El primer viaje

Marcos descubre la sexualidad latente de Adrián.

Aquel verano, Marcos ya había cumplido los diecinueve; sus padres alquilaron un apartamento con unos amigos que tenían un hijo de catorce. Empezaba a estar formado y Marcos notaba que cuando estaba un rato al sol, se empalmaba.

El amigo de sus padres era un poco burro y siempre le decía que si Adrián, su hijo se ponía pesado le zumbara; era la única forma de que aprendiera. Lo cierto es que a Adrián le gustaban las peleas en la piscina o en el agua del mar; a veces con el roce de su piel Marcos no podía evitar el empalmarse. Por las noches, cuando creía que este creía que se había dormido, no dejaba de hacerse pajas.

Una tarde mis padres y sus amigos se fueron de excursión a ver unas playas y a cenar fuera. No recuerdo por qué pero a ellos les dejaron fuera del plan. El padre de Adrián volvió a repetir a Marcos aquello de que él era el mayor y que si Adrián se ponía tonto le zumbara para que se portara bien.

Al rato, Adrián dijo que se iba a duchar; y como tardaba mucho decidió ir a ver si le había pasado algo. Cuando llegó a la puerta, oyó gemidos; se dio cuenta que no la había cerrado del todo. Entró lleno de curiosidad sin hacer ruido y con gran sorpresa vio que se pajeando debajo del agua. Inmediatamente se empalme. Entonces el le vio.

¿Qué haces? – grito cabreado.

Ver como te la pelas.

¡Lárgate!

Hizo ademán de echarse contra él. Le agarré y le dijo que como se pusiera tonto haría caso a su padre y le ostiaría. Pero no le hizo mucho caso; quisó ponerse gallito. Marcos le soltó una bofetada.

Eres un maricón – le dijo -. Mi padre pega más fuerte.

¿Quieres que yo te pegue?

Quiero que me la chupes

Mira no es mala idea

Le soltó otra bofetada y le obligó a agacharse. Se bajo el bañador y le dije:

Me la vas a chupar, pero sin hacerme daño. A la menor te rompo el culo.

Al principio quiso resistirse, pero cuando Marcos hizo un ademán de volverle a pegar se la metió sin rechistar. Lo hacía bien y sospechó que le gustaba porque mientras seguía masturbándose. Cuando sintió que se iba a correr se la saco de la boca y se corrí sobre la bañera; Adrián también se corrió.

Adrián se incorporó y puso cara de malas pulgas porque sin duda no podía dejar que le aplastaran su hombría incipiente y durante un rato no dijo nada. Al preparar la cena, en la cocina, Marcos se le acerco por detrás, le abrazó y restregó su paquete contra su culo. Hizo además de separarse pero no le dejó, porque el rocé le proporcionaba una buena erección.

No hace falta que disimules…- dijo Marcos

Vete al carajo

Le apretó por el cuello y le agarró los huevos, apretándolos ligeramente. Entonces él pareció tirar la toalla y relajo todo el cuerpo. Marcos notó que la polla de Adrián también se le volvía a empalmar. Pero decidió no forzar la maquina y se apartó.

Ya viendo la tele, parecía que Adrián se había olvidado de todo pues se le veía tranquilo, para nada enfadado. Marcos se levantó diciendo que iba al servicio y cuando volvió se sentó a su lado, prácticamente pegado a él. Adrián no dijo nada; ni se movió. Pero con disimulo se tocaba el paquete para colocárselo y no se le notará la incipiente erección.

Marcos se pegó totalmente a él y sin ningún disimulo le puso la mano sobre el paquete. Entonces él, descarado se volvió y mirándole a los ojos me dijo:

¿Me vas a hacer una paja?

¿Quieres?

Sí.

Bien; pero no aquí. En la habitación y en pelotas.

Adrián puso cara extrañada; y confesó que alguna vez se había hecho pajas con sus amigos, pero sin quitarse la ropa. Marcos le razonó que podría probar algo nuevo. Él asintió.

Subieron a la habitación y se desnudaron. Curiosamente Adrián no demostraba ningún pudor. Se tumbó sobre la cama de Marcos extendiendo los brazos a lo largo del cuerpo, esperando acontecimientos. Marcos pensó que sin duda le gustaba ser sumiso. Cumplió mi promesa y le hizo una paja. Mientras se la pelaba él apenas movió los brazos; sólo le miraba con ojos dóciles, llenos de agradecimiento. A juzgar por sus gritos finales disfrutó y se corrió a gusto. Marcos su tumbo a su lado.

Durante un rato estuvieron en silencio. Al rato, Adrián preguntó si solía acostarse con hombres o con mujeres. Marcos explico que sólo le gustaban los hombres. Adrián preguntó con inquietud como se sabía si te gustan más los hombres o las mujeres; Marcos contestó que para él era fácil: únicamente se fijaba en los hombres, mientras que las mujeres no llamaban su atención. Volvió a quedarse en silencio.

¿Me enseñarías a besar? – se atrevió a preguntar al rato.

Le dijo que se subiera sobre él. Le ladeó la cabeza y le obligó a poner sus labios junto a los suyos. Le chupó y presionó con la legua para que entreabriera los labios. Le metió la lengua en la boca; le mordió levemente los labios.

Ahora hazlo tú.

Adrián le metió la legua un poco y Marcos entabló combate con la suya. Al tiempo colocó sus manos sobre las nalgas de Adrián. Mientras comprobaba que sus penes se iban llenando. Le chupó la lengua y dejó que el chupara la mía.

¿Te gusta?

Sí; mucho.

Sus manos se volvieron audaces y las movió a lo largo del cuerpo de Marcos. Seguía mirándole con cara de cordero degollado. Le entró el pánico.

¿No les dirás nada a mis padres?

Nunca; cada uno puede entrar o salir de su armario cuando quiera.

Gracias.

Y con rabia y deseo se volcó sobre él y comenzó de nuevo una lucha de lenguas, boca, labios y dientes.

Marcos se atrevió a decirle que le gustaría que se la chupara; y le obligue a voltearse de forma que él también pudiera disfrutar de su polla. Al rato. Marcos se volvio más audaz y sin dejar aquella posición, le metió un dedo por el ojete del culo. Casi automáticamente noto que Adrián se iba a correr.

Se la y deje que se corriera sobre su mi pecho. Le colocó a su lado y le pidió que le besara terminaba de correrse con la mano. Se limpiaron y se dispusieron a dormir.

Por cierto – dijo Marcos - siento lo de las bofetadas.

No te preocupes; también me han gustado. No me importa que las repitas – contestó Adrián algo enigmáticamente.