El precio de un amor (1)

Pedro apareció de la nada y armado de valor a pesar de su timidez y de su modo tan pasivo se enfrentó por primera vez a su hermana pues no pudo soportar ver que le hagan daño a su adorada Sarahi.

EL PRECIO DE UN AMOR 1

Norma y Sarahi; dos jóvenes bellezas de apenas 18 años estudiando la preparatoria; ambas hermosas pero con rasgos diferentes. Norma era morena, ojos negros, cabello largo y lacio un poco mas gruesa de conflexion; Sarahi blanca de color, ojazos cafés, delgadísima y al igual con un cabello largo y lacio y con una sonrisa y mirada coqueta, picaresca y seductora.

Estudiando siempre en la misma escuela, mismo grupo desde la primaria, vivían en el mismo barrio a solo unas cuadras de distancia todo parecía indicar que eran muy buenas amigas, pero la realidad era todo lo contrario: ¡se odiaban a muerte!; desde pequeñas ya competían entre si en todo en popularidad, en belleza, en quién era la preferida y consentida entre los chicos, que si quién era la mas lista e inteligente en la escuela, en fin y aquí entra una tercera persona: Pedro, el hermano menor de Norma apenas un año menos que ella y que Sarahi.

Pedro adoraba a su hermana al igual que ésta lo quería a el se llevaban muy bien y se apoyaban en todo y lo principal que permitía esta relación era el carácter tan pasivo y hasta sumiso de Pedro, tímido y muy tranquilo quien accedía a cualquier petición que su hermana le hiciera; pero había un punto que desde hace tiempo no dejaba dormir en paz a Pedro su mayor problema:

¡También adoraba a Sarahi!, estaba perdidamente enamorado de ella, ¡de la enemiga número uno de su hermana! Y a quién confesárselo ¿a su hermana? seguro que se lo reprocharía y que jamás lo aceptaría; así que día a día Pedro luchaba para sacar de su mente y de su corazón a Sarahi pero esto era prácticamente imposible.

La familia de Norma y Pedro se acompletaba con sus padres Rodrigo y Rosa los cuales con sus actividades laborales les permitía tener y darles a sus hijos una vida acomodada y tranquila; caso contrario el de Sarahi quién solo vivía con su padre Raúl un alcohólico y que a causa de esto su esposa y madre de Sarahi decidió abandonarlo y volver a rehacer su vida olvidando a Raúl pero también olvidando a Sarahi quién empezaba a pasar serios problemas económicos, su padre diario estaba borracho y ella no conseguía empleo de medio tiempo por las tardes para que le permitiera estudiar en las mañanas ya que empezaba a pasar apuros en la escuela donde la colegiatura era mensual y eran muy estrictos con los pagos.

Así, hasta que llegó un día definitivo para su situación estando en el salón ante todo su grupo el subdirector se presentó para hacerle saber que debía varios meses y sin compasión ante todos sus compañeros le dijo que se retirara del aula pues no podía seguir tomando clases, esto dio motivo a burlas y risitas de sus compañeros en especial de Norma quién lo disfrutó al máximo carcajeándose mientras que Sarahi escondía la cara de vergüenza y de humillación y salió corriendo de ahí.

Sentada en la banqueta de las puertas de la escuela Sarahi no pudo mas y dejando su mochila a un lado se desmoronó y rompió a llorar a esto que Norma y dos de sus compañeras se dirigían a donde estaba la desdichada de Sarahi; Norma no desperdició esta gran oportunidad era el momento perfecto para humillar y aplastar a su enemiga, se le plantó enfrente insolentemente y con una sonrisa de oreja a oreja le dijo:

¿Qué pasa Sari?, ¡tu papi se gastó lo de tu colegiatura! y se reía para después continuar burlándose de ella,

¿Sabes?— desde hace tiempo que debiste aceptar tu realidad ¡esta escuela no es para ti!— le decía cruelmente Norma a Sarahi y continuaba:

¡Pero te voy a dar una ayudadita!, una solución para que sigas en esta escuela. Sarahi tan solo lloraba se sentía rota y no se recuperaba de la humillación por la cual el subdirector la había hecho pasar ante sus compañeros y ahora Norma quería culminar su día de infortunio de Sarahi y Norma aún continúo:

¡Claro que puedes seguir viniendo a la escuela Sari!, ¡pero como empleada de limpieza! Y Norma soltó una fuerte carcajada.

¡Por supuesto que si!— continúo Norma, los baños y salones te esperan para que los dejes limpiecitos y ¡mira que si te esmeras!, con ¿no se?; por ejemplo, si le pasas la lengua a los inodoros ¡de pura lástima, yo si te doy tu propina!;

A todas estas burlas Sarahi no soportó mas y se levantó furiosa para irse sobre Norma a golpes pero las dos muchachas que acompañaban a esta la sujetaron fuertemente; Sarahi luchaba para liberarse de ellas, ¡estaba furiosa! Y quería desquitar su mal día golpeando a Norma quien encima también se había divertido humillándola pero no pudo librarse de las dos muchachas quienes la tenían fuertemente agarrada, la que si pudo culminar un magnifico día fue Norma quien le sonreía cínicamente a Sarahi viendo como intentaba en vano escaparse de sus amigas. Norma se le acercó a Sarahi para seguir divirtiéndose:

¡Uy!, la niña se enojó— le dijo Norma a Sarahi burlescamente. Como respuesta Sarahi le lanzó un escupitajo en plena cara; Norma se hizo para atrás ofendida al sentir el salivazo estrellarse en su rostro.

¡Estupida!, ¡como te atreves!— le gritó Norma a Sarahi amenazándola ¡te vas a arrepentir!, mientras se limpiaba los restos de saliva de su cara y ¡vaya que se la cobró!:

Norma le dio un fuerte golpe a Sarahi en su estómago, esta se dobló soportando el dolor aun así intentó levantarse con todas sus fuerzas pero las dos crueles muchachas que acompañaban a Norma la obligaron a permanecer de rodillas ante esta.

¡Maldita zorra!, ya estás como quería verte, ¡de rodillas ante mi!— le dijo despectivamente Norma a Sarahi, así es como siempre debes de estar ante mi ¿Por qué no aprovechas y me pides perdón?, chance y hasta le digo a mi mamá que te contraten en la casa ¡de sirvienta por supuesto!, que divertido seria verte todos los días sirviéndome el desayuno— concluyó Norma soltando una carcajada con toda la crueldad que puede llegar a tener una chica de su edad.

¡Púdrete!— le respondió Sarahi llena de rabia a Norma; pero ésta la jaló del cabello sin piedad de lado a lado Sarahi gritó fuertemente, sentía que le arrancaban el cabello, Norma le alzó la cara y sin soltarla del cabello le asestó dos fuertes cachetadas que Sarahi sintió que se le desprendía la quijada mientras Norma fuera de sí le decía:

¡No mi reina!, la que se pudre eres tú, ¡miserable infeliz!; Sarahi aún no sentía la cara a cusa de las cachetadas cuando Norma le dio una patada en el estómago haciendo que ésta cayera a sus pies aullando de dolor.

¡Ese es tú lugar!— le gritó Norma ¡a mis pies!, ¡arrastrándote!, vete acostumbrando por que no te va a quedar de otra con tu padre el alcohólico que arrastrarte para causar lástima. A una orden de Norma las dos muchachas volvieron a incorporar a Sarahi obligándola de nuevo a quedar de rodillas ante Norma quién se tomo su tiempo disfrutando al ver a la chica que tanto detestaba tan humillada ante ella para después darle otro par de bofetadas y devolviéndole el salivazo no una, sino dos veces ¡le escupió en la cara a Sarahi!; quién se desplomó de nuevo en el piso y se acurrucó para llorar amargamente, pero Norma no estaba conforme y la emprendió a darle de patadas por todo el cuerpo y estaba a punto de cerrar el día con broche de oro, pues había levantado un pie y estaba dispuesta a darle un pisotón con el tacón de su zapato en pleno rostro a Sarahi.

Pedro apareció de la nada y armado de valor a pesar de su timidez y de su modo tan pasivo se enfrentó por primera vez a su hermana pues no pudo soportar ver que le hagan daño a su adorada Sarahi e intervino sujetando a Norma quién intentó safarse para seguir golpeando a Sarahi y le gritaba a Pedro:

¡Suéltame, Pedro!, ¡suéltame, te digo!; pero éste fue claro con ella y con las otras dos chicas:

¡No, ya basta!, ¿Qué no han tenido suficiente?, ¡ya vamonos Norma o le diré a mamá! Y se la llevó de ahí junto con las dos chicas dejando a Sarahi llorando tanto de dolor como de humillación por la forma en que Norma la había tratado.

Evidentemente Norma se molestó con Pedro pero después se le pasó y apenas podía contener la risa para contarle a su hermano menor una y otra vez como había gozado haciendo sufrir a Sarahi, Pedro solo le sonreía por fuera pues por dentro sentía que le apretaban el corazón y estaba muy preocupado por Sarahi.

En la noche Pedro salió por la cuadra a dar una vuelta y vio a Sarahi sentada en el escalón de la entrada de su casa esperando a su padre quién a esas horas de la noche aún no había llegado a su casa. Pedro sintió pena por ella al verla con la cara un poco hinchada por los golpes que su hermana le había dado y con una mano vendada que también le habían lastimado, pero Pedro vio una mirada muy extraña en Sarahi, estaba hermosa como siempre a pesar de la hinchazón de los golpes pero su mirada estaba perdida, perversa era una mirada que rápidamente inspiraba odio y sobre todo ¡venganza!, hacia alguien.

Aún así Pedro se armó de valor y se acercó a ella para disculparse por lo que su hermana le había echo se hizo y se deshizo en disculpas pero Sarahi ni siquiera lo miró tal parecía que nadie le estuviese hablando hasta que Pedro concluyó ofreciéndose a prestarle dinero para que pueda regresar a la escuela fue entonces cuando Sarahi se levantó y mirándolo con furia y desprecio le dio una fuertisima cachetada a Pedro que casi lo tira al suelo y enseguida se metió a su casa dándole otro golpe a su puerta. Pedro regresó a su casa tallándose la mejilla un buen rato, evidentemente no contó nada de esto a su hermana quién disfrutaba cada día en la escuela sin Sarahi, pero ésta no estaba ni pensaba darse por vencida tan solo había perdido la primera batalla.

¡Algo tenia que hacer!

Continuara