El primo de mi Mamá (II)
El primo de mi Mamá (II)...
En verdad, vivía excitado, habían pasado 20 días desde mi primer encuentro con el primo y no había indicio de volver a visitar la casa de la tía, por lo tanto me la pasaba de paja en paja, estaba tan loco que hasta lamía mi propia leche.
Un día tomando sol en la terraza de mi edificio pude ver entre la ropa colgada y recién lavada de mis vecinos, dos pequeñas bombachas, una negra y otra blanca y no pude resistir la tentación de robarlas.
Ya no sabía que hacer con mi cuerpo y me consumía en una incomparable calentura. Ahora me masturbaba con una de las bombachas puestas, acababa en mi mano y con mi semen comenzaba a masajear mi ano y colocando un dedo en el agujero de mi ojete comenzando a presionar levemente para evitar el dolor. A los pocos días mi esfínter se había ensanchado y elastizado lo suficiente como para no oponer demasiada resistencia al ingreso de uno o más dedos, esta autopenetración me procuraba algún placer, pero no me alcanzaba, necesitaba la piel áspera del primo, el olor de su pene y sus huevos que guardaba en el recuerdo, su miembro en mi boca llenádome de leche, su lengua recorriendo mi cuerpo y deteniéndose en mis pezones, pero sobre su negra y brillante poronga penetrando en mi culo en lugar de mis dedos.
Habían pasado casi dos meses y un Domingo mi mamá dijo "vamos a visitar a la tía Teresa", mi corazón comenzó a latir de una manera que parecía iba a saltar de mi pecho. Llegamos a las 2 de la tarde y cuando me encontré con el primo nos dimos un distraído beso de bienvenida rozando apenas nuestros labios, fue una tarde terrible, no hacía más que mirarlo y desearlo, nos encontramos un par de veces y rozamos nuestros cuerpos y manos, pero nada más, una verdadera frustración.
Cuando finalizaba la tarde vi que el primo se acercaba a mi madre y mantenían una larga conversación que mucho me intrigó. Cuando volvimos a casa mi mamá me llamó y me contó que el primo le había dicho que su ceguera le impedía hacer correctamente algunas cosas en la casa y en la imprenta, que requería cierta ayuda y que si no le parecía mal yo podría ayudarlo todas las tardes de 16 a 19 hs., horario apropiado por cuanto ya se habrían retirado todos los empleados. Además prometía un pequeño sueldo y la facilidad de que aprovechara parte del tiempo para hacer las tareas de la escuela. Mi madre me dijo que no estaba obligado aceptar, pero que ese refuerzo de dinero ayudaría mucho con los gastos de la casa, entonces respondí que lo haría con gusto y que si ella quería empezaría mañana mismo.
Al otro día a las 16 hs. en punto toqué el timbre en la casa de la tía Teresa, se abrió la puerta y allí estaba el primo con una bata azul y presuntamente desnudo por debajo, cerró la puerta y me abrazó fuertemente, yo busqué su boca y su lengua comenzó presurosa su delicioso recorrido.
Grande fue mi sorpresa y mi alegría cuando me enteré que el horario de mi "trabajo" coincidía exactamente, con la diaria visita de la tía a su club para charlas y jugar cartas con sus amigas.
En un rato estábamos completamente desnudos en esa enorme y mullida cama y ya tenía en la boca su brillante y oscura verga, el primo no pudo frenar su sansiedad y en pocos minutos me llenaba la boca y el estómago de leche, porque me tragué hasta la última gota y no me detuve hasta que mi lengua limpió totalmente su pija. El primo mientras acababa gritaba "toda mi leche para vos mi niña", me trataba y me hacía sentir como una nena.
Entonces me di vuelta y le ofrecí mi cola dispuesto en cuatro patas y empezó a acariciar y chupar mi ojete, su lengua con un vigor extraordinario procuraba abrirse paso y casi lo lograba, entonces sentí a mis espaldas que habría un pote y enseguida sentí su mano cargada de vaselina que embadurnaba la raya de mi culo y en especial inundó mi ojete, un dedo comenzó hábil y deliciosamente a jugar con mi esfínter (aquí es oportuno aclarar que los ciegos a falta de la vista desarrollan en extremo sus otros instintos y el tacto, para mi dicha y placer, es uno de ellos), no podía contenerme y empecé a gritar locamente y gemía y le pedía que no quería sus dedos, que por favor quería su verga dentro de mí.
El primo no se hizo desear y enseguida pude sentir su enorme capullo comenzando a pujar en la puerta de mi orto y cuando metió su cabeza creí que me partía al medio y un dolor profundo me hizo estallar en llanto, mi culo estaba preparado para mis dedos, pero no para esa tremenda pértiga, pero en la medida que pasaron algunos minutos el dolor cedía, por cuanto el primo me penetraba lentamente se tomaba su tiempo para que el conducto se amoldara a esa bestia que avanzaba hasta mis intestinos.
Al cabo de un rato y lentamente, logró penetrarme por completo, sentía una fantástica sensación de plenitud, tenía toda su verga adentro, con sus huevos apoyados sobre mis nalgas, entonces le dije "ahora si me siento tu nena, tu putita, cogeme mi amor" y el primo comenzó a moverse y el placer fue infinito, fue aumentando la velocidad y al cabo de unos minutos su ritmo era frenético, creí volverme loco de placer, y allí pude darme cuenta que la mejor elección de mi vida era la de asumirme como puto y tener un macho como ese.
En ese momento sentí que me la sacaba y comencé a protestas, pero me dijo que esperara que enseguida me la iba a meter, me dio vuelta y me puso de frente a él, puso mis piernas sobre sus hombros, abrió mi culo y me la metió por delante de un solo empujón que me hizo gritar al renacer el dolor, pero esta vez fue fugaz y el primo comenzó a serrucharme con vehemencia, mientras tomaba mi garcha y comenzaba a darme una tremenda paja, de pronto el primo contrajo sus músculos y volvió a llenarme de leche, la que desborba mi ano hacia mis nalgas, sin permitir que la sacara del culo, me hizo acabar y grandes chorros de mi leche golpearon el pecho del primo.
Cuando me la sacó, durante un buen rato seguía sintiendo la sensación de tenerla adentro, nos quedamos abrazados largo rato, y luego, sin decir palabra me llevó al baño y me bañó con mucha espuma y agua tibia.
El primo habla poco, pero no necesita decirme nada, yo dejaba que me hiciera todo lo que el quisiera hacerme y durante largos meses, con la excepción de los fines de semana, me penetró todos los días sin faltar uno.
Era un verdadero hombre y yo su nena, nunca pretendió ni permitió un cambio de roles.
A través del tiempo otros hombres han disfrutado de mi boca y de mi culo, pero mi verdadero macho siempre será "el primo".