El Profesor de Biología
Una alumna universitaria en las manos de su profesor.
Esta historia ocurre en la ciudad de México, famosa por sus grandes universidades y las oportunidades que están ofrecen a quien sea capaz de tomarlas.
Una de esas personas es nuestra protagonista, su nombre es Anahí, una chica de 19 años, de muy buen aspecto físico, piel blanca y un largo cabello oscuro, un abdomen firme, pechos pequeños, piernas torneadas evidencia de que practico futbol durante muchos años, su máximo atractivo era su enorme trasero, el cual siempre resaltaba enfundado en ajustados jeans que son su prenda favorita y la de la mayoría de sus compañeros.
Anahí cursa el 3er semestre de la carrera de Biología, hace un año llego a la capital procedente del norte, al principio todo fue difícil, una ciudad nueva con un ritmo de vida sumamente acelerado, estar lejos de su familia, viviendo con una chica con la cual apenas cruzaba palabra, todo sea por compartir los gastos de aquel departamento tan cercado a la universidad.
Pero ahora su vida parecía haberse estabilizado, recibía una beca que solucionaba la mayor parte de sus problemas, Sandra una compañera también foránea, se había convertido en una gran amiga y compañera en aquello que se había convertido en una aventura, ese día caminaban juntas, Anahí atraía muchas miradas en los pasillos escolares, algo que ciertamente la incomodaba, su carácter era fuerte y solía encararse con los tipos que trataban de pasarse de listos, aun así trataba mayormente de ignorarlos, un nuevo semestre comenzaba y este le causaba cierta emoción, finalmente había logrado acceder a la clase de biología orgánica impartida por el doctor Salvatierra, el profesor con mejor reputación de toda la carrera, un hombre ya de edad avanzada, cuyos conocimientos lo habían llevado a ser galardonado con grandes premios a lo largo de su carrera.
Anahí y Sandra ingresaron al salón de clase, este ya estaba casi lleno por lo que apenas lograron obtener un par de asientos libres casi al frente de la fila, un par de minutos después el profesor entro cerrando la puerta tras él, sin mirar hacia los alumnos se dirigió directo hasta el escritorio dejando su pesado maletín sobre el antes de sentarse sobre la silla.
- Buenos días muchachos, primeramente quiero dejar claro que nadie entrara a clase tras de mí, una vez que esa puerta se cierre no habrá excepción alguna para dejarlos pasar.
La mayoría de alumnos se tensaron al escuchar su fuerte de voz, el profesor miro de un lado al otro del salón hasta que luego de unos segundos sus ojos se cruzaron con los de Anahí, el mantuvo la mirada sobre ella hasta causarle tener que desviarla.
- Mi nombre es David Salvatierra y esta es la clase de biología orgánica, aunque eso ya deben saberlo, me alegro que este semestre hubiera mujeres que se atrevieran a entrar aquí.
Dijo con aquel tono burlón que hizo sentir a Anahí como si el estómago se le revolviera, aunque ahora al mirar hacia atrás, se daba cuenta que apenas eran 5 mujeres en un grupo de casi 30 alumnos.
- Bueno no las culpo, aquí no es clase de cocina.
Las risas llenaron el salón, las 5 mujeres presentes optaron por ignorar aquel comentario algo que al profesor le parecía perfecto, el resto de la clase transcurrió como cualquier otra y al sonar el timbre todos salieron con la prisa normal en estudiantes universitarios, Sandra y Anahí salieron al mismo tiempo, esta última aun sentía su estómago ardiendo.
- Como se atreve ese patán a hablarnos de esa forma.
- Tranquila, no ganas nada con enojarte.
Sandra era más paciente, quizás más sumisa, no veía porque meterse en problemas con aquel profesor tan respetado por un simple chiste fuera de lugar.
Sin embargo ese apenas fue el comienzo, clase tras clase, las alumnas debían soportar los comentarios despectivos hacia su género por parte del profesor Salvatierra, cada día parecía aumentar la intensidad en ellos y no solo eso, las preguntas eran siempre dirigidas a ellas, cuestionamientos que parecían hechos especialmente para que ellas fallaran al responderlos
- Otra vez mal señorita Contreras, no entiendo como obtuvo esa beca.
Anahí estaba a punto de explorar, el profesor parecía saberlo por lo que prolongo el silencio y la mirada sobre ella, Sandra la tomo por la mano, entonces se calmó y simplemente reservo los insultos para su mente y el maestro continúo la clase.
- Ya estoy harta, te juro que si vuelve a insultarme de esta forma ni tu podrás detenerme.
- Anahí, ya te dije que abandonemos esa clase, no vale la pena que termines suspendida por perder los estribos.
Pero para Anahí aquello se había vuelto un duelo personal, sabía que era lo suficientemente apta para aprobar esa clase y no iba a dejar que aquel viejo profesor se entrometiera en su camino.
El primer bimestre termino, Anahí apenas haba logrado un 70, en base a su gran habilidad en el examen pues Salvatierra ya se había encargado de restarle gran cantidad de puntos por su trabajos “mal hechos”, sin embargo para su sorpresa, para el siguiente trimestre Sandra y ella eran las únicas mujeres sobrevivientes, de hecho el grupo ya se había reducido a menos de 20, un nuevo comentario del catedrático sobre la falta de habilidad de las alumnas provocaron que Anahí nuevamente rechazara la posibilidad de abandonar la clase.
La carga de trabajo aumento en todas las materias para el siguiente bimestre, lo que aumentó la presión sobre los alumnos, más aun para el único par de alumnas en la clase de Salvatierra que no paraban de fallar en sus trabajos y exposiciones, por lo que a final de ese periodo ocurrió algo que Anahí ya temía hace tiempo.
- Lo siento amiga, no puedo más, si dejo la clase ahora no me aparecerá como reprobada.
No hubo manera de convencerla, ese mismo día abandono la clase y aunque Anahí estuvo tentada a hacerlo, finalmente permaneció firme en sus convicciones.
- Una sobreviviente, eso no se ve todos los días.
El regordete profesor sonreía ampliamente al ver a Anahí sin la compañía habitual de su amiga, poco más de 10 alumnos quedaban en aquella clase y ella estaba al límite, tanto de reprobar como de explotar en contra de Salvatierra.
Las semanas pasaron y el final del semestre estaba cerca, sin embargo la paciencia de Anahí estaba por llegar a su límite, el exceso de tareas, la presión de mantener la beca la tenían con la presión al máximo y finalmente todo estallo.
- Le digo que mi experimento funciona perfectamente
Anahí se mantenía firme, levantaba su voz como si de ganar aquel argumento dependiera toda su vida, su rostro enrojecido y su mirada firme, mientras el profesor denotaba aquella sonrisa que irradiaba una maldad oculta.
- Pues más vale que así sea señorita Contreras, hoy después de clases, la espero en el laboratorio #3, si falla, despídase de su calificación del semestre.
El ambiente estaba completamente tenso, los propios alumnos que anteriormente eran parte del bulliyng ahora se mantenían en silencio, situación que se rompió solo cuando el timbre sonaba y todos salían del salón.
- ¿pero qué hiciste?
Sandra no podía entender lo que su amiga le contaba, tantos meses aguantando aquella situación y de un día para otro había echado todo a perder.
- No lo sé, de verdad me saco de mis casillas, parecía como si quisiera pelear conmigo, pero te aseguro que el experimento funciona.
Ambas terminaban su comida, Sandra se despedía, tenía un largo camino en metro hasta su casa, Anahí respiraba profundo y comenzaba a caminar de vuelta hacia la zona de aulas, pasando el edificio donde comúnmente tomaba clases, pasaba el patio hasta llegar al fondo, los laboratorios estaban juntos, el que ella tenía que visitar era el último, tocaba a la puerta, nadie respondía, volvía a hacerlo y de pronto veía aquella nota a un lado de la puerta
“Pasa y toma asiento, vuelvo en 15 minutos”
Anahí no podía creerlo, además de todo tendría que esperarlo, entraba en aquel viejo laboratorio, todo estaba en perfecto orden, caminaba hacia la primera mesa sentándose sobre un banquillo, hacia calo pero el lugar no tenía ventanas, en el aire flotaba una fragancia dulzona similar a flores del campo, este era un tanto desagradable precisamente por lo ser tan ligera, ella miro el reloj al centro, eran las 3:20, si el profesor no llegaba en 15 minutos se iría, pasara lo que pasara.
*6 meses antes*
El profesor Salvatierra es un hombre de 68 años de edad, de gran altura y una barriga promitente consecuencia del descuido en su alimentación durante tantos años, su cabello canoso, estaba por desaparecer formando ya una corona en la parte superior de su cabeza, su carácter siempre duro le había traido pocas amistades durante sus años de vida, uno de esos pocos, era con quien hablaba aquella mañana tomando un café.
- Por Dios, mira que viejota.
Su acompañante señalaba con el dedo hacia afuera de la cafetería escolar, ahí, en una larga fila podía verse una joven de hermosa figura, sonriendo mientras hablaba con otra joven que parecía su amiga, aquella fila, era para pedir el alta en las materias para el nuevo semestre, Salvatierra aunque genuinamente interesado fingió desanimo ante la expresión de su amigo.
*Presente*
Anahí sudaba, sentía que aquel aroma se volvía más fuerte, quizás debería abrir, la puerta, esperar a su profesor afuera, pero no lo hacía, pensada que no tenía caso, volteaba hacia aquel reloj, eran las 15:45, si el profeso no llegaba en 15 minutos, se iría pasara lo que pasara.
*5 Meses antes*
El profesor Salvatierra estacionaba su auto en el aquel lugar de estacionamiento que había obtenido casi 20 años atrás, era un hombre de rutina por eso jamás lo había cambiado por más que tuviera que recorrer media universidad para llegar a su primera clase, aquel día se sentía sumamente nervioso, caminaba por los pasillos desviando la mirada a cualquiera con quien se cruzara, no quería entretenerse con nadie, estaba ansioso por llegar al salón de clases, por fin vio la puerta al fondo del pasillo, giro la perilla y entro cerrando con fuerza la puerta tras de si, tomaba aire, camino hasta dejar aquel maletín sobre su escritorio y volteo al frente, observo a sus alumnos que permanecían callados, volteo al centro y encontró lo que buscaba, frente a el en primera fila, estaba aquella joven a la que personalmente acepto en su clase, aunque el promedio era muy inferior al solicitado.
*Presente*
Anahí se sentía mareada, el calor era ya insoportable, moría por un vaso de agua, trataba de buscar alguna botella en su mochila pero de pronto sus brazos pesaban demasiado, lo mejor era salir de ahí y tomar agua en algún bebedero público, eso pensaba pero no se movía de aquel banco, levantaba la mirada encontrando el reloj, eran las 1:30, si el profesor no llega en 15 minutos, se iría pasara lo que pasara.
*4 Meses antes*
El profesor Salvatierra revisaba el examen de Anahí, sonreía al verlo, aquella chica era un verdadero prodigio, era una lástima que aquel examen digno de 100 se tuviera que conformar con un 70, pero era por un bien mayor, de igual manera, el resto de las chicas recibió calificación reprobatoria, ya era hora de desalojar el aula.
*Presente*
Anahí estaba ya empapada en sudor, el fuerte olor ahora estaba adherido a su piel, el calor era intenso, tenía que salir, “no, lo mejor es que te quites el exceso de ropa” por fin una buena idea, esta vez sus brazos si obedecieron y su blusa salió rápidamente por su cabeza lanzándola lejos, pero el calor persistía, sus manos fueron hacia su espalda desajustando el broche de aquel sostén color blanco que libero sus pequeños pero puntiagudos senos, coronados por aquellas aureolas y pezones de un rosa claro, ella volteaba a ver el reloj, eran las 17:00, si el profesor no llega en 15 minutos se iría pasara lo que pasara.
*2 Meses Antes*
Era la hora de la verdad, réprobo a Sandra por segunda vez, le dio a Anahí una calificación lo suficientemente buena para mantenerse, además esta vez fue más astuto, corrió el rumor de que cualquiera que abandonara su clase ahora, sería como si no la hubiera tomado jamás, asegurándose que Sandra lo escuchara, al final obtuvo su recompensa, vio a su hermosa alumna suplicando a su amiga permanecer en la clase, pero esta simplemente se negaba.
*Presente*
“así está mejor” pensaba Anahí mientras retiraba sus calcetas lanzándolas junto a los zapatos que se había quitado segundos antes, sus manos fueron hasta el botón de aquellos jeans que ajustaban a sus piernas y trasero de forma armónica, lo abrieron y poco a poco lo deslizaron hacia abajo hasta sacarlo por completo.
“solo falta un poco más” decía en su mente, ambas manos tomaron el elástico de aquel calzón blanco de algodón que se adhería a ella como una segunda piel “Hazlo” su cerebro parecía gritarle y ella solo dio un fuerte jalón hacia abajo dejando la prenda en sus pies, volviendo a levantarse miro el reloj, eran las 18:00 horas, si el profesor no llega en 15 minutos, se iría pasara lo que pasara.
*Horas Antes*
El profesor Salvatierra estaba más nervioso que nunca, acomodaba todo en el laboratorio, se había asegurado que nadie lo usara en todo el día, ajusto una válvula que instalo el día anterior, aquella que mantenía la fórmula que su brillante alumna había estado desarrollando durante ese semestre, esta era capaz de controlar el sistema nervioso de algunos insectos pequeños siempre y cuando estuvieran expuestos a la sustancia durante algunas horas, claro el se había encargado de perfeccionar dicha fórmula y hoy sería la gran prueba.
*Presente*
Mis felicitaciones señorita Contreras, su experimento funciona a la perfección, Anahí se encontraba arrodillada con las manos atrás, su boca era bombardeada por el duro pene de su profesor de biología, este la guiaba tomando su cabello con gran fuerza, taladraba su boca con tanta fuerza que golpeaba su garganta provocándole una salivación extrema, el tipo tan sudoroso como su alumna reía y gozaba de su triunfo por el cual había esperado tanto tiempo.
Sus manos temblaban, elevaba su pareja, el éxtasis era máximo mientras sus movimientos se volvían más fuertes y constantes, el sonido de su pene chocando contra sus mejillas, la sensación húmeda de su lengua pasando alrededor mientras luchaba por respirar, hasta que finalmente explotada, una enorme cantidad de semen caliente era disparado directo a la garganta de Anahí que instintivamente abría aún más su boca mientras Salvatierra acariciaba su largo cabello.
- Shhh, shhh come, come rápido tu medicina mi niña.
En un centro comercial a unos kilómetros de distancia Sandra llamaba a su mejor amiga sin recibir respuesta, hacia media hora debió de llegar, pero hasta ahora no había rastro de ella.
El celular de Anahí sonaba y sonaba, el profesor estaba sentado sobre una silla sostenía en su regazo el cuerpo desnudo de su joven alumna, lamia y mordía sus pequeños pechos mientras sus manos acariciaban con desesperación sus torneadas piernas y sobre todo sus carnosas nalgas. Están eran enormes y firmes, las acariciaba, apretaba y azotaba con fuerza, tantos meses esperando aquello, su emoción estaba al máximo.
- Por fin, por fin mi hermosa perra, eres solo mía.
Sandra estaba en la puerta de la universidad, ingresaba dirigiéndose hacia la parte de atrás, si su amiga no contestaba el celular debía ser porque aún seguía intentando que aquel experimento funcionara, finalmente toda su calificación del semestre dependía de eso.
Anahí ahora estaba de pie, inclinaba su cuerpo poco a poco hacia el frente colocando sus manos sobre aquella mesa de laboratorio, detrás de ella su profesor de biología terminaba de desnudarse por completo, ahora frente a sus ojos tenía ese enorme y firme trasero blanco, aquel con el cual había soñado durante medio año, sus manos fueron hacia ese par de nalgas dándoles un fuerte azote que retumbo en todo el laboratorio, para luego separarlas, revelando aquel orificio rosado, totalmente cerrado, los vellos rizados alcanzaban a verse cuando ella separaba sus piernas cuando él le hablaba al oído, su lengua rápidamente iba hacia ese preciado tesoro disfrutando aquel sabor que para él era, el más delicioso manjar que había probado en su vida.
Sandra podía ver al fondo el laboratorio, todo estaba casi a oscuras, ya era tarde y este parecía vacío, aun así se acercó, si ya había llegado hasta ahí que más daba confirmar, llegaba hasta la puerta, estaba entre abierta, un fuerte olor llegaba hasta ella cuando la abría ligeramente, una vez que pudo enfocar la imagen de aquel lugar tuvo que tapar su boca para no gritar, no podía creerlo, ahí apenas alumbrados en medio del laboratorio, su amiga estaba completamente empinaba mientras el profesor Salvatierra la penetraba con gran fuerza, los gemidos de ambos eran elevados, los el casi parecían los de un animal, mientras que los de Anahí eran casi lamentos, Sandra salió corriendo, trataba de comprender lo que sucedía.
- Claro maldita, con razón siempre sacabas tan buenas calificaciones.
Mientras Sandra salía de la universidad ardiendo de coraje, el profesor Salvatierra clavaba su pene en Anahí, las paredes anales chocaban contra él, estaba totalmente apretado, esa sensación era la mejor que el había disfrutado, era completamente adicto a ella, besaba su espalda, apretaba sus pequeños pechos, su pelvis golpeaba contra las nalgotas de su alumna hasta que volvía a disparar su semen caliente ahora directamente a su entrañas, ella solo gemía y lloraba como una niña pequeña mientras miraba fijamente al reloj.
“son las 19:00 horas, si el profesor no llega el 15 minutos me iré, pase lo que pase, pase lo que pase, pase lo que pase, pase lo que pase, pase lo que pase …”