El premio

Dos amigos me dan un premio, muy excitante por haber pasado de grado.

El premio

Todo empezó hace un año, cuando teñí mi cabello con mechas doradas, tengo una linda cara y mi cuerpo esta bien proporcionado, pero lo que más llama la atención son mis pechos, duros y grandes sin caer en exageración. Cuando ví a algunos amigos en el campus de la universidad elogiaron mi cambio de look, pero uno en especial, Alan, se quedo con la boca abierta literalmente, se acercó y me dijo al oído "te ves buenísima, casi como estrella porno" sin embargo esto último lo escucho una amiga, Diana y empezó a reír y a repetir en voz alta el comentario, los demás rieron, pero estuvieron de acuerdo con Alan quien me dijo que estaría encantado de ser el coprotagonista de una cinta porno conmigo. Todos reímos por que tanto Alan como yo teníamos pareja y lo tomamos como una broma. Sin embargo al despedirnos, me lo repitió y dijo que estaba hablando muy en serio. Paso algún tiempo durante el cual, siempre que llegaba a verlo me decía lo mismo que deseaba estar conmigo, pero al coro se unió otro amigo Sebastián, quien decía que el también quería estar en la misma película.

Después nuestro contacto fue por webcam, nos veíamos y coqueteábamos un poco, y es que Alan no es un hombre guapo, pero es sumamente atractivo, tiene la pinta de árabe, con una barba mal afeitada que lo hace ver súper sexy pero Sebastián no se queda atrás pues es rubio de cabello rizado, facciones más delicadas pero sin parecer una tía con barba. Ambos con un cuerpo marcado por el ejercicio aunque Sebastián con un poco más de músculo.

De estas platicas por Internet pude llegar a intimar un poco más con Sebastián, quien me dijo que siempre se había sentido atraído por mi, pero que al no ver oportunidad pues se consiguió una novia con la que estaba muy estable, pero que tenía fantasías conmigo, se volvió una relación un poco más sentimental que con Alan.

Esta relación empezó a ser un poco más seria cuando nos atrevimos a tener sexo virtual los tres, ellos en casa de Alan y yo en la mía, en realidad nunca me había gustado mucho, pero ver a estos dos hombres pajearse unas vergas considerablemente grandes en frente de la cámara para mi, fue súper excitante, les mostré mis pechos con los pezones duros por la excitación y mi vagina húmeda con deseos inmensos de que la penetraran. Pero solo era virtual y por el remordimiento por mi novio prefería que así fuera.

Termino el año escolar después de una serie de exámenes muy difíciles, finalmente había pasado al siguiente grado, Alan y Sebastián me felicitaron e insistieron en que me merecía un premio, y por supuesto ellos serían el premio eran ellos, por supuesto que la primera reacción fue una negativa rotunda, pero insistieron, aún así no les dije nada en concreto y deje la invitación en el aire.

Sin embargo una noche llegaron, dijeron que me iban a visitar y que se marcharían pronto, sin embargo mientras Alan entró al baño, Sebastián aprovecho para lanzarse encima de mí y besarme, fue un beso tierno pero a la vez con mucha pasión dijo que él quería ser el primero en tocar mis labios. Fue entonces que me di cuenta a que habían ido, eran mi premio.

Al salir del baño Alan me empezó a tocar las piernas y Sebastián los hombros, fue un masaje relajante, pero mi cuerpo empezó a reaccionar como una verdadera zorra, cuando me di cuenta estaba gimiendo con el contacto de los dedos de Alan entre mis muslos, y las manos de Sebastián bajaban hasta mis pechos poniéndolos duros. Y entonces en verdad empezó todo, las cuatro manos me desnudaron totalmente, acariciaron mis nalgas, mis muslos, mis tetas, mi abdomen, todo. No era capaz siquiera de distinguir de quien eran las manos en cada lugar de mi cuerpo, estaba tan excitada que sólo busque las braguetas en busca de esas dos hermosas vergas, ya hinchadas y amoratadas, presas de los slips, las necesitaba, las deseaba más que a nada.

Me metí entera la verga de Sebastián, la chupe da arriba a bajo, parecía una niña con una paleta enorme y gorda, mientras Alan jugaba con mis tetas y una de mis manos lo pajeaba. Decidí ofrecerle a Alan mi coño empapado, mientras seguía mamando la verga de Sebastián, necesitaba que me penetrara, que me partíera en dos, pero primero metió sus dedos, uno a uno hasta meterme sus cuatro dedos, gemía como una perra mientras sentía las contracciones en los huevos de Sebastián, se iba a correr y yo quería tragarme toda esa deliciosa lechita, limpie totalmente esa verga, mientras Alan me ensartó su verga de un golpe, y con movimientos rápidos y mientras sus huevos golpeaban mis nalgas hizo que me corriese y a los pocos segundo él se corrió dentro de mi coño, los jugos de mi vagina escurrieron en mis muslos, Alan los lamió hasta dejarlos muy limpios….

Pero yo quería más

Necesitaba más de ellos, necesitaba que me siguieran penetrando, mi coño aún no estaba satisfecho. Así que empecé a mamarles como hipnotizada la verga a ambos al mismo tiempo, recuperaron una erección fulminante, cambiamos un poco nuestra posición y mientras uno seguía en mi boca el otro me chupaba el coño, fue increíble la sensación de la lengua dando giros y lamidas en mi clítoris, mis gemidos sólo eran mitigados por la polla de Alan en mi boca.

Les gritaba que quería más que no pararan, que los deseaba, que me hicieran lo que quisieran, que mi coño era para que hicieran con él lo que desearan. Y así lo hicieron Sebastián me penetro el coño, haciendo que lo cabalgara, exponiendo mi culito para que Alan entrara en él. Sólo una vez había sido sodomizada y había sido muy doloroso, pero esta vez con tanta excitación mi ano se dilato por si sólo, aceptando, tragando por completo la verga de Alan. El placer era tal que no puede contener mi orgasmo, y moje completamente a Sebastián quien jugueteaba con mis tetas, chupaba mis pezones y los estiraba. Alan no pudo contenerse y se corrió en mi culo, fue una sensación deliciosa, pues con las contracciones de ambos provocamos el orgasmo de Sebastián quien se vació en mi coño completamente.

Terminamos exhaustos, se vistieron y se despidieron ambos con un beso. Me dijeron que seríamos amigos por siempre y que cuando quisiera repetir el premio, solo les llamara.

Ya ha pasado algunos meses y todavía no puedo evitar masturbarme con el recuerdo de esa sensación, aún ahora que lo comparto con ustedes he tenido que detenerme en dos ocasiones para hacerlo.

Espero les haya gustado este, mi segundo relato, por favor envíen sus comentarios.