El profesor Fernando. (1ª parte)

Días después de empezar las clases, mi profe me da particulares y me enseña a gozar por ahí detrás. Creo que aprobé!

Esta historia que os cuento me ocurrió hace mucho tiempo. Fue cuando yo tenía unos veinte años.

En aquellos tiempos yo era un chavalín con culo respingón. Me mantenía bien en forma debido a que nunca había dejado de jugar a futbol y gracias a los entrenamientos podía presumir de pantalones ajustados. Yo soy moreno, y mido 1,75.

Mis padres me mandaron a Madrid a estudiar, para seguir formándome. Ingresé en una academia y encontré alojamiento en una residencia de estudiantes, total, iban a ser seis meses, así que mejor aquello que no buscar piso y tenerlo que hacer todo yo solo.

El primer día de clases me quedé impactado. Al volver a la residencia no pude dejar de pajearme y de pajearme. La culpa la tenía mi nuevo profesor. Tenía unos seis o siete años más que yo y el tío estaba increíblemente bueno.

Era moreno con ojos verdes, piel morena. Vestía pantalones vaqueros negros ajustados y camisa ceñida que llevaba por dentro de éstos, con lo que marcaba todo su torso, y vaya torso.

En aquella época no se llevaba tanto el bodigym, y sin embargo él tenía el cuerpo totalmente marcado de músculos, tanto que a veces se le salía la camisa por los bordes del jeans al subir los brazos mientras explicaba en la pizarra y se paraba a colocarse nuevamente la camisa de cara a los alumnos mientras se contoneaba y seguía explicando. Las chicas del aula suspiraban, y yo me mojaba y babeaba al verlo. Teníais que verme. Me fijaba en sus giros para ver cómo era su contorno, sus bíceps, sus hombros y espalda ancha. Su culo era perfecto, y junto a sus piernas formaban un cuadro de empotrador inmenso. Lo que más me atraía era su entrepierna. Daba igual la postura que tuviera, si estaba de pie, si se sentaba, marcaba paquetazo todo el tiempo.

Él sabía que gustaba, por eso empecé a observar cada día cómo le gustaba que lo miraran, se pavoneaba por los pasillos del centro de estudios y le encantaba que las chicas volvieran sus cabezas al pasar por su lado. Además siempre olía a colonia, pasara por donde pasara dejaba rastro.

Al cuarto o quinto día de estar allí, embobado con él mientras hacía como el que miraba a la pizarra, me vio observándole el paquete. Y tras terminar la clase me dijo que me quedara pues tenía que darme apuntes del principio del curso al que yo había faltado tan solo unos días.

Al quedarnos solos me pidió que cerrara la puerta y así lo hice.

-Con pestillo, Daniel. –Me dijo tras haber cerrado la puerta y no echar el seguro. Quedé sorprendido por aquello por unos momentos, pero no quise pensar en que allí pudiese pasar algo entre él y yo-.

Mientras que el profesor Fernando, que así se llamaba, abría una carpeta e iba sacando los apuntes yo me dirigí a mi mesa y recogí mis cosas, mirando de reojo al profe y viendo para mi sorpresa como por debajo de la mesa se tocaba la entrepierna con una de sus manos. Mi polla dio un bote dentro de los slips y como si no pasara nada me hice el remolón y me puse la mochila en la espalda, luego me dirigí a su mesa con la mayor calma que podía tener en esos momentos.

-He visto que me miras mucho la polla, ¿no, Daniel? –Me dijo-. Acabas de llegar pero te has dejado ver desde el primer día.

-¿Có… mo? –Intenté preguntar boquiabierto-. ¿A qué se refiere con que me dejo ver?

-Cada día traes un pantalón diferente y cada uno te aprieta más que el anterior. Te gusta marcar piernas y culo, ¿verdad? –Fernando se levantó y se puso en pie cerca de donde yo estaba, pero en vez de acercarse a mí se apoyó en la pared de la pizarra y se empezó a sobar el bulto-.

Si yo ya me había fijado en aquella zona ahora no podía quitar la vista de ahí. ¡Qué tremendo paquete y qué pedazo de rabo marcaba en aquellos jeans!

Guardé los apuntes sin decirle nada. Luego intenté tomar tiempo para ver cómo salía de aquella sin parecer un bobo. Me quité la mochila de nuevo lentamente.

-A usted también parece gustarle el ir ajustado.

Si, Daniel… muy observador. Lo que pasa es que cuando me caliento ya no aguanto el pantalón, mira cómo se me pone de grande, además empieza a apretarme ahí dentro, tío...

Miré nuevamente y con descaro el bultaco del profesor, cuando de repente Fernando empezó a abrirse la bragueta y a sacar toda la polla afuera.

-Ven… -Me dijo relamiéndose los labios y mirándome el cuerpo-.

Me acerqué con cautela y antes de llegar a él me cogió de una mano y me pegó a su cuerpo. Puso la mano que me había cogido en su polla y me la hizo tocar y sobar. Con la otra mano no pude evitar tocar su pecho, sus hombros. Era un dios griego cincelado en su cuerpo. Mi mano abarcaba todo el tallo de su  polla y aún la podía haber agarrado con las dos y me hubiera sobresalido todavía de las manos. Nunca había visto un pollón como aquel.

Mientras buscaba mi boca con sus labios me empezó a sobar el culo y enseguida me desabrochó los botones del pantalón y metió sus dos manos atrás, abarcando mis dos glúteos por dentro del slip y estrujándolos hasta que poco a poco llegó con sus dedos a mi agujero.

-…mmmmm –Gemí con gusto mientras dejaba que su lengua explorase mi boca-.

Se mojó los dedos en nuestra saliva, metiéndomelos en la boca y luego los volvió a llevar a mi culo. Me traspasó el ojete con delicadeza pero aquello solo fue al principio, luego metió sin contemplaciones dos dedos y me empezó a hacer algo de daño.

Me quejé y sacó sus dedos. Yo le había estado haciendo una paja suavemente, moviendo mi mano por todo lo largo de su polla y frotando su glande extendiendo el líquido preseminal que de su rabo empezaba a emanar.

Me quitó su rabo de la mano y me hizo moverme. Suavemente me quitó los pantalones y me hizo ponerme en su mesa con las piernas hacia arriba. Me escupió en el ojete y volvió a meter dos dedos. Empezó a gustarme con el frote y con las ganas que él le ponía.

Fernando tenía experiencia, de eso no me cabía duda, pues desde el momento en que me puso en aquella posición y empezó a hacerme aquel dedo me tuvo a su merced.

Empezó a meter por completo los dedos con mayor frenesí y escupía de vez en cuando.

-¿Qué rico, eh? –Me dijo Fernando dándome un beso y sacando del todo sus dedos de mi interior-. ¿Quieres más?

-Sí… -Contesté cachondo perdido. Hasta me daba vergüenza que me tuviera así, dándole el culo con aquel beneplácito por lo que me hacía-.

Fernando me metió tres dedos y empezó de nuevo a frotármelos dentro y a mover sus dedos en mi interior. Yo estaba totalmente empalmado, y aunque no gasto mala polla el profesor ni me la tocó durante todo aquello. Tan sólo quería jugar con mi culo. O preparármelo, porque aquella dedada me estaba haciendo ver las estrellas de gusto y estaba haciendo que mi culo quedara abierto por completo.

Antes de Fernando había mantenido algunos escarceos por ahí, pero ninguno con un tío tan mayor respecto a mí, ni ninguno que fuera activo y me hiciera aquello.

Yo pedía más goce con el movimiento de mi culo y gemía sin poder evitarlo por el placer que mi profesor me estaba dando.

-¿Te gusta comer pollas, Daniel? –Me preguntó-.

-Alguna he comido. Sí, me gustan…

Observé su cipote y tenía todo el glande recubierto de precum, y vi que hasta estaba goteando.

-Límpiamela bien, putón. –Me dijo dándome una torta en la cara y me hundió más los dedos en el culo-. Que tienes pinta de que te gustan mucho las pollas...

Sonreí tímidamente y abrí la boca y ansié tenerla, saqué la lengua y esperé a Fernando me la metiera en la boca. Era larga, muy larga, pero también tenía buen grosor a pesar de no ser el más gordo que había visto hasta la fecha.

Me entró hasta la campanilla en la primera metida, y el sabor de sus meos, sudorcillo y de su precum inundó mi boca y me dio igual. Me gustaba aquel sabor de macho, y empecé a mamarle lo mejor que sabía.

No había dejado de dedearme el culo con su mano y notaba mi esfínter más abierto y más mojado que nunca. Quería polla, quería su polla dentro de mí, me estaba gustando a más no poder lo que me hacía dentro con los dedos. Yo chupaba y chupaba con gusto su polla mientras él metía y tocaba todo mi interior con sus manos. Nunca antes ningún tío me había hecho aquello, un simple dedo.

Noté un gustazo extra cuando giró su mano y logró meterme el cuarto dedo, el pequeño. Moría de placer cuando logró meterme la mano y traspasar los nudillos de ésta a través de mi anillo anal. Hundía su mano en mi culo y luego la sacaba lentamente mientras iba escupiendo una y otra vez, luego la metía hasta el fondo y me follaba con los dedos de manera salvaje. Mi agujero me ardía, pero me moría del gusto y notaba mi corrida incluso pronta.

-Cómo se te abre, tío… -Me decía Fernando mientras me lamía la mejilla-. Aquí te caben dos por lo menos, ¿no?

-…mmmm, ah! –Gemía como una tía en el asiento trasero del coche cuando el novio le mete la mano en el coño y la pajea. Así me sentía. Guarra, muy guarra-. Nunca me han metido…mmmm, mmmm… dos.

-Me corro… -Dijo Fernando de sopetón, mientras cogía mi cabeza y hundía más su polla en mí garganta-. Me co… oh, ooooooooooh, mmmm, mmm…

Justo en aquel momento, mientras se corría y me daba biberón,  Fernando tocó por última vez mi punto g con sus dedos y sin tocarme el rabo eyaculé como hacía semanas que no lo hacía. Me embadurné el pubis y el abdomen con mi propia corrida y luego Fernando pasó sus dedos por mi piel y los llevó a mi boca.

Saboreé los restos de su lefa y la mía propia a la vez que me cogía la cabeza y hundía su lengua en mi boca y me daba su aliento y su saliva, dándome más sabor a corrida aún y guardándome aquel recuerdo por siempre en la mente. Me encantó.

Yo quería que me enculara con aquella pedazo de polla, pero ni hizo falta, ni me tocó el rabo, ni me la toqué yo. Me corrí solo por el gusto que me daba su mano.

-Quiero repetir, profesor… -Le dije recuperando el aliento. Luego le besé-. Quiero que me folle…

-Tranquilo, Daniel… -Dijo mientras sacaba sus dedos de mi interior-. …deja de tratarme de usted y llámame Fer. Esta noche podemos repetirlo mejor en mi casa. Comparto piso pero mis compañeros no estarán hoy después de las nueve. ¿Quieres venir?

Espero que os haya gustado... y calentado! Y espero vuestros comentarios por si os ha gustado y quisieráis una segunda parte, para indicarme cómo mejorar, o también recibir consejos.

Gracias, y 1 saludo a todos!