El príncipe y El cazador- El nuevo mundo-Parte.IV

Continua esta historia de amor, que acontece en las tierras americanas y en medio de la conquista europea de la vieja América amerindia. Esta historia empieza a tomar giros cada vez mas dramáticos.

La reunión de las revelaciones

El ciclo del día transcurrió naturalmente y los bosques de álamos, ocres, cipreses, abetos y demás arboledas, iniciaron el retoñar de sus primarios follajes en el fin del frio invierno. Así mismo en el mundo humano y dentro de los confines de sus  verdes espesuras iniciaría el choque de los juguetes del destino, esos que desde el principio del primer contacto entre el hombre blanco y el hombre indio ya habían sido escogidos para ejecutar una gran sinfonía dramática, una que estremecería toda la tierra Iowa y más allá de sus linderos. Solo los espíritus sabían toda la enorme complejidad de tal pieza de arte.

Era ya oscuro en las inmediaciones de la comunidad del Lobo Blanco, por lo que las fogatas y las reuniones familiares eran parte de la atmosfera de aquella perfecta noche. En la cabaña asignada  para los forasteros, se hallaba el convaleciente Friedrich acompañado de su fiel  amigo Magnus Sebastián; el joven alemán no había abandonado a su apreciado compatriota desde que arribo al lugar, ya que no podía soportar el pensar que su amigo podría quizás morir y  a pesar que los curanderos locales habían extraído la flecha y le habían hecho todo tipo de curaciones con yerbas medicinales, Friedrich aún se encontraba bajo peligro, debido a que estaba deshidratado por la alta fiebre. Agustino se encontraba preparándole una sopa con los recursos autóctonos y además  calculaba la porción diluida en agua de algunos polvos de hierbas que usaba para hacer sus propias recetas medicinales, todas traídas de Europa. Los tres hombres se perdían la reunión a la que habían sido invitados, ya en ella  Ojos de Gacela estaba por presentarse.

-¡Friedrich Amigo, vas a estar bien, te vas a recuperar!- le dijo Magnus Sebastián.

-Si… eso espero- respondió Friedrich debilitado por la fiebre.

-Eres un hombre fuerte, saldrás bien de esto-Contestó el rubio Bratislavo.

-(Agustino interrumpe) ¡Ya está lista la receta! ¡Espero que también te guste la sopa buen Friedrich!

-Gracias- responde el débil alemán.

-Agradece al señor y a la virgen, ellos están atentos a las angustias de sus siervos –le dijo Agustino.

-Amen Hermano ¡Alabo al señor y a la virgen por escucharme!- dice Friedrich.

-¡Magnus Sebastián! ¿No deberías estar en la reunión familiar del jefe Cara de lobo? Según recuerdo les ibas a enseñar a usar las cucharas y los tenedores a los Iowas- le dijo expectante el jesuita.

  • No quiero dejar a mi amigo, hermano Agustino, además no sé cómo voy a lograr hacerlos entender mis explicaciones, ya que usted no podrá hacerme de interprete- le respondió el joven alemán.

  • Hijo aquí me quedaré junto a Friedrich y lo cuidaré como si fuera mi propia parentela pero tú debes ir a la reunión y además, no necesitas hacerte entender con palabras cuando puedes usar las manos y los gestos, ellos entenderán- le aconsejó el español.

-No lo sé… - dijo Magnus pero Friedrich le disuadió.

-¡Ve Magnus!… son nuestros aliados- dijo Friedrich convenciéndolo.

-¿Estás seguro Friedrich? – le interrogó Magnus Sebastián.

-Por supuesto… mi fiebre ha bajado un poco- le recalcó su compatriota.

-Bueno… solo porque me lo dices… iré- dijo finalmente el muchacho rubio.

  • Ve ahora… ¡Ah! También he recordado que el Líder Cara de Lobo iba a presentarnos a su hijo menor llamado Ojos de Gacela ¡Es un maravilloso adolescente que ya está consagrado a un ser que adoran estos Iowas, es increíble! – le expresó el religioso español.

-¿Ojos de Gacela dices? ¡El hijo menor del Jefe Cara de Lobo! ¿Es un príncipe? – dijo  el muchacho alemán asombrado sin percatarse de ser prudente.

-¿Ya lo haz conocido antes Magnus Sebastián? ¿Cuándo?- preguntó el religioso extrañado.

-Eh… si, lo conocí mientras  intercambiábamos con los iowas, los utensilios de comedor europeos hace unos días, intuyo… o también creo que oí a Jaques hablarme de él, hace unos días pero ya no lo recuerdo- dijo Magnus teniendo que mentirle.

-¡Ah! Pues sí, él es el hijo menor de Cara de Lobo y esta noche según me estipuló el jefe, lo comprometerá con otro hombre ¡Que depravación! ¡Con otro hombre! ¡Virgen ten misericordia de estos perdidos pecadores! Si pudiera detener esta vergüenza sodomita… es una de las razones por las cuales no asistiré a esa vil reunión. Yo solo te digo que vayas por cortesía muchacho... ¡Imagínate que ese pobre muchacho no sabe que lo van a entregar a otro hombre!  Enfermaré por sus depravaciones - dijo con disgusto el español.

Magnus Sebastián guardó silencio mortificado, ya la noticia del compromiso de Ojos de Gacela fue para el como un peso cruel sobre su cuerpo y lo mareó ligeramente. Se llevó las manos a la cabeza en señal de desasosiego. Agustino observó sus expresiones e inmediatamente le preguntó que si se encontraba bien:

-¡Sí!  si… estoy bien hermano Agustino, debe ser el cansancio, iré a afuera a tomar aire- le dijo el joven disimulando. – Friedrich, vendré otra vez, no te dejare… - le dijo Magnus a su amigo.

-Magnus… descansa por favor- le dijo preocupado el débil Friedrich.

-Sí, lo hare Friedrich, vendré en un momento- le dijo y luego salió de la cabaña.

Magnus Sebastián caminó sin rumbo fijo por el camino, mientras pasaba en medio de los hogares de madera y piel de las familias Iowas del clan del Lobo Blanco. Iba angustiado por el torrente de sentimientos que se mezclaban en su mente y no le dejaban pensar con claridad. Solo al final y  después de recorrer el sendero por un tiempo, cayó arrodillado en el suelo iluminado por la clara luna y justo en el borde de un árbol de nuez. Estaba molesto pero a la vez triste, sentía impotencia y a la vez ganas de llevarse con él  a Ojos de Gacela en un escape furtivo. De pronto en sus pensamientos recordó la imagen tierna de su amado,  quien en el recuerdo le  miraba con sus bellos ojos marrones mientras le decía unas cuantas palabras que parecían tener gran significación. Unas que quizá eran algún tipo de juramento en donde le confesaba lo mucho que le quería. Ordenó nuevamente sus ideas después de un largo momento de meditar, por lo que se levantó y caminó presuroso en dirección al lugar de reunión del jefe Cara de Lobo.  Tenía que ver a los ojos a Menidush  y  saber lo que el sentía y quería. Si fuera posible se lo llevaría de Iowa y esta vez no dejaría que le volvieran a quitar a otra persona amada en su vida. Moriría por su felicidad de ser necesario.

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En la sala de reunión del jefe Cara de Lobo se hallaba reunida toda la familia cercana del líder de la tribu y los de su próximo yerno Garra de Oso. Esto significaba que una porción de toda la población de la comunidad y un pequeño grupo de familiares que estaban viviendo en otros clanes Iowas  acompañaban a ambas familias. Eran en suma un total de individuos que sobrepasaban las 50 personas. Todos los presentes estaban expectantes, pues era la primera vez que ambas castas irían a unir sus parentescos con un futuro matrimonio de dos de sus hombres. Los padres de Garra de Oso se sentían honrados ante tal unión; Ojos de Gacela era muy querido dentro de la comunidad, y sin duda era la mejor noticia que esta familia hubiera recibido. Todos conversaban, divididos en varios grupos de plática y entre los presentes, Garra de Oso conversaba con los hermanos de Menidush pero no podía evitar voltear a mirar a cada rato hacia  la entrada del recinto. Él ya estaba impaciente de que apareciera su prometido en cualquier momento, pues el baile de cortejo tradicional  debía iniciar pronto.

Sin embargo en otro rincón de la gran casa, muy en el interior de un espacio de madera a modo de habitación, Ojos de Gacela se hallaba derrumbado en lágrimas.  Jamás supuso que su padre lo daría en casamiento a Garra de Oso; y si bien sabía que su viejo amigo era del agrado de su padre, nunca pensó que Cara de Lobo lo entregaría a su pretendiente sin que antes hablara con el sobre ello. Ahora ya todo estaba hecho, en unos momentos tendría que salir hacia el espacio de reunión y bailar el cortejo ritual en compañía del muchacho que lo tomaría futuramente como su esposo. Él no podía decidir, un Iowa culturalmente debía obedecer sin oposición a los mandatos de sus líderes y más tratándose de su jefe principal y padre biológico, así que por la ocasión él estaba perdido. Solo pensaba en el fin cruel de su romance con Magnus Sebastián.

Se levantó a duras penas de su tristeza y con sus manos limpió sus lágrimas para luego colocarse la adornada mascara de plumas en el rostro. Estaba vestido con su típico taparrabo ornamentado, solo que en esta ocasión especial iba con su cuerpo pintado de símbolos de fertilidad propios de la sexualidad. Entre ellos había un pictograma  que representaba a dos falos masculinos en erección que eran referencias a sus géneros iguales. Miró por última vez su rostro cubierto a través del espejo que su querido Magnus Sebastián le había obsequiado y sus ojos destellaban una pena  que se acentuaba más con el pasar de los minutos.

Caminó rumbo al lugar de la reunión y su corazón palpitaba de la ansiedad cuando ya estaba próximo a atravesar la entrada hacia el interior del espacio. Todas los Iowas presentes al mirar la figura de Ojos de Gacela emerger, elevaron gritos de júbilo que eran expresión de su alegría; Garra de Oso se levantó de la piel de ciervo donde se hallaba sentado y su expresión era de una satisfacción desbordante, debido a que había logrado su objetivo más anhelado. Un flautista nativo que allí estaba presente empezó el toque de una armonía musical para acompañar el baile ceremonial, mientras otro Iowa cantor entonaba una antigua canción de amor que era tradicional en estas ceremonias y que se llamada “ La Balada del Fuego Ardiente ”, y esta decía:

Fuego del norte, llama de las llanuras,

Corre como un ciervo y  enciende los bosques

Anuncia que dos espíritus de hombre se han enamorado.

Bailan bajo la luna, unidos en una danza

La danza del fuego ardiente,

Madre Than-Kel- Mésx bendícelos

Dales la felicidad de amarse toda la vida,

Padre Iowasx socórrelos

Que tu poder sostenga la fuerza de su unión toda la vida.

Bailen enamorados,

Alegres en un solo cuerpo, en la danza del fuego ardiente,

Hasta que juntos los espíritus los eleven  al paraíso.

Así no los desearon todos nuestros ancestros.

Ojos de Gacela movía su cuerpo con elegancia mientras daba giros y movía con sensualidad levemente  su cadera. El objetivo del baile era incitar el deseo entre los novios, pues era un  cortejo donde uno de ellos comenzaba el baile solo y luego el otro aparecía y se juntaba al cuerpo de su amado o amada  mientras le cortejaba con sus caricias pantomímicas. Tenía  desde  el principio un aire erótico tal  danza ceremonial Iowa.

Entre los presentes se hallaba el joven francés Jacques, quien estaba bastante embelesado por la sensualidad de los movimientos de Ojos de Gacela y no podía figurarse que tal adolescente Iowa le tuviera tan fascinado desde que lo vio por primera vez en las aguas termales hace solo unas horas. Aunque lo intentara negar con enorme disgusto homofóbico, en su interior se acrecentaba un deseo singularmente  sexual por aquel muchacho y ello le causaba irritación. Ya se imaginaba lo que él y Magnus Sebastián hacían mientras se encontraban solos.

Menidush en un momento de la danza  sintió  el  cuerpo de un hombre, y este empezaba a envolver con sus manos  toda su cintura mientras resoplaba sobre su piel con  su aliento alterado y justo en un lado de su cuello. Era Garra de Oso quien ya empezaba a tomar su lugar dentro del baile ritual. La melancolía  por su  amor verdadero se manifestó en los ojos de Menidush.

Los familiares e invitados guardaban silencio mientras cautivados veían el baile de cortejo de ambos muchachos. Aunque nadie comentara por pudor sobre ello, los bailes prenupciales como este, siempre estimulaban la excitación y el deseo de tener intimidad física en la mayoría de los adultos y jóvenes presentes. Garra de Oso seguía aferrado a Ojos de Gacela mientras este último se giraba y se lanzaba de espaldas hacia el suelo con la seguridad de que las manos fuertes de su amigo le sostenían. Su ahora prometido le miraba con devoción. Realmente estaba enamorado del muchacho y su dicha no podía ser más evidente, ya que por debajo de su pantalón de algodón tejido, su miembro se encontraba en estado de excitación debido al deseo latente  hacia su bello Menidush, así que solo la vergüenza le contenía.

Siguieron moviéndose juntos con distintos cambios de pasos, hasta que alcanzaron  la última parte de la danza, una en donde simulaban una lucha entre ellos. Ya para ese momento Garra de Oso  había despojado de la máscara a su prometido y ahora se quitaba el ligero sudor de su frente y se hallaba con el torso desnudo mostrando sus fuertes brazos y su poderoso pecho masculino. Ojos de Gacela lo miraba cortésmente mientras en su interior solo deseaba que esto pronto terminara para poder salir de allí. Su autoimpuesto prometido se encontraba de espaldas a la entrada del recinto y fue en ese propicio momento donde apareció desde ese espacio la figura de Magnus Sebastián, quien de inmediato encontró su mirada con la de su joven Iowa, de modo que nada  podía ser más dramático que esa escena. Ambos reflejaban el dolor que las circunstancias le habían impuesto sobre su dulce relación.

Magnus Sebastián tenía los ojos fijos y  acuosos  mientras estaba conteniéndose de no llorar frente a los presentes. Ojos de Gacela solo lo miraba con gran tristeza, únicamente deseando correr hacia él, abrazarlo y decirle que no podía haber otro hombre en su vida que no fuera él. Garra de Oso  volteó de inmediato al ver  la atención permanente de su prometido detrás de su espalda. Nada más ver el rostro de su rival forastero, su sangre le hirvió de la furia, ¿cómo podía presentarse a interrumpir tan sagrada ceremonia? Menidush era de él y siempre había sido de él así que no iba a permitir que este detestable hombre blanco se quedara  con el amor de su vida.

Garra de Oso se abalanzó inesperadamente sobre su amado Menidush y empezó lo que restaba de la danza. Le tomó mientras le miraba con una expresión de reproche  y empoderamiento que le hacían entender a Menidush que él le exigía cumplir con los dichos honorables de su unión. Ahora él era  más que su amigo, él era su futuro esposo y ya poseía ciertos derechos sobre la vida de Ojos de Gacela, gracias a la aprobación del padre de este último. El hijo menor de Cara de Lobo lo miró impotente mientras ambos empezaban a dar vueltas en el  suelo. Garra de Oso lo tomaba con cierta rudeza de sus largos cabellos mientras le hacía inclinar su cabeza hacia el frente  y olisqueaba salvaje  su cuello  deleitándose con los suaves aromas de su piel. No había motivo para que se le fuera impedido pues Garra de Oso probablemente después de ganar, se lo llevaría a una cabaña preparada para la ocasión y allí él le haría el amor apasionadamente mientras  su enemigo Magnus Sebastián se quedaba impotente sin poder hacer nada.

Y  él guerrero Iowa estaba en todo su derecho. Luego de la danza ceremonial ambos muchachos podían consumar su unión al yacer formalmente después de finalizada la reunión, ya que esto era una tradición antes del matrimonio y además era la forma Iowa de expresar que una pareja se uniría en espíritu y en cuerpo, por lo que la excepción de no cumplirla la exigía el ganador de la lucha ritual. La tribu emitió alaridos de celebración cuando los muchachos culminaron la lucha ceremonial; Garra de Oso había logrado vencer, así que sería quien decidiría si habría relaciones íntimas e inevitablemente estaba decidido a cumplir con ese propósito.

Los padres de ambos prometidos se levantaron para pronunciar oraciones a los espíritus mientras colocaban una cinta hecha de placenta de animal alrededor de las cinturas unidas de ambos muchachos. El sacerdote principal de Chirwoats junto a los demás principales de otras órdenes religiosas se encontraba impregnando hierbas olorosas y pronunciaban bendiciones para los futuros esposos.  Magnus Sebastián miraba desde la lejanía lleno de indignación y  con deseos de golpear fuertemente con sus puños al soberbio Iowa que le quitaba a su amado Menidush.

-Magnus no es necesario que sigas mirando esto, mira como estas, tengo miedo de que pierdas el control  y crees un gran problema en cualquier momento- le dijo Jacques preocupado y con sustentable temor.

  • ¿Qué te esta pasado muchacho? ¿A qué se debe esa cara de molestia? – le preguntó Georg mientras le observaba con  extrañeza.

  • No es nada Georg, cosas de Magnus, lo voy a llevar conmigo afuera ¡Vamos compañero, es tiempo de irnos!- dijo Jacques mientras palmeaba a Magnus Sebastián de un hombro.

  • ¡No, Jacques quiero ver esto! ¡Déjame! -le respondió furioso el joven alemán.

-¡Magnus ne voyez-vous pas que si vous perdez le contrôle, vous le perdez et vous nous mettez en danger! (¡ Magnus acaso no ves que si pierdes el control, lo pierdes a él y nos pones en peligro a nosotros !) - le dijo en  francés  un Jacques exaltado. (Magnus Sebastián entendía el idioma francés).

El alemán lo observó con sorpresa, ya que la reprimenda de su compañero francés lo hizo reaccionar de su furia surgente. Decidió dejarse llevar hacia afuera mientras impotente y triste volteaba a mirar por última vez al muchacho Iowa que tanto él amaba.

Por otra lado, Menidush trataba de encontrar entre todos los familiares e invitados el rostro de su alemán y no lo hallaba; sus manos temblaban de la ansiedad y su corazón palpitaba de la angustia y tristeza al que era sometido. Su padre Cara de Lobo estaba entusiasmado felicitándoles a la vez que elevaba su voz para que todos pudieran escuchar la respuesta final del ganador de la lucha:

-¡Escuchen familia mía! Mis hijos en esta noche darán un paso hacia su unión matrimonial y le corresponde a Garra de Oso que es el ganador de la lucha, responder si habrá danza de los dos lobos o no, así que: ¿Garra de Oso hijo mío, habrá danza de los dos lobos esta noche? ¿Se consumara este compromiso?- preguntó cordial el padre de Ojos de Gacela. -Garra de Oso no dudo en ningún momento:

-¡Así es Padre y señor, esta noche se consumara la danza de los dos lobos!- dijo victorioso el joven guerrero Iowa.

  • ¡Pues que así sea! ¡Bendigo su noche hijos míos!- les dijo a ambos mientras los abrazaba fervorosamente.

Todos los presentes los felicitaban mientras esperaban su turno. Ya se había formado el cultural cortejo de jóvenes de ambos géneros, que eran para ellos sus primos, hermanos, sobrinos y amigos que les irían acompañar entonando cantos de amor hasta que llegaran a la cabaña preparada para su encuentro íntimo.

Ojos de Gacela derramaba lágrimas de dolor que eran confundidas por los demás como muestra de emoción por su compromiso. Nadie percibía que el muchacho en realidad estaba comprometiéndose en contra de su voluntad. Pero sin embargo,  solo los espíritus  y el gran Chirwoats conocían su desgracia. En su mente el joven Iowa rezaba con aflicción a su dios y en su suplica  le pedía poder ser liberado de este inmerecido destino. Ya le había confesado a Chirwoats que él amaba a un hombre blanco, a uno que no era de su tribu pero al  que su espíritu se había entregado para que fuera de el por siempre. El señor  del consagrado lo escuchaba desde su hogar inmortal y estaba complacido de todos estos acontecimientos terrenos, pues  distinguía que la sinfonía dramática estaba dirigiéndose lentamente hasta el cambio de armonías donde todos los espíritus deseaban que se llegara.

Por otra parte Garra de Oso sabía que su prometido estaba sufriendo y en el fondo de su pensamiento el conocía que Menidush sentía deseo o quizás afecto hacia ese irritante hombre blanco. No iba a permitir por ningún motivo que aquel pálido forastero se le volviera a acercar a su novio. Y si así lo hacía, se las vería con él y con la tribu, ya que bastaba una razón para que lograra expulsarlo de las tierras del clan del Lobo Blanco. Por lo momentos observaba a su triste Ojos de Gacela con sentimientos encontrados; deseaba calmar su desconsuelo, pero al mismo tiempo pretendía hacerle entender de una vez por todas, que él era el hombre indicado para su vida de una manera formal y directa. Simplemente no dijo nada por el momento y solo intento tomarle de la mano  pero el muchacho se la apartó bruscamente y esto lo irritó:

-Padre iremos de inmediato a culminar el compromiso, pido que se  nos permita retirarnos- le dijo Garra de Oso  a Cara de Lobo.

-Está bien hijo mío, vayan y sean uno solo- le respondió a su yerno. - ¿Menidush mi cachorrillo te encuentras bien?- le preguntó su padre con creciente preocupación.

-(Ojos de Gacela tardó un momento en responderle) Padre… estoy bien, esto ha sido una gran sorpresa para mí, no lo esperaba- dijo con ambivalencia.

-Mi cachorrillo, pensé que era  lo mejor para ti pues te extrañaba bastante. Garra de Oso te ama como no tienes idea hijo mío y eso no los ha demostrado muchas veces. Sé que él te hará feliz- le dijo mirándolos a ambos sin comprender realmente los sentimientos de su hijo.

  • Padre mío, mi honra es obedecerte siempre y dar honor y respeto a esta familia- le dijo con un nudo oprimiendo su garganta.

-Estoy orgullo de ti Menidush, vengan acá mis hijos- les dijo mientras los abrazaba paternalmente.

De esta manera  los comprometidos se dirigieron hacia su destino mientras eran acompañados del cortejo que celebraba con baile y cantos, el amor entre estos muchachos. Antes  de eso Ojos de Gacela pidió beber licor de fruta fermentada, de manera que fueron en su búsqueda  y luego este bebió en gran cantidad. Al atravesar unas cuantas viviendas de familias Iowas y encontrarse con los pobladores que los felicitaban desde las entradas de sus hogares, ellos al fin arribaron a la cabaña. Sus familiares y amigos se despidieron de ellos entre bendiciones y buenos deseos. Garra de Oso y Ojos de Gacela ingresaron dentro del espacio que estaba adornado de flores silvestres, así como de símbolos de fertilidad  y  un recipiente  que contenía una especie de incienso regional que se quemaba y despedía un agradable aroma.

No había conversación alguna entre ambos, ya que no había razón para ello  o por lo menos el hijo del jefe Iowa sabía que su relación era impuesta. Garra de Oso abrazaba a su embriagado amado mientras este le veía con vértigo, pues ya los síntomas de la concentrada bebida se hacían rápidamente evidentes en el cuerpo y  nivel de consciencia de Menidush:

-Bebiste demasiado mi vida- le dijo serio Garra de Oso.

-Si… - Solo respondió Ojos de Gacela.

-¿Es por él? ¡Por ese maldito demonio blanco! ¡Desde esta noche lo tendrás que sacar de tu espíritu! ¡Yo ahora soy tu lobo! ¡El hombre al que aprenderás a amar! ¡Ven acá! – Respondió sobre exaltado Garra de Oso mientras empezaba el acto colérico.- Esta noche le haría saber a  Menidush a quién realmente le pertenecía.

Ojos de Gacela no opuso mayor resistencia ante las intenciones de Garra de Oso, pues en el estado de embriaguez en el que estaba cada vez más sumergido, no poseía una noción precisa sobre lo que le estaba aconteciendo. Así que arrebatado el amante por la machearía y los celos, no se contuvo en cuanto a formas de tacto comedido y tiernas hacia su amado, sino que más bien arremetió contra él toda la fuerza de su virilidad con la intención de demostrar su superioridad y su legitimidad como la pareja más adecuada para el hijo de Cara de Lobo. Tan fiero y montaraz como su mismo nombre le describía, Garra de Oso revolcó aquella cama de pieles como lo haría un bisonte de las grandes planicies, y todo lo hizo con apenas aspirar un poco de aire para mantener  el aliento en su faena de pasión tosca. Un grito enérgico de victoria amatoria fue suficiente para culminar de reclamar su posesión carnal y amorosa, dejando en claro que a partir de ese acto, Ojos de Gacela seria celado intensamente como lo haría un esposo con su pareja.

Pero un esa noche de celebración no terminó de  culminar sin que antes en otro sitio aparte, Magnus Sebastián se desprendiera del desespero, de la tristeza y la cólera que sentía arder fervientemente por dentro, desde que abandonó la reunión junto a Jacques y se hubo disculpado prudentemente con Friedrich para luego emprender una cabalgata sin rumbo fijo mientras el francés trataba de llevarle el paso a la vez que resguarda en el fondo de uno de los bolsos que tenía al costado de su caballo, un frasco con vino francés que  Jacques creía, sería la única cura momentánea que el joven alemán necesitaba con desespero.

Llegaron hasta la orilla de un rio y era el  mismo lugar que ellos habían visitado para pescar junto a los Iowas que siempre los acompañaban. Allí desmontó Magnus Sebastián mientras elevaba grandes gritos de furia:

-¡Porqueeee! ¡Porque siempre estoy perdiendo lo que amo! ¡Porque me arrebatan lo único que me mantiene con fe en este mundo! ¡Odio mi vida! ¡Odio lo desafortunado que siempre he sido! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Ya no puedo maaaasssss! - gritaba Magnus Sebastián totalmente fuera de sí.

Jacques le escuchaba en silencio mientras se encontraba de pie tras él. Era mejor que el rubio alemán se desprendiera de todos esos negativos sentimientos que ahora le atormentaban. De esa forma estuvo por largo rato hasta que más calmado, se sentó en el borde de la orilla del rio a la vez que fue dominado por la nostalgia. Jacques le trataba de animar con reconfortantes palabras:

-¡Magnus tú lo vas a superar, eres un hombre fuerte! ¡Tú nunca te das por vencido!- le dijo Jacques mientras palmeaba su hombro al estar sentados.

-¡No! ¡Por supuesto que no me voy a dar por vencido Jacques! ¡Me llevaré conmigo a Ojos de Gacela! ¡Escapare con el!- dijo ya desinhibido por los efectos de la botella de vino francés que su compañero había traído consigo.

-¿Y a donde lo llevaras Magnus? ¡La sociedad blanca de América y la de Europa rechazaran su relación y serán castigados por lo que están haciendo!  ¡La sodomía es un delito y tú lo sabes!- Le dijo Jacques con crudeza.

-¡No tengo miedo!…. me lo llevare a donde nadie nos pueda separar. Será un lugar donde podamos amarnos sin que lo impidan. Lo voy a planear bien Jacques ¡Tú me vas a ayudar!- le respondió con decisión el alemán.

  • ¿Yo Magnus? ¿Perdiste acaso la razón? ¿Tanto amas a ese muchacho Iowa? ¿Ya sabes quién es su padre? ¡Es el hijo del jefe del Clan donde nos hospedamos! vamos a perder todo el negocio por tu capricho y  además nos pondrás en un peligro grave ¿No te das cuenta de eso? – le dijo Jacques en reproche.

-¡Lo amo intensamente y claro que se todo eso Jacques! Por eso lo voy a planear bien, necesito que me ayudes con eso, nadie  tener que correr peligro si todo sale bien- dijo Magnus Sebastián.

-No lo sé Magnus, esto es irrazonable… y todo a causa de un muchacho originario de las extrañas del bosque- respondió Jacques.

  • ¡Se llama Ojos de gacela y es un muchacho maravilloso, mucho mejor que toda su gente! ¡Que no te quede duda!- expresó el alemán  en defensa de su amado.

-Si lo dices de esa manera…  es bello y no hay duda, baila admirablemente… no sé cómo será acostarse con él y sentir… - Jacques es interrumpido por el rubio.

-¡Basta! ¡El solo me ama a mí, ni se te ocurra           Jacques! – dijo el joven Bratislavo exaltado por el vino.

-¡Esta bien, está bien! Solo bromeaba- respondió el joven francés.- Aunque realmente se acrecentaba en él ese deseo de probar aquel fruto deseable que tanto obsesionaba a su compañero alemán.

-Entonces… ¿me vas a ayudar con el plan?- preguntó concluyente Magnus Sebastián a su compañero.

-¡Magnus!.. Me colocas bajo un acto sin garantías de salir ileso… ¿puedo pensarlo mañana y te respondo en el otro?- preguntó el francés.

-De acuerdo….! Pero déjame beber otro sorbo de vino o no podré soportar el hecho de que Ojos de Gacela  este en las manos de aquel nativo tan irritante!- Expresó el j0ven de Alemania.

-Bebe y olvida Magnus, mañana será otro día y pensaras con mayor claridad, eso te lo aseguro- respondió el joven francés. -¡Eso espero Jacques, eso espero!- finalizó el alemán.

₪₪₪

El alba estremeció  victorioso el reino de la oscuridad y las golondrinas rojas se juntaron en coros en los alrededores de los hogares del clan de Lobo Blanco. Ojos de Gacela y Magnus Sebastián pese a que se hallaban en refugios distintos, aun no despertaban de la embriaguez que se propinaron asiduamente y en un mismo sentir. Ya Garra de Oso deambulaba con orgullo  por la comunidad Iowa mientras era elogiado por su compromiso con el hijo menor de Cara de Lobo.

El estatus de Menidush ante la sociedad Iowa había cambiado, dejaba de ser simplemente el hijo de Cara de Lobo y ahora se transformaba en: hijo, hermano, primo y sobrino de toda la familia de Garra de Oso; por lo que su bienestar y cuidado dependía de todos los relacionados con él, ya que pertenecía desde el compromiso a dos familias de clan y por ello debía ser apartado de cumplir con el deber ceremonial del Khateywas Maatik o Prostitución sagrada en ofrenda a Chirwoats. A partir de ahora ningún otro hombre que no fuera Garra de Oso podría tomarle corporalmente y esto se convertía en una regla trágica y humana que amenazaba la relación de entrega entre él y su muchacho Bratislavo. Ojos de Gacela no podría asimilar esta norma cultural por prolongado tiempo, ya que Magnus Sebastián era su lobo adecuado, y también ese verdadero hombre que ante los espíritus, el anhelaba  establecer como el compañero de toda su vida.

La única posibilidad que les quedaba a Magnus Sebastián y Ojos de Gacela era escapar y casarse antes, delante de la Gran Madre Than-Kel- Mésx, un árbol famoso por su monumental altura y con más de tres mil años de antigüedad, que era una variedad de Secuoya autóctona y aislada, que se erguía  soberana entre unas  islas boscosas en medio de llanuras,  a la vez que eran atravesadas por riachuelos y pequeñas cascadas de poca altura. Era un sitio sagrado para todo el pueblo Iowa y se hallaba en los comienzos fronterizos de un  territorio divinizado para distintos pueblos nativos de América. Se mostraba como una extensa área natural  que ellos denominaban como “ Las tierras de los Grandes Espíritus ”.

-¡Todo a resultado como se esperaba padre!- le dijo Garra de Oso al estar frente al Líder Cara de Lobo.

  • Así es hijo, dos grandes familias se han aparentado, dos valientes espíritus se han juntado como uno, estoy satisfecho por esto- respondió Cara de Lobo.

-Yo estoy aún más estoy gozoso padre… pero debe saber algo- dijo inseguro el prometido de Menidush.

-¡Ya lo imagino! Acaso crees que yo no lo sé… conozco a mi cachorro, sé que este compromiso ha sido en contra de su voluntad. Pero era necesario, pues tengo planes futuros para él. Tu siempre has sido el lobo perfecto que le debía acompañar, confió en la devoción que tienes por el- dijo Cara de Lobo adelantándose a los hechos.

-¡Padre! Estoy a tu servicio, prometo cuidar y amar a mi amado toda mi vida y no permitiré que nadie le vulnere sin que antes se enfrente conmigo, pues es el mío y yo soy de él, eso te lo declaro ¡Por los grandes espíritus de Iowa!-afianzó Garra de Oso.

-¡Hum jup ! (Cara de Lobo ríe) ¡Abraza a tu padre hijo mío! Estoy seguro de que serás un buen esposo para mi Menidush- le dice el líder mientras lo envuelve paternal entre sus brazos.

En la Cabaña donde se alojó la pareja de Iowas comprometidos, el ahora despierto Ojos de Gacela se encuentra de pie colocándose el taparrabo y  el vestido tejido  que le fue despojado cuando su prometido le hizo suyo. Poco recordaba del desenlace erótico de la noche anterior, tan solo fugaces efigies del rostro y cuerpo desnudo de Garra de Oso encima de él, que era acompañaba de un leve e incómodo dolor en su parte intima e interior. Se apresuró hacia el exterior del aposento y afuera observó el movimiento  de la comunidad del Lobo Blanco.  Los guerreros se estaban preparando para salir a entrenarse en las llanuras y las mujeres atendían a sus hijos pequeños a la vez que preparaban los alimentos necesarios para sus hombres.

Menidush caminó con pasos suaves en dirección a la gran casa principal, el lugar donde vivía y dirigía  su padre Cara de Lobo, la casa de su familia. En el camino se topó con distintos conocidos de la comunidad quienes sin exclusión le felicitaban y bendecían. El muchacho solo asentía amablemente, más en su interior comenzaba de nuevo a arder un dolor de haber perdido la libertad de elegir a Magnus Sebastián; se preguntaba donde se podría hallar el y como se encontraba mientras contraía de preocupación  el rostro al solo pensar en lo terrible que esta noticia le había hecho sentir a él; volvió a recordar su semblante de furia y melancolía de la noche anterior.

Ya se acercaba hacia la entrada de su viejo hogar cuando miró al sacerdote Agustino ingresar en un aposento para invitados a pocos metros de su casa. No lo deliberó más de una vez y decidió acercarse hacia ese espacio; en ese instante se le había ocurrido dialogar con el religioso español para obtener noticias inmediatas de Magnus Sebastián. Ingresó  en su interior con mucha expectativa, solo para encontrarse con la alta figura pelirroja de Jacques quien le irrumpía inesperadamente al encuentro, mientras este mismo caminaba hacia la salida. Al mirarlo, el francés se inflamó de distintas emociones; lo encontraba desagradable por colocarlos en un posible peligro, al mismo tiempo que le resultaba carnalmente atractivo entre más se deleitaba con su imagen. Ojos de Gacela era para el como una miel dulzosa que a la vez  también es amarga.

-¡Nativo Hermoso!... ¿Buscas a Magnus?- le preguntó Jacques en el idioma alemán. Ojos de Gacela no comprendía que le decía.

-Es cierto, el no entiende este idioma ni el mío, es toda una lástima- se respondió a sí mismo el joven de Francia.

-¡Agustino!- Solo se limitó a decirle a Jacques.

-¡Es cierto que eres inteligente ja ja !  ¡Hermano Agustino se le requiere por acá!- dijo  el pelirrojo francés mientras le miraba con una peculiar sonrisa enigmática.

Ojos de Gacela trataba de no sostenerle la mirada, no porque le intimidara sino debido a que sentía en su espíritu el interés indebido del francés que le estremecía la piel. Si bien el joven Jacques no era un hombre lo escandalosamente agraciado, poseía dotes propios que le otorgaron la fama entre las mujeres de su natal Metz. Era reconocido por su galantería, su fina barba rojiza  se diferenciaba de sus ojos azulados de un tono aguamarina. Se sumaba su voz poetaria que se adecuaba sutilmente hasta alcanzar el embelesamiento de  la conquista esperada; estaba seguro de su hombría, gustaba satisfacerse cada vez que lo deseaba y aunque en este lugar había podido yacer con unas cuantas servidoras de Mekhan, aun así se formaba dentro de su ser un irritable deseo oprimido de poseer a aquel  joven Iowa del que ya dos hombres se estaban riñendo. Afortunadamente para Ojos de Gacela, Agustino llegó hasta donde se hallaba.

­­­­ -¡Joven Ojos de Gacela! Que maravilloso es que nos visite ¡Por favor pase!- le dijo Agustino cordialmente en Iowa.-Menidush le siguió caminando detrás, mientras Jacques no le apartaba la mirada al estar de pie y quieto en la entrada de la cabaña.

Agustino le dirigió a sentarse y acomodarse en un parte del suelo que estaba recubierta por delicadas pieles de ciervos, allí ambos quedaron viéndose cara a cara. El español sentía curiosidad sobre  los pensamientos  profundos de este joven Iowa. Y por ello este encuentro era el más oportuno para tal estudio;  el jesuita comprendía que el muchacho no era como cualquier otro ser humano ordinario,  ya que veía en él desde su punto de vista místico, a un joven que podría cumplir un propósito importante  para el futuro de su  misión en este lugar y para la sobrevivencia de su propio pueblo amerindio, así que debía intentar hacerle comprender el camino que el Dios cristiano podía haber preparado para su vida.

-Es maravilloso que pueda conversar contigo. ¿Cómo te encuentras muchacho?- le expresó el sacerdote jesuita.

-Estoy bien hermano Agustino.  Mi intención para visitarle en esta mañana, era a causa de que deseaba saber si usted podría enseñarme el idioma que hablan ustedes los hombres blancos, pues quiero poder aprender un nuevo conocimiento y también hablar con ustedes… (Menidush titubea) tengo a un muchacho conocido  entre ustedes que se llama Magnus…Magnus Sebastián, es un hombre blanco muy bueno que me ha enseñado a usar el espejo y otros objetos que intercambiamos con ustedes y…. ¿por cierto podrá decirme donde se encontrara?- dijo el joven Iowa con decisión.

-Eso… me parece correcto ¡Es una bendición del cielo! contigo tendremos el primer intérprete nativo dentro de la comunidad ¡Por supuesto que te enseñare!  Por lo otro, Magnus Sebastián se encuentra dormido, anoche estuvo embriagándose licenciosamente… ¡Pobre muchacho! estoy rezando por su alma. Dime ¿cuál idioma nuestro quieres aprender? yo hablo una lengua que le llaman castellano, Jacques, el otro joven que nos acompaña habla el francés, y los otros dos compañeros hablan el alemán, que es el idioma con que todos nosotros nos comunicamos ¿cuál es el que prefieres? Te aconsejo que escojas el último- le respondió Agustino.

-Hermano Agustino creo… que escogeré el idioma de Magnus ¿no está en peligro hermano? y perdone la insistencia- dijo Ojos de Gacela preocupado.

-No, por supuesto que no, por lo menos, no, terrenalmente. Pero su alma si se halla en peligro al no entregarse completamente a la voluntad de Dios e imagino que ya conoces a que me refiero. El otro día me escuchaste hablar de ello entre tus hermanos- dijo el Jesuita.

-¡Que buena noticia! y sí que lo se hermano Agustino y como se lo dije, yo me he entregado a servir a los espíritus de mi pueblo, así como creo que usted está entregado a los suyos y  pienso que en eso ambos somos iguales, pues amamos a nuestros poderosos señores –respondió Menidush.

-Tienes razón joven Ojos de Gacela, pero solo hasta cierto punto-habló el español.

Muchacho y adulto estuvieron conversando por un tiempo moderadamente prolongado. Encontraron mayores similitudes  entre sus genios al conocerse intelectualmente. Al sacerdote Agustino, el muchacho Iowa le pareció  extraordinario y admirable, muy a pesar de que sabía que  anoche había contraído un compromiso sodomita con otro hombre de su raza y por tal causa, en ese instante trataba de restarle importancia, aunque eso le irritara desde que lo supo. Aprovechó un momento de suficiente confianza para expresar su contrariedad:

  • Explícame joven Ojos de Gacela esto… ¿cómo es posible que en tu pueblo este bien que dos hombres compartan lecho y convivan como en un matrimonio de hombre y mujer? En nuestra cultura y para nuestro Dios, eso es deshonroso y  degenerado - dijo el español desahogado.

-¡Hermano Agustino! ¿Cómo puede ser malo, algo que es tan natural y bueno para nosotros? No lo entiendo es a usted y a su Dios. Así es nuestra forma de ser, respetamos las elecciones de los hombres y eso nuestro creador lo permitió a los hombres y mujeres que así lo escogieran y por eso nosotros los Iowas no los despreciamos, más bien honramos sus elecciones y lo celebramos con alegría,  porque es nuestra forma de ser y yo me siento… me siento bien por eso- respondió Ojos de Gacela.

-Muchacho… ¿no te sientes culpable al comprometerte con otro hombre? es decir… te unes con uno de tu mismo género con que naturalmente no podrás engendrar hijos, dime ¿eso lo consideras natural? y perdona que hable de esto- prosiguió Agustino.

-¡Eso es lo que mi espíritu siente y lo obedezco! ._El amar a otro hombre sin sentirme cohibido por ello y además, mi padre me enseño que los espíritus aman a los hombres que viven en la verdad de sus pensamientos, sin mentiras e hipocresías. El mismo me confesó una vez, que él se enamoró perdidamente de un compañero de guerra  cuando era más joven, y lo amó como no había amado jamás. Pero sin embargo la tragedia llegó, y  ese compañero amado por él, murió en combate. Mi padre Cara de Lobo lo lloró amargamente para luego, con el pasar del tiempo: conocer a mi madre, enamorarse,  casarse y tener hijos, y  pues como usted puede ver, el que ahora está  frente a su rostro es uno de ellos. Aun así el sigue amando a aquel compañero que siempre permanecerá como parte de su espíritu, ¿qué piensa de ello Hermano Agustino?- dijo Menidush.

-¡Eso no  es concluyente muchacho! Aunque no negaré que podemos llegar a amar a otros individuos sin hacer distinción de géneros… pero cuando nombro amar, me refiero a amistad… a total confianza sin remordimientos, si se refiere a amor entre dos hombres… ¡si David amó a Jonathan y Jonathan a David, Santa Virgen!

-¿Quiénes son ellos sacerdote?- expresó Menidush.

-Fueron dos grandes creyentes en el gran Dios, que se amaron como tu joven Iowa jamás te podrías imaginar. Su amor era entregado, pero esa entrega no significaba que ellos quisieran estar juntos de manera carnal, no ¡jamás!  Lo que en verdad existía entre ellos dos, era el más puro y correcto amor, uno que no necesitaba degradarse por los deseos errados de nuestro cuerpo, que son esos que nos incitan a cometer barbaridades que denigran lo que somos por naturaleza. Esto deseo que lo comprendas  muchacho, pues Dios tiene misericordia para con todos y él quiere iluminarte en este día- Agustino no se inmutaba.

  • Usted es el que no nos comprende hermano… para nosotros amar significar eso que tan hermoso ha explicado, pero con la  excepción de que la entrega de un Iowa es completa, no nos negamos de ninguna manera y lo damos todo por la persona que amamos: nuestro cuerpo, nuestro espíritu, nuestra existencia misma ¡Nos volvemos uno solo con los que elegimos! Esa es la esencia de lo que pensamos y no me avergüenza para nada ser como somos- dijo refutando sus Argumentos.- Ojos de Gacela mantenía sus ideales y cultura.

-¡Que osado eres Menidush! No pienso lo mismo… pero creo que eres un espíritu especial, Dios en su momento te hará entender tantas cosas, y yo no dejare de rezar a la virgen por ti, tu tie… (Interrupción)- Agustino enmudeció la frase ante la voz de Magnus Sebastián.

-¡Ojos de Gacela! ¿Qué haces aquí?- Le dijo el joven alemán al Iowa mientras lo miraba con sorpresa de enamorado y a la vez nostalgia.

  • ¡Magnus! Te… yo te… ¡preguntaba por ti! - Menidush  le respondió en el acto, debido a la alegría de verle, más que de poder haberle entendido en su lenguaje. - Agustino que los observaba se percató de la dificultad lingüística.

  • ¡Magnus Sebastián que inesperado! Ojos de Gacela estaba preocupado por ti,  y dice que eres un buen conocido que le ha ayudado a usar correctamente los objetos que hemos intercambiado con la comunidad. Además vino a pedirme que le enseñara el idioma con que nos comunicamos, y en consecuencia  le enseñaré el alemán. Pronto abandonaran las barreras del idioma para que puedan entenderse ¡Tú hablando el Iowa y el hablando el Alemán!- dijo el jesuita para hacerle comprender toda la situación, que aunque a pesar de su imperfecta percepción, el empezaba a percatarse de un inusual interés entre los dos. Pensar lo que no debía parecer, tal vez podría no ser la primera elección.

El joven Bratislavo, ese muchacho esforzado que  se había afligido toda la noche al pensar que podría perder a Ojos de Gacela permanentemente, estaba vislumbrado por la posibilidad que el  religioso español le ofrecía. Miraba a su amado y luego retornaba a contemplar a Agustino. Si se podían llegar a entender enteramente, eso los uniría para decidir juntos sobre su futuro como pareja. Aún seguía en pie su plan para irse fugitivo de la comunidad con Menidush bajo el cuidado cómplice de la noche y bajo las veloces extremidades de corceles que el prepararía para tal ocasión. Tomó la astucia interna para dar la debida respuesta y luego dijo:

-¡No es maravilloso hermano Agustino! (Repitiendo la afamada frase que tanto pronunciaba el jesuita) ¡Poder reunir dos representantes de nuestros pueblos en sus magníficas clases!  El será mi práctica y yo lo seré para él, estoy seguro de que fluirá el conocimiento del lenguaje con mayor destreza  ¡Es más! ¡Deseo poder comenzar mañana mismo si es posible! ¿Qué dice de esto hermano? - respondió finalmente Magnus Sebastián con bastante premeditación.

-No podría ser de otra manera, es lo más adecuado ¡Mañana empezaremos entonces!- dijo Agustino.

Magnus Sebastián se  revolvía victorioso interiormente; tendría a su muchacho junto a él. Aunque  en esas ventajosas condiciones tendría que contenerse de  mostrar el afecto que iba mucho más allá de la correcta cordialidad. Veía a los ojos pardos de Ojos de Gacela mientras estaba de pie frente a ellos y trataba de indagar en el alma de Menidush que se abría ante sus ojos y que le hacía deducir que el también deseaba algún tipo de acercamiento.

El jesuita prosiguió a hablarle a Ojos de Gacela de la propuesta de joven alemán y el Iowa rebozó de una expresión de brillante ilusión, al entender lo que se había dicho. Miró a Magnus Sebastián y por unos segundos le otorgó una sonrisa tierna de agradecimiento que casi  incitó  al valiente Bratislavo a acercarse para abrazarlo y besarlo. En la escena, un enviado de los  respetados ancianos de la comunidad del Lobo Blanco se presentó ante ellos y le comunicó al sacerdote español, que los dirigentes le solicitaban para su reunión formal de intercambio de saberes, tal como desde ya hace semanas se acostumbraban a realizar en compañía del español. Uno de estos días cualquiera de ellos cedería ante las palabras elocuentes del sacerdote, y después de que alcanzara  aquello, el incitar el cambio hacia la percepción de Occidente se tornaría más viable.

Agustino se disculpó ante ambos muchachos en sus diferentes idiomas, mientras se despedía y se disponía a retirarse en compañía del emisario de los ancianos. Todavía  se mantenían en el espacio un  alemán y un iowa, que a pesar de ser tan diferentes por su color de piel y culturas, ellos eran más unidos que todos sus pueblos juntos, y todo a causa del amor recíproco y el anhelo de la felicidad. Tanto habían luchado por ser quienes eran y por lo que pensaban, que solo deseaban hallar su propósito para su travesía por la vida. Y allí estaban callados e indecisos en ese  espacio de piel y madera, ambos de pie y sin saber que acción tomar a causa del temor de que les descubrieran y de la amenaza de ser separados por sus sociedades. En ese instante  se mantenían observándose con una fervorosa pasión que les consumía la razón.

-¡Ya no puedo más!- dijo Ojos de Gacela vencido y luego se abalanzó a tomar a Magnus entre sus brazos. Ambos dejaron a un lado a todos sus oponentes físicos y mentales  y se lanzaron a besarse como si mañana no hubiera un amanecer para el mundo.

La escena de esa memorable reunión no podría ser más idílica; Magnus Sebastián  confortado por los labios anhelantes de su amado Ojos de Gacela mientras el mismo Iowa derramaba lágrimas de consuelo, al nunca dudar de que él siempre fue del muchacho correcto para los propósitos de sus grandes esperanzas, a la vez que un espíritu desequilibrado como lo era Jacques, los observara  secretamente en el extremo de un ángulo, al descubrirlos después de retornar  y  quien con la codicia de ofuscar el futuro de los amantes entregados, ahora solo se decidiría a interpretar el acto que se le había asignado con confianza. Deseando que en el momento oportuno las piezas le favorecieran y un hermoso y atenuado muchacho amerindio el pudiera poseer; ya no importaba ni el compañerismo ni  la ética, solo debía satisfacerse los ardores primarios de la carne.

Luego de profesarse con los hechos de que en ninguna ocasión dejarían de amarse, ambos deciden con sus expresiones que es mejor volver a mantener las apariencias. Antes de que los dos tomen rumbos distintos, Ojos de Gacela le dice a Magnus Sebastián muy cerca del oído y casi como un  susurro:

-¡Menek! ¡Nukx! ¡Khap! (¡Rio! ¡Noche! ¡Ven! )- Le decía el Iowa en palabras fragmentadas y con palpaciones sobre su cuerpo entre las cuales estaba: tocarle sugerentemente  el pecho a Magnus Sebastián con las manos, para así hacerle entender que esta noche le citaba en el rio para amarse. El alemán captó el mensaje, de modo que deseoso le respondió con el rostro afirmativamente. Así se despidieron, no podían imaginarse vivir sin  entregarse en cuerpo y espíritu, pues ya ambos se pertenecían el uno al otro.

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Acompañados del silencio reverencial de la naturaleza que era su testigo y bajo la clara luz acuarela de la blanca luna llena, los dos jóvenes amantes cumplían su cometido mientras ocultados en un borde frondoso  de la orilla del rio, nuevamente desafiaban a todos los que se oponían a su relación. Allí en medio de la penumbra, se prodigaban el deseo restituido:

-¡Ojos de Gacela, no puedo existir si tú no estás conmigo!- le decía Magnus Sebastián en su lenguaje mientras estaba abrazado fuertemente a su Iowa en el reguardo de su escondite.

-¡Magnus, mi lobo! ¡Jamás quiero dejarte! ¡Yo ahora estoy seguro de que fueron los espíritus los que te trajeron a mí!- respondía el nativo en su idioma.

-¡Escapa conmigo Ojos de Gacela! ¡Seamos solo tú y yo por siempre! ¡Seamos felices juntos, hasta que nuestros corazones dejen de latir! –proseguía el Bratislavo.

-¡Oraré a mis señores por lo nuestro mi lobo! ¡Suplicaré sin cesar a Chirwoats, hasta que nos ayuden a estar juntos para siempre! ¡Sé que no me defraudaran, tengo fe!- decía Menidush esperanzado.

-¡Ojos de Gacela, mi primer amor! ¡Contigo he vuelto a ser aquel niño ilusionado, que tan solo deseaba ser feliz junto a su familia! ¡Haz devuelto lo que había perdido hace tanto tiempo! ¡Yo... Te amo! ¡Te amo, Ojos de Gacela! ¡Te amo como  nunca he amado a una mujer ni hombre!- decía Magnus Sebastián, cada vez más seguro de lo que sentía hacia su amado príncipe Iowa.

-¡Oh Magnus, como desearía poder comprender lo que dices! ¡Pero aun así, mi espíritu me dice que tu sientes lo mismo que yo! ¡Y Magnus, yo no quiero casarme con Garra de Oso, yo quiero casarme contigo! ¡Quiero existir con tu energía a mi lado, bajo esta tierra creada por Padre!  ¡Mi lobo, yo no puedo amar a ningún otro hombre! ¡Estoy unido a ti en: cuerpo, energía y espíritu! ¡Yo te ofrezco mi devoción! ¡Magnus Sebastián mi verdadero amor, prometo respetarte todos los días de mi vida!- correspondía Ojos de Gacela, tan apasionado como su rubio alemán.

Aunque no hubiera familiares humanos siendo testigos de las declaraciones de amor de ambos enamorados, y no se celebrara un formal ritual de compromiso como el que hace solo una noche Ojos de Gacela y Garra de Oso constituyeron. En el sagrado rio y con la presencia de cada uno de los seres árboles, la luna, las estrellas, los animales y todos los espíritus ancestrales observándoles, dos vinculados espíritus  sellaban el mayor  compromiso que se hubiera hecho entre dos hombres en toda la historia de Iowa, y quizás de toda Norteamérica antigua.

El toque de los labios de Menidush y Magnus Sebastián luego de su confesión recíproca, fue el protocolo final e inequívoco ante los altos espíritus protectores de Iowa, para que estos procuraran abrir el paso para la alianza terrenal y eterna entre estos amados muchachos. Chirwoats se deleitaba al contemplar la belleza de dos almas que desbordaban en su unidad, las grandes energías terrenales y místicas que  hacían estremecer el cielo de los dioses del viejo y nuevo mundo.

Magnus Sebastián se deleitaba al tocar con sus anhelantes labios, la tersa piel canela del cuello de Ojos de Gacela, mientras su joven Iowa se apresuraba a despojar la vestimenta de su lobo con sus agiles manos, a la vez que suspiraba ante los estremecimientos que los labios del rubio Bratislavo provocaban sobre su cuerpo. La ropa de ambos muchachos se acumuló en el suelo húmedo de la rivera y en un corto instante las figuras de sus cuerpos desnudos deleitaban la vista de los dioses de la fertilidad y de los bosques. Sedientos e impacientes estaban para demostrarse cuanto se profesaban un cariño entrañable y sincero que casi no les importaba percatarse de ser descubiertos por los vigilantes del prometido de Garra de Oso, quien se había dado cuenta que Ojos de Gacela no se hallaba  en la misma cabaña junto a él.

Un crujir de ramas al partirse y una percepción extrasensorial enviada por el dios Chirwoats  en el cuerpo de Ojos de Gacela, le hicieron interrumpir su entrega a Magnus Sebastián, y le hizo comprender la situación al tal modo, que terminaron escondiéndose entre los arbustos más frondosos que les cubrieron justo  en el momento que un grupo de Iowas enviados por los celos de Garra de oso, patrullaban y  buscaban en el rio al fugado prometido de su dominante jefe. Solo en ese instante, Menidush comprendió lo imprudente que había sido, al creer que su vida seguiría siendo como hasta ahora lo había sido: sin pertenecerle totalmente a alguien.

Luego de un prolongado momento de tensión, los Iowas se retiraron y los amantes finalmente suspiraron aliviados. Ojos de Gacela pronto dirigió su mirada hacia el rostro de su anhelado Magnus Sebastián, y decidió que era demasiado riesgoso que los dos permanecieran allí juntos, por lo que tomó el amargo camino de finalizar su encuentro inconcluso.

-No podemos seguir, te estoy poniendo en riesgo, Garra de Oso me está buscando- Le dijo el amerindio en Iowa.

Al escuchar el nombre de su adversario, Magnus Sebastián logró descifrar el significado de las palabras de su amor. Volvió a sentir aquella impotencia y descontento por la presencia insidiosa de Garra de Oso en la realización de su sueño de felicidad junto al muchacho que él amaba. Aunque al mirar a Menidush para comprender lo que él estaba sintiendo, pudo en un instante saber que esos ojos de suplicio y tristeza le decían que su noche en ese paraíso oscuro y bello que había sido preparado para que se amaran, había de concluir sin llegar al cenit de lo maravilloso.

-Lo comprendo mi dulce Iowa- Le dijo finalmente vencido el joven Bratislavo.

Así, luego de un prolongado beso de amor y consolación, el Alemán y el Iowa se despidieron con la ilusión de que algún día, ya libres de las ataduras de sus vidas, serian libres para amarse  sin impedimentos de ningún tipo. Solo debían ser pacientes y confiar en las señales celestiales.

#Nota: Gracias a todos los que tuvieron paciencia al esperar la continuidad de esta historia, y al ser asiduos al amor entre Magnus y Ojos de Gacela. Espero hayan  disfrutado de este capitulo. Esta obra esta dirigida a ser mas poetica, que erotica en todo el ambito de lo que significa en todorelatos, asi que lo siento por aquellos que quiere leer lo tipico.