El profesor (2)

El profesor sigue atado, y cada vez más, a los deseos de su alumna Jessi.

Ella estaba sentada en el sofá, y yo íba pasando delante suyo por el salón, de punta a punta, como si fuera una pasarela de moda, meneando el culo como ella me había pedido, enfundado en mi mini de cuero, taconeando con esas botas. Ella no decía nada, pero al final parece que se cansó, puesto que se tumbó en el sofá y cerró los ojos. Yo me paré; ella gritó: "Quién te ha dicho que pares, imbécil!? Quiero oír estos tacones!!". Seguí. Al cabo de un rato ella se levantó y me dijo: "Aún falta mucho trabajo, ahí… sobretodo tu aspecto. Habrá que mejorarlo, esto!". Luego decidió que ya era hora de irse, y me dejó solo en casa. Al día siguiente la clase siguió en la tónica habitual, aunque al terminar pedí a Jessi que viniera a hablar conmigo a un despacho. Una vez allí le dije que se había acabado aquella "historia" que nos traíamos entre manos; le dí un buen discurso y ella simplemente escuchaba.

Cuando yo terminé ella me dijo: "Me parece que no has entendido nada…". Y se fue. Al salir del instituto me fui a mi casa, pero ví que tenía visita: Jessi y su novio me esperaban en la puerta. El chico, al verme, me agarró del brazo y me puso una navaja en el estómago. "Nos invitas a pasar?". Entramos al apartamento. El chico me cogió del cuello, consiguió incluso elevarme unos centímetros del suelo. Estaba muy fuerte, no cabía duda; me podía matar a hostias. Me dejó de rodillas a sus pies, yo casi ahogado. Me agarró del pelo y me empezó a hablar con mala leche, estaba rojo de rabia: "Así que te pone cachondo mi novia, eh, cabronazo? Te la querías cepillar, eh, cerdo!!??" Mientras hablaba me iba abofeteando fuertemente, consiguió hacerme sangrar la nariz. "Me lo ha contado todo, sabes, hijoputa? Como le metías mano en el despacho, cerdo! Cabrón!!" Él siguió pegándome, hasta que ella le detuvo la mano y le pidió que lo dejara, que ya había recibido "su merecido". Él seguía cabreado conmigo, pero dejó de pegarme, no sin antes darme una patada en el estómago con sus botas de puntera de hierro. Me tumbó al suelo, me retorcía de dolor. Él estaba acostumbrado a pegar palizas, muchas veces sin motivo. Si ya era así de cabrón, os podéis imaginar como podía ponerse de violento cuando alguien se metía con su chica (aunque en este caso todo era una simple y perversa estrategia de ella). Ahora desde el suelo le veía todopoderoso, con estas botas que de puntera, los pantalones militares y la camiseta blanca marcando sus pectorales.

Vámonos -dijo él.

No, no… espera… -ella estaba pensando algo. Luego sonrió, con esa sonrisa de niña mala que tiene. – Yo tengo algunos deberes que hacer, pero quizás Juanito los haría por mí… ¿Qué te parece, nene?

Ella sonreía, maliciosa, burlona; yo no respondí, pero una nueva patada cayó sobre mí. Marcos, que así se llamaba él, me ordenó que hiciera los deberes de su niñita si no quería que me pegara una buena paliza. "De acuerdo, de acuerdo…", conseguí decir, mientras intentaba recuperar una normal respiración.

Bueno, pues… mientras este hace los deberes algo tendremos que hacer nosotros, verdad cariño…? –le dijo a Marcos, con voz sensual, pasándole la mano por el paquete. – Oye Juan, no te importa que nos echemos un buen polvete en tu cama, verdad? –me miraba socarrona, y sabía que yo no podía negarme.

Qué dices? Juanito… que se te ha comido la lengua el gato…?

No

No, qué? –me gritó.

No se me ha comido la lengua el gato

Jajaja… bueno, pues responde a mi puta pregunta de una puta vez, joder!

Sí, Jessi

Sí, qué, imbécil?! Eres tontito o qué te pasa? Sí, qué, eh?!

Que sí podéis utilizarlo.

No. Quiero una respuesta completa.

Jessica, si queréis utilizar mi cama para echar un buen polvete para mí no hay ningún inconveniente.

Jajajaja… faltaría más! Venga, vamos.

Ellos dos se fueron a la habitación, y yo le pregunté a Jessi que no sabía que deberes tenía.

Pues ven, tontito, que te lo voy a decir.

Entré en el dormitorio y Jessi sacó sus apuntes –escasos- y libros y los dejó sobre una pequeña mesa que tengo al lado de la cama. Me enseñó qué había que hacer.

Lo has entendido, tontito?

Sí, Jessi.

Así me gusta. Pues anda anda, empieza, ¡¿Qué coño esperas?!

Recogí las cosas, con intención de llevármelas al despacho, pero ella me detuvo.

Eh! ¡¿Qué coño estás haciendo?!

Pues voy a mi despacho a hacer los deberes

Y una mierda! Los deberes los harás aquí!!

Yo y Marcos nos quedamos parados. El primero en reaccionar fue Marcos:

Eh, pero que dices! Tu estás loca o qué te pasa!!?? Como vamos a follar aquí con este bastardo al lado?

¿Por qué no? ¿No le gusto tanto? ¿No quería follarme? Pues que vea como gozo con Mi hombre, el único que puede follarme y hacerme gozar. Que se joda aquí al lado haciendo mis deberes mientras yo disfruto contigo

Marcos se convenció. Ella sabía controlarlo, hacía que él pensara y hiciera lo que ella pensaba y hacía, y el muy imbécil de Marcos ni se daba cuenta de cómo lo utilizaba… . Hay que reconocer que la chica es espabilada para según qué cosas… . En fin, el caso es que al cabo de unos momentos me ví haciendo los deberes de una alumna mientras ella estaba follando con su novio en Mi cama; joder, qué triste! Y qué buena está la jodida!! Y como jime…!! Yo me empalmé como un loco, y incluso me levanté para ir al baño; volví poco más tarde, ya más descansado. Ellos, cuando hubieron terminado se fueron a duchar, y cuando volvieron yo ya había terminado los deberes.

Qué, nene, ya has acabado?

Sí, Jessi. Ya está.

Espero que estén bien

Sí, Jessi

No sé, no sé… no te he visto muy concentrado… Por cierto… -se me acercó, me acarició el pelo, y… me dio un buen rodillazo en los huevos, dejándome otra vez en el suelo-. Que sea la última vez que te corras sin mi permiso… ay, Juanito, te has puesto cachondo, eh…? Y es una lástima que tú nuca estarás donde está Marcos… Sabes por qué? Porque él es un hombre, un macho, pero tú… ayyy Juanito… jajjaja

El dia siguiente fue como los últimos venían siendo en el instituto. Pero había una novedad y pronto lo supo todo el mundo: la profesora de inglés se había separado. Claro que no era de extrañar, porque la pobre no tenía ningún atractivo… Y así fue como el marido la dejó, después de 23 años de matrimonio. La pobre estaba destrozada pero no quiso coger la baja, pues si quedaba en casa todavía se hundiría más. Jessi, tan buena chica como es, decidió hacer algo por la pobre profesora que la había cateado desde el primer día.

Juan… deberías ayudarla… La pobre lo está pasando fatal

Su voz angelical, compadeciendo a su profesora, no tenían nada que ver con los extravagantes planes que pronto me confesó. Al principio yo me negué a participar en aquella putada, pero ella sin inmutarse me dijo:

¿Qué pasaría si todo el mundo supiera que me has violado?

¿¿¿¿Queeeeeeee???? –no podía creerlo; no sería tan hijoputa para decir eso… aunque, a pesar de intentar creer eso sabía que ella era capaz. Y eso serían problemas serios con el instituto, con la ley, y con Marcos (¡ese loco me mataría!). En fin… que al final lo hize.

Conseguí sacarla al cine, y a cenar, todo muy romántico; ella estaba en las nubes, ente el vino y la cita con un chico tan joven, al que le doblaba la edad. No fue difícil acabar en la cama, follando. A mí me costó un poco al principio, pero con el alcohol y después de una temporada considerable sin tener relaciones con una mujer… además, cerré la luz y imaginé que ella era Jessi, y recordando el polvo de anoche en mi habitación entre Marcos y Jessi… al final el polvo con la modosita profesora no estuvo tan mal. Aunque ahora venía lo difícil. La había penetrado vaginalmente, pero ahora, siguiendo las instrucciones de Jessi, tenía que follarle el culo. Pero primero, llamar a Jessi. La dejé tumbada a que se recompusiera, y yo palpé en el suelo, mis pantalones, mi móvil, y llamé a Jessi clandestinamente, para que pudiera oírlo.

Qué haces? –preguntó la profesora Emília.

Nada, miraba que hora es… y aún tenemos noche

Jajaja qué gracioso eres, cariño

Ya me llamaba cariño. Creo que se estaba enamorando. Yo la íba acariciando, poniéndonos a tono, y tenía que preguntarle ya… dudaba, temblé… pero finalmente

Oye, Emília… Ahora me gustaría follarte el culo, vale?

Ella, como era esperado, se escandalizó, le costó mucho llegar a decir algo coherente.

Pero… ¡¿qué dices!?

Yo puse cara de decepción

¿No te apetece?

Pero… ehhh… Juan… estas cosas… yo…. Juan… es que yo

¿No me digas que no lo has hecho nunca?

Pues… la verdad… Juan… yo… es que soy de otra época… no pienses que soy una vieja aburrida eh

Claro que no, mi amor

Yo por el momento me había metido tanto en mi papel que incluso estaba disfrutando humillando a la pobre señora Emília, aunque por otra parte tenía un poquito de remordimiento vagando por mi consciencia. Pero seguí

Aunque… ¿no te gustaría…?

Ayyyy… pues no sé, Juan… ahora me pillas desprevenida

Ya verás como te gustará

No sé… me da un poco de reparo, Juan

Tranquila, no pasará nada… es solo sexo

¿No me dolerá…?

Quizás un poco al principio, pero al final te gustará… te encantará

¿Estás seguro?

Yo entonces dude, vacilé unos segundos. Era el momento idóneo para decir lo que Jessi me había ordenado decir… pero… me daba mucho corte… era rebelar algo que solo sabíamos Jessi, yo, y algunas Amas con las que me había relacionado de forma anónima por internet y por teléfono

Te pasa algo, cariño?

No, nada… tranquila Emilia, no pasa nada… no te dolerá… y sí, te va a gustar y te vas a convertir en adicta… A MÍ ME PASÓ

Eehhh… Juan… ¿qué es lo que te pasó…? –ella había entendido pero no quería entender, pero yo tenía ordenes de dejarlo muy claro

A mí también me asustaba el sexo anal, hasta que me atreví y se volvió para mí en una practica esencial… no puedo pasar dos días sin follarme el culo… ¡me encanta!

Todo yo estaba temblando, rojo, acobardado, humillado, cortado, nervioso… pero también muy excitado!

¿Me estás tomando el pelo?

Puse cara de serio y negué con la cabeza; poco después la estaba enculando. Al otro lado del teléfono, en la habitación de Jessi, ella y sus seis mejores amigas estaban disfrutando de lo lindo. ¡También Emilia disfrutó como una loca, después de todo! Acabé dentro de ella. Mi semen ya empapaba todo su coño y su ano, y sus caderas. Como ella ya no puede quedarse preñada, ni tan solo usamos condón, lo que para mí fue todo un lujo, pues siempre lo había hecho con preservativo, con lo que disminuye el disfrute de uno… Mi polla, ahora flácida, estaba también llena de semen y jugos.

Has estado genial, cariño… Veo que te ha gustado, ¿verdad?

¡Sí, Juan! ¡Fue fantástico! Oh, amor mío

Me empezó a acariciar y a besar el pecho, y yo la arrastré detrás de mí fuera de la cama. Yo me puse de pié, mientras ella caía al suelo. La puse de rodillas delante de mí, y acariciándole la cabeza, le dije:

Oh, Emília, qué hermosa estas así, desnuda de rodillas a mis pies

Ella me miró, dulzona y sonriente. Tenía la cara a la altura de mi verga, así que me la cogí con la mano y la agité dándole golpecitos a la cara de Emília.

Venga cariño, terminemos esta noche tan hermosa de una forma hermosa… Anda, bonita, cómeme la polla… dame este gusto

No se hizo rogar; ya había tirado todos los tabúes por la borda, íba muy salida y no quería dejarme a medias… temía perderme… se había encoñado de mí… Así que empezó a chuparla, y yo radiaba para Jessi (no sabía lo de las amigas; yo creía que estaba sola…): "Así… así… muy bien, venga… sí… mmm… venga, hasta el fondo, trágatela toda… sí… venga zorra… mmm… dale ahí puta… mmm… venga guarra sigue…"; todo esto ya me salió del alma, no tenía nada que ver con Jessi, y Emilia no se inmuto por los insultos, estaba tan metida en su trabajo… creo incluso que le excitó… aunque no puedo juzgarla por esto… a mí también me excita que me lo digan

Me corrí en su boca y su cara. Y entonces me aparté de ella, bruscamente, y empecé a vestirme. "Eh, donde vas?! Qué haces…?! No te vayas… No me dejes sola…" íba diciendo ella. Yo terminé de vestirme y le dije aquella frase que me había exigido Jessi como despedida:

Me voy, ya he visto lo que quería ver… ¡¡lo putas y guarras que podéis llegar a ser las cincuentonas menopáusicas cuando vais cachonas!! Joder… es que das lástima de ver… ¡pareces una perra en celo! Menudo putón…!

Y me fui, tras recoger del suelo el teléfono –que estaba aún conectado con Jessi-. Ya en el rellano, mientras bajaba las escaleras, hablé con Jessi, que estaba entusiasmada y me prometió una recompensa. Yo también estaba contentísimo. En casa de Jessi la conversación estaba muy animada, y empezaban a circular copias de una grabación telefónica muy suculenta y que a mí me llevaría grandes apuros… Mientras, en su casa, Emilia lloraba histérica.

Al día siguiente Emilia no fue al instituto, y en realidad desapareció por completo. Por su parte parece ser que no se comentó nada de aquél affaire con Juan. Cogió la baja y se murmuraba por el instituto incluso que la habían ingresado en un hospital, pero vete a fiar de los rumores que corren