El probador probado

Mi mujer se lo hace con un niñato en los probadores de una tienda delante de mis narices.

El probador probado

A mi mujer Ana si hay algo que le gusta de verdad es salir de compras. Entrar en todas las tiendas y probarse infinidad de vestidos a ver con cual se le ve más buena. Ella sabe bien que tiene un cuerpo de escandalo y como ya sabéis no se siente cohibida en enseñar a todo el mundo sus atributos más preciados.

Ese sábado fuimos al centro de la ciudad para, como dice ella, hacer la vueltecita. Yo ya me veo siguiéndola por todas las tiendas viendo como se prueba los vestidos y sufriendo las erecciones que me provoca la visión de su cuerpo metido en esos trapitos y, como no, sufriendo también al ver como aprovecha la mínima ocasión para provocar a los dependientes. Porque eso si que lo tiene bien medido, siempre que puede se dirige a los dependientes "machos" para que la atiendan y con cualquier excusa llevarlos hacia los probadores y calentarlos como nadie enseñándoles su cuerpo.

Más de una vez he tenido que ver como algún dependiente la sobaba por todos lados siempre con el consentimiento de mi mujer, que para no parecer más puta de lo que es, se limitaba a quejarse ante tales osadías con simples frases de protesta. Hasta me viene a la memoria una vez que se calentaron tanto los dos que el tío le pidió a mi mujer que le hiciese una paja allí mismo y Ana, ni corta ni perezosa, les dedicó un trabajo manual a aquel aprovechado que tuve que ver con resignación como mi mujer, arrodillada ante el y con todas las tetas al aire, recibía una buena descarga de leche mientras ella me miraba desde el probador. Pero así es Ana, una autentica zorra a la que le gusta ser admirada, tocada y si el caso lo requiere, ser follada como una perra.

Ese de día no iba a ser menos y yo ya estaba preparado para los numeritos habituales. Entramos en una tienda de ropa juvenil. Estas tiendas le gustan especialmente a mi mujer por dos motivos importantes: el primero es por que en estas tiendas puede encontrar ropa bien ajustada y que enseñe más de lo normal y el segundo es porque en esas tiendas normalmente hay chicos jóvenes y "inexpertos" a los cuales ella se ve con más confianza para calentarlos. En esa tienda, que no estaba excesivamente llena había bastantes jóvenes, pero en cuanto vieron entrar a mi mujer que no iba precisamente vestida como una monja más de uno se la quedó mirando de arriba a abajo. Ana se fue directamente a chafardear la ropa sin dejar de moverse sensualmente para que todo el mundo se fijara en su culo bien apretado tan solo cubierto por un pequeño short blanco.

En la tienda había un criajo que no debía tener más de veinte años que no le quitaba el ojo a mi mujer. Se notaba como se la comía con los ojos y en el poco rato que había pasado desde nuestra llegada a la tienda ya había cruzado alguna mirada de lujuria con mi mujer. Ana que ya veía una posible víctima dejaba que el chico fuera cogiendo confianza devolviendo alguna sonrisa picarona a sus miradas. Lo más fuerte de todo es que este chaval estaba en la tienda con la que debía de ser su novia, que no se enteraba de nada.

Aquel cabrón debía de ser una buena pieza ya que solo con verle la pinta ya se podía adivinar que era el típico macarrilla, que se cree que puede comerse el mundo y al que no le importa un bledo los demás. El tío viendo que mi mujer también le lanzaba alguna mirada empezó a sobar a su novia delante de todo el mundo y especialmente de mi mujer sin cortarse ni un pelo. Ellos estaban en uno de los pasillos y tenían a mi mujer a menos de dos metros de ellos, con lo que Ana podía ver perfectamente todo lo que estaba pasando. El muy cabrón había cogido a su novia y le empezó a sobar las tetas sin disimular lo más mínimo delante de mi mujer. Mientras la estaba sobando bien y mirando a mi mujer decía:

  • Que tetas más buenas que tienes zorra.

  • Carlos, no me digas esto en público y estate quieto -le decía su novia intentado zafarse del sobeo.

  • Vamos, no te quejes, si seguro que estás mojada -les respondía el sin dejarla escapar y bajando una de sus manos hasta la entrepierna de la chica.

Mi mujer, que intentaba disimular, no perdía detalle de la escena viendo como el Carlos aquel no dejaba de mirarla ni un momento. Ana empezaba a imaginarse a ella en el lugar de la chica, sintiendo como un autentico desconocido la sobaba bien sobada en un lugar público y a la vista de cualquiera. Con estos pensamientos en la cabeza notaba como su chochete empezaba a humedecerse. Mientras el tío no paraba de sobar a su novia:

- Joder, puta, vamos tócame el paquete que me va a explotar -le decía el cogiendo una mano a la chica y llevándola a su paquete.

  • Venga, Carlos, para ya, luego vamos a casa y...- intentaba salirse ella.

  • Sí, y te meto esta polla hasta el fondo guarra - y mientras le decía esas palabras miraba a mi mujer si parar. A Ana ya le iba el juego que tampoco le quitaba el ojo a aquel cerdo depravado. Mi mujer notaba como cada vez estaba más excitada ante tal espectáculo y el hecho de que Carlos no le quitase ojo de encima era como si todas aquellas guarradas se las estuviese diciendo a Ana.

Al final la chica se pudo sacar a aquel chico de encima y se fue al otro la do de la tienda dejando solos a su maromo y a mi mujer. Yo estaba a una cierta distancia para poderlo ver todo sin ser visto. Mi mujer hizo ver como si no pasase nada, pero el cerdo se acercó hacía ella sin perder ni un momento:

  • Que estas mirando guapa? -le dijo el con doble sentido.

  • Nada estaba mirando este vestidito -les respondió mi mujer.

  • Este no te pega nada, y es una lástima con el cuerpazo que tienes.

  • Gracias pero no deberías decir estas cosa con tu novia y mi marido por aquí cerca.

  • Tranquila que mi novia no es celosa y tu maridito no se va a molestar por esto.

  • No claro que no -dijo mi mujer buscando entre los vestidos.

  • ¿Porque no te pruebas este para mi? -le insinuó el dándole un diminuto vestido naranja.

  • Hombre no creo que este me venga bien y además porque me lo voy a probar para ti.

  • Mujer, tu has visto el espectáculo que te he echo con la guarra de mi novia, ahora te toca a ti.

  • ¿Es que tu tratas siempre a las mujeres así? No te va a durar ninguna.

  • Yo se muy bien lo que les gusta a las mujeres como tú.

  • ¿Que quieres decir?

  • Pues que te gusta que te miren y que te deseen todos. Y eres tan puta que lo haces delante de tu marido -le dijo el diciéndole la última frase al oído mientras le sobaba el culo por primera vez.

  • No te pases, que yo no soy tu novia.

Y viendo que mi mujer no le quitaba la mano de su culo siguió:

  • No, tu eres mejor. Solo hay que ver las tetas que tienes -le dijo a Ana poniéndole una mano por debajo del suéter hasta llegar a uno de sus pechos.

- Joder Carlos, que nos van a ver.

  • Mira la zorra, si sabes mi nombre. Ahora ya casi somos íntimos -le decía susurrándoselo al oído de Ana mientras no paraba de sobar y pellizcar los pechos a mi mujer- Ahora no te puedes negar a enseñarme como te queda el vestido.

Yo no podía creer como aquel gamberro ya tenía es su poder a mi mujer, como le esteba tocando las tetas delante de mis narices y mi mujer que se lo estaba permitiendo.

  • Por favor no sigas -le decía mi mujer sin mucha convicción mientras acompañaba por encima a la mano de Carlos para intentar disimular como le estaban metiendo mano en un lugar público.

El tío no perdía el tiempo y viendo como Ana se dejaba tocar sin resistencia le dijo:

  • O ahora mismo te pruebas este vestido para mí, o me pongo a gritar para que todo el mundo vea lo zorra que eres.

  • Está bien, me lo pongo pero para ya de una vez.

Los dos se fueron en dirección a los probadores que estaban en un lugar apartado de la tienda. Yo me pude adelantar y como solo había dos me metí en uno de ellos para poder seguir disfrutando con el espectáculo. Cuando llegaron mi mujer se metió en el que quedaba libre que estaba justo delante de mí, de forma que podría ver todo lo que ocurría en su interior. Mi mujer entró en el mientras Carlos se quedaba fuera pero con la cortina medio cerrada para que pudiese ver como se desnudaba mi mujercita. Pude ver como Ana se sacaba los shorts y luego dejaba sus magníficas tetas al aire.

El tío no se perdía detalle mientras mi mujer se iba desnudando delante de un completo desconocido.

  • Que cuerpo putona, vamos a ver como te queda el vestido -le decía Carlos.

  • Venga cierra la cortina que nos van a ver -le replicaba mi mujer.

  • Calla tonta, que nadie se va a enterar.

Mi mujer se puso aquel vestido que la verdad le iba como un guante. Las tetas se le marcaban perfectamente, marcando unos pezones erectos que mostraban a aquel cerdo lo excitada que estaba. El vestido acababa justo después del culo de mi mujer, dejando a la vista todas las piernas desnudas de Ana. Joder, que buena que se veía a mi mujercita con aquel trapito. Cosa que también era evidente para el chico:

- Joder, que buena que estás tía.

  • ¿Ahora ya estás contento, eh?- le decía mi mujer mostrando todo su cuerpo en bandeja a aquel tío.

  • Este sí que está contento -le dijo a mi mujer mientras se frotaba todo el paquete delante de Ana.

  • Ahora le podrás dar bien a tu novia -le decía para provocar al tío.

  • No te equivoques zorra, que eres tu quien me la ha puesto así de gorda. Venga tócamela un poquito.

  • Vamos a ver -y mi mujer cogiéndolo hacía dentro del probador le acarició todo el paquete

  • Hum... que pollita que tienes aquí dentro -le dijo Ana mientras lo miraba con deseo a los ojos.

El chico no se podía creer que mi mujer le estuviese sobando de aquella manera. En ese momento se abalanzó sobre mi mujer y empezó a morrearla y a sobarla por todas partes. Mi mujer que ya estaba esperando con ganas aquel embite no hizo sino dejarse hacer, pegando su cuerpo a aquel aprovechado.

Yo podía ver como se besaban, como sus lenguas se entrelazaban entre besos de pasión y deseo. Mientras las manos de Carlos no paraban quietas y iban sin parar desde las tetas de Ana hasta su culo.

  • Ahora toca sacarse el vestido -le dijo el- que te voy a dar una buena ración de polla.

  • Que te has creído nene, que me puedes follar aquí mismo.

  • No es que pueda cacho zorra, sino que lo voy a hacer -le decía mientras le había subido todo el vestido y le estaba comiendo las tetas a mi mujer.

El cerdo se entretenía en lamerle los pezones a  Ana cosa que a ella la volvía loca.

  • ¿Que te gustan mis pechos eh?

  • Y a ti te gusta que te los toquen putita -mientras le metía su mano bajo las bragas de Ana llegando hasta su concha bien mojada- Mira lo mojada que estás.

El cabrón estaba sobando bien a Ana, mientras seguía sobando sus tetas con una mano, con la otra no paraba de meterle los dedos dentro de su coño bien mojado. Mi mujer estaba totalmente entregada a aquel chico, y ya sin ningún reparo empezaba a mover el culo al compás del mete-saca digital que le estaba haciendo el.

  • Así me gusta puta, que te muevas como una cerda en celo -le decía mientras con una mano le cogía el culo y lo empujaba para meterle los dedos hasta el fondo.

  • Oh... cabrón....como me gusta -decía Ana totalmente fuera de sí- Vamos cómeme el coño -le dijo ella haciendo que se arrodillara delante de su sexo.

  • Venga méteme la lengua...Ahhh.

Yo veía como Carlos tenía bien agarrada a mi mujer por el culo mientras les metía toda la lengua en su coño. Mi mujer que estaba disfrutando como una loca no paraba de restregarse en su cara mientras apretaba la cabezo del chico contra su sexo. Ana quería más sexo oral y se sentó en le banco del probador mientras le decía:

  • No pares hijo de puta, sigue lamiendo mi coño que me pica la ostia cabrón.

  • ¡¡¡¡Serás puta!!!! Ya sabía yo que eras una cachonda -le contestaba el mientras volvía a la carga con su lengua.

- Ohhh...... Así, así, sigue... Ahhhhh.... Joder que gusto.

Cuando el cabrón vio que mi mujer estaba a punto de tener un orgasmo se levantó y bajándose los pantalones se sacó una verga no muy gruesa pero bien larga. Mi mujer que no paraba de tocarse y pajearse le dijo:

  • Mira que pollita que tiene el nene. Tócatela, que me gusta ver como te pajeas delante mío.

  • Esta pollita te va a hacer gozar putona.

  • Venga nene, que esto no pincha -le decía mi mujer para picarlo.

  • Eres una guarra, te la voy a meter hasta el fondo -le decía el mientras no paraba de tocarse su verga.

  • No te hagas ilusiones nene. ¿Te gustaría correrte en mi barriguita eh? -seguía provocando Ana.

  • Me voy a correr en tus entrañas so zorra -le insultaba aquel macarrilla mientras le golpeaba la cara a mi mujer con su polla.

  • Toma polla mamona - le decía mientras veía como un cipote que no era el mío era restregado por la cara de mi mujer, que no sólo no hacía nada sino que intentaba cogerla con la boca mientras no paraba de meterse los dedos en su chochito.

  • Venga córrete nene, que quiero tu leche -le ordenó mi mujer.

  • Mira ya estoy hasta los huevos que me llames nene, ahora te vas a enterar hija de puta -y mientras la levantaba por los pelos la empujó hasta una esquina del probador.

  • ¿Que haces mamón? -se quejaba Ana- ni se te ocurra.

  • Que te calles zorra, te voy a meter la polla del nene hasta los ovarios-y mientras le separaba sus piernas intentaba meterle su cipote en el coño de Ana.

  • Vamos para, que aquí no podemos hacerlo -protestaba mi mujer.

  • Esto lo dices tú, yo te follo aquí mismo como me digo Carlos -le decía el mientras probaba de ensartarle su polla.

  • He dicho que no cabrón -mientras intentaba salirse de su dominio.

Podía ver como aquel cabrón tenía bien cogida a mi mujer por su culo, mientras que con una mano aquel cerdo estiraba hacia atrás la melena de mi mujer obligándola a arquear su cuerpo ya vencido y dejando en pompa su culo bien formado.

- Párate ya putón, que de aquí no sales sin que te la meta hasta el fondo -le contestaba el mientras intentaba meterle su polla.

- Joder para ya que me haces daño.

Y en ese instante la verga de aquel chico se hundió en el mojado coño de mi mujer.

- Ohhhh.... cabrón.... sácala hijo de puta -protestaba mi mujer.

  • De aquí no sale ni tu padre guarra -le contestaba él empezando un mete saca que hacía temblar todo el probador.

- Ahhh... para..... que pueden oírnos.

  • Como te gusta eh zorra. Noto como gozas con mi polla....Ohhh... que buena que estás mamona.

- Ohhhh... no sigas....joder como me la metes cabrón.

  • Venga dime que te gusta, dime que el cornudo te tu marido nunca te ha follado así.

- Ahhh... cállate y no pares cabrón...Ahhhh.

Como se estaba follando aquel cerdo a la calientapollas de Ana. Desde mi escondite podía ver como el cipote de Carlos entraba y salía sin parar del coño de mi mujer. Mi mujer se movía como una posesa y aquel depravado se la metía hasta el fondo. Yo tenía una erección de caballo viendo como, aquel cuerpo de diosa que tantas veces había adorado, ahora estaba en manos de un desconocido que lo estaba saciando. Un desconocido que estaba tratando a mi mujer como la puta que es, que le estaba insertando una buena dosis de carne sin hueso sin la más mínima consideración. Mi mujer no se quedaba atrás y ser follada en un lugar público sabiendo que yo estaría cerca escuchando o incluso mirando la ponía tan caliente que no pensaba en otra cosa más que en entregarse a aquel chico hasta el final.

  • Vamos fóllame...Ohhhh.....venga métemela nene.

  • Toma polla...toma polla....toma polla....

- Joder que no la noto cabrón...

  • Toma polla.....toma polla.....

- Cállate de una vez imbécil. Venga sientate aquí que te voy a cabalgar como nadie.

Y sacándosela de golpe hizo sentarse al pobre chico en la silla y poniéndose de espaldas a el le dijo:

- Métemela ahora de golpe, a ver si de una puta vez me llega hasta el fondo.

Podía ver claramente desde mi posición como ese hijo de puta les estaba metiendo su polla dentro de mi mujercita, ella, que ya había descubierto donde me escondía, me miraba a los ojos con lujuria. Podía leer claramente cuales eran sus pensamientos:

"Mira como se follan a la guarra de tu mujer. Como me gusta que me follen así."

Yo ya tenía toda la polla fuera de mis pantalones y me estaba haciendo una paja que me iba a correr de un momento a otro.

  • Ostias ahora si que la tengo hasta el fondo.

  • Eres toda una puta joder.

  • Tu no te muevas, déjame hacer nene....Uhmm.....

  • Si me vuelves a decir nene te hago un hijo -y cogiéndola de las caderas el cabrón se la metió todo lo que pudo dentro de su coño.

- Ahhhh....así, ahora la noto.......Ohhhh.....-le invitaba mi mujer mientras el chico se arqueaba al máximo para entrar todo su miembro dentro de Ana.

  • Un poco más.....un poco más.....Ahhhh...... Ahhh......

- Dime que la quieres toda guarra.

  • Claro que la quiero dentro....Ohhhh.....no pares.....Ahhhhhh.........

Mi mujer lo cabalgaba como nunca antes había visto, la polla de aquel chaval aparecía y desaparecía dentro de mi mujer cada vez con más rapidez. Sus tetas no paraban de ir arriba y abajo, sus pezones estaban tan puntiagudos que podían ensartar una aceituna con ellos.

ç

Ana no paraba de mover el culo, cada vez jadeaba con más fuerza, le decía toda clase de guarradas al cerdo que tenía debajo, que tampoco se quedaba corto. El tío ya prácticamente ni se movía, solo se limitaba a acompañar los movimientos de mi mujer y a tocar los pezones de mi mujer sin parar. Cada vez que se los pellizcaba mi mujer se retorcía de placer y provocaba en ella pequeños orgasmos que ya anunciaban como iba a acabar aquella jodienda.

  • Vamos dame polla...Ahhhh.....Uhmmmm.....que buena.

  • No pares que me voy a correr tía.

  • Ahhhhhhh.....Ohhhhh......me viene.......Ahhhhhhh.......para,para. -Solo con oír la palabra correr a mi mujer le había llegado el orgasmo, un orgasmo bestial.

- Sácala venga. -y levantándose se sacó aquella polla que aun estaba bien erecta y a punto de reventar.

- Joder, no me puedes dejar así zorra. -se quejaba el tío.

  • Tranquilo que me vas a regar el chocho con tu leche mamón.

Y cogiendo aquella verga  mi mujer empezó a hacerle una paja a toda ostia. El tío cerraba los ojos dejándose hacer mientras no paraba de sobar las tetazas de Ana.

  • Vamos córrete, que quiero tu lefa.

- Joder no pares que me viene......Ohhhhh....sigue......

- Dámela, dámela -repetía mi mujer sin parar ni un momento.

- Ohhhhh......toma leche....Ahhh......-le decía a mi mujer mientras descargaba todo su semen en la barriga de mi mujer.

Podía ver como los goterones de leche bajaban hacia el coño de Ana, mientras los dos exhaustos se habían quedado sentados en la silla sin decir palabra. Yo ya hacía un buen rato que había decorado la cortina de mi probador con mi leche. Mi mujer fue la primera en levantarse y cogiendo las bragas del suelo se limpió toda la leche de su cuerpo. Luego sin pensárselo dos veces se las puso encima, pero que guarra que era. Luego se vistió en un santiamén y salió del probador dejando a Carlos tirado allí mismo. Que yo recuerde no intercambiaron ni una palabra. Yo ya la estaba esperando en la tienda, sin poder disimular mi polla aun morcillona. La verdad es que ni me fijé en la gente que estaba en la tienda pero atendiendo al silencio que se hizo cuando apareció mi mujer, toda la tienda ya debía saber lo que había pasado en la parte de atrás de la tienda.

Mi mujer se limitó a cogerme de las manos para dirigirnos a la puerta de salida mientras me susurraba al oído:

  • ¿Te ha gustado amor? Yo hacía tiempo que no me corría así.

Sin comentarios, así es Ana.