El primer trío de mi esposa
Después de una cena, a la que no quiero acudir, mi esposa lo hace con dos amigos y luego, me cuenta los detalles, todos los detalles.
Marina y yo llevábamos juntos unos cinco años. Ahora los dos pasábamos de los cuarenta. Ambos veníamos de relaciones anteriores.
Aquel viernes yo no había tenido un buen día. Habíamos quedado para cenar con sus amigos, pero me encontraba cansado, de no demasiado buen humor y sobre todo con pocas ganas de salir.
- Quédate en casa si quieres, cariño, me dijo Marina.
- Me sabe mal que vayas sola un viernes por la noche.
- No te preocupes, son todos amigos míos, no me sentiré sola.
Me quedé en casa y me acosté temprano. Cuando la oí entrar, ya había amanecido, algo que me extrañó, puesto que nunca nos quedábamos más tarde de las tres o cuatro de la mañana. La mayoría del grupo, eran parejas con hijos, que se habían quedado con un familiar o una canguro, por lo que no trasnochaban demasiado.
Cuando me levanté, le pregunté el motivo de llegar a esas horas, y me dijo que habían estado en una discoteca hasta muy tarde, y después, habían ido a desayunar.
- Nos quedamos hasta el final Marta y Pablo, Antonio y Eduardo. Luego te lo cuento, ahora quiero dormir.
Marta y Pablo, eran un matrimonio de nuestra edad, Antonio estaba casado, pero al no haber encontrado quien se quedara con sus hijos, fue solo a la cena, sin su mujer, mientras que Eduardo era soltero.
Durante ese sábado, y a lo largo de los siguientes días, Marina estaba rara, y podría decir que hasta antipática conmigo. Yo lo achacaba al hecho de no haber querido acompañarla a la cena, pero me di cuenta que estaba muy equivocado.
Después de varios de una semana, me decidí a hablar con ella.
- Marina, qué te pasa. Te he hecho algo? Estás enfadada por no acompañarte a la cena con tus amigos?
- Cariño, nosotros dijimos que nos contaríamos todo lo que nos sucediese, verdad? Me contestó.
- Yo no tengo nada transcendente que contarte, le respondí.
- Lo sé, pero yo si, el viernes pasó algo. No puedo ocultarlo por más tiempo y quiero que lo sepas.
Estaba empezando a imaginarme lo que había pasado.
- Me fuiste infiel con algún amigo tuyo?
- Algo así, lo siento mucho. Si quieres saber algo, si quieres que te lo cuente, si quieres que lo dejemos, que me marche de casa............. lo que quieras, dímelo
- No, no quiero saber nada.
Me marché de casa bastante enfadado y volví ya cuando ella estaba dormida. Estuve varios días sin dirigir palabra alguna a mi pareja, pero por otro lado, me excitaba el pensar que había estado con otra persona, y sobre todo, ella me había dicho que me contaría lo que quisiera. Comenzaba a gustarme la idea de un relato hablado sobre lo que había sucedido aquella noche.
Pocos días después, cuando estábamos en la cama, comenzamos a hablar.
- Llevo pensando mucho en lo que pasó en tu cena.
- Sé que lo estás pasando mal y lo siento. Te pido perdón por todo.
- Sabes? Me gustaría que me contaras todo lo que sucedió. Pero con muchos detalles, como hacen los amigos adolescentes, Quiero saberlo todo.
Era el momento ideal, teníamos toda la noche por delante para que ella me lo relatase con pelos y señales.
- Ibas muy guapa ese día. Habías ido a la peluquería y tu melena rubia te sentaba especialmente bien. Recuerdo perfectamente como ibas vestida, una camisa blanca, una falda negra de tubo, con unas medias negras.
- Lo haré ahora mismo: Llegué casi de las últimas al restaurante, hasta casi la hora de marcharnos, tú no tomaste la decisión de no venir. Cuando llegué, todos me dijeron que estaba guapísima, que incluso se me veía con mejor aspecto que la última vez. Me preguntaron por ti. Ya sabes, lo que se suele decir siempre.
- Qué tal la cena?
- Bien, similares a las que organizan ellos. Más bebida que comida, pero agradable, hablé con casi todo el mundo.
- Estuvisteis mucho tiempo en el restaurante?
- Cenamos tranquilamente y nos tomamos una copa allí. A la una de la mañana nos marchamos. Casi todos tenían compromisos al dia siguiente, hijos, tareas domésticas, etcétera. Nos despedimos del resto y fuímos a tomar una copa sólo Marta, Pablo, Antonio y Eduardo.
- Os quedasteis mucho en la discoteca?
- En la discoteca nos tomamos una copa, pero Marta y Pablo decidieron irse también, puesto que tenían una comida familiar al día siguiente. En ese momento estuve a punto de coger un taxi y venirme para casa, pero Antonio llegó en ese instante con una bebida para mi.
- Por qué no te marchaste cuando te terminaste esa segunda consumición?
- No lo sé, me sentía cómoda. Antes de terminar esa copa, apareció Eduardo con otra. Pero esta si fue la última que nos tomamos allí.
- De qué hablabais? Pasó algo en la discoteca?
- No, no pasó nada. Comentamos sobre nuestras cosas. Antonio decía que estaba harto de su vida de casado, Eduardo que le gustaría encontrar a alguien especial, y yo, te critiqué por no haberme acompañado a esta cena que me apetecía tanto.
- Qué pasó después?
- Eduardo nos dijo que podíamos ir a su casa a tomar algo. Como él no había traído coche, nos fuimos los tres en el de Antonio hasta allí.
- Ya, ahora deja que adivine, Antonio se va y te quedas con Eduardo.
- No fue exactamente así, además, no adelantes acontecimientos, has dicho que querías detalles.
Reconozco que quería llegar cuando antes a la parte más morbosa. Aunque no se lo había dicho, me excitaba mucho que mi novia hubiese estado con otra persona, y que ahora me lo contase.
- Llegamos a su casa, y nos sirvió otra copa. Nos descalzamos para no causar problemas a los vecinos. Estábamos muy contentos por el alcohol, y Eduardo sacó un poco de coca. Nos tomamos una raya cada uno.
- Tomaste coca? Por dios, como hiciste eso?
- Era el momento, el día, el ambiente. El caso es que me sentía muy desinhibida, hasta empecé a bailar siguiendo la música que tenía puesta. Los dos se levantaron y se pusieron de pie, junto a mi, pero ellos no bailaban.
- Y qué pasó?
- Me sentía feliz, eufórica. Abracé a Antonio y le di un beso en la mejilla, diciéndoles que le quería mucho a los dos. Me di la vuelta, y di otro beso a Eduardo, sólo que este me lo devolvió en los labios. Me dejó un poco descolocada, pero me tenía agarrada por la cintura, y continuó besándome, esta segunda vez, ya metiendo su lengua en mi boca.
- Y qué hizo Antonio? Se fue?
- No, me cogió y me dio la vuelta diciendo, yo también soy amigo tuyo, y también quiero besarte. Eduardo comenzó a tocarme el culo, a besarme en la nuca y en el cuello. Agarraba mis caderas, me apretaba las nalgas, hasta que llegó al cierre de la falda, que estaba justo detrás, y me la bajó.
- Te quitó la falda delante de Antonio?
- Si, eso hizo. Me quedé con las medias, que tapaban mis bragas. Comenzaba a estar bastante excitada. Estiré mis manos, intentado alcanzar los botones de las dos camisas a la vez. Ahora era Eduardo quien me besaba y tocaba mis pechos descaradamente. Sin parar de tocarme por todos lados, se quitaron sus camisas. Antonio me agarraba los pechos por detrás, mientras apretándomelos, mientras que el otro me desabrochaba la blusa de forma torpe.
- Quien te quitó la blusa?
- Fue Antonio, una vez que estaban los botones desabrochados. Tiró de ella hacia atrás, y volvió a agarrar mis pechos. Me besaba la espalda, mientras que Eduardo era dueño de mi boca, que no soltaba, ni tan siquiera para pasarme la mano por todo el cuerpo.
- No tuviste intención de parar sabiendo que tenías pareja?
- Para esos momentos, estaba ya muy excitada. Antonio besaba la parte baja de mi espalda, hasta que agarró las medias, y las bajó.
- Te quedaste en bragas, verdad? Y ellos...........? Seguían vestidos?
- Si, me quedé con el tanga. Ellos llevaban algo más de ropa que yo. Estaban sin camisa. Entonces, Eduardo dijo que nos fuésemos a la cama.
- Os fuisteis?
- Los chicos se quitaron los pantalones y los tres fuimos a su habitación.
- Cómo es su habitación? Tiene una cama grande?
- Él vive solo en un apartamento, así que es un despacho, en el que a parte de la cama, su ordenador, una mesa de trabajo, libros, etcétera. La cama es normal, pero aún tardamos un rato en ir allí, aunque sé que ese era el deseo de los dos.
- Sigue contando, qué más sucedió?
- Era la primera vez que estaba con dos hombres al mismo tiempo. Pero no quería hacer nada con ambos a la vez, aunque estaba tan excitada que hubiera sido poco todos los hombres que habían acudido a la cena.
- Estabas excitada? Controlabas la situación o te dejabas llevar por todo lo que sucedía?
- Lo estaba, pero especialmente quería verles muy excitados a ellos, que tuvieran un deseo irrefrenable de comerme, pero no quería que todo terminase enseguida, quería seguir provocándoles más y más, ponerlos más y más calientes.
- Conseguiste manejar la situación?
- Si, claro que lo conseguí. En una situación así, la mujer es quien manda. Ellos obedecerían como perritos todo lo que yo les pudiera decir.
- Continúa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Para esos momentos, yo ya me encontraba totalmente empalmado, pero procuraba no tocarme, ni que lo hiciera Marina, puesto que me correría enseguida.
- Le pedía a Eduardo que hiciera más rayas. Lo hizo.. La primera, grande, fue para mi. Extendió el polvo encima de la mesa de su despacho. Yo me incliné sobre la mesa para esnifarla, momento que aprovechó para desabrocharme el sujetador. Todos reímos porque éste, se desarmó totalmente, así que directamente me lo quité, quedando mis pechos colgando.
Ella se quedó callada, sabiendo que ahora vendrían momentos escabrosos, pero yo estaba a mil y deseaba escucharlo, sobre todo, con todo lujo de detalles.
Sigue, no pares ahora, le dije.
Mientras esnifaba, abrí las piernas, con toda la intención. En ese momento, Eduardo se sentó en su silla, justo debajo de mi culito, y aprovechó para acariciarme con un dedo que previamente, había metido en su boca, mis pezones. Notó que me gustaba, por lo que siguió haciéndolo.
Ella me observaba, temiendo una mirada, o alguna palabra de desaprobación, pero yo sólo deseaba que continuase.
- Ellos también tomaron, así que los tres estábamos más o menos a tono. Me puse de pie. Antonio se colocó a mis espaldas, y comenzó a tocarme el culo de forma descarada, mientras que Eduardo se había enganchado a mis tetas, y no las soltaba. Para esos momentos, mis pezones estaban muy erectos, y mi sexo muy mojado
- Os fuísteis a la cama?
- Qué impaciente eres con la cama¡¡¡ Se pueden hacer muchas cosas sin estar en el catre. Tú ya me conoces, deberías saberlo bien.
- Vale, vale, sigue contando
- Eduardo estaba delante de mi, e intentó quitarme las bragas. No le dejé, quería que se calentasen aún más. Antonio metía su mano por detrás de mi tanga, y a veces se apretaba a mi, por lo que podía notar su bulto.
No sé como sería el bulto de ellos en esos momentos, pero el mío estaba a punto de estallar.
- Ya sabes que quiero todos los detalles.
- Me separé, agarré a ambos de la mano y los dirigí hacia la cama. Les pregunté si estaban excitados, a lo que la respuesta fue: nos vuelves locos. Eduardo intentó volver a quitarme el tanga, pero de nuevo se lo impedí.
Que mi pareja hubiese estado con dos hombres, me ponía a mil, y aunque no quería reconocerle que aquello me encantaba, probablemente, ella se estaba dando cuenta de mi excitación.
- Caímos en la cama, y cada uno de ellos se aferró a uno de mis pechos. Los tocaban y besaban implacablemente. Entre los dos, me hacían un sandwich. Eduardo insistía en quitarme las bragas, aunque al estar mi culo apoyado sobre el colchón, no podía hacerlo.
- Y ahí, os pusisteis a follar como locos, no?
- No, quería erotismo, sexo refinado, morbo. Pregunté a Eduardo: Quieres ver mi coñito? Por supuesto, es lo que más deseo en el mundo. Respondió él.
- Quítate la ropa ahora, cariño, quiero verte desnuda mientras sigues contándome lo que resta de la historia.
Ella lo hizo obedeciendo mis deseos. Cuando se quitó toda la ropa, le pedía que continuase hablando.
- Continúa, y dime, en ese momento, te quedaste totalmente desnuda, verdad?
- No. Le dije a Antonio: Eduardo quiere verme el coño. Corre mi tanga para que tenga una buena vista de él. Es lo que más desea en el mundo, y esta noche, soy vuestra hada madrina. Todos vuestros deseos se harán realidad.
No podía contenerme. Estaba a punto de correrme sólo escuchando lo que Marina me estaba contando.
- Según lo hizo, separé completamente mis piernas y comenzó a tocarlo. Primero pasó los dedos por encima de mi raja, para después meterlo dentro. Yo estaba chorreando, por lo que entraba sin ninguna dificultad. Estuvo jugando con mi coño, lo manejaba con las manos a su antojo. Por su parte Antonio me iba comiendo las tetas. Mis pezones estaban de punta, y sus manos se intentaban dirigir a mi vientre, a mi pierna, pero sobre todo, buscaban mi sexo.
Imaginaba como la tocaban y sentía una mezcla de celos y excitación por el morbo que me producía la historia que me contaba. Acerqué mi mano al sexo de Marina y noté como estaba muy húmedo. Ella siguió contándome.
- Les pedí que uno me separase los labios completamente y el otro acariciase mi clítolis. Eduardo fue quien me masturbó. Pegué un grito enorme, porque me corrí enseguida.
Normalmente, sabes que cuando me corro, necesito un descanso, pero estaba tan caliente que continué.
- Con mis manos, agarré los boxers de los dos, y tiré de ellos para poder agarrar sus pollas. Por su parte, cada uno de ellos agarró de un lado de mi tanga y me lo quitaron. Nos quedamos los tres totalmente desnudos.
- Qué más sucedió?
- Sabes que me acababa de depilar, por lo que mi conejito estaba casi despejado, sólo con una minúscula línea de pelo. A Eduardo se le ocurrió tender dos pequeñas líneas de coca más, sólo que esta vez lo hizo justoen mi coño, una a cada lado de mi raja. Ambos la esnifaron. Me excitó mucho que lo hicieran y que se apoyasen en mi sexo para tomarla. Estaba muy, muy caliente.
Si ella lo estuvo aquel día, probablemente hoy, yo lo estaba mucho más.
- Eduardo se levantó y se colocó cerca de mi. Acercó su miembro a mi cara, y de una forma instintiva empecé a chuparlo. Me metí su polla en la boca, hambrienta de sexo.
- Y qué hacía Antonio mientras?
- Pues colocó su cabeza entre mis piernas y empezó a comerme el coño, o tal vez, sería más correcto decir, a beber mis líquidos, porque creo que debía chorrear por las piernas del calentón que tenía.
- Qué sentías en ese momento?
- Era una sensación increíble. Nunca había estado con dos hombres a la vez. Por un lado, mi excitación hacía que mamase intensamente a Eduardo, pero por otro lado, cuando sentía la lengua de Antonio, recorrer mi clítolis, entrar por mi vagina, me volvía loca. Sino gritaba más, es porque mi boca estaba taponada por una polla.
- No llegasteis a follar?
- Todavía no he terminado de contarte todo.
- Eduardo le pidió a Antonio cambiar de posición. Me dieron la vuelta y me pidieron que me colocase a cuatro patas. Eduardo metió su polla en mi coño y Antonio la suya en mi boca. Notaba que este ya tenía cierta cantidad de semen en la punta, por lo que en breve se corrió en mi boca. Según lo hizo se apartó.
- Eduardo también se corrió dentro de tu coño?
- Viendo que el otro ya no estaba, me volvió a girar, y quedé mirando hacia el techo. Me la volvió a clavar. Necesitaba que me follase, así que con mis piernas le até su cintura para que no pudiera salir. Consiguió correrse. Noté como su manguera regaba mi coño.
- Y ya terminasteis, no?
- No, cuando Eduardo se levantó, Antonio me puso de nuevo la polla en la boca. No estaba totalmente empalmado, pero un par de lametones, hizo que se pusiera en forma.
- Y te folló también?
- Me dijo que quería follarme las tetas. Las mías son enormes, y con las de su mujer no podía hacerlo. Creo que en ninguna noche de sexo que haya tenido en mi vida, jamás nadie me ha tocado tanto tiempo las tetas. Me colocó su miembro en el canalillo, y yo, apreté mis pechos para que hicieran una masa tapando su polla. Estuvo empujando, y cuando se corrió, me salpicó su semen en la cara.
- Pasó algo más?
- Bueno, nos vestimos, tomamos café, nos despedimos con unos besos en los labios y cogí un taxi. Reconozco que de camino a casa, empecé a sentirme culpable. Ahora que te lo he contado, me siento mucho mejor, y si quieres que me vaya de casa, lo entenderé.
- Lo que quiero que hagas ahora, es que me la chupes como nunca lo has hecho, y que te tragues toda mi leche. Estoy a mil, después de la historia que me has contado.
Me hizo una gran mamada. Ella cerraba los labios mucho para que mi excitación aumentase. La notaba muy caliente, pero sabía que yo lo estaba mucho más. Imaginaba todo lo que me había contado. No tardé en correrme.
- Marina, cariño. Si alguna vez quieres repetir una experiencia así, sólo te pido estar yo delante.
- Lo que tú quieras, mi amor. Te quiero. Que descanses.