El principio (II)

Continuación de este relato que cuenta los comienzos de un sumiso.

Por supuesto que acepté, aquella experiencia me había excitado más que cualquier otra que hubiese probado.

En cuanto di mi aprobación sonrió, puso una inmensa cara de felicidad, serás mi perrito lamedor. Se vistió y se fue, dejándome allí atado. Debió ir al coche a por algo ya que al rato volvió con una mochila. Entró y sin tan siquiera mirarme se metió en el lavabo.

El sueño me iba pudiendo a pesar de la postura, así que cuando me abofeteó me pilló completamente desprevenido. Al mirarla vi que se había cambiado, llevaba puesto unos leggins y unas botas de tacón. Por arriba no llevaba nada y sus pechos parecían un fruto prohibido para mi.

Me puso una correa y me llevo al baño, me metió en la bañera y me puso a cuatro patas. Allí se dedicó a lavarme como si de un perro se tratara, me dio bien de jabón, cuando iba a aclararme desenroscó el teléfono de la ducha y lo aplicó en mi ano. Eso no me lo esperaba, y di un ligero respingo, pero ella no me dejó moverme. Noté como el agua templada me invadía hasta que me pareció que iba a explotar. Cerró el grifo y se quedó mirándome con una mueca divertida. “Por favor” le dije y ella solo dijo “ve” Me daba mucha vergüenza hacerlo , pero no aguantaba más, así que lo hice delante de ella. Mientras cagaba ella me acariciaba el pelo y me decía “buen perrito, buen perrito”. Cuando terminé me volvió a lavar y me mandó secarme.

Mientras me secaba ella pidió la cena, solo para ella, y cuando la trajeron me hizo dársela como si fuese una niña, después, de postre, me hizo lamerla de nuevo hasta q se corrió un par de veces, parecía satisfecha.

Vamos a ver si eres un buen perrito… tengo ganas de jugar. Sacó unas cuerdas y me ató las manos al cabecero de nuevo, pero esta vez tumbado, a continuación me ató dos cuerdas a los tobillos, las paso por la parte alta del cabecero y empezó a tirar de tal manera que mis pies se fueron elevando hasta tener mi culo completamente expuesto. Estaba muy incómodo, ella desapareció de mi ángulo de visión y cuando volví a verla llevaba un plug en la mano, yo abrí mucho los ojos y ella me dijo” será mejor que colabores, si no te dolerá más”

Me costó un poco, pero al final me lo tragué entero, aquella sensación era nueva, me sentía diferente y no sabía porqué, de repente empezó a vibrar y aquella sensación se fue convirtiendo en algo placentero, mmmmm. Empezó a masturbarme, tenía el pene prácticamente encima de mi cara pero deseaba tanto correrme que no me importaba correrme en mi propia cara. Como la vez anterior, cuando estaba a punto de correrme, me soltó y de nuevo me derrame sin placer alguno llenándome toda la cara de semen. Me sentía sucio, frustado, estúpido y muy muy excitado. Quería más. Solo deseaba que ella me siguiera proporcionando más experiencias nuevas, más sensaciones. Era lo más excitante que jamás había sentido.