El profesor de matemáticas 01

Una alumna que no hace un buen examen y debe aprobar a toda costa.

EL PROFESOR DE MATEMÁTICAS (01).

El verano se había adelantado este año, y ya hacía mucho calor, sin embargo Berta debía evitar distraerse de su tarea, estudiar para sacar adelante el último curso de secundaria y poder presentarse a la selectividad. Lo necesitaba si quería ir a la Universidad con una beca pues si no sus padres no le podrían pagar una carrera y debería ponerse a trabajar.

La cosa no estaba nada bien, matemáticas se le había atragantado durante todo el curso, el profesor nuevo era durísimo e iba a cargarse a media clase, pero eso a sus padres les daba lo mismo, si no aprobaba y conseguía una beca no podría ir a la universidad y tendría que empezar a trabajar en la fábrica de pescado del pueblo, limpiando, como su madre.

Llegó el día del examen de matemáticas y como sospechó no le salió nada bien, sabía que había suspendido, pero decidió que iría a ver al profesor a contarle su situación, aunque todo el mundo conocía su situación, sus padres eran pobres debido a los problemas con el alcohol que tenía su padre, y su madre con una ligera deficiencia, no había encontrado otro trabajo mejor que el de limpiadora de la fábrica de pescado del pueblo. Sus ropas antiguas y remendadas hacían patente que su situación económica no era nada buena, incluso algunos días no comían, sobre todo a final de mes y debían conformarse su hermano pequeño y ella con roer un trozo de pan duro.

Esta situación hacía que no tuviera amigos y lo de novio ni lo había pensado, nadie querría estar con ella. Una vez en una de las fiestas del colegio uno de sus compañeros la invitó a bailar, pero solo fue una excusa para sobarla todo el culo, ella por no montar un escándalo se dejó hacer, pero en cuanto terminó la pieza se fue del baile a su casa. El magreo la había calentado y cuando llegó a su casa, se fue directamente a su habitación y se desnudó contemplándose en el espejo que en ella tenía, allí se reflejaba una jovencita, con unas tetas ya bastante desarrolladas y una mata de pelo en su pubis. Su mano derecha se dirigió a él y como en tantas otras ocasiones se masturbó en silencio alcanzando uno de sus mejores orgasmos.

Después de aquella primera "experiencia" con los chicos, se corrió la voz de que era una facilona, pero no eran más que habladurías, pero que llegaron a oídos de las demás madres que conminaron a sus hijos a no juntarse con ella, lo que no ayudó a que pudiese hacer amigos.

La puerta del despacho de Antonio, el profesor de matemáticas, estaba cerrada llamó y desde dentro respondió con un —adelante.

Antonio estaba sentado en su mesa corrigiendo los exámenes, y es que las notas debía entregarlas mañana.

—Cierre la puerta— dijo sin levantar la cabeza de los folios que tenía delante. Berta no se atrevía a hablar, hasta que alzando la cabeza Antonio le dijo —usted dirá—, siempre trataba de usted a sus alumnos a pesar de que apenas tenían 30 años.

—Verá profesor, es que no me ha salido muy bien el examen y venía a ver si podía repetirlo—, le dijo con la mirada gacha.

Él la miró de arriba abajo, y dijo —eso no lo puedo hacer, Berta, y realmente te ha salido mal el examen, no llegas ni al dos.

Cuando dijo esto las lágrimas se agolparon en sus ojos, y el esfuerzo que hizo para evitar que estas se vertieran fue inútil, dos grandes lagrimones se deslizaron por su mejilla hasta caer a sus pies.

—Lo siendo mucho pero me temo que tendrá que repetir curso—, dijo sin dejar de mirarla a los ojos.

Era horrible, no podría repetir curso, ya se lo habían advertido, solo tendría una oportunidad, si no aprobaba a trabajar con la fregona. —Por favor— dijo con la voz a punto de quebrárseme, —necesito aprobar, sino no podré ir a la universidad.

—Lo siento pero eso sería injusto con el resto de sus compañeros, usted no ha aprobado ninguna de las evaluaciones y no puede aprobarla por la buenas, aunque...

Había un aunque, pensó al tiempo que el corazón le daba un salto.

—Aunque—, continuó —si te portas bien conmigo podríamos hacer algo.

En aquel momento no se dio cuenta de lo que quería decir, ni siquiera se dio cuenta que había dejado de tratarla de usted y la había tuteado, lo único en lo que se fijó es que había una oportunidad.

Antonio se incorporó de su silla y se dirigió a la puerta para cerrarla con llave, aquello extrañó a Berta que sin embargo albergaba la esperanza de que aquello solo fuera para mantener el secreto que la llevaría a aprobar.

—La situación está muy complicada— empezó a decir Antonio acercándose a Berta que no dejaba de mirarle—, no has aprobado ninguna de las evaluaciones y en este examen solo has sacado un dos, así que te tienes que portar muy bien conmigo.

Dicho esto Antonio alargó una mano y acarició la mejilla de Berta que empezaba a entender lo que su profesor le estaba pidiendo.

—Pero profesor—dijo Berta retirando la cara, y tratando de llevar la conversación por otros derroteros—, he aprobado todas las demás asignaturas, sino apruebo matemáticas no podré obtener una beca y no podré ir a la Universidad, y me pudriré en este pueblo. Por favor haga la vista gorda por una vez.

Antonio había permanecido delante de ella sin decir una palabra, escuchándola atentamente, y parecía que podría ablandarse, pero...

—Desnúdate.

Aquello fue como un puñetazo en la boca del estómago para Berta que no espera eso de un profesor.

—Pe.., pero..

—Ni peros ni nada, si quieres aprobar ya sabes lo que hay, sino ahí tienes la puerta.

Antonio se dirigió a la puerta y comenzó a girar la llave.

—Espere...—dijo Berta, que no sabía muy bien de donde había salido esa voz.

Antonio se dio la vuelta y contempló como Berta empezaba a quitarse la vieja ropa que llevaba, y como las lágrimas volvieron a empezar a agolparse en sus preciosos ojos marrones.

Se quitó los zapatos y los calcetines tratando de hacer tiempo para ver si la situación cambiaba.

—Date prisa que no tengo toda la mañana.

Berta continuó quitándose la camiseta de manga corta que llevaba dejando al descubierto un magnifico pecho cubierto por un feo sujetador un par de tallas más grandes, era obvió que lo había heredado probablemente de su madre. A continuación se desabrochó el cinturón y los botones del pantalón y se lo quitó mostrando unas bragas todas rozadas y desgastadas que eran poco más que un trapo.

Berta se quedó inmóvil, de pie delante de su profesor en ropa interior, sin atreverse a mirarlo y esperando que este se diera por satisfecho.

—A qué esperas para terminar.

—Por favor, no lo haga...

Sin embargo la mirada de Antonio indicó a Berta que este no se apiadaría de ella, y si quería aprobar debería darle gusto en sus deseos.

Llevó sus manos al cierre trasero de su sujetador y lo abrió quitándoselo con cuidado de cubrir su pecho con el brazo, sin embargo esto no era más que retrasar lo inevitable, este quedó al descubierto cuando con las dos manos empujó sus bragas hacia abajo dejándolas caer hasta sus tobillos.

Berta trataba de cubrir su desnudez con las manos pero era evidente que aquello no era del agrado de Antonio que se acercó a ella retirándole las manos de su cuerpo.

—Coloca las manos detrás de la cabeza.

Berta obedeció y aquello hizo que se mostrara totalmente desnuda ante su profesor de matemáticas. Su pecho era estupendo, firme y lozano como era de suponer en una adolescente, rematados con unos pezones que decían —chúpame—. Su pubis estaba cubierto por una espesa mata de pelo negro, cubriendo un coño que no iba a tardar mucho tiempo en ser mancillado.

Antonio se acercó a Berta que temblaba ante la situación, y alargando una mano empezó a acariciar su cuerpo desnudo.

—Es magnífico, tienes unas tetas estupendas.

Las manos de Antonio empezaron a acariciar con cierta rudeza el pecho de Berta, que no podía evitar seguir llorando ante la situación. Sus lágrimas se estrellaban contra su pecho desnudo y eran lamidas por Antonio que acompañaba sus magreos con chupetones en las tetas y pezones de una Berta cada vez más humillada.

—Por favor, no siga, por favor—, era lo único que atinaba a decir Berta que sin embargo sabía que él no la haría caso.

La mano derecha de Antonio ya se entretenía con el rizado pelo de su pubis, que estiraba y enrollaba sobre su dedo índice.

Mientras la boca de Antonio se daba un festín con las tetas de Berta el dedo corazón de esta empezó a introducirse en el seco coño. Berta trataba de evitarlo cerrando lo más que podía las piernas pero no había manera de evitar que el dedo juguetease en su interior.

Después de un rato de manoseo, el profesor se retiró, sacando su dedo, y Berta pensó que todo había acabado, pero estaba muy lejos de terminar.

—Hasta mañana no tengo que entregar las notas—dijo Antonio regresando a su sillón detrás de la mesa del despacho. —Si quieres aprobar, esta tarde te espero en mi casa a las cinco y media.

Aquello aterrorizó aún más a Berta que no sabía que hacer, permanecía allí de pie desnuda, con las manos en la nuca sin atreverse a hablar o moverse.

—Y bien, qué decides.

Berta no tenía opción, prefería que aquel mal nacido la desvirgara a perder la beca, así que asintió con la cabeza.

—Ahora vístete, y espero que esta tarde estés más dispuesta porque si no lo vas a pasar mal.

Berta lo hizo de inmediato recogiendo todas su prendas del suelo.

Una vez vestida, le tendió un trozo de papel donde estaban anotadas unas señas, era su dirección.

Berta cogió la nota y la guardo en su mochila sin decir una palabra.

—Bueno si no tiene nada más que decirme, tengo muchos exámenes que corregir.

Y así Berta salió del despacho de su profesor de matemáticas humillada y sin saber que le haría esta tarde, aunque tampoco hacía falta ser un lince para adivinarlo.

CONTINUARÁ.... AQUILEXX