El profe me enseñó (2)

Segunda parte del relato “El profe me enseñó”.

EL PROFE ME ENSEÑO (2)

Segunda parte del relato “El profe me enseñó”.

No tardamos mucho en repetir la sesión de sexo con el profesor de gimnasia y mi amigo Eugenio. Las duchas eran un sitio ideal al mediodía. Todos los alumnos se iban a casa y podíamos dar rienda suelta a nuestros deseos. Al profe le gustaba mucho cogernos a los dos, uno tras otro, incluso nos puso una vez uno encima del otro y nos fue enculando alternativamente.

Pero las cosas se iban a torcer…

Un día en clase entró el director, el señor Villa. Un señor muy recto, siempre serio y formal. Nos daba respeto sólo con verlo. Se decía de él que había sido militar, cura, policía y muchas cosas. Físicamente era impresionante, alto y grande, de no menos de 1’90 y ancho de espaldas. Venía cada día una hora antes de que abriera el colegio a hacer footing en la pista de atletismo y se quedaba muchas veces al acabar el horario escolar, a jugar a básquet o sencillamente en el gimnasio haciendo flexiones. Tenía una especie de leyenda negra.

Habló algo con mi profe, me miraron y se dirigió a mi pupitre, donde estaba yo con mis apuntes.

-  Haber chico, será mejor que vengas conmigo a mi despacho. Hay un tema muy serio que debemos hablar.

Cuando un director como el señor Villa te dices que hay un tema muy serio que debemos hablar es que nada bueno te espera.

Yo no atiné decir nada, me levanté y le seguí por el pasillo. Las piernas me flaqueaban, estaba nervioso a ver que pasaba.

Su despacho estaba separado de las aulas, había que atravesar la zona de las secretarias para acceder a la sala de reuniones y de allí a su despacho particular.

Entramos donde estaban las secretaria.

-  Que no nos moleste nadie, Laura.

-  Bien señor Villa.

Al entrar en la sala de reunión  encontré al profesor de gimnasia con la cabeza gacha. No levantó la mirada ni cuando entré. No se movió de la silla donde estaba sentado. Yo no dije nada. Aquello olía a funeral. Me temí lo peor.

Entré en el despacho detrás del director

-  Haber, siéntate. Tú eres del último curso, ¿no?

-  Si señor.

-  Vamos haber, continúo, este es un tema muy serio y un poco delicado. Me han llegado rumores que en las duchas se producen encuentros entre alumnos y profesores. Este tema es para el centro muy serio.

-  No se si conoce usted el reglamento del centro pero debo abrir un expediente disciplinario y si me atengo a la normativa esto implica la expulsión del centro, y por tanto, la imposibilidad de entrar en la universidad el año que viene. ¿Se da cuenta de la gravedad del asunto?

-  Si señor.

Yo estaba como un flan. Blanco como la cal de la pared. El mundo se me venía encima. No me imaginaba a mis padres recibiendo semejante noticia.

-  Por otro lado el centro es el último interesado en que esto salga a la luz pública y perjudique la buena imagen del centro, y por supuesto, su futura carrera. Si me dice usted que fue el profesor el que instigó todo esto entonces realmente es usted una victima, y no tendrá más que un apercibiendo verbal y, teniendo en cuenta que es usted mayor de edad, ni siquiera recibirán un aviso sus padres.

Bueno, a mi se me abría una ventana de esperanza, quizás fue el profesor el que empezó todo esto. La verdad es que yo estaba dispuesto a vender a quien fuera por salvar mi culo.

-  Necesito saber los detalles.

Yo empecé a relatar como empezaron nuestros encuentros sexuales, lo que nos hacia el profesor, la situación era muy embarazosa.

-  No puedo pasar por alto todo este tema si no conozco bien los detalles. Deberé abrir un expediente informativo si no me cuenta usted con todos los detalles sus experiencias.

Detallé mucho más como fue mi estreno, las enculadas y mamadas. El señor director atendía a todas mis explicaciones exigiendo detalles como el tamaño de nuestras pollas, cuantas veces se la había chupado al profe de gimnasia, como había estrenado mi culito o si me dolían las penetraciones. Al principio no entendía a que venían tantos detalles, pero pude ver como se estaba mordiendo el labio. Tragaba saliva asiduamente y cada vez parecía más ansioso.

-  Todo esto no está muy claro. Por ejemplo, suponga que yo mismo soy el profesor.

Salió de detrás de la mesa de despacho y se puso de pie delante mío. Yo continué con mi relato pormenorizado:

-  El profesor de gimnasia me obligó a ponerme delante y me obligó a bajar la cabeza hasta su sexo. Le dije.

Me agarro la cabeza y la bajó hasta su sexo.

-  ¿Así lo hizo?

-  Si más o menos, pero estaba desnudo y su pene erecto.

Se desabrochó el pantalón y lo dejo caer.

-  ¿Así estaba?

Su pene salió disparado como si tuviera un resorte. Casi me golpea la cara. Tenía el pene duro, era más grande que el que yo había visto al profe de gimnasia. Allí estaba yo delante del director del colegio con un rabo bien grande a un palmo de mi cara. Estaba completamente hinchada y se le marcaban las venas a lo largo del tallo. Tenía un par de cojones que le colgaban impresionantes, grandes y pesados.

-  Le he dicho si estaba tal como yo ahora.

-  Si, más o menos.

-  ¿Y que hizo el profesor?

-  Me acercó la cabeza con su mano hacia su sexo.

El director me agarró por la nuca con suavidad y acercó mi cabeza a su falo.

-  ¿Así?

-  Si, exactamente.

-  Tendrá que repetir exactamente lo que hizo usted para que yo pueda entender todo lo que pasó y podamos dar carpetazo al tema del expediente.

-  Le entiendo perfectamente.

Abrí la boca y me acerque a su polla. Era imposible tragar semejante polla, me tuve que limitar a empezar a chupar la punta. Sabía salado.

-  Auuggh muchacho. Sigue mamando.

El director me empujó con su mano para que tragara más polla, pero era imposible. Era demasiado grande y ancha para que entrara toda en mi boca.

-  Quien te ha dicho que te pares, joder.

Intente tragarme todo lo que pude y empecé un movimiento hacia delante y hacia atrás, mamando desde la punta hasta aproximadamente la mitad. Más no podía. Sacaba abundante saliva y le estaba dejando la polla bien reluciente. Sus pelos me provocaban cosquillas en la nariz y el labio.

-  Muy bien muchacho, creo que nos vamos a entender. Veamos lo que escondes.

Se inclinó hacia delante para sobarme mis nalgas, yo arquee la espalda sacándolas para facilitárselo, pero no alcanzaba a meterme mano. Palpó buscando el botón de mi pantalón y me desabrochó. Me bajó un poco los jeans para que pudiera entrar su mano. Me acarició el culo.

-  Que suave. No me extraña que el profe de gimnasia te quisiera coger. Saquemos los pantalones

Me bajó más los pantalones y los slips hasta los tobillos, liberándome de la ropa y empezó a sobarme el culo. Pasaba su mano por la raja de mi culo y me acariciaba el esfínter. Yo seguía mamando su polla.

-  Que culito tenemos aquí. Siempre he dicho que un director debe ser el primero en saber lo que ocurre en el colegio.

Mientras decía esto ingresó un dedo en mi estrecho ano. Lo rotó mientras iba diciendo que me iba a coger.

-  Así que vamos por ahí provocando a los profes. Si es que con esta boquita y este culo vas pidiendo a gritos que te follen.

Noté molestias en el anillo del esfínter, estaba intentando entrar un segundo dedo, pero no pudo. Dejé de mamar. La polla la tenía a explotar. Dura como una roca. Me izo poner encima de su mesa de despacho, de espaldas. Mi pene bailaba medio empinado.

-  Vamos a ponernos cómodos.

Ahora tenía el culo mucho más expuesto. Volvió a insertar un dedo.

-  Levanta bien las piernas.

Me sentía ridículo con las piernas al aire y mi culito expuesto. Acercó su cara a mi culito y note su lengua húmeda en mi esfínter. Lo estaba lubricando con abundante saliva, me volvió a insertar un dedo y luego otro.

-  Cuidado que me duele.

Paró unos minutos para que mi recto se acostumbrara a los dos dedos. Luego empezó a girarlos, para dilatar el culito. Al cabo de unos minutos paró, y retiró los dedos, noté el fresco del aire. Imaginé lo que iba a suceder. Me iba a doler. Colocó su polla en la puerta de mi abierto culo y empezó a hacer presión. No podía, era demasiado gorda.

-  Aiiii, me quejé, me va a reventar el culo!!.

-  Así no podemos, necesitamos que lo tengas más abierto.

Se acercó a la puerta.

-  Alberto, haga el favor de entrar, necesitamos ayuda para terminar una tarea.

-  Por supuesto.

Entro mi amado profesor de gimnasia. Se puso a mi lado y me ofreció su polla. Yo correspondí y me la metí en la boca, rápidamente creció de tamaño y alcanzó el tamaño y grosor que conocía. Notaba como el director continuaba pasando su lengua por mi ano, echando saliva e intentado.

-  Veamos si yo puedo. Lo tiene muy estrechito. Cuesta pero luego créame que vale la pena.

Alberto me dejó y se colocó detrás, note su polla en la entrada de mi culo. Empezó a apretar con su polla y noté como cedía el esfínter. Se iba abriendo poco a poco. Lo había hecho varias veces y sabia como ensartarme. Despacio, poco a poco, centímetro a centímetro su pene se iba abriendo paso por mi sufrido culito.

Se paró unos minutos para completar la dilatación y empezó a bombear. Sus cojones chocaban contra mis nalgas. El director alababa la fenomenal enculada y animaba al profesor a darme más fuerte y rápido.

-  Déjeme a mí ahora.

El profe se retiró y noté como el director ocupaba su puesto. Tenía miedo. Mi agujero estaba mucho más abierto pero la presión de su polla pareció que iba a reventarme el culo. El dolor era muy intenso, no pude evitar derramar lágrimas mientras se iba abriendo paso por mi recto. Parecía que nunca iba a acabar. El director resoplaba como un toro. Me mordí la manga de la camisa para no gritar.

-  Ya esta, ya ha entrado toda.

El dolor era insoportable, notaba como me estaban partiendo en dos, como mi culo estaba completamente abierto. No tuvieron muchas contemplaciones y el director empezó a bombear. Primero recorría poco, pero aumentó cada vez la longitud del recorrido. La sacaba casi toda y rápidamente la volvía a meter hasta notar como sus pesados cojones chocaban contra mi culo. Una y otra vez. No se acababa nunca.

-  Se nota muy apretadito. Tiene usted razón es lo mejor que hemos probado. Estoy gozando como nunca.

-  Si, parece como si lo estuviéramos desvirgando.

El profesor no perdió el tiempo y se acerco a mi cara, metiendo su polla en mi boca. Intenté concentrarme en la mamada para no sentir como me estaban reventando el culo.

-  Ya me viene!!! Ohhh que bien. Me la está exprimiendo.

El semental del director empezó a disparar chorretones de semen que inundaron mis intestinos. Caliente y lechoso. El profesor también se corrió en mi boca. Me dejaron derrengado. El director retiró su miembro de mi dolorido culito.

-  Muy bien chaval. Sabría que entenderías lo que tenías que hacer.

-  Alberto, acérquese con el chico al vestuario y póngale algo de pomada en el culo. El pobre lo necesita.

Me acompañó al lavabo, yo casi no podía ni caminar. Me aseó en los lavabos y sacó crema para mi dolorido culito. Me alivió mucho los tratamientos que me dio. Me untó bien el esfínter y alrededores. Mientras me iba masajeando el profe volvió a tener una erección pero no podía metérmela por el culo, estaba muy dolorido.

-  Chápamela. Tengo muchas ganas.

Volví a hacerle una mamada mientras le masturbaba y acariciaba sus huevos. Por segunda vez se corrió. Era un autentico semental.

No se como llegué a mi casa. Me fui a la cama sin comer. Necesitaba reposar, pero no pude. No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado. Me habían tratado como una puta pero tenia una erección de campeonato. Tuve que masturbarme para aliviarme. Después ya pude dormir más tranquilo.