El profesor y el potro
Una sensual historia de amor entre dos hombres maduros y solitarios, un profesor y un sensual mozo de café.
Había terminado de tomar exámenes en una universidad privada, y crucé hasta una calle donde había un complejo de cines y lugares de comida rápida. En la esquina estaban parados algunos de mis alumnos y preferí pasar de largo sin saludarles, no por antipático sino para que no me invitaran a una de esas despedidas de curso , que me dejaban triste y vacío.
Entre a la primera cafetería disponible, y allí me atendió un mozo alto y entrado en carnes. Pedí algo liviano y el hombre desapareció por un instante para hacer mi pedido. Entonces reparé en otro mozo, que atendía mesas cercanas y que me miraba en forma intermitente. Aunque yo trataba de evitar que mis ojos se cruzaran con los suyos, pude ver que sería de unos 45 años (nueve menos que yo), rubio con canas brillantes, ojos verdes, cutis bronceado, labios carnosos , piel brillante, mediría 1,78 y estaba bien formado.
Mientras esperaba me trajeran lo pedido, el mozo me seguía mirando y nuestras miradas se cruzaron varias veces. Las suyas no eran miradas de curiosidad, o casuales, eran miradas intencionadas que parecían hablar cuando se dirigían a mi. El iba y volvía llevando sus pedidos , y cada vez que podía me observaba, buscando mis ojos, miraba. Eso me ponía incómodo, o mejor dicho me inquietaba. El tipo me gustaba a rabiar.
El mozo gordito que atendía mi mesa trajo mi pedido, y tras una cortesía se fue. Mientras comía, el otro mozo , el de las miradas, pasaba a cada rato al lado mío, y terminamos por mirarnos con ese interés típico de dos hombres calientes. En todos los casos yo era discreto, y trataba de desviar mi vista de ese macho tan masculino que me atraía tanto., de no mirar sus piernas, su culo , el bulto disimulado por su pantalón negro.
Terminé de comer, y me dirigí al baño. Estaba orinando cuando vi al mozo entrar, nos miramos , me puse muy nervioso y el sacó su sexo y comenzó a echar un chorro de orin fuerte. Meaba con ganas, como gozando de ese instante. . Aunque yo había terminado me quede allí como paralizado y el advirtiéndolo, sacudió su pija un par de veces y cuando terminó se quedó con su enorme pija en la mano, para que yo no me perdiera detalle de su miembro venoso, grueso , y semi erecto. Sus ojos verdes, apasionados, vidriosos y húmedos bajaron de mis ojos a su pija y esta comenzó a moverse, palpitando atrevida y desafiante.
Caliente y sofocado , abroché mi bragueta y sin lavarme las manos , salí del baño no sin antes mirar por el espejo al mozo, que seguía con su enorme pija entre las manos, y sonreía con aire sobrador. Después me sentí muy estúpido por haber huído , pero no me gustaba exponerme en baños públicos.
Volví a ir a la cafetería una semana después y me atendió el mismo mozo del primer día, el gordo y alto. Siempre lo veía al otro, con su pelo brillante, sus ojos verdes y ese cuerpo esbelto y armonioso. El me miraba pero parecía que hubiera perdido interés. En una oportunidad, fui al lugar y me atendio el gordo. Su compañero, el extraño objeto de mi deseo, no había venido a trabajar ese día.. Sin que yo dijera nada, el gordo me dijo que su colega estaba con gripe. Ni que supiera lo que había estado pasando entre nosotros..... Sentí mas confusión y vergüenza. Un tipo serio, formal , y grande de edad como yo, demostrando tanto interés en otro tipo maduro, mozo de café.
Días después fui de nuevo y como no veía a " El potro" como lo llamaba en mis largas pajas en su honor, me senté en la barra, hasta que se apareció de pronto y me miró y me digo hola. Hola le dije. Ahora atendía la barra, por lo que le pedí un café. Llovía y en el local no quedaba un alma. Preparó un café expreso y me lo trajo. Me miraba pero ahora , como si la lluvia y la inexistencia de testigos le dieran coraje, comenzó a hablar. Me habló de que había estado con gripe, que lo había dejado muy mal, que vivía solo , que no tenía quien lo cuidara, que el clima no lo favorecía. Supe que era uruguayo, divorciado sin hijos, 47 años, que hacía diez años vivía en Buenos Aires en un departamento muy pequeño que le alquilaba una señora mayor cuyo marido tenía Parkinson. Yo le seguía la conversación y en un momento el se sirvió un whisky y me invitó a tomar un trago con el. Lo hice. No tenía nada que perder. Me miraba con interés, pero no era la mirada de aquella noche en el baño donde se había exhibido ante mi.
Le conté algo de mi vida, y cuando pretendí pagar , me tocó la mano y me dijo que corría por cuenta de la casa. Su mano era caliente, mas grande que la mia , de dedos largos, sus brazos peluditos. Yo estaba super excitado, temblando erecto y con el glande mojado . Me volvió a mirar a los ojos y me dijo, que estaba caliente conmigo desde la noche del baño, que yo le gustaba y que comprendía que me hubiera asustado, que se arrependía de haber sido tan obvio , pero que sabía que yo lo había venido a buscar otras veces y que éramos grandes, para jugar a las escondidas, y que terminó con una frase que me desarmó: "Veni a dormir conmigo aunque sea sólo dormir....... Estoy solito, papi...... me llamo Andrés. , Cesar le dije " .
Más tarde, cuando salimos del negocio juntos, caminamos bajo la lluvia , sentí su olor, su colonia, el calor de su cuerpo y eso me dio tranquilidad, parecía conocerlo de años.
Abrió la puerta de su departamento y confirmé que era un lugar chico pero estaba milagrosamente ordenado, me di vuelta y el abrió sus brazos y nos besamos. Un beso húmedo largo, un beso caliente de dos hombres maduros. Nos abrazamos. Abrió un divan cama de dos plazas, y comenzó a desnudarme mientras me besaba apasionadamente, acaricié su cuello, su pecho, su vientre hasta que llegué a su sexo, y apreté su pija hermosa , a través del boxer , se la acaricié con pasión, sintiendo su peso su contundencia , su fuerza. El empezó a tocarme el culo , despertando todos mis deseos reprimidos.
Se desnudó y vi recién en ese momento , el tamaño de la pija de Andrés: era enorme gruesa, con huevos grandes, enmarcado por una mata de pelos. Sus piernas eran hermosas , pues había sido ciclista en su juventud. El pecho no era muy desarrollado pero sus tetillas eran rosadas y hermosas, listas para ser chupadas.
Nos besamos con locura, yo parecía una perra en celo, apretándome a su cuerpo peludo y el respondía gimiendo , y su gemir era como el llanto de alguien desesperado por encontrar afecto. Sus caricias eran muy sensuales y me calentaban aún mas. Tomé esa verga deliciosa y la besé , la chupé, la lami, Se puso un forro, y segui chupando desesperado. ¡¡ Qué poronga hermosa, que huevos, que macho lindo era Andrés !!. Bombeaba en mi boca como si fuera una concha, realmente me cogía la boca. Yo me metia su pija hasta el fondo de la garganta y gemía de placer. El era de esos tipos que hablan durante el sexo y que te excitan aún mas: decía cosas como : , Si mi putito chupe toda mi lechita, asi mi amor , que bien que chupas guacho., asi con toda la lenguita , ahhhh me muero, asi segui mi puta , ahhhh me volvés loco bebe, seguí , siiiiiiiiiiiiiiiii. , te voy a inundar con mi leche ....
Antes de acabar, sacó la pija de mi boca, y me sentí como desnudo, me faltaba esa poronga excepcional. Dámela, grite , y el sacándose el forro, contestó , mientras acababa sobre mi rostro, mi pelo, mis hombros , mi cuello : aquí tenés mi amor.
Nos fuimos a bañar y casi no cabíamos en su pequeño cubículo, le enjaboné la pija, los huevos, el culo, las tetillas, y el hizo lo mismo conmigo y me lavó amorosamente el pelo que había quedado salpicado con su semen.
Nos besamos en la ducha , nos acariciamos, nos dijimos cosas dulces y el me la chupó arrodillado en el pequeño espacio. Cuando acabé , insólitamente se tragó mi leche, y me dijo, que confiaba en mi. Eso me dejó algo nervioso , pero cuando sus manos buscaron mis nalgas, sus dedo mayor entró en mi culito, cuando no se de donde sacó una crema lubricante y un forro, supe que al fin me iba a coger.
Me colgué de sus hombros, con mis pies tocando su culo peludo, y el me llevó hasta la cama, alzado y caminando hacia atrás. Me acostó boca arriba, y no sin antes hacerme doler el orto como nunca en la vida, me cogió durante horas. Cogía maravillosamente, pues lo hacía no solo con la pija, sino con las piernas, las caderas y los brazos. Era paciente, y su pija se retorcia en mi interior, generando oleadas de dolor que se convertían en un placer exquisito. Bombeaba gritando cosas, hasta que sacó su pija , y acabó sobre mi pecho un torrente de leche espesa, caliente, que me quemaba como su pasión.. Luego procedió a chupar una a una de las gotas de su semen de mi pecho , de mi ombligo , de mi pubis , mi pija , mis huevos y el interior de mis piernas.
Nos besamos largamente y el se quedó dormido en mis brazos, con su enorme poronga cruzada sobre mis piernas, dejando una marca de leche fresca y apasionada sobre mi piel.