustar la ropa lo mejor posible.

Estoy segura de que se me nota, cualquiera que me vea sabrá que me he estado corriendo toda la tarde como una loca. Sonrió.

Oigo voces fuera. Joder, muy tarde.

Con miedo abro la puerta. Allí veo a Edu hablando con un hombre. Lo reconozco como el hombre que lo lleva al instituto cada mañana.

“Cris, te presento a Roberto, mi padre.” Dice Edu en cuanto me ve. El hombre me mira durante un segundo.

“Encantado.” Dice mientras intercambiamos los dos besos de rigor.

“¿Papa, puedo coger el coche para acompañarla a su casa?”

“Si, Claro hijo.”

“Gracias!”

Edu ya está estirando de mi mano. “Adiós” Digo mientras nos alejamos. Edu coge unas llaves de un aparador y vamos al aparcamiento.

“Por los pelos…” Me dice mientras me guiña un ojo.

“La cámara?” Le pregunto. De pronto me viene a la cabeza, su padre entra, la ve allí, en el trípode, y decide ver lo que hay grabado.

“Ostia!” Dice mirándome serio. Justo entonces se empieza a partir el culo…

“¡Cab...” Mierda. Casi se me escapa. Creo que se ha dado cuenta, pero no dice nada. Siento que no he acabado de cagarla.

En el coche charlamos sobre el instituto. Me doy cuenta de que, pese a que mis sentimientos son diferentes que, con Carlos, estoy cómoda con él. Puedo hablar de otras cosas, no solo de sexo. Creo que eso es bueno.

Minutos más tarde me deja en casa y se marcha. Mi madre ya ha llegado, mi padre también. Están en la sala. Les doy dos besos a cada uno y les noto seguirme con la mirada mientras me dirijo a las escaleras.

“Habrán notado algo?”

Me doy una ducha. Anta el espejo, puedo ver aún que mi trasero sigue más bien colorado.

Luego, después de cenar y escribir mi diario. Me tiro en la cama completamente desnuda, y le envío un mensaje de buenas noches a Carlos, preguntándole, cuando puedo llamarle.

Es entonces cuando llaman a la puerta. Mi madre la abre tras un par de segundos, mientras yo me hecho la sábana por encima.

Ella le echa un vistazo a la habitación y luego se sienta a mi lado en la cama.

“Estás bien?” Me pregunta. Yo asiento.

“¿Si, por?”

Me mira fijamente. Sus dedos alcanzan mi collar, y rozan el triskel.

“Últimamente llegas tarde, y hoy, te ha traído un chico diferente, y…. Olías a Sexo... hasta tu padre se ha dado cuenta.”

Joder… Me quedo callada.

“Eres mayorcita, Cristina. Yo te llevé en su día para que comenzaras con la píldora. No es de nuestra incumbencia si tienes sexo o no, ni con quien decidas tenerlo, pero últimamente estás más callada, más distante, por eso, queremos saber si todo va bien. Eso es todo.”

“Si, mama, estoy bien.”

“Entonces con Carlos?” Pregunta. Lo conocen, claro, pero para ellos sería más bien mi pareja.

“No decías que no era de vuestra incumbencia?” Le digo, ella me mira de nuevo.

“Seguimos juntos.” Cedo al fin.

Joder, eso no se si la tranquiliza o no. Me mira con cara rara, y se queda pensativa unos minutos.

“Sea como sea, intenta ducharte antes de salir de donde quiera que estéis. ¿Vale? O al menos… un cepillito de dientes.”

“Tanto olía?” Pregunto avergonzada. Ella asiente. Mierda… Y si el padre de Edu también…

Se acerca a darme un beso de buenas noches. “Recuerda que, si necesitas hablar, de lo que sea, estamos para ti.”

“Gracias.” Digo pensativa. Luego se marcha.

Estoy medio dormida cuando recibo un mensaje de Carlos. Ya ha llegado a casa, le llamo y nos pasamos casi una hora larga al teléfono. El cabrón se ríe bastante al saber de la conversación con mi madre.

Martes

Me despierto desnuda y con mi mano en mi entrepierna. Joder, la charla con Carlos, explicarle todo lo que había pasado, me había puesto a 100 otra vez.

Voy un pelín tarde, así que me he de dar prisa para coger el bus y llegar a tiempo.

Durante el viaje, noto un par de chicos que me miran. sus caras me suenan, joder… de ayer. Estuve el viaje de vuelta con el chichi al aire.

Me observan durante todo el viaje, por suerte, hay siempre gente entre nosotros. En cuanto bajo, de nuevo escucho algún silbido.

Edu ya está allí esperándome. Se acerca, y sin mediar palabra, mete las manos bajo mi fada y me baja las bragas. Levántate bien la faldita y camina hasta donde siempre, allí, me esperas cara a la puerta.

“Buenos días a ti también.” Le digo con un poco de sarcasmo, pero obedezco.

Noto las bragas a medio muslo, levanto la falda hasta la cintura y allí la mantengo mientras camino.

Si miro atrás lo veo con el móvil. Joder, solo espero que lo guarde bien.

Veo como me sigue, estoy nerviosa, pero a esa hora aún no hay nadie, todavía no nos han pillado, tan solo puedo esperar que no sea la primera vez.

Llego a la puerta trasera, y me pongo contra la misma. Es una puerta metálica y fría al contacto. Edu llega unos segundos más tarde.

“Manos y cara contra la puerta, culo fuera.” Aún sigue con la cámara, obedezco, esta vez veo que saca un par de fotos antes de guardarlo en su bolsillo. Se acerca por la espalda.

Ufff. joder. Me da un par de palmadas en el culo. Una mano se mete bajo mi top y aparta el sujetador para amasar mi pecho. La otra, comienza a masturbarme directamente.

El frío metal contrasta con el calor de mi mejilla. Aprieto los dientes con más fuerza a medida que Edu aumenta la velocidad. Se apodera de uno de mis pezones y lo maltrata a conciencia, aprieta y estira, retuerce, da lo mismo. Nada evitará que me corra si sigue así.

Se oyen las primeras voces, un autobús, dejando a algunos estudiantes. Edu sigue a lo suyo, y yo sigo tratando de no gemir muy alto.

Su mano sigue, un par de dedos me follan, mientras el resto juega por fuera. Cada vez aprieto más mi cuerpo contra su mano.

“Me voy a correr.” Logro decir entre suspiros,

“Lo sé.” Me dice con condescendencia.

No tardo mucho más, segundos después exploto, mis uñas tratan de arañar la puerta de metal mientras todos mis otros músculos de contraen y relajan de manera espasmódica.

Edu afloja el ritmo, incluso después de que me haya corrido, sigue, lentamente, hasta que finalmente abandona mi sexo. Noto un dedo en mis labios, los rodea y acaricia suavemente, en mi nariz noto el aroma de mis propios fluidos.

“Muy bien, ahora vamos a arreglarte un poco.” Me dice a los pocos segundos, sus manos cogen mis bragas y las suben, no contento con ello, la palma se su mano las aprieta bien contra mi todavía, húmedo sexo. Fantástico… van a oler todo el día. Pienso. Obviamente es lo que Edu quiere.

Con calma, coloca bien la copa de mi sujetador y luego, el top por encima, finalmente me dice que le mire de frente.

“Relajada?” Me pregunta con sorna. Asiento con la cabeza, él saca un kleenex y lo usa para limpiar su mano, luego, juntos, nos dirigimos a la puerta principal.

Los besos de buenos días, resulta embarazoso, mis labios, mis flujos. ¿Con cada beso los estoy repartiendo, lo notaran?

No lo parece, no hay ninguna reacción diferente, pero nunca se sabe.

Al poco, mi móvil vibra. No me atrevo a abrirlo, no allí en medio, estoy bastante segura de saber lo que es.

Entramos en clase, quiero mirar el móvil, de pronto se me ocurre que quizás sea Carlos, quiero mirarlo, pero no puedo, si me pillan y me lo confiscan…. He de aguantar como sea.

Edu me mira de vez en cuando y sonríe, también noto otras miradas, normales, creo que la gente me mira casi por pasar el rato. No es que me moleste, pero a veces aún me sorprende.

Mi mente ya se va al día siguiente, cuando volveré a ir sin sujetador, y, si Edu insiste, con la camiseta amarilla. Ayer ya la eché a lavar, y supongo que hoy estará de nuevo en mi armario ya limpia y lista.

Muerdo el boli tratando de distraerme. Parece mentira, hace menos de una hora que me he corrido y ya estoy deseando más.

“Cristina?” Escucho de pronto. El profesor me mira, todos lo hacen.

“¿Cuándo despiertes, podrías venir a la pizarra y resolver el siguiente ejercicio?

Mierda, que me pasa… “S... Si, claro.” Respondo a la vez que me levanto, y voy a la pizarra.

Minutos después voy de vuelta a mi asiento. ‘¡Concéntrate, joder!’

La hora antes del almuerzo nos anuncian que en un par de semanas hemos de exponer nuestro primer trabajo en grupo.

Se trata de inventar un producto, una empresa ficticia y hacer una presentación como si buscáramos inversores.

Los grupos tienen que ser de cuatro personas como máximo, así que ya estoy de nuevo en el dilema.

La gracia es que cada uno de nosotros tendremos dinero ficticio, y podremos invertirlo en aquel negocio que más nos guste. De esa inversión saldrá el 50% de la nota, el resto, del profesor, como es normal, que valorará la presentación y los detalles técnicos.

Finalmente, a la hora del almuerzo, puedo ver mi WhatsApp, tal y como suponía, es el video y las fotos que ha sacado Edu por la mañana. No me puedo creer que haya caminado todo ese trecho enseñando el culo.

Cuando llego al Bar, Edu está allí, sonriente como siempre.

Ya con mi bocadillo, me siento.

“Edu, respecto al trabajo?”

“¿Qué pasa con el trabajo?” Pregunta, joder, a veces los tíos son tan….

“Que ¿si quieres que lo haga contigo, con que grupo?”

“Ah... si claro, hazlo con nosotros.”

“Seguro? no pareces muy convencido, y los chicos ya me han estado preguntando…”

“Si, seguro, por cierto, ¿cómo es tu casa?” Dice, con un cambio de tema radical.

“Joder... No se… bien, creo que está bien...”

“Tu cuarto? ¿puedes meter gente en tu cuarto?”

“Si, supongo que sí, claro, es bastante grande, tipo suite, hasta tengo baño propio.”

“Pero Carlos me dijo que no ha ido nunca?” Ostias, ha hablado con Carlos del tema. ¿Qué me estoy perdiendo??

“No… mis padres no me dejarían, no a solas con un chico.”

“Ya veo... “Se queda pensativo.

“Guardas juguetes?”

“Juguetes?”

“Si tonta, ya sabes, algún vibrador, alguna cosa que uses en tu cama, o algo que no quieras que tus padres vean.” Me insiste con un tono condescendiente. Joder, ya estamos con las preguntitas íntimas.

“Si, bueno, hay una caja en mi armario, allí guardo algunas cosas, la mayoría, las he comprado con Carlos. Hay unas esposas de esas de peluche, una venda, algún vibrador, incluso unas bolas chinas, pero no las hemos probado.”

Joder, ya estoy nerviosa otra vez, hablando de eso en público.

“Este jueves quedaremos para el trabajo en grupo, en tu casa a la salida de clase.”

“En mi casa?”

“Si, quiero ver tu cuarto, tu entorno, y un trabajo en grupo es una buena excusa, ¿no crees?”

“Si.... claro, supongo que no podrán negarse.” ¿Digo mientras pienso, y lo de los juguetes?

¿Que pretende hacer? Lo observo, pero tiene la misma sonrisa de siempre, ¿es esa su cara de póker?

“¿Has pensado ya lo de mañana, lo del top?”

“Pensar? creía que me lo habías ordenado.” Le respondo. “No sabía que tuviera opción.” Añado al fin.

“Si realmente, crees que será demasiado, buscaremos opciones. Haremos una cosa, esta noche pruébatelo y me envías foto. De hecho, envíame foto con más opciones, y ya puestos, los pijamas más sexys. ¿Haznos un pase de modelos por WhatsApp, de acuerdo?”

“Un pase de modelos… Vale.” Le digo mientras mi cabeza sigue pensando. Un apretón en mi muslo me despierta.

“Si, si, perdón, claro Edu, lo haré.”

“Bien, entonces Carlos y yo decidiremos tu modelito de mañana y nuestro pijama favorito.”

Edu investiga un poco más sobre mi casa, parece claro que quiere jugar allí. ¿No me parece mal, pero con los de la clase?

De todos modos, no le puedo sonsacar nada, y después del almuerzo, tengo que decirles a los chicos que no podré hacer el trabajo en grupo con ellos.

Me sabe mal, y creo que comienzan a sospechar que hay algo entre Edu y yo. No van desencaminados, claro, pero seguro que no imaginan lo que realmente hay.

De todos modos, los dos grupos se van fusionando lentamente, así que quizás el próximo trabajo sea una mezcla de ambos.

“Qué coño tramará Edu…”

A la salida, Edu me acompaña en Bus, esta vez, sin juegos me recuerda lo del pase de modelos, y que me da tiempo para ello. Los chicos del día antes y de esa misma mañana no están, supongo que hemos cogido el bus anterior o el posterior. Me tranquiliza un poco, me preocupaba encontrármelos cada día.

Ya en casa saludo a Marina, quien se queja por no haberme visto últimamente. Cierto, llego después de su marcha.

Aprovecho a comentarle que el jueves, traeré compañeros de clase a casa, especifico que es para un trabajo.

Me pregunta si querremos merienda. Me lo pienso. Por un lado, ya no somos críos, por otro… sus meriendas…. Finalmente le digo que vale, le doy un abrazo, un par de besos y subo a mi habitación.

En mi cuarto, me desnudo, y tras una ducha, comienzo a probarme ropa. Primero, el Top que quería Edu.

Tal y como sospechaba, se intuyen las tetas, y no solo por la forma, debajo del tono chillón se percibe el color de mi piel. Me saco una foto frente al espejo, y paso a otro top.

Este es negro, mi collar blanco, resalta mucho en el negro. Me gusta. También me gusta cómo me quedan las tetas, marcando, pero no se ve nada. No sé si les gustará a ellos.

Una camiseta algo vieja, es de mi grupo favorito de hace años, es holgada, y tiene alguna rotura de cuando estaba de moda ese rollo. Directamente no me gusta cómo me queda, así que la descarto.

Encuentro algo que no recordaba. Una camiseta de esas abiertas por los lados, casi abierta, lleva un par de tiras que sujetan la parte de delante y la de atrás. Me la pongo, y me miro de perfil

Me muevo y me aguanto.

Se ve claro que no hay sujetador. El cuello es holgado, y los laterales también, según me mueva, creo que se puede llegar a ver teta, pero de algún modo, lo veo bastante seguro de llevar.

Me gusta.

Obviamente me esmero con esas fotos, quiero llevar eso, de modo, que me aseguro de que se vea bien atrevido.

Luego algunas blusas, más o menos transparentes. Hay una que me gusta cómo queda.

Bastante transparente, salvo la zona tetil. Puedo desabrochar un par de botones, lo que deja un buen escote, pero aún creo que ocultaría casi todo. Depende de mis movimientos.

Tendré que estar todo el día pendiente.

Envío las primeras fotos. Edu me levanta el pulgar, y Carlos no dice ni pio, sé que lo verá más tarde.

Luego los pijamas. No tengo gran cosa, pero comienzo con los veraniegos, y luego paso a los más calentitos. En este caso son fotos de cuerpo entero, y juego un poco con las poses, botones, bajo un poquito el pantalón en esta o en aquella.

Mientras me saco fotos, veo que algunos que nunca me habían parecido sexys, lo son. Supongo que depende de la intención con que los vistas.

Cuando miro el móvil para subir las fotos de los pijamas, ya veo la votación de Edu sobre los tops. Dice que la da el voto final a Carlos, pero en su opinión:

Su favorito es el de la apertura lateral. ‘Bien’ luego la blusa semi transparente, y en tercer lugar el top que había elegido el. El cuarto lugar es el top negro.

Coincidimos bastante, cosa que me sorprende, o quizás es la intención que le he puesto a las fotos lo que las ha hecho más interesantes.

Sea como sea, está en las manos de Carlos. Envío las de los pijamas y me pongo a hacer deberes.

Voy revisando mi móvil cada poco, y no puedo evitar acabar viendo las fotos y videos que ha ido enviando Edu. De la cámara de su casa, no hay nada. ¿Lo habrá visto Carlos ya? Yo ya le dije que se había grabado, tanto por teléfono como en mi diario.

¿Qué pasaría si algo de eso cayera en malas manos? Por suerte, creo que puedo confiar en Edu, de algún modo, sabe lo que se hace, además, me escucha, aunque no lo parezca.

Mi queja sobre el top. En aquel momento me hizo callar, pero la ha tenido en cuenta finalmente.

Me doy cuenta de que no se la he chupado en todo el día, pero él, sí que ha hecho que me corra. Joder… ya estoy mojada de nuevo…

Bajo a cenar en pijama, cenamos como de costumbre en familia, mama me mira de vez en cuando, sabe que algo pasa, pero no quiere presionar. Me pregunto cómo reaccionaría.

‘Mama, soy sumisa de dos chicos, ya sabes, Carlos, el chulito que ya no te gustaba cuando pensabas que era mi novio, y Edu, el calladito de la clase que me pone a 100 con sus jueguecitos. También soy su juguete sexual, me han follado a dúo una vez, y estoy deseando que lo vuelva a hacer.’

Si, sería curioso ver su reacción, y la de papá, incluso la de Oscar, el estirado de mi hermano mayor.

Me sorprendo con una sonrisa en la boca. ‘Joder, que guarra soy…’

Esa noche, Carlos me llama, estamos un buen rato hablando, me da su voto en persona. Coincide con Edu. Le comento las preguntas sobre mi casa y mi cuarto, Carlos me dice que no me preocupe tanto, que me deje llevar.

Eso quiere decir, o al menos quiero pensar que Carlos está al tanto de los planes de Edu. Me tranquiliza en cierta manera.

Nos masturbamos por teléfono antes de dormir. Hasta el sábado no lo veré.