El provisionista

A la ciudad de Santo Domingo llega un barco con problemas. Su provisionista aprovecha la instancia para cargar víveres y ahí conocerá a una mulata que le enseñará algo más que la ciudad.

Era una mañana de un día cualquiera de invierno, la lluvia estaba siendo especialmente intensa sobre la ciudad de Santo Domingo. Ese día entró en el puerto viejo de la ciudad un barco mercante, tenía una avería en su sistema de navegación y esperaban que embarcase un operario del servicio técnico para solventarlo.

Una vez amarrados en puerto el provisionista decidió salir a dar una vuelta a conocer la ciudad, aprovechando la estancia que se suponía iba a ser de un día solo. Esa mañana el sol parecía querer dar una tregua y regalaba unos rayos cálidos que invitaban a los ciudadanos a pasear. Antonio que así se llamaba el provisionista decidió comprar algunos artículos típicos como regalo para su familia, era un hombre soltero que vivía solo en su casa en España pero estaba muy unido a su familia. Compró varias figuras de los taínos, un par de botellas de ron artesano y unos juguetes para los sobrinos. Tras dar varias vueltas y disfrutar de una agradable jornada de visita se dirigió al buque a ver como estaba la situación.

En el barco había nerviosismo entre la dotación, el capitán y el oficial de navegación parecían enfadados con el sistema de navegación, pues la avería resultaba ser mas seria de lo esperado. El ingeniero que estuvo valorando la avería les dio un tiempo estimado de tres días para solventar el problema. El capitán del barco habló con Antonio y le pidió que hiciera las provisiones en Santo Domingo en vez de en Río de Janeiro, el siguiente puerto al que iban, de esta manera aprovecharía la estancia y así se ahorraría el tiempo de carga de víveres en el puerto brasileño.

-         Antonio ya se que es algo muy precipitado pero necesito que sea la carga de víveres en este puerto, vamos muy justo de tiempo y así nos ahorramos hacer víveres en Río, de esta manera recortamos algo de tiempo.

-         De acuerdo, me costará un poco pero en tres días supongo que tendremos todo lo necesario para víveres y repuestos.

-         No supongas, consíguelo, mira por el lado bueno, hablamos el mismo idioma que la gente de este país y eso es una ventaja a la hora de hacer negocios.

-         Hombre, eso sí pero bueno, voy a ver el libro de cuentas y a ver cuanto capital disponemos para carga de víveres. Voy a ir a la zona comercial para ver precios y ya mañana hago el listado con todo lo necesario y el gasto que vamos a hacer.

-         Haz lo que veas necesario pero consigue que salgamos ya cargados de todo y así no perdemos el tiempo en Río.

El trabajo que se le presentaba a Antonio no era fácil precisamente, pero era su trabajo y sabía como hacerlo, para eso le pagaban pues era el provisionista de a bordo y se encargaba de llevar las cuentas al día y de que no faltase nada, comida para la dotación, repuestos, pertrechos, etc. Decidió ir a la zona comercial de Santo Domingo para buscar alguna empresa donde alguien le pudiera aconsejar sobre dónde y a quien comprar todo lo necesario. Llegó a una plaza donde había bastantes edificios empresariales, supuso que ahí vería lo que buscaba pero antes paró a tomar un refrigerio, no estaba acostumbrado al clima tropical y estaba un poco agobiado. Allí en la cafetería, sentada en la terraza, vio una mujer sola con un vestido ceñido que le llegaba a las rodillas. El vestido era negro y con un escote que, aunque enseñaba poco, insinuaba bastante. La mujer era mulata, morena de pelo largo y con una sonrisa permanente, Antonio se acercó a ella pues tenía apariencia de ser una mujer de negocios por la forma en que iba vestida.

-         Hola, supongo que eres de aquí, verdad?

-         Hola supones bien, en tu caso no hace falta suponer que no eres de aquí, tu color de piel y acento español te delata, espero que no seas el típico turista con ganas de ligar y luego marcharse.

-         Vaya pareces una mujer de carácter, pues si, soy español pero no soy turista, soy provisionista de un buque mercante. Hemos amarrado en el muelle viejo por una avería en nuestro sistema de navegación, vamos a estar aquí tres días y necesito comprar víveres y provisiones para la navegación. No estaba previsto pero esta avería nos retrasará y si compro los víveres ahora aprovechando el tiempo de reparación, ahorraremos el tiempo que teníamos programado para hacer esto mismo pero en el próximo puerto.

-         Pues mas o menos has dado con la persona ideal, me llamo Esmeralda y trabajo para una empresa de organización de eventos, soy la encargada del área de atención directa, nosotros nos encargamos de coordinar distintas empresas para crear los eventos que nos soliciten, así que conozco bastantes empresas que te puedan servir de ayuda. Por cierto no me has dicho como te llamas.

-         Perdona, me llamo Antonio y te estaría agradecido si me ayudas, es más estaré dispuesto a pagarte por la jornada de trabajo que vas a echar ayudándome.

Esmeralda le dedicó a Antonio una sonrisa pícara y le acompañó a tomar el refrigerio mientras éste le explicaba todo lo que necesitaba. Le comentó que primero quería hacer una valoración inicial, saber los precios de los distintos productos de alimentación, ver donde podía comprar algunos pertrechos para el barco y un par de piezas de repuesto que el oficial de máquinas le había encargado. Esmeralda sacó su teléfono y llamó a un par de personas para preguntarle por las piezas de repuesto, no le supuso un problema dar con quien se las podía suministrar. Al cabo de media hora ya tenía todo atado, los mayoristas de alimentación, los almacenes de pertrechos y  los proveedores de repuestos. Antonio se sorprendió de la velocidad con la que había organizado todo Esmeralda, se notaba que su trabajo era organizar eventos pues en media hora había solucionado lo que esperaba tardar todo el día. Terminaron lo que estaban tomando y se dirigieron a los grandes almacenes del mayorista de alimentación. Esmeralda lo llevó en su coche, un Lexus negro impecable y perfectamente cuidado. Llegaron en unos quince minutos, Antonio se sorprendió pues los precios eran mas económicos de lo que se esperaba, de esta manera se podría permitir el comprar algunas provisiones extras y darle una alegría a la dotación del barco. Una vez visto todo y anotada la lista de precios de todo lo que iba a comprar, le dijo a Esmeralda que necesitaba ir al barco a hacer la valoración en el libro de cuentas, su nueva amiga le llevó hasta el barco mientras hablaban de cómo era la vida en alta mar. A Esmeralda le atraía todo eso pues cuando era niña, su padre era pescador y pasaba muchos días a la semana en el mar y le contaba historias a su llegada a puerto, algunas eran ciertas otras las exageraba para darle mas emoción, pero eso le daba igual, Esmeralda siempre fue una niña apasionada por el mar y le atraía la vida a bordo.

Antonio, que a lo largo del día se estaba sintiendo cada vez más seducido por la piel canela de Esmeralda, le preguntó si estaba interesada en visitar el barco, así le enseñaría donde trabajaba y la invitaría a tomar algo en su camarote como muestra de agradecimiento. Esmeralda le miró de reojo para no perder la vista de la carretera y de nuevo con su seductora sonrisa de pícara le dijo que estaba encantada de subir a bordo. Antonio sonrió pues Esmeralda le acarició la pierna mientras le decía que también estaría encantada de tomarse esa copa en su camarote. Aquello parecía que iba a ser algo bueno para Antonio, no sólo Esmeralda le había solucionado el problema de aprovisionar el buque, también se mostraba dispuesta a pasar un buen rato con él.

Una vez llegados al puerto viejo subieron a bordo, Antonio acompañó a Esmeralda a subir al puente de mando, así se enteraba en qué condiciones andaba el sistema de navegación y de paso le daba las novedades al capitán.

-         ¿Permiso capitán, cómo va todo?

-         Pues aquí anda este hombre peleando con el sistema, parece ser que mañana por la noche ya estará operativo al cien por cien, y tu qué, ¿pudiste conseguir algo de aprovisionamiento?

-         Pues algo no, lo he conseguido todo, la comida, los pertrechos y los repuestos que me pidió el oficial de máquinas, aunque no he sido yo quien lo hizo, mi amiga Esmeralda aquí presente es organizadora de eventos y en media hora me solucionó la papeleta.

El capitán miró a Esmeralda sorprendido, primero por su apariencia física pues era muna mujer bastante guapa y atractiva y su pelo negro azabache junto con su piel canela le daba ese toque de belleza tropical capaz de atraer a cualquier mortal. Le dedicó a Antonio una sonrisa de complicidad pues se suponía que la nueva amiga no sólo le iba a arreglar a Antonio el problema del aprovisionamiento, también le daría una alegría. Se dirigió a Esmeralda en un tono más serio para darle las gracias

-         Bueno, como capitán de este buque te doy las gracias, supongo que habrás trabajado para organizar las fiestas de algunos cruceros pero lo nuestro es cargar aquí para llevar allí. Me alegro que Antonio te haya conocido pues nos has ayudado mucho así que te mereces que Antonio te invite a tomar algo, ya aviso al cocinero para que os lleve al camarote algo de beber y un aperitivo. Muchas gracias otra vez.

-         Con su permiso capitán.

Se despidieron con un gesto cómplice entre el capitán y el provisionista, bajaron dos cubiertas hasta llegar a la zona donde estaban los camarotes de oficiales, ahí tenía Antonio el suyo. Al entrar Esmeralda se sorprendió de lo ordenado que estaba todo, se esperaba que Antonio fuera un poco desordenado, el camarote estaba forrado de un papel de imitación a la madera, su camarote era un habitáculo de unos cuatro metros de largo por tres de ancho, en el había una cama, un escritorio con un ordenador done hacía sus cuentas, un armario de dos puertas donde guarda su ropa y dos estanterías llenas de carpetas con toda la documentación de las cuentas económicas del barco. También contaba el habitáculo con un pequeño aseo de dos metros por uno y medio. A esmeralda le gustaba aquello, era muy pequeño pero acogedor, se sentó en la cama y se quitó la chaqueta para estar mas cómoda. A los cinco minutos llamaron a la puerta del camarote, era el ayudante de cocina que llevaba una bandeja con una jarra de té frío, un par de platos con aperitivos y una botella de vino tinto deLa Riojagran reserva, obsequio del capitán para la amiga del provisionista. El pinche sirvió los vasos de té, los dejó en la mesilla auxiliar y se retiró dedicando una sonrisa a Antonio que devolviendo la sonrisa tomó uno de los vasos para dárselo a Esmeralda, ya sin la chaquetilla que tenía encima del vestido y con sus hombros al aire, Antonio se quedó un rato mirándola y ella le clavó sus ojos negros, parecía que se había parado el tiempo, se acercó a ella para darle el vaso y Esmeralda se levantó. No le dio tiempo a darle las gracias otra vez cuando Esmeralda le quitó el vaso de la mano y lo puso en la mesa para luego agarrarse a su cuello y darle un largo beso en la boca.

Antonio esperaba eso y lo deseaba al igual que ella, mientras la besaba comenzó a desabrocharle el vestido poco a poco a la vez que las manos de ella le quitaban el cinturón. Esmeralda dio dos pasos hacia atrás lentamente con el cinturón de Antonio en las manos, su vestido estaba desabrochado y en la apertura asomaba un sujetador azul de encaje que mantenía sus pechos perfectamente alzados, con un movimiento de manos separó los hombros del vestido para que cayera a sus pies y quedara la imagen de ella únicamente en ropa interior. Su sujetador azul iba acompañado de un tanga del mismo color, la imagen de esa mulata con su tanga y su sujetador azul era asombrosa y podía hipnotizar a cualquier ser humano, su figura era inmejorable, sus curvas de piel canela parecían ser talladas por el mejor escultor de cuerpos, su pelo negro le caía la mitad por un lado y sus ojos, negros como el espacio infinito, se centraron en Antonio, el cual con una sonrisa le hizo un gesto para que diese una vuelta y se mostrase entera. Esmeralda lo comprendió y como si estuviese bailando empezó a girar sobre si misma poco a poco para enseñarle a su amante aquella belleza de culo que tenía. Unas nalgas bien apretadas y redondas se movían con un ritmo sensual invitando al provisionista a gozar con la mirada. Antonio se acercó por detrás y agarró la cadera de Esmeralda, pero ella seguía con sus movimientos sensuales. Las nalgas de color canela bailaban entre las piernas de Antonio, poco a poco bajo sus pantalones un bulto empezó a crecer hasta hacer que la bella bailarina notase que había un instrumento para jugar. Esmeralda apretó su culo contra Antonio y bajó sus manos hasta desabrocharle el pantalón, bajo aquella prenda había un miembro deseando jugar con Esmeralda y ella lo sabía, pero ella iba a jugar con el también. Se dio media vuelta y lo miró fijamente, pudo ver en sus ojos el deseo de seguir gozando como hasta ahora, aquello no hacía nada mas que empezar. Antonio se apoderó de los pechos de ella, quería tocarlos y saborear esa piel de cobre, le desabrochó el sujetador y dejó que cayera entre ellos, sus pechos, firmes y redondos, le apuntaban mientras las manos de ella desabrochaban su camisa. La ropa de Antonio fue cayendo poco a poco mientras este disfrutaba masajeando los pechos a su amiga mulata, su camisa ya estaba en el suelo, sus pantalones ya no los tenía puesto, los boxer era la única prenda que le quedaba y Esmeralda no quería esperar mucho tiempo mas para quitárselo. Las manos de ella empezaron a tirar poco a poco para debajo de la única prenda que le quedaba a Antonio, en pocos segundos dejó al aire un miembro que demostraba con su dureza las ganas de fiesta que tenía, se sentó en la cama y le hizo gestos para que se acercase, Antonio iba a tener una sesión de sexo oral como nunca antes la hubiera tenido.

Sentada en la cama tenia justo la boca a la altura del miembro de su amante, lo agarró suavemente con una mano y empezó a masajearlo suavemente, con la lengua lamió un poco el glande para lubricarlo y seguir brindando esa suave paja que estaba provocando un enorme placer a su amigo. Tras unos minutos de una agradable masturbación, la boca de ella se fue apoderando poco a poco del miembro, sus labios carnosos besaron la punta y se fueron abriendo para ir dejando paso, dentro de su boca la lengua de ella hacía un suave movimiento por todo el pene, lo volvió a sacar suavemente mientras recorría con sus labios todo el miembro, la mano de ella seguía masturbando y su lengua acompañaba con caricias, volvió a introducírselo en la boca pero esta vez un poco mas rápido, su lengua repetía el mismo gesto de bienvenida cada vez mas rápido, una y otra vez entraba en su boca el pene, acariciado por su lengua dentro de ella y masajeado por su mano fuera. El placer que eso le producía a Antonio era enorme, sus manos se encontraban acariciando la cara de ella, estaba de tal manera que no podía hacer otra cosa más que disfrutar y darle caricias en la cara. La cabeza de Esmeralda se movía cada vez mas rápido, los movimientos de su lengua eran más fuertes y su mano se movía de manera más enérgica, todo giraba en torno al pene de Antonio y el, que no podía aguantar más tanto placer, comenzó a descargar el contenido de sus huevos dentro de la boca de Esmeralda, que parecía no querer perder ni una gota. Los gestos de ambos bajaron el ritmo, el placer era el máximo nivel que había alcanzado pero eso no era mas que el entrante a lo que les esperaba esa noche que acababa de empezar. El placer de esa mamada fue enorme para Antonio, que tomó un trago de ese té con hielo que tenía en la jarra, Esmeralda también bebió de su vaso y miró a Antonio con una cara de felicidad, sabía que lo había hecho gozar y eso a ella le gustaba. Dejó el vaso en la mesilla de nuevo y se levantó cuando Antonio le tendió la mano. Los pechos de ella brillaban por el sudor que había empezado a brotar de esa piel mulata color canela, la habitación había subido unos grados de temperatura. La abrazó y le dio otro beso en la boca, luego la giró y puso de nuevo sus nalgas contra su pene, aún tenía su tanga puesto, poco a poco empezó a moverse sensualmente mientras las manos de su hombre se apoderaban de sus pechos. Cada mano era dueña de uno de sus pechos, que no paraban de ser masajeados, poco a poco la mano derecha de Antonio fue bajando hasta colarse debajo del tanga, la mano izquierda seguía adueñada de sus pechos y su pene bailaba entre las nalgas al rimo de su cintura, el cuerpo de Esmeralda se empezaba a convertir en un manantial de placer. Antonio con su mano derecha empezó a acariciar los labios de su vagina, notaba como estaba de húmeda y no le costó nada penetrar su dedo corazón para empezar a hacer un movimiento de muñeca que hacía que Esmeralda se moviese cada vez con mas placer, la respiración de ella dejó de ser una respiración normal para convertirse poco a poco en una respiración acelerada. Al dedo corazón que estaba penetrándola se unió el anular, aquello aumentó el ritmo de respiración pues cada movimiento de muñeca le provocaba una nueva oleada de placer, aquel hombre se había apoderado de su cuerpo, con su mano derecha la penetraba una y otra vez en un movimiento circular de su muñeca , con la otra mano no dejaba de masajearle los pechos y pellizcarle los pezones, su pene bailaba entre las nalgas de ella y su boca bajó hasta su cuello parando en la oreja y luego otra vez al cuello. Todo aquello le estaba provocando un enorme placer, poco a poco el tanga de ella fue bajando entre sus piernas, la mano penetradora de Antonio no dejaba de moverse y la cadera de Esmeralda cada vez se movía mas rápido. El tanga llegó al suelo, ya nadie tenía ninguna prenda puesta. La situación en la que se encontraba la mujer era de lo más placentera para ella, a todo eso se le sumaba el pene de Antonio, que ya no encontraba el impedimento del hilo del tanga y de vez en cuando asomaba por su ano dando una dosis mas de placer. El cuerpo de Esmeralda se fue acelerando, su respiración se convirtió en un jadeo, la mano de Antonio la penetraba una y otra vez con sus dedos, cada vez mas rápido, su pene bailaba entre las nalgas y de vez en cuando asomaba la punta por su ano. El jadeo empezó a convertirse en pequeños gritos de placer, su cuerpo empezó a convulsionar, cuando no pudo más, de su vagina empezó a brotar el flujo del placer obtenido, la mano de Antonio no paraba, parecía que quería exprimirle todo el líquido de su gozo.

Al cabo de un minuto el cuerpo de Esmeralda dejó de moverse tan agitadamente, su respiración poco a poco fue cobrando el ritmo normal, estaba agotada, cayó rendida en la cama con una enorme sonrisa de placer. Estaba cansada y cerró los ojos unos momentos…..

Se había quedado dormida un par de horas, abrió los ojos y vio que Antonio estaba acostado junto a ella, la estaba abrazando. La estrechez de la cama hacía que sus cuerpos estuvieran pegados, esa sensación le gustaba. Le vino a la mente de nuevo la sensación de placer que tuvo mientras Antonio la masturbaba a la vez que le rozaba el ano con su miembro. Aquel recuerdo la hizo excitarse nuevamente, era hora de un segundo asalto.

Agarró el pene de Antonio con suavidad, estaba flácido y había que animarlo. Poco a poco comenzó a masajearlo con suavidad, Antonio empezó a despertarse, la miró y le dedicó una sonrisa. Poco a poco el pene fue tomando la forma deseada por esmeralda, que no dudó en bajar la cabeza para poder lubricarlo con su lengua. Cuando la erección de Antonio llegó al punto máximo lo colocó entre sus pechos, masturbándole con suavidad y provocando unos gemidos de placer en su querido amigo.

El pene estaba en su punto, lo quería sentir dentro, poco a poco fue trepando por su cuerpo recorriendo con la punta de la lengua cada centímetro de su cuerpo, desde su pene hasta su boca. Se encontraba con su vagina sobre su pene, comenzó a mover sus caderas, tenía el pene en posición horizontal entre sus labios vaginales, le estaba haciendo una paja con sus labios. Cuando se paró levantó un poco la cadera y tomó el miembro con su mano, colocó la punta entre sus labios. Poco a poco fue bajando su cadera mientras el pene se iba perdiendo dentro de ella, con suaves movimientos y pequeños gemidos de placer. Su cuerpo se asentó sobre Antonio, que entre sus manos tenía sus nalgas, el movimiento de Esmeralda empezó suave, con una mirada de deseo entre ambos, moviendo sus caderas para adelante y para atrás, poco a poco, acompañada por las manos de Antonio, que un rato estaba con su culo y otro rato con sus pechos. Los movimientos de Esmeralda hacían que dentro de ella el pene de Antonio tocase las paredes vaginales, sus movimientos para adelante y para atrás, de vez en cuando para arriba y para abajo, poco a poco iban subiendo el ritmo, el movimiento del pene dentro de ella la hacía gozar, se movía cada vez más rápido cabalgando a su compañero como si fuese un potro salvaje. La respiración se convirtió en gemidos, los cuerpos empezaron a brillar poco a poco conforme el sudor iba brotando. Cada vez el ritmo del sexo se aceleraba, las penetraciones se sucedían una y otra vez, el movimiento de Esmeralda se convirtió en algo salvaje, los gemidos pasaron a ser gritos, los movimientos más agresivos, las penetraciones más duras, el placer mas agudo……

Los dos amantes llegaron al clímax a la vez, se sumieron en un retorcido grito de placer, se abrazaron, los cuerpos se convirtieron en uno sólo que gozaba al unísono, Antonio no podía aguantar mas, sus genitales comenzaron a descargar todo su contenido dentro de Esmeralda, que al notar esa sensación rompió en un orgasmo, agarrando todavía con más fuerza a su penetrador en una oleada de movimientos convulsos.

Todo llegó a la calma, estaban agotados y se tumbaron un rato, volvieron a quedarse dormidos.

Eran las siete de la mañana cuando Esmeralda vio su reloj, se fue a la ducha  y se aseó un poco, se vistió y despertó a Antonio, tenía que ir a trabajar y se quería despedir de el.

-         Me tengo que ir a trabajar, he pasado una gran noche contigo, muchas gracias.

-         Gracias a ti, nunca he gozado tanto como contigo, nos vamos mañana por la mañana, si quieres nos podemos ver esta noche.

-         No te prometo nada, eso depende de mi trabajo.

Se terminó de arreglar el pelo y salió perfectamente arreglada. En el muelle, junto a las escalas de salida estaba el capitán fumando un cigarro, sonrió al verla y ella le devolvió la sonrisa. Se alejó poco a poco hasta llegar a su coche, cuando desapareció en la carretera, el capitán dijo a un oficial riendo:

  • Creo que la vamos a volver a ver.