El primer orgasmo sumiso de rosita...
Rosita va a tener su primer orgasmo casi involuntario siendo sumisa...
Hola de nuevo...
Rosa..., mi Rosita..., empieza a mandarme sus experiencias..., en esta ocasión jugueteando con la sumisión..., una entre tres..., de sus pasiones sexuales...
Estoy eufórico...
En este tercer relato me cuenta y de paso a todos ustedes sus primeras experiencias de sumisión..., con un amo muy especial..., respetuoso pero a veces inflexible...
Casi no he tenido que tocar el relato que me ha mandado..., solo incluir párrafos relacionados con nosotros, nuestros correos, nuestras confidencias y poco más..., siempre que vengan a colación del relato..., pues ya saben que mi Rosita..., es una muy buena escritora...
Por cierto ha empezado a escribir sus memorias..., abriendo su corazón a todos nosotros..., muy pronto estarán a su entera disposición..., para que las disfruten.
Ya me ha mandado varios capítulos y estoy expectante... Sera un auténtico placer leerla..., puedo asegurarlo...
De momento..., vayamos a su sumisión..., que lo otro será dentro de algunas semanas...
El relato dice así...
Mi hija pequeña..., ya había cumplido los diez años..., y pedía una bicicleta nueva constantemente.
Yo me debatía entre el ahorro y el ser condescendiente.
Mi hija..., tenía razón porque aquella bici la había heredado de su hermana, había aprendido a montar a los seis años y su estado era ya más que lamentable.
Juan, mi marido, del que ya les iré hablando en el futuro con más detalle..., no había acabado de repararla cuando ya la tenía que volver a reparar..., una y otra vez...
Realmente a la niña..., la bici ya le quedaba pequeña y tenía la ilusión de estrenar su propia bici.
Acabamos comprando la bici a nuestra hija menor..., como todos ustedes hubiesen hecho en mi lugar..., o nuestro lugar...
Ella muy contenta..., aunque nuestro garaje no da para más y era necesario, deshacerse de algo.... Necesitaba hacer un hueco.
Ni corta ni perezosa saqué fotos de la antigua bici..., y la anuncié en una página de las que anuncia TV, que por mucha publicidad que hace Walapop..., aquello tiene menos movimiento en mi zona..., que un puesto de estufas en el desierto...
No me llegaban ofertas..., vanos ni una sola persona interesada y eso que había puesto la bici más que tirada de precio.
Normal..., pensaba..., era invierno y no hay mucha demanda de bicis.
Seguro que con el buen tiempo...
José Miguel me dijo que había puesto también un anuncio con una colección de videos y después de casi un año se aburrió y se dio de baja...
Lo comenté en el trabajo y un compañero me sugirió anunciarla en más sitios.
A más anuncios..., más visibilidad y, a más visibilidad mayores posibilidades de vender.
Tenía razón...
Me sugirió la página de mil anuncios... No me importa hacer publicidad, pues creo que es una de las más importantes para todo tipo de cosas..., yo no la conocía y he descubierto un mundo enorme de posibilidades de todo tipo...
Incluso alguna más..., y me refirió al título del relato...
Sigamos con la bici...
Fue un sábado por la mañana cuando recordé lo que me dijo mi compañero.
Nuevas fotos y me metí en esa página y anuncié la bici.
La curiosidad me llevó a navegar un rato..., se vendía de todo..., casas, coches, mascotas..., libros, cursos..., vamos de todo...
Incluso había un vínculo a otra página de la misma empresa..., con contactos con un nombre que a priori..., me pareció ridículo pasión.com
Entré por curiosidad.
Anuncios de prostitución, gais, parejas liberales, travestis, agencias matrimoniales, amistad..., y obviamente de hombres..., que en principio era lo que me daba más morbo...
Todos eran anuncios más bien soeces acompañados de fotos bastante explicitas.
Mirando..., mirando..., después de un buen rato..., arriba y abajo..., uno atrajo mi atención.
No recuerdo exactamente lo que decía, pero era algo así como: "amo busca mujer sumisa".
Seguí trasteando por la página hasta que caí en la cuenta de que se podían filtrar los anuncios por provincias.
Busqué en la mía..., que como todos ustedes saben es la de Toledo, la provincial imperial de España...
Allí estaba de nuevo aquel amo que buscaba sumisa.
No tenía fotos y decía ser respetuoso, buen conversador, culto y cosas similares.
Me chocó un poco..., por un lado amo..., por otro educado, respetuoso. Decidí entrar en su anuncio..., y curiosear.
Tenía visitas, pero nadie le había escrito aún ningún correo.
Eso puede verse, como todos saben en las estadísticas del anuncio..., en concreto.
Aún no sé por qué, pero escribí...
Fue algo sencillo lo que le dije..., que tampoco recuerdo, quizá algo como "¿Has puesto un anuncio?" o algo así...
Lo mismito que le puse a José Miguel..., con su anuncio, como ha contado magistralmente en el segundo relato sobre mí...
Seguí curioseando..., mientras de vez en cuando..., revisaba el correo.
Nada..., de nada..., no recibía respuesta.
Pasaron unos días.
Hasta que mi compañero de trabajo me dijo.
- Rosa, ¿qué tal la bici?... ¿la vendiste?
- Pues por aquella primera página, la nueva de TV..., aún no..., pero luego la anuncié en la página que me comentaste..., aunque aún..., no he revisado el correo.
Al final de la mañana recordé la conversación y decidí entrar en mi correo.
De la bici..., nada de nada...
Allí había un único correo.
Su título era "amo".
Lo abrí, entre curiosa y nerviosa.
La contestación era concisa...
"Si..., he puesto un anuncio. ¿Estas interesada?
Miré la fecha. Era de la misma en la que yo había escrito, pero de unas tres o cuatro horas más tarde.
Contesté...
"Bueno, más que interesada..., soy curiosa..., ya que es un mundo que no conozco en profundidad".
Al día siguiente, nada más conectar el ordenador del trabajo entré en mi correo particular..., y allí estaba el que sería mi amo que me decía...
"Entonces, ¿cuál es el motivo por el que escribes? Intuyo que quieres saciar tu curiosidad. La cuestión es ¿Cómo quieres saciarla?: ¿Qué te lo cuente? o ¿Quieres experimentarlo?".
No necesité mucho tiempo para contestar...
"Que me lo cuentes. No acabo de entender cómo procurar dolor y recibirlo pueden dar placer..., realmente..., no estoy dispuesta a que me peguen o hagan daño de ninguna de las maneras".
Dejé el correo abierto, pero minimizado...
No pasó más de media hora cuando me llegó el aviso de un nuevo correo...
" Jajajajaja, no mujer no se trata de pegar y cosas de esas.
Hay muchas variantes en el sexo.
La del dolor es una de ellas y yo la desconozco.
Ese no es el motivo de mi anuncio.
Solo quiero conocer a alguien con iniciar una relación de confianza y cierta obediencia".
Me salió solo...
"¿Confianza y obediencia?... ¿En qué?, ¿Para qué?"
Casi de seguido obtuve respuesta...
"En el sexo hay personas a las que gusta llevar las riendas y a otras a las que les gusta ser llevadas de esas mismas riendas...
Se asume un papel..., un rol.
José Miguel, me acaba de hablar ayer de un matrimonio que le ha contestado a un anuncio..., en el que el marido tiene el rol de cornudo y quiere verle follar a su mujer, mientras el mira y hace fotos...
Volvamos...
Mi interlocutor en el correo electrónico seguía diciéndome...
“A veces se lleva un poquito más allá..., y a algunas personas..., les gusta se complacidas y a otras complacer..., va implícito en la naturaleza humana mayoritariamente...
Ambas encuentran satisfacción en lo que hacen y están conformes.
Cada uno lo lleva a su manera...
A veces un lenguaje brusco, unas pocas palabras de dominación..., como en todo..., hay muchas maneras.
Lo importante es que ambas se encuentren a gusto con lo que hacen..., y no hagan daño a nadie...
Para estar a gusto es importante conocerse y respetar las necesidades y los límites de la otra persona".
No podía responder..., el trabajo me reclamaba.
Al final del día le respondí...
"Entiendo lo que dices...., aunque en una relación de pareja sana esas cosas se hacen a su manera..., y por ello..., no entiendo lo de los "límites".
No fue hasta el día siguiente que obtuve respuesta...
"Tú lo dices..., en una relación de pareja sana..., pero entenderás o supondrás..., que eso a veces no es posible.
Amas a una persona..., pero la educación que nos han impuesto en temas de sexo ha sido muy restrictiva.
Por ejemplo...
A mí me excita insultar a la mujer con la que estoy..., mi esposa...
Una vez lo hice..., y se lo tomó muy mal.
Le comenté lo que a ti te he comentado..., pero no lo entendió. Aquello nos costó un bajón en nuestra relación sentimental..., que llevó mucho tiempo levantar.
Amo incondicionalmente a mi mujer..., pero en tema del sexo..., me excita sobremanera la posición dominante.
El hecho de que la insultará no quiere decir que no la amé, ni que fuese despectivo con ella...".
Contesté...
"¿Cuál fue el insulto?
Rápida respuesta por parte de mi futuro amo...
"Zorra..., simplemente zorra....
El hecho de que pidiera a mi mujer que chupara mi polla como una guarra..., una vulgar prostituta de pago en cualquier rincón cutre de la oscuridad viciosa de las grandes ciudades..., o de los habituales polígonos industriales del circulo industrial de Madrid..., no quiere decir que valore a mi mujer como a una guarra o una vulgar zorra.
La tengo el máximo respeto..., como mujer, esposa, madre y compañera..., pero ese lenguaje me excita..., y no lo puedo remediar...".
No contesté..., y decidí tomarme mi tiempo...
Aquellos intercambios de correos, me habían hecho recordar en mí pasado..., un episodio muy concreto...
Les cuento, queridos lectores...
Recordaba un rollete que tuve durante unas pocas horas en unas fiestas de mi pueblo..., Fuensalida..., que son, como todos los aficionados y vecinos saben en honor del Santísimo Cristo del Olvido y Nuestra Señora de la Soledad en el mes de septiembre de cada año...
Él era mayor que yo y en la plaza nos morreamos un poco.
Me invitó a montar en su coche y me llevó a la puerta del cementerio. Allí me pidió que chupara su polla.
Yo me negué.
No lo había hecho nunca..., no sabía.
El estalló...
- Vamos, sé que estas deseando, sácamela del pantalón.
Yo, bajé su cremallera y la saqué.
Siguió...
- Chúpala como una putilla..., lo estas deseando.
Mi timidez pasó a un segundo plano.
Su insulto hizo que sintiera mi coño abrirse de inmediato..., así como que comenzará a humedecerse lujuriosa y rápidamente...
Mi corazón palpitaba febril y alocadamente.
Mis pezones se desdoblaban y endurecían..., no tardó en aparecer tanta humedad en mi coño..., que las bragas chorreaban.
Lo sentía..., como todos ustedes saben por ese frescor íntimo increíblemente morboso.
- Vamos zorra, ¿A qué esperas? (Decía él..., mientras agarraba mi cuello empujándolo hacia su polla...)
No hizo falta que empujará..., iba servil y disciplinada hacia su polla enorme...
Sentí placer al obedecerle, al sentir como agarraba bruscamente mi pelo acompasando mi movimiento al acercar mi boca ávida hacia esa enorme polla dura y venosa.
Mi boca se abrió ante aquel monumento de carne dura...
Mi coño húmedo como jamás lo había estado..., ardía de deseo..., sintiendo el calor de su polla en mi boca.
- ¡¡ Ufff !! Voy a tardar poco en correrme. (Me decía con ojos de poseso en proceso de disfrute pre-orgásmal...)
- No por favor..., en la boca no te corras. (Saqué mínimamente mi boca para suplicarle...)
Me excité aún más al ver como yo misma le suplicaba a aquel insidioso hombre, mayor que yo, que acababa de conocer.
Estaba al borde del orgasmo aún sin haberme tocado. Hasta el roce de mis duros pezones con el sujetador me daban placer...
Un placer sin igual..., un placer de servicio..., un placer de sumisa..., un placer también de depravada...
Entiendo en estos momentos lo que me dice José Miguel cuando habla del semen que ansía lamer especialmente del coño en el que lo acaba de depositar previamente...
- Vas a mamar como una puta barata..., hasta el final..., hasta que me corra como un cabrón.
- Puta..., más que puta...
- Zorra viciosa...
- Guarra...
Ya no tenía que agarrar, ni sujetar mi cabeza...,
Lo decía sin tocarme nada..., solo mirándome.
Me sorprendí a mí misma..., apartando mi boca..., mirándole sumisamente..., cual esclava sexual servil y consentidora de todo...
Diciendo al tiempo que me volvía a agacharme a seguir mamándole su polla...
- Como tú quieras.
Solo me faltaba decirle..., si..., mi amo...
Metí su polla en mi boca nuevamente..., movía mi cabeza hacia arriba y hacia abajo...
El murmuraba palabras entrecortadas...
- Zorra...
- Perra...
- Puta...
- Cría de mierda...
- Guarra...
Yo..., solo esperaba su semen..., su placer..., servirle como una herramienta sexual para su único disfrute...
Finalmente se corrió.
Sentí dentro de mi boca los borbotones de semen que salían de su polla.
Mi gesto instintivo fue sacarme la polla de la boca ya que uno de los chorros se metió en mi garganta dando en la campanilla y provocándome varias arcadas.
Queridos lectores..., arcadas no de asco..., sino simplemente del contacto de su semen caliente con la campanilla o la garganta.
En ese instante noté nuevamente su fuerte mano...
No me dejó sacar su polla de mi boca.
Su mano estaba aferrada fuertemente a mi cuello impidiéndome moverme.
Ahora eran sus caderas las que se movían como follándome la boca..., follándomela en su placer extremo..., mientras gemía y decía...
- Toma lefa...
- Toma zorra..., toma mi lefa caliente...
- ¿No querías lefa...?
- Toma lefa de cabrón...
- Hínchate de lefa..., puta..., más que puta...
- Zorrísima..., comete toda mi lefa...
Yo me sentía internamente excitada, como jamás me había sentido...
Mis pezones sensibilizados...
Mi coño humedecido y lubricado a todos los niveles...
Mis bragas absolutamente empapadas...
Mi instinto abrió la puerta del coche cuando acabó de correrse...
Salí del coche...´
Escupí el semen que aún tenía en mi boca..., el resto lo había devorado consciente y sumisamente..., sin argumentos no vejatorios...
Cuando José Miguel leyó por primera vez este relato de manera privada..., me echo una bronca amigable..., por escupir aquel semen...
Tosí a consecuencia de las arcadas..., simplemente por una molestia física...
Ya le dije a José Miguel..., que me lo hubiese tragado de no haber tenido la molestia física..., me encanta el sabor del semen como a él..., y especialmente cuando estoy haciendo de zorra...
Estaba súper excitada y en aquel momento me hubiese dejado follar por todo un ejército de hombres...
Era una esclava sexual para quien quisiese...
Ahora quiero serlo para José Miguel...
Cuando volví a entrar al coche, él ya se había subido los pantalones. No dijo nada..., yo tampoco.
Iba avergonzada..., no por lo que había hecho..., iba avergonzada porque estaba mojada como nunca..., como una puta barata..., como él decía.
Paró el coche y sin mediar palabra me bajé.
Me dejó en la plaza y aunque la fiesta estaba en pleno apogeo yo me fui directamente a casa.
Me quite toda la ropa menos la interior...
Me metí en la cama...
Me bajé las bragas.
Estaban mojadas..., estaban totalmente mojadas...
Solo podía hacer una sola cosa en ese momento álgido de mi placer interior y servil...
Comencé a masturbarme...
Comencé a masturbarme enfebrecidamente..., mecánicamente..., lujuriosamente...
No podía quitarme de la cabeza el calor de su polla en la boca, sus gemidos de placer, los borbotones de semen en mi boca y en mi cabeza martilleaban una y otra vez sus palabras...
- Puta barata...
- Zorra...
- Rastrera...
- Guarra...
- Calientapollas...
No fue como otras veces...
Apenas toque mi clítoris..., estallé en un fuerte orgasmo..., y aun quería más..., mucho más...
No paré hasta el tercer orgasmo.
Les juro amigos lectores que suelo ser dura para correrme..., muchas veces incluso no he llegado a correrme mientras mi marido Juan me follaba...
Me sentía como una puta..., pero en la gloria bendita...
Quiero volver a sentir esa sensación con José Miguel..., lo antes posible...
Quería polla de cabrón..., necesitaba que un cabrón me obligará a mamar su polla.
Volvamos al relato...
Acabé contestando al día siguiente al correo.
"Entiendo perfectamente lo que dices".
Recibí respuesta...
"¿Lo entiendes por experiencia propia?"
Nuevo email...
"Si".
Contestó...
"Si tienes experiencia propia..., ¿Por qué escribes diciendo que no entiendes esto de la dominación?".
Respondí...
"Tus palabras me hicieron recordar una lejana experiencia. Encaja perfectamente con lo que tú comentas. La experiencia me han hecho entender lo que dices".
Contestó...
"¿Recordaste una lejana experiencia? ¿Te excito el recuerdo?
Mi rápida respuesta fue:
"si".
Cerré el correo sin intención de volver a mirarlo en mucho tiempo.
A la mañana siguiente no pude reprimirme..., ardía de deseos ocultos..., y abrí el correo...
"¿Casada o soltera?"
"Casada"
Iniciamos una cascada de preguntas y respuestas rápidas en cada uno de los correos siguientes...
- "¿Tu marido no te dice lo que aquel hombre?"
- "No"
- "Porque no se lo pides".
- "Ni de broma, que iba a pensar de mi".
- "¿Ves?..., a veces tenemos deseos que no cumplimos por miedo a lo que pensarán nuestras parejas. Por eso puse el anuncio". ¿Lo entiendes?
- "Si, ahora lo entiendo"
- "¿Qué edad tienes?"
No contesté..., tenía que reflexionar...
Al día siguiente abrí el correo..., excitadísima..., como nunca... Había comenzado una relación on line absolutamente excitante..., dentro de mi inicial incomprensión de todo lo que suponía la autoridad de un amo..., y la sumisión de su esclava...
Seguíamos el interrogatorio del día anterior...
- “¿No quieres contestar?..., ¿O prefieres que te ordene contestar?"
- "Jajajaja..., no hombre, es que la edad no se pregunta a una mujer"
- "Pero si..., a una zorra casada"
No lo pensé..., salió así..., como de un rayo..., la palabra “zorra” me abría en canal...
- "41"
- "Así me gusta. Descríbete".
- "Pelo castaño oscuro y liso, media melena, 160 cm y rellenita no gorda"
De rellenita..., nada de nada..., dice José Miguel... (Como mucho te sobran unos gramos..., zorrita sensual, maravillosa y viciosilla...)
- "Me hago una idea".
- "¿Y tú?... ¿Cómo eres?".
- "Si quieres que sigamos estas conversaciones te dirigirás a mí de "Usted"..., y para preguntarme deberás pedir permiso. Si no estás dispuesta o no te parece no contestes".
Me dejó aturdida y sorprendida.
No contesté.
Al día siguiente entré en el correo..., lo deseaba con pasión y con una extremada excitación...
Estaba vacío.
Así otro día y otro..., hasta acabar la semana.
A mi cabeza venían martilladamente y sin cesar aquellas soeces palabras..., puta barata, trozo de carne, zorra pendeja..., calienta braguetas...
A mi mente acudía la sensación del calor del semen en mi boca, los borbotones de semen..., con aquel grotesco hombre en la puerta del cementerio
Incluso imágenes más antiguas..., la imagen de aquel tosco, mayor y gordo..., tocando su polla por encima del pantalón mientras miraba mi cuerpo con tan pocos años..., allí en el bar..., mientras se celebraba aquel partido amistoso entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid...
¿Se acuerdan amigos, del relato de título..., el primer orgasmo de Rosita...?
Cada vez que algo de aquello..., me venía a la cabeza..., bien las palabras o bien las imágenes..., mi coño maduro se humedecía como hacía mucho que no hacía.
El lunes contesté disciplinada y educadamente como la sumisa en la que me estaba convirtiendo segundo a segundo...
- "Perdone usted que no haya contestado antes, pero su ultimo email me dejó descolocada. Por favor, puedo preguntar..., ¿Cómo es usted?
- 61 años, 170cm, pelo corto canoso, gafas.
- "Gracias".
- "Ten cuidado..., creo que empiezas a hacer algo que no habías pensado. Si sigues así..., quizá me obedezcas".
- “No lo sé..., quiero arriesgarme".
- “¿De dónde eres?".
- “De Fuenlabrada, un pueblo del sur de Madrid". (Mentía, pero no por mucho..., aunque de una provincia limítrofe... Ustedes ya saben que es Fuensalida... No quería abrirme del todo a aquel excitante y seductor hombre...)
- "Yo soy de Leganés..., prácticamente al lado"
- "Estamos cerca..., muy cerca". (Dije yo...)
- "Podríamos quedar." (Dijo él...)
- “No lo creo” (Dije..., aparentemente incrédula...)
- "No se trata de hacer nada. Solo de tomar un simple café tranquilamente. Ponernos cara, charlar. Lo más normal es que no te guste físicamente dada la diferencia de edad que hay entre tú y yo. Pero al menos podremos reírnos un rato y disfrutar de un café. No habría, ni usted ni nada de eso..., solo dos personas que se conocen y se ríen un rato"
- “Tengo mis dudas.”
- “Piénsatelo, ya me dirás".
Dejé pasar una semana sin escribir...
Finalmente lo hice..., lo necesitaba..., no sé si me pueden ustedes entender...
- “Buenos días. ¿Qué tal la semana?” (Intentando romper el hielo...)
- “Bien. ¿Has decidido algo?” (Directamente al grano...)
- “ Si”
- “¿Qué has decidido?”
- “Dime sitio y hora.” (Era sin saberlo..., una excelente sumisa...)
- “Hoy..., en la puerta de la estación de cercanías de Getafe..., a las 16 horas...”
- ¿Pueden ser las 16:30?
Realmente me daba igual las 16:00 que las 16:30..., era por hacerme de desear..., en estos momentos en que la crisálida está saliendo del capullo convertida en mariposa..., aunque servil..., y que no quiere salir por el miedo a lo desconocido...
- “Ok....16:30”
- ¿Cómo te conoceré?
- “Llevaré pantalón vaquero y una cazadora tipo "plumas" negra de North Face..., con el diario "As" en mi mano izquierda. ¿Qué llevarás tú?
- “Pantalón vaquero, abrigo tres cuartos azul, bolso grande color marrón claro.”
Ese día comí muy nerviosa.
Recogí rápido.
Llamé a mi madre para que se quedara con las niñas, alegando un encuentro de trabajo raro pero ineludible.
Calé el coche dos veces..., pues me temblaban las piernas de los nervios.
Recorrí los apenas setenta kilómetros en menos de una hora...
Llegué a la hora convenida..., pues suelo ser muy puntual.
Mucha gente..., demasiada en aquella estación de cercanías.
Esta sumisa estaba allí a la hora indicada delante de aquella estación sin duda elegante, moderna y con esa forma tan especial..., llena de interminables cristales..., rodeada de gente que entraba y salía...
Entremedias de la multitud..., intuí un "plumas" negro..., un pelo corto blanco..., bajé la mirada a su mano izquierda..., un periódico...
Me acerqué..., queriendo esbozar una sonrisa..., pero no me salía nada de nada..., ningún gesto..., estaba impertérrita..., impávida..., denodada...
Los nervios me podían...
Él estaba más tranquilo.
Cruzamos nuestras miradas, la duda estaba en ellas, la incertidumbre, el miedo de equivocarse..., aunque muchísimo más nerviosa yo que él...
El dio el primer paso..., como no podía ser de otro modo en un futuro amo...
Se acercó a mí de frente.
- ¿Rosa?
- Si.
Ahí esbozó una gran sonrisa...
- Caramba, ya tenía ganas de conocerte. ¿Nerviosa?
- Mucho.
- No te preocupes.
Mientras con el periódico me indicaba un poco hacia delante..., sacándome del gentío que había allí.
Cruzábamos el Paseo de la Estación en dirección a alguna de las cafeterías de enfrente..., mientras tranquilamente me decía...
- Mira Rosa, tienes dos opciones. Si te sientes muy nerviosa o tienes miedo puedes marcharte. La otra opción es quedarte. No hace mal día, podemos sentarnos y tomar un café. Mejor en una terraza, es abierta y estamos a la vista de mucha gente..., así nada malo puedo hacerte.
Miraba a sus ojos..., y a su boca. Sonreía. No era una sonrisa babosa, ni falsa, era una sonrisa tranquila. Me sentía relativamente muy segura..., y me iba tranquilizando...
Le contesté..., mintiendo ligeramente..., aunque no del todo...
- Pues el cuerpo me pide salir corriendo, pero los nervios no dejan a mis piernas correr..., e incluso me caería..., dando un soberbio espectáculo. Así que mejor el café en la terraza, ¿no?
Lo dije riendo..., no sé si por los nervios o porque..., aún a día de hoy lo desconozco.
Su sonrisa tranquila se iluminó.
- Fantástico. Vamos a ello.
Dejó que me sentara primero..., luego se sentó frente a mí. Ahí me percaté de que era detallista..., sin duda..., sabía de mis nervios y de mi inseguridad y no quería invadir mi espacio personal.
Pidió un café solo sin azúcar.
Encendió un pitillo no sin antes ofrecerme uno. Yo lo cogí. Soy fumadora ocasional..., o social que dicen. En ese momento me apeteció mucho.
José Miguel me dice que dejé de fumar..., que es preferible hacer sexo..., y que también deje los refrescos de cola, por el tema de que el azúcar sintético que le echan..., no ayuda a nuestra salud y que es el responsable de la pandemia de obesidad..., aunque no es mi caso..., ya saben..., solo gramos... (Es un cielo...)
Sigamos...
Por romper el hielo le dije...
- Me has mentido.
- ¿Yo?, ¿En qué?
- Tienes los ojos azules y muy bonitos...
Iniciamos una conversación rompedora de la tensión..., pensaba en donde nos llevaría aquello..., y en qué acabaría nuestra cita...
- Ahhh..., eso... Bueno, en eso no te he mentido. Simplemente no te lo había dicho...
- Media verdad es una mentira.
- No pretendía ni ser una mentira..., ni una media verdad. Simplemente no lo consideré oportuno.
- Pues para mi es importante.
- Pues lo siento. Tendré en cuenta que eso es para ti importante. No era mi intención decepcionarte.
- No me has decepcionado, solo que me gustaría que me hubieras hablado del color de tus ojos.
- Vaya..., me temo que estamos empezando mal. Nos estamos enquistando en el color de mis ojos.
Estaba empezando nuestra cita regular..., por no decir mal..., no sabía que decir...
Tragaba saliva...
Disimuladamente me miraba..., miraba mis pechos, mis piernas. Aunque la verdad es que poco podía ver.
Con abrigo y en invierno poco se deja de ver.
Yo también le miraba, incluso me permití el lujo de mirar su paquete.
Cambiábamos de conversación..., me empecé a relajar algo más...
Su actitud era afable y confiada.
Era buen conversador, risueño.
Incluso me hizo reír dos o tres veces con alguna payasada.
Empezaba a arreglarse la cita..., pensé..., aunque no sabía en qué terminaría..., pues no venía preparada para nada...
Me hablo de su familia, y yo le hable de la mía. Tenía una hija un par de años más joven que yo.
- Vamos que podía ser tu hija.
- Pues sí que lo podías ser, jajajajaja... Ya sabes tienes que ser buena..., a ver si me vas a enfadar y te voy a tener que castigar, jajajajajajajajaja...., y darte unos azotes...
Lo decía riéndose, haciendo una payasada..., sin malicia y sin entender nada físico..., eso había quedado claro en nuestros correos...
No sé por qué..., aún me lo pregunto...
Aparté la mirada, sorbí un poquito de mi café, me recline hacia atrás en la silla y clavé mi mirada en él...
- Y..., a qué..., me castigaría usted....
Acababa de decirlo y ya estaba arrepentida.
Su sonrisa se borró.
Vi sorpresa en su cara y en su mirada..., sin duda no lo esperaba en ese momento tan temprano de la cita...
- A chupar la polla de algún viejo cabrón..., como yo...
Yo me sonrojé...
Mi atrevimiento e inconsciencia se esfumaron en un segundo...
Del mismo modo..., que tan rápidamente empecé a sentir un enorme cosquilleo gratificante en mi coño.
Viendo mi incomodidad cambió de tema.
Me dijo que tenía un negocio y que tenía que abrir..., que ya iba tarde.
Me miraba a los ojos...., mientras me decía...
- Te voy a pedir una cosa... Rosa. Ve al baño. Cuando vuelvas yo iré a la barra a pagar y dejaré sobre la silla el "plumas". Cuando vuelva nos despedimos y nos marchamos. Cuando este solo buscaré en el bolsillo de mi "plumas". Si encuentro tus bragas sabré que quieres ser mi zorra. Piénsalo bien, si encuentro tus bragas nuestro siguiente encuentro será distinto.
Recuerdo aquellas palabras..., una por una... “ Si encuentro tus bragas en el bolsillo de mi cazadora..., sabré que quieres ser mi zorra...”
Fui al baño, tal y como me pidió. Estaba muy húmeda.
Volví y se fue a pagar a la barra.
Se puso su chaqueta, nos dimos dos besos y nos despedimos.
Me senté en mi coche, la cabeza me daba vueltas. Arranqué y una hora más tarde aproximadamente..., llegaba a mi casa.
En casa me esperaban mi madre y mis hijas. Juan salía pronto de trabajar..., teníamos que ir a un centro comercial a hacer nuestras compras de algunas necesidades secundarias acumuladas...
No venia alegre de mi cita..., pero tampoco triste...
La excitación física se me había pasado..., aunque tenía algo en mi interior..., algo difícil de explicar en aquellos momentos.
De alguna manera..., me reconfortó la paz, el alivio y la calidez de mi hogar, pero sabía que eso era ficticio..., necesito más..., soy una mujer traviesa..., muy traviesa..., buscando hacer travesuras...
Aquella noche hice el amor con mi marido..., más excitada de lo normal..., pues mi cabeza estaba en otro sitio y en otro vocabulario de aquel que Juan me decía mientras me follaba..., o más bien me hacia el amor..., diciéndome cosas tiernas y amorosas..., aunque antes más que ahora...
Acabé durmiendo, contenta con la decisión tomada..., tenía la certeza de que había hecho lo correcto.
¿Tienen amigos lectores..., alguna idea sobre de lo que había decidido este proyecto de sumisa..., que se llama Rosita...?
Al día siguiente..., llegué al trabajo más pronto de lo habitual..., quizás más nerviosa de lo habitual ante mi ordenador...
Lo encendí...
Abrí mi correo personal...
Allí estaba el correo de Joaquín..., mi nuevo amigo... Ya saben su nombre...
- “Bragas negras de encaje. Eres de gustos refinados.”
- “Espero que fueran de su agrado.”
- “Estaban mojadas..., muy mojadas.”
- “La situación me excitó muchísimo.”
- “Eso me agrada, me gusta que las zorras casadas se mojen en mi presencia.”
- “Me alegra que le gustara a usted, tenía ciertas dudas.”
- “¿Cómo tienes el día?”
- “Trabajo por la mañana, y tarde con niñas y tareas domésticas”.
- “Calle del Deseo Sumiso, numero 2..., ya sabes en que ciudad..., muy cerca de la estación... 16:30. Hay una persiana metálica corredera echada. Da dos toques al llegar... Se puntual. No consintió tener que esperar a nadie...” (La dirección como intuyen todos ustedes es inventada..., no puedo darla por razones obvias...)
- “Uf, no sé si podré.
- “Obedece..., zorrita...”.
- “No sé si podré dejar a las niñas con mi madre.”
- “Llevarás falda, medias..., no pantys..., bragas de encaje, blusa, zapatos de tacón y un abrigo encima.”
- “No puedo asegurarte que vaya... en su caso..., ¿Supongo que te gustaría ver el sujetador a juego con las bragas...?
- “¿He mencionado la palabra sujetador?..., si no la menciono es que no lo he dicho a propósito... Creo que está muy claro.”
Esperé a las 10:00 para llamar a mi madre. Quería que se hiciera cargo de las niñas.
La hora se aproximaba...
Llegué a casa y guardé en un bolso la ropa que me había pedido Joaquín.
No suelo vestir de esa manera y no sabía cómo justificar ante mi madre salir vestida así.
Salí de casa y me metí en el camino de los depósitos de agua... Escondida en aquel olivar me cambié de ropa y me maquillé.
Llegué a la hora convenida al sitio que Joaquín me había indicado.
Llegué sin problemas con el GPS...
Era un local que tenía unas persianas metálicas echadas que tapaban todo y no se podía ver nada del interior.
Estaba nerviosa...
Tenía la boca reseca...
Un tremendo nudo en la garganta...
En ese momento ni siquiera estaba excitada solo nerviosa…, muy nerviosa.
Llamé casi asustada por el estruendo que hacía aquel cierre metálico al golpearlo.
Me pareció que todo el mundo me miraba…, y eso que no había nadie mirándome en la calle.
Se escuchó un ruido como de llaves dentro, como una puerta abrirse y más ruido de llaves.
La persiana metálica subió haciendo estruendo y detrás apareció la figura de Joaquín.
Me sonrió al verme y con un gesto caballeresco..., me indicaba que entrase.
Bajó la persiana metálica y echó la llave. Después hizo lo mismo con la puerta de aluminio de entrada propiamente del local.
Se veía que el local había tenido un negocio de una conocida marca de telefonía móvil.
Allí quedaban aún..., un mostrador, tres mesas de oficina, algún folleto encima de ellas y algo de publicidad en las ventanas ahora tapadas por las persianas metálicas.
- Es un local que tengo en propiedad. Lo alquilo y me sacó algo de dinero. El último inquilino se fue hace dos meses. Tengo que adecentarlo, para volverlo alquilar como oficina..., aunque quiero esperar unos meses aún.
Aunque era febrero y hacia frio, allí dentro no lo hacía.
Joaquín había encendido la bomba de calor y la temperatura era agradable.
- Quítate el abrigo.
Obedecí mientras él se sentaba en una de las sillas de oficina que había.
No llevaba sujetador como él me había dicho.
Vi que miraba a mis pechos.
Solo con ver su mirada clavada en mis calientes tetas..., mis pezones empezaron a desdoblarse, a crecer hasta rozar con la blusa.
Quería mirar a ver si se notaban, pero no me atrevía.
Él estaba sentado, encendiendo un pitillo mirándome, con las piernas abiertas. No pude evitar mirar su paquete..., estaba abultado.
Ya no estaba tan nerviosa.
- ¿Follas con tu marido?
- Si.
- Follas con él, pero..., vienes aquí como una puta de polígono.
Su lenguaje empezó a excitarme...
Mi coño se mojaba.
Sentía ese cosquilleo, ese calor..., que se me adelanta a mi lubricación vaginal..., cuando estoy caliente.
- ¿Tu marido sabe lo puta que eres? ¿O se cree que eres una mujer enamorada y buena?
La comparación con mi marido me hacía sentir más puta de lo que él me decía.
- Acércate.
Me acerque a él titubeando..., cuando estaba frente a él…
- Arrodíllate zorra
Me arrodillé...
- Saca mi polla.
Estaba empezando a mojarme muy deprisa...
Desabroché lentamente el cinturón del pantalón, luego el botón.
Aun rechina en mi cabeza el ruido de la cremallera al bajarse.
Llevaba unos calzoncillos blancos.
Metí mi mano dentro.
Sentí su polla.
Era excitante sentir la piel suave y caliente de su polla.
La acaricié por dentro de sus calzoncillos.
- Me has visto dos veces y ya me estas tocando la polla.
No estaba dura del todo, disfrutaba tocándola.
- Puedo ser tu padre y me la estas poniendo dura.
Uf….eso me encendió...
Mi coño estaba como hacía mucho que no estaba.
Lo sentía palpitar, totalmente abierto, segura de que mis bragas, esta vez blancas, estarían ya mojadas sin remisión...
- Sácasela a papi enterita.
Saqué la mano de dentro de sus calzoncillos para agarrar la cintura de sus pantalones y bajarlos.
El siguió sentado, tan solo arqueó su cuerpo lo suficiente como para ayudar a deslizar sus pantalones hacia abajo.
Primero hasta sus rodillas, luego hasta sus tobillos. Repetí la misma operación con sus calzoncillos.
Mi cara estaba a la altura de sus rodillas aproximadamente..., y miré hacia arriba.
Veía sus muslos..., su polla.
Tenía bastante pelo que en algún momento había sido negro completamente pero ahora lucía algunas canas.
Sus testículos colgaban.
Instintivamente enderece mi torso y subí mi cabeza.
Sentí el olor de su polla. Estaba limpia, el olor era agradable y excitante.
- No subas..., descálzame.
Volví a bajar, desabroche sus zapatos y le quité los calcetines.
Se notaba que era un hombre limpio…, olía a jabón casero..., el jabón de toda la vida...
Sus pies además de limpios estaban bien cuidados.
- Sube hasta mis cojones.
Así lo hice..., subí hasta sus huevos.
Saqué la lengua y la pasé por la piel rugosa que cubre los cojones.
En ese momento sentí como su pie derecho se metía entre mis piernas y subía..., subía hasta mi coño.
El dedo gordo de su pie pasaba por mi raja…, la única barrera eran mis bragas.
Noté indudablemente la humedad de mis bragas...
- Dios que puta eres…, estas mojada.
Sentía su dedo gordo del pie derecho en mi coño..., mi corazón latía alterado..., estaba a mil..., y mi respiración era agitada.
Oía perfectamente mis latidos y mis jadeos...
- ¿Qué pasa zorra de mierda..., te moja lamer los cojones de tu padre?
No pude más soportarlo...
Tuve un tremendo orgasmo..., como nunca recordaba haberlo tenido...
Parecía un orgasmo automático e instintivo...
Había sido mi primer orgasmo como sumisa..., y había sido automático..., sin tocarme...
Sin tocarme...
Solo notando aquel dedo por fuera de mis bragas en mi coño por un lado y el sabor suavemente salado de aquellos escrotos que lamia acariciándolos con mi lengua...
No lo podía parar..., era un orgasmo que subía como una bola de calor desde mi coño hasta mi bajo vientre…
Mis caderas se contonean sin poder pararlas.
No pude callar, ni reprimir el gemido de mi orgasmo...
Si, José Miguel, gemí como una puta barata.
Me corrí como una perra solo con tener los cojones de Joaquín delante..., chupándole simplemente los huevos con mi lengua..., y con decirme que podía ser mi padre.
Y sí..., me corrí como una soberana puta..., como lo hice por primera vez al masturbarme y obtener aquel primer orgasmo juvenil..., pensando en la polla de aquel viejo y tosco gordo.
Y así quiero correrme..., José Miguel la primera vez que estemos juntos..., para que luego limpies mi coño con tu lengua..., seguramente que muy viciosa, según intuyo por tus relatos que estoy leyendo sin parar...
Joaquín me miró sorprendido por mi orgasmo...
Sin duda..., no esperaba aun un orgasmo tan temprano...
- Serás puta..., lame mis cojones enteros..., también mi polla.
Como una zorra obedecí...
Ahora pienso en ti José Miguel...
Seguro que te hubiese gustado estar junto a mí..., ayudándome en aquella morbosa tarea..., como un perro lamiendo al mismo tiempo..., mi boca y la polla de Joaquín..., sintiendo el olor a sexo y saliva caliente...
Olernos a ambos..., mi boca..., su polla...
Recorrer..., José Miguel con tu viciosa boca y tu lengua vulneradora todo ese entorno..., desde mis orejas..., mi cuello, mi boca..., su polla, sus huevos...
Te hubiese gustado José Miguel sentir nuestros jadeos..., la respiración agitada de Joaquín...
Seguro que en medio de nosotros dos..., agachado y para no caerte..., sujetarías el culo de Joaquín con tu mano derecha..., y con tu mano izquierda buscarías mi sexo caliente...
Seguro que maniobrarías con tus dedos para introducirte en mi coño mojado pasando por el borde de mis braguitas...
Seguía metiéndome la polla de Joaquín en mi boca..., una y otra vez...
Ya estaba endurecida...
Solo quedaba esperar..., José Miguel..., que ese néctar preciado que tanto te gusta saliese..., y llenase mi boca...
Seguro José Miguel..., que desearías robarme gotas de semen en mis comisuras..., o finalmente que te besase..., aportándote parte de mi gran tesoro...
Sería inminente la salida caliente de leche...
Su polla palpitaba...
Notaba su dureza con mi lengua y con mis labios...
Pronto llegaría el momento...
Creo José Miguel..., que vas viendo lo puta que soy..., y sabes que sacaría tu polla y la chuparía después de la de Joaquín...
En aquel momento era la zorra de Joaquín..., pero puedo..., y deseo ser la tuya para siempre...
Sonó el teléfono de Joaquín..., lo cogió. Era su mujer.
En aquel momento me separé de su polla..., por dejarlo hablar tranquilamente...
No quiso...
Mientras seguía hablando..., cogió al vuelo mi pelo y tirando fuerte..., aunque sin hacerme daño alguno..., me acercó nuevamente mi boca a su polla.
Su capullo estaba brillante, impregnado por mi saliva y por el líquido preseminal que hacia minutos que fluía poco a poco...
Sabía que estaba a punto de correrse y que el hecho de que su mujer le llamara le excitaba más aún..., le pasa a los morbosos como tu José Miguel..., aun no me lo has dicho..., pero a ti también te pasa..., te gusta comer coños mientras ellas hablan con sus maridos... ¿Verdad?
Joaquín hablaba con su mujer..., con tan solo monosílabos..., si..., no..., si...
Su cuerpo se tensaba…, cada vez más..., sabía que su leche estaba a punto.
Si José Miguel..., leche de hombre mayor para mi boca de puta..., mi boca de puta casada...
Leche que sé que quieres para tu boca también..., en todo momento y lugar..., jodido vicioso y depravado..., jodido José Miguel que ardo en deseos de conocer lo antes posible...
El dedo de su pie acariciaba mi coño que estaba mojado como el de una perra.
Con mi mano aparté las bragas lo justo para que su dedo entrara incipientemente en mi coño...
Soy una puta zorra...
Intentaba penetrarme con su dedo..., pero los movimientos eran torpes.
Más tarde me diría José Miguel..., como aprendió el truco con aquella viciosa de Alfaz del Pí..., de follarla con el dedo gordo..., mientras ella estaba en cuchillas...
Metí mi mano entre mis piernas y agarre suavemente el dedo de su pie. Joaquín se dejó llevar...
Suavemente empecé a acariciar mi clítoris...
Cuando Joaquín sintió o intuyo como mis caderas se movían por el placer que sentía..., e inmediatamente tendría un orgasmo soberbio..., el cuerpo a través de la polla de mi amo..., se tensó definitivamente. Salió leche..., más liquida que otras que había probado y con menos fuerza..., leche de viejo..., leche caliente.
Su leche entraba en mi boca..., y sin sacármela y sintiendo los estertores de su corrida empezó la mía..., mi segundo orgasmo..., mi segunda corrida..., con el dedo del el pie de Joaquín.
Ahora pienso en cómo me hubiera gustado que en lugar de su dedo del pie hubiera podido ser tu lengua... José Miguel….
Imagina que placer..., tu lengua en mi coño de zorra…, mientras Joaquín se corría como un cabrón en mi boca...
Para luego sin duda compartir en tu boca aquella leche...
Sabes que según escribo esto estoy mojada...., muy mojada...
A veces paro de escribir y acaricio mi coño..., pensando en todas aquellas imágenes.., y palabras soeces...
Aunque..., debes de saber..., que en este preciso momento..., solo pienso en que me poseas..., de cualquier forma...
Quiero que me hagas tu zorra..., solo..., acompañado..., buscando mayores a los que saquemos la leche entre los dos..., como tú quieras...
Ansió que comas mi coño millones de veces..., que lo limpies siempre, antes, durante y después de que miles de viejos me follen a diario...
Un beso mi depravado...
Un beso..., José Miguel...
Hasta aquí amigos el tercer relato de mi Rosita...
Este ha sido el relato de su primer orgasmo como sumisa, que como han podido comprobar con el paso de los años es más zorra y caliente cada día...
Escríbanme..., especialmente maduros de la zona de Fuensalida y alrededores..., como Talavera de la Reina o incluso Toledo, también de Madrid y principalmente ciudades del sur como Móstoles, Leganés, Getafe o Fuenlabrada..., maduros con los que con mucha discreción contactaremos para que sean partícipes de nuestros juegos de morbo, sado suave y mucho néctar...
Hasta pronto...
PEPOTECR.