El profesor de Matemáticas. 4

Continúa la historia. Gracias por los comentarios, espero que os guste.

E sa niña, no se le iba a escapar, ahora el que iba a jugar duro iba a ser él. Pensó.

  • ¡Buenas! - Saludó Zaira, entrando por la puerta.

  • Hola cariño, ¿qué tal las clases?

  • Hola mami - la dio un beso. - Genial, hoy ha estado más entretenido - rió dirigiendose a su habitación.

Aitor... Zaira pensaba en lo ocurrido, no se quitaba esa sensación que aquel chico, casi un hombre le causaba. No podía creerlo, tenía cinco años más que ella, y aún así, se moría por tener algo de él... Algo más que un simple charla, que una mirada... Necesitaba tenerle a él. Quererle. ¿ Pero qué estoy diciendo ? - Se avergonzaba de sus propios pensamientos. Por un instante, creyó entrar en razón, creyó entender que eso no era normal, que no podía ser. Pero de pronto, sus ojos, su cuarpo aprisionandola contra la pared, despertaban en aquella niña un mar de sensaciones y una pasión indescriptible.

De pronto, una melodía la saca de sus pensamientos. Sonaba su móvil.

  • ¿Diga?

  • Hola, mi nena

  • ¿Quién es? - sonrió, sabiendo de quien se trataba.

  • Mmm... Adivínalo, chica lista - Respondió en tono pícaro.

  • Ah eres tú... Aitor... - Puso un tono de desilusión, siguiendo el juego.

  • Aja, Se te ha olvidado algo en mi casa.

  • ¿A mí?

  • A ti, preciosa.

  • Pues tráemelo.

  • Bueno en realidad, creo que se te han olvidado dos.

  • Oh, ¿y qué cosas?

  • Ven y lo sabrás.

  • Jajajajaj, y ¿porqué no vienes tú?

  • Tenemos algo pendiente.

  • Jajaja, ahh

  • Te espero.

  • Mañana me paso

  • Vale, te tengo que dejar, tengo que hacer la comida

  • Jajaja, ¿también tienes dotes culinarias?

  • Pues claro, ¿qué te crees? - Respondió con ese tono picarón.

  • Oh, al final vas a ser un buen partido y todo... - Respondió con la misma picardía.

  • ¿Acaso lo dudabas?

  • Que cosas tienes.

  • Si te portas bien, te invito a comer un día

  • Jajaja, ah y ¿cómo debo portarme bien según tú?

  • Eso ya lo hablaremos. Entonces te espero.. ¿Mañana?

  • Vale, mañana por la tarde, no me hagas madrugar porfii - Le rogó.

  • Jajaja está bien, aunque no te lo mereces.

  • A las cinco o así me paso.

  • Vale preciosa, hasta mañana.

  • Adios... Aitor... - colgó.

Un suspiro, rompió el silencio de su habitación. Estaba loca, completamente loca, iba a volver a esa casa, en la que esa misma mañana había ocurrido aquello... Aquello que daba la vuelta totalmente a esa relación. Claro qué... Ahora no era su profesor... Ahora era un chico más... La chica sonrió al pensar en aquello. - No, no, no va a pasar nada, tengo que darme mi lugar, no soy una cualquiera- Se decía. - Pero contigo es tan diferente Aitor... Me haces sentir... Segura.

La tarde fue más de lo mismo. Zaira salió un rato con sus amigas. Y Aitor, se fue a la piscina con sus colegas, a los que evidentemente no había comentado nada de lo ocurrido. Eso sí, el chico andaba algo... Enbobado.

  • Tío, ¡mira que pivitas están entrando! - Dijo, Alberto, uno de sus amigos, dandole un codazo.

  • Estás salido tío, tampoco es para tanto - Respondió Aitor, ensimismado.

  • Tu no estás bien... ¿Qué coño te pasa? Llevas toda la tarde callado y con esa cara de gilipollas

  • ¡Tu eres tonto! - se levantó

  • Aitor, ¿es por ella?, ¿sigue molestádote Sara? Es esa zorra ¿verdad? Pasa de ella joder, no la hagas caso.

  • Tío para ya, no es Sara vale, hace tiempo que no sé de ella

  • ¿No me jodas que sigues detrás de ella? Ha vuelto a ti, en plan amiga ¿no? Ya te lo he dicho Aitor, no la dejes entrar en tu vida otra vez cuanto más confianza le des más va a seguir, no te das cuenta que - Lo interrumpió

  • Para. Alberto te repito que no es Sara vale, ya sabes que con ella no quiero nada. Y lo que me pasa no tiene nada que ver con Sara, de verdad

  • ¿Entonces? - Preguntó Albero entusiasmado. - ¿Quién es? Eres un capullo, ya tienes a alguna por ahí, y no me dices nada, te lo tengo que sacar todo yo... Serás...

  • Alberto joder, no hay nadie, no seas pesado.

  • Cueeeeeeenta

  • No

  • Vamos.

  • Es... Zaira

  • ¿Quién coño es Zaira?

  • Recuerdas, que te dije, que daba clases a una chica

  • Aaaja. - Asintió sabiendo por donde iban los tiros.

  • Bien pues... No sé es una niña... Nos hemos ido conociendo y...

  • Te mola.

  • No, es ... no es un capricho, no sé que me pasa con ella.

  • ¿La quieres?

  • Muchísimo...

  • ¿Mas que a Sara?

  • Sara fue.. un capricho. Esto no tiene nada que ver.

  • ¿Estás seguro Aitor? no quiero que venga otra tía a joderte como lo ha hecho esa zorra ¿sabes?

  • Ella no es así

  • ¿La conoces bien?, digo aparte de las clases, ¿habéis hablado más?

  • Bueno sí, charlábamos, al terminar las clases... Y por lo que me ha contado no es como Sara, no es una niñata para un polvo y ya...

  • Quizá tu lo veas así.

  • No... Ella... no sé a su lado siento que ella, está igual que yo... Es una sensación que - Lo interrumpió Rubén, otro de sus colegas.

  • Bueno vaale ya de tanta charla, vamos a darnos un chapuzón ¿no? que parecéis viejas dándole al pico jajajaja

Y se metieron, peleándose y haciendo el ganso.

La tarde transcurrió y en poco tiempo, se vieron en el día que de nuevo, se verían. La mañana pasó de lo más normal. La hora iba llegando, los nervios y la tensión se acumulaban. Otra vez juntos...

Zaira salió de su casa, más tarde de la hora acordada, la gustaba hacerse esperar y más si se trataba de él. Por el contrario Aitor estaba esperándola en el portal, con las cosas ''olvidadas'' desde hace casi un cuarto de hora.

Al fin la vio aproximarse, estaba preciosa.

  • ¿Qué haces aquí?- Preguntó sorprendida

  • ¿Qué te pensabas, que en la primera cita ya te iba a meter en mi casa? jajajaj

  • Jajajaja, ¿cita? - Respondió ''desilusionada'' - Pues yo había quedado ahora con mi novio...

  • ¿Con.. con tu NOVIO? - Respondió sorprendido.

  • Jajajajajajaja - comenzó a reírse como una loca

  • Ahhh! ¡eress...! jajajajaj - y se unió a la risa pegadiza de la chica, que más que de risa, reía de alivio.

  • Y si tuviese novio... ¿qué?

  • Que tu actuación del otro día, no hubiera hablado muy bien de ti... ¿No crees?

  • ¿Y de ti?

  • Yo no tengo novia. - Dijo orgulloso.

  • Tampoco me interesa... - respondió con ese tono chulo, que tenía Aitor.

  • Ah no te interesa - se paró.

  • Jajajaj no. - Lo miró a los ojos

  • Vaya... pues voy a tener que ... - Se acercó más a ella, y comenzó a pasarle una mano por la cintura. - Hacer eso que tanto te gusta. - y comezó a hacerla cosquillas.

  • No! jajajajaajaja ¡no me gusta!, Aitor para, que nos mira la gente jajajajaja - reía en medio de la calle, perdiendo poco a poco la fuerza en sus piernas.

  • ¿Cómo que no te gusta?, si te estás riendo, te encanta admítelo, te encanta que te haga esto

  • Jajajajajaja para no, no me encanta

  • Ah ¿no te encanta? - se pegó más a ella de tal forma que quedaba el torso de Aitor pegado a la espalda de ella.

  • Jajajajaj.... Aitor.. jajajaja por... Por favor... - Su respiración comenzaba a acelerarse, y de un movimiento pego su trasero   a la entrepierna de él.

  • Mmm... - Paró inconscientemente - Zaira... eres mala... Dime que te gusta - la susurró al oído.

  • Aitor... - se estaba excitando -Aitor... Mmm... No...

  • Dime que te gusta... Dime que te encanta estar así...

  • Me gusta... - respondió jadeando.

  • Zaira me vuelves loco... -Respondió cerrando los ojos

  • Aitor para... la gente nos mira...

  • Me da igual la gente... Me importas tú... Solo tú - la dio la vuelta y quedaron mirandose a los ojos

  • Oh... - gimió, mientras sus labios se rozaban y su corazón latía a gran velocidad.

  • Mi nena... - acerco sus labios - Mi Zaira... - Estaba temblando.

Y Aitor, rozó sus labios con los de ella, y la abrazó más contra él, volvió a acariciar los labios de la chica con los suyos. Sus respiraciones agitadas los envolvían y nada más existía.

  • Aitor... te ..

  • Sí?

  • Te Quiero.

Y Aitor acercó sus labios, los rozó de nuevo y se separó de ella. Miro a la chica, que permanecía inmóvil, ante la situación, había perdido el control... ELLA. Se sentía horrible, y por otra parte la divertía el juego. Se moría por sus labios, los había rozado aquel tacto suave, quería sentirlos en los suyos. Lo miró con despreció, estaba a pocos centímetros de ella, con una sonrisa estúpida de superioridad y picardía.