El privilegio de la rebeldía
Por mi parte, la vida dura muy poco y una vez se acaba, no hay más. Salvo una eternidad de simple inexistencia. Por ello, pienso que debemos hacer lo que nos gusta y no arrepentirnos nunca por ello. Mis actos fueron reprobables pero no me arrepiento.
Por mi parte, la vida dura muy poco y una vez se acaba, no hay más. Salvo una eternidad de simple inexistencia. Por ello, pienso que debemos hacer lo que nos gusta y no arrepentirnos nunca por ello. Mis actos fueron reprobables pero no me arrepiento.
Por aquella época contaba con 19 años recién cumplidos, había repetido un curso, en 4º de la ESO por lo que ahora me encontraba en 2º de bachillerato. No tenía la menor idea de lo que quería hacer con mi vida, lo que tenía muy claro era que no quería trabajar como un esclavo. Me asqueaba el solo hecho de poder trabajar como oficinista, recepcionista, camarero o cualquier trabajo aburrido, repetitivo de 8 a 3 de la tarde y encima no cobrando mucho. Así que no sabía en ese momento si ir a la universidad o no. La verdad que no me preocupaba mucho, era lo que se suele denominar como un niño de papa. Mi familia tenía mucho dinero, vivíamos en una gran casa en un barrio pijo de una gran ciudad. Así que hiciese lo que hiciese creo que podría dedicarme a tocarme los huevos durante algunos años hasta que mi madre se hartase.
A continuación os relataré una de las situaciones que más me han hecho sentir en mi vida. Y de como el hecho de portarme mal y ser un buen cabrón, no solo no me reportó un gran castigo sino que además por ello obtuve una recompensa que ningún niño bueno ha tenido jamás.
Asistía a un colegio privado religioso. El típico donde conviven niños de papa (la mayoría muy repelentes), niñas de papa también (bastante putas algunas), niños de familia de clase media, más bien tímidos y buenos, y algunos hijos de clases bajas pero que en ese momento habían conseguido ganar dinero y querían escalar en la jerarquía social.
Yo en ese momento era un estudiante de buenas notas. Había llegado a este colegio en 4º de la ESO, cuando repetí. Venía de otro colegio religioso en otra ciudad que era solo para chicos. Un colegio brutal en cuanto a las gamberradas que hacíamos los chavales. Y las putadas que nos hacíamos entre nosotros. Desde muy pequeño había sentido una cierta superioridad en las demás personas en el aspecto moral. Yo no sentía pena ni remordimiento por mis actos o muy muy poca. Y eso me llevaba a actuar en base a lo que quería conseguir sin importarme lo que pudiesen pensar. Gracias a eso me había convertido en alguien muy astuto para eludir responsabilidades de mis actos.
Cuando llegue a este nuevo colegio la mayoría de compañeros eran mucho más tranquilos y empanados que mis antiguos compañeros. Y algo increíble: había chicas en la clase. Y no cualquier cosa. Faldas muy por encima de las rodillas, polo de una talla menos para marcar el sujetador, piel dorada y cuerpo y pelo cuidado. Así eran muchas de mis compañeras. Aquello parecía el paraíso. Enseguida me centré en las que estaban más buenas, al principio supuse que mis compañeros serían grandes competidores frente a esas bellezas pero no tarde en darme cuenta que la mayoría no tenía ni cojones a hablarles.
Gracias a Dios yo era un sin vergüenza. Al principio vi que ellas se fijaban en chavales más mayores, a veces adultos de fuera del colegio que venían a verlas en moto. Gracias como digo a mi poca vergüenza y lo cabroncete que era no tarde en llamar la atención de algunas. Ellas sabían que yo era un malote y les gustaba. Todo esto se me subió un poco a la cabeza con lo que presté ninguna atención a mis estudios y suspendí. En los siguientes años hice el esfuerzo de hacer lo mínimo posible, además de copiarme y otros trucos sacaba buenas notas. No es por ser orgulloso pero era bastante inteligente.
Con mis 19 años estaba tonteando con una chica de mi clase. Delgada, morena, iba al gimnasio, siempre iba arreglada y todos se la pelaban pensando en ella. Como suele ocurrir apenas se atrevían a hablarle. Salvo yo y algún golfo más. Era fácil. Tan solo había que saber actuar. Mirarlas a los ojos intensamente, meterse con ellas para romper el hielo e ir creando tensión, hacer como si no te gustase mucho al principio, que te viesen con otras tias buenas, e ir con un aspecto de rebelde. Después solo había que tener los cojones de meter morro en el momento oportuno y al poco tiempo podías tirártela. Ese era mi objetivo.
Mientras esto sucedía mataba el tiempo entre clase y clase burlándome de un compañero. Retándole a pelearnos, sabiendo que yo era mucho más decidido y fuerte que él. Y alguna broma pesada. No tenía gran gusto por ser un bully si bien no me producía la más mínima culpabilidad. Se trataba de un chaval que había sido muy altivo cuando con 13 años había sido el primero en hacerse hombre y ahora era un emo o algo así. La verdad que me importaba una mierda lo que fuese, solo me divertía fastidiarle. Solo de vez en cuando.
Para mi sorpresa cierto día llamaron a mi casa y os paso a relatar como fue la conversación que me pillo de sorpresa, la chica de la limpieza me llamo para que me pusiese al teléfono:
-¿Si?
-Hola, ¿eres Carlos?
-Em…- aquí dudé dado que al ser una persona dada a meterse en lios nunca se sabe- sí, soy yo, ¿quién es?
-Soy la madre de Alejandro tu compañero de clase – aquí me asusté, aunque me diese igual lo que le pudiese pasar no quería lios ahora que estaba a punto de dejar el colegio- me ha dicho que llevas molestándole desde hace algún tiempo y quiero que esto se acabe, él lo está pasando muy mal y no es de recibo lo que estás haciendo. Quiero que pares.
-Em….- yo dudé no sabía que decir
-Mira, no le he dicho nada al colegio todavía porque se que puede ser peor. ¿Qué opinas? – me pregunto ya que con un claro tono inquisitivo
-Vale, sí. Será mejor, le dije. Te prometo que no volveré a molestar… ajaja- y ahí tonto de mi, se me escapo una risa amortiguada ya que esa mentira no me la creía ni yo.
-¿Te has reído? Menudo gilipollas – me dijo
-Perdona, estoy nervioso – mentí
-Bueno mira. Apunta esta dirección y ven verme esta misma tarde. Ya veo que eres un poco payaso así que me quiero asegurar.
Y así fue como me tocaba ir a la casa de Alejandro. La verdad que estuve a punto de quedarme en mi casa y pasar pero no quería lios en el colegio así que fui.
Cuando me iba a ir fui al baño, me vi en el espejo con la camiseta ancha y fea que llevaba y el pantalón de chándal y pensé que tenía una imagen pésima. Quería dar buena imagen. Así que me duche, me peine de forma formal. Me puse unos vaqueros, unos zapatos con buena suela que me hcain más alto de lo que naturalmente ya era (1.83), una buena camiseta marrón y una chaqueta negra casual pero no de macarra. Aunque era igual, con la cara de pícaro que tengo, mi cuerpo atlético y mi piel morena nunca conseguían dar aspecto de niño bueno que era lo que quería.
Cogí la moto y me fui para allá.
Alejandro vivía en un barrio bastante distinto al mio. Era una zona muy normal, de edificios altos normales, pisos pequeños, nada bonito ni atractivo. No me gustó mucho el sitio.
Aparqué la moto y fui a llamar al timbre desde la calle.
-¿Si?- me respondió la voz de la madre de Alejandro
-Soy yo Car…- y me abrió
Entré al portal y por primera vez pensé en algo en lo que no había caído. ¿Y el padre? Me imaginaba que un señor me podría esperar ahí arriba para darme dos guantazos o echarme un sermón de esos que solo los hombres pueden dar. La verdad que ahí me cagué un poco y pensé en pirarme. Pero ya que estaba me la iba a jugar. Si veía a un tipo grande con cara de mala hostia me largaría por piernas.
Subí por el ascensor y llamé a la puerta… mientras se abría mi corazón latía como hacía tiempo que no lo hacia. Irreconocible en mi, sentía miedo. Allí, en un barrio que no conocía, en un piso lúgubre, un rellano con solo dos puertas. Hasta podría tratarse de una treta de Alejandro para darme una paliza con sus amigos.
Pero no. Era una mujer de altura usual 1.62. Melena larga y vestida normal.
Me abrió y nos quedamos mirando.
-Pasa – me dijo sin apenas reparar en mi.
Nos quedamos a la entrada del salón tras pasar por el pasillo.
-Alejandro, ya ha llegado Carlos! – chilló hacia alguna habitación lejana.
En ese momento los ojos de la mujer y los míos conectaron. Pude notar en su mirada cierta sorpresa. Creo que los de vestirme bien había funcionado. Parecía extrañada. Creo que se esperaba a un tipo con aspecto de cani. Yo también reparé en una cosa, no era una vieja, debía tener 41 años como mucho y bien conservados, no veía apenas arrugas en su cara. En ese momento me fije que pese a que yo siempre que conocía a una mujer nueva pensaba si es follable o no con ella no lo había hecho. Supongo que di por hecho que sería una vieja como mi madre.
Ya apareció Alejandro y sin saludarnos fuimos al salón. La mujer me dijo que me sentará en el sillón mientras ellos estaban juntos en el sofá a mi lado derecho. Ella más cerca mio.
-Bueno Carlos…,supongo que ya has pensado..- titubeo- estás arrepentido por lo que has hecho y vendrás a decirle algo a mi hijo que no lo está pasando bien.
Yo la miré y me gustaba lo que veía. Una mujer que aparentaba 34 años, seguro que tenía más. Pelo largo y cuidado, tez blanca, en su peso, y llevaba ropa ancha, al menos la parte de arriba, así que no sabía si tenía buen pecho. En el culo no había reparado, todavía. Pero su mirada me encantaba, todavía tenía frescor. Ojos grandes y verdes. Con poco rímel, algo de pinta labios, nariz femenina, labios gruesos.
Al principio mi idea era hacerme la de buen chaval arrepentido y muy nervioso y a partir de ahí no molestar a Alejandro el resto del curso y quitarme el marrón de encima. Pero eso estaba tirado y al ver una tia follable delante mia me apetecía “jugar”. Era algo inevitable en mi, siempre que tenía delante a una mujer atractiva quería hacerle ver que yo no era un rival fácil y me gustaba tontear. Así que no pude decirle “sí, estoy muy arrepentido, por favor perdonadme, no estoy en una buena racha en mi vida” (haciendo como que me temblaba la voz), pasó lo siguiente:
Puse cara de serio, como si tratásemos un asunto muy profesional. Y la miré, pude ver su cara de intriga y sorpresa:
-Verá señora… ¿cuál es su nombre?
-Ana…
-Señora Ana. Su hijo y yo hemos tenido ciertos malentendidos propios de dos chavales que comparten vida en una clase. No es cierto que yo acose a su hijo. Es algo… mutuo, un toma y daca, de poca intensidad, así que no he venido en principio a pedir perdón.
Y me mantuve serio. Ambos se quedaron muy desconcertados.
-Es verdad eso Alejandro?- dijo ella extrañada
-No claro que no – dijo el atropelladamente – yo no hago nada, bueno… si es que es él, yo…
Aquí le corté.
-Alejandro – le miré culpabilizándole – el otro día te metiste con mi madre.
-Bueno, pero llevabas todo el día molestándome…
-Pero eso no me lo habías dicho Alex – le dijo ella
-Pero, que solo fue una vez y es él que siempre está igual, vamos le pido perdón por eso pero… si es que es él – decía muy nervioso – yo no hago nada joder- dijo haciendo aspavientos y haciendo muecas, yo me estaba descojonando por dentro.
-Bueno, Alex tranquilo, vete a tu cuarto. Ya hablamos él y yo. Tranquilízate- le dijo su madre y él hizo caso.
Ahora estábamos solos.
-¿Qué es lo que te dijo de su madre?
Lo que me dijo de su madre fue “me cago en tu madre” cuando yo le eché un poco de agua en el cuello sin previo aviso pero, mentí:
-Me dijo algo muy grosero, es igual
-Dimelo por favor
Yo miraba hacia otro lado con cara de no querer seguir con eso.
-No de verdad, si es mejor que no…
-Dimelo – me dijo ella exigente
-Bueno… dudé- y acto seguido cambié mi postura pasiva y mirándola penetrante a los ojos y conteniendo una sonrisa le dije- le voy a comer las tetas y el coño a tu madre hasta que se corra
-Eso no es propio de Alejandro- dijo
En ese momento quedamos en silencio.
-Entonces cuéntame tu versión- me dijo
- A ver, Alejandro y yo somos muy diferentes y por tanto, es normal chocar. Él es un chico … difícil y yo soy otro tipo de persona. Él dice cosas raras que no entiendo… en fin, pero nadie acosa a nadie. Son… discusiones.
-Pero el dijo que un día le echaste ajo en polvo por la espalda porque decías que era un vampiro
Ahí no pude evitar poner una mirada picara a punto de reirme.
-No se de que me habla.
-Y bueno, eres un buen estudiante- me preguntó
-Lo soy
-Eres deportista o…-
-Lo soy también… y por cierto, puedo quitarme la chaqueta aquí hace mucho calor.
Me quité la chaqueta y dejé ver mi atlética figura, La verdad que tenía muy buen cuerpo. Y me senté en una posición cómoda.
-Y por qué no te disculpas?
-No me voy a disculpar – le dije mirándola a los ojos – no he hecho nada malo. Su hijo tiene problemas, eso es todo. Usted y su padre deberían preocuparse.
Aquí ella se empezó a molestar.
-Bueno, pues dejale en paz y te olvidas de él.
-Señora Ana, solo le estoy diciendo, mejor dicho, aconsejando que preste atención a su hijo. Y su padre también. Deben enseñarle a comportarse – Y aquí no pude evitar sonreir pícaramente por unos segundos
Ella me puso mirada de indignación y sorpresa. La cosa no había salido como ella esperaba y se estaba poniendo nerviosa.
-Vaya, encima con esas. Vaya con el niñato de los huevos. Sabes que voy a hacer se lo voy a decir al colegio mañana mismo. Pero que te crees.
-Solo creo en lo que digo. Y si va al colegio, díganle que le ayuden. Yo solo me preocupo. Puede pedirles que Alejandro se una al equipo de fútbol.
-Pero… estoy alucinando. Como se puede tener tanto morro. Alejandro ya hace deporte. Pero que has venido aquí a evaluar como le crio- ella ya estaba acalorada y se quito la chaqueta de chándal que llevaba encima. Debajo llevaba un camiseta de tirantes negra de gimnasio y lo que no paso inapercibido para mi- un pecho espectacular, muy grande, tal vez operada y turgente, no parecía gorda ni muy delgada… sin duda se cuidaba y estaba buena
- Yo solo digo que el deporte, la alimentación, etc… hacen una mente sana pero si-
Me interrumpio, parece que controlándose y mirándome a los ojos me dijo subiendo el tono
-Alejandro está muy bien criado. Ha recibido una buena educación y le alimento como Dios manda ¿de acuerdo?
-No lo dudo. Mire, el tema para mi no da más de si. Ignoraré a Alejandro y seguiré con mi vida. Eso es todo. Como dice usted, vuestra vida y no me incumbe y tiene razón usted. Me he pasado y le pido disculpas de verdad. Tal vez se las pida a él en clase. Lo siento.
Ella volvió a sorprenderse y me miró, esta vez sosegada. Me miraba contenta y casi triunfal por haberme hecho entrar en razón pero yo añadí:
-No soy quien para juzgar lo que ustedes hacen, es evidente que llevan una buena alimentación, usted tiene un cuerpo increíble, solo hay que ver eso.
Entonces me miró confundida. Yo le hice un repaso descarado de arriba abajo pero quedándome en sus ojos. Ahora nos mirábamos fijamente.
-¿Cómo has dicho?
-Lo dicho, que le dejaré en paz. Ahora me voy dije levantando.
-No, sobre lo de mi cuerpo.
-Estás buenísima- le dije sin dudar y mirándola a los ojos hacia abajo pues ambos ya estábamos de pie frente a frente, con tono alto importándome una mierda si su hijo me escuchaba
Ella dudo pero en seguida quiso atacarme.
-Menudo golfo estás hecho. Ya te voy conociendo yo a ti.
-¿He mentido?- le dije
-No, en eso no.
-Hombre, me alegra que tengas autoestima – le dije
-No me referia a eso, yo digo que Alej…
-Olvide a Alejandro. Estás buena y lo sabes, no tiene nada de malo.
-Que voy a estar buena. Soy una mujer mayor y no estoy para estas tonterías, de verdad – me dijo ella haciéndose la enfadad pero podía notar como le había gustado el piropo
-A ver. Obviamente no estás como las chicas de 18 que hay en nuestra clase.
Aquí noté su disgusto
-Pero tienes una mirada que lo compensa. Y tus labios, increíbles. Pero será mejor que me vaya. Hasta nunca.
-Si anda, vete.
Salí de allí con la adrenalina a tope. La verdad que filtrear con chicas de mi edad siempre tenía su emoción pero hacerlo con la madre del chaval al que le hago la vida imposible era un paso más.
Me monté en la moto y puse las revoluciones a tope. Tenía ganas de descargar adrenalina.
Pasaron un par de semanas y dejé de molestar a Alejandro. La verdad que me seguía dando igual ese chaval, pero la amenaza de que pudiesen decírselo al colegio no me hacia ni puta gracia. Ya solo quedaba un mes para acabar el curso.
La conversación con la madre de Alex ya se me estaba empezando a olvidar. Había estado bien, había sido emocionante y esas tetas eran increíbles. Pero era una página más en mi vida. Sin embargo recibí una llamada que no esperaba.
-¿Si?
-¿Carlos?
-¿Quién es?
-Carlos!, soy Ana, la madre de Alex
-¿Ana? Pero bueno, ¿qué quieres? –le dije indiferente
-Veras, creo que el otro día no estuve muy bien. Creo que no te juzgue como mereces. Ya me ha dicho Alex que ya no le molestas. En fin, creo que puede que tengas razón. No creo que seas tan mal chico.
-Así es – le dije- no pasa nada, no tenías que llamarme.
-Bueno pues ya está, era eso – me dijo
-Vale, pues nada… - le dije yo dispuesto a colgar
Se hizo un silencio largo pero ninguno de los dos colgamos. Ahí yo me anime y total no tenía nada que perder y esas tetas seguían en mi cabeza…
-Si quieres podemos quedar. Me gustaría comentarte algo sobre las disputas que tuve con tu hijo para que entiendas lo que pasó.
-Em… sí, muy bien, dime donde y hora…
Quedamos en un sitio cerca de mi casa, la verdad que no me apetecía moverme mucho, ella accedió aunque le pillaba bastante lejos. Era una cafetería pija, muy bonita y cara, de las que me gustan a mi. Fui en mi moto y entré.
Se me hizo un poco tarde ya que tardé bastante en arreglarme. Pero ella ya estaba allí. La vi y me vio, pude sentir su alegría al verme. Estaba… distinta. Llevaba unos tacones negros no demasiado altos pero sí elegantes, medias que tonifican las piernas y una falda también negra a media altura. Lo combinaba con una camiseta blanca sin escote pero que marcaban sus abultados melones y una chaqueta en conjunto con la falda. Podía distinguir el sujetador algo más oscuro. Iba con peinado de peluquería y maquillada, no en exceso. Olía bien, bueno qué coño, estaba genial.
Nos saludamos y pedimos ella un café con leche normal. Yo un capuccino y croisant.
Empezó yo:
-¿Has venido en coche?
-En autobús
-¿Si? La parada no está cerca
-Bueno, es igual
-Ese colgante- hice alusión al colgante que llevaba justo encima de sus melones- ¿es un recuerdo?
-Sí!, es una imagen de Barcelona- dijo mirándoselo
Yo alargué mi mano y lo sostuve mientras lo acariciaba
-Muy bonito dije- mirándole el pecho
-Bueno, me dijo cogiendo el colgante ella, qué me querías decir sobre Alejandro?
-De verdad lo quieres saber?
-Claro, para que te crees que vengo?
-Creo, que he de decírtelo en el momento adecuado.
-Cuando?- me dijo desconcertada
-Ahora no es el momento- le dije sonriendo
Ella se dio cuenta que yo no me lo tomaba en serio.
-A ver, chaval, no me hagas perder el tiempo. Pero bueno, ¿crees que me sobra el tiempo? ¿Qué vengo aquí por gusto?
-Has venido a estar conmigo así que no te engañes, - le dije cambiándole de tono- te crees que soy tonto?- le inquirí- de todas formas, estás increíble en la forma en que te has arreglado para mi.
-Yo no me he arreglado para ti – dijo indignada- yo…
-Me encanta esa falda, y ese peinado te queda genial.
-Niñato.
-¿Vamos a bailar?
-¿Cómo?-me dijo completamente indignada tras no hacerle caso
-En el piso de arriba se hacen bailes, me encanta este sitio, ¿vamos?- le dije
-Vale- me dijo sin más
Me levanté animado y allá que nos fuimos. Era una pista de baile repleta de jóvenes con sus parejas o en grupo haciendo el indio. No había alcohol de por medio. Me quite la chaqueta y le dije que me diese la suya. Las pusimos en una silla cerca nuestra y empezamos.
Era buena música, rock setentero bastante bailable. Estaba motivado. La cogí de la cintura y sin más di lo mejor de mi. Ella de dejó llevar aún mirándome algo indignada de vez en cuando pero sin poder evitar pasárselo muy bien conmigo.
-Me gusta como bailas – le dije – de verdad me sigues el ritmo, pensé que no podrías
-Claro que puedo – me dijo- niñato- añadió
Baje mi mano y la puse en su culo. Me hizo un gesto con la mirada de reprobación, se la mantuve y se lo sobe un poco.
-Vas al gimnasio.
-Hay que cuidarse.
-Yo también voy.
Y al decir eso, me tocó el culo ella a mi. Poco después decidí acabar el baile y llevarla a casa.
-Se me ha ocurrido una cosa – le dije- te voy a llevar a casa
-Sí mejor, esta tontería ha ido demasiado lejos, quiero irme
La llevé en mi moto (pagado por papi), a mucha velocidad, llegamos en seguida.
-Ale pues ya está, adiós- me dijo mosqueada
-No espera, tengo que decir lo que se me ha ocurrido
-¿El que? – me dijo
-“Le voy a comer las tetas y el coño hasta correrse” recuerdas?- le dije- creo que tu hijo se merece una lección y debe pagar por esas palabras
-¿Qué coño dices?
-Él dijo que le iba a hacer eso a mi madre
-Ya, ¿qué te parece si de castigarle me encargo yo?
-Pero creo que debemos hacer algo, enseñarle un poco de karma.
Y acto seguido le metí morro. Ella me apartó con fuerza pero acto seguido fue ella quien me morreo con pasión. Fuimos entrando al portal sin parar de morrearnos. Entramos en la casa morreándonos con pasión y entonces se oyó la puerta del cuarto de su hijo…
Me mandó con nerviosismo a dentro de la cocina mientras ella se quedaba en la puerta para taparme mientras su hijo estaba por ahí.
-Alex, ¿qué haces aquí? ¿Y tus clase de inglés?
-Hoy he preferido no ir, era un rollo.
-Joder Alex, eso no se hace – dijo ella gritando
-Pero mama, si es que no sirve para nada lo que vamos a hacer hoy
Mientras hablaban yo aproveché para meterle mano en el culo a tope.
-Joder Alex. Bueno vete a tu cuarto.
-Pero mama que voy a merendar.
-Joder Alex, que no, ven después.
El chaval estaba sorprendido. Creo que nunca había visto a su madre tan impositivo. Cogió y se fue.
-No hagas ruido- me dijo mirándome a los ojos con fuego en la mirada.
Joder, así me gustaba a mi. Fuera de si. Una loba.
-Claro- le susurré
Entramos en su habitación (sin pestillo) y rápidamente le quité la camiseta. Tras comerle un poco el cuello bajé a sus tetas. Ella se quitó el sujetador y pude ver esas tetas impresionantes. Granes, morenas, turgentes, apenas levemente caídas.
-Joder- dije- me cago en Dios, que buena estás
Acaricié sus melones con delicadeza pero con decisión, fui lamiendo levemente los pezones hasta llegar a succionarlos. Y volver a amasarlos. Estábamos de pie, yo agachado, ella contra la pared. Se mordía el labio mientras estaba allí entre sus tetas. Llegaba la hora de bajar abajo.
Le quité la falda con rabia. Unas bragas blancas aparecieron. Me senté en la cama. Asentando mi espalda en el respaldo. Ella se sentó delante mía. Desde esa posición empecé a magrearla por encima de las bragas. Su sexo se sentía caliente. Fue ella quien ya se quitó las bragas y yo seguí a lo mío. Fue ella quien cogió mi cabeza, me besó, e hizo porque bajase allí abajo. Ahora lo veía de frente. Con algo de pelo negro pero cuidado, tenía un aroma de mujer adulta, humedad y femineidad.
Empecé a comérselo. Empezando por lamer sus labios mayores, fui adentrando un dedo en la entrada de la vagina y moviéndolo alrededor. Ya me fui hacia su excitado clítoris y lo lamí también. Fui lamiendo mientras le metía un dedo después dos. Ella disfrutaba, estaba mordiéndose el labio mientras miraba con atención.
-Hay que darle una lección a tu hijo- le dije
-Calla y sigue, joder- me respondió con rabia
Le saqué los dedos del coño y empecé a tocarle con un dedo el clítoris, Haciendo un masaje vibrador cada vez más rápido. No tardó en llegar al orgasmo.
-Ahhhhhh!!!- gritó conteniéndose para no ser oída, sus piernas temblaron- joder, como te odio – me dijo
Para entonces yo estaba sin camiseta y con un bultazo enorme en mi pantalón.
-Venga tienes que irte que nos va a pillar – me dijo
-¿En serio me vas a dejar así? – le dije
-Joder, no me queda otra – me dijo echándome de allí
Ya en la puerta me empujo fuera y me cerró.
-Pagarás por esto, te lo juro- le dije justo antes de cerrarse la puerta.
Me había preparado la ocasión. Pantalones vaqueros negros, deportivas negras, calzoncillos Calvin Klein, camiseta ajustada de manga larga al estilo militar, guantes y pasamontañas. Esposas y esparadrapo. Y un bultaco en mis pantalones. Llevaba toda la semana pensando en como lo iba a hacer y había llegado el momento. Llegué con mi moto y me esperé a que Alejandro saliese del portal tras un tiempo prudencial entré yo detrás de un propietario.
Fui hacia su piso y la llamé con el móvil.
-¿Si?
-Hola Ana, soy Carlos
-Oye Carlos, mira, lo del otro día fue un error quier…-le interrumpí
-No! Dejame a hablar a mi, mira estoy en la academia de inglés de tu hijo, cuando salga le contaré todo. Para que aprendas, le contaré todo. Así que ven ahora mismo. Te doy 10 minutos.
A los 2 minutos se abrió la puerta y salió con prisas. Se chocó conmigo para su sorpresa. Yo iba con el pasamontañas puesto. La retuve y la empuje para dentro ella gritó pero conseguí entrarla y cerrar la puerta. Le tapé la boca con la mano. Ella sorprendentemente no forcejeaba mucho.
La metí en el cuarto de su hijo y la empujé sobre la cama. Iba vestida con unos vaqueros normales y una camisa blanca encima. Una coleta y poco maquillaje.
-Carlos, ¿eres tú, verdad? – me dijo con miedo
Yo no respondí. Le puse la esposas y la encadené a la cama. Le puse el esparadrapo. Y fui a por su cuello, de forma parecida a la vez anterior continúe por sus tetas. Le quité la camiseta arrancándole los botones. Ella sorprendentemente no se resistía mucho. Creo que tenía miedo. El sujetador también fue fuera de malos modos. Sus enormes tetas aparecieron y yo empezar a chuparlas y amasarlas de forma más bruta que la vez anterior. A continuación le quité los pantalones y eché las bragas a un lado. Con un olor más fuerte que el otro día, empecé a tocar, estaba más mojada que el otro día. Mojé dos dedos y se los enseñé recriminándoselos. Le quité el esparadrapo
-Eres tú Carlos ¿verdad? – me dijo y no grito
Seguí magreando su coño y chupando. Cuando estaba muy cachonda paré.
Me quité el pasamontañas.
-Joder, ¿por qué vas así vestido? ¿por qué haces esto? – me dijo
-Te parece normal estar tan mojada en una situación como esta ¿- le respondí
-Sabía que eras tú-
-Seguro?- le dije
-Sí. Y para venir a comerme el coño no tenías que montar todo esto, niñato de mierda.
-Joder, cuando te conocí parecías una señora. Y no he venido a comerte el coño
-Te vas ya?¿- me dijo
-¿Quieres que me vaya?-le dije
-Vaya ego tienes, claro que quiero que te vayas y ya veremos si no te denuncio
-Tu coño no dice lo mismo
-Vete
-No
Me puse de pie encima de la cama y ella pudo contemplar mi abultado pantalón.
-Esto es por ti, joder estás más buena que cualquier niñata con la que he salido
-Gracias- me dijo intentando que fuese irónico
-¿Hace cuanto que no follas le dije?
-Desde que me separé- me dijo
-Y eso fue hace…
-3 años
-En serio? Joder, como una puta loba como tú ha podido estar tanto tiempo- dije riéndome
-Nunca he sido promiscua, no soy de tu calaña, soy diferente, no lo olvides
-Claro. Con cuántos hombres has estado.
-Follando? Con dos hombres, mi primer amor y mi ex marido. Para que veas.
-Jajaj no me digas. Que poco has catado. Espero que al menos la tuviesen grande. Supongo que elegirías bien.
-¿A qué viene eso?
-¿Lo del tamaño?
-Sí. No me digas – me dijo – ese es tu complejo? No me extrañaría. Por eso tienes esa mente tan atrofiada y llena de maldad. Por un simple complejo que seguro que has llevado al extremo y te has obsesionado proyectando tu odio durante años. Lo siento si la tienes pequeña, no es culpa de nadie. Aunque te joda.
-Buen intento – le dije
Y acto seguido me quite los vaqueros y calzoncillos de golpe. Como un resorte apareció mi polla delante de su cara. 17.5 cm de largo y muy muy gorda. No podía estar más dura y las venas estaban completamente dilatadas. Ella hecho su vista hacia un lado, con rabia.
-Es la más grande qué has visto?- le dije
No respondió.
-No te enfandes joder, fuiste tú la que me faltaste
-A donde quieres llegar- mirándome con mi polla justo en frente de ella
-Solo quiero que termines lo del otro día
-Sabías que podías haberme llamado y haberme dicho de ir a algún sitio y no tendrías que haber hecho toda esta mierda?
-Puede que sí – le dije, encogiendome de hombros
Miro mi polla con rabia y empezó a mamar con rabia. Parecía que quería que esto finalizase pronto. Se la metía lo más al fondo posible y lo más rápido posible mirándome con rabia.
-Buena polla- me dijo ya descontrolada y siguió mamando
Me aparté y volví a por su coño. Tras comerlo durante 5 minutos. La coloqué de pie dándome la espalda aún con la esposa puesta. La incliné, ella sabía lo que tocaba.
Con mi polla busqué su coño. Pese a la lubricación necesite un poco de tiempo para poder bombear bien. Tenía ganas de partirle el coño en dos y fui cada vez más rápido. No nos decíamos nada. Tan solo respiración entre cortada y pequeños gemidos.
Tras 6 minutos le quité las esposas. Y me tumbé en la cama para que se montase ella encima. Ella quedó libre y yo no la agarré. Me miró de pie a mi tumbado en la cama. Miró hacia la puerta y dio dos pasos para salir. Pero paró. Miró la hora en su reloj de muñeca y se volvió
-Cabronazo, niñato de mierda- espetó
Se sentó sobre mi polla dándome la espalda y empezó a cabalgarme. A la vez se tocaba el clítoris y gemia sin el más mínimo pudor. Estaba fuera de si.
-Cabronazo- espetaba cada poco
Al poco tiempo, cuando más cachonda estaba, creo que buscaba su orgasmo, la tiré hacia atrás de forma que cayó sobre mi tronco y el respaldo de mi cama. Desde esa posición empecé a penetrarla a una velocidad bestial chocando mis cojones en su clítoris haciendo un sónido de impacto. Seguí con todo lo que tenía.
-JODER- gritó ella
Mientras la apuñalaba a la máxima velocidad que tenía le dije:
-Te voy a decir lo que no te dije el otro día.
-¿Qué?- me dijo
-La verdad entre Alex y yo.
-Calla
- Soy el puto acosador de tu hijo, era cierto
Y seguí fallándomela mientras le agarraba sus impresionantes tetas.
-Joder – proseguí- de verdad no te importa follarte al acosador de tu hijo? – ahora empecé yo a estimularle el clítoris con una mano mientras me la follaba como un animal – joder, solo por que te follen como la puta que eres, solo por una buena polla
-Calla cabronazo
-Sabes que voy a venir a follarte todos los días, no?
-Carlos…
-Joder, el puto acosador de tu hijo.
-Me corrooo….- entonces tuvo un orgasmo levantándose para que mi polla quedase fuera de su coño mientras ella temblaba de placer
Tardo varios segundos en reponerse. Acto seguido miro el reloj y empezó a vestirse rápidamente.
- Ya sabes lo que toca le dije. No serás capaz…
- Que sí, joder – me dijo ella
Me llevo fuera de su casa.
-Mi hijo está a punto de llegar.
Me llevo a la sala de aguas del edificio de la que ella tenía una llave. Y en esa sucia sala, en medio de goteras y arañas se arrodillo y empezó a comérmela. Fue una mamada muy placentera. Bien hecha y escupiendo la corrida por ahí. Una vez salimos siguió con sus reproches de siempre:
-Cabronazo vete y no vuelvas , bueno, si vuelves llámame antes desgraciado.
Pero no volví. Paula una chica de mi clase se convirtió en mi próximo objetivo. Y es que cuando sabes que algo ya lo tienes pierde valor.
Ahora 3 años después estoy pensando si volver a verla. Me pregunto si vivirá en el mismo sitio…