El primero en... (Leer: Capítulo 4)
Hay tres tipos de personas: Los que hacen que las cosas pasen; los que ven las cosas pasar y los que preguntan cuando pasaron las cosas... Hola, soy Nat y esta es mi historia
La pequeña pantalla de mi ordenador portátil comenzó a trasmitir las imágenes de mi “Gendo”; bueno, en realidad no era mi compañero al completo, porque la cámara solo dejaba ver una parte de sus fuertes abdominales y sus pectorales marcados, con incipiente pelo saliendo tras una reciente depilación, y sus manos tecleando en un ordenador de sobremesa, aunque no sé podía ver nada que me ayudara a observar algún elemento de la decoración de la habitación donde se encontraba.
- Vaya, pues sí que estás medio desnudo.- tecleé con una sonrisa en los labios y bastante excitada por haber llegado hasta este punto.- No estás nada mal, ¿sabes?
- Jajaja… ¿No estoy nada mal? Me ha gustado esa frase.
- Bueno, cariño, es que los pasteles hay que probarlos para saber si te gustan o no…
- Sí, pero veo que el escaparate de tu pastelería está cerrado.
- Jajaja. ¿Quieres verme?
- Bueno, siempre me ha gustado estar en igualdad de condiciones.
- Quiero que me lo digas, Gendo … ¿Quieres verme?
- Mi Rei Ayanami , sabes que estoy deseando de verte.
Sonreí al ver esa última frase que denotaba un deseo increíble… Ha invitado a Gendo a ver imágenes por su dispositivo cam, ¿confirmar invitación? ... Conexión establecida . La pequeña ventana que se abrió en mi ordenador mostraba mi pequeño sujetador de encaje y un generoso escote; me pasé una mano por el pecho como si quisiera demostrarle que, en realidad, era yo la que estaba frente a ese ordenador.
- Vaya, estás preciosa…
- Me sobran algunos kilos.
- Ni hablar, Rei … Estás perfecta, odio los cánones de belleza impuestos; me gustan tus tetas, tu vientre, tu ombligo.
- Vamos que te gusta todo lo que ves porque no se ve nada más…
- No está mal para un escaparate.
- Bueno, se supone que los mejores productos se exponen en los escaparates, o sea que no esperes nada mejor.
- No estoy de acuerdo con eso; las buenas pastelerías se guardar el producto estrella solo para clientes gourmet .
- ¿Y tú eres mi cliente gourmet ?- escribí sonriendo con la metáfora de mi profesor.
- Lo de cliente suena mal, porque implica que eres una mercancía, pero digamos que soy un admirador gourmet .
- Me gusta lo que dices, ¿sabes?
Y dejando eso escrito, me levanté del sofá cuidando de no se me viera la cara en el movimiento porque, ante todo, quería seguir con ese juego que Pedro había impuesto y que cada vez me gustaba más. Dándole la espalda a la cámara, y mirando por encima de mi hombro para ver que el ángulo de visibilidad era bueno, comencé a bajar mi pantaloncito del pijama dejando a la vista mi trasero solo cubierto por unas pequeñas y provocativas braguitas blancas que se metían un poquito en mi culo dejando ver mis cachetitos… Me recreé en la acción de quitarme la prenda, inclinándome para que Gendo , pudiera observar cada centímetro de mi piel y de esas pequeñas braguitas y aprenderme de memoria.
Mi niña, tienes un culo increíble… No te puedes imaginar lo que me gustaría…
¿Me ves ahora mejor que el otro día?- dije tratando de provocarlo más aún.
¿Cómo?- dijo Pedro sorprendido, que sabía por donde iban los tiros.
Bueno, como dijiste que el otro día me veías en tu mente como me masturbaba…
Jajaja… Eres mala persona, te gusta jugar conmigo.
Me gustaría hacer otras cosas contigo, pero estás tan lejos, ¿no?
Sí, te veo mucho mejor hoy que imaginándote el otro día…
¿Estás caliente, mi Gendo ?
Pedro, por toda respuesta, alargó su mano hacia la cam y bajó el ángulo para mostrarme un boxer negro que denotaba una tremenda erección… Buff, eso fue como si encendieran una mecha en mí; aquel bulto era la polla de Pedro, de mi vecino, de mi adorado profesor.
- Vaya, parece que sí lo estás.
Ahora ya no veía sus manos teclear, porque dejó la cam apuntando a ese paquete que llenaba la pequeña pantalla de mi ordenador.
- No sé si estamos yendo demasiado lejos para ser nuestra “segunda cita”
- Tú dijiste que lo bueno de Internet es que no había que cuidar las formas.- solté y, antes de que se fuera a arrepentir, bajé la camara para enfocar mis braguitas, abriendo las piernas.
- ¿Sabes? Tienes el punto justo de poca vergüenza para resultar excitante.
- Cariño, si esto no ha hecho nada más que empezar…- dije dispuesta a dejarlo sin palabras y metiendo mi mano dentro de mis braguitas, ya empapadas.
Dos de mis dedos acariciaban en círculos mi cosita, provocando un placer increíble; no me podía creer que hubiera llegado a ese nivel de excitación sin apenas haberme tocado, pero Pedro tenía un efecto devastador en mí. Era como un afrodisíaco para mi, que si no paraba me iba a llevar al orgasmo en minutos. Entonces en la pantalla, que enfocaba ese bultazo en el boxer, apareció una de sus manos, adornada en su dedo pulgar con una de esos anillos anti-estrés. Esa mano comenzó a acariciar y a apretar su polla sobre la prenda interior.
- Estoy empapada, ¿sabes?.- le dije mostrándole mis dedos mojados recién salidos de mi coñito
- Y yo voy reventar…
- Creo que vas a hacer que me corra de un momento a otro, pero no quiero…
- ¿No quieres?
- No sin que te corras tú… Por favor…- dije mientras mi respiración se aceleraba y tenía que bajar el ritmo marcado por mis dedos que machacaban mi clítoris.
Como si quisiera jugarme mi última carta, levanté las piernas para quitarme esas braguitas blancas, sacándolas por mis tobillos en un gesto sensual. Allí estaba yo, que siempre me había considerado pudorosa a la hora de mostrar todo mi cuerpo desnudo, abierta de piernas y enseñando toda mi intimidad a aquel hombre que me tenía loca. Mis dedos jugaban con mi coñito, ahora sí, a plena vista de la cam, y el hecho de sentirme observaba era como si fuera su lengua la que rozará mi clítoris.
- Es precioso, ummm… Eres espectacular.- me dijo sin dejar de sobarse la polla sobre el boxer.
- Por favor…- escribí simplemente esperando que lo entendiera.
- ¿Qué quieres? Tú misma lo has dicho antes, las cosas hay que pedirlas…
- Por favoooooor…- insistí sin dejar de masturbarme..
Y, entonces, como si las palabras sobraran en ese momento para describir lo que los dos deseábamos desde hace tiempo, su mano bajó el boxer para que su polla saltara como un resorte… Era grande, pero sin un tamaño desmesurado como leo en algunos otros relatos, pero si bastante gruesa. Su mano comenzó a pajearla muy suave, con ese glande descapullado y húmedo y sus dos huevos que tapaban la goma del boxer.
Dios mío, me tienes a mil…- le dije sin dejar de masturbarse. Es gruesa… Y devorable.
¿Devorable? Jajaja, eso suena muy bestia.
Si tú lo dices… Pero estoy segura que me pedirías que repitiera.
Si yo te contara en lo que estoy pensando ahora mismo…
Dímelo…
No hace falta que lo diga ya lo imaginas seguro…
Dímelo…
Como si estuviera pensándolo, Pedro retiró su mano de su polla, que seguía palpitando, para escribir aquello que me haría. Yo no podía dejar de tocarme, impaciente por leer lo que me iba a escribir, saber lo perversa que podía ser la mente de Gendo
- Me encantaría meter mi cabeza entre tus piernas y morderte el interior de los muslos; tocar con mis propios dedos la humedad de tu coñito y probar ese manjar perdiendo mi lengua en cada hueco de ese paraiso… Comértelo muy despacio mientras mis manos acariciaran tu vientre y jugaban con tu ombligo; sentir como aprietas mi cara con tus piernas dejándome sin aire, cuando estés a punto de correrte. Quiere beberte, secarte y mojarte de nuevo… Quiero probarte hasta saciarme…
Leer ese párrafo en mi pantalla desató todos los demonios que llevaba dentro, mis dedos se perdían en el interior de mi coñito, dejando ya a un lado mi clítoris; me ardían los ovarios, y no me podía creer la intensidad del orgasmo que estaba apunto de tener… Su mano, viendo mi reacción y mi respiración agitada, volvió a rodear el tronco de su polla y aceleró el ritmo, como si buscara llegar a correrse a la misma vez que yo.
Pero yo sabía que era imposible que lo hiciera, porque el simple hecho de ver como esa mano sacudía con fuerza el tronco de su polla hizo que me llegara ese orgasmo que me estaba matando.
- Me corroooooo, dioooooos…- le anuncié teniendo que dejar de escribir un momento para llevarme las dos manos a mi sexo y acariciarlo con vehemencia para alargar el placer todo lo posible.
- Yo estoy a punto de hacerlo, guapa… - escribió él acelerando aún más el ritmo.
- Me encantaría que te corrieras en mi boquita, yo también quiero probarte.- lo provoqué ya más tranquila pero sin dejar de acariciar mi cosita.
- No sabes lo que me gustaría hacerlo… ¡Me corro!- anunció dejando de pajearse, para agarrarse el miembro por la base.
Y explotó con un movimiento de pelvis y su polla comenzó a escupir semen a borbotones que se escurrían entre sus nudillos para llenar el pecho, las abdominales y ese boxer negro. Me mordí el labio al ver el efecto que había causado en aquel respetable profesor de Literatura; sentí un cosquilleo en mi útero y, puedo asegurar, que si el orgasmo anterior no me hubiera dejado desmadejada en el sofá.
- Rei , perdóname un momento, pero tengo que ir a limpiar este estropicio.
Eres como todos los hombres… Me dejas después de follarme, jaja.
Sabes que no… Ahora vuelvo.
Pedro desapareció de la cam, dejándome ver el fondo de la habitación donde estaba el ordenador… No se veía mucho porque el ángulo de la cámara era corto, pero sí podía una estantería con libros y una litografía de un cuadro de Miró. El tiempo que estuve sola frente al ordenador, lo ocupé poniéndome mis braguitas de nuevo y la camiseta que me había quitado nada más marcharse Miriam de mi casa. Después me levanté y yendo a la nevera me eché un vaso de zumo de naranja, para volver frente al ordenador. Me dí cuenta que podría tirarme horas frente a aquella pequeña pantalla, si Gendo estaba al otro lado.
Como tardaba, me levanté curiosa para asomarme a mi habitación desde cuya ventana, pude ver la luz de la habitación de Pedro y a éste poniéndose un pantalón de pijama, tras dejar una toalla en el suelo… Se había duchado incluso, lo que me daba una ligera idea que como habría sido su corrida; reí divertida para volver a sentarme en el sofá, frente a la pantalla, para que segundos después apareciera el cuerpo de mi “desconocido” amante vestido con ese mismo pantalón que le había visto ponerse a mi vecino.
- Ya estoy aquí, perdón pero he tenido que darme una ducha.
- No pasa nada, aproveche para tomarme un zumo… Me encanta que hayas vuelto.
- ¿Y eso? ¿Por qué no iba volver?
- Bueno, digamos que suponía que, una vez hubieras acabado, te marcharías.
- Rei, para mí, lo raro es lo que acabamos de hacer, porque el juego consiste en conocernos tú y yo… Me gusta hablar contigo.
- Pero parece que no controlamos nuestros impulsos, porque casi siempre acabamos igual.
- Solo hemos estado juntos dos días aquí…
- Y un día acabé masturbándome mientras pensaba en ti y el otro corriéndonos mientras nos mirábamos por cam .
- No quiero que pienses que lo que busco es solo eso en ti.
- Lo sé, lo sé… No te estoy culpando, mi Gendo . Además no pienso arrepentirme de algo que me ha gustado tanto.
- Háblame de lo que quieras…
- Vale… Cuando te has ido he visto esa estantería llena de libros detrás de ti… ¿Te gusta la lectura?
- Jajaja… Reiiiii… - escribió a modo de protesta.
- Vale, vale… Nada de preguntas relativas al exterior.
- Sobre todo nada de preguntas absurdas de las que ya sabes la respuesta… Esto es nuestro juego, nuestro oasis…
Me quedé un instante leyendo esa última frase; era como un alegato en defensa de un voto de confianza depositado en mí… Me decía entre líneas, “sabemos quienes somos, pero eso no nos importa ni a nosotros…”. Y, en parte, tenía razón porque me sentía muy a gusto hablando con él por Messenger, como si estuviera a miles de kilómetros de mí. Sabía que le gustaba la lectura, sabía que tenía muchos libros. ¡Joder, si era mi profesor de Literatura y Artes! ¿Cómo coño no le iba a gustar leer? Pero aquí, en “nuestro oasis”, él era Gendo y yo era Rei … Y por primera vez en muchísimo tiempo, me apetecía confiar en una persona.
- ¿Has visto la serie completa?
- ¿ Evangelion ? No, no me ha dado tiempo… Sólo los primeros cuatro capítulos, pero tengo que admitir que es interesante… Yo de dibujos animados sólo he visto Campeones y Dragon Ball
- No son dibujos animados, es anime .
- ¿No es lo mismo?
- Hay gente que te mataría por decir eso.
- Joder, que radical eres…
- Jajaja
- De todas formas, estoy un poco decepcionado…
- ¿Y eso?
- El personaje de Gendo … Es un poco viejo y un autentico hijo de puta. ¿De verdad me ves así?
- Bueno, tú eres el creador del juego… Eres el titiritero detrás de la instrumentalización humana.
- ¿Qué es eso?
- Tendrás que ver la serie para entenderlo… Pero sólo es un nombre, no creo que seas igual que él.
- Vale, porque tú tampoco eres tan fría como Rei
- Sí, sí… Eso lo he demostrado hace un rato… Ufff, me has dejado hecha polvo.
- Jajajaja… Oye, ¿te puedo preguntar algo personal?- dejó caer como si fuera sin intención.
- Bueno, se supone que no debemos hacer preguntas personales.
- No… No debemos hacer preguntas destinadas a conocer cosas que ya sabemos el uno del otro… Pero si podemos preguntar cosas que nos ayuden a conocernos como personas.
- Vale, entonces pregunta lo que quieras…
- ¿Tienes novio o pareja de algún tipo?
Esa pregunta me pilló de improviso y me quedé perpleja; sabía perfectamente que era consecuencia de lo que había visto en la cafetería de la universidad: a Gonzalo besándome en los labios… Un gesto que me sorprendió tanto como a él, pero que era más una demostración de la amistad que nos unía que de cualquier relación sentimental entre nosotros. Bueno, pero al menos me demostraba algo: Pedro se sentía celoso de esa escena; pensar en eso me hizo sonreír.
- No, no tengo pareja ni nada por el estilo… Se puede decir que lo más cerca de tener una pareja es un personaje de dibujos animados imaginario.
- Es anime .
- Jajaja… Eres un chulo, ¿lo sabias?
- Tengo una buena maestra…
- Jajaja, sí, supongo…
- Bueno, Rei , tengo que irme, que tengo cosas que hacer… Me encantaría verte por aquí más a menudo.
- Lo he pensado mucho y acepto el reto…
- ¿Qué reto?
- Bueno, si te soy sincera, al principio estaba un poco confundida con todo esto del juego que planteabas, pero me gusta… Me ayuda a conocerte y a conocerme.
- Vaya, eso es muy profundo.
- ¡Lárgate ya!- le dije.
- Mientras no apagues la cámara no me iré; esas piernas me vuelven loco.
Me dí cuenta que en ningún momento habíamos quitado la cámara. Él podía ver mis piernas solo cubiertas con esas braguitas; y yo, su torso cubierto por esa camiseta que marcaba la anchura de sus pectorales.
- No me había dado cuenta que seguía puesta la camara.
- Nos acostumbramos muy rápido a lo bueno… Eres como una droga para mí… Mi cocaína.
- Eso está copiado de Edward Cullen …
- ¿Quién es ese?
- El vampiro de Crepúsculo… Le dice a Bella que es su heroína.
- Por favoooooor. No me compares con ese tío. Es de los libros peor escritos del mundo.
- ¿Qué dices? Son buenos.
- Quiero que hagas una prueba; coge uno de los libros de la saga y subraya las veces que termina una línea de dialogo con la frase: “puso los ojos en blanco” Ya tienes algo que hacer esta tarde…
- Alguien me ha dejado un libro para que lo lea.
- Pues léelo, es mucho más interesante que esos de vampiros que brillan.
- Gendooooo … El juegoooo…- le dije por el comentario que había hecho sobre el libro que él mismo me había recomendado.
- Perdón… Venga me voy ya…
- Adiós, mi Gendo .
- Adiós, señorita Ayanami.
Pedro se desconectó y quedó un vacío en la habitación como si me hubieran cortado el cordón umbilical con aquello que me mantenía con vida; ¿cómo era posible que una relación virtual le estuviera afectando tanto?
Me levanté del sofá y saqué de mi mochila el libro que Pedro me había dejado. Miré el título otra vez, “ El nombre del viento ”… Me disponía a leerlo, cuando mis ojos fueron al pequeño mueble del salón donde tenía amontonados algunos libros traídos de mi casa. Tenía la manía de llevar conmigo algunos libros, aunque ya los hubiese leído y, entre ellos, estaba “ Crepúsculo” … Dejé el libro de Pedro sobre el mueble y cogí aquel ejemplar del best seller; comencé a contar lo que me había dicho mi Gendo … Cuando iba por doce, eché a reir dejando el libro sobre el otro montón.
Me dejé caer sobre el sofá y cogí de nuevo el libro recomendado por mi vecino y comencé a leer:
“Prólogo
Un silencio triple.
Volvía a ser de noche. En la Posada Roca Guía reinaba el silencio, un silencio triple…”
Al día siguiente, entraba en el campus con una sonrisa de oreja a oreja; supongo que la etapa de adaptación había concluido de manera satisfactoria. Tengo que admitir que tenía miedo a eso de vivir sola, aunque me apeteciera algo de intimidad e independencia, pero me había acostumbrado y, como decía mi padre, había fomentado mi sociabilidad.
Nada más entrar en el edificio principal de la facultad, Gonzalo se acercó a mi como un rayo.
- ¿Qué pasó ayer?
- Joder, que pesadito eres, ¿eh?
- No se te ocurriría decirle nada, ¿no?
Miré hacia los lados, como si sospechara que alguien pudiera estar escuchándonos; después cogí del brazo a Gonzo y lo arrastré a uno de los pasillos más escondidos.
- Mira, nene… No hice nada, excepto contestar a sus preguntas.
- ¿Preguntas? ¿Qué preguntas te hizo?
- Que si tú y yo habíamos follado el otro día, que si había algo serio contigo, que si yo era la causa de la rechazaras el otro día…
- ¿Miriam te dijo eso?
- A mi no me uséis de Celestina, que ya sois mayorcitos… Ella te gusta, tú a ella también, ¿qué problema hay?
- Yo he dicho que me gusta pero yo no he dicho que quiera nada con ella…
- ¿Cómo que no? ¡Me estuviste comiendo la cabeza con qué no podías liarte con ella porque solo era sexo y tú sentías algo más!
- Bueno, pues ahora he cambiado… Ya me da igual.- dijo mirando hacia abajo y tratando de ocultarme sus ojos, porque sabía perfectamente que mirándolo podía vislumbrar se mentía o no.
- Fóllame…- le solté en voz baja
- ¿Qué?- dijo levantando su mirada con los ojos como platos.
- Quiero que nos vayamos a algún sitio y me folles tan fuerte como puedas.- le dije para provocarlo
- Yo… Yo no…- titubeó tartamudeando.
- ¿Ves? Estás colgado por ella… Lo que pasa que ahora que sabes que eres correspondido te has acojonado.- le dije dando un golpe en la frente con mi mano.
Gonzalo me miró a los ojos, demostrándome que tenía razón… En ese momento llegó Dani a donde estábamos nosotros.
- ¿Qué pasa, parejita? ¿Nos vamos?- dijo cogiéndonos a los dos de los hombros.
- ¿Dónde vamos?- dije algo preocupada.
- Están todos en la cafetería, aún queda media hora para que empiecen las clases.
- Ok, tío… Vamos…- dijo Gonzalo recuperando la actitud chulesca que no era capaz de usar conmigo, después de tantos años.
Nos dirigimos a la cafetería y en aquella mesa estaban todos: Luisa, Carla y Miriam, que me miraba con una sonrisa.
- Vaya, tienes buena cara, ¿sabes?- me dijo Miriam dándome dos besos en la mejilla.
- Tiene buena cara y buen todo…- dijo Dani mirándome de arriba abajo y marcándome en los vaqueros ceñidos que traía.
- ¡Cállate ya, orangután!- protestó riendo Carla, dándole una colleja a Dani que sonó en toda la cafetería.
Las carcajadas de la pandilla resonaron en toda la sala, atrayendo las miradas de todos los clientes, mientras Dani y Carla peleaban en broma… Miriam estaba cogida de mi brazo, de pie; Luisa y Gonzalo sentados con los demás. Charlábamos sobre temas absurdos y sobre los planes para el siguiente fin de semana, a pesar de que aún era martes.
- Ahora sí me he fijado en como me mira Gonzo…- susurró Miriam acercándose a mi oído.
- Bueno, está un poco asustado… Daros tiempo, es lógico que os de miedo dar el paso.
- Como a ti… Nunca lo das.
- ¿Cómo dices?
- Yo también puedo hacer de psicóloga y tú, das muy buenos consejos pero no los asumes…
- Ya te dije que el amor no se busca, se encuentra… No habrán llamado a la puerta correcta.- dije encogiéndome de hombros.
- Quizás no haya que llamar a ninguna puerta; quizás deben encontrarla abierta.- dijo con una sonrisa Miriam, demostrándome tener más coco de lo que le suponía el día que la conocí.
Justo en ese momento, como si el destino estuviera jugando una partida de póker. Pedro entró en la cafetería acompañado de otro profesor… Mi mirada se quedó clavada en él, sin que Miriam se diera cuenta. Él, por supuesto, me correspondió mientras su amigo pedía un café apoyado en la barra. Me fijé en el gesto que hacía con su mano, girando el anillo anti-estrés que llevaba en su dedo pulgar… Me mordí el labio de recordar la escena del día anterior. Vi que el compañero de Pedro recibía una llamada al móvil y se disculpaba con mi profesor para hablar a una distancia prudencial.
Pedro estaba solo en la barra y me miraba con esa sonrisa; yo me solté del brazo de Miriam y abriendo mi mochila saqué el libro.
- Espera un momento… Voy a devolverle el libro al profesor.
- Vale, nena…- dijo Miriam incorporándose a la conversación de la mesa.
Me acerqué a Pedro, tras haber dejado la mochila sobre la mesa de mis amigos y con el libro en la mano. Él giró la cara, mientras daba un sorbo a la taza de café caliente, como queriendo guardar las apariencias conmigo, esa frontera invisible que marcaba el juego.
- Hola, señor profesor.- dije con una sonrisa en los labios.
- Hola, Nat, ¿cómo estás?
- Muy bien… Quería devolverte el libro.
- Pero, ¿no lo has leído?
- Claro que lo he leído… Me ha encantado; lo inteligente que es Kvothe y como llega a la universidad.
Pedro me miró sorprendido, porque se dio cuenta que no le mentía al decir que me había leído el libro en un solo día. Y era la verdad, porque cuando un libro me engancha no puedo parar hasta no ver el final…
- Vaya eres una devora libros…- dijo cogiendo el libro de mis manos.
- Bueno es bastante… Devorable…- sonreí al terminar la frase.
Él sonrió sabiendo a lo que estaba haciendo referencia, justo cuando su amigo colgó el teléfono y se acercó a donde estábamos nosotros.
- Héctor, ésta es Natalia, mi prima… Y, también alumna mía- dijo volviendo a la excusa que yo le puse a D. Ramiro cuando nos pilló hablando en la fiesta.
- ¡Ah encantado!- dijo dándome dos besos.
- Bueno, yo me voy ya, primo… Nos vemos en clase.- le dije guiñándole un ojo sin que Héctor nos viera.
Volví al grupo donde estaban mis amigos y me senté en una de las sillas que ahora estaban libres.
- ¿Qué ha sido eso?- susurró otra vez Miriam que estaba a mi lado.
- ¿El qué?- contesté como si no supiera de qué me estaba hablando.
- Creo que alguien le ha quitado el cerrojo a la puerta…
- ¡No digas tonterías! Solo le he devuelto el libro…
- Vale, vale… Lo que tú digas…
Yo miré en la dirección donde estaba Pedro, que ya no me prestaba atención y hablaba de forma animada con su compañero. En ese momento sonó la sirena de entrada a las clases, como si fuera una señal que me despertara de mi sueño…
(CONTINUARÁ)