El profesor de historia

Desde el momento que le conozco solo pienso en sus grandes manos recorriendo mi cuerpo

A mis treinta  años mi vida dio un brusco giro, me quede sin trabajo y sin el hombre con el que creí que terminaría casándome el mismo mes.

En las siguientes semanas busque trabajo y nada, menos mal que al menos cobraba del paro. Tras varios días buscando sin encontrar nada tome una decisión apoyada de buen agrado por mis padres, decidí retomar mis estudios.

Así un par de meses después empezaba mi nueva vida. Decidí dejar atrás los últimos años y olvidar a ese hombre que tanto daño me había hecho. Lo había dejado todo por el: mi casa, los estudios, mi ciudad y hasta mis amistades. El me pago acostándose con una compañera de trabajo en mi propia cama.

Esa mañana llegue a la universidad dispuesta a retomarlo todo donde lo deje y me habitué enseguida, a pesar de que casi todos eran más jóvenes que yo, mi carácter abierto y mi espontaneidad me granjearon enseguida un grupito extenso de amistades. Mis padres que estaban en una buena situación me ayudaron en todo y así pasaron rápidamente los meses.

Todo iba viento en popa. Seguía sola, de momento no me plateaba tener ninguna relación sentimental, aun me escocia la anterior y estaba decepcionada de los hombres.

A mitad de curso cogí un fuerte resfriado que me mantuvo en cama un par de días, me pasaron los trabajos por correo y me comentaron que el profesor había tenido un accidente y que había un sustituto, que se quedaría el resto del curso.

Cuando dos días después llegue a clase, me habían dado mal los horarios y descubrí que llevaban cinco minutos de clase. Entre esperando pasar desapercibida y me senté detrás, saque mis cosas sin levantar la vista y oí por primera vez su voz. Antes de verle me cautivo esa profunda voz, levante la vista y me encontré con su mirada clavada en mí. Baje la mirada avergonzada y no volví a levantarla en toda la clase.

Al final de la misma, mientras escondía mis cosas, fui quedándome de las últimas. Cuando lo había recogido todo agarre mi bolsa, pero esta se enganchó y cayó con tan mala suerte que se abrió y varias de mis cosas cayeron rodando por la escalera, baje enseguida y me agache, mientras lo recogía vi dos relucientes zapatos y fui subiendo por el pantalón hasta encontrarme de nuevo con esa profunda mirada.

-señorita me alegra descubrir que ya que llega la última también se va usted la última.

-siento lo de antes no es costumbre en mi llegar tarde, hubo un malentendido con los horarios

-señorita procure que no vuelva a ocurrir, no me gusta que interrumpan mis clases, en lo sucesivo si llega tarde no entre a la clase.

Su soberbia me exaspero y me dispuse a soltarle alguna de las mías, levante la mirada y me trague mis palabras de nuevo perdida en la profundidad de esa severa mirada que me dejo clavada allí, mientras él se iba.

Al día siguiente llegue la primera, me senté y espere tomando notas durante la clase observe al nuevo y rotundo profesor, tendría unos cincuenta y muchos años, era muy alto y recio, con el pelo algo largo que en un tiempo debió ser negro ahora predominaban las canas que hacían que sus facciones parecieran más duras y distinguidas, la nariz aguileña, marcada, unos labios carnosos y lo más llamativo unos ojos de color avellana casi rojizos de mirada penetrante que dominaban sus facciones.

El conjunto era de lo más agradable para un hombre de esa edad, seguro que a las mujeres de cuarenta las tendría locas a sus pies, siempre y cuando te gustaran los hombres dominantes, porque ese hombre destilaba poder y carácter por cada poro de su piel.

De repente me encontré imaginándome como seria en la cama, como seria ser acariciada por esas poderosas manos y mis pezones se endurecieron bajo mi camiseta, evocando imágenes de ese hombretón desnudo.

Tenía que admitir que tenía carisma, a pesar de no ser mi tipo me excitaba. Perdida en mis pensamientos le oí despedir la clase y tuve que correr de nuevo para recoger.

Algo me hizo enredarme, una de las chicas de mi clase hablaba con él y este la regañaba, cuando más serio se ponía más morritos le hacia ella, debía estar acostumbrado porque la despacho rápido.

Nos cruzamos en el pasillo y al pasar por mi lado me dijo en tono condescendiente.

-señorita Sánchez muy bien, veo que siguió mis instrucciones

Su forma de hablarme hizo que tuviera ganas de darle una patada en la espinilla, le seguí con la mirada hasta verle desaparecer en el baño, eso me descoloco y la rabia cedió paso al deseo e imagine otro castigo, me imagine siguiéndole al baño y me vi con él en uno de los reservados….

Mis braguitas se mojaron ante la intensidad de mis pensamientos y salí casi corriendo de allí, llegue a casa y lo primero que hice fue meter mi mano en mi braga y acariciarme hasta saciar mi hambre, llegue al orgasmo entre imágenes de mi profesor y yo retozando en una enorme cama.

Esa noche decidí que debía al menos intentar algo, le deseaba y necesitaba saciar mi deseo, me propuse conquistar al viejo profesor de historia.

Al día siguiente me puse una mini vaquera y mi camiseta más escotada, unas botas tejanas y me dirigí a clase, esta vez me senté en primera fila y mientras daba la clase no deje de mirarle, un par de veces nuestras miradas se cruzaron yo sonreí todas, aunque él no lo hiciera, más bien endureció la mirada aún más. Al final de la clase y antes de que se levantara me acerque a su gran mesa y me apoye en ella, dejándole ver una gran porción de mis pechos, por un momento su mirada se perdió entre ellos, pero duro solo un instante.

-señorita Sánchez, que desea?

-a que se refiere con lo que deseo? –le pregunte melosamente-

-no juegue señorita Sánchez, no soy de esos que se quedan tontos ante un par de buenas tetas

Me bullía la sangre, cuando me desarmo de esa manera, Salí de allí enfadada dando un tremendo portazo.

Pero al día siguiente decidí lanzarme de nuevo, esta vez me puse unas mayas de lo más apretadas, eran como una segunda piel, de nuevo deje tres botones de mi camisa abiertos y de nuevo me acerque a su mesa.

-hola de nuevo señorita Sánchez, le repito que por más buena que este, ni su cuerpo, ni su mirada, ni su andar felino le harán aprobar mi materia, tendrá usted que estudiar.

Ya no pude más, mire que no quedaba ya nadie, di media vuelta y me senté en la mesa ante él, cruce las piernas y le dije echándome un poco hacia atrás para que pudiera verme bien.

-señor Carranzo, apruebo su materia con notable, no necesito exhibirme ante un viejo profesor para subir la nota.

Dicho eso le plante un beso en la boca, tipo pico, me baje de la mesa y contoneándome Salí de allí sabiendo que esta batalla la había ganado yo.

Y seguí poniéndome sexi para él, seguí preguntándole mil cosas y seguí yéndome la última de sus clases, porque no me bastaba con ganar una batalla quería ganar la guerra.

Un mes después ya era evidente mi juego y el huía en cuanto podía, aunque un día en una salida nos quedamos alejados del grupo y me acerque por detrás a él, apoye mis pechos en su espalda y le dije:

-profesor Carranzo, de que año es esta obra?

Se giró deprisa para romper el contacto y eso me hizo tambalearme, me agarro y quede pegada a su cuerpo rígido, mis pechos se pegaron a su ancho pecho y vi como unas gotas perlaban su frente.

-que quiere de mi señorita Sánchez?

-no es evidente?

-entre nosotros no va a pasar nada, no voy a arriesgar mi empleo liándome con una alumna

-nadie tiene por que saberlo

-porque señorita Sánchez?

-por deseo?

-eres una chica caprichosa y no te voy a conceder el capricho.

Su manera de hablar rebuscada, su negativa y su sequedad solo hacían que le deseara más.

Era viernes, me puse mi falda corta preferida tenía una idea, me quite las bragas en el baño y entre a clase, me senté en la tercera fila, quería estar a mas altura, enseguida note que me buscaba y me hice la despistada, cuando a media clase conseguí captar su atención con una pregunta, separe mis piernas lo suficiente para atraer su mirada y que viera mi coñito. Su mirada se oscureció y la aparto enseguida de entre mis piernas, pero ya sabía que no llevaba bragas y eso me excitaba.

A lo largo de la clase note como me miraba cuando creía que no me daba cuenta y ese día no se levantó de su mesa, intuía porque ni siquiera al final de la clase y tras despedirla como siempre no rodeaba su escritorio y salía rápidamente.

Me acerque queriendo dar la puntilla al asunto y me apoye a la mesa, sus ojos bajaron a mi escote y durante unos segundos se quedaron allí, calentándome más aún.

-no se va profesor?

-no, más tarde tengo cosas que hacer

Estire el cuello y pude ver el bulto en sus pantalones, por fin lo había conseguido el señor Carranzo estaba excitado.

Me senté como el primer día en su mesa ante él y deje que mi faldita se subiera un poco más aun, abrí las piernas separando mis muslos y su mirada se perdió entre ellos.

-señor Carranzo no necesito esto para aprobar y lo sabe, ha corregido ya un ejercicio mío

-cierto estaba muy bien –balbuceo con voz empalagosa-

-quiere ver más?

Me sorprendió la rapidez con la que dijo:

-sí, enséñame mas

Eso me calentó, casi llego al final solo con oír la premura en su voz. Vi que se le se levantaba y pensé que se había arrepentido, pero solo echo la llave a la puerta y volvió a su silla, al volver mire bien su entrepierna, el bulto era enorme tirando de la tela de su pantalón.

Abrí bien las piernas y mi falda se subió a la cintura. El miro ya sin tapujos mi coñito, cogí su mano y la puse encima de mi muslo y sus dedos empezaron a acariciar mi piel caliente.

Me puse más frente a él y apoyándome hacia atrás puse los pies en sus muslos abriéndome más y su mano recorrió la cara interna de mi muslo, la otra hacia lo mismo en mi otro muslo y yo sacándome las botas ayudándome con su silla le dije.

-quíteme los calcetines

Él lo hizo mecánicamente y volvió a mis muslos, recorría con sus dedos mi piel, haciendo que me mojara más y de repente note sus dedos en mi rajita caliente y húmeda, que exigía mucho más.

Paso dos dedos de arriba abajo empapándose con mis jugos.

-madre mía que caliente estas, que mojada estas

Dicho esto empujo dos dedos dentro de mí y me penetro sin piedad provocándome mi primer orgasmo con él, jadee moviéndome sobre la mesa y no me di cuenta de nada mas hasta que note su aliento entre mis piernas, su lengua sobre mi raja y sin sacar los dedos de mi coño empezó a lamerme. Vaya lengua tenía ese hombre, me puso a mil en un segundo.

Saco sus dedos y oí como se desabrochaba la cremallera y liberaba su polla, paso sus dedos por los lados de mis pies pringándolos con mis jugos, volvió a penetrarme y saco más jugos con los que volvió a pringar mis pies, estaba como loca de excitada, cuando me cogió los pies y se apretó con ellos la polla, yo empecé a moverlos con su polla en medio, notaba el calor que emanaba y lo dura que estaba, cuando de nuevo empezó a lamerme, yo le pajeaba con mis pies más deprisa a medida que crecía en mi otro orgasmo, notaba los espasmos, el calor expandiéndose por mi cuerpo y cuando note que se ponía rígido y sentí su semen en mis pies me lance a mi propio orgasmo que me partía en dos.

Los dos nos corrimos abundantemente y se echó hacia atrás en su silla mientras notaba aun su polla palpitar entre mis pies. Nunca había hecho nada parecido.

Unos minutos después se incorpora, saca unos pañuelos de papel y limpia mis pies y se levanta para arreglar su ropa, me excita de nuevo ver como ese hombre tan recolocado ha perdido los papeles.

-esto no debería haber pasado.

-pues a mí me ha gustado mucho y algo que te produce tanto placer no puede estar tan mal

-lo está señorita Sánchez

Me baje de la mesa, me calce las botas y Salí de allí lo más dignamente que pude. Ya sola en casa no deje de darle vueltas, quería más, necesitaba más.

El siguiente día me rehuyó, contesto a mis preguntas sin mirarme y salió de la clase casi antes de acabar, así toda la semana.

Al final de la misma y con sus constantes negativas, decidí dejarlo pasar. A pesar de desearle no iba a arrastrarme más, pero no podía dejar de pensar en él, me tocaba pensando en él y hasta me lie con un compañero de clase, nos acostamos y cuando se ponía el preservativo y se colocaba entre mis muslos, solo sentí que no fuera mi viejo profesor, que era al que realmente deseaba, me deje penetrar por el compañero e intente seguirle el juego, al final él estaba como loco se corrió mientras bombeaba dentro de mí, pero yo termine frustrada y teniendo que fingir un orgasmo que solo conseguiría rato después sola, en mi cama y pensando en él. El oscuro objeto de mi deseo.

Queda feo decirlo pero solo use a mi compañero para darle celos, le besaba en los pasillos para que nos viera y hasta le lleve al baño justo al lado del suyo para hacerlo y que él me oyera.

Al día siguiente estaba rabioso, me miraba con odio pero no dijo nada, al cabo de unas semanas lo deje con el compañero.

Un mes después planearon una cena todos los de la clase y vino el profesor, yo decidí ponerme mis mejores galas. Un vestido sencillo, con algo de escote eso sí, lo acompañe de unas medias con liguero y mis mejores sandalias de tacón.

En el restaurante, todos me dijeron que estaba guapa, ya que suelo vestir más casual y cómoda. Al llegar el me miro de arriba abajo y sé que le gusto lo que vio.

La cena fue muy bien y al final decidimos ir a tomar algo, él se apuntó y ya en el sitio, nos pedimos unas bebidas y al final de la noche tontee con algún chico de la clase sin pasar de ahí, note la furia en su dura mirada.

Mientras bailaba con un chico de manos algo ligeras, que se movían por todo mi cuerpo, busque su mirada enfadada. Al dejar de bailar me excuse y me acerque a la barra donde estaba el. No pude evitar hurgar más y le dije:

-se divierte señor Caranzo?

-no

-no le gusta lo que ve?

-no

-sea sincero y diga al menos lo que piensa

-eres una puta

-no lo soy, simplemente me divierto y ya que usted no gusta, porque no jugar con otros que si están dispuestos?

Le deje allí mismo me dirigí a los baños, no me di cuenta hasta que note su brazo que me siguió.

Me agarro del brazo y me empujo a un baño. Yo sonreí al notar su sexo duro en mi trasero. Me apoyo las manos en la cisterna del baño y me subió el vestido, suspiro al ver el liguero y mis braguitas a conjunto.

-no puedo más, me estoy volviendo loco, oigo a todas horas tus gemidos del otro día en el baño, he recordado tantas veces tus gemidos, sabiendo que otra polla te penetraba ese chochito tan rico que probé y lo que más me cabrea es que termino tan excitado que me masturbo a todas horas pensando en tu olor, en tu coño y en tus ruiditos

Mientras me hablaba me bajo las bragas a medio muslo, se sacó la polla y la froto por mi raja ya mojada.

-a mí me pasa lo mismo, fólleme señor Carranzo

Mis palabras endurecieron más su polla entre mis piernas

-estas chorreando y tan caliente como te recordaba putita

Sin miramientos apoyo su polla en la entrada de mi coño y empujo, empujo hasta que sus huevos chocaron contra mí. Se agarró a mis caderas y empezó a moverse.

-madre que apretadita estas, que rico tu coño cariño

Moví las caderas a su ritmo mientras el bombeaba dentro, dentro, mis fluidos resbalaban por mis muslos y el no paraba golpeándome las rodillas contra el inodoro, pero no nos importaba, le notaba tan adentro y tan descontrolado que empecé a notarlo, el calor, las convulsiones.

-nena no aguanto más, voy a correrme deja que te llene

-si profesor, fólleme duro así bien adentro

-has conseguido volverme loco con tus falditas, con tus miradas

Empujo y cuando empecé a sentir su semen caliente me corrí junto a él, que no paro de soltar pequeños chorros de semen en mi interior.

-deseaba esto desde que te vi por primera vez de rodillas ante mí. Aunque no quisiera reconocerlo

La saco despacio y me subió las bragas rápido.

-no te limpies quiero saber que llevas mi semen dentro, ahora diviértete la próxima hora, luego sal y espérame en la esquina. Aún no he terminado contigo putita.

Casi me corro de nuevo cuando se recoloca la ropa y sale del baño.

Diez minutos después salgo y le veo en la barra, pero esta vez su dura mirada se tiñe de deseo y medio sonríe.

No me concentraba en nada esperando que pasara el tiempo, justo a la hora me despedí del grupo y salí a esperarle a la esquina. Impaciente por volver a sentirle de nuevo.