El profesor de literatura

A mis 37 años las circunstancias me llevaron a trabajar de profesor en un instituto… sin buscarlo comencé un juego erótico con una preciosa alumna de 18 años, que fue in-crescendo y veréis a dónde me ha llevado. ¡Esperad lo peor!

Todo empezó cuando, debido a la puta crisis económica, la empresa en la que trabajaba se vino a pique acabando todos los trabajadores en la calle. Yo, que había estudiado la carrera de Filosofía y Letras, había encontrado un cómodo trabajo en el departamento jurídico de una empresa de fabricación de muebles en la zona de La Mancha. Me gustaba.

Como era de esperar, la formación que tenía me dificultó mucho la búsqueda de un nuevo trabajo pero, con mucha fortuna, fui contratado para cubrir la baja de un profesor de literatura en un instituto concertado de la capital de mi provincia. El sueldo era bajo, pero el trabajo de profesor siempre deja bastante más tiempo libre del que estaba acostumbrado a tener. Como no me quedaba otro remedio que aceptar, así lo hice, pensando además que “no hay mal que por bien no venga”, que me podía dedicar a continuar mi gran pasión que es escribir. Me gusta mucho escribir. Sobre todo relatos eróticos y, como sabéis, tengo varios publicados y me hace feliz que la gente los disfrute.

Bueno, antes de nada voy a describirme un poco. Tengo 37 años, soy fuerte y delgado, alto pero no mucho, y moreno de pelo aunque ya me están saliendo algunas canas en mi cabeza. Desde siempre he hecho mucho deporte y mantengo un buen tono muscular, sin ser de gimnasio. Mis puntos fuertes son mis manos y mi sonrisa. Mis manos son grandes, anchas pero esbeltas. Y en cuanto a la sonrisa, tengo la suerte de que suelo estar de buen humor de forma natural.

Bueno, volvamos al relato. Mi tendencia natural es hacia la timidez, así que podéis imaginar el primer día de clase como profesor. Intentaba no dejar entrever mis nervios ante una clase con 25 adoloescentes de 17 y 18 años con todas sus hormonas disparadas, tal como marcan las reglas de la naturaleza. En esta asignatura de letras había mayoría de chicas, y algunas me parecían preciosas o al menos encantadoras. Me llamaba la atención ver cómo cada vez actuaban y miraban menos como niñas, y más como las mujeres que ya eran. Por supuesto, también estaba el típico grupo de gamberretes deseoso de “demostrar su valentía ante las chicas” y destacar, sin darse cuenta de que ellos sí se comportaban como niños.

Al principio notaba que hablaban o hacían el tonto a mi espalda. Ante ello, comencé mostrándome indiferente, pero poco a poco fui cogiendo cierta confianza con ellos. Me ayudó que mi “antecesor” en el puesto era un “viejo ogro” (bueno era no, es, que aún vive aunque creo que está muy malito). También me ayudó proponerles que leyesen ciertos textos de autores más actuales y no los típicos clásicos y aburridos. Incluso algunos con una determinada componente morbosa… pero sin nada explícito, ya que no quería corromperlos ni podía permitirme que me echasen del instituto.

A veces les animaba a escribir a ellos mismos y alguno (o alguna) tenía cierto talento. Me divertía mucho con sus textos, pero tampoco permitía que se sobrepasasen en materia erótica. Claro. En cuanto a mí, yo sí escribía mucho del género erótico, pero ellos no lo sabían. La vida que que llevaba relacionándome con mucha gente (profesoras, madres, alumnas…) me generaba muchas ideas para mis relatos. Como siempre, yo llevaba encima una agenda y tenía la costumbre de escribir en ella las ideas guarras que me venían a la mente para luego convertirlas en literatura erótica. Por supuesto, eso no se lo dije a ellos, pero mi agenda era digna de verse… toda llena de ideas y de textos morbosos.

Lo que pasó fue que un día me dejé la agenda en clase a la hora del recreo y fui a tomar un café. Cuando volví a por ella, veinte minutos después, encontré a Andrea, una de mis alumnas estudiando en el aula. Al recoger mi agenda, tuve la sensación de que las hojas que dejo en su interior estaban algo desordenadas. La saludé y la noté algo nerviosa. Me dio un cierto reparo que pudiera haberlo leído ella o alguien, pues todos sabéis cuál es el tipo de relatos que escribo pero al día siguiente ya había olvidado el episodio.

Pasaron unas semanas y una tarde me encontré con un mensaje de una chica en mi correo Hotmail que uso para publicar relatos. Un mensaje jovial y fresco… pero también irónico y morboso… de los que hacen a uno reconciliarse con el mundo y pensar que lo que escribe le resulta interesante a personas también interesantes. Entre otras cosas, la chica decía “que había descubierto mis relatos”, “que estaba absolutamente enganchada a ellos”, “que por favor escribiese más”… y me aportaba algunas ideas que a ella le gustaría desarrollar pero decía que no creía que lo fuese a escribir bien. Por ejemplo, me redactó un pequeño texto sobre un episodio ardiente entre una pareja en la última fila de una sala de cine, mientras se proyecta una película de miedo y el resto del público atiende a la peli.

Inicialmente, no lo relacioné con Andrea, porque a mí me escriben normalmente personas atraídas por mis relatos… además firmaba como Isabella. Sin embargo, leyendo despacio el correo, empecé a ver similitudes entre su texto del cine y algo que yo había escrito y aún no había publicado. Algo que estaba en mi agenda. Y era un esbozo de relato que estaba escribiendo entre dos desconocidos que se encontraban en la cola del cine y luego algo hacía saltar una chispa por la cual se pasaban toda la película besándose y manoseándose, para acabar haciendo el amor en silencio en la última fila del cine. Algunos detalles eran tan parecidos a los que yo había escrito que me dio por sospechar, así que la contesté agradeciendo su correo y le pedí que me diese su dirección msn para que un día chateásemos.

Mi intención era ver su nombre y su foto para descartar que fuese mi alumna… lo cual era una situación incómoda en mis circunstancias. Aunque no niego que bastante morbosa. Andrea es una chica morena de pelo largo y liso, dientes blanquísimos y casi siempre sonriendo con timidez. Un precioso cuerpo femenino con curvas y no demasiado pecho. Un poco al estilo pocahontas con un toque de frescura muy atractivo.

Tardó unos días en contestar pero lo hizo y, mirando el perfil que salía asociado a su dirección, puede ver que “mi admiradora” acababa de crearse la dirección. En cuanto vi la foto ya me quedé más tranquilo: era de una chica que se parecía a Andrea, que era de quien yo sospechaba, pero no era ella… confieso que me quedé un poco decepcionado pero, en parte, me alivió porque soy profesor y no debo tener fantasías con mis alumnas. Dado que no se trataba de mi alumna, empecé a chatear con ella.

Al principio intercambiábamos frases corteses, pero poco a poco la charla se convirtió en divertida y morbosa. Rápidamente encontramos un feeling especial y empezamos a imaginarnos situaciones eróticas. Ella me había dicho que tenía 18 años y a mí me daba cierto reparo contarle cosas muy salvajes a una chica tan joven. Aún tenía una cierta duda de si era Andrea que se había puesto una foto falsa. Miré su ficha académica comprobando que, como mi admiradora Isabella, también tenía 18 años. No quise pedir más fotos ni más datos personales porque, debo confesar, pero me gustaba esa situación de incertidumbre. Aunque quería tener cierta precaución, nuestra conversación siempre nos llevaba a situaciones calientes y sucias. Siempre acabábamos así.

Por ejemplo, si un día había salido de compras, hablábamos de que éramos unos desconocidos que se habían encontrado y que acababan follando salvajemente en un probador…  Si se iba a duchar, me picaba describiéndome lo que hacía, cómo se desnudaba o cómo se aplicaba la crema después… entonces fantaseábamos con que yo estaba allí, sentado en el suelo acariciándola suavemente la piel de sus muslos mientras ella se maquillaba, de pié ante el lavabo y sólo con las braguitas puestas.

Ella me contaba todo: los relatos que leía, las veces que se tocaba tumbada en la cama, lo que pensaba en esos momentos y cómo lo hacía, los episodios que tenía cuando salía los fines de semana… sus sentimientos y sensaciones cuando se enrollaba con un chico y se dejaba meter mano, o tenía sexo con él. Me describía cómo se ponía, como se calentaba, lo que se dejaba hacer, lo que realmente la excitaba, el efecto en su cuerpo… Pero nuestro episodio “estrella” era siempre la fantasía del cine. Aquella donde follábamos en silencio en la última fila, mientras el resto del cine estaba atento a la película.

Un día nuestra relación dio un salto de calidad y morbo. No sé porque me dio el impulso, pero se me ocurrió proponerle que me pusiese la webcam. Estaba seguro de que no querría para no descubrir si es que en realidad Isabella era Andrea. Pero para mi sorpresa, aceptó. Sólo me pidió que no pusiésemos sonido y claro, acepté. También me pidió que pusiese yo la mía pero, por suerte, mi portátil no tenía y no podía hacerlo. Digo por suerte porque creo que como profesor no debo hacer este tipo de cosas.

Nunca me habían puesto una webcam y lo que ocurrió me sorprendió. Ella debía tener pensada una situación así, porque había puesto la luz de su cuarto muy bajita, sólo el flexo de su mesa y apuntando hacia abajo. La justa para que se viera bien su cuerpo, pero no su rostro. Aunque colocó la cámara para que llegase sólo a su cuello y no dejar ver su cara, la parte alta estaba sumida en la oscuridad y no habría podido reconocerla si en un descuido se hubiese enfocado. Yo, que había propuesto lo de la cam sólo para picarla y meterme con ella, me encontré metido de lleno en una situación que comenzó a darme mucho vértigo.

Al principio le pedía cosas inocentes, y me empezaba a gustar mandarle. Me excitaba brutalmente pidiendole cosas que ella hacía disciplinadamente. La hacía sentarse en una silla frente a mí, vestida pero con falda. Entonces le pedía que se pusiese unas medias frente a mí como si se estuviera vistiendo y yo fuese un voyeur. Unos leotrados de punto, finitos hasta medio muslo que son mis favoritos. Ella, que había captado lo que a mí me producía morbo, actuaba de forma distraída como si yo no estuviese. Sin mostrarse impúdica, pero sin ocultar sus encantos. A continuación le pedía que cruzase lentamente las piernas en plan Sharon Stone pero con ropa interior (de momento). Luego la mandaba ponerse en pie y hacer el gesto distraído de subirse las medias como si estuviese sola… ummmm eso me encantaba. Mostraba sus piernas preciosas envueltas en las medias, su piel apetitosa y sus braguitas de chica bien… como me gustaban a mí. Era brutal.

Al día siguiente, en la clase, miraba a Andrea intentando averiguar si era ella o no. ¿Sería Andrea Isabella o no? Desde luego, en clase Andrea me ignoraba, no me hacía ningún caso. No fijaba sus ojos directamente en mí. Yo, sin embargo, miraba sus piernas envueltas en unos vaqueros y me atormentaba pensando si bajo ellos estaría la preciosa piel que por la noche me mostraba y que tanto deseaba.

Poco a poco, en el chat empecé a pedirle cosas que ella debía hacer al día siguiente, y ella me contestaba siempre con frases del tipo “como quieras” o “haré lo que tú digas”… ufffffff me ponía mucho esa fantasía en la que ella hacía lo que yo decía. Empezó a llevar cada día ropa interior que yo la indicaba, me mostraba en la cam cómo le quedaban. Siguiendo nuestro juego, no le pedía cosas que se notasen externamente me producía morbo mantener la intriga de si Isabella era Andrea o no. Llevaba días observándola y tenía la sensación de que últimamente huía mi mirada. De que ahora no atendía de la misma forma que antes. Entonces, para provocar, sacaba en mis explicaciones a la clase algún tema de los que habíamos hablado por el chat… o hacía alguna broma al salir de clase los viernes… por ejemplo “hasta el lunes chicos… sed buenos y no os pongáis en la última fila del cine…”. Nadie sabía el sentido exacto de mis palabras salvo ella. Salvo ella en el caso de que fuera Isabella... pero seguía sin estar seguro del todo. De todas formas el juego era genial, creía notar cómo se ruborizaba… y se incrementaba mi deseo por ella… por que mi fantasía de que Isabella fuese Andrea se hiciese real.

El siguiente día la pedí que no llevase ropa interior… y me pasé toda la clase mirando disimuladamente el cuerpo de Andrea envuelto en un vestidito de invierno con leotardos, para ver si había alguna pista o alguna marca que me dijese si Andrea llevaba o no bragas. Uffffff me estaba metiendo demasiado en la situación.  Por chat me decía "como quieras"... "eso haré mañana"... pero en nuestro juego no entraba la pregunta directa... ¿tú eres Andrea?, y yo no tenía la certeza…

Lo siguiente que le pedí esa noche fue que estuviese el día siguiente con las piernas abiertas… le pedí que me hiciese una demostración con la cam y fue la primera vez que vi su caliente y depilado coñito. Ufffffffffff me puse supercachondo. Claro, para el día siguiente le dije que se pusiese pantalón. Se supone que yo no sabía si estudiaba o trabajaba, y no quería hacerla pasar algo explícito. Por supuesto, Andrea estuvo todo el día con las piernas ligeramente abiertas y sin mirarme nada en absoluto. Estaba preciosa… sentada en la primera fila, se había puesto un vaquero azul oscuro, unas botas planas, un jersey gris entallado de cuello alto que realzaba su figura… y yo me moría por que se girase hacia mí y abriese las piernas provocadoramente mientras me miraba con cierto rubor en sus mejillas.

No lo hizo, no era su estilo… o eso pensaba yo, pero el hecho de que pasase todo el día con las piernas abiertas me empezaba a tener muy excitado… maquinando cuál iba a ser mi próxima petición.

La idea me la dio Isabella esa noche, me dijo que el día siguiente tendría que rozarse disimuladamente su sexo con la mano en varias ocasiones. A mí me entusiasmó la idea, pero no pude evitar contestarle “las chicas buenas no hacen eso...”… y ella dijo poniendo una sonrisa en el chat “¿y quién te ha dicho que yo soy una chica buena???”. Por supuesto, encendió la cam y me hizo una pequeña demostración antes de cortar. Joder, verla frente a mí tocándose simuladamente el coño… sólo de recordarlo estuve excitado toda la noche.

En nuestro juego nunca nos preguntábamos a qué nos dedicábamos cada uno. En el chat dábamos por hecho que no nos conocíamos… pero lo cierto es que ese día me puse muy contento, porque Andrea en varias ocasiones y sin mirarme se llevó disimuladamente su mano a su ingle. Uffffff, a pesar de que su gesto fue distinto al que me enseñó en la cam, cada vez estaba más convencido que Isabella y Andrea eran la misma persona y cada vez me daba más vértigo la situación. Con todo, esa noche me hice el tonto y la pregunté inocentemente:

  • "¿lo has hecho?"

  • "sí, como tú dijiste"

  • "qué guarra"... dije para picarla un poco

  • “jaja tú eres peor, que eres el que lo inventa” Estaba claro que no se iba a amilanar con mis palabras… y eso me encantaba…

  • “seguro que te has excitado haciéndolo”

  • “sí, qué pasa?”

  • “jajajaja un día te voy a hacer que me describas cómo es el lugar donde trabajas o estudias” Ya estaba casi seguro de que Andrea e Isabella eran la misma persona, pero no quería transmitírselo…

Esa noche le pedí que el siguiente jueves (que era la próxima clase) fuese otra vez sin ropa interior, pero me confesó que tenía la regla y que creía que no podría… jajajaja me puso un monigote triste, lo que significaba que realmente estaba loca por hacerlo y eso me animaba un montón. Entonces le dije que no se preocupase, pero que el próximo martes quería que repitiese lo de tocarse disimuladamente, pero esta vez mirando a la cara a un hombre de su alrededor (en realidad tenía la intención secreta de que fuera a mí).

Y continué inventándome una fantasía imaginaria. Dije “luego, si te has excitado, irás al aseo y de desprenderás de tus braguitas. Las meterás en un cajón que esté por allí”. Seguía simulando que no sabía cuál sería ese lugar, pero lo cierto es que en el aula, los únicos cajones que había eran los de la mesa del profesor. Ella contestó como siempre “haré lo que tú digas, profe”…. Jajajajjajajajjjaaja se le había escapado la palabra “profe”!!! ya era seguro que se trataba de Andrea!! Ahora sí que estaba excitadísimo y nervioso… me estaba jugando mi puesto de trabajo, pero algo en mí me impedía detener esta espiral… la verdad es que ella era mayor de edad… éramos adultos y no haciamos daño a nadie… era nuestro y a nadie le importaba…

Mi plan estaba trazado, ella tendría que esperar a que todos saliesen al recreo para hacerlo, yo saldría del aula y volvería a entrar a los 5 minutos, estaba seguro que ella estaría en su pupitre simulando estudiar. Entonces yo iría a mi mesa, me sentaría, abriría el cajón y… en fin, ya estaba otra vez excitado sólo de pensarlo. Durante todo el fin de semana no quise conectarme, quería dejar todo como habíamos quedado… pero estaba nervioso y empalmando con mucha frecuencia.

El martes llegué bien vestido, con mi mejor camisa, afeitado y con la colonia de las grandes ocasiones. Cuando la vi, con su maravillosa sonrisa blanca… esta vez decidida a mirarme durante toda mi explicación, pero ligeramente ruborizada, me convertí en la persona más feliz del mundo. Hizo todo lo que le había pedido: rozarse disimuladamente, abrir las piernas… sonreirme… Supongo que mi lección ese día a los alumnos no fue muy buena, me equivoqué varias veces y todos se rieron… incluso ella. La clase se me hizo eterna, todo el rato miraba el reloj… pero al final todo pasa y justo al sonar la sirena fue la primera en salir. Sonriéndome, sabía que iba al aseo a traer lo que le había pedido. Hoy se había puesto unos leggins grises, unas converse rosas, una camiseta blanca y una sudadera. Me fijé disimuladamente en su culito, tapado parcialmente por la camiseta… y en la forma de caminar tan femenina… joder, a veces la vida te da un golpe de suerte.

Esperé a que todos se fueran, me aseguré que los cajones estaban vacíos, y me fui al cuarto de profesores 2 minutos… 2 minutos justos. Cuando volví al aula allí estaba ella estudiando en su pupitre, según lo previsto… al entrar cerré la puerta con llave. Ella me miró sonriendo y dijo “hola profe”… pero su voz la delataba nerviosismo… uffffffffffff hacía años que no me sentía tan vivo. Me senté en mi mesa y abrí el cajón mirándola. Allí estaban, las tomé en mi mano sin apartar la mirada de ella, que simulaba estudiar. Estaba alucinado de verme en esta situación. Lo tomé en mi puño y amasaba mi mano mientras la miraba, como disimulaba haciéndo que leía el libro y mirando de reojo para apartar la mirada con timidez al darse cuenta de que yo la miraba.

Dejé pasar unos segundos y dije, Andrea, por favor ven. Quiero que leas este texto para que hagas un trabajo. Se acercó a mí despacio, y se puso a mi lado, a mí derecha, de pié… temblaba ligeramente. Saqué unas hojas de mi agenda y en ellas había un relato mío. Ella las cogió y comenzó a leer torpemente, mientras yo pasaba mis manos por sus piernas sobre los leggins… la parte interior de sus muslos, desde las rodillas hasta su culito evitando su sexo… y de nuevo a sus gemelos. Uffffff ella leía jadeando ligeramente una historia de una chica que hace todo lo que le dice su chico. Donde se exhibía ante la webcam y usaba distintos elementos como juguetes sexuales. De nuevo subía mi mano… su culito… y me metía bajo su camiseta para sentir la piel de su espalda… ufff super suave.

-          “Profe…” dijo jadeando

-          “sssssssssssssssshhhhhhhhh, tú lee”

-          “es que me voy a mojar los leggins” dijo con un hilo de voz

-          “pues bájatelos” – la situación era morbosa y arriesgada, pues cualquiera podía entrar, pero ella fue obediente una vez más y los bajo hasta las rodillas-

-          “si no llevas bragas, las chicas bien no hacen esto…” me hice el sorprendido para picarla con lo que ya era una frase nuestra

-          “¿y quién te ha dicho que soy una chica bien, profe?”

-          “jajajjajajjajajjjaa ya veo lo que eres” dije dándo un pequeño azote a su culito redondo… “tenías razón, has mojado un poco los leggins”

-          “jo”

-          “venga lee” dije haciéndo el papel de dueño de la situación… no tenía mucho tiempo, pues el recreo era de media hora y ya habían pasado 10 minutos.

Mientras leía la empujé un poco hacia adelante, inclinándola y, con un gesto, la obligué a abrir ligeramente sus piernas. Yo seguía sentado a su lado, frente a mi mesa. Era impresionante verla, con los leggins por las rodillas, los codos sobre la mesa sujetando las hojas de un relato completamente pornográfico, y tratando de leer correctamente mi texto. Entonces comencé a tocar su sexo… cuánto había deseado este momento, me encantó sentir el tacto de su coño completamente depilado… y sí, también estaba completamente empapada… se estremecía con mis caricias.

La verdad es que yo también estaba tan excitado que tuve que mirar por la ventana varas veces para cambiar mi pensamiento. Afuera había árboles. También casas bajas. Por suerte estábamos en la tercera planta y desde las casas no se veía lo que pasaba en el aula. Y lo que estaba pasando… lo que estaba pasando es que mi mano jugaba con su clítoris, hacía circulos alrededor muy suavemente... ella se movía como queriendo que mis dedos fuesen más incisivos, pero yo la obligaba a continuar leyendo… me encantaba mandarla.

Ya leía con un hilo de voz… casi sonaba más el chip chip de mis dedos al introducirse en su coñito caliente y joven, que lo que ella era capaz de leer. No tenía mucho tiempo, así que me puse detrás de ella e intensifiqué mis caricias. Ella estaba tan tan excitada que estaba a punto de correrse, así que me puse a jugar con mi polla sobre su culito. Ella seguía leyendo y empezó a moverse hacia mí, intentando clavarse ella sola. Parece que estaba ansiosa, así que le di un azote en tu culito redondo y dije “eres lo peor”… y contestó “ummmmm tú tambien eres lo peor... mira cómo me tienes, a una pobre niña inocente jiji”...

Yo también estaba muy empalmado... así que la cogí de la cintura y la acerqué mucho hacia mí diciendo bajito en su oído “¿cómo te tengo? Mira cómo me tienes tú… esto es por ti” Ella sentía mi polla verticalmente a lo largo de su desnudo culo... y así, mandándola seguir leyendo me dediqué un rato a besar su cuello. Estábamos desatados. Dije “voy a follarte Isabella, te voy a dar todo lo que te debo de estos días” y la incliné un poco más… ya no podía leer y puso sus manos sobre la mesa. En esa posición primero rocé mi polla por su culito y su coñito, estaba ardiendo… uffffff comencé a meterla un poquito, no lo pude evitar, pero fueron unos segundos y me salí a ponerme un preservativo (soy un profesor… lo último sería dejarla embarazada…)

Ella se quedó quieta, esperando. Me moría por ver su carita de ansiedad y de vicio, pero en mi posición sólo veía su perfil… cómo se mordía el labio… me separé un poco para mirar su coñito desde atrás... precioso, algo hinchadito… y ella guapísima, inclinada hacia adelante, esperando… se moría de ganas, lo notaba en su respiración, así que la hice esperar unos segundos más hasta que dijo “quiero que me folles YA!”

Entonces la di una palmadita en su precioso y redondo trasero, desnudito para mí, y dije “eso no lo dicen las chicas bien!, pero te follaré igualmente”. La verdad es que no teníamos mucho tiempo para perder así que comencé a meterla en su intimidad. Estaba completamente preparada para mí, así que aunque comencé despacio, poco a poco fui entrando y saliendo cada vez más profundo. Notaba como su joven coño se iba adaptando a mí, muy muy húmeda… me volvía loco sentir como gemía, ummmmmmm aún me acuerdo.

Estuve un poquito follándola suave y profundo, de forma cariñosa… le decía que era una preciosidad y que me lo paso genial chateando con ella, porque “es lo peor, pero es mi niña”… ella se clavaba en mí, siguiendo el rimo, y miraba cada poco para verme detrás de ella dándole. Se mordía el labio inferior… Pasaban los minutos y decidí intensificar todo el movimiento. Tomé un papel más rudo, la sujeté bien de las caderas y comence a follármela mucho más fuerte. Mas fuerte y más rápido… ella comenzó a jadear más y más y dando un pequeño gritito sentí como todo su cuerpo se contraía en un profundo orgasmo. Tuve que tapar su boca y seguir haciendo mi trabajo para que fuese más largo su momento.

La verdad es que yo también estaba a punto y me dejé ir, tenía miedo de que se nos pasase el tiempo del recreo… se la clavé hasta el fondo y la sujeté fuerte de las caderas para que estuviese quieta… Uffffffff según le daba mis descargas, no podía parar de pensar en qué culo tan bonito tenía y que ahora estaba en mis manos… yo le enseñaría muchas más cosas que literatura.

Nos vestimos rápidamente. Le mandé que se pusiese las bragas que me había dado. Justo me dio tiempo a abrir la puerta unos segundos antes que empezase a oir el bullicio de los alumnos que volvían. Ella se fue a su sitio caminando alegremente y con un cierto color rosado en la carita. Sonreía. Dije antes de que llegase nadie “Isabella, esta noche te daré unas instrucciones” y contestó con una mueca divertida y preciosa “Lo que tú quieras profe”.

Muchas gracias por leer hasta aquí. Ese fue el primer episodio en vivo… pero hubo algunos más que iré contando si queréis.

Agradezco todos los comentarios y sugerencias :-)

diablocasional@hotmail.com