El príncipe y el Cazador El nuevo Mundo- Parte.I
Ojos de Gacela y Magnus Sebastian son dos jóvenes de distintos pueblos, razas y continentes distintos, que el destino unirá, mientras luchan contra el prejuicio y la sociedad de la América colonial y la conquista europea en desarrollo.
Cae la intensa nieve de otro gélido invierno en la antigua Iowa, de la colonial América del norte de 1738; los arboles deshojados y cubiertos por la espesura de los copos nevados, se entienden por laderas poco elevadas que vislumbran extensas tierras de bosques y estepas donde viven los indios Iowas, pobladores asentados en estos territorios desde generaciones pasadas; por años se extendieron a lo largo de una zona, de toda esta extensión, y formaron clanes de familias que dividieron los límites de sus dominios; a menudo en conflictos con otras etnias de la región, pero viviendo en su mayoría, en equilibrio con la madre tierra y adorando plenamente a sus deidades primigenias y elementales, del agua, la tierra, el fuego, y las lumbreras de los cielos.
De entre todas las tribus Iowas que allí conviven, una de ellas sobresale con briosa importancia, se trata de la tribu o clan del Lobo Blanco, una comunidad que destaca por sus victoriosos y aguerridos hombres, que han marcado proezas en las batallas tribales en los campos de combate; uno de ellos, llamado Venado de la Montaña , fundo el linaje de los más intrépidos guerreros de toda la tribu; sus hazañas, elevaron el respeto e idealización de su nombre, hasta convertirle en el jefe principal de la tribu del Lobo Blanco; con él, toda la comunidad adquirió admiración y desarrollo por sobre todos los clanes y dominios Iowas; tuvo muchos hijos e hijas, con tres esposas; algunos de estos, de naturaleza belicosa y de liderazgo como su padre, emprendieron la lucha entre ellos, cuando ya estando anciano y en sus últimos días, su veterano padre, se volvió cercano el traspaso del poder a uno de sus hijos, al más fuerte, pues para el amerindio, la fuerza es una virtud sumamente apreciada.
Trágica fue la guerra de los 13 hermanos varones; vidas de apreciados guerreros adeptos al uno u otro hermano, se extinguieron en los combates por el poder; hasta que al final; solo quedaron dos hermanos; uno de estos, Cara de Lobo , prevaleció en fuerza por encima de su otro hermano; así que como parte de la gesta ceremonial de los Iowas, su derrotado hermano debía decidirse entre dos opciones, permanecer en la tribu como su súbdito o exiliarse con toda su familia, si la poseía; este, decidió tomar la primera opción, respuesta que agrado a Cara de Lobo, y los llevo a tener una mejor relación; tanta, que llegaron a ser inseparables en la guerra y en la cacería.
Así inicio la segunda generación de este linaje Iowa; el victorioso cacique, al transcurrir de los años, logro alcanzar un estatus semejante a su fallecido padre, tuvo alrededor de 5 hijos y 4 hijas con sus 2 esposas; y fue en su tiempo, que la tribu del Lobo Blanco, comenzó a tener sus primeros contactos con los hombres blancos de las lejanas tierras más allá del mar; los Iowas ya habían oído las historias de altos hombres de piel pálida, con ojos del color de los ríos, barbas y cabello del tono de la piel de los zorros, osos y venados, rojas, castañas y oscuras, que recorrían los territorios aborígenes, en busca de pieles de animales, y sus derivados; incluso escucho hablar de su supuesta búsqueda de las piedrecitas doradas que en algunas partes de los rocosos ríos de la región se hallaban.
A medida que los hombres blancos se adentraban much0 mas en los bosques amerindios, más frecuente era escuchar sobre ellos; se decía que eran buenos y benéficos; sin embargo, los Chamanes o guías espirituales, amonestaban a la comunidad a permanecer alerta ante ellos; pues los espíritus les profetizaban tiempos difíciles para todos los Iowas. Cara de Lobo comprendía bien los consejos de los sabios espíritus, procuraba siempre pedir su favor y protección para él y los suyos; el mismo era devoto de algunos de ellos, en especial de Chaklus, dios de la guerra y de la sabiduría, señor de los ríos y de los bosques, a él, el cacique rendía ofrendas agrícolas y animales, cada cierto tiempo a la orilla de un rio cercano, considerado sagrado para los devotos.
Los días que siguieron, pronto atrajeron el inevitable encuentro entre la tribu del Lobo Blanco y los hombres blancos; en una gélida mañana de invierno, que fue una de las pocas afortunadas en verse vislumbrada fugazmente por los rayos cálidos del sol; ese día iba a acontecer una importante ceremonia religiosa; era la celebración en honor a Chirwoats, dios de las cosechas, del amor y la sexualidad ; su hijo menor, Ojos de Gacela, iba a ser consagrado al dios, como unos de sus sacerdotes; desde que era pequeño, en el, su padre y su familia, observaron una forma de ser especial; además de que era un hermoso adolescente Iowa; había demostrado tener un espíritu dual, es decir, poseía los caracteres rudos y varoniles de su padre Cara de Lobo, en su manera de andar, su postura, su atlética fisionomía, su valentía, e incluso en su manera de hablar, pero a la vez, se hallaba en él, expresiones propias de la feminidad; era delicado, muy expresivo de sentimientos, dado a la coquetería, a la devoción por los espíritus y asiduo a participar en rituales exclusivos de sus muchas amistades femeninas; vestía con ropa masculina, pero agregaba elementos de adorno, de la contraparte femenina.
Su padre estaba contento con él, pues para la cultura Iowa, tener individuos de ambos sexos con tales características, era una bendición divina de los espíritus, sin lugar a dudas, su hijo, Ojos de Gacela, era un signo del favor de los dioses, y como tal, debía pertenecer a ellos, sería el puente entre lo inmaterial y lo terrenal. Había entre los Iowas, un organizado grupo de sacerdotes y chamanes, que rendían culto a las deidades que se adoraban; una de estas, eran los dedicados a adorar al dios Chirwoats; estos vestían con votivos de dualidad andrógina; ropa masculina con la femenina, adornos, pictogramas sobre el cuerpo, y orientaciones sexuales, todo era dirigido hacia un punto intermedio.
Esa mañana los sacerdotes de Chirwoats, tanto adultos, jóvenes y adolescentes, preparaban el lugar y adornaban el alto tronco de árbol de roble, que representaba al dios, mientras la tribu preparaba sus ofrendas agrícolas rituales, y realizaba el proceder sincrético necesario para que sus viriles y jóvenes hijos fueran elegidos para el principal ritual ceremonial que en la noche de ese día, iría a acontecer. La representación física del dios, en la superficie de aquel tronco, era la de un enorme falo masculino, erguido hacia el cielo, rigurosamente tallado hace generaciones por expertos artesanos de la madera; estaba recubierto de símbolos que solo los iniciados en el misterio de Chirwoats podían interpretar.
En la vivaz preparación ritualista, la tribu pronto se conmociono, al enterarse de la asombrosa noticia que corría de unos hacia otros; se decía que los guerreros que patrullaban y cuidaban los límites de las tierras del clan, se habían topado con un grupo de 5 hombres blancos a caballo; quienes trataron de congraciarse con los hombres, hablándoles uno de ellos, en el idioma Iowa, y ofreciendo extraños y maravillosos obsequios; sin embargo, ya prevenidos por el cacique Cara de Lobo; tenían la orden de no mediar con ellos; así que terminaron siendo apresados, y llevados hasta aquí; fueron llevados hacia la presencia del jefe, para ser interrogados y dictados sus destinos.
La tribu del Lobo Blanco empezó a dirigirse hacia la casa principal, en busca de la verdad de tal noticia; una expectante multitud, esperaba en las afueras de la casa del jefe. Dentro del recinto, Cara de Lobo, su hermano, que era jefe secundario de los guerreros del clan, acompañados de los principales guerreros de las familias tribales; los 4 hijos mayores del cacique; los líderes de los sacerdotes chamanes y un grupo de ancianos muy apreciados por su sabiduría, conformaban todo el consejo de aquella reunión.
Los 5 hombres blancos, se mostraban ante ellos, tal como se les había descrito en las historias que viajaban por los bosques de aquellos lugares; pálidos como la clara luna llena; de ojos claros, distintos a los cafés y negros de los Iowas; una gran altura, que variaba entre todos aquellos; de constituciones fuertes y rudas; 3 hombres adultos, y dos muchachos en edad viril; se mostraban un poco inquietos ante la presión de las miradas de todos sus jueces; aunque los invasores de mayor edad, mantenían miradas inquisidoras, como estudiando a sus contrincantes con astuta prudencia. Se inició el interrogatorio por parte de Cara de Lobo.
-¿ Wasiaat utr jarai maos biliwasf tu dun Ioways easwerx? ( ¿ quiénes son ustedes y que han venido a hacer a las tierras de los Iowas? ) - pregunto el cacique en su idioma autóctono.
Uno de ellos, que tenía una extraña figura de dos trozos de madera unidas y puestas en direcciones opuestas, colgada en un collar sobre su cuello, parecía ser el de mayor edad, este tomo la palabra y le contesto en idioma Iowa:
-Respetado señor de los Iowas, pedimos disculpas si hemos causado molestia a todo su pueblo y a usted mismo; somos hombres que venimos con el propósito de hacer amistad con ustedes; somos sus hermanos blancos, venidos de una tierra muy lejana llamada Europa; viajamos durante largos días, por aguas que nunca terminaban, hasta que llegamos a la orilla de estas tierras; las recorrimos, y en el camino hemos ido conociendo la bondad y maravilla de todo este mundo nuevo; aquí hemos hallado bendición divina, y queremos compartir lo que conocemos con los pueblos de estas tierras, venimos a ayudar, queremos vivir con ustedes por un tiempo y hacer alianza.
El grupo de nobles, chamanes y hombres respetados, se conmovió ante tales palabras; se miraban unos a otros, y realizaban comentarios al respecto; Cara de Lobo se quedó también desconcertado con lo dicho por el hombre blanco; le miro, y tomando calma e incorporándose, decidió consultar con todos los hombres que allí se encontraban; pidió a un grupo de 10 guerreros, que los escoltaran y vigilaran hacia otro espacio fuera de la gran casa; quería discutir el asunto, sin que los hombres blancos se enteraran.
Una vez, realizada la orden, el grupo de guerreros empezó a dirigir sus opiniones al cacique ;la mayoría de ellos se encontraban en desacuerdo con albergar a tales hombres dentro de la tribu; aun se atrevieron a decir, que era mejor ejecutarlos y sepultarlos en algún lugar remoto, donde jamás sus voces revelarían la existencia del clan del Lobo Blanco y evitarían así el peligro de un invasor desconocido; el grupo de chamanes, se mostró ambiguo en si debían o no permitírseles permanecer en medio de ellos; la mitad de ellos, recomendaba negarles la alianza, mientras la otra mitad se dividía en dos partes, una que no sabía que decir, pues los espíritus se mantenían en silencio, y otro pequeño grupo se mostraban a favor de la alianza.
Solo quedaba la fundamental opinión de los sabios ancianos, y en estos, prevaleció, salvo unos cuantos que se negaron, en permitirles quedarse entre ellos, y hacer amistad, argumentando, que era mejor conocer a tu enemigo, pues si en el camino se hacia tu amigo, eso era mejor, que el tenerlo como un adversario innecesario. Cara de Lobo, se hallaba meditando una transcendental decisión; esto causaría un impacto, que ni el mismo podría medir, si seria para bien o para mal de su comunidad.
Durante un prolongado momento tomo silencio, hasta que al fin, la luz brillo en sus marrones ojos, y trajo a la luz su resolución:
-Pueblo mío, mis hermanos, he decidido hacer amistad con ellos, les daremos la bienvenida en nuestra tribu y los trataremos de la mejor manera; pero sepan, que hare esto tomando en cuenta el consejo de los ancianos; manténganse vigilantes todo el tiempo, pero que ellos no lo sientan; hagámonos sus amigos, aprendamos sus costumbres y su lengua, ya veremos si sus intenciones son buenas; otra vez les digo, no los pierdan de vista, es mejor conocer lo que estamos enfrentado; si hay algo malo en ellos, los ejecutaremos a los dioses, yo mismo seré el primero en levantar el arma de clavado y apuñalarlos.
De esta manera concluyo la reunión, no sin antes, traer de nuevo a los hombres blancos y participarles la decisión de los Iowas; el hombre blanco de mayor edad, ofreció palabras de gratitud en nombre de todos sus compañeros, y presento a todos sus hombres, para cerrar finalmente, presentándose a el mismo; sus nombres eran Georg, Friedrich, y Agustino, que eran los tres mayores, Jacques y Magnus Sebastián, los dos jóvenes; los tres primeros eran de origen Alemán y Español; los últimos, de procedencia Francesa y Alemana. Luego de que se presentaran, los aborígenes allí presentes, le dieron una cordial bienvenida, comenzado por el cacique Cara de Lobo, después le imitaron los demás, pasando de uno en uno, y colocándose delante de aquellos 5 hombres y pronunciando una bienvenida amistosa en su lengua, aunque muchos en su mayoría, sentían desprecio hacia aquellos a los que su principal líder, los obligaba a recibir.
En las horas que sucedió esto, otros individuos de la gran tribu, continuaban preparándose para la ceremonia de la noche; un grupo de 8 jóvenes adolescentes iban a iniciarse en el místico mundo de la espiritualidad y comunicación con los dioses de los Iowa , en especial con Chirwoats; en medio de ellos, Ojos de Gacela, hijo del Jefe Cara de Lobo, se hallaba entusiasmado y dedicado a ataviarse de la mejor manera, que el hijo de un líder principal podía otorgarse; estaba prohibido usar otra forma y color de vestir para los iniciados, que no fuera la larga vestimenta tejida, de colores ocre y roja arcilla; por debajo de aquel vestido, los adolescentes, muy a pesar del frio clima, solo llevaban un taparrabo que podían adornar a su gusto; su cuerpo lo habían cubierto de pictogramas que los lideres mayores del culto a Chirwoats habían dibujado con un líquido rojo, extraído de un árbol de la zona; llevaban unas extravagantes crestas de plumas coloridas y adornadas, mientras sus largas y lisas cabelleras, eran entretejidas por otro grupo de jóvenes chamanes dentro de la orden; los adultos, los iban perfumando con una solución especial de olor a yerba ,que previamente había sido preparada bajo un estricto modo ritualístico ,que pretendía infundir en el portador, la habilidad de crear atracción sensual en todo aquel a quien el joven dirigiera su mirada.
Desde hace 30 días atrás, los adolescentes habían sido apartados de sus familias para ser preparados para la ceremonia; una serie de rituales de limpieza corporal en aguas termales, entonaciones musicales, pasos de danza y secretas enseñanzas para la noche de la ceremonia, formaba parte de la antesala; dentro de los ritos de la orden, los tiernos jóvenes, irían a desempeñar distintas áreas de servicio social y espiritual dentro de la comunidad; que iban desde la práctica de la curandería, bendición de las siembras de los cultivos agrícolas, médium para comunicarse con el dios, preparadores de rituales de fertilidad, ritos para los actos funerarios, consejería familiar, hasta llegar a la habilidad y trabajo más importante, llamada “ la danza de los dos lobos” , que para la creencia de los Iowa, era muy importante para asegurar la siega de fructíferas cosechas, la fertilidad masculina y femenina, y el favor divino del espíritu invocado; todos estas habilidades las podía poseer un solo individuo, todo dependía de su capacidad.
Ojos de Gacela estaba decidido a convertirse en el mejor chaman de la tribu del Lobo Blanco; desde que su padre y familia le incentivaron a seguir este camino, decidió emprender su propios pasos hacia la iluminación; llevaba consigo un collar que tenía símbolos relacionados con el dios Chirwoats, a él se dirigía, mientras recorría a veces solo, las solitarias y extensas tierras del clan, bien, emprendiendo la caza o recolectando yerbas para elaboración de pócimas; sabía que el dios le favorecía, pues en todo lo que hacía era exitoso; era muy querido entre su familia; sus hermanos amaban a su pequeño hermano; sus hermanas no se despegaban de su compañía y compartían muchos secretos; su padres sentían orgullo por su hijo, y toda la tribu comentaba cuan honrado y recto era el hijo menor de Cara de Lobo, solo faltaba que decidiera consagrarse, como ahora estaba a punto de emprender.
Admiración masculina y femenina no le faltaba; jóvenes mayores, que en su mayoría, eran guerreros o se preparaban para serlo, elogiaban su belleza, y buscaban la manera de llamar su atención, otorgándole presentes y tratando de entablar una firme amistad con el ahnelado; algo parecido sucedía con las muchachas; esto era cultural dentro de los Iowas; había cierta libertad de conciencia, y eran respetadas las formas de vida de cada quien, siempre y cuando no afectaran o alteraran el favor divino, así como el ciclo y leyes de los mortales.
A pesar de toda esta atención, Ojos de Gacela, se mantenía neutro, mostraba un superficial interés, que iba solo al favorecimiento consentido de miradas de atracción mutua, unos cuantos besos, abrazos, bailes, salidas de caza o al rio; le gustaba ser coqueto y sentirse deseado por otra persona; eso le bastaba, hasta esos límites, se mantenía asexuado, no deseaba llegar aun, hacia otros términos mas íntimos.
No era así con otros adolescentes de su edad; algunas de las adolescente de la tribu habían perdido su virginidad al poco tiempo de haberse convertido en mujeres, mientras los chicos iniciaban desde jóvenes el camino del placer con el sexo 0puesto o el igual; todo ello lo hacían a escondidas, pues había reglas y normas, que muy a pesar de todo, mantenían el orden y el equilibrio de la comunidad Iowa; así que por esta conducta, convertía a Ojos de Gacela a los ojos de todos, en un espíritu humano singular y diferente, que a su manera, le daba el prestigio merecido, entre los mortales y los divinos.
“La gran noche de Chirwoats”
La noche empezaba a cubrir el cielo, y los Iowas, iniciaban la ceremonia, encendiendo las fogatas consagradas; una multitud que sobrepasa más allá de las 100 personas, cubren todo aquel espacio, en torno a la efigie del dios de la fertilidad a quien vienen a adorar; debajo del gran monumento fálico, cestas de frutos de la tierra, son ofrecidos en grandes cantidades, creyendo que serán agradables a la mirada de Chirwoats; los primeros espectadores de entre todos los presentes, son todos los jóvenes guerreros Iowas en edad varonil, buenos y medios en el uso de las armas, fuertes y no tan fuertes, de buen parecer y otros que escasamente lo son.
Sin embargo, por encima de cada una de sus características, para aquellos 29 jóvenes , lo importante es ser elegidos divinamente en esa noche, representa un gran honor y grandiosa satisfacción ; ellos van vestidos, con la usanza guerrera, sus cabezas rapadas están cubiertas por ornamentos de plumas que le confieren ferocidad a sus semblantes; sus rostros están recubiertos de tinta roja, yelmos de huesos animales, recubren sus desnudos pechos, que si no fuera por el calor de las fogatas, seria incomodo tal desabrigo debido el clima templado de la noche a la intemperie.
En medio de las miradas asombradas de los jóvenes de la tribu, los muchachos Jacques y Magnus Sebastián, del grupo de los hombres blancos, sorpresivamente se encuentran incluidos en la participación de esta ceremonia; tal privilegio le fue otorgado por Cara de Lobo, como muestra de la más alta hospitalidad que su etnia puede conceder a los invitados; estos se hallan contrariados y desconcertados ante tal espectáculo, se preguntan entre ellos ¿Qué será lo que ira a acontecer? ¿ y será que aquello los pondrá en algún tipo de aprieto personal?, se miran, y disminuyen su nerviosismo, sonriendo mutuamente, al observar las imágenes a su alrededor, el tronco escandaloso, y el verse vestidos y adornados de la misma manera que los viriles Iowas que les rodean.
El toque de un tambor, indica el comienzo de la ceremonia; la tribu disminuye el ruido y presta atención, mientras los sacerdotes chamanes principales, aparecen en el centro de lugar y empiezan a entonar los canticos ritualísticos en el idioma de ese pueblo; toda la congregación canta; levanta las manos y e intercambian estrofas por géneros, es como un gran coro al son de los tambores; los 3 hombres blancos mayores, Georg, Friedrich, y Agustino, admiran tal espectáculo, sentados a un lado de Cara de Lobo y todos sus principales líderes; Agustino el español, siente un gran nudo en la garganta; siente estar participando en algún acto pagano obra del demonio; como buen Católico Romano, de la orden de los Jesuitas, su misión es llevar el mensaje de la santa fe a todos los rincones que no poseen la luz en este mundo, y en este lugar, al que decidió venir, ahora ve con impotencia, el engaño y la degradación que satán puede incentivar en las mentes de quienes no se le ha revelado la fe católica, siente convicción de emprender pronto el trabajo divino, que él cree, salvara las vidas de estas infelices almas perdidas.
Han terminado los cantos, y los más jóvenes de entre los sacerdotes de Chirwoats, entran en escena y arrojan lo que parece ser semillas, sobre los mozos y la multitud, mientras pronuncian oraciones para bendecir al clan y pedir una satisfactoria culminación de la celebración, con el agrado del espíritu. Al acabar, estos últimos se retiran hacia un sitio oscurecido, luego se da la aparición de los 8 iniciados, que bajo el ritmo de los tambores, emergen del fondo oscuro; con unas máscaras cubriendo sus rostros y con taparrabos adornados como única vestimenta; se ordenan ágilmente en medio de todos los presentes.
Así empieza el inicio de un baile ritual; realizan movimientos aleatorios, intercambian posiciones, hacen señales con la mano, dan vueltas, y realizan acrobacias, resulta todo un paisaje exótico para los extranjeros que allí se encuentran, pero correcto y con alto simbolismo para el pueblo del Lobo Blanco; intensifican o disminuyen el movimiento corporal al ritmo del tambor; llega un momento en que se reúnen y rodean el alto tallado fálico de madera que representa al dios de la fertilidad y la sexualidad, y bailan lado a lado, ejecutando un circulo en movimiento con maravillosa destreza.
Toman algunas de las ofrendadas cestas de frutos y hortalizas, y las incluyen como parte del baile en torno a su divinidad; están representando ante Chirwoats, la gratitud que siente la tribu hacia el espíritu, al otorgarles buenas y abundantes cosechas; concepción de saludables hijos e hijas y parejas satisfechas en sus relaciones diarias y íntimas. Finalizan la presentación, acercándose de nuevo al centro, mientras toman sus posiciones iniciales y se arrodillan en el suelo, mientras quedan inmóviles con el rostro enmascarado mirando hacia el frente, cesa el golpe de los tambores.
Los principales sacerdotes chamanes, se dirigen hacia ellos, y uno por uno los empiezan a impregnar con el soplo del humo que se desprende de objetos que se asemejan a un incensario; se pronuncian hacia la multitud, y les indican en voz alta, los nombres de los adolescentes iniciados, mientras les dicen, que desde este momento el dios va a entrar en cada uno de los 8 jovenzuelos y hará la elección de los jóvenes privilegiados; desde ese momento la primera parte del “ la danza de los dos lobos ” se introduce; solo uno de los 8 jóvenes permanece en centro del ceremonial, sus ojos son vendados y debe danzar a ciegas; los demás son llevados al fondo, acompañados de los chamanes líderes, quienes han decidido hacerlos danzar uno a uno; entre los que esperan su turno, se halla Ojos de Gacela.
El propósito del baile ritual a ciegas; es que el dios Chirwoats, obrando a través del adolescente, elija a uno de los 31 jóvenes, incluyendo a los dos blancos, para que formen parte de una compleja ofrenda mística y corpórea, que es la base principal de la ceremonia; ella asegura para los Iowas, la continuidad de las bendiciones divinas, y satisface y conduce las energías que se desprenden de la capacidades del dios e influyen sobre las vidas de toda la tribu diariamente; para los jóvenes candidatos, este ritual representa, servir a uno de los espíritus protectores de su pueblo, honrar a su familia, y vivir en carne propia una gran satisfacción, que no se repite en mucho tiempo; algunos de ellos, tienen la esperanza de ser escogidos como el lobo de Ojos de Gacela, sin duda, es el joven más deseado entre ellos, el mejor premio que uno de esos viriles hombres podía recibir.
La elección toma marcha; es elegido por los sacerdotes, uno de los muchachos, y lo dirige y posiciona de pie en el centro, mirando hacia la multitud, de espaldas al primero de los 8 iniciados; los tambores emiten sonido, y el vendado danzarín, empieza a realizar movimientos en torno al otro joven; lo rodea, da vueltas, alrededor de el; se acerca toca su rostro, tantea sus brazos y pecho; resulta un baile ligeramente sensual y de cortejo; minutos después, el silencio y alejamiento del iniciado, indica simbólicamente, que el dios no le ha concedido formar parte de su ofrenda por este año; el sacerdote mayor, cortésmente le retira y prosigue a elegir al siguiente mozo; el que viene de segundo, es afortunadamente favorecido por Chirwoats; el danzante ha emitido con su boca un alarido, que confirma que el dios le ha elegido; la tribu, emite similares alaridos de alegría, la familia del seleccionado esta rebosante de gozo.
Es quitado el vendaje de los ojos del adolescente, y este camina hacia el elegido, lo toma de una de sus manos, y se van del lugar, guiados por uno de los sacerdotes mayores; así se procede con los siguientes participes del rito; hasta que pasado más de dos horas, solo queda dos últimas danzas; la penúltimas la de nada menos que la de Ojos de Gacela; este se encuentra confiado, una sobrenatural energía, recorre su cuerpo; el cree totalmente que el espíritu está presente, siente que desde ese momento, su vida girara hacia otro sentido; ya se ofreció totalmente a él, atrás habían quedado sus viejas convicciones, esta noche le adoraría con todo su ser.
Llevaron a Ojos de Gacela al centro del ritual, vendaron sus ojos, y luego, trajeron a unos de los tres últimos jóvenes que quedaban de los 31; este era, Garra de Oso. Un intrépido y hábil guerrero de la tribu, que desde hace un tiempo, era alabado y respetado por su increíble ferocidad en las guerras con otras tribus; además de que era buen cazador, era fuerte, más alto que el promedio, y físicamente atractivo; siempre recibía elogios y buenos augurios sobre su futuro como guerrero; este sentía un afecto y deseo profundo por Ojos de Gacela, era uno de sus pretendientes que más se apasionaba en lograr enamorarlo y casarse con él; pues para la cultura Iowa, jóvenes con las cualidades y personalidades duales como la de Ojos de Gacela, lo dirigían a considerarle como una clase especial de individuo en su sociedad; no lo excluían, lo integraban dentro de ella, las normas se aplicaban justamente para ellos y ellas, su deber era cumplirlas y mantener el equilibrio.
Algo inaudito aconteció en la ceremonia; el mayor sacerdote chaman de Chirwoats; se hizo presente e hizo una abrupta declaración, que jamás se había pronunciado en celebración alguna, desde que se adoraba al dios desde tiempos no contados; dijo que el espíritu había hablado, y afirmo que Garra de Oso, aun debía esperar hasta el siguiente turno, uno de los dos que aún no pasaban, debía presentarse primero en su lugar; la tribu entera quedo perpleja ante los dichos del espíritu; era un signo misterioso que en ese momento les causaba temor e interés.
Jacques y Magnus Sebastián, los dos últimos jóvenes, se miraron con confusión, sin poder entender lo que ocurría frente a ellos; desde el principio de todo, aquella procesión les cautivo totalmente, era la primera vez que veían algo como eso; sentían intensa curiosidad, respecto hacia donde tomaban rumbo las parejas que se formaban tras la elección mística; aunque en el fondo de su subconsciente, intuían algo de lo que podría estar sucediendo con ellos. Una voz, los saco de su distracción, y los hizo mirar hacia la centro de la ceremonia, uno de los sacerdotes chamanes, se acercaba a ellos, y señalaba con una de sus manos al inquieto Magnus Sebastián, el joven Alemán.
Algo le hizo seguir al que lo llamaba, a pesar de que su mente batallaba con el fatalismo y la negación; miro por última vez hacia atrás y vio la cara de preocupación de su compañero Jacques, y la mirada de molestia que le dirigía Garra de Oso. Le posicionaron en el medio, tal como a sus predecesores, y los tambores, impulsaron la danza del paciente Ojos de Gacela; el adolescente, se desenvolvió diestramente con pasos suaves y bien ejecutados; hizo contacto con su pretendido, y una descarga de energía repentina recorrió su cuerpo; no hubo necesidad de esmerarse en palpar su rostro, precariamente, Ojos de gacela logro extender sus manos al límite, hasta llegar a tocar el cuello del alto joven hombre.
El dios le guio, y le indico que él era el elegido; un alarido indico al sacerdocio y a la multitud, que Chirwoats había hecho su elección; una confusa tribu, medianamente respondió al dictamen del dios, pues muchos no se sentían agradados de que un extranjero, tomara parte en los honores que correspondían a los suyos. Fue quitada la venda de los ojos de Ojos de Gacela; y por primera vez, vio al muchacho con quien iba a culminar la danza de los dos lobos; no lo podía creer, era un hombre muy distinto a lo que él estaba acostumbrado a ver; tenia áreas que no están pintadas de rojo, con una blanca piel; poseía mayor estatura que los hombres Iowas que él conocía; entre más se acercaba a él, mayor era su descubrimiento; su rostro era distinto al de los Iowas; tenía unos extraños pero hermosos ojos del parecido del agua clara, que coloraba un rio cercano, y eran iluminados por las fogatas alrededor; era de un rostro sereno, y hermoso, cubierto de una ligera barba teñida por el tinte rojo, que ahora le dirigía su atención, a medida que el recortaba la poca distancia para verse cara a cara.
La máscara era en ese momento, un implemento propicio que ocultaba la impresión del rostro del Ojos de Gacela, se daba cuenta que estaba ante la presencia de un hombre blanco, igual como en las interminables historias que de ellos había podido escuchar pero jamás conocer hasta ahora en la realidad; tímidamente acerco su mano a la de el, que era mucho más grande; Magnus Sebastián, miro su intención, y envolvió la mano Izquierda de Ojos de Gacela con diestro cuidado; ambos sintieron una descarga recorrer sus cuerpos de nuevo, al tener contacto; no dejaban de mirarse sin hablar; hasta que uno de los sacerdote de Chirwoats, los llamo para guiarles hacia la culminación de su labor; los dos muchachos caminaron tomados de la mano, mientras seguían en silencio al solemne adorador del espíritu.
Detrás de ellos; la mirada de la multitud seguían su trayecto; Cara de Lobo, también observaba la escena; en sus pensamientos, la figura de su hijo menor aparecía, contemplando el camino que ahora en adelante tomaba la vida de este; no estaría en casa como solía estar antes; no lo entretendría con sus simpáticas ocurrencias, ni tocaría como siempre la flauta de madera con que traía la paz en todas las todas las esquinas de su hogar; sentía nostalgia entre más pensaba en ello; era un hombre rudo y con mucha templanza, pero a la vez, él era sentimental, amaba a sus hijos, y sentía aprecio por las cualidades de cada uno; Ojos de Gacela era su pequeño regalo de los espíritus; un plan futuro iluminaba su mente, a través de él, lograría tenerlo cerca, supuso que pronto se haría realidad, si los dioses así lo permitían, se relajó al meditar finalmente esto.
Un camino oscuro, era iluminado por una tenue antorcha de resina de árbol, que el sacerdote chaman levantaba con su brazo derecho; aclaraba el paso de Ojos de Gacela y Magnus Sebastián; transitaban el oscuro bosque, en las afueras del poblado del clan del Lobo Blanco; el frio de la noche era intenso; por lo que el adolescente ya se encontraba nuevamente cubierto por el largo traje tejido de color ocre y con líneas de rojo arcilla; eran conducidos hacia la espesura de elevados y antiguos ocres, que se levantaban como naturales fortalezas, que vigilaban la extensión de todo el reino vegetal congelado; su sombra, agregaba una penetrante oscuridad, que acompañaba de por sí, la nevada noche invernal; albas luces de tono naranjas, centelleaban en esparcidos puntos, de la espesura del bosque norteño; eran antorchas que iluminaban la entrada, a agujeros dentro de la base de los gigantes troncos de ocre, que los religiosos chamanes, desde tiempo atrás habían convertido en pequeñas casas dentro de la raíz del tronco, que podían albergar hasta un máximo de 3 personas en su interior; se encontraban cubiertas de piel y madera labrada, que aislaban el espacio del ambiente externo; una de ellas fue el sitio final donde los jóvenes irían a ocupar toda la noche.
-¡Mat suixvat maish has domr mush dousx hommest, guxmets Chirwoats Damsh! ( ¡Joven, este será tu nuevo hogar, donde podrás vivir y recibir al elegido como tu lobo, así como a otros hombres si es la voluntad de Chirwoats ! ) - le dijo en lengua Iowa, el sacerdote al mirar y dirigirse a Ojos de Gacela, en la entrada de la casa.
El religioso, saco del fondo de su vestido; dos collares hechos de dientes de animal, hermosas plumas, y pequeñas representaciones de madera del dios de la fertilidad, con su característica forma fálica; se las dio a ambos; y con señas le indico al alto Magnus Sebastián que se la colocara; hizo una oración en lengua, les abrió la minúscula entrada e indico que ingresaran; luego se marchó serenamente a través de la negrura del camino, solo iluminado por la antorcha que levantaba.
Los muchachos ingresaron y Ojos de Gacela cerro la puertecita de piel; dentro, el espacio se veía acogedor, a pesar de que era poco espacioso; el arte por los pliegues de la corteza del árbol, era cautivador; estaba cargada de símbolos pintados con tintes azules y rojos; también estaban presentes tejidos con formas lineales y de animales, que recubrían varios espacios del sitio; una pequeña lámpara de resina encendida, iluminaba parcialmente el ambiente; una cama de piel, abultada con hierbas secas y plumas, ocupaba una esquina del minimalista espacio natural.
Ojos de Gacela sabia lo siguiente que debía hacer, como parte del ritual de la danza de los dos lobos; aunque se sentía nervioso debido a la presencia del hombre blanco, raza con quien nunca había tenido contacto; se intentó dominar a sí mismo y continuar con lo establecido, debía poner en práctica todo lo aprendido durante el mes de preparación.
El joven alemán, miraba los movimientos de Ojos de Gacela con ahínco interés; sentía gran expectación sobre lo siguiente que iría a ocurrir; el adolescente Iowa, se dirigió lentamente hacia la cama de la esquina y luego volteo y miro a Magnus Sebastián, haciendo ademanes con las manos y el cuerpo que expresaban una invitación a que se sentara en la cama; el blanco comprendió y camino hasta la cama y quedo en el borde mirando al enmascarado adolescente.
Ojos de Gacela, le tomo el medio de sus dos voluminosos brazos con sus manos, y con una fuerza leve, le hizo sentar en el lecho; se retiró un poco hacia el frente de la cama, y le dio la espalda al prevenido alemán; era el momento de descubrir su rostro; lentamente se quitó su máscara y los adornos de pluma que recubrían su cabello y los arrojo a un lado en el suelo, luego, delicadamente empezó a despojarse del largo vestido tejido que le cubría; los movimientos de sus manos, al tener contacto con el resto de su cuerpo, marcaban una sensualidad en todos sus aspectos; esa noche el clímax era asegurar la fertilidad de la tierra y los seres humanos a través del acto sagrado para el dios.
Magnus Sebastián estaba siendo hechizado por la imagen que veía frente a sus ojos; un joven amerindio se le insinuaba eróticamente, mientras se desvestía y mostraba la desnudez de su cuerpo, con solo sus partes íntimas cubiertas por un adornado taparrabo; aquella vista le parecía sorprendente; nunca llego a imaginar que entre estas razas del nuevo mundo, existiese tales prácticas como en las que ahora se veía envuelto; era la primera vez que yacería con un individuo de su mismo género, pero le desconcertaba aún más, el hecho de aparentar ser su compañero, un joven de menor edad que la de él.
La segunda parte de la danza de los dos lobos empezaba a generar progresivamente la energía que alimentaria el poder y fuerza del espíritu al que dedicaban la ofrenda corpórea; Ojos de Gacela, al verse más ligero; volteo, y con la cabeza inclinada sin dejar ver la tez de sus claros ojos marrones, que eran cubiertos por su largo y liso pelo oscuro; se fue acercando a Magnus Sebastián, mientras que sus manos hacían desplazamientos rituales en honor a Chirwoats; se halló en frente de su lobo, y luego se colocó de rodillas, a sus pies; levanto despacio el rostro y miro a los ojos del joven alemán.
Ambas miradas quedaron prendadas recíprocamente; un brillo puro en las pupilas de tan distintos jóvenes, empezó a reflejarse como las llamas de un pequeño fuego que va creciendo, a medida que se alimenta por el oxígeno y los maderos.
El hechizo estaba incrementando su efecto; la mirada de Chirwoats estaba presente en aquel intimo espacio; Ojos de Gacela, con una delicadeza propia de su ser, elevo un poco más su cuerpo, y dirigió sus manos hacia las mejillas de Magnus Sebastián, se las acaricio dulcemente, recorrió su suave rostro, froto ligeramente su finos labios, y luego elevo finalmente su exploración hasta la cresta de plumas que cubría la cabeza del alemán; hábilmente se la despojo y lanzo en el suelo; luego bajo a su pecho, palpo el escudo de huesos entretejidos que resguardaban la camisa de tela de algodón que tenía puesta; sin mayor preámbulos la coraza fue quitada, y la última vestimenta que recubría la piel de su pecho ario estaba siendo removida; el joven europeo, solo se dejaba hacer, sus instintos ebullían del deleite que aquella novedad le estaba provocando.
El adolescente Iowa se alejó un poco de su lobo, y frente a él, emprendió el despojo del taparrabos que impedía mostrarse completamente natural hacia su elegido; Magnus Sebastián no le perdió de vista; por lo que contemplo la hermosa piel canela y la silueta de los sensuales muslos de la figura de aquel agraciado joven amerindio; el alemán estaba obsesionad0 con la mirada de aquel adolescente; sentía una intensa atracción sobre esos misteriosos ojos marrones que en ese momento le apasionaban; Ojos de Gacela se acercó a su lobo, y con una de sus manos, en el pecho de su lobo, lo dirigió a recostarse en el lecho; ágilmente se subió encima del enorme cuerpo del joven europeo, y quedaron ambos rostros de frente e igualados, mirándose a escasa distancia.
Así ocurrió el primer beso, un cálido y tímido toque de sus labios, inauguro la ofrenda sagrada para el espíritu; la modestia e inseguridad, se tornó en fuego de pasión carnal; el calor de los cuerpos danzantes, impregnaban sus pieles y el ambiente, con el fervor sudoroso de dos dedicados amantes; vigorosidad masculina se apodero del alma y materia de Magnus Sebastián; su maciza figura, envolvía completamente el menudo y robusto cuerpo de Ojos de Gacela; la cumbre del acto arribo, cuando la llama abrasaba en su máxima vehemencia, catalizo la unión de ambas almas; al ser despojado de su castidad, el entregado Ojos de Gacela, poseído por la delicia y las emociones del acto sagrado.
Agradado de toda la energía de las ofrendas, Chirwoast, a su tiempo, bendijo las cosechas de las próximas temporadas; los vientres de las mujeres se tornaron fértiles nada más acontecer el nuevo lecho; el deseo y el amor, rebosaron abundantes en el entorno, como fundamentos irrevocables de la estabilidad dentro de la sociedad Iowa.