El profe, el buenorro de educación física.
Aquel profe que siempre miré por admiración, hoy él me hace mirarlo de una forma que nunca imaginé. Descubro lo que me ponen los tíos, y sobre todo el tiarrón de educación física.
Me llamo Ian, no porque mis padres sean ingleses o porque haya nacido en Estados Unidos; si no porque a mis padres les gustó el nombre de un niño que oyeron y me llamaron así. Total siempre me ha gustado y nunca he tenido quejas sobre el nombre. Mido 1,78, delgado pero con abdominales, piernas fuertes gracias al ejercicio físico del baloncesto y gimnasio, fibradete por los brazos; horas que me pasé en el gimnasio. Los brazos era lo que más me llamaba la atención de mi cuerpo y últimamente en el gim era a lo que más atención le daba. No era un cachas porque no tenía un brazo tan gordo, pero no estaba nada mal y me gustaba mantenerlo en su debida medida. Por mi forma de ser me había ganado alguna pelea ya en el instituto y me gustaba que se me respetase. No es que a mis 18 años me crea el dueño del barrio ni del insti, pero si se me falta y falto normalmente llegamos a las manos por parte del otro u otros.
Estaba en 4º de la eso y no es que fuese muy popular pero tenía un grupete de 5 o 6 amigtos con los que estaba muy contento. Era este tipo de amigos en los que puedes confiar y contarles cosas que no quieres que la gente se vaya enterando así como así. De echo, al principio suelo ser bastante reservado aunque poco tiempo ha de pasar para que empiece a echar unas risas con algún nuevo conocido colega. También tenía bastante éxito con las chicas ya que nunca había oído queja en el sentido de mis 18 CM de polla con la que se me había dotado. A ver, es normal que por esta edad pienses bastante en el sexo; muchas veces no te lo ponen difícil para no hacerlo y acaba pues como tiene que acabar, bueno más bien como quereis los dos que acabe.
Para los estudios era fácil, vivir en una ciudad como Zaragoza te lo ponía fácil. Os preguntaréis que tiene que ver la ciudad con estudios. Os diré: si estás a gusto con la ciudad, estás a gusto con los estudios. Vivía con otros dos chavales en un piso compartido. Uno de 20 que hacía opos de policía y otro de 21 que estudiaba magisterio en la universidad. He de deciros desde el principio, que nunca pensé en tíos o en liarme siquiera con ellos. NO me daba asco como suelen decir por ahí pero era una cosa que simplemente no me planteaba hacer.
Un día como otro cualquiera, Manu, que era uno de la pandilla de amigos llamó al telefonillo:
--Ey tío, estás o qué, ¡que vamos a llegar tarde jodo!
-Que sí Manu que ya bajo, ¡que tampoco has esperado mucho!
--¡Venga macho va!
Colgué y me fui a cepillar los dientes y ponerme la chaqueta. Cuando bajé en el ascensor, coincidí con David. David era un vecino de mi piso: 1,80; fuerte sin estar gordo; fibrado de piernas y brazos; rubio de ojos azules. Llegamos al portal hablando del partido de ayer y como era costumbre de Manu al verlo, se puso de pie, le saludó dándole suavemente en la tripa y con un apretón de manos. Estubieron hablando durante 2 o 3 minutos en los que yo participaba sólo mirando y sonriendo a Manu para ver lo que hacía de una vez con David ya que siempre era lo mismo: saludo, hablar un par de minutos o tres si llegaba e irse cada uno por su lado con Manu fijando la vista atrás para ver como el otro se iva.
Manu era gay, y siempre le he dicho que se lanzase a por David, que estaba muy bueno y que probablemente si no era gay como él no le pegase una ostia para rechazarlo. Manu por su parte no hizo nada nunca por el miedo que le tenía a David. Bueno a lo mejor era por la vergüenza; no lo sabrá ni él. El caso es que cuando llegamos al insti nos dijeron que la de lengua no estaba y que la guardia la hacía el de educación física.
-Diooss, ¡Joder, por qué la tiene que hacer carlos!
--Qué asco macho. Buaaa verás como nos diga de bajar a la pista.
--Tíos mirad quien está ahí.
-No si ya, pero vamos a ver que nos hace no…
Carlos era el profe de educación física al que no le teníamos tanto asco como parece, lo único es que ya nos había puteado con otras guardias haciéndonos bajar a la pista para correr o jugar al fútbol y cosas así. Solía decir:
--¡No os quiero ver quietos, va, a sudar! ¡Un tío suda, mirad a Ian! ¡Es el único al que veo como tendríais que estar todos, vamos va!
Era estricto pero buen tío. Nos caía bien excepto cuando nos hacía sudar de tal manera. Lo cierto es que nunca pensamos nada raro ni mal de él, aunque después de cada clase se metiese con nosotros en el vestuario a ver como nos ívamos metiendo en las duchas. Hasta que no se metía el último, él no salía de allí. Decía que le encantaba estar con nosotros, que se sentía orgulloso de ver como sus alumnos sudaban por el deporte que él les hacía.
Si os digo la verdad, Carlos estaba muy bien, era más o menos como David, un poco más alto, quizá por 3 cm aunque de él descacaban los ojos verdes y una sonrisa de cabrón que ponía cuando te vacilaba. Las chicas morían por él, igual alguna decía hasta que se lo tiraba en el mismo vestuario… En fin, lo típico que se piensa de un tiarrón de 30 años de este estilo. Y eso que no sabíamos los rollos que tenía ni con quien salía; no se dejaba tan fácilmente aunque nos lo hubiésemos cruzado varias veces de fiesta por los bares y nos haya invitado a un par de cubatas.
Aquel día estaba bastante majo, porque no nos hizo bajar y sin embargo nos tubo en la clase haciendo lo que nos diese la gana. Muchos estábamos con el móvil y alguno dibujando. Estaba hablando con un par de chicas cuando no se cómo se hacercó a Manu y a mí y nos empezó a comentar cómo había ido la semana, y le recordamos de paso lo del finde pasado. Porque como de costumbre nos lo habíamos encotrado y nos había invitado a unos chupitos. Él cuando se reía o incluso a veces cuando hablábamos Manu y yo me miraba sólo amí.
Llegó por fin su hora, la última y bajamos a la pista. Esta vez nos tocaba baloncesto, deporte que amaba y practicaba cada vez que podía. La clase estuvo bastante bien, con alguna pelea en la que Carlos se metió pero poco más. Mi clase no era de mal rollo, pero habían muchos que se picaban enseguida. Al finalizar, Carlos me dijo que si me podía quedar hablando un poco con él, que lo haríamos en el vestuario cuando todos terminasen si no me importaba. “Y si te importa, me da igual, también te quedas” Sonrrió como de costumbre en sus baciladas y se fue de camino al vestuario. Manu dijo:
--Tío, lo tienes hecho. Jodo con el Carlos, lo que se gasta el cabrón.
-Pero que dices, que solo querrá hablar conmigo. No te rayes tío. Jajaja que tú hace mucho que no follas.
--¡Eeey tío! Jajaja capullo que tampoco es eso.
-Bueno, pues vete tú si no, que estos querían hechar unas birras en el bar.
--Anda, tira. Ya me contarás lo que habéis hecho.
Y dándole una palmada en la espalda él se fue para fuera y yo me metí al vestuario. Quedaban pocos, bueno en realidad quedaba sólo el profe que estaba en pelotas en el centro.
-Que pasa profe, no te apetece ducharte aún o que.
--No tío esque en la mía no hay agua caliente y paso de hacerlo con agua fría. Jajaja ducharme digo, que te veo venir.
-Naa, que va jaja no pasa nada.
Y dicho esto empecé a quitarme la ropa con el profe mirando. No me quitaba ojo de encima, sobre todo cuando me giré para quitarme la camiseta quedándome del todo sin ropa. No creía que lo que digese Manu sería cierto, pero cambié rápidamente de idea cuando sentí que al darme la vuelta unos brazos fuertes me rodeaban y me atraían al fibrado cuerpo del profe.
-Eey, eey, ¿Dónde vas profe? Tranqui que a mí no me va…
--Shshsh, ¿dónde vas tú chaval? Pero si no paras de mirarme anda.
-Profe estás bueno, pero no tanto como para que un hetero como yo te mire.
--¿Estás seguro? Anda, mira. Ven Ian, tu prueba y disfruta.
Llevó mi mano hasta su polla dura, que empezó a masturbar con ella. Durante unos segundos se me pasaron dos cosas por la cabeza: apartarle porque no me molaba la idea, porque joder era mi profesor y se podía liar muy gorda, a parte claro de que ni me había fijado en él ni en ningún tío. Aunque también pensé que cuando se lanzó a morrearme mi polla se puso al instante dura, en lo único de lo se diferenciaba de la del profe era en tamaño porque buen trabuco gastaba el cabrón.
En verdad, ese tiarrón morreándome mejor que ninguna tía hasta ahora, y pajeandome con una mano mientras con la otra apretaba mi culo cada vez más cerca de él, fue lo que me decidió decir que no pasaba nada, que quizás era la hora de probar algo nuevo. Dejé su polla libre para cogerle el culo con las dos manos y restregar mi polla contra la suya. Aquello le encantó, porque empezó a gemir en mi boca. Joder que sensación, no había estado tan cachondo desde la primera vez que me follé a una tía por el culo.
Nos separamos un rato para que él empezase a lamer todo mi cuerpo. Fue allí cuando el tío me demostró lo cerdo que podía ser cuando empezó a lamer mis sobacos todo sudados después de una hora haciendo ejercicio, le encantaba porque se quedó como 5 minutos con cada uno mientras dirigía mi mano por su polla. Con la otra me recreaba yo por su espalda, la cual me empezaba a poner más cachondo de lo que ya estaba.
Bajó hasta encontrarse con mi polla, la cual empezó a chupar poco a poco para metérsela de golpe en la boca. Estaba con esa sonrisa que tanto derretía, y la verdad que allí arrodillado, mirándome a los ojos con esa cara de cabrón vicioso me derretía a mí también. Estubo rato con mi polla, huevos e incluso culo. Le encantaba chupar mi culo mientras me acariciaba la entrada con un dedo. Provó a meter la punta, pero su dedo era muy gordo y todo esto era muy nuevo para mí. Levantándose y exiviendo toda su musculatura dijo con una voz de salido a más no poder:
--Chaval, no pasa nada, verás como dilatas, joder, míra tu polla, estás a mil. Sé que te ha gustado, pero verás como esto te gusta más.
Dicho esto en mi oreja, lo cual mi polla empezó a crecer en todo lo que daba de sí. Me cogió en brazos apollándome de espaldas a la pared y empezó a morrearme otra vez con más fuerza que antes, se le notaban las ganas que tenía de follar. Esta bez el tío me sujetó con una mano las dos mías y me sujetaba con una. Me flipaba que me hiciese eso, no sé por qué pero el que sujetase con una mano mi cuerpo mientras yo rodeaba el suyo con las piernas me encantaba. Una vez se cansó de estar así, me llevó a un banco.
Se sentó e hizo que le empezase a chupar como él había hecho antes. Me dirigía la cabeza con los dos brazos, lo hacía para que notase los brazacos bien definidos que poseía. Derrepente, y os juro que no me lo esperaba, cogió mi cabeza y la estampó contra su sobaco. Ese sobaco peludo y sudado en el cual yo estaba atrapado por su brazo que aprisionaba por encima. Me encantaba, aspiré cada aroma del macho con el que estaba, y lamía cada rincón para que no se me escapase ninguna gota. Me dejó libre y no dudé ni un segundo en lanzarme a por el otro:
--Ves chaval, sabía que te gustaría, miraaaa, miraaa como estás.
Le tuve que apartar la mano de mi polla, porque si seguía así me iva a correr. Decidí que ese momento con el profe lo disfrutaría, no me quería correr tan pronto de empezar la fiesta. Seguí bajando por su tripa, hasta su polla. Allí me recreé como él había hecho conmigo. Aspiré el olor de esa polla cuanto pude, me encantaba ese olor a macho.
Aquello duró poco, poruqe el tiarrón me cogió la cabeza entre sus manos y me dijo:
--Vas a abrir esa pedazo de boca chupona que tienes, que bas a disfrutar chupando.
Le hice caso y abrí todo lo que pude la boca sacando la lengua. Me sonrió como diciendo veo que te encanta jugar y me itrodujo todo lo que pudo su polla. Hice lo que suponía, porque nunca me había comido una. No lo hacía bastante mal, porque el tío empezaba a gemir. Tanto se ve que le gustaba que me empezó a follar la boca. En poco rato ya me la metía y me la sacaba desde la punta hasta los huevos. Con mis manos le tocaba sus bíceps que apretaba cada vez que subía para metérmela más al fondo todavía. En una embestida, la dejó 10 segundos diciendo:
--Me encantan las boquitas tan tragonas, mira, miiira. Te encanta y lo sabes, mira que carita de vicioso que me pones.
Con eso, ya terminó de derretirme. Sabía que le estaba dando placer, y eso me lo provocaba a mí. Me levantó de los brazos y me dijo:
--Anda, ven aquí, que ahora sí que te voy a demostrar lo que te hacen los machos como yo. Vas a disfrutar y lo sabes. Venga chaval, ven aquí y aprende.
-Sheee, Carlos tío, que me vas a reventar con ese pedazo polla, poco a poco.
--Veo que quieres jugar ¿no Ian? Me mola, y no sabes tu cuanto.
Me puso a cuatro patas, eso sí; cogiéndome en brazos primero y volviéndome a morrear. Cuando me dejó en el suelo, se echó sobre mi espalda. Notaba todo su pollón contra mi culo, me encantaba pero sabía que no me entraba así ni de coña. Pero él estaba claro que ya lo sabía, porque me empezó a chupar el cuello, la espalda y la oreja mientras me hacía que le ensalivase bien su dedo. Seguía lamiéndome cuando metió su dedo en mi culo. Me sorprendí de la facilidad con la que entraba, y también del rato que los dos llevábamos con la polla dura y tan cachondos.
Estubo un rato así, hasta que me dijo que me tumbara. Volvió a meterme dedos en la boca, esta bez dos. Cuando estuvieron bien lubricados se echó sobre mí, metiéndomelos a la vez. Entraron con facilidad de lo que me encantaba sentir a este tiarrón ejerciendo poder sobre mi, descubrí que contra más fuerza hacía encima de mi más me ponía.
Pasado unos pocos minutos, decidió que ya estaba listo y fue cuando volvimos al banco. Se volvió a sentary yo encima de él, que con su mano guiaba la punta de su polla a mi culo. Me empezó a doler, pero encuanto vio mi cara hizo que me echase sobre el para morrearnos. Eso hizo que poco a poco se fuese pasando el dolor de tener ese pedazo de rabo en mi virgen culo.
Empecé a gemir: “Diooooos, aaaaa, sigue, oooooo siiiii, me encanta, no paaaaares, maaaaaas, dame joder dame”. Le encantó porque cogió ritmo con sus brazos y empezó lo que se llama una buena follada brutal de campeonato. Disfrutaba muchísimo su polla, era la primera y era la de mi profe, mi macho. Me separé de su boca para volverle a lamer los osbacos, aquello que tan cachondo me había conseguido poner. No tubo el efecto contrario, porque con una señal hice que parase. Lo levanté y lo tumbé en el suelo, volviéndome a sentar sobre el.
Esta vez no dejaba que se moviese si no que era yo el que marcaba ritmo. Cabalgaba como nucna, a lo que mi polla respondía con muchísimo placer. Fue la ostia cuando de repente empecé a hacer círculos sobre su polla, adelante y atrás mientras subía y bajaba a fuerte velocidad. Ese pollón duro me estaba destrozando el culo, pero me encantaba.
--Aaaaa, siiii, tomaaaa, joderrrr, tomaaaaa tomaaaa niñatoooo, me encanta lo vicioso que eres. Diooosss, te voy a rebentar. Te vas a enterar tú de quien manda. Aaaaaa, aaaaa siiii sigue, buaaaaaa jodeeeeer.
-¿Te gusta profe, te gusta reventarme a pollazos? Aaaa, siiii, porque a mi siiiiiii. Ahahahahah. Dame machooooo, dameeeee.
--Ponte a cuatro patas.
No dejó que contestase, con un ágil movimiento pe inmolilizó a cuatro patas en el suelo. Me encantaba que me sujetase así de fuerte con sus manos y su cuerpo:
--A ver Ian, ¿quien manda aquí? Vamos, ¿Quién te folla?
-Tú, tuuuu profe, joder me follas tuuuu.
--¿Que has dicho antes de pollazos nenaza? Eso no era nada. Preparate niñato, que te voy a follar bien duro.
Y poniendo las manos en mis hombros empezó a rebenttarme el culo con su polla, muy muy fuerte y haciendo que empezásemos a gritar los dos. Menos mal que era última hora pensé. Si no no sé que nos habrían dicho. A cada embestida del profe me abría hasta el fondo mi culo, me la metía y me la sacaba toda, pero había subido un poco más su cuepro para darme más placer y que la notase más.
--Dios nene, me corrooo, prepárateee, me voooy a correr en tu culoooo. Ahahaha, siii joder, toooma, toooma coridaaaa, toma mi lecheeee, nota como te llena tu machooo. Tomaaaaaa. Diooos Iaaaaaaan.
Dimos un gran grito los dos y empezamos a correrse a la vez. Aquello fue lo mejor del mundo, notar como se corría en mi culo hasta el fondo fue lo que me hizo correrme. Gran lefa fue la que solté, creo que fue el día que más eché . El profe se quedó encima de mi, mientras me acariciaba el pelo y me decía:
--Me ha encantado nene, siento si he sido muy duro.
Me giré, quedando boca arriba pero con él encima y le dije mirándole a los ojos:
-Profe me ha encantado, lo volvería a repetir como sea y cuando sea. De verdad que me ha gustado muchísimo.
Nos besamos y nos fuimos a la ducha. Bajo el agua nos empezamos a besar; lo único que esta vez con cariño, más suave y con verdadero deseo el uno del otro. Acabamos y nos vestimos, saliendo de aquel lugar que olía a tío, sudor, sobaco, sexo y semen. Mi profe meencanta, aunque en nota he de decir que no me favorece, para eso es bien estricto el cabrón.
Han pasado 5 años ya desde entonces, y seguimos queriéndonos y deseándonos como aquel día en el vestuario de mi instituto.