El profesor fantástico (2)
Rafa y Quique deciden premiar a "la profe" Javier con la noche en que fuera más puta que nunca.
Javier, "la profe" putísima que Rafa y yo nos habíamos follado a tope [si aún no lo habéis hecho, no dejéis de leer "El profesor fantástico", 22 junio 2004], se nos insinuaba cada vez que nos cruzábamos por el edificio de las clases. Seguía igual de descarado, con shorts muy cortos y de corte femenino, las piernas y el vientre depilados al aire, y luciendo brazaletes, pulseras y gargantillas. Un domingo fuimos con él como dos decenas de alumnos a la playa de Vera y no se cortó un pelo para quedarse con un tanga mínimo, de un amarillo chillón que destacaba su piel bronceada. Se pasó el día exhibiendo sus nalgas respingonas, mientras los chicos comentaban que era una maricona y que "tenía un buen polvo". Como Rafa no pierde ocasión, se le cepilló un par de veces detrás de las rocas del final de la playa.
A esta puta la vamos a hacer feliz. Le vamos a dar el mejor rato de su vida me dijo cuando volvíamos a la residencia.
¿Qué vamos a hacerle?
Ya verás, Quique. ¿Conoces a Mhedi, el chico marroquí que viene a la residencia para las chapuzas de pintura y electricidad?
Sí, es un cachas. ¿Se lo vas a montar a la profe?
Luego verás.
A media mañana del lunes Rafa me dijo que fuera con él a hablar con Javier. "La profe" estaba en su despacho y nos recibió sonriente. Abrió jadeante los muslos cuando Rafa empezó a acariciarle el cuello, los pechos, el vientre Se ofrecía como una puta. De pronto, Rafa le dio un bofetón.
Zorra, estás siempre calentorra. Seguro que ya tienes el culo húmedo.
Y tu la polla tiesa para clavármela, cabrón.
Primero me la vas a chupar. Quítate los shorts y bájate las bragas, puta.
Se veía que Javier disfrutaba sometiéndose a todos los caprichos de Rafa. Tembloroso, desabrochó los shorts y los dejó caer al suelo. Llevaba debajo unas braguitas rojas de encaje que eran demasiado. Se volvió de espaldas para ofrecer el trasero a Rafa y meneando las caderas se fue bajando lentamente las bragas. Yo me sentía excitado a tope y pensaba que Rafa se lo iba a follar otra vez, pero de pronto le dio un puñetazo tremendo entre las nalgas, directamente al ano. "La profe" soltó un grito de dolor y cayó de rodillas al suelo.
Te va la marcha ¿eh, zorra? Ponte a cuatro patas y levanta bien el trasero, que te voy a dar gusto dijo Rafa, mientras se sacaba la correa.
Javier no se lo hizo repetir. A cuatro patas en el suelo levantó sus bonitas nalgas, sin resistirse cuando Rafa empezó a descargar en ellas tremendos correazos. La cara de Javier se llenó de lágrimas, pero siguió ofreciendo sus nalgas, ahora cruzadas por las marcas rojas de los correazos, al castigo de Rafa. Luego, Rafa volvió a ponerse la correa y ordenó a Javier que se levantara.
Anda, puta, ponte las bragas y los shorts, que quiero que estés superbuena esta noche.
Mientras Javier, siempre moviendo las caderas como una nena, se volvió a poner las braguitas de encaje y luego los shorts. Era excitante ver como subía los shorts, separando bien las nalgas para que la costura se introdujese entre ellas y se marcasen bien los glúteos respingones. Su actitud ante Rafa era cachonda y sumisa, como una puta ante su chulo. Se veía que Rafa disfrutaba viéndole así.
Esta noche quiero que te pongas cien por cien mujercita, con la minifalda de volantes esa de la otra noche y con tacones. A las diez quiero verte en el espigón y quiere ponerme salido sólo de verte, puta.
Durante todo el día, el cabrito de Rafa se negó a decirme lo que planeaba. Le vi un par de veces hablando muy sonriente con Mhedi. El cachas marroquí asentía y se reía con ganas, pero no me dejaron enterarme de lo que hablaban. Eran cerca de las diez de la noche cuando Rafa me dijo que era hora de ir al espigón a recoger a "la profe". Cuando llegamos, Javier nos esperaba ya. Se había superado. Sólo de verla, con las nalgas aún más marcadas por los tacones, me puse a mil. Casi al tiempo llegó Mhedi que miró asombrado las piernas desnudas de Javier, la minifalda cortísima, el vientre desnudo y liso, el "top" de lycra, los hombros y brazos desnudos, la cara maquillada y los rizos a mechas de la bonita peluca.
Joder, qué buena está tu maricona le dijo a Rafa.
Mucho mejor te va a parecer cuando te la folles.
A un gesto de Rafa, los cuatro echamos a andar por la costa, alejándonos de la residencia. Mhedi iba ostensiblemente empalmado y sólo por obedecer a Rafa no se tiraba directamente sobre Javier para follarle allí mismo. "La profe" sabía llevar los tacones y su contoneo al caminar era excitante a tope. Se veía que le gustaba la idea de servir de hembra para tres tíos al mismo tiempo. En pocos minutos llegamos a las obras de una urbanización de esas de apartamentos de vacaciones, que se construía cerca de la residencia. Una verja de obra rodeaba el recinto. Mhedi se paró delante de la puerta de la verja, sacó del bolsillo una llave y quitó el candado. Abrió la puerta. Pasamos los cuatro y entramos a lo que sería el gran vestíbulo de acceso a la urbanización. Todo un lujo, ya casi terminado.
Seguimos a Medhi, que cruzó decidido el vestíbulo, y nos vimos en una especie de jardín interior. Las piscinas estaban terminadas, pero aún sin agua. Con un fuerte sobresalto descubrí que un grupo numeroso de hombres estaba allí esperándonos. Eran cosa de treinta y por sus rostros me di cuenta de que eran marroquíes, como Mhedi, que les saludó alegremente. Con una rápida mirada me di cuenta de que Rafa no estaba sorprendido, vamos, que sabía que estaban esperándonos.
La luna estaba casi llena y se veía muy bien. La escena era de película. Javier, que se dio cuenta de lo que se avecinaba, no parecía asustado, incluso acentuó la femineidad de sus movimientos, exhibiéndose descaradamente al numeroso grupo de hombres, la mayoría de ellos bien musculosos, seguramente obreros de la construcción, aunque también había media docena de chicos muy jóvenes. Una bonita mesa de millar, de barnizado reluciente, destinada seguro a la decoración de vestíbulo, resultaba llamativa allí, en medio del jardín.
Bueno, guapa, a ver cómo te portas dijo Rafa a Javier, vas a ser más puta que nunca. Seguro que nunca te han follado tantos tíos seguidos, y con las ganas que tienen no se van a conformar con un polvo por cabeza, así que te va a salir la leche por las orejas. Ah, y tienes una sorpresa para abrir boca. Pero primero súbete a la mesa de billar, que queremos que nos pongas a mil desnudándote como sabes, zorra.
Mhedi ayudó a Javier a subir a la mesa de billar, a cuyo alrededor se apelotonaron excitados todos los hombres. Rafa cogió una bolsa que le tendió uno de ellos y sacó un gran pene de látex que tiró sobre la mesa.
Toma, guarra. Esto es lo que te gusta usar para quedarte en cueros y todos quieren ver cómo lo haces.
De pie sobre el tapete verde de la mesa, "la profe" se puso con ganas al ritual de la exhibición sexual. Empezó a moverse mientras se acariciaba los muslos, las nalgas, el vientre, los pechos primero se quitó el top, luego la minifalda de volantes, finalmente se bajó las braguitas y las dejó deslizarse por las piernas hasta el suelo. Alrededor de la mesa los hombres bufaban de excitación, algunos se habían sacado las pollas y se las meneaban sin perder detalle de la exhibición de Javier, que ahora sólo tenía puestos los zapatos de tacón, los pendientes, las pulseras y la gargantilla.
Poco a poco se fue dejando caer de rodillas y cogió el pene de látex. Lo puso vertical sobre el tapete, apuntando a su ano. La excitación de los hombres subió muchos grados cuando las nalgas respingonas de Javier bajaron mientras el pene de látex penetraba en su interior. Empezó entonces un rítmico sube y baja, su respiración era jadeante y no dejaba de acariciarse todo el cuerpo. Aunque la noche era fresca, muchos hombres sudaban y las respiraciones entrecortadas indicaban que no podrían contenerse mucho tiempo más. De pronto, uno de ellos tiró a Javier boca arriba sobre la mesa y le sujetó las manos por encima de la cabeza. Sabiendo que iban a empezar a follarle, Javier abrió mucho los muslos y levantó las piernas para ofrecerse mejor. Sus nalgas quedaban en el borde mismo de la mesa, mientras su cuerpo se ofrecía espléndido sobre el tapete verde.
¡Eh, eh! gritó Rafa. Hay que empezar por lo que hablamos, Mhedi, Luego podréis disfrutarle todos tantas veces como queráis.
Desde ambos lados de la mesa dos hombres cogieron los tobillos de Javier, levantándolos en alto y abriéndole casi como una bailarina de ballet. Los demás abrieron paso a uno de ellos, un tipo alto, grueso, fuerte, velludo y con un gran bigote negro, que se puso entre las piernas abiertas de "la profe", entre cuyas nalgas se veía un ano excitado, dilatado, un agujero abierto del tamaño de una moneda. Muy despacio, el hombre se desabrochó el pantalón vaquero, bajó la cremallera y sacó la polla, que ya estaba tiesa como un palo. Ahora ya sabía cuál era la sorpresa de que había hablado Rafa: la polla del hombre era descomunal, mayor que cualquiera que hubiera visto antes. Parecía más de un caballo que de un hombre, bastante más de 30 centímetros de larga y gruesa como un antebrazo. Parecía imposible que ese miembro pudiera penetrar una vagina o un culo.
Javier dejó caer la cabeza atrás, sobre el tapete, entre los brazos que le mantenía sujetos uno de los hombres. Su actitud era de total entrega, dispuesto a sufrir lo que fuera para satisfacer a los machos que le rodeaban ansiosos de verle follado por la inmensa polla. Mhedi se acercó con un tarro de vaselina y untó generosamente el ano de Javier, metiéndole tres dedos para dilatar todo lo posible. El hombre utilizó su propia saliva para suavizar su pene y puso el glande en el ano de Javier. Mientras todos miraban, excitados y ansiosos, y le animaban a penetrar de una vez el culo ofrecido, el hombre cogió con sus manos grandes y velludas los muslos de Javier, a la altura de las ingles.
El vientre de Javier subía y bajaba rítmicamente y sus pezones estaban más hinchados y duros que nunca. De pronto, entre un rugido de los espectadores, el hombre sujetó con fuerza los muslos de Javier y dio un fuerte empujón. Buena parte de la enorme polla desapareció dentro del ano de Javier, mientras ésta gemía y lloraba de dolor.
Jaleado por los demás, el hombre empezó a sacar y meter la polla rítmicamente dentro del ano de Javier. Primero muy despacio, luego, poco a poco, más rápido, hasta parecer una taladradora. De pronto, otro tremendo empujón arrancó un grito de dolor a Javier, mientras la enorme polla desaparecía por completo en su interior, hasta que los huevos del hombre golpearon las nalgas abiertas. A partir de ese momento las embestidas se hicieron más intensas, hasta que, con un rugido, el hombre descargó dentro de Javier.
Permaneció así un tiempo y luego sacó despacio la polla. Hilos de semen empezaron a salir entre las nalgas de "la profe". El hombre se subió a la mesa y terminó de chorrear el semen sobre la cara de Javier, luego se arrodilló y le hizo limpiarle la polla con la lengua.
Los demás hombres estaban ya fuera de control. Todavía estaba Javier lamiendo la gigantesca polla, cuando ya otra le penetraba, y luego otra y otra Durante horas, el culo y la boca de Javier fueron follados una y otra vez, unas veces abierto boca arriba como con el primero, otras veces a cuatro patas, otras de pie con el torso doblado sobre la mesa La verdad es que también Rafa y yo le echamos tres o cuatro polvos cada uno. Eran cerca de las seis de la mañana cuando los hombres empezaron a marcharse. Mhedi, nervioso porque se acercaba la hora de empezar a llegar el personal a la obra, nos dijo que teníamos que irnos. "La profe" casi no podía tenerse de pie y habían desaparecido el top, la minifalda y hasta las braguitas. Entre Rafa y yo le ayudamos a llegar, desnudo y chorreando semen, a la residencia. Entramos por el jardín, a través de la ventana que daba a su habitación, y le dejamos tendido sobre la cama, exangüe, su bonito cuerpo bien castigado por una noche de hacer de puta para más de treinta tíos. Y con qué aperitivo, por cierto
Durante el día, Javier no apareció por las clases. Nos dijeron que estaba en su habitación, un poco pachucho, alguna comida que le habría sentado mal Pero al día siguiente lucía mejor que nunca, más sexual y femenino que nunca.