El príncipe y El cazador- El nuevo mundo-Parte.III

Un reencuentro memorable entre nuestros amantes de distintas razas. Un Alemán y un Iowa, comienzan a vincularse emocional y amorosamente bajo circunstancias que les exigen pelear por lo que tienen. Episodio pre ambular.

“El reencuentro de los amantes”

La luna clara y serena resplandece en la  templada noche de los bosques del nuevo mundo. En medio del camino hacia la arboleda de los altos ocres cabalga el rubio Magnus Sebastián mientras una suave y fría brisa acaricia su rostro y late aun con mayor fuerza el corazón del joven alemán, al añorar el reencuentro que tanto ha esperado. En un pequeño bolso de cuero guarda un presente que ha ideado obsequiar al joven Iowa que no se desvanece de sus pensamientos.

Avista las luces centelleantes en la base de los ocres  y  esto le hace intuir que ha llegado a la comunidad religiosa. En realidad no sabe en cuál de todos esos inmensos arboles podría encontrarse Menidush, aun así tiene la firme decisión de volverlo a ver, por lo que aumenta su paso y avista una gran llamarada  en la proximidad y decide acercarse. Cuando se encuentra cerca, percibe un grupo de sacerdotes reunidos entonando canticos en lengua  mientras están sentados alrededor de la fogata.

Uno de esos sacerdotes vislumbra su presencia  y reverencialmente se acerca a él, Magnus Sebastián baja del caballo y espera el intercambio de palabras:

-¡Khateivoxs myx dums! ¿Dusx am dhaterxyus aet? ( Sea bienvenido señor, ¿En qué le podemos servir? )- dice en lengua el adorador.

  • Aext  Magnus Sebastián, baxrest… khataudix… dums… merx owas azs aext… burx Menidush ( Soy Magnus Sebastián y vengo a encontrarme con mi lobo, el joven Ojos de Gacela )- dice con dificultad en Iowa, el europeo.

El sacerdote al escucharle  hablar en su idioma de pronto recuerda con  asombroso realismo la noche de Chirwoats y el evento inesperado que sacudió la expectación de todos los presentes; esa ocasión fue cuando el dios por medio de su médium, eligió a este extranjero para que fuera el lobo del hijo del cacique en la danza de los dos lobos; el religioso le observó atentamente en silencio mientras en su mente trataba de responder los enigmas de, ¿Por qué el poderoso Chirwoats había hecho tal elección? ¿Cuál era el propósito de esta unión?

El joven alemán sintió la incomodidad que la firme mirada del sacerdote provocaba, por lo que trató de hacerle proseguir el dialogo. El hombre volvió a tomar compostura y le dijo que le siguiera y Magnus Sebastián no entendió lo que él dijo hasta que una señal con las manos le hizo saber lo que aquel sacerdote le quería indicar. Ambos caminaron en silencio debajo de los altos ocres a la vez que el religioso le dirigía hacia las pequeñas cabañas, de forma que al llegar allí  el sacerdote se apresuró a tocar la pequeña puerta y tras un breve momento esta se abrió; al suceder esto, la suave y agraciada imagen de Ojos de Gacela iluminó la vista de Magnus Sebastián. El sacerdote le habló pero el adolescente estaba atrapado en los ojos celestes del alemán y su corazón palpitaba lleno de alegría al ver nuevamente al hombre blanco del que ahora había descubierto estar perdidamente embelesado.

El hombre religioso se fue y se llevó el caballo de Magnus Sebastián para resguardarlo. Los amantes entraron en la pequeña madriguera y al estar de frente se abrazaron tiernamente y luego se besaron con una pasión desbordante, solo contenida por la separación de tantos días. Si no fuera por los planes previos que Menidush había ideado para ambos esa noche, la consumación del deseo sería solamente la única experiencia mutua que se llevaría a cabo en aquel nido para amantes.

El joven Iowa reunió toda la compostura que le quedaba y se desprendió de los sensuales labios del rubio Magnus Sebastián para luego hacer que se acomodara en un pequeño tronco de madera a modo de asiento  que estaba al lado de un recipiente de barro y que contenía un alimento preparado. Ojos de Gacela  le miraba sonriente mientras le servía lo que el mismo preparó para su enamorado. Nada más hace feliz a un amante Iowa que consentir el estómago de su pretendido y que este sienta satisfacción por tal atención.

Mientras tanto, Magnus Sebastián solo lo observa. No esperaba tener este tipo de recibimiento por parte de Menidush, pues previamente pensaba y ordenaba las ideas de como intentar un dialogo en el idioma nativo usando las palabras aprendidas con Agustino.  Se siente alegre por la sorpresa que el adolescente le ha preparado y no desprende su atención en ningún momento de la figura de Ojos de Gacela; le agrada su piel, su largo y hermoso cabello oscuro, sus labios, su sonrisa y sus hipnóticos ojos castaños. Aunque al principio sintió confusión por lo que había pasado entre ellos dos y aún más por el hecho de que aquel risueño muchacho fuera un individuo de su mismo género.

Mas sin embargo lo que sentía ahora por el adolescente  le hacía mantenerse en ese camino que él jamás imaginó proseguir, y si, temía a las consecuencias de continuar con lo que su corazón le estaba guiando, pues entre su gente esa forma de vivir era prohibida y perversa. Pero a pesar de ello algo dentro de sí le impulsaba a descubrir la profundidad de aquel sentimiento puro que aliviaba todos los pesares y tristezas de su joven vida; el amor era la medicina que el tanto necesitaba y hasta ahora lo estaba comprendiendo.

Ojos de Gacela, acercó aquel cuenco de barro a su amado y este dulcemente tomó entre sus blancas manos aquel recipiente y probó aquel asopado de verduras y carne de Ciervo que tenía buen aspecto:

-¡Haskhaet ¡ (¡ Esta delicioso o está muy bueno !)- afirmó Magnus Sebastián.

-¡Xuek tkeramer  ek burx!  ( Me alegro mucho mi Lobo )- le dice alegre el adolescente.

El alemán terminó pronto el contenido de aquel recipiente pues realmente estaba muy bien preparado y su sabor no le disgustaba. Luego Menidush le dio a beber una especie de jugo de fruta fermentada que tiene un parecido a la mora pero que su sabor es un poco más agrio. Al terminar el alemán, mira como Ojos de Gacela retira lo que se ha usado y luego este ágilmente se coloca detrás del él; sus manos suavemente masajean los hombros recubiertos de su corpulento cuerpo  y luego desciende para desprenderlo de la camisa de algodón que  cubre su pecho ario.

Magnus Sebastián sonríe y le brinda su ayuda, pronto unos carentes hilos dorados de pelo brillan a la luz de la lámpara de resina y estos a su vez se adhieren como una fina capa en el medio de los atléticos pectorales del alemán y descienden hasta perderse en el fruto dorado que guarda el secreto del placer que  juntos conocieron hace unas cuantas noches atrás.

Menidush se aleja un momento para untarse ambas manos de un aceite especial  que se usa para realizar masajes terapéuticos sobre el cuerpo. Regresa detrás de su amado y empieza a realizarle un placentero masaje iniciando desde sus hombros. Magnus Sebastián cierra los ojos y se relaja, era la primera vez que alguien le ofrecía tanta dedicación y le hacía sentir esa clase de dicha. Y siguió el versado adolescente realizando agiles movimientos por todo el área del cuerpo descubierto de su amante y las manos del Iowa estaban ocasionado una reacción en su libido, por lo que la virilidad del joven respondía a las caricias tan provocadoras que ocasionaban tal contacto. Su lobo estaba siendo complacido y esto era sumamente importante para Ojos de Gacela.

Unos precisos y metódicos cambios de posición permitieron al adiestrado amerindio dirigir sus manos hasta la zona prohibida. Unos gemidos de satisfacción emergieron de la voz entrecortada de Magnus Sebastián, ya que el adolescente jugaba con la sensibilidad de su pareja y  esa era la primera vez que ponía en práctica tal técnica aprendida de los maestros adoradores de Chirwoats. El joven alemán transpiraba y sentía el tacto de su amado mientras cerraba los ojos y se concentraba en la sensación.

-¡Oh Menidush! … ¿Qué  haces conmigo?- decía entrecortadamente en alemán.

El impulsivo europeo detuvo  las manos de Ojos de Gacela y luego se levantó de tal forma, que se situó  frente al Iowa completamente desnudo, pues la ropa interior entera se deslizó suavemente de la última frontera cubierta por aquel ropaje medieval; un brillo de deseo en los ojos del alemán y su estimulante anhelo de poseer al muchacho bastaron para lanzarse sobre los labios del adolescente. Menidush aceptó la correspondencia de Magnus Sebastián  y se entregó a él, dispuesto a satisfacerle en todo lo que pretendiera.

La ropa del adolescente se le fue despojada con gran ansiedad y brusquedad; esa noche la danza de los lobos iba a ser ejecutada con la fuerza de un romance en crecimiento. La sombras de las siluetas de sus cuerpos se movían como arte a través de las paredes vegetales de aquella pequeña  y cálida morada. Para las expectativas de Ojos de Gacela; el jamás había imaginado que un muchacho extranjero como Magnus Sebastián fuera a apoderarse de su esquivos sentimientos y pensó que indefiniblemente tendría la necesidad de pertenecer a alguien, mas sin embargo ahora se había dado cuenta que el destino y los espíritus le habían preparado otro futuro, ese donde fuera precisamente un forastero quien se apoderada de su corazón, así que ahora esperaba que fuera para siempre.

Al final de la apasionada entrega, ambos muchachos solo se miran dentro del espacio de  la cabaña natural mientras están acomodados en la cama de cuero, rellanado de plumas y hojarasca. unos rostros sonrientes,  las miradas aferradas en una sola y dos cuerpos desnudos y cercanos que  se dan mutuo calor a la vez que comparten la dulce dicha de sentirse enamorados. Magnus Sebastián explora suavemente con una de sus manos  la oscura y lisa cabellera de Ojos de Gacela y este último también desliza su mano derecha a través de los finos cabellos dorados del pecho varonil del rubio. Algo más que el deseo los está uniendo, es una poderosa fuerza misteriosa que los seres humanos poco comprenden; ambas almas han sido escogidas para este tiempo, se ha dictado un poderoso propósito para estos jóvenes de mundos distintos, de manera que  solo el ciclo de la existencia determinara el resultado de este encuentro.

Menidush posiciona su mano y la coloca en el lugar donde probablemente está el corazón del joven alemán e inmediatamente prosigue a tomar  de su cabello con la otra mano libre, los dedos y la palma de la mano que le acarician y los dirige hacia su pecho y los deja percibiendo los latidos de su propio corazón mientras dice:

-¡Kaix exs thekedexst  Magnus Sebastián! (¡Mi espíritu es tuyo Magnus Sebastián!)- dice en Iowa el hijo de Cara de Lobo.

  • Ka… ix…es..the…- Repite dificultosamente Magnus Sebastián por ser la primera vez que escucha esa frase del  idioma Iowa.

Ojos de Gacela pacientemente se lo repite hasta que el europeo al fin logra pronunciar la frase con destreza y aunque desconoce su significado, Magnus Sebastián  presiente que aquellas palabras describen el acto que están realizando, por lo que puede sentir los fuertes latidos del corazón de Menidush. Este reencuentro ha sido uno de los instantes más agradables de su recorrido existencial y adicionado a los ojos del hermoso joven amerindio que lo observa, le asegura que puede confiar en el rumbo al que esta inusual relación se está dirigiendo. Una voz en su interior le dice que vendrán tiempos de felicidad donde sanara todos los sufrimientos de su pasado y lo hallará al lado de  un fiel compañero, ese que ahora forma parte de sus ensueños y ese con quien esta recostado bajo el dominio de un árbol de ocre.

-¡Mi Dios nos otorgue su bendición! ¡ Kaix  exs thekedexst Menidush ¡ - dice bilingüe  y firme un decidido Magnus Sebastián.

Muy adentrada la noche en el Norteño Iowa, se hallan los amantes dormidos y satisfechos. Ojos de Gacela se halla recostado en el pecho de Magnus Sebastián, ya rendido al sueño y con una tranquila abundancia de paz. Magnus Sebastián mantiene una sonrisa en el rostro mientras descansa. No obstante un dios y sus servidores se encuentran despiertos comunicándose mutuamente a través del principal médium de la orden de los consagrados. Chirwoats ha estado hablando y les ha revelado la llegada de tiempos de calamidad para todos los pueblos del norte de América. Una catarata de sangre brota de la alta cima de la Montaña Xizvux o Montaña del rayo  { otra raza amerindia llamada los Sioux le llaman Albergue de oso o Mato Tipila } y  cae en el fondo del macizo para luego correr a través de la llanura  hasta formar riachuelos rojos que se separan hacia distintos territorios de los pueblos aborígenes. Esa es la visión que describe el médium de parte de Chirwoats mientras los aterrados sacerdotes que lo escuchan suplican al dios y a todos los demás espíritus protectores de su nación que les otorguen su favor para así sobrevivir a aquel futuro calamitoso. El Curandero se estremece, unos espasmos comienzan a contraer sus manos y pies, la presencia de Chirwoats mismo toma su cuerpo para hablar desde dentro de este:

-¡Un Iowa!… Un joven amado… Un corazón puro… uno de entre su tribu… por él se salvaran… se unirá a un hombre blanco… juntos salvaran a muchos de ustedes… la esperanza no se terminará… no teman… el ciclo se mantendrá… con ustedes estaré… tengan paz  pueblo mío. – dice el dios a los conmovidos siervos.

  • ¡Te agradecemos señor y protector de los Iowas, confiamos en tus palabras y en tu promesa, obedeceremos al salvador que nos enviaras gran Chirwoats!- dijo en nombre de todos el principal líder de la orden.

₪₪₪

El alba vuelve iluminar las cimas de los árboles del bosque antiguo cuando ya Ojos de Gacela y Magnus Sebastián se hallan terminando otra apasionada  unión de sus cuerpos en uno solo. Menidush sonríe mientras nuevamente vestido prepara el primer alimento del día tanto para el como para su lobo Magnus Sebastián. El alemán se le acerca por la espalda y le mordisquea ligeramente el cuello, así que Menidush ríe estrepitosamente pues es un espíritu alegre y eso le atrae a su amado. Luego de llenar sus vientres con el sabroso pan de nuez y miel que preparó Menidush, llega el tiempo en que deciden salir fuera de los confines del albergue natural. Ojos de Gacela toma presuroso la mano  del joven alemán y lo guía hacia afuera en dirección de las construcciones principales donde se reúnen los sacerdotes. Caminan dichosos mientras descubren nuevas imágenes y  agradables olores de la vida misma; su amor ha despertado esa unión perdida que los había alejado como seres vivos de la riqueza de la madre tierra. Entre las ramas de los encumbrados ocres, el canto de los ruiseñores y las golondrinas azules de la antigua Iowa  los acompañan como un cortejo que celebra las poderosas energías que emanan de dos almas humanas que destilan el  amor. Con el cantico del bosque, el adolescente y el europeo llegan a las inmediaciones del espacio de reunión de los consagrados; en ese lugar y apartados bajo el cobijo de una cabaña de madera se observa a un grupo de caballos.

Hacia ellos se dirigen ambos muchachos; el alemán logra distinguir a su caballo de entre los demás potros y luego se dispone a desanudarlo de la base de madera en que está sujeto; Menidush espera tranquilo a Magnus Sebastián mientras sostiene en sus manos un trozo de cosa maravillosa que le permite verse a sí mismo a través del reflejo que el objeto produce; sin duda para Ojos de Gacela ese es un regalo de gran valor, uno que no podía sospechar que a un humano podía darse. Su reflejo le mostraba claramente quien realmente era. El alemán se lo regaló justamente con la intención de que pudiera mirar su propia belleza y además sabía que ese obsequio podría gustarle a aquel joven Iowa que desconocía la existencia de tal implemento. El espejo en Europa era un artefacto que había causado innovación en los siglos pasados y en el futuro sería sinónimo de amor propio y  de la búsqueda de perfección en la belleza externa.

El hombre blanco se elevó en su caballo y luego le ofreció una de sus manos a Ojos de Gacela para que de esta forma pudiera subirse y  acomodarse junto a él en el caballo. Solo fue instante que dedicaron a posicionarse cuando emprendieron la cabalgata en dirección del camino de tierra que se extendía frente a ellos. Menidush iba detrás señalándole el sendero, hasta que al fin arribaron en las aguas termales, ese mismo sitio donde se bañaron juntos después de la danza de los dos lobos hace unas semanas. Bajan del caballo y rápidamente se despojan de sus vestimentas para quedar desnudos. A pesar de que escasamente pueden comunicarse, las expresiones e intenciones se vuelven su segundo lenguaje a medida que lo van perfeccionando en su inusual relación interracial. En el agua hallan un momento para juguetear como unos pequeñuelos; Magnus Sebastián lanza contra Menidush sonoras ventiscas de agua mientras el Iowa le devuelve la jugarreta con igual intensidad.

Permanecen un largo momento riendo dentro del agua hasta que terminada la diversión, se dedican a besarse prolongadamente sentados en el borde de una roca en medio del agua. Se sienten como los jóvenes más dichosos de entre todos los seres humanos. Nada podía ser más poderoso y sanador para un espíritu afligido, que el poder de amar y ser amado por otro ser. La mañana transcurre para ellos en esas aguas termales, de modo que pronto necesitaran regresar para poder alimentarse. Los muchachos se van vistiendo mientras  se miran sonrientes a la vez que Magnus Sebastián intenta ejercer lo aprendido en las clases de lengua Iowa de la mano de Agustino, el jesuita español:

-¡Dumx… exs Gaumdex!  (¡ Te quiero conocer más! )- le dice Magnus en su lengua a Ojos de Gacela.

-¡Axs Burms est burx! (¡ Yo también mi lobo! )- responde el joven Iowa.

Ojos de Gacela está sorprendido del interés del hombre blanco por conocer su lenguaje y siente que el también debería intentar aprender el idioma del rubio. Piensa que sería mucho mejor si ambos pudieran comunicarse con palabras y el realmente pudiera decirle todas las cosas que siente hacia él.  Ya está imaginando llevarlo a Than-Kel- Mésx, el  árbol y diosa madre sagrada de la llanura del Este.  Así continúan los dos, tratando de aprender el uno del otro hasta que escuchan el sonido del galope de caballos que se van incrementando a medida que se acercan. Aparece ante ellos, acompañado de los sacerdotes de Chirwoats, el alto muchacho francés Jacques; este se baja del caballo y se acerca presuroso ante ellos:

-¡Magnus! –le dice Jacques mientras llega.

  • ¿Qué ha pasado Jacques? – dijo con sorpresa el alemán.

-¡Magnus es Friedrich! Ha sido herido tras un ataque sorpresa de otra raza de indios mientras cazábamos ¡Debes volver conmigo ahora!

-¡Friedrich! ¡Mi amigo Friedrich! ¿Se encuentra bien dímelo ahora? –dice alarmado el rubio.

  • Una flecha le perforó el pulmón, tiene grandes dificultades para respirar- dijo Jacques.

  • Debo ir con el entonces, yo… - responde el muchacho Bratislavo.

Magnus Sebastián mira hacia su compañero y luego voltea a ver a su amado Iowa y no sabía de qué forma podía hacerle entender que debía partir inmediatamente. Jacques captó los motivos del otro europeo así que no se inmuto en hablar de sus pensamientos:

  • Este es el  muchacho… -afirmó.

-Si Jacques, es el- respondió el alemán.

  • Pues… es joven y es apuesto - respondió Jacques mientras miraba atentamente a Ojos de Gacela.- Menidush se sentía incómodo ante la mirada constante del joven pelirrojo.

-Inequívocamente… ¿Viniste solo? Es decir no te acompaña otro de los compañeros ¿Cómo hiciste para hablar con ellos?- preguntó Magnus Sebastián mientras señalaba con el rostro a los sacerdotes de Chirwoats.

  • Agustino vino conmigo a su campamento…. Se quedó conversando con el jefe principal; los religiosos vienen a llevarse al muchacho Iowa- le respondió Jacques mientras volvía a echarle un vistazo a Menidush.

-¿Cómo? Explícame- Interrogó el alemán.

-Sí, lo llevaran con ellos y tú y yo nos iremos a la aldea Iowa ahora- dijo Jacques.

-Bien… tratare de hacérselo entender- respondió Magnus Sebastián.

  • Él es como un prostitu… - trató de decir Jacques pero el alemán le interrumpió.

-¡Ni se te ocurra! ¡Él no es eso Jacques! ¡Respétalo! – dijo alterado el joven Bratislavo.

-¡Esta bien Monsieur! ¡Discúlpame! No lo quise ofender- se excusó el Francés.

Magnus Sebastián no le respondió y luego se dirigió hacia su amado Ojos de Gacela y le estrecho en sus brazos mientras le sonreía enamorado. Menidush ya conocía el propósito de los recién llegados pues uno de los sacerdotes más jóvenes se había acercado prudentemente a él y le había contado resumidamente todas las razones de su presencia allí. Además también lo habían venido a buscar para decirle que su padre Cara de Lobo lo solicitaba esta noche en el clan  para una reunión familiar, una de gran importancia que lo involucraba.

-¡Khadot! ( Vuelve )- le dijo Ojos de Gacela mientras Magnus empezaba a alejarse de él.

  • ¡Je ne vous oublie pas! (¡ No te podré olvidar!) ¡Arxet! (¡Adiós!)- le dijo Jacques en francés e Iowa a Menidush mientras le sonreía interesado.

-Arxet… - respondió dudoso Menidush.

-¡Jacques! – le llamaba Magnus mientras estaba montado en el caballo. Notaba su interés  hacia su Iowa.

-¡Ahí voy!- respondió apurando el paso para montar su caballo.

Ojos de Gacela miró como su lobo volteaba a mirarlo por última vez y luego se alejaba al galope progresivamente hasta desvanecerse entre los arbustos y árboles del camino. Se dispuso a emprender el regreso al bosque de los altos ocres junto a los demás consagrados.

Algo había cambiado en Menidush  desde que dejo de ser puro. Ahora su cuerpo estaba disponible para servir fielmente a los feligreses del dios Chirwoats y ese destino lo conocía desde que voluntariamente decidió consagrarse a su servicio. Sin embargo se disputaba internamente sus acciones, pues Ojos de Gacela deseaba pertenecer solamente a un solo hombre y ese no era nada menos que Magnus Sebastián. La única opción que tenía para que eso sucediera era que el alemán demostrara la dignidad de su hombría y valentía a los ojos de su padre  y así, si los espíritus obraban en el corazón de su progenitor, pronto seria de Magnus Sebastián, únicamente de su amado europeo. Justamente pensó que esta noche podría asomar elogios a favor de Magnus ante su padre, de modo que lo iría preparando para congraciarlo y emparentarlo con el que deseaba.

El camino al hogar de los consagrados se cubrió por una nevada imprevista; las ardillas silvestres correteaban a través del paso de los transeúntes con bastante premura, pues el frio puede volverse el peor enemigo de todo ser existente. Luego de una hora al galope, el grupo de religiosos Iowas al fin arribaron al bosque de los altos ocres. Se dirigieron objetivamente al gran domo de reuniones y allí se encontraron ante la presencia de los principales sacerdotes y médiums reunidos alrededor de Agustino, quien se dedicaba a hablarles de reina del cielo, María la salvadora y de su hijo divino, el primogénito fruto del Dios judeocristiano. El principal les indicó a los recién llegados con las manos para que se sentaran junto a ellos y escucharan.

-El sublime Dios Jehová envió a su divino hijo Jesús por medio del vientre fructífero de la virgen María para que así todas las tribus y clanes del mundo fueran rescatadas de la oscuridad eterna y la muerte a través de la perfecta concepción de la reina del cielo. María ahora es la mediadora entre los hombres y nuestro padre de los cielos, el primer espíritu, nuestro creador, el único y verdadero- dijo inspirado en Iowa el sacerdote jesuita.

Todos los consagrados y sus principales guardaron silencio por un momento, pues aquellas palabras del hombre blanco vestido de negro le parecían tan extrañas pero a la vez tan parecidas al origen de sus divinos espíritus protectores.

  • Chaklus, dios de la guerra y de la sabiduría, señor de los ríos y de los bosques también fue un niño. Su padre, nuestro dios creador Iowasx lo trajo en la antigüedad al mundo  de los hombres a través del rayo que cayó en la gran Than-Kel- Mésx  , la madre de todos los Iowas, la señora de estas tierras y de los altos cielos, donde mora nuestro dios Iowasx. Su hijo nos guió en la luz de su padre y enseñó a nuestros ancestros a construir con la madera, a fabricar herramientas y armas para la supervivencia y la guerra. Nos instruyó a comunicarnos con ellos y a convivir y apoyarnos como una sola tribu. Ellos siempre están con nosotros, nos prosperan y nos bendicen con sus dones celestiales. Nos han dado estas tierras que habitamos y nos han prometido algún día reunirnos junto a ellos en Wexledhat ( Paraíso ) donde finalmente habitaremos eternamente. Entonces, dígame hombre blanco, veo que usted es un hombre adorador de  grandes espíritus, puedo sentir la presencia de poderes alrededor de usted. Yo solo quiero saber porque yo y mis hermanos debemos rendirnos ante sus dioses blancos solo por decirnos que ellos son los únicos y verdaderos espíritus ¿Acaso los espíritus en quien nosotros creemos no existen realmente? Y si fuera así, ¿Cómo usted hombre blanco podría probarme la existencia de los suyos? – argumentó el principal sacerdote de Chirwoats en respuesta al Jesuita español. Su discurso fue extenso y meditativo.

-Nadie puede probar que el viento exista, ni usted sacerdote ni yo y ninguno de los que están presentes puede probar que el viento realmente exista, pero sí le puedo asegurar sacerdote, que aunque el viento no tenga forma corpórea y sea aun invisible, es un poder  terrestre y está vivo. Solo él puede mecer con leves o tormentosas venticas los grandes álamos y ocres de los bosques, solo el viento puede tallar maravillas en las montañas de roca del sur y solo el viento puede dibujar formas en las aguas tranquilas mientras a la vez el hombre es dirigido en su barca por el favor del viento. El finalmente puede decidir si vivimos o morimos en la intensidad de las crueles nevadas norteñas. No lo vemos pero percibimos que él está presente, entonces así sabemos que el existe. Por lo tanto, mi Dios está en todos los lugares al mismo tiempo, el todo lo sabe señor sacerdote y justamente ha preparado mi venida a este lugar. Él quiere manifestarse en ustedes y para ello no necesita tomar una forma mortal; es el más real que todo lo que existe en este mundo e incluso más que el viento- le respondió Agustino con gran maestría.

-¡Alabado sean los espíritus  por sus palabras sabias hombre blanco! Entonces podrá darse cuenta que sus dioses y los nuestros son reales y están presentes, por lo tanto tenemos un mismo dios padre que es creador y está presente en todo, ¡Somos uno con el gran espíritu!  – dijo alegre el gran sacerdote.

  • Sacerdote principal… creo… no, deseo poder reunirme nuevamente con ustedes en otra ocasión si puede ser posible, es tiempo de que regrese al clan del Lobo Blanco-respondió Agustino cortésmente.

-Váyase tranquilo, puede visitarnos cuando usted desee, es siempre bienvenido- contestó el sacerdote principal.

Aunque en ese instante, Agustino realmente sentía una gran frustración por el giro con que su mensaje se llegó a  interpretar entre los religiosos iowas. Para el, ellos estaban errados y por lo tanto debían convertirse lo antes posible al Dios cristiano y así luego, con mucho arrepentimiento, pedir el perdón de pecados a través de las plegarias dirigidas a la virgen santísima. El Sumamente era pragmático en la defensa y difusión de su religión católica, así que con estos hombres aborígenes del nuevo mundo no se iría a rendir tan fácilmente.

En el extremo caso de que no alcanzara lograr su salvación, tarde o temprano la ira de Dios por medio de la conquista europea caería sobre toda esta raza pagana. Sino los diezmaban los bretones, entonces en una última instancia radical seria la inquisición debido a que la iglesia los condenaría a morir como herejes, llanamente como servidores del demonio; aunque para llegar a ese final trágico tendría que agotar su paciencia y estrategias.

-¡Señor! nosotros también adoramos a los espíritus con entrega, ellos nos dijeron que ustedes iban a llegar, ¿Cómo puede decir que su Dios es más grande que los nuestros? Ellos nos han hecho lo que somos, una nación bendecida que hemos vivido tranquilamente en estos bosques por generaciones- habló en Iowa Ojos de Gacela  a Agustino mientras este era acompañado hacia la salida por el principal sacerdote.

  • ¡Menidush no seas inoportuno!- le recriminó el que estaba encargado de formarlo dentro de la orden.

Agustino se giró para ver quien le estaba replicando una respuesta y se sorprendió al mirar la figura de un jovencito, quien por su rostro fino y sus hermosos ojos lo hacían sobresalir del resto de los presentes. Se preguntó de inmediato sino seria este el hijo del líder tribal Cara de Lobo que se consagró a un  ídolo  del clan en la noche que llegaron a este lugar como así se lo revelo el mismo jefe Iowa.

-¡Discúlpelo Hombre Blanco! No es necesario que le conteste al muchacho, él es apenas un adolescente y usted debe saber que la juventud no mide lo que dice muchas veces, son como las plumas ligeras de un pichón de ganso - dijo el sacerdote principal.

-Le contestare si me permite, pero me puede llamar Agustino… su hermano Agustino señor sacerdote- dijo el español en respuesta.

  • Se lo concedo… hermano Aguistino- respondió el principal sacerdote con dificultad para pronunciar el nombre del jesuita.

El religioso español se desplazó con unos breves pasos hasta situarse en frente de Ojos de Gacela y vio la expresión segura de su rostro y de inmediato recordó sus tiempos en un seminario de Italia; aquellos dichosos días en que siendo solo un joven, él se  dedicaba a debatir en sus clases a los  maestros de teología con una gran pasión. Sonreía levemente mientras veía un reflejo de ese joven que fue en la  persona del adolescente Iowa. Le habló:

-Muchacho, te veo y…  ¿No serás tú el hijo del jefe Cara de Lobo que está consagrado en esta orden de adoradores?- le preguntó Agustino.

-Lo soy señor- respondió Ojos de Gacela sin poder comprender porque se lo preguntaba.

-¡Que maravilloso! Tu padre me ha hablado de lo extraordinario que eres y de tu devoción por los… seres en que creen tan fielmente, me alegra poder al fin conocerte, aunque en unas circunstancias poco apropiadas.

  • Gracias Señor - respondió Menidush.

-Llámame hermano Agustino ¿Te parece?- Afirmó el jesuita.

-Está bien hermano A..gu..si..noo – trató de pronunciar el muchacho.

-¡Agustino! Aaagusstiiinooo – le corrigió el español.

-Me lo aprenderé… pero con el respeto que se me merece… por favor responda mi pregunta- dijo escuetamente el intrépido Iowa.

-¡Ojos de Gacela!- le expresó como llamado de atención su cuidador y formador.

-¡Está bien sacerdote, déjelo!… Ya que insiste muchacho, le contestare… Ojos de Gacela ¿Es así?-dijo.

-Si hermano Agustinnoo- trató de pronunciar el nombre de nuevo el joven Iowa.

-Escucha Ojos de Gacela, el mundo más allá del nuestro tiene muchos misterios. Hay revelaciones que aún no comprendemos, caminos que parecen ser buenos y que tal vez nos llevarían al encuentro de la luz  pero que en realidad son mortales engaños que conducen  al hombre a la destrucción. El hijo del Dios llamado Jesucristo dijo: Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida. El vino a este mundo hace 1738 y trajo las palabras del cielo mismo y nos las trajo a nosotros, cuando hombres parecidos a mí,  vinieron desde las tierras donde el apareció y  trajeron el mensaje de Dios mismo. Luego lo que nos enseñaron, nosotros lo hemos estado diciendo a todos los lugares donde hemos procurado viajar. Por lo que ahora, al igual que ustedes cumplen votos de consagración, nosotros cumplimos lo que Jesucristo, el hijo de Dios e hijo de la virgen nos encomendó que hiciéramos,  y que es solamente ir y decirle a todos pueblos de la tierra que se acerquen al Creador, al Primero y Único, al  Grande señor de los cielos. El solo pide que escuchen sus palabras y piensen en ellas, solo eso ¿Qué crees de eso?

-Solo pienso que amo a Chirwoats, amo a los espíritus protectores de mi clan y amo la vida que ellos me han permitido vivir y si eso es malo solo porque así lo crean sus espíritus, entonces no tengo nada que escuchar de ellos hermano Agustino, con el respeto que ellos y los míos se merecen-le respondió Ojos de Gacela.

-De acuerdo, los brazos cariñosos de María,  Jesús y  Jehová el padre siempre estarán abiertos para ti y todo el pueblo Iowa, créelo. Ahora discúlpame muchacho, debo irme- le dijo Agustino.

-Hermano Agustino me dio gusto conocerlo, vaya con bien al regresar; no mandaré un saludo a mi padre ni a mi madre y hermanos porque he sido informado que esta noche debo reunirme con ellos así que los veré dentro de poco.

-Eso es maravilloso… espero tener un momento para que podamos hablar más sobre otros temas si nos llegamos a encontrar por allá- le dijo Agustino.

-¡Me encantaría eso hermano Agustino!- respondió Ojos de Gacela.

-Que bendición, entonces será hasta luego Ojos de Gacela. Tienes un gran alma a pesar de tu juventud y eso es extraordinario, Dios te bendiga por eso- le habló finalmente el jesuita.

*Bien, aqui les entrego otro episodio de esta epica intercultural e historica. Espero sea de su agrado. Su fin, es escribir tanto la cultura, como mostrarles la riqueza de la prosa linguistica en este genero. Gracias a todos los que me han comentado sobre esta historia por correo.

James Fighter.