El primero, el segundo y el tercero

Este relato se divide en tres partes ya que de los 7 que conocí en persona, con 3 de ellos tuve relación sexual.

Un día, después de mucho fantasear me decidí a poner un anuncio en un grupo gay de MSN, trate de ser lo mas honesto posible, así que me describí tal cual, "39 años, estatura regular, cabello negro, semivelludo, unos 10 kilos arriba de mi peso ideal, masculino, no busco una relación sentimental, Inter., pero con mas ganas de ser pasivo que activo, etc., etc.". Para mi sorpresa tuve varias respuestas, algunas de lugares muy lejanos, a todas conteste pero por motivos prácticos me enfoque en las que enviaron de Tijuana, ciudad donde nací y radico. Este relato se divide en tres partes ya que de los 7 que conocí en persona, con 3 de ellos tuve relación sexual.

Solo están cambiados los nombres y algunos lugares por aquello de la discreción.

El primero.

Nos escribimos, me mando su foto, nos hablamos por teléfono. Nos quedamos de ver en un café, me gusto lo que vi cuando llegue, aunque tenia el temor que a el no. Su sonrisa franca desvaneció mi temor. Tiene 27 años de nombre Alberto, de figura corpulenta, grueso sin ser gordo, moreno claro, cabello corto, ojos grandes, no es guapo, pero tiene su atractivo, es bastante peludo según pude constatar después.

Después de platicar por espacio de casi 2 horas lo invite a mi casa. Llegamos y apenas entramos me abrazo, y con una pasión que me sorprendió empezó a besarme y apretarme todo el cuerpo. Camine emocionado hasta la recamara mientras sus brazos gruesos me sujetaban de la cintura. Una vez ahí se quito la camisa dejando ver un pecho amplio y peludo y se bajo el pantalón, y sin preámbulo se bajo la trusa, su verga era de esas que se antoja para mamar, gruesa sin ser muy grande y se veía muy rica con tanto pelo. Me desnude y lo jale hacia la cama, nos besamos largo rato antes que me pusiera boca abajo y me lamiera la espalda, las piernas y mis nalgas, yo me sentía caliente, deseoso, y solo gemía. Estire la mano y abrí el cajón del buró donde guardo los condones y el lubricante, sin decir nada los puse junto a mi y el tomo un condón, que rico se siente cuando estando tan caliente escuchas como se rompe la envoltura del condón.

Tomo el frasco de lubricante y empezó a meterme un dedo y después dos. Así estuvo un buen rato hasta que suavemente saco los dedos y sentí como empujaba la cabeza de su verga sobre la entrada de mi culo. Ahhh que rico se sentí como se deslizaba. Puso su cuerpo sobre el mió y empezó a cogerme, despacito mientras me besaba las orejas, yo sentía un calor que emanaba desde mi culo hasta todo mi cuerpo. Me cojio como por 30 minutos, los dos sudábamos cuando sus movimientos se hicieron mas rápidos, mas profundos y con un fuerte quejido se vino mientras tensaba todo el cuerpo.

Después me puso de lado y sin sacar su verga de mi culo, empezó a jalarme mi verga, mientras seguía besándome el cuello y las orejas, estaba tan caliente que solo bastaron unas cuantas jaladas para que me viniera abundantemente sobre mi abdomen y la cama.

Nos quedamos un rato recostados y después se levanto paso al baño y mientras se lavaba me dijo, - me gusto mucho, hay que repetirlo.

Salio, se cambio y se despidió, lo acompañe a la puerta y cuando se fue me regrese a la cama y me quede dormido placidamente pensando en los momentos vividos.

El segundo

Resulto ser un tipo mayor que yo, dijo que tenia 45 años, pero a mi me parecía que se veía mas joven, así que seguramente si tenia esa edad, ni modo que se la aumentara ¿no? Se veía súper serio, lo cual me gusto ya que lo que menos quería era encontrarme a alguien que no pareciera hombre.

De hablar pausado y muy renuente a hablar de su vida, sin saber muy bien porque me inspiro confianza, me invito a su casa y lo seguí en mi auto.

Vivía casualmente no muy lejos de mi casa por el rumbo de la mesa (una zona de Tijuana). Roberto es un tipo grande, un poco pasado de peso (como yo), es güero, de ojos café claro, un poco velludo, y es nalgón y piernudo. En su casa platicamos un rato y como que ninguno de los dos se animaba a comenzar. Así que me acerque y le puse una mano sobre la pierna, solo eso basto para que tomara confianza y empezamos a besarnos. Me abrió la camisa y empezó a chuparme y morderme las tetillas, eso me encanto, es una de mis zonas erógenas, me fue desnudando poco a poco y mientras el quedaba vestido, yo quede completamente desnudo en la sala de su casa, era una situación un poco extraña que olvide en el instante que empezó a mamarme la verga. Después de un rato se levanto y fue por condones a un cuarto de la casa, regreso ya desnudo y pude calentarme más viendo su cuerpo, era fuerte, con poco pelo en el pecho, su verga era de buen tamaño y sus huevos espectaculares, parecían dos naranjas. No pude resistir mamárselos y tratar de meterlos los dos a mi boca, cosa que no pude hacer, porque le empezó a doler cuando lo intente.

Sus dedos eran mágicos, no cabe duda que tenía experiencia, antes de pensar ya me tenía con mis piernas sobre sus hombros y así me la dejo ir, me dolió un poco, pero poco a poco me dejar llevar por la sensación de ser penetrado. Después de rato cambiamos de posición y me empezó a coger acostado sobre mí, sentía el cuerpo pesado sobre mí, pero se sentía rico. Al rato se vino, pero yo me quede caliente y me dieron ganas de cogermelo, se resistió solo un poco antes de acostarse boca abajo, al hacerlo quedaron a mi vista una par de enormes nalgas, blancas, blancas, la sola vista me excito más aun, y poniéndome un condón lo penetre profundamente. Lo caliente de su culo y la calentura mía bastaron para que al poco tiempo me viniera dentro de el. Nos levantamos y aun platicamos un poco antes de yo despedirme. Me dio su teléfono pero no le he llamado aun.

El tercero

Bueno deje el tercero porque fue el mejor, es curioso porque a Carlos lo pude conocer hasta el tercer intento, la primera vez que habíamos quedado de vernos el no pudo acudir, la segunda vez, fui yo el que no pudo llegar a la cita y solo la tercera vez por fin nos conocimos. Me impacto desde que lo vi. Era mas joven de lo que pensé, tiene solo 25 años y vaya que me lo demostró. Carlos es un degenerado, caliente y morboso que me encanto. Es delgado, moreno claro, mide 170 igual que yo, desinhibido, alegre, ocurrente y un poco chacalon. Lo que mas me gusto de él cuando lo conocí fueron sus brazos. Solo platicamos unos 20 minutos antes que me dijera - ¿bueno tu casa o la mía? Vive en un departamento pequeño de la colonia libertad, la cual queda ubicada muy cerca de donde nos citamos. Así que fuimos a su depa. Cuando llegamos me dijo – espero que vengas muy caliente porque hace una semana que no cojo- y agarrándome una nalga me dijo - y los culitos de los putos me encantan.- Su comentario me molesto un poco pero también me calentó. Lo alegre que tenía se le quito y se puso muy serio al decir. – bueno putito, a lo que viniste, encuérate, quiero ver ese hoyito que se me va a comer mi pito-. Me empecé a desnudar un poco nervioso, pero caliente.

Me había quitado la camisa y al agacharme para quitarme el pantalón me apretó el pecho mientras decía, - mmm, que rico tienes chichitas, de esas me gustan para agarrarme mientras me los cojo.- La verdad es que siempre he tenido el pecho grande y muy sensible en las tetillas, así que su comentario solo me encendió más. –Órale mija, llégale, -me dijo-, y con un ademán me señalo su pantalón, cual vil puto, me puse de rodillas mientras le desabrochaba el pantalón y le abrí la bragueta, lo que agarre me hizo estremecer, tenia una verga riquísima, gorda, morena, carnosa y dura, durísima. Los huevos los tenía rasurados y solo tenía un mechón de pelo muy negro desde el ombligo hasta la verga. Me tomo de la cabeza y me empujo su miembro hasta que toco mi garganta, sin hacer caso de mis pujidos siguió empujando, por un momento su fuerza me dio miedo, pero con mis manos sobre sus piernas lo detuve mientras mis garganta se acostumbrar a aquel grosor. Me levanto y me dijo –ven- me tomo de la mano y me condujo a su pequeña recamara. Ponte a gatas -me dijo-, ¿Qué, -pensé-, nada de juego preliminar?, -aunque ya sentía todo el cuerpo caliente.

Cuando volteé ya se había desnudado, tenia un buen cuerpo, macizo y sabroso. –Así que andabas buscando macho, no?, pues ya lo encontraste cabrón.- Me hecho un escupitajo en el culo y en cuanto se puso el condón me la empezó a dejar ir , me dolió, pero mis quejidos parecía que lo excitaban más porque lejos de detenerse empujo con más fuerza, mientras decía, -querías verga no?, Sentí que me partía en dos, seguramente alguna vez han experimentado ese dolor, que parece que no se acaba nunca y que lo único que deseas es quitarte de ahí. De repente sentí como sus grandes huevos chocaron con mis nalgas y me dijo, -ahora si, putito, agarrate bien- y empezó a cojerme durísimo, con un vigor que hace mucho no sentía, mientras su verga entraba y salía empezó a nalguearme, me dolía, me dolía el culo, me dolían las nalgas, pero también me calentaba, me lleve la mano hacia mi verga pero me la quito de un jalón y me dijo, - no cabron, viniste por verga.- eso solo me calentó más, luego deslizo una mano hasta mi pecho y empezó a apretarme una tetilla y a amarme el pecho como si fuera vieja. Mi verga se hizo pequeñita y solo veía como se movía de arriba abajo con cada embestida.

Me cojio mucho rato, me puso boca arriba, boca abajo, de lado, hincado, realmente llego un momento que por el ardor que sentía en el culo ya quería que terminara, pero siguió, cojiendome, nalgueándome, apretándome y diciéndome, puto, mija, pinché putito y ya no recuerdo que mas, lo único que se, es que sus palabras me calentaban casi tanto como su pitote incrustado en mi culo. Sus embestidas se hicieron más fuertes aun y dándome una nalgada muy fuerte que me hizo aullar, pude sentir aun a través del condón sus lechazos en el fondo de mi adolorido culo.

Cuando la saco de un jalón, sentí que el culo me ardió y riéndose dijo – ay cabron, te quedo bien abierto-

Tomo mi camisa que estaba en el piso y se seco la verga, y me dijo, -muy rico cabron, cuando quieras otro ya tienes mi celular – Y dejándome ahí sobre la cama, se dio la media vuelta y se empezó a vestir.

Cuando salí de su casa me dolía el culo, me dolían los huevos por no venirme, me ardían las tetillas y las nalgas, pero lo único que hice fue verificar si no se había borrado su teléfono de mi celular.

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