El primero en... (Descubrir: Capítulo 3)

Toda persona tiene un pasado que incide en su presente... Y presentes que marcan el futuro, y borran el pasado; Soy Nat y ésta sigue siendo mi historia...

-         Supongo que sabréis que es esto, ¿verdad?- dijo Pedro dirigiéndose a toda el aula magna desde su posición al lado de la pantalla del proyector.

Proyectada sobre la gran lona blanca se podía observar una reproducción del cartel promocional de la película “ET, el extraterrestre”. El dedo larguirucho de ese bicho de color marrón, que tanto asco me daba de pequeña, se estiraba para entrar en contacto con el delicado dedo de Elliot, el protagonista de la película; el contacto de los dos causaba un brillo en el punto de unión.

-         El cartel de la película “ET”- dijo uno de mis compañeros levantando la mano, como si hubiera hecho un gran descubrimiento, cuando era de lo más evidente.

-         Muy bien, Marcos… Pero ¿a qué os recuerda esta escena? ¿qué simboliza?

La pregunta quedó en el aire ante los murmullos de los alumnos que miraban sorprendidos la foto, buscando algún significado oculto; yo miraba con una sonrisa en los labios hacia donde estaba dando la clase mi querido vecino. Era lunes y era la primera clase que daba con él y me sorprendía por lo afable y simpático que se mostraba con la clase… No había vuelto a hablar con él por Messenger desde aquel viernes por la noche y, como si huyéramos el uno del otro, tratábamos de no tener contacto hasta reunirnos de nuevo en nuestro “juego”.

-         La supremacía del extraterrestre…- dijo uno de mis compañeros.

-         La igualdad de las especies y las razas…- dijo otro

-         No… Bueno puede ser, pero no es ese el significado que buscaba el autor.- aclaró Pedro.

Dejando la frase e el aire, pulsó el botón de avance del proyector de diapositivas para poner una reproducción del techo dela CapillaSixtina, donde aparecía el dedo de Dios tocando, de la misma forma que el extraterrestre, el dedo de Adán que lo miraba temeroso.

-         La divinidad del extraterrestre, la venida de un Mesías incomprendido… En sí, ET tiene que ver mucho con Jesús; fue un enviado que fue vilipendiado por ser diferente.

Yo dejé mi desidia para abrir los ojos como platos ante la explicación de mi profesor; me excitaba la forma con la que sentaba cátedra delante de la clase… Era una forma extraña de explicar Literatura, pero conseguía lo que quería que era la atención del aula; todos mis compañeros reían y murmullaban, sorprendidos con la explicación de Pedro.

-         Con esto os quiero explicar que lo que quiera decir el autor no tiene porque ser necesariamente lo que entienda el lector… Además todas las artes en general suelen usar como inspiración, escenas bíblicas o basadas en hechos históricos; hay quien recrea la llegada de los Ángeles vengadores anunciados en el Apocalipsis…

“Evangelion” pensé para mí con una sonrisa que fue correspondida por una disimulada mirada de mi profesor. Era una referencia clara a nuestra conversación de hace dos días y una confesión de “ que sepas que he visto la serie

-         El genero de la ciencia ficción usa con frecuencia esta licencia temática.- dijo justo cuando sonó la sirena que señalaba el final de la clase.- Para el próximo empezaremos a analizar algunas obras que usan esta técnica.

Los alumnos se levantaban de sus asientos y abandonaban la clase entre un bullicio insoportable, mientras yo me entretenía adrede para quedarme a solas con mi profesor. Recogí mis cosas con parsimonia y bajé los escalones que llevaban de la grada del alumnado a la mesa del profesor y la salida.

-         Me ha gustado mucho la clase.- dije agarrando mi carpeta contra mis pechos como una estúpida colegiala de instituto.

-         Me alegro, es una nueva forma de enfocar este tema…- dijo levantando la mirada del montón de folios que había en su mesa para observarme.

Sus penetrantes ojos en contacto con los míos diciéndome mucho más de lo que cualquier discurso pudiera comunicar; sonrió con una ternura increíble que me erizó el vello de la nuca. Los dos en silencio y mirándonos ahí de pie, sin decir nada ni mover un músculo.

-         ¡Hey, Nat!- escuché que entraba por la puerta Miriam.- ¿Qué haces aquí? Ya acabó la clase, ¿no? Hola, señor profe

-         Hola, Miriam…- dijo Pedro, nervioso y rompiendo ese vinculo que manteníamos antes de la llegada de mi amiga.- Sólo estaba recomendándole un libro a Natalia.

Pedro cogió un libro de encima de su mesa y alargó su mano para ofrecérmelo; yo lo miré un poco desubicada, entendiendo que lo hacía como excusa para no delatarse delante de mi amiga. Lo cogí y miré el título, “El nombre del viento” de Patrick Rothfuss… No parecía tener ninguno significado especial, pero lo puse bajo mi brazo.

-         Muchas gracias, lo empezaré a leer…- dije dándome la vuelta y saliendo de clase.

-         Adiós, señor profesor…- dijo Miriam con un tono de voz que claramente era un coqueteo con mi Gendo.

-         Hasta otra, Miriam… Y, Nat, léelo.

Asentí desde la puerta y salí junto a Miriam que me miraba con la boca abierta y deseando de hacerme un interrogatorio de primer grado.

-         ¿Te ha llamado Nat?- dijo alucinada.- ¿Qué significa esa confianza?

-         Nada, no flipes Miriam… Sólo es que somos vecinos y lo conocí con mi padre el primer día al llegar aquí, sin saber que iba a ser profesor mío.

-         ¡Joder! Pues a mí, me puede llamar como quiera, que soy suya.- rió mi amiga que no perdió la oportunidad para comenzar una serie de halagos sobre lo bueno que estaba mi querido vecino y no sé cuantas burradas más sobre lo que le haría en la intimidad.

Llegamos al patio lateral del edificio, donde estaban los chicos y las chicas de la pandilla. A simple vista se veía a Dani muy acaramelado con Luisa y Gonzalo me miraba con cara de pánico al verme aparecer con Miriam; supongo que temía que le estuviera diciendo que le gustaba. Negué de forma disimulada con la cabeza, lo que pareció tranquilizarlo, un poco.

-         ¿Dónde te has metido este fin de semana?- dijo Carla mientras liaba uno de sus porros.

-         Tenía que ordenar un poco el piso y adaptarme a la vida en soledad.

-         Vale… Pero no creas que podrás huir de nosotros todo el año.- dijo Dani que seguía abrazado a la cintura de Luisa.

-         No, no… No huyo de vosotros, ya tengo ganas de salir un día para tomar algo.

-         ¿Qué clases te quedan todavía?- dijo Gonzalo que parecía querer cambiar el tema de conversación de las relaciones personales, para que no incidiera en el tema con Miriam.

-         Hoy me queda otra asignatura más y me iré a casa…

-         Oye, ¿por qué no te acompaño luego y así me enseñas el piso?- dijo Miriam cogiéndose de mi brazo.

-         Vale…- dije yo contenta de tener relación con algunas de mis compañeras.- Si quieres quédate a comer, haré pasta…

-         ¡Guay! ¡Me encanta la pasta!- dijo sonriendo mi amiga.

Gonzalo me miraba con la cara desencajada, mientras de fondo sonaba la sirena que daba paso a la siguiente hora de clase; todos se despidieron para dirigirse cada uno a sus clases… El hecho de que fuera alumna de primer año, hacia que no coincidieran en ninguna de las clases. Justo cuando todos se marchaban, Gonzo me cogió del brazo para sujetarme.

-         Nat, espera.- dijo llamandome en voz baja.

-         Dime…- contesté muy tranquila aún sabiendo que iba a soportar una charla de mi amigo.

-         Por favor, Nat… ¿Por qué la invitas a comer en tu casa?

-         ¿Qué pasa, Gonzalo? Por favor, sólo trato de llevarme bien con compañeras…

-         Ya, pero…

-         ¿Pero qué? Me ofende que después de todos los años que nos conocemos creas que te la voy a jugar… No pienso meterme en tus temas; te dí mi simple opinión, pero no soy nadie para meterme en tu vida. Y mucho menos le voy a contar lo que pasó el otro día entre nosotros… ¿De verdad me crees capaz de eso?

-         Buff, lo siento, nena…- dijo Gonzo un poco avergonzado.- Tus palabras del otro día me han jodido, ¿sabes? He pasado un fin de semana fatal.

-         ¿Fatal? Pues cuando me llamaste estabas la mar de animado, jaja.

-         No me refiero a eso… Es que le he dado muchas vueltas a lo de Miriam.

Me quedé en silencio viendo como mi amigo estaba afectado; sonreí por el hecho de que se mostraba abierto y hablador conmigo y me gustaba haber recuperado esa confianza que siempre habíamos tenido. No siempre nuestra relación de había basado en sexo, sino en una amistad sincera que quizás se había visto solapada por ese tipo de relación esporádica que tuvimos.

-         Oye… Mira, vamos a hacer una cosa; la clase que tengo ahora no es tan importante… ¿Quieres que nos vayamos a tomar un café y charlamos?- le dije acariciándole la mejilla.

Gonzalo asintió un poco disconforme con mostrarse tan sentimental delante de mí. Yo sonreí porque me recordaba a aquel niño, bastante más inocente, que jugaba conmigo cuando éramos pequeños. Salimos hacia la cafetería de la universidad y nos sentamos en una mesa.

-         ¿Y qué te ha pasado este fin de semana con Miriam?

-         Nada, y eso es lo malo… Que no ha pasado nada.

-         ¿Pero porque ha estado con otro tío?

-         No, si es que he sido yo el que no ha querido…

-         A ver, a ver… Explícame eso…- dijo teniendo que aguantar la risa, mientras el camarero nos servía dos cafés.

-         Es por culpa tuya…

-         ¿Culpa mía? Jaja, que fuerte eres…- dije dándole un golpe en el hombro.

-         Sí, esas ideas que has metido en mi cabeza…

-         Oye perdona…- dije interrumpiéndole un poco ofendida.- Yo no te he metido ninguna idea en la cabeza, capullo. Sólo te dije que tenías que admitir que Miriam te gustaba…

-         Vale, pues entonces tenías razón… El sábado salimos todos juntos y ella, en un momento de la noche, tonteó conmigo. Y no sé por qué, pero le dije que me tenía que ir…

-         ¿Te negaste a enrollarte con ella? ¿Tú?- reí sin poder evitarlo.

-         Pues sí, no sé que coño pasó pero, de repente, me vino a la cabeza lo del miedo a las relaciones duraderas y me asusté.

-         Bueno, es natural que te cueste afrontar la realidad… ¿A qué tienes miedo?

-         Pues a que es verdad… Miriam me gusta y ahora tengo miedo de que se enteré de lo nuestro.

-         ¿De lo nuestro? Perdona Gonzalo, pero, ¿qué es “lo nuestro”?

-         Pues el polvo del otro día y todo lo que viene de atrás.

-         ¿Reniegas de mí como San Pedro?- dije haciéndome la ofendida, aunque aguantando la risa.

-         No reniego, y sabes que tú eres la tía que más me ha marcado en mi vida…

-         Mira, Gonzalo… Miriam no es tonta y ya sabe que tú y yo hemos estado juntos antes y, ¿sabes una cosa?... Le gusta.

-         ¿Le gusta?

-         Pues sí, ella sabe que tú eres un tío que ha estado con más chicas y es una parte macarra de ti que le atrae. Además te vio acompañarme a mi casa el otro día y no es tonta… Sospechará que estuvimos follando.

-         ¿Ves? Eso es lo que me desanima, que sospeche eso y, sin embargo, quiera seguir liándose conmigo.

-         ¿Prefieres que te dé de lado?

-         Sería demostrarme que le importo…

-         A lo mejor cree que es la única forma de estar a su lado…

Gonzalo le dio un sorbo a su taza de café, ya fría, con la mirada perdida en algún punto de la cafetería… Después, como si esos segundos hubieran significado un punto y final en la conversación, me miró a los ojos con una sonrisa en los ojos.

-         ¿Quién es?- dijo cogiéndome de la mano.

-         ¿Quién es quien?- dije sin entender su pregunta.

-         Nat, ahora me toca a mí. Estás con una sonrisa permanente y con un gesto de alegría… Alguien te tiene así; tengo que admitir que estoy un poco desilusionado, porque creí que era por mí.- dijo riendo y guiñándome un ojo.- Pero ahora que me animas a dar un paso más con Miriam…

-         ¿Creías que estaba colada por ti?- dije divertida.

-         ¿Tan malo es?

-         No, no… No te enfades, Gonzalo… Sabes que tengo predilección por ti, pero las cosas entre nosotros están muy claras.

-         No me vas a decir quien es, ¿verdad?

-         ¿De verdad me estás preguntando si me gusta un tío?

-         ¿Qué pasa? Somos amigos, ¿no?

-         Pero tú nunca has querido hablar de esas cosas… Por favor, Gonzalo.- dije ruborizada.

-         No te estoy diciendo que me digas el nombre… Sólo quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites. Supongo que nuestra amistad ha evolucionado hacia algo más íntimo; somos más amigos, eres como si fueras mi hermana pequeña.

-         Una hermana pequeña a la que te follaste el otro día.

-         Sí, somos una familia un poco extraña… Pero, ¿qué quieres que le haga? Si es que sabes que en el tema del sexo somos iguales.

-         ¿De guarros?- pregunté divertida siguiendo la broma.

-         De liberales.- corrigió mi amigo con su eterna sonrisa.

-         Que sepas que te quiero mucho, Gonzo.

-         Sabes que no me gusta que llames así.

-         Pero si así te llama todo el mundo…

-         Tú no eres “todo el mundo”

-         Vale, Gonzalo.

-         Sólo quiero pedirte una cosa…- dijo mi amigo mientras nos levantábamos de la mesa.

-         Síiiii, no le diré nada de lo tuyo a Miriam…- dije adivinando lo que iba a decir.

-         ¿Cómo sabias que era eso?- dijo sonriendo.

-         Soy una bruja… ¿No lo sabías?

-         Anda, anda…- dijo abrazándome.

Después se separó de mí y, aún cogido de mi cintura, acercó sus labios para darme un suave beso en los míos. Me hizo gracia el gesto, porque había destilado más ternura que cualquier beso que me había dado nunca ningún hombre.

-         Buenas tardes, Pedro…- dijo Gonzalo, dirigiéndose a alguien que había a mis espaldas en la barra de la cafetería.

Me quedé helada sin ser capaz de girar la cara; Pedro me acababa de ver besando a otro hombre y aunque no tuviera un significado sexual en absoluto, él no tenía porque entenderlo.

-         Bueno, Nat, me tengo que ir.- Nos vemos mañana, ¿vale?

-         Vale, nene… Adiós.- me despedí de él, mientras ahora sí miraba a Pedro que me miraba con una sonrisa desde la barra.

Me acerqué a su lado, cuando Gonzo se había marchado, y dejé mis cosas sobre la barra al lado de las suyas.

-         Oye, yo…- dije tratando de justificarme.

-         Calla, Natalia. No tienes que decir nada.

-         Es que no quiero que pienses que…

-         No lo estropees, si te he dicho que no pasa nada, no pasa nada…

Nos miramos a los ojos como si todo se pudiera explicar con una mirada; ¿qué nos hacía comportarnos como dos desconocidos en persona, cuando estábamos deseando de decirnos las cosas a la cara. Bueno, era parte del juego y la verdad no me quejaba en absoluto.

-         ¿Sabes una cosa? Hoy se vendrá una amiga a comer a mi casa… ¡Con las ganas que tenía de ponerme cómoda y conectarme un rato a Internet!- dije con una sonrisa y dejándole clara una información que formaba parte del juego.

-         Las visitas de los amigos nunca son molestas… Creo que el sentimiento de amistad está muy infravalorado hoy en día.- dijo en lo que capte, como una forma de decirme que no se molestaba por eso.

-         Bueno, tengo que irme, profe… Nos vemos en clase, o quizás por el portal, como siempre.

-         Adiós, Nat…- dijo sin hacer ningún gesto de despedida.

Me gustaba escuchar mi diminutivo en los labios de ese hombre; era como si la confianza que teníamos en el mundo virtual se trasladara al mundo físico. Me giré cogiendo mis cosas de la barra y marchándome.

-         Oye Nat…- me dijo cuando pasé por su lado, cogiéndome del codo.- Hoy estás muy guapa.

-         Gra…Gracias.- dije tartamudeando como una idiota, porque no me esperaba ese comentario por parte de mi “Gendo”.

Me marché sin mirar atrás, pero sintiendo como los ojos de Pedro no me perdían de vista… Visiblemente nerviosa entre el bullicio del pasillo, porque acababa de tocar la sirena, me encontré con Miriam que me saludó y se agarró de mi brazo.

-         ¿Qué te pasa? Te veo atacada.- dijo mientras dirigíamos a la salida.

-         Nada, es que en esta hora libre me he tomado un café, y no estoy muy acostumbrada.

-         Si te sientes mal, dejamos mi visita para otro día…

-         No, no… Sólo son nervios, se me pasaran mientras te enseño mi piso.

-         Vale, como quieras…

Nos fuimos a mi casa, charlando por el camino sobre temas triviales como revistas de cotilleos, a las que la verdad yo no soy muy asidua, y programas reality de televisión. No podía extrañarme, porque la rara de las dos era yo que, a mi edad, nunca me habían gustado esas cosas… Bueno, Johnny Deep, pero eso son palabras mayores…

Llegamos a mi piso y Miriam dejó su carpeta sobre el sofá de la entrada y se quedó mirando el salón presidido por el sofá, donde Gonzalo me había follado unos días antes. Reí ante esa idea que se me ocurrió y ante el más que posible nerviosismo que Gonzalo estaría sufriendo sabiendo que estábamos las dos a solas, por más que yo le dijera que no iba a decir nada.

-         ¡Uauuh! Que caña de casa, tía… Lo de vivir sola tiene que ser la hostia, ¿no?

-         Bueno, tienes sus cosas malas, no creas…

-         Sí, déjame pensar… Poder traerte tíos a casa, entrar y salir a la hora que quieras; andar desnuda por casa… Sí, una autentica tragedia…- reía tirándose en uno de los sillones.

No pude evitar reír a carcajadas y, es que aquella chica tan desvergonzada no tenía nada que ver con la estirada de la ex novia de Gonzalo; parecía una versión mejorada femenina de él mismo y ahora entendía como podía llegar a colarse por ella… Por mi parte, Miriam me atraía en el sentido de haber desinhibido de los prejuicios sexuales: el hecho de su relación con otra chica, la facilidad con la que hablaba de su vida sexual y, sin embargo, como sabía guardar las distancias con quien no le interesaba.

-         ¿Quieres ver el resto del piso?

-         Por supuesto…

La llevé a la cocina, al cuarto de baño; a la habitación de invitados, donde dijo bromeando que ella se mudaría; y, por fin, mi dormitorio.

-         Joder, nena… Menuda cama para ti sola. ¿Es de dos por dos?

-         Pues no lo sé, pero la verdad que tengo sitio de sobra.

-         Madre mía…- dijo tumbándose en ella.- Además es cómoda.

-         ¿Vamos al salón?- dije por miedo a que viera a Pedro a través de la ventana.

-         Sí, claro…

Nos sentamos las dos en el sofá y pusimos la vieja televisión de mi abuela; cambiando de canal para encontrar algún programa decente.

-         Oye, quería preguntarte una cosa…- me dijo ella poniendo su mano en mi rodilla.

-         Dime…

-         ¿Entre Gonzalo y tú hay algo serio?

-         ¿Cómo? ¡No, Miriam!

-         Ya sé que no asunto mío, pero como os vi el otro día que veníais a tu piso y, desde que llegaste está tan raro.

-         Mira, no te voy a engañar; como dijiste aquel día, entre él y yo ha habido cosas desde hace años, pero de eso hace mucho.- dije ocultando la parte relativa a nuestro ultimo encuentro.- Pero con el tiempo somos amigos, porque nos vale mucho más esa relación que otra.

-         Vale, vale… Sólo es que veo muy extraño a Gonzo desde que llegaste.

-         ¿Y ese interés?- sonreí mientras ella se ruborizaba en el primer gesto de vergüenza que veía en esa chica.

-         ¡No me líes! Ya te lo he dicho… Este fin de semana ha estado muy raro, y ha coincidido con que tú no estabas, porque en la fiesta de la universidad estaba mucho más animado.

-         ¿Lo de estar muy raro, te refieres a qué te ha rechazado?- solté a sabiendas de lo que me había contado Gonzalo.

-         ¿Cómo sabes eso?- dijo con los ojos como platos.- ¿Te lo ha dicho él?

-         Claro, nena… ¿Quién me lo va a decir?

-         O sea, que hay algo entre vosotros, ¿no?

-         ¡Joder que pesaditos sois los dos! ¡Y que torpes!

-         ¿Los dos? ¿Qué dos?

-         A ver Miriam, no debería hacer esto porque Gonzalo me ha hecho prometerle que no lo haría pero visto los acontecimientos…- dije cogiéndola de las manos.- Gonzo, como tú lo llamas, te rechazó porque está colado por ti.

Miriam se quedó callada, mirándome a la cara con cara de sorpresa; tragó saliva y comenzó a reír de forma nerviosa.

-         No seas idiota… Una persona que está colada por otra, no la rechaza.- dijo ella riendo.

-         Bueno, en eso, sí tengo yo parte de culpa…

-         ¿Tú?

-         Sí… Verás, yo le hice ver que sentía algo por ti… Pero los dos sois unos gilipollas.

-         ¿Por qué me dices eso?- dijo ella riendo y dándome un azote en la rodilla.

-         Porque estáis encoñados el uno por el otro, y por el miedo a dar el paso os vais a hacer daño.

-         ¡Yo no estoy encoñada de nadie!- protestó Miriam con poca convicción en sus propias palabras.

-         Bueno, yo solo quiero decirte una cosa… Hace unos días, me dijiste una frase: “Sexo es sexo”… Y créeme que, aparte de sorprenderme comparto esa visión de la vida contigo, pero hay que saber cuando delante de ti hay algo más que sexo… ¿Tú te imaginas a Gonzalo con otra persona?

-         Ya lo he visto con otras… Con Luisa, sin ir más lejos.

-         ¿Hace cuanto de eso?- le dije ocultando de mi teoría el encuentro sexual que tuvo conmigo.

-         No sé… Unos meses.

-         Y desde entonces, ¿con quien se ha acostado?

-         Conmigo, sólo conmigo…- dijo Miriam escuchando sus propias palabras y empezando a darse cuenta de las cosas.- ¿Tú crees que está colgado por mi?

-         Sí, y tú por él.

-         Pero yo no creo que eso funcione, Nat… Las cosas no son tan fáciles…

-         Las cosas las hacen fáciles o difíciles, las maneras de afrontarlas.- espeté con filosofía.- Con esto no os digo que os declaréis amor eterno, sino que sepáis que hay un sentimiento además de el sexo puro y duro… Y, con el tiempo, ¿quién sabe?

Miriam me observaba con una mezcla de agradecimiento y de deseo por darme dos guantazos; supongo que a las personas no nos gustan que nos digan las cosas a la cara… Le dí un beso en la mejilla y me levanté del sofá.

-         Bueno, ya se acabó de hablar de eso… ¡Qué tengo hambre!

-         Joder, es que me has dejado rayada…

-         Pues ya sois dos; sólo tienes que ser más sutil quizás, porque él tiene miedo de que todo acabe en una relación sexual interminable.

-         Oye, ¿tú estudias literatura o psicología?

-         ¡Otra igual! ¡Me has dicho lo mismo que Gonzo!

Las dos reímos, mientras yo llenaba una olla con agua para cocer los spaguettis. Los siguientes minutos,  a la vez que se iba haciendo la comida y me ayudaba a cortar la cebolla y preparar la salsa de tomate, Miriam me hacía preguntas sobre la infancia de Gonzalo como si quisiera enterarse de todos sus secretos… Con sus anécdotas y sus manías nos estuvimos riendo a costa de mi pobre amigo, que tendría que estar en algún punto de la ciudad ajeno a todo.

-         Bueno, ¿y cómo le va ala Doctora Amorcon su propia medicina?

-         ¿Qué?- pregunte haciéndome la despistada.

-         ¡A ti! Que tanto dar consejos a la gente, pero no se te ve muy por la labor de enamorarte.

-         Yo no he dicho que haya que enamorarse y que te haga falta un chico necesariamente a tu lado…

-         Bueno, también tenemos una amiga lesbiana…- rió Miriam refiriéndose a Carla.

-         No me refiero a eso; me refiero a que yo defiendo que si tienes enfrente al tío que te hace sentir especial no lo desaproveches… Pero yo no he encontrado a ese hombre.

-         O quizás tienes miedo a encontrarlo.

-         Joder, cada vez tengo más claro que eres la pareja perfecta para Gonzalo… Sois igual de pesados.

-         Vale, vale, ya me callo… Ummm, esta salsa de tomate está buenísima…

Durante el almuerzo, cambiamos radicalmente de tema. Miriam me estuvo poniendo al día de los cotilleos de la universidad, de bromas que habían gastado a los novatos y de las mil y una fiestas que montaban en la pandilla.

-         Oye, ¿tú sabes que pasó con Pedro en la famosa fiesta?- dije aprovechando que hablábamos de fiestas, para que no se notara tanto mi interés por mi “Gendo”

-         Bueno algo sé… Yo no estaba en esa fiesta pero, por lo visto, Gonzo y Dani lo convencieron para que fuera y alguien lo grabó en la fiesta.

-         ¿Alguien? ¿Gonzo tuvo algo que ver?

-         No, por dios… De hecho, Dani y Gonzalo estuvieron dos meses buscando al autor de la grabación, porque la colgaron en Internet…Si lo llegan a pillar lo matan, casi le joden la vida a Pedro.

-         Pero, ¿qué salía haciendo en el video que fuera tan grave?

-         Nada… Y si el profe fue, era porque habían ganado el campeonato de baloncesto universitario y el equipo lo convenció…

-         ¡Es verdad! Es el entrenador, ¿no?

-         Bueno, lo era… Después de aquello, dejó de serlo.

-         ¿Se enfadó con los del equipo?

-         No, que yo sepa… Tiene una confianza ciega en Gonzalo y Dani… El problema es que en aquellas fiestas ya entraba mucha gente y alguien se le ocurrió grabar.

-         ¿Pero que salía en el video?- dije ya intrigada.

-         Ya te he dicho que nada… La fiesta, mucho alcohol, chicas en bikini y algunas en top less… Todos jugando en la piscina; pero vamos nada, denunciable, porque todos son mayores de edad…

-         ¿Entonces? ¿Cuál es el problema?

-         Don Ramiro era el problema… Pedro fue novio de su hija y eso supuso un problema.

-         ¿¿Qué fue novio de su hija??- grité sorprendida y casi escupiendo los spaghetti que tenía en la boca.

-         Sí, una remilgada niña de papá que se largó al extranjero hace un año con otro tío.

-         ¿Y qué pasó?

-         Bueno no sé muy bien la historia, porque es algo así como una leyenda urbana… Pero, dicen que lo dejaron porque la hija de Don Ramiro pilló a Pedro en la cama con una compañera de clase.

-         ¿¿¿Cómo??? ¡Que fuerte!

-         D. Ramiro nunca se enteró de eso; sólo que su hija se quería ir al extranjero y romper su relación con Pedro… Según dicen,  por eso D.Ramiro culpa a Pedro de la marcha de su hija de la universidad.

-         ¿Pero ella estaba en la uni?

-         Sí… Era becaria con su padre o algo así; había estudiado Secretariado y su padre la había enchufado en su Departamento. Pedro es una joya, tía… Vino a la facultad a dar clases después de lograr un Doctorado con matricula de honor y un Master en Biblioteconomía… Creo que D. Ramiro nunca lo tragó porque está mucho más preparado que él y encima se follaba a su hija, jaja

-         ¡Que burra eres! Vaya con inocente profesor…

-         Esta universidad es una mierda para él; todavía no entiendo que hace aquí desde hace dos años…

La verdad que la historia de Pedro me había dejado anonadada; por supuesto que sabía que debía tener un pasado como cualquier persona, pero no podía sospechar que una relación lo hubiera marcado de esa manera… Porque, ¿cuál era la razón de que se quedara aquí en esta universidad? ¿Quizás estaba agarrándose a los recuerdos de esa chica? Nunca imaginé que él pudiera ser infiel a otra persona, supongo que idealizamos a la persona que nos gusta.

No es que, de repente, me dejara de gustar Pedro ni mucho menos; de hecho, ahora deseaba conocerlo más que nunca, porque era más enigmático aún… Entendía menos lo del juego que traía conmigo… ¿De verdad se sentía atraído por una alumna?

Después de almorzar y ver un rato la televisión, Miriam se despidió y quedamos al día siguiente en la universidad. Como si de un resorte se tratara, nada más cerrar la puerta, me lancé al sofá para conectar el portátil y entrar en mi Messenger. Bloqueé a todos los contactos menos a uno… ¿”Gendo”? ¿Se había puesto “Gendo” de nick? Me tenía alucinada con su capacidad de sorprenderme; era como una partida de ajedrez en la que cada movimiento, provocaba una reacción del oponente.

-         Hola, veo que has visto la serie…- empecé a teclear esperando impaciente una respuesta.

- Sí, pero veo que me tienes poca estima… ¿De verdad me parezco a ese personaje?

-         Bueno, no sé como eres físicamente…- dije siguiendo con ese juego de hacernos los desconocidos que tanto nos gustaba.- Pero eres tan misterioso como él.

- Vale, como tú quieras… Al fin y al cabo, solo es una forma de llamarnos, ¿no?

-         Pues sí… Oye, ¿te lo pasaste bien el otro día?

- ¿El otro día? ¿Cuándo?

-         La única vez que hablamos… Después de hablar contigo, como te dije, me masturbé hasta correrme en mi cama. Seguro que fantaseaste con verme hacerlo.- dije poniendo a prueba su capacidad de separar el personaje de la realidad.

Y es que yo estaba seguro de que me había estado mirando desde la ventana de su habitación; aunque no pude verlo, sentía sus ojos clavados en mi y estaba segura de que se estaba masturbando viendo mi cuerpo convulsionándose por el orgasmo que me provocó el cepillo eléctrico.

- ¿Quieres que te diga si me hice una paja pensando en ti? - me espetó con un emoticons de una sonrisa.

  • ¿Lo hiciste?- le provoqué

- Sí, me corrí… Fue tan real como si te hubiera estado viendo .- soltó y ver esa frase escrita en mi pantalla me hizo humedecer de repente.

Mi mente daba vueltas a la siguiente “jugada”, porque yo también quería provocarlo y hacerlo sufrir un poco para ver hasta donde era capaz de llegar… Mi próxima jugada en la partida de ajedrez.

-         Quizás si te portas bien, algún día podrás verme por cam … Me masturbaré para ti.

- ¡Vaya! Hoy estás muy sexual, ¿no?

-         ¿Te molesta? Si quieres cambio de tema.

- No, no… Si por mí encantado. El sexo es vida; me considero casi adicto al sexo.

-         ¿Ah si? ¿Estás todo el día follando con tías?

- No, pero me gusta explorar terrenos peligrosos.

-         Pues entonces nos hemos juntado dos buenos, jajaja.- dije mientras me mordía el labio inferior.

A esas alturas de la conversación, ya me estorbaba la ropa… Me quité la camiseta y me quedé en sujetador y el pantaloncito del pijama que me había puesto al llegar a casa.

  • ¿Sabes que estoy medio desnuda?- le escribí esperando su reacción.

Tardó unos minutos en contestar lo que me impacientó, por si me había pasado con la provocación y había decidido marcharse. Como siempre, mi impaciencia a la hora de no guardar los tiempos me habían jugado una mala pasada. Pero, aquel tío me gustaba y el juego lo había empezado él.

- Ya estamos en igualdad de condiciones…

-         ¿Cómo dices?

- Que yo también estoy medio desnudo.

-         Jajaja. No me lo creo…- dije sin poder parar de reír y muy excitada.

Otros segundos de silencio y de nerviosismo para ver aparecer en la pantalla un mensaje que decía: “Gendo quiere compartir comunicación por cam con usted, ¿acepta la invitación?” Mis ojos se abrieron como platos al leer ese mensaje y creo que se me nubló la vista.

-         ¿En serio? ¿Me has mandado una invitación para verte en cam?

-         Como dices que no me crees… No quieres aceptar, ¿no?

Click y un nuevo mensaje en la pantalla del ordenador: “Rei acepta la invitación de Gendo. Estableciendo conexión…”

(CONTINUARÁ)