El primero al que se la chupé

A los 14 nunca había tenido sexo oral y fue toda una humillación para mí la forma en que me trató.

Siempre he sido muy independiente y rebelde, y más cuando era una adolescente. A los catorce años me manejaba con los chicos con una actitud agresiva y provocativa que les gustaba. Ya había tenido relaciones sexuales cuando le conocí.

Él era compañero de facultad de Esther, mi hermana mayor. Moreno, de veinticuatro años y guapo, la verdad es que me atraía físicamente. Le conocía porque había venido algunas veces a estudiar con mi hermana, que quería ligárselo. Algo debió notar él sobre mi actitud, y una vez que había venido a estudiar, aprovechó para decirme que podríamos quedar. Dudé porque le gustaba a mi hermana pero le dije que sí.

Lo pasamos bien en la cita. Acabó como él deseaba, los dos en la cama. Yo no me hacía mucho de rogar porque creía que podía controlar sin problemas a los tíos. Los dos disfrutamos y volvimos a probarlo. Fue la cuarta vez que me llevaba a la cama cuando, antes de desnudarnos, yo le pregunté con curiosidad...

  • Oye, me gustaría verlo – le pregunté.

  • ¿Ver el qué?

  • Tu polla, me gustaría saber cómo es.

Se quedó atónito pero sabía que estaría encantado de enseñármela. Se desabrochó la bragueta y me mostró su pene. Colgaba fláccido y disminuido, pero irguiéndose lentamente. Me pareció muy gracioso como creía aquello. Me agache para situarme a la altura de sus genitales y esto debía excitarlo más pues creció y creció hasta que se puso derecho. Debía medir como unos quince centímetros. Me fascinaba como había crecido tanto y su capullo. Quise saber sí estaba duro y lo toqué con un dedo. Se empinó aun más.

  • Tócalo si quieres, me gusta – me dijo.

Sin embargo yo sólo me atrevía a rozarlo con un dedo.

  • Eh, no te va a morder – se burló, y esto acabó de decidirme a ponerlo sobre mi mano. Era suave pero duro. Lo cogí con la mano y lo moví un poco.

  • Ahhh, despacio, despacio... – me dijo.

  • ¿Te gusta que te pajéen , verdad?

Disfrutaba con aquello pero cuando aquella cosa soltó algo de líquido y me mojó la mano, la retiré asqueada. Me parecía asqueroso. Él, sin embargo, quería más:

  • Oye, ¿por qué no me la chupas?

  • ¡Ni de coña!, eso no me lo meto en la boca. Tú has visto demasiadas películas porno – así de contundente le respondí. Nunca había probado el sexo oral y no me gustaba la idea.

  • Vamos, te doy mil pesetas... no, dos mil.

  • ¡Te crees que soy una puta! – le contesté y me levanté para irme.

  • No te lo tomes así, no quise decir eso... te doy diez mil.

Me lo pensé un poco. Ahora lo pienso y no sé cómo pude hacerlo. Supongo que me creía que era una forma muy fácil de ganarme un par de billetes.

  • Pero sólo un poco, ¿eh?

Volví a agacharme y me puse frente a su pene. El olor de los genitales me desagradaba aunque digan que se debe a las ferómonas y se suponga que es excitante... Cerré los ojos y acerqué la boca para besar la punta. Sólo fue un momento y retiré los labios, pero desde luego él no me iba a pagar sólo por eso. Me armé de valor y metí el capullo entre mis labios.

  • Vamos, vamos, metételo entero... – me urgió él.

Despacio fui tragando aquello todo lo que puse.

  • ¡Muévete! – colocando las manos en mi cabeza me incitó a moverme. Cuando empecé a hacerlo noté sus gemidos. Estaba disfrutando con aquello. Yo no lo hacía. Me llamaba cosas como zorra o furcia y me irritaba. En menos de un minuto noté cómo soltaba algo de líquido en mi boca. Era asqueroso y quise retirarme pero él me sujetaba la cabeza con mis manos.

  • Por favor, trágate el semen. Verás como te gusta cuando me corra.

Pero a mí no me convencía. No quería que se corriese en mi boca. Ahora me apretaba fuertemente contra su polla pero yo cerré un poco mi boca rozando su pene con mis dientes. Se asustó y por fin me dejó sacarlo de mi boca.

Ahora sí estaba furioso. Cuando quise levantarme me empujó para impedirlo y acercó su pene a mi cara. Cerré los ojos cuando me lo restregó contra la mejilla y me lo plantó sobre el ojo derecho.

  • ¡Zorra, yo me voy a correr en tu cara si no quieres tragártelo!

Lo hizo. Intenté mover la cabeza pero me sujetaba muy fuerte, hasta hacerme daño. Se corrió allí mismo, sobre mi cara, en los ojos. El semen cayó como un líquido pringoso y espeso que fue resbalando desde mis ojos al resto de la cara. Por fin me soltó y yo pude pasarme la mano por la cara para limpiarme como podía. Sólo conseguí así extenderlo por toda la cara. Al abrir los ojos noté que estaba llorando y las lágrimas se habían mezclado con el semen.

Él me miró satisfecho y me esforcé para ocultar aquellas lágrimas y mirarle con dureza.

  • Al final, te has portado bien. Aquí tienes dinero.

Me los extendió. Yo no quería cogerlos pero al final lo hice. Fue otro error dejar que me humillase de nuevo así . Él sonrió cuando lo hizo y se marchó. Me senté un rato en la cama y estuve un rato así, sin llorar. En el cuarto de baño me miré al espejo. Tenía la cara brillante y con restos por toda la cara. Hasta el pelo estaba pringoso y fue lo peor. Me lavé bien la cara y me duche luego para quitarme aquello, pero aunque eliminé los restos de semen no pude eliminar aquella experiencia de mi memoria.

FIN