El Precio del Alquiler - partes I y II

La parte I no estaba entera, así que la re-subo junto la parte II. Una es la historia de Marco, otra de Hugo.

[Marco y] El Precio del Alquiler

Mi nombre es Marco. Mido metro setenta y seis, de complexión normal, aunque con algo de tripilla. Ni feo ni guapo, me considero una persona más bien en la media. Desde hace ya casi dos años comparto piso con un amigo heterosexual (sabe de mi orientación sexual) llamado Hugo.

Hugo es alto, casi metro ochenta, corpulento y muy velludo. Un oso en toda regla. Tiene una frondosa barba pelirroja y la cabeza afeitada. Y, por las veces que me he fijado cuando va en short por casa, marca un bulto descomunal entre las piernas.

El tema es que Hugo se quedó sin curro y, meses después, sin derecho a paro. Pero yo, decidiendo ser buena persona, le permití quedarse “un par de meses” y ya me lo pagaría. Pero llegaron 3 meses y la deuda seguía sin pagarse, a lo que pensé en ir más lejos.

Mi intención era proponerle a Hugo un acuerdo tan indecente y cerdo que no fuera capaz de aceptar y se marchara, pero no me imaginaba que las cosas pudieran acabar como lo hicieron.

Todo empezó a mediados de Junio. Era lunes y yo llegué a casa del trabajo para comer. Hugo estaba en su cuarto, rascándose los huevos, como de costumbre. Le saludé. Me saludó. Fuí a la cocina, me preparé algo de comer y, tras armarme de valor, fui a hablar con el compañero de piso.

-Hugo, colega, esto no puede seguir así. Me debes ya 1050€ y la cosa sigue creciendo.

-Ya, bueno, pero no tengo pasta. Cuando cobre te pago. - Respondió sin casi mirarme.

-Si, sé que lo estas pasando mal, pero no era eso lo que quería decirte. He pensado que la deuda no debe crecer más.

-¿Y que quieres? ¿Que me largue?

Ya me dedicó toda su atención.

-Te ofrezco tres opciones. Me pagas a finales de mes toda la deuda y el mes entrante si quieres quedarte. Me pagas a finales de mes lo que me debes y te largas. O bien... - Me quedé cortado a medias.

-¿O bien? - Cruzó los brazos, poniéndose a la defensiva.

-Me dejas hacerte una mamada semanal durante el mes de Julio, no me tienes que pagar ese mes y a finales me pagas los 1050€ que me debes.

Hugo se llevó la mano a la barba, pensativo por un momento.

-Sabes que tengo novia... y que si se hiciera algo así y dijeras algo a aguien te daré una paliza.

-Si, no diré nada de lo que decidas.

Se sacó la polla del pantalón. Estaba morcillona, pero debería medir sus buenos 17cm.

-No te pienso avisar cuando me corra, y si lo hago será para que te lo tragues. - Se dió un par de sacudidas, haciendo que creciera hasta los 22cm y me apuntó con ella. - Ven a por tu comida, puta.

Me arrodillé inmediatamente delante suya y empecé a chuparle la polla como si no existiera el mañana. Era muy gorda y me costaba metérmela en la boca, pero lo hice lo mejor que pude. Hugo gemía como y bufaba como un toro en celo. No tardó mucho en agarrarme de la nuca y comenzar un mete saca salvaje, casi llegándome a ahogar en varios momentos. Sin decir una sola palabra la metió hasta que sus cojones dieron contra mi barbilla y comenzó a descargar una gran cantidad de semen, no sacándomela de la boca hasta asegurarse que me lo tragaba todo.

[Marco y] El Precio del Alquiler: Nuevas Condiciones

-La chupas como la zorra que eres, ahora ya entiendo como es que viene un tío distinto cada semana.

Me dijo Hugo a modo de cumplido mientras me propinaba un par de suaves cachetes en la cara. Me fui a poner de pie, pero el compañero de piso dijo algo que me hizo cambiar de idea.

-Ahora tengo ganas de mear, quita de enmedio que voy al baño.

-No, mejor méame en la boca. - Exclamé con ganas de recibir su dorada bebida.

-¿Estas seguro? Me he puesto hasta el culo de beber y no se cuanto...

-Lo tragaré todo.

-¡¡Que puta!! - Se sonrió. - Tu mientras salga de mi polla te lo tragas todo, ¿no?

-Casi. - Puntualicé.

-Pues espero estés listo, allá voy.

Abrí la boca a tiempo de recibir el primer chorro de meo contra mi lengua. Sabía ligeramente salado, pero nada más. Menos mal que no era de esos que se pasan el día bebiendo cerveza, pues el meo les sale con un sabor amargo muy desagradable.

A medida que meaba yo iba tragando, pero apenas daba a basto. Hugo, viendo que podría acabar manchándose el suelo de su cuarto, se levantó, sin dejar de mear, y me volvió a meter su impresionante cipote en la boca. Yo tragaba y tragaba toda su orina con ansias golosas. Terminó de mear, pero no me la sacó, sino que me agarró la cabeza y comenzó a follármela mientras la polla se le volvía a poner tiesa.

-Marco, mira, me pones tan... cachondo... ¡¡Ugh!! Que vamos a... cambiar el acuerdo...

Intenté responder, pero no me sacaba la verga. En su lugar comenzó a follarme con más ganas, golpeando con sus cojones contra mi barbilla de forma rítmica y dejándome casi sin aliento.

-Te... te voy a pagar... pero también quiero seas... ¡¡Que gusto como la chupas!! Quiero seas mi puta.

Elevé la vista. Hugo lo estaba disfrutando a tope. Pero esta vez no iba a correrse en mi boca. Tenía otros planes. La saco de mi boca, me agarró del cuello con firmeza y me obligó levantarme.

-Quiero que te desnudes y te tumbes sobre mi cama.

-Pero...

Apenas vi la mano llegar cuando me dio la hostia con el reverso de la misma.

-¡¡Que te desnudes y te tumbes ya, coño!!

Me dolió, pero no demasiado. Aun así le obedecí. Me desnudé y me tumbé sobre sus sábanas negras. Pude apreciar algunas machas de lo que parecía semen reseco, lo cual indicaba que debía masturbarse como un auténtico simio. Y el momento de saber como follaba ese “simio” se acercaba.

-Te voy a follar a pelo, si no te gusta haberte pensado mejor el calentarme.

-¿Estás segu... ¡¡Aaah!!

Mientras me hablaba se había colocado detrás mía y cuando le pregunté me respondió, interrumpiéndome, metiéndome la mitad de la polla de un solo golpe.

-¡¡Cabrón!! ¡¡Eso duele!!

-Mejor, así me sientes como debe ser.

Me la sacó un momento y se puso a rebuscar en su mochila. Giré la cabeza, pero me grito violentamente.

-¡Gira la cabeza, puta! Ya sabrás lo que te espera cuando llegue el momento

-Vale, vale...

Obedecí. Delante mía había varias manchas de lefazos resecos, así que agaché la cabeza y hundí la nariz en el aroma de macho en celo de mi compañero Hugo. Noté como este me separaba los cachete del culo y echaba algo frío y húmedo entre ambos. Supuse que algún tipo de lubricante. Seguidamente llegó de nuevo la monstruosa polla de Hugo, que esta vez entró de una sola embestida.

Se puso a darme caña de la buena. Sus cojones sonaban con fuerza al chocar en mi culo y sus gemidos eran como los de un toro follando. Yo me sentía muy perra, y, por lo que vi luego en el vídeo que había estado grabando sin decirme nada, gemía como tal.

-¡¡Te gusta, ¿Eh? ¿Zorra?!!

-¡¡Siii!!

-¡¿Quien es tu dueño, puta?!

-¡¡Tuu!!

-¡¡Me corro!!

Anunció, aunque sus trallazos habían comenzado a inundar mi interior. Pero aún no me la sacó. Noté otro líquido caliente, el cual ya conocía de antes.

-¿Que haces cabrón?

-Siempre que echo un polvo me gusta me dan ganas de mear luego...

Trató de justificarse. Fue a sacármela, pero se lo impedí agarrándolo como buenamente pude de las caderas.

-No la saques hasta que no hayas terminado de mear, me está gustando.

Y era verdad. Sentirme inundado por esa substancia cálida me resultaba de lo más agradable. Aunque para cuando terminó tuve que apretar el esfinter y salir corriendo hacia el váter.

Al salir del baño me llamó Hugo que fuera a su habitación. Estaba todavía desnudo (yo me había puesto un calzoncillo) y en la cama.

-Ven conmigo. Y quédate en pelotas.

Me tumbé a su lado, él me abrazó por la espalda, restregándome su polla contra el culo.

-Mañana vendrá mi novia, y me gustaría follaras con nosotros.

-Lo que tu digas. - Dije y me quedé dormido entre sus brazos.

[Marco y] El Precio del Alquiler: El Violador del Parque

Hugo fue el primero en despertar. Serían las siete de la tarde, pero como era verano aún quedaban muchas horas de Sol. Yo me desperté cuando el compañero de piso comenzó a meterme un dedo en el ano. Me estaba untando lubricante, así que me hice el dormido. A ese dedo le siguió directamente la polla, y me estuvo follando un rato hasta correrse dentro. Tras esto oí como iba al baño a mear, luego entró al cuarto, se vistió y se marchó

Seguramente hubiera quedado a cenar con la novia. Más bien a que la novia le invitara a cenar.

Llamé al trabajo, fingiendo estar enfermo, me excusé por no haber llamado antes usando la misma enfermedad imaginaria y fui a la ducha. Me entretuve un rato bajo el chorro de agua, pero en ningún momento dejé salir la preciada carga que había dejado Hugo en mi interior.

Me vestí con un chandal de deporte negro muy ajustado y cortito, que dejaba ver mis piernas depiladas, unas zapatillas para correr y me fui a hacer footing al parque de detrás de mi casa.

Estuve un buen rato corriendo por el parque de San Isidro, habiendo comenzado a cansarme. Me senté en un banco a recuperar el aliento, saqué una botella de agua que llevaba en una pequeña bandolera y a esto que noto algo rígido y frío contra mi espalda.

-Dame todo lo que tengas o te rajo.

Me amenazó una voz ronca a mis espaldas.

-No llevo nada de valor.

Estaba paralizado de miedo.

-Pues bájate los pantalones y ponte a cuatro patas.

-¿No deberíamos ir a...?

Me dió un fuerte puñetazo en la espalad que me dolió terriblemente.

-¡¡He dicho al suelo!! ¡¡Ya!!

Le obedecí, me bajé los pantalones y me puse de rodillas.

-¿Y si pasa alguien?

-Todo hombre que pase por aquí antes de que te preñe el culo te follará la boca, así que ya puedes rezar sean pocos.

Noté un descomunal capullo que tocaba mi ano y comenzaba a abrirse paso lenta y dolorosamente en mi interior. Pero atravesada la barrera la semilla que aun quedaba de mi compañero de piso lubricó la herramienta del desconocido, el cual pese a notarlo no dijo nada.

La metió hasta el fondo y la dejó así un rato. Pero no fue mucho, pues cambió la postura para ponerse sobre mi espalda y cabalgarme furiosamente, como si fuera un caballo, con la diferencia que los jockeys no se suelen follar a sus monturas durante una carrera.

Yo no pude evitar llegar a disfrutarlo, pese a lo humillante que era la simple idea que pudiera llegar un conocido y verme en esa situación. El pretendido violador me lamió el cuello, dejó caer al suelo la supuesta navaja y comenzó a llenarme el recto con una abundante dosis de leche de macho.

Ya pensé había terminado todo, pero aquel tipo misterioso que acababa de violarme el culo a plena vista de quien hubiera pasado por la zona tenía otros planes.

-Ahora, puta, te vas a subir los pantalones, y procura no girarte para ver quien soy o te juro de la hostia te salto todos los dientes.

Si antes había sido solo una sospecha ahora era casi una certeza. El misterioso violador debía ser Hugo, que me había estado esperando. Aunque no quería romper la magia sádica y excitante de su juego. Así pues obedecí, me vestí y me puse en pie, dándole la espalda en todo momento. Me besó en la nuca, dejándome sentir su barba, la cual era otro paso para confirmar mis sospechas. Bueno, su barba y el volumen de su barriga contra mi espalda.

Puso una venda sobre mis ojos y me dijo al oído, en un cálido susurro.

-Vas a seguirme para que pueda darte lo que en tu cumpleaños no te dí, cabrón.

-Si, Amo.

Dije con toda la naturalidad, asumiendo mi nuevo puesto de sumiso.

Me dio la mano. Su mano era grande, algo regordeta y muy caliente. Hizo le siguiera, indicándome donde estaban los diversos obstáculos, escalones y peatones, para no me cayera. En un par de ocasiones sencillamente tiró de mí para llevarme por donde quería.

Hubo un momento en que paramos. No se donde debíamos estar, pero tras casi media hora andando estaba algo cansado. Olía a orines y presentía era un sitio oscuro, pero no me importaba. Me sentía seguro al lado de Hugo, pese a haber simulado ser un misterioso violador.

Me abrazó, dejándome sentir el intenso olor de su cuerpo sudado. Hizo algo que nunca pensé sería capaz, por lo muy heterosexual que era. Me dio un beso profundo, haciendo su lengua entrara todo lo que daba de sí en mi boca. Terminado el beso, que me pareció durar una eternidad, durante la cual no cesamos de intercambiar fluidos de manera generosa, me agarró de los hombros y me hizo arrodillarme. No tuvo que decirme nada, pues en ese mismo instante saqué su verga, bajando el elástico de su pantalón de chándal. Estaba flácida, aún con esas la llevé a mi boca. Cuando empecé a mamar noté ese amargo sabor de su néctar dorado.

Tragué con ansias glotonas, aunque esperaba cumpliera esa promesa de algo especial, pues la lluvia dorada ya estaba volviéndose un habitual. Pero yo no quería decepcionarlo, así pues no dije nada. Al terminar de mear me la sacó de la boca, dejándome con ganas de mamársela.

-Ya tendrás tiempo para hartarte de comer pollas, puta golosa.

Me dijo, mientras me obligaba a ponerme en pié. Me dio una bofetada, luego un beso y después escupió un espeso lapo sobre mi lengua. Se alejó de mí y pude escuchar como golpeaba una puerta de metal. No recuerdo bien el ritmo, pero era como un código secreto para los que estaban dentro.

-¡¡Hay, tíos!! ¡¡Abridme, os traigo a la nueva puta!!

Se escuchó una persiana de metal elevándose en un tremendo chirrido, debía estar algo oxidada. Una voz ronca y algo rasposa nos dio la bienvenida.

[Marco y] El Precio del Alquiler: Reglas del Juego

-Hola Cebrian, veo que más que zorra traes un zorro.

-Si, tronco. Y espero no sean quejas, pues nadie se quejó del niño de trece años trajo Vlad en la última ocasión.

Escuché unas palmadas, posiblemente del supuesto anfitrión a Hugo en la espalda. No veía nada, pero debían estarse saludando. El hombre de voz rasposa siguió hablando.

-Bueno, tío, que nos dejaras solo con ese crio...

.Yo soy un cerdo y un cabrón, no un pederasta.

-Bueno... pero vuelves y con carne fresca.

-¡¡Ya quisieras fuera fresca!! ¡¡Me lo he jodido ya varias veces!!

-Si, y además le conocemos, aunque por lo visto no demasiado bien.

Ahí me rallé, pues no sabía quien era el que hablaba. Se me acercó, me pasó el brazo por los hombros y me dijo a voz en grito.

-Marquito, lo vamos a pasar todos de puta madre contigo.

-¿En serio? ¿Y que tienes en mente, Señor Fontaneda?

Dije sin ninguna duda al respecto de la identidad de mi interlocutor. Escuché unas risas de ambos hombres, pues ya se sabían descubiertos. Pese a no ver a Javier Fontaneda conocía de memoria su aspecto. Era un hombre calvo, con barba y gafas, tez morena, algo de tripa pero buen cuerpo y siempre había marcado un buen bulto bajo el pantalón. Era de los que decían todo tipo de guarradas a las tías, pero en más de una ocasión había sido pillado follándose al novio de alguna guarra. Aunque ellas no es que fueran precisamente unas santas, pues mientras sus borrachos novios eran penetrados ellas no perdían el tiempo.

-Bueno, creo lo sabes perfectamente... ¡¡quiero que abras el pan y te meto el lomo!!

Exclamó con sonoridad y tanto él como Hugo se carcajearon nuevamente. A mi se me puso la polla tiesa solo de oír esa frase, pues Javier siempre me había excitado por lo basto y lo soez que es. Y parecía iba a tener premio. Aunque no llegaba a comprender como las cosas habían llegado a este punto. Me llevaron al interior de donde fuera llevaba el cierre de metal y lo bajaron.

-Bueno, te vamos a proponer un juego. Dentro hay algunas personas más a las que conoces, pero no van a hablar.

Dijo Hugo, con un aire de misterio bastante intrigante. Fontaneda continuó, pero ahora parecía algo más de terror por su voz ronca.

-Eso, vas a recibir los meos de varios tíos en tu boca y por el sabor de los mismos debes saber de quien son, que Hugo me ha dicho eres un puto cerdo y me mola tragar el pis de otros machos.

-Es un buen juego...

Pude escuchar varias risas ahogadas, ya estaba en la zona de juego, donde iban a mearme varios tios a los que conocía pero no podía identificar por tener los ojos vendados. Hugo terminó de plantear las condiciones del vicioso juego que se proponían llevar a cabo conmigo.

-Todo aquel que no reconozcas te follará luego el culo.

[Marco y] El Precio del Alquiler: Bebiendo algo Caliente

Tras haber escuchado todo asentí con la cabeza. Unas fuertes manos me agarraron de los hombros y me atrajeron hacia sí. La voz de Javier me dijo, al oído y mientras me abrazaba y metía sus manos de piel áspera por dentro del pantalón.

-He comido naranjas para que me chupes la polla y me saques toda la Fanta.

-No imaginas lo cerdo que me pongo cuando te oigo decir esas cosas.

-No dudes que lo sé.

Me morreó, metiéndome su lengua en la boca. Su saliva sabía a cerveza, aunque no me desagradó. Sin mucho preámbulo me arrancó la ropa, dejándome totalmente desnudo, y empalmado. Hizo me pusiera a cuatro patas, se colocó detrás mio y, ya en situación, repitió esa frase tantas veces escuchada.

-¡¡Con ese culo te invitaba a cagar a mi casa!!

No hubo más preámbulos ni mimos, sencillamente me metió su duro y caliente mástil de carne hasta que sentí sus generosos y peludos cojones rebotando en los mios. No tenía una polla descomunal, como siempre habría imaginado, quizás unos diecisiete centímetros, como confirmaría más tarde en su casa. Pero cojones... eran casi todo lo que le marcaba en la ropa.

Alguien se puso delante mío. Pies grandes, pero con las uñas perfectamente recortadas, piernas peludas, pero vello púbico recortado. Huevos firmes, de esos que no cuelgan, y una verga larga y fina, aunque solo estaba morcillona.

-¡¡Las... las normas... no te dejan... tocar!!

Dijo Fontaneda, entre gemidos guturales. Me encantaba sentirle dentro. Y, si fallaba con el que tenía delante en reconocerlo por el sabor de sus meos, sería otra polla para meter en mi hambriento culo. Abrí la boca, con ansias. Me puso el capullo sobre la lengua y comenzó a soltar su cálido fluido. Sabía terriblemente amargo. Este si era un bebedor de cervezas. Y encima tenía ese toque desagradable de quien come espárragos. Aunque no fue muy abundante, lo que indicaba el meón no debía haberse tomado suficientes cerveza o debía haber necesitado ir a aliviarse recientemente.

Creia saber de quien se trataba, pero acertar no era una opción factible, así que pensé en alguien para decir y equivocarme. A esto Javier me había estado dando caña todo este rato y comenzó a vaciarse las pelotas en mi culo cuando me preguntó, en medio de su orgasmo.

-¡¡¿Sabes quien es?!!

-¡¡Ricardo Bravón!!

Dije, el nombre del más heterosexual de todo Argüelles, uno que fijo no podría haberse apuntado a estas fiestas, con lo que me aseguraba que quien fuera me iba a joder el culo a base de bien.

-¡¡Joder!! ¡¿Solo por el sabor de mi pis has sabido era yo?!

Yo me quedé muy sorprendido, no era precisamente acertar lo que esperaba, por lo que sonreí tontamente a donde debía estar Ricardo, aunque no me dí cuenta ya había llegado el siguiente. Y mi culo vacío. Aunque Hugo, pendiente del tema, se me colocó detrás, me metió su monstruo viril de una sola estacada y gritó mientras.

-¡¡Si Bravón no te jode te joderé yo!!

Otra polla se me puso en la boca, aunque Hugo estaba totalmente desbocado. Me follaba con tal intensidad que el nuevo meón descargaba su oro líquido sobre mi cara, mi pecho, mi pelo. Además, esta vez a parte de bufas como un caballo semental se puso a darme azotes bien fuertes en las nalgas, poniéndome cachondísimo. Y quien meaba en mi boca terminó, pero Cebrián seguía dando más y más caña. Guardé silencio hasta que este, gimiendo que parecían alaridos, me llenó nuevamente con su viscosa semilla. Mientras, totalmente rendido, se dejaba caer encima mia, me preguntó.

-Bien, ¿quien te ha meado ahora?

-¡¡Y yo que sé, si apenas me entró nada en la boca!!

Protesté, entre risas. Hugo sacó su ya flácida virilidad de mí mientras, teatralmente, decía.

-¡¡Oooh!! ¡¡Respuesta equivocada!! ¡¡Pasemos a la ronda anal para ver si lo descubres!!

Quien me meara antes se me colocó detrás. Era bastante delgado. Y cuando me besó la nuca sentí unas abundantes barbas, que me hicieron estremecerme de placer. La metía y sacaba con gran delicadeza, como si se pensara mi culo no pudiera resistir su verga, la cual era cabezona, fina en el tronco y bastante más larga que la de Hugo. Yo me derretía de placer en cada estocada. Y más por los besos y los lametones en el cuello y los hombros. Pese a estar empapado de su orin no le importó lamerlos lo más mínimo, lo que decía mucho de lo cerdo que era este tío.

-Raul, ¿me enseñarás tu casa nueva?

-Si quieres... me corro, te vistes y... y nos vamos.

-¡¡Hey, nen!! ¡¡Algunos aún esperamos nuestro turno!!

-Vaaale... Sergio... Si Raul está de acuerdo... te vienes con nosotros.

-¡¡Menudo culazo tienes, hijo de puta!!

Dijo, como única respuesta, mientras también se vaciaba en mi interior. No hubo más meos, ni más pollas, pese a algún murmullo quedo decepcionado. Entre Hugo, Raul y Javier me llevaron a un baño, me quitaron las vendas de los ojos y pude verles desnudos. A un lado estaba Sergio, con la polla tiesa como un palo, apuntándome desafiante.

-Tio, ¿me perdonas por destrozarte la ropa?

Me dijo Javier antes de plantarme un morreo en toda la boca.

-Claro, además fijo tenéis algo para darme, ¿no?

-Solo si nos dejas una última antes de irte.

Sentenció Hugo, con una sonrisa maliciosa en su rostro. Sergio se acercó a Raul, abrazándole por la espalda, paseando su polla tiesa por sus nalgas. Javier Fontaneda se tumbó en el suelo, Hugo me indicó me pusiera a horcajadas sobre él y me hizo bajar, de tal forma que me senté en su verga mirándole a los ojos. Nos besamos con loca pasión mientras yo me auto penetraba con esa barra de carne. Pero el plan era distinto. Mientras Hugo se puso detrás y apuntó escuché el gemido de placer de Raul, a quien Sergio estaba cabalgando.

Este fue el último pensamiento antes que una segunda tranca me entrara en el culo, y lo último que recuerdo, pues por el cansancio perdí el conocimiento justo en ese preciso instante. Desperté en una cama cálida abrazado al peludo pero firme cuerpo de Raul. Cerré los ojos y volví a dormirme.

[Marco y] El Precio del Alquiler: Corazones Calientes

Desperté, encontrándome solo en la cama. Por un momento pensé que todo había sido un sueño, hasta que noté que no estaba en mi casa. Un delicioso olor a bacon y zumo de naranja entraba por la puerta abierta. Yo me dirigí al origen de esa fragancia, con un pantalón de pijama que me habían debido poner al meterme en esa cama. Me encontré, en una espaciosa cocina, a Raul totalmente desnudo, y empalmado, cocinando.

Al verme me sonrió.

-Hola, bello durmiente, esperaba haberte podido llevar el desayuno a la cama.

Miré su poya, tiesa y viril. Entonces recordé sus gemidos, pero no sabía si era buena idea preguntarle. Su novia, Laurana, que hubiera meado en mí, que se lo hubiera follado Sergio... y que me hubiera llevado a su casa, donde me agasajaba con todas las atenciones que se le brindan a un amante. Estaba confuso. Sacó el bacon de la sartén, emplató, y lo abandonó un instante en la encimera. Mientras me rodeaba entre sus brazos y su erección presionaba contra mi paquete me miró a los ojos.

-¿Que dudas hay en esa cabecita? ¿Lo de ayer?

No sé que gesto debí poner, que supo era eso mismo, así que respondió una pregunta no formulada.

-No, yo me follé a Sergio, aunque no fue del todo consentido, pues ya habíamos pactado si no te follaba tu hermoso culo lucharíamos y el vencedor se follaría al ganador. Y... ¿Mi novia? ¿Laurana? Adiós y no quiero saber de ella.

Nos fundimos en un inesperado y tierno beso. Me acarició la nuca y fue a poner el desayuno en una mesa cercana. Mientras cada uno tomaba su desayuno me hizo una confesión.

-Eres el primer hombre en el que me he fijado. Si, me follé a Sergio, pero... desde que entraste en Jeux por primera vez no pude evitar fijarme en ti.

-Mentiría si te dijera que eres el primero de Jeux en quien me fijé, pero cada segundo a tu lado es especial.

Le respondí. Él sonrió, se me acercó y me dedicó un tierno piquito.

Entonces me fijé que Raúl tenía un ojo morado. No sé porque no me había fijado hasta ese momento, quizás por el despertar ojeroso que solía tener cada día, pero me escamaba. Y ese lapsus de memoria... quería rellenar los huecos.

-¿Todo fue bien ayer?

-Si, de maravilla, salvo cuando quedaste inconsciente, todos se preocuparon mucho y, tras ducharte para quitarte el olor y ponerte la ropa limpia que habíamos preparado, ya con tus cosas en una bolsa, llamé a Sebas para que nos trajera a casa.

Por alguna razón presentí que mentía, aunque su mirada triste me indicó no preguntara nada más. Por impulso me levanté de la silla, me senté en su regazo y le dí un beso en la mejilla. Se sonrojó, aunque me agarró del cuello y ya nos morreamos con verdadera locura y frenesí, sin importarnos si el desayuno se enfriaba o no. Bastante calientes estábamos ambos para pensar en nimiedades en esos momentos.

[Hugo y] El Precio del Alquiler 2: Juego Sucio

Soy Hugo, el tío hetero con novia que todos creen soy un gordo amoroso adicto a los videojuegos. Le debía pasta al marica de mi compañero de piso, al cual hacía algún tiempo me quería follar, y cuando me dio la excusa... le rompí el culo todo lo que quise y más.

Bueno, la cosa se nos fue de las manos en la orgía semanal que los colegas del Metal y yo organizamos cada semana. No fue tan hardocre como cuando Vlad llevó a ese crío de trece putos años, al que había drogado a la salida de un colegio cercano, sesión en la que no participé, pues al verlo supe quien era, ya que su padre era amigo de mi madre. Pero estuvo casi al nivel de ese chucho callejero que trajo una vez Bravón, quien se lo fue a follar y acabó con la polla del perro en el culo y abotonado a este durante al menos una hora.

Al quedar Marco inconsciente yo propuse al resto que no habían podido follárselo aprovecharan, pero Raul y Sergio, ambos colegas de mi compañero de piso, se plantaron entre nuestro grupo y nuestra indefensa presa. ¡¡Ya sabía que no debí haber invitado a esos hijos de puta!!

Casi llegamos a los puños, aunque finalmente la cosa se calmó, dieron un agua a Marco, para quitarle el pestazo a meos y lefa, le pusieron la ropa que Raúl se había encargado de llevar para su colega y, tras recoger las cosas, se marcharon.

Pero yo seguía más caliente que un perro en celo, lo que me llevó a recordar el culo de Ricardo. Me acerqué a este por la espalda y, sin previo aviso se la clavé de una sola estocada. Era mi colega, si, pero si un perro le dio por culo, ¿por qué yo no? Lo estuve violando cosa de media hora, sintiendo como se hundía al verse tan humillado. Lloraba, pero no me importó. Y al resto del grupo menos, pues nos lo estuvimos pasando por la piedra hasta bien entrada la noche. Hubo alguno que hasta se meó dentro de su culo, no se si fue Carlos o Luís. Fijo uno de los hermanos Ganzuedo.

Bueno, cuando ya decidieron todos irse a tomar unas cañas Javier y yo, como buenos colegas, nos ofrecimos a lavar a Bravón y llevarlo a su casa, a dormir y tomarse una de esas pastillitas que mi colega suele darles a los heteros borrachos para que olviden sus brutales violaciones. ¡¡Cual sería mi sorpresa al ver a Ricardo con una sonrisa de oreja a oreja y pidiendo le diéramos algo más guarro y violento aprovechando las “doncellas delicadas” ya no estaban!!

Nunca hubiera imaginado esta faceta suya, sobre todo desde que había comenzado a salir con la pija esa, Silvia. Lo de que acabara siendo follado por un perro todos lo tomaron como un supuesto “accidente”, pero fijo no fue tal. Ya de entrada al chucho lo trajo él.

Yo, que tenía unas ganas tremendas de plantar un pino, decidí darle algo cerco de verdad. Lo tiré al suelo, boca arriba, me puse a horcajadas sobre su cara, separándome las nalgas todo lo que pude, apunté a su boca y, antes de empezar advertí.

-Prepárate a tragar todo lo que te voy a dar.

Abrió la boca y noté como sacaba su lengua y me lamía el ojete con esta. Yo hice fuerza con los intestino, sacando un enorme pedazo que retumbó en la estancia.

-¡¡Que cabrón estás hecho!!

Dijo Fontaneda, colocándose entre las piernas del indefenso Ricardo. En lo que asomaba en primer zurullo por mi ojete se puso las piernas de este sobre sus hombre. A la vez que mi cagarro le entraba por la boca también recibía polla por el culo. Sé que Bravón habría querido gemir, pero tenía mucho “chocolate” que comer. Yo llevaba un par de días que no conseguía cagar y al fin iba a echarlo todo. Y mi colega de tantas juergas y sesiones de sexo comía todo entre gemidos ahogados de placer, pues Javier le estaba metiendo una cabalgada de órdago.

Al terminar de echar toda mi buena cantidad de mierda pensé en como limpiarme para no dejar zurraspa en los calzones, pero la respuesta bino en forma de lengua que me lamió hasta dejarme el ojete impecable, aunque no paró de lamer, sino que siguió hasta conseguir dilatarme el ojete. Fontaneda, que no se había corrido aún, la sacó del culo de Ricardo y me azotó con su tiesa verga la cara.

Abrí la boca, con ganas de probar algo nuevo, y sentí me la metía hasta la garganta a tiempo para soltar unos buenos trallazos de semen espeso y caliente, mientras me decía, con todo su vicio.

-¡¡Traga toda tu merienda, que crecerás fuerte y bien puta!!

Yo seguía caliente, así como Ricardo Bravón, que tenía su verga todo tiesa. No dudé un solo segundo y, pese a ser mi culo virgen, estaba tan dilatado y caliente por el trabajo de su lengua que me dejé caer sobre su polla. Describiría la experiencia como cagar, pero hacia dentro, aunque era yo el que hacía todo el esfuerzo de follarme esa verga. Subía y bajaba, aumentando el ritmo prograsivamente, sintiendo unas oleadas de placer que nunca había sentido. Tenía claro que o mi novia aceptaba en lo venidero comprarse un arnés o desde ya le sería infiel prestando mi culo a todos los machos se me pusieran delante.

Pero Ricardo no aguantó mucho, y descargó en mi interior entre gemidos. Me quité de encima suya, lo ayudé a ponerse en pié y los tres nos fuimos al cuarto de las duchas, dispuestos a dar por terminada esta sesión.

Javier, que había desaparecido unos instantes, había abierto todos los grifos del agua, con lo que había una espesa bruma de vapor tibio. Era muy agradable. Ricardo se duchó sin más, pero a mí me tocaba un premio especial, pues por lo visto había alguien más en el local a parte de nosotros tres.

-Vaya, no esperaba cuando me dijeron que hoy la zorra la traías tu quisieras decir que ibas a traer dos zorras, hijo.

-¡¡Papá!!

Exclamé, sorprendido, al ver salir de entre esa bruma la silueta contundente. Un cuerpo musculoso, aunque barrigón, de un hombre maduro cubierto por pelo cobrizo por todas partes menos en la cabeza. Tampoco tenía barba, pues él siempre había sido de los que decía que no afeitarse era de cerdos. Ahora, sin decir más palabras, me dio un puñetazo en el estómago, dejándome sin respiración y haciéndome caer al suelo de rodillas.

-Esto para que aprendas que a tu viejo no lo dejas fuera de tus juergas.

Me apuntó con su gorda, aunque aún flácida verga, y un chorro amarillo muy oloroso impactó contra mi cara, llegando a entrarme en la boca. Tenía un sabor agrio y amargo, sumamente desagradable, aunque no quería más agresiones, así que asumí lo que fuera a ser que viniera. Javier se acercó a mi padre, poniéndose a su lado, y unió su chorro de meados a la catarata que me regaba. Ambos hombres se propinaros un tórrido beso en la boca.

-¿Está satisfecho con el resultado, Don Francisco?

-La próxima no quiero la puta se os escape, que apenas pudimos filmar suficiente material. Ahora me tocará follarme a mi propio bastardo para tener algo que sea vendible.

[Hugo y] El Precio del Alquiler 2: Soy la Puta de mi Padre

Ricardo se acerco, con andares chulescos, pese a haberse comido mi mierda valoraba más el haberme roto el culo. Fue el último en regarme con sus meos. Tras terminar mi padre ordenó a ambos, con voz firme y autoritaria.

-¡¡Quiero me dejéis a mi hijo bien limpio y dilatado para calzarle mi cipote por su culo de maricona!! Si no conseguís se os ponga dura tengo viagras.

-Vaya, colega, nunca pensé podría usar tu agujero... ¡¡abre el pan que meto el lomo!!

Me dijo Fontaneda, que ya estaba detrás mía y se puso a violar mi culo con un ansia rabiosa. Yo sabía ya se había tomado una viagra antes, por eso no se le bajaba la erección, aunque no imaginaba la tuviera tan jodidamente dura y caliente. Ahora entendía como debían sentirse todos esos tíos a los que violaba en los baños de su bar de los bajos de Argüelles cada fin de semana. Y lo estaba disfrutando como si me hubiera transformado en un marica de mierda.

Yo gemía, de gusto, y Javier me azotaba el culo con ambas manos. A más fuerte me azotaba más fuertes era mis gemidos. A más fuertes eran mis gemidos más fuertes eran sus azotes. Mi padre se me colocó delante y me restregó su duro y venoso rabo por la cara. Abrí la boca y pude escuchar que, mientras la metía, me decía.

-¡¡Eso es, hijo!! ¡¡Se una buena perra y siente mis pelos contra la nariz!!

Sentí su frondosa mata púbica contra mi nariz. El intenso oros a macho que manaba de esta me hizo enloquecer, como pasó aquella vez que, por olerle los gayumbos al hermano de mi piba acabé tan cachondo que nada más verlo no dejé de pensar en follarme su culo hasta que lo logré. Olía a sudos rancio y a orines, cosa que me excitó, aunque no pude disfrutar mucho esa fragancia, pues mi progenitor me agarró de la nuca y se puso a embestirme en la cara al ritmo que Javier me jodía la retaguardia.

No sé cuanto estuvimos así, pues los muy cabrones iban bien puestos de Viagra, pero cuando se corrieron parecían surtidores de leche. Javier debió mirar la hora, porque se dio una ducha rápida, se vistió y se despidió. Yo tenía en mente imitarle, pero mi padre me agarró del cuello, apretando con tal fuerza que me hizo daño, y me dijo, con calma.

-La noche acaba de comenzar, putita mía. Y sé andas con problemas de pasta, así que harás lo que te ordene y puede todos salgamos contentos.

-Como...

Me propinó el segundo puñetazo de la tarde en el estómago, volviéndome a dejar sin respiración. Esta vez casi caigo inconsciente. Solo pude escuchar unas palabras de mi viejo, tumbado en el suelo.

-Estos jóvenes y su puta falta de respeto...

Cogió algo de una bolsa que tenía cerca, aunque por la bruma apenas pude ver que era. Cerró los grifos, pues dejé de escuchar el agua, hizo una serie de extraños movimientos y se me acercó, con un pañuelo en la mano. Pensé me debía haber golpeado y era una gasa para alguna posible herida, pero supe lo equivocado que estaba cuando me lo plantó en la cara y, gradualmente, fui perdiendo el conocimiento.

[Hugo y] El Precio del Alquiler 2: Dentro de la Caja

Recuperé el conocimiento. No podía ver nada y me sentía muy incómodo. Tenía las rodillas dobladas, atadas con correas. Me dolían, lo que indicaba debía llevar horas en esa posición. Sentía algo rígido separándome las nalgas, de forma que mi ojete tenía que estar sumamente expuesto. Tenía unas terribles ganas de cagar, aunque dado que había evacuado hacía muy poco eso significaba me habían estado llenando de otra cosa. Ademas notaba mi ojete abierto y al rojo vivo.

Los brazos los tenía enganchados en otras correas, hacia abajo, al igual que había un set de tres correas que me sujetaban del abdomen y el torso. No podía verlo pero sentía su presión. Tenía un extraño bozal con máscara que mantenía mi boca abierta mediante una pieza plástica blanda y gomosa. La boca me sabía a semen y orines. No podía moverme en absoluto.

Un pitido y una luz roja, que me cegó momentáneamente, indicó que algo pasaba. Pude ver una pequeña pantalla frente a mis ojos donde ponía “culo: 1000€; boca: 750€”

La cifra que marcaba en el culo subió otros 50 euros. Sentí una ráfaga de aire frío en mi ano, aunque fue apenas una fracción de segundo, pues lo que debía ser una verga dura y gorda se apoyó contra este. Esa polla me entraba y salía a gran velocidad. Estoy seguro su dueño me habría azotado el culo, de haber tenido acceso a este, pero por lo visto estaba dentro de un chisme donde mi cuerpo solo eran dos agujeros. Y la boca parecía taponada, por lo que... un nuevo pitido y la cifra de la boca subió otros 50 euros. Creía estaba taponada, pero descubrí que lo que tenía era para que me la follaran como si fuera un segundo culo, sin riesgo de ser mordidos por mis dientes.

Un rabo descomunal se adentró en mi garganta, causándome arcadas, aunque el dueño del mismo era ajeno a esto, y tampoco debía importarle una mierda. El que embestía mis intestinos dió un último empujón, vaciándose en mi interior.

Sentí una trampilla cerrarse tras salir esa polla de mi trasero, una descarga eléctrica en mi vientre y mis esfínteres soltaron toda la carga, que debió ser succionada por alguna clase de sistema de limpieza. Un chorrito de agua y vuelta a la acción, pues otros 50 euros se sumaron a la cuenta del culo.

No sé cuanto estuve así, pues las pollas iban y venían, intercaladas, en la boca, por un cacharo que me dio una pasta de sabor entre salado y dulce, muy agradable, y agua. Cuando las cantidades estaban cerca de los cincuenta mil euros, sumando ambas, una agradable luz azul se encendió, agua templada, mezclada con alguna clase de gel, bañó mi cuerpo, liberándolo de la suciedad y el sudor. Yo estaba tan agotado que apenas podía moverme. La luz fue subiendo gradualmente, hasta que la máquina se abrió, retirándose el dispositivo de mis nalgas y el mecanismo de mi boca.

Mi padre me agarró en volandas, pues a pesar mi mi peso su fuerza es considerable. Sin dudarlo me abrazó con fuerza y clavó su tranca en mi culo, que folló entre gruñidos animales. Había algunos hombres más en la estancia, aunque no muchos. Un espejo al fondo, aunque luego sabría era en verdad una ventana oculta. Mi padre me morreó con lengua mientras se corría en mi interior.

Miró a uno de los presentes, al cual dijo, desafiante.

-¡¡Mira, Gustavo, mi hijo es mejor puta que tu madre!! ¡¡Y yo me lo follo, que ya podrías haberte decidido a ser padre de tus propios hermanos cuando la trajiste.

-No me pareció bien follarme a mi madre por su alzheimer.

-¡¡¿En serio?!! ¡¡¿Y prostituirla sin su consentimiento te pareció mejor?!!

-Bueno... no fue un problema... ¡¡no recordó nada!!

[Hugo y] El Precio del Alquiler 2: Dinero a Patadas

Mi padre y Gustavo se rieron por el comentario crápula que este acababa de hacer. Mi padre me llenó los intestinos de leche y me entregó a su amigo, quien igualmente me agarró en volandas y me folló con ganas. Un tipo muy alto, muy musculoso y con una verga tan descomunal que sentía me iba a desgarrar. Estaba seguro cuando estaba dentro de la caja no me la metió, pues de lo contrario habría podido identificarlo.

-Bueno... Fran, tu chico... ¡¡joder, que rico culo tiene!! Tu hijo a hecho un buen dinero... ¿has pensado... que hacer con este?

-Si, Gus. Te quedas tu diez por ciento y el resto es suyo.

Yo, al oír eso no podía caber en mi de contento. Me habían follado sin pausa, pero se me resolvían los problemas financieros para una temporada muy larga. No me iba a marchar del piso de Marco, pero ahora lo tendría de puta a tiempo completo y... Gustavo me besó, metiendo su lengua. El sabor de su saliva era sumamente desagradable, pero no me importó. Sentí un pinchazo en la nuca.

Me pareció un parpadeo, pero cuando abrí los ojos estaba en el salón chill out del Metal, el bareto de Javier Fontaneda en los Bajos de Argüelles. Yo estaba vestido con traje gris plata, botines negros y me hallaba recostado en uno de los comodísimos sofás del local. A mis pies, tumbados en el suelo y totalmente desnudos, estaban Sabrina, mi novia, y Ricardo Bravón.

De Sabrina lo que más me gustaba eran sus preciosos ojazos verdes, aunque su cabello rizado moreno y sus grandes tetas eran otras cosas que le daban encanto. Ricardo... con él tenía una deuda pendiente, pues me excitó hasta hacerme perder el culo, y la virginidad de este. Aunque recordaba lo de después como un sueño. O tal vez... mi teléfono sonó. Miré, tenía un mensaje. Era de mi padre, me confirmaba que tenía cuarenta mil euros esperándome en mi cuenta del banco a que decidiera gastarlos en lo que fuera, que eran míos y que no me preocupara, nunca más volvería a llevarme a La Caja.

Vi que tanto Sabrina como Ricardo tenían correas al cuello, y yo tenía la cadena que sujetaba ambos. Lo que no entendía era como podía darse esta extraña situación, pero prefería no pensar mucho en el tema. Tiré de la cadena de mi piba, haciéndo que se elevara. Me miró, sumisa, y dijo, con voz queda.

-¿Qué se le antoja a mi Amo?

-Bésame.

Así hizo, nos morreamos. Hice se parara un momento, tiré de la cadena de Ricardo, quien igualmente sumiso dijo.

-¿Qué ordena el Amo?

-Sácame la polla y chúpala.

Mientras me bajaba la bragueta y me sacaba mi flácido cipote ordené a mi piba volviera a morrearse conmigo. Me sentía en el cielo, disfrutando de dos bocas solo para mí. Y dos esclavos, aunque no recordaba haber pactado nunca esta clase de juegos. Javier Fontaneda entró, rascándose descaradamente la entrepierna por debajo de su pantalón.

-¡¡Joder, tronco!! ¡¡Al final todo salió de putisima madre!!

-¿Qué?

Pregunté, extrañado, apartando a Sabrina de mi lado. Ella no protestó ni puso pega alguna.

-Si, tío... lo de tu piba. Ella al enterarse de todo lo que había pasado dijo eras un gilipollas y un hijoputa, pero yo hice para que no te deje en su puta vida. Ahora...

-¡¡¿Qué?!!

Exclamé, poniéndome en pié. Ricardo se apartó a un lado, aunque él si parecía estar haciendo esto por gusto, pues su gesto era de vicio, a diferencia de mi chica, que tenia la cara menos expresiva que hubiera visto nunca.

-Si, bueno... ¿prefieres te deje?

-No, prefiero me lo cuentes todo.

Exclamé, a voz en grito. Javier se plantó delante mía, puso ambas manos en mi cintura y nos miramos fijamente a los ojos.

-Esa zorra dijo “si disfrutó de tanta polla es un maricón de mierda y no quiero volver a verle.”

-Bueno, ¿y que cojones hace aquí?

-Algo sencillo. Está hipnotizada.

Yo lo flipaba. Me aparté de mi colega y caminé por la estancia, de un lado a otro, sin saber bien que hacer o pensar. Entonces lo tuve claro.

-Bien, quiero olvide todo.

-¿Todo?

Preguntó mi colega, arqueando una ceja con incredulidad. Yo me mantuve firme.

-Si, que lo olvide todo. No necesita saber nada de esto, pero tampoco quiero sea una especie de marioneta sin personalidad.

-Bueno, el terapeuta no es precisamente barato...

-Ni yo precisamente pobre.

-Bien, tu pasta tu decisión... ¿Y Ricardo?

Miré a mi colega, de rodillas, esperando alguna orden. El muy hijo de puta me guiñó un ojo. Sabía perfectamente lo que debíamos hacer.

-Ricardo fue un chico malo, y será castigado...

-¿Sabes que le encanta ser castigado?

-Si, y que él no tiene lavado cerebral alguno.

No tardamos mucho en despelotarnos y tumbarnos en el suelo, polla con polla, ambas tiesas. Ricardo Bravón las estuvo mamando un buen par de horas, siempre parando antes de llevarnos al orgasmo. Luego se sentó, penetrándose en nuestros dos mástiles de carne, pero el placer ya era demasiado y yo no tardé mucho en correrme. Pero no la saqué hasta mi colega de toda la vida, Javier, añadió sus propios jugos a la mezcla. Sabrina no hizo la más mínima reacción.

A mi se me ocurrió una maldad, pues por lo visto mi novia se enteró de todo y optó por darme la espalda. No quería un zombi programado, pero sabía tampoco la quería a ella de vuelta.

-Javi, cuando te sientas capaz quiero te folles a la zorra de mi futura ex-novia hasta la preñes. Mañana iremos a ese loquero y le meterá un recuerdo falso muy especial.

[Hugo y] El Precio del Alquiler 2: Terapia Radical

Llegamos al centro, un gran edificio de mármol rosa a las afueras de Madrid. Nos recibieron dos hombres apenas vestidos con una serie de cintas de cuero y un aspecto jodidamente sumiso. En el camino Javier me había explicado que este no era la clase de terapeuta que uno encuentra precisamente en las Páginas Amarillas, pero que sabía hacer su trabajo de maravilla. Viendo como sus esclavos nos recogían los abrigos sin rechistar ni lo dudé.

Entre ellos reconocí a Roberto Aguilera, un chulo de mierda al que Javier emborrachó y violó, como a otros tantos. Aunque su caso fue peculiar, pues despertó mucho antes de lo esperado y ambos pelearon. Amenazó con denunciar a mi amigo y pasó de ser un habitual de la noche de Argüelles a no existir. Ahora solo era un juguete carente de voluntad.

Una voz dijo un número y Roberto se giró y acudió a la llamada. Su cuerpo, para tratarse de un hombre maduro, era ciertamente espectacular. Su nuevo Amo seguramente cuidaría bien que no abandonara una regularidad en sesiones deportivas y dieta sana. Aunque la espalda la tenía cubierta de marcas de arañazos, lo que hizo sintiera cierta lástima por él. Y el culo... nunca supuse se podría tener tan dilatado.

Aunque yo el mío todavía no se había cerrado del todo de la otra “fiesta” que mi padre y sus amigos se pegaron a mi costa. Ya me vengaría algún día, pero de momento tenía otras cosas de que ocuparme. Uno de los esclavos, un chico rubio, delgado, de piel tersa y musculos definidos en la justa medida, se plantó frente a nosotros.

-El Amo desea le llevéis el trabajo que tiene que realizar.

Le seguimos, llegando al sitio de donde vino la voz. Comprendí el porqué de las marcas en la espalda de Roberto nada más verlo a cuatro patas con un pitbull detrás, sodomizándolo con bastante fuerza. No gesticulaba. No hacía ruido alguno. Solo se dejaba hacer. Al lado estaba el hombre al que se referían como el Amo.

Un hombre de cincuenta años, vestido con un ajustado traje de cuero negro que marcaba su fuerte musculatura. Rubio, pelo corto. Ojos azules. Pese a su edad no tenía demasiadas arrugas en su rostro. Me tendió la mano, pues debía estar al corriente que yo era el cliente. A Javier y Ricardo no les dedicó ninguna atención.

-Saludos, Señor Cebrian. Soy el Doctor Böse Vergewaltiger.

Me estrechó la mano con fuerza, llegando a hacerme daño. Se notaba le gustaba mostrar que solo él tenía el mando.

-Su amigo me habló de su “inconveniente” con mi trabajo. Bien, debe saber que cuando hablamos de quitar una voluntad estamos hablando de comprar un esclavo. Su... objeto, que lleva consigo, podría recibir recuerdos falsos, como se me indicó, pero un solo susurro desmorona estos procesos.

-No entiendo... ¿de qué me habla?

Dije, realmente confundido. El Doctor entrechocó sus manos y prosiguió.

-Es sencillo, querido mío. Basta con que ella oiga un rumor de lo que pasó realmente y lo recordará todo, hasta esos momentos que piensa usted que ahora no percibe por su falta de respuesta.

Quedé sorprendido e indignado a partes iguales. Ella tenía muy dentro de si el recuerdo de cuando le dije a Javier se la follara “hasta preñarla”, así como cual era mi plan. Debía tener muchas más cosas comprometedoras. Yo no sabía como actuar, pero el Doctor me dió una respuesta.

-Bien, le hice este trabajo al Señor Fontaneda solo porque este nos ha traído algunos valiosos ejemplares, como este que ve aquí... aunque mis perros se “encariñaron” de él, para mi desgracia.

-¡¿Roberto no es el único?!

Exclamé, sorprendido. Nunca supuse mi mejor amigo pudiera ser alguien tan malvado para llevar a cabo secuestros. Y tampoco estaba controlado mentalmente, de eso estaba seguro. El doctor germano prosiguió, sin hacer caso a la interrupción.

-El Señor Fontaneda ha traído muchos recursos valiosos, no solo juguetes vivos, pero no, este no es el único. La cosa es que se los pago a un buen precio, pues me entrega esclavos, no personas.

Me giré y miré a Javier, enfadado por lo que había hecho en su pasado. El Doctor Böse dio dos palmadas, llegaron dos esbirros de detrás suya y les dijo, con gran teatralidad.

-Bruto, Genghis, acompañad a estos caballeros a su coche, han de marcharse. De inmediato.

Yo quise seguirlos, pero alguien me agarró de los brazos. Grité, pero ninguno de mis amigos se giró para mirarme siquiera. Estaba aterrado. Entonces vi a la montaña de músculos que me tenía retenido. Un negrazo fuerte, totalmente desnudo. Tenía una polla descomunal desafiando a la gravedad y bamboleándose de un lado a otro. El Doctor Böse contemplaba, en silencio. El negro me arrancó la ropa, me tiró al suelo y puso mis piernas sobre los hombros. Traté de resistirme, pero no sirvió de nada. No pude sentir dolor, por lo sobre dilatado de mi culo. Pero las embestidas fueron brutales.

El Doctor retomó su chachara, aunque yo apenas podía hacerle caso.

-Debe saber, Señor Cebrian, que este era el riesgo. Su padre me dijo tratara como fuera de convencer al imbécil de su amigo de no devolverle a ese juguete femenino que llamaba “novia”, porque usted, aunque no lo parezca, tiene “moral”. Bien, yo no tengo de eso, y no quiero riesgos en mis inversiones. Para prevenirlo ambos se quedaran conmigo, como dos juguetes más en la colección.

-¡¡¡Noooooo!!!

Grité, aún siendo violado, con un sentimiento de impotencia. El negro se corrió en mi interior y, tras sacármela, me ató de pies y manos a una equis de madera que había en una pared. Yo rompí a llorar, sabiendo que de esta no podría escapar de ninguna manera. El “Doctor” se me acercó, me acarició la cara y espantó uno de mis peores miedos, aunque llenandome la cabeza de preguntas.

-No te preocupes, querido mío, tu destino no es servir de compañero de juegos a mis perros y el negro malo no volverá a poderte tocar. Solo estarás aquí el tiempo necesario. En lo que respecta a tu novia... bueno, creo no has visto a ninguna mujer sirviendome en estas instalaciones, ¿no?

No sabía que significaba, pero era algo malo. Algo muy malo. Grité, me revolví. Traté de soltarme solo por poderme llevar a mi chica a un lugar seguro. Empezaron las luces de colores. Parpadeaban, giraban y oscilaban. Era como un carrusel. Mis músculos se relajaron, mis parpados se volvieron pesados, mi mente se espesó. Poco a poco quedé en un estado a medio camino entra el sueño y la vigilia, como si flotara en una nube en un mundo surrealista. A lo lejos me pareció escuchar una nueva voz que pactaba el precio de mi compra.

[Hugo y] El Precio del Alquiler 2: Casita al Pie de la Montaña

Hola, mi nombre es Hugo Cebrian. Soy un humilde granjero de un pueblecito a las afueras de Badalona. Llevo aquí toda mi vida. Conocí aquí a mi preciosa esposa, Abeona, ambos con dieciséis años. No sé en ciudad como se hacen estas cosas, pero siendo jóvenes, pasamos muchas noches juntos en el pajar. Desnudos. Con mi polla dentro de su coño. Y claro, pasó lo que había pasar: la preñé.

Nos amábamos, nos amamos y nos amaremos, pero ahora también están los pequeños Somnus y Morpheo, nuestros niños chicos, de cuatro y cinco años respectivamente. Mi esposa, al igual que yo, tiene el cabello pelirrojo, aunque su caso es el de la cabeza, no los pelos de la barba, cosa que no tiene. Bueno, tiene una preciosa barba de coño, que me encanta comerle cuando tengo ocasión.

Nuestros niños, esos por cuya concepción nos obligo la familia a casarnos, son dos muchachitos preciosos. Tanto que a veces me imagino haciendo cosas que no debo y aplaco mis miedos a hacerles daño fustigándome en secreto en el granero de mi familia.

Soy feliz con mi vida sencilla, pero por las noches hay pesadillas que me perturban. Lo he hablado numerosas veces con Abeona, ella dice no tengo que temer a esos sueños malos, me besa y me abraza. Se que nota las cicatrices de cuando me auto castigo, pero nunca dice nada.

Lo sé porque es una buena mujer y, cuando simula darme un masaje tras una dura jornada de cultivo o cuidando a los animales dice necesito un masaje para calmar mis músculos. Yo me dejo porque me alivia y, en sus amadas manos todo es perfecto.

Hace unos días pasó un coche que decía venían de Madrid y se habían perdido, iban rumbo a Barcelona. Mi querida esposa les indicó. Yo les vi a lo lejos y un escalofrío recorrió toda mi columna, aunque al poco de irse no supe que debía temer de unos forasteros de paso. Quizás celos a que llegara alguien que fuera más atractivo para Abeona que yo, pero siempre me juraba eso no pasaría.

A la semana de este incidente Eris, la llegua de mi cuñao, se puso de parto. Como nadie más podía ayudar me tocó a mi. Todo fue bien hasta el momento en que ví el agujero de la llegua abierto y rezumando sangre. Me mareé, me desmayé y, al despertar, vi a mis yernos, rodeándome. Yo estaba tumbado en una hamaca. Ellos sonreían, aliviados.

-¡¡Huguito, menudo susto!!

-Caíste redondo, ¿desayunaste bien?

Mi esposa se acercó, los espantó a todos y me besó la frente.

-No te preocupes, amor, ellos no podrían entender tu trauma.

Por un momento quedé confundido, pero seguro debía ser por ese accidente en el que murió mi hermana, Sabrina. Hubo mucha sangre y sus tripas colgaban de las cuchillas de la cosechadora. Si, debía ser eso lo que me perseguía, pues no había vivido nada más turbulento nunca. Mi esposa me besó y acarició mi nuca.

-Nuestros pequeños te han hecho un dibujo, espero te guste.

Me entregó un dibujo donde salíamos los cuatro, agarrados de la mano. Un flash. Solo podía ver una pantalla con números y sentir pollas por doquier. Otro flash. Volvía a la felicidad del campo.