El primer pete de mi vida, fue a mi primo
A la mañana siguiente me desperté sin saber dónde estaba y por un momento me asusté. Hasta que sentí el calor de su cuerpo pegado a mi espalda y su verga nuevamente dura apoyada en mi cola y sonreí de felicidad.
Primera experiencia con el sexo opuesto (segunda parte)
A la mañana siguiente me desperté sin saber dónde estaba y por un momento me asusté. Hasta que sentí el calor de su cuerpo pegado a mi espalda y su verga nuevamente dura apoyada en mi cola y sonreí de felicidad.
Me levanté tratando de no despertarlo para ir al baño. Sentía mi concha dolorida por el trato recibido la noche anterior, pero nada hubiera podido opacar la felicidad que sentía en ese momento. Me dí una ducha rápida para recuperarme un poco y volví a la cama donde Rodigo seguía dormido cubierto parcialmente por las sábanas. Verlo ahí desnudo me trajo todo tipo de recuerdos de la noche anterior y debo confesar que empecé a excitarme de nuevo. Realmente su cuerpo era imponente y por la carpa que se armaba bajo la sábana supe que todavía tenía la pija parada. Me miré desnuda en el gran espejo de pie que mis tíos tienen en la pieza y me di cuenta que yo también tenía un gran cuerpo, mi preparación física para ingresar al profesorado había tonificado aún más mis músculos los últimos meses, y mi concha estaba totalmente depilada porque con Silvina habíamos adoptado ese estilo. Definitivamente era una buena hembra para el macho que tenía en mi cama en ese momento.
Volví la vista a mi primo, mis ojos no podían dejar de mirar el mástil que se ocultaba bajo las sábanas y recordé cuando la noche anterior Rodrigo se había arrodillado frente a mi para chuparme la concha hasta hacerme acabar. Así que decidí que quería devolverle la atención. Nunca en mi vida había visto una pija en vivo y en directo, mucho menos tocado una, y de repente tenía a mi disposición una que era hermosa.
Con mucho cuidado para no despertarlo, quite la sábana que lo cubría y apareció ante mí la hermosa verga que me había arrebatado la virginidad la noche anterior, tiesa y con grandes venas hinchadas a lo largo. Mi primo tenía gran parte de su cuerpo depilado, y su entrepierna no era la excepción. No tenía ni un solo vello ni en su pecho, ni en su abdomen y ahora podía ver que tampoco los tenía ni en su pija ni en sus bellos testículos.
Me acomode entre sus piernas de rodillas y muy suavemente para no despertarlo pase las yemas de mis dedos sobre ella. Recuerdo que me sorprendió la suavidad de su piel en contraste con la dureza de su tronco y lo tibia que se sentía. La piel de su prepucio cubría casi por completo la cabeza de su pene, y si bien yo sabía por las clase de educación sexual cómo funcionaba el asunto del prepucio, no me animaba a tirarlo hacia atrás para descubrir del todo su cabeza por temor a que le doliera. Acerqué mi nariz para conocer su aroma y un olor bastante fuerte que no podía identificar me llenó de desagrado. Estaba tan concentrada en mi exploración que no me di cuenta que Rodrigo ya estaba despierto sonriendo mientras me miraba. Me sentí como una nena a la que descubren haciendo una travesura, aunque a decir verdad en esas experiencias era una nena.
Me deseó los buenos días para después recomendarme que fuera lo que estuviera haciendo,iba a ser mejor hacerlo después de que fuera al baño. Ahí me enteré que los hombres suelen despertar con una ereción por la acumulacion de ganas de ir al baño, y que además como no se había limpiado la noche anterior porque nos quedamos dormidos, su pija seguramente olería muy mal entre la mezcla de olores del látex del forro y la leche seca.
Me pidió permiso y se fue directo al baño. Me quedé sola en la cama un poco intrigada porque esperaba aunque fuera un beso de buenos días, pero se había ido así sin más. Lo escuché orinar y luego el agua de la ducha corriendo por algunos minutos, cuando lo vi volver caminando por el pasillo con su verga a media hasta moviéndose de un lado al otro me excité nuevamente. Se acostó a mi lado, me dió un largo y apasionado beso, y olía a menta. Ahi comprendi que no había querido besarme con el mal aliento de recién levantado. Sus manos empezaron a recorrerme e intentó subirse arriba mio pero lo detuve, yo quería que me cogiera como la noche anterior, pero antes quería seguir investigando su pija.
Rodrigo rió divertido ante mi pedido, pero se acostó boca arriba dispuesto a enseñarme, mientras yo me volvía a acomodar entre sus rodillas.
Lo primero que me enseñó fue a pajearlo. Siguiendo sus indicaciones rodee su hermosa pija con la mano derecha mientras que con la otra comencé a acariciar sus pesados huevos. Mi mano subía y bajaba por su pija con suavidad mientras sentía sus leves gemidos y su respiración que estaba cambiando. De su verga ya brotaba líquido seminal y su cara y gestos me indicaban que estaba haciendo un buen trabajo. Mi concha también había empezado a responder y ya estaba humedeciendose.
Siguiendo un instinto hice algo que Silvina me había contado en alguna oportunidad y escupí la mano con la que lo estaba pajeando. El cambio fue automático y todo se volvió mucho más suave y fluido. Cuando me di cuenta de esto, hice los mismo con mi otra mano y me dedique a acariciar sus huevos al mismo tiempo llevando mis dedos incluso hasta la entrada de su cola, algo que a Silvina y a mi nos volvía locas, pero que no sabía cómo le iba a caer a él. Por toda respuesta mi primo abrió más sus piernas para facilitarme el acceso. Le pregunté si podía y con un gruñido me dijo que sí, así que moje bien uno de mis dedos y haciendo un poco de presión se lo metí dentro. Por cómo se le endureció la verga supe que le gustaba que estuviera jugando también con su cola.
Solo me faltaba romper una barrera, y el momento había llegado. El se encontraba disfrutando la paja con los ojos cerrados cuando junte coraje y lleve mis labios a la cabeza de su verga. Lo primero que note fue que el aroma ya no era fuerte, después de la ducha el olor de su cuerpo ahí abajo era de macho. Un olor que me gustó y que penetró hasta el fondo de mi cerebro. Así que me animé y sacando un poco la lengua le lamí la puntita, justo debajo del frenillo,y el sabor de su líquido pre seminal me gustó mucho.
Cuando él sintió la punta de mi lengua, emitió un largo suspiro, me miró y preguntó si de verdad quería hacerlo. Por toda respuesta abrí mi boca y me introduje toda su pija en la boca hasta donde pude. Su cuerpo se tensó y volvió a caer acostado.
A partir de ese momento perdí la cabeza y me puse la meta de darle la mejor mamada que jamás le habían dado. Acostumbrada a lamer la concha de mi amiga, mi lengua se había vuelto mi mejor herramienta y decidí usarla mucho. Sin embargo, también aprendí muy rápido a usar mis labios para rodear su tronco y subir y bajar a lo largo de su pija. Rodrigo solo respiraba agitadamente y gemía diciendo mi nombre. Por momentos me tentaba y bajaba lamer sus testículos mientras con una mano seguía pajeando y con la otra jugaba con mis dedos entrando y saliendo de su cola. En un momento mi dedo tocó algo duro dentro, algo que después sabría que se llama próstata, y Rodrigo lanzó un aullido de placer mientras su pija se ponía mucho más gorda y dura. Estaba a punto de acabar y me lo hizo saber. Yo volví entonces a engullir su pija con mi boca y aceleré el movimiento con mi cabeza arriba y abajo, pero él me tomó de la cabeza obligándome a parar para decirme que estaba por acabar, aparentemente no le parecía correcto terminar en mi boca sin avisar.
Mi respuesta fue que eso era lo que quería, le guiñe un ojo y me la volví a llevar a la boca mientra aceleraba el movimiento con mi dedo en su culo.
No estaba segura si me iba a gustar o que esperar, sin embargo quería darle una mamada de pija que recordara toda su vida y eso incluía que acabara en mi boca. Su cuerpo se tensó y comenzó a temblar. De la base de su pija sentí como empezaba a latir algo y menos de un segundo después me llegó el impacto de su leche dentro de mi boca y en mi lengua. Uno, dos, tres chorros de su espeso semen corriendo por mi garganta. Cuando después de unos segundos se apagó su orgasmo, Rodrigo se desplomó en la cama respirando agitadamente y con pequeñas convulsiones de placer.
Yo me quedé entre sus piernas saboreando las últimas gotas de su leche en mi boca y lamiendo su pija para juntar lo que se había corrido por ella. El sabor de su semen me había vuelto loca, era algo que nunca había experimentado hasta ese momento y que me había dejado al borde del orgazmo. Definitivamente me encantaba la leche de mi primo.
Me quedé acostada boca abajo lamiendo con fascinación su pija dormida y sus huevos hasta que algunos minutos después logré, sin quererlo en realidad, que se le volviera a parar.
Lo que pasó después se los cuento en el próximo relato.
Besos, Sofia.