El profesor (3)

Continuación de los relatos del joven profesor dominado por su alumna Jessi.

Un joven profesor de instituto en poco tiempo se ha convertido en sumiso de su alumna; la situación puede ser muy comprometida para el profesor, y ya conoce la situación el novio de Jessi (así se llama ella) y su círculo de amigas. Para satisfacer a Jessi, el profesor se aprovechó de una profesora en horas bajas y Jessi le prometió una recompensa.

Por la mañana, el profesor entró a clase contento y excitado. Recordaba lo contenta que se había puesto Jessi ayer; recordaba la recompensa que le había prometido. Ella entró a clase y como siempre se comportó como una líder nata:

Hola profe, ¿como estás?

Bien, bien… -como siempre me turbé. Esa chica me ponía a mil. Ella sonrió y dijo burlona:

Qué tal la noche? Tienes una cara de felicidad! Parece que nuestro querido profe hoy viene bien follado

Yo no contesté, me puse rojo como un tomate y todo el mundo se dio cuenta que Jessi acertaba. Algunas otras chicas de la clase conocían la historia perfectamente, y podía oír sus risitas y comentarios. El día fue largo, y al atardecer me encontraba en casa completamente caliente; no tenía noticias de Jessi, y estaba muy nervioso, ansioso. Al final decidí pajearme. Los días siguientes fueron igual: Jessi me ignoraba y yo estaba muy salido y me mataba a pajas en casa. Era toda una estratagema de ella, sabía como estaba yo de salido, esperando que ella se me acercara y me utilizara o me amara o me matara, o me diera aquella recompensa que me prometió. Finalmente, al cabo de tres semanas, al volver a casa me encontré a Jessi y su amiga Noemí en los bancos de la plaza de la esquina. Me saludaron con la mano y yo me fui para allá donde estaban ellas.

Perro, arrodillate ante tu Ama! Venga, quiero verte de rodillas besandome las botas!

Me excité muchísimo; soy muy fetichista y ella llevaba unas botas de cuero preciosas, y la situación en medio de la calle era muy estimulante. Daba miedo, pero eso era el plus de morbo que me ponía a cien. Así que me arrodillé y le besé los pies. A unos metros pasaba una señora que se quedó parada, mirando fijamente la escena, sorpresa, divertida. Nadie más se percató de la historia, creo. En realidad fueron unos pocos segundos. Luego me ordenó levantarme y nos fuimos los tres hacia mi casa.

Dentro de casa, me ordenó desnudarme y ponerme de cara a la pared, mientras ellas se fueron un rato. Antes de salir se hicieron con mi cartera y mis llaves. Yo no me moví durante el rato que estuvieron fuera. Cuando volvieron, al cabo de media hora, yo estaba ya bastante cansado de estar de pie delante de la pared. Las dos chicas entraron charlando animadamente, y me dijeron que habían echo unas cuantas copias de mis llaves, para poder entrar siempre que quisieran a mi piso. Ellas o sus amigas, o amigos, o quienes ellas quisieran. Por supuesto, lo habían pagado de mi dinero. Me pusieron a cuatro patas y se montaron las dos encima mío. "Al salón!" me ordenaron, riendo. Y yo las llevé hasta allí. Se sentaron en el sofá, se pusieron cómodas, y empezaron a charlar, ignorándome. Unos minutitos después, al ver que me ignoraban, decidí levantarme. Pero Jessi me gritó: "¡¡¿¿Qué haces puta perra asquerosa??!! ¿Quién te ha dado permiso a ti para levantarte, eh?! Quién?!" Se hacía la furiosa pero yo sabía que era puro teatro. Simplemente abajé la cabeza mirando al suelo, cosa que a ellas les hizo mucha gracia y se pusieron a reír como locas. "Venga zorrita, ponte de cuatro patas dejando tu culito de cara al sofá, que podamos ver bien este culito de puta guarra que tienes!" Así lo hice, y Jessi me ordenó que me diera 50 azotes. Mientras, ellas siguieron charlando, sin siquiera mirarme. Yo cumplí la orden y me dí los 50 azotes. Cuando paré, esto llamó la atención de las chicas. "Por qué paras, puta?" me preguntó Jessi. "Ya he llegado a 50, Ama", le contesté; la llamé Ama. Ese trato nos gusta tanto a los dos! Ella sonrió, pero no se endulzó. Me habló en un tono maternal, como se le habla a un niño pequeño o a un tonto: "Oye, cariño, pero… yo como sé que te has dado 50 azotes?". Me descolocó. "Ama, estaba usted aquí; lo ha visto. 50 azotes como me ordenó". "Pues no sé, putita, yo he oído unos azotes, pero que sé yo si son 50…! Entiendes, cariño?" "Sí, Ama". "Venga, cielo, vuelvete a dar los 50 azotes y cuenta en voz alta para que tu Ama sepa que te has azotado de verdad….". Eso me desmoronó. Maldita cabrona! Ayyy… pero la adoraba… era… tan dulce… y tan cabrona… tenía un carácter, una personalidad… me tenía preso, y yo era u preso feliz, feliz de ser algo suyo, ni que fuera su sumiso.

Mi culo, que ya estaba bastante rojo, comenzó a sentir los azotes: "Uno; dos; tres", y los azotes iban siguiendo, por ningún momento se me pasó por la cabeza no hacerlo. Me dolía ya mucho el culo, y todavía quedaban muchos azotes; algunos me los daba menos fuertes, casi como una caricia. Pero mi culo estaba ya muy rojo y empezaba a escocer mucho, muchísimo, y a mí me empezaban a saltar las lagrimas. "50", terminé; y suspiré. Ellas me miraban y sonreían. Tenía el culo expuesto hacia ellas y parecía que les gustaba lo que veían. Se miraban divertidas. Jessi le dijo a Noe que me azotara; en realidad mis azotes habían sido de preparación. La cosa pues pintaba negra! Se me escapaba alguna lágrima, de mis ojos bajaban por mi mejilla, hasta mis labios, mi barbilla. Los ojos los tenía humedecidos. Al saber que Noe seguiría azotándome el culo supuso por mi un derrumbe moral importante, por eso se escapó alguna otra lágrima, además del dolor esta noticia me había echo desfallecer. Al acercarse, Noe vio que yo tenía mi polla completamente erecta. Se lo comentó riendo a Jessi, y las dos se rieron muchísimo, y me iban diciendo "te gusta, eh…", y en el fondo por patético que parezca tenían razón. "Ama…" "¿Sí, perrita?" "¿Puedo hacerle una pregunta?" "A ver, díme…". Casi sollozando, le dije con voz temblorosa:

¿Cuantos azotes más me dará Noe?

¡¡¿Noe?!! ¡¡¿¿Tú crees que es forma de tratar a la amiga de tu Ama??!! Debes ser tan respetuoso con ella como conmigo misma! Debes tratarla de Ama!

De acuerdo Ama. Perdone. ¿Cuantos azotes más me dará Ama Noe?

Los que a ella le den la puta gana!! ¡¡¿¿Algún problema, zorra??!!

Perdone, Ama, pero es que tengo el culo ya muy dolorido

Pues te jodes! Capullo! -Y sonrió, y Ama Noe también sonreía, sádica. Y Jessi le dijo a su amiga:- Azótale hasta que llore, quiero verlo llorar como una nenaza

De acuerdo –dijo Noe, riendo. Y empezó.

Ah!! Cada golpe tenía que hacer esfuerzos para reprimir los aullidos de dolor, y era inevitable. Me dolía muchísimo, y las lágrimas salían de mi sin parar. Pero ellas seguían. "Ama, Ama….!! Ya estoy llorando!! Por favor, Ama, ya basta!!", pero ellas seguían. "Esto no es llorar; quiero que llore desconsoladamente, sin parar, con todas sus fuerzas, como un niño…". Y sí, al cabo de unos azotes ya estaba llorando de forma patética, en un estado de histeria, tumbado en el suelo, en posición fetal, intentando tapar todo mi cuerpo, destrozado, llorando amargamente sin parar, casi ahogándome en mis llantos. Unos minutos después, cuando empezó a pasarme, Jessi se me acercó y me acarició la cara con la mano, y me besó en la frente y me abrazó. Y yo me recuperé, y volví a sentir que la amaba locamente, y que lo haría todo por ella, y que su crueldad conmigo era algo pérfido y sin embargo se lo permitía sin rechistar, porque ella se lo merece todo.

Unos minutos después decidieron que iríamos al baño, y me obligaron a hacer de pony y llevarlas, a pesar de que todavía me fallaban las fuerzas. Al llegar al baño me metieron en la ducha y me limpiaron a manguerazos de agua fría. Finalmente, pusieron el tapón en la bañera y pusieron el agua caliente, llenándola toda. Ahí me dejaron, en remojo, hasta el día siguiente.

El día siguiente era sábado. Al mediodía oí unas llaves en el cerrojo y la puerta se abrió. Eran Jessi y Noe de nuevo. Por lo visto iban al grano. Lo primero y ultimo que me dijo Jessi fue: "Arréglate y vístete que nos vamos. Te doy dos minutos para estar abajo en la puerta. Si no estás en dos minutos a partir de ya, te daremos una de azotes en el culo que lo de ayer te parecerá una chiquillada!". Y las dos se fueron abajo, a esperar, mirando al reloj. Y yo volé y en un minuto y medio estaba afuera con ellas. Y ellas se rieron al verme llegar tan deprisa y tan asustado. Caminamos los tres hasta la estación de metro, y Jessi se me acurrucó como si fuéramos novietes, y pasó su mano por mi cintura, y la bajó a mi culo todavía dolorido y se dedicó a manosearlo. Para joderme. Aún me dolía.

Fuimos a un gran centro comercial. Lo primero que hice fue ir al cajero y sacar una cantidad importante de dinero, como Jessi me ordenó. Luego pasamos a comprar un par de helados, para ellas. Pagué yo, claro. Paseamos un poquito, y al cabo de un rato, cuando ellas ya se había acabado el helado, preguntó:

Ostras! Y tú, no querías helado?

Su voz fue muy inocente, evidentemente sarcástica aunque yo no me di cuenta; no estaba muy seguro, así que vacilé. No sabía que tenía que decir, así que bajé la cabeza.

Menudo tío estúpido! ¿Quieres o no quieres?

Me miró, yo estaba ruborizado, sin saber qué hacer ni qué decir.

¡Claro que sí! ¡Claro que quieres! ¡¿Pero por qué no decías nada?! No puedes ser tan tímido con nosotras, Juanixu! Ay, cielo, qué tontín eres! Venga, vamos a buscarte un helado.

Y me daba la mano, y me cogió de la mano y me llevó, como si de un niño me tratase. Noe se partía de risa. Compramos un helado "para el niño", como decía ella. Yo pagaba y ella cogió el helado. Entonces empezamos a caminar; ella dijo: "Estás contento ahora con tu helado, Juanyxu?" Y yo asentí con la cabeza. Ella me lo acercó, y cuando mi mano ya lo rozaba, ella lo dejó caer al suelo. "Ayyyy qué torpe soy…" dijo, la muy cabrona! ¡Evidentemente lo había echo todo apuesta! "Uyyy… lo siento cielito… lo quieres aún? Puedes ponerte a cuatro patas y lamerlo… a ti ya te gustan esas cosas, verdad…?" Y las dos se rieron muchísimo, y yo me sentí muy humillado. Por supuesto no me puse de cuatro patas en medio del centro comercial a lamer el helado, aunque sí me había puesto ya a cuatro patas el día anterior en la calle –mucho menos concurrida- a besar los pies de mi Ama. En pocas semanas uno puede caer muy bajo, tu vida puede cambiar muchísimo.

Llegamos a una sauna relax, un negocio gay donde hacían varios servicios, entre ellos depilación con cera. Allí delante, Jessi me dijo, dándome unas palmadas en mi dolorido culito: "Ahora, cariño, vas a entrar ahí dentro y te vas a depilar todo tu cuerpo; TODO. No quiero ni un centímetro de tu cuerpo sin depilar. Después pide un masaje, para liberar la tensión. Cuándo el chico vaya acabando te pedirá si quieres algo más completo; tu le dices que lo que más te apetece es hacerle una buena mamada. Quiero que le hagas una buena mamada. A ver qué tal se te da. Será tu primera polla de verdad, no? Y tu te mueres por comerte un buen pollón, verdad nena?" Yo solo pude asentir. Porque es lo que tocaba hacer y porque me había puesto caliente y, sí, quería sentir una verga en mi garganta. Ellas notaron el bulto de mi pantalón y empezaron a reír y a burlarse de mí. Yo entré cabizbajo en el local.