El Postre
Nunca se sabe que puede ocurrir....
Esa noche de primavera era perfecta, la temperatura ambiental invitaba a salir a pasear, pero ya tenía mis planes con ella. Un mensaje en mi teléfono indicaba que ya estaba preparada, lista para que pasara a recogerla. Allí estaba yo... Tan nervioso como si fuera la primera vez. Mis ojos no se apartaban del portal de su casa, esperando impaciente a que apareciera. Su delicioso cuerpo bajaba las escaleras como si fuera etéreo, envuelto en una camiseta palabra de honor, dejando al aire sus delicados hombros y asomando por el escote buena parte de la voluptuosidad de sus pechos. Una minifalda negra, medias transparentes y botas de caña alta ponían la guinda a semejante belleza. Un profundo beso nos unió y la invité a montar en mi coche. Vamos a ver cómo está el aparcamiento por la zona, le comentaba mientras nos dirigíamos a casa de su amiga Beatriz. Nos había invitado a cenar. Ella, además de comentarme de las habilidades gastronómicas de su amiga, me hacía intuir por el resto de los comentarios que Beatriz era algo más que una amiga.
- Es muy guapa, te resultara un placer conocerla. – Me dijo
Una vez aparcado el coche tras luchar contra el resto de los conductores en encontrar dicho aparcamiento nos encontrábamos ante la puerta de su casa. Beatriz nos abrió, mi mirada se clavó ante esa mujer, de esas que te hacen volver la mirada, elegantemente vestida, pero sin excesos, pechos pequeños pero muy bien puestos y cara angelical. Pero no soy el único que lo hizo.
Se dieron un beso con lengua y ella hizo los honores en presentarme.
- La mesa esta puesta...sentaos. – Comentó Beatriz
Mientras esperábamos a que Beatriz sirviera la cena, no pude resistirme a meter los dedos en el coño de mi pareja. Me apetecía sin más. Noté una humedad excesiva, fruto sin duda de lo que Beatriz había causado en ella nada más verla.
Te gusta?.
Ya lo creo que si, de siempre. - Me contestó.
Mientras respondía me sacó la mano de su entrepierna y empezó a saborear sus jugos mientras me miraba de forma lasciva. Ya sabía que un tiempo atrás Beatriz había sido su compañera de juegos eróticos. Nos pusimos a saborear el exquisito menú. Algo sencillo, sin complicaciones, pero con mucho gusto. El vino corría alegremente mientras que conversábamos entre bocado y bocado. La conversación empezó a tener un toque sexual según se iba vaciando la botella de ése vino blanco espumoso. Beatriz se levantó de su asiento, dirigiéndose hacia donde estaba mi chica para posicionarse justo detrás de ella. Sus manos empezaron a deslizarse por aquellos hombros al aire... Beatriz me miró...
- A que es bonita?... Me preguntó.
Asentí, sin palabras de lo que mis ojos comenzaban a ver. Las manos de su amiga comenzaban a masajear sus pechos, bajándole con facilidad su palabra de honor. Beatriz se arrodilló ante ella y como si de un bebé hambriento se tratara, comenzó a mamar de sus pechos, perdiéndose los pezones en su boca de labios carnosos. El carmín se quedaba marcado en todo el contorno de las aureolas. El espectáculo estba servido. Mi chica no se quedó atrás en cuanto a sensualidad: Besos muy profundos con lengua se intercambiaban humedecidos en saliva... Beatriz se agachó aún más, directa hacia ese coño chorreante de mi pareja, se levantó la falda para facilitar la maniobra, no había ropa interior que lo impidiera. Su boca empezó a succionar su sexo saboreando tan dulce elixir. Los gemidos de ambas hembras inundaron el pequeño salón minimalista. Mi excitación era evidente. Mi chica también se percató de ello y me invitó a participar. Me acerqué a su posición, aun sentada, pero con las piernas bien abiertas y con la cabeza de Beatriz entre las mismas. Mi falo bien erecto no podía aguantar más. Le sujeté la cabeza con delicadeza pero firme, colocándolo a la altura de su boca deseando follarsela.
- Dame polla. - me suplicó.
Mi miembro entraba y salía embadurnado en su saliva de aquella boca mientras observaba a Beatriz dirigir su mirada hacia mi verga. Sin dudarlo un instante me masajeó los testículos y tomó el relevo. Sus labios succionaban los restos de saliva dejados por mi chica. Me dedicó una felación suave, pero excitante. Las dos hembras arrodilladas ante mí parecían pelearse por tener el mayor tiempo posible mi polla dentro de sus respectivas bocas. El deseo de follarmelas crecía de manera exponencial.
- Follatela. - me dijo ella - Quiero que mi amiga pruebe las delicias que eres capaz de hacer con tu sexo.
No lo dudé un instante. Posicioné a Beatriz contra la mesa, apoyada en ella, le levanté el vestido dejando su culo al aire, tampoco había rastro de su ropa interior. La penetración se me hizo cómoda debido al generoso tamaño de su coño, de labios abiertos. Los gemidos se iban intensificando. Mi chica me sujetaba por detrás a la altura de mis glúteos y dirigía las embestidas que le daba a Beatriz.
- Le gusta a lo bestia. - me recrimina - Dale más duro.
El sonido de mis huevos colgando contra su coño era patente, mezclados con los gritos de Beatriz. Mi chica se puso a su lado adoptando la misma posición.
- Follame el culo por favor.
Era uno de los mayores placeres...
Desapareció mi polla tragada por sus nalgas mientras Beatriz se colocaba de forma estratégica para lamer el coño de su amiga y dedicarme alguna que otra lamida a mis huevos. El nivel de excitación era máximo. Mi chica llegó de repente al clímax, era inevitable el placer que sentía cuando su culo era atravesado por una buena polla. Se agachó a la altura de Beatriz, y al unísono me chuparon con desesperación el palpitante falo... Ví como abrían sus bocas sacando sus lenguas, y me masturbé para ellas. Chorros de semen caían sobre sus lenguas húmedas, intentando repartir equitativamente el fruto de mi excitación. Me la sacudí en sus caras llenas de mi licor para expulsar las últimas gotas. Se besaron profundamente, sus labios pegajosos de semen se funden como si fuera uno. Se incorporan y me besaron para compartir conmigo el sabor de mi semen.
- Y el postre?, pregunto a nuestra anfitriona.
Las risas de los tres sonaron en el salón. Después de recomponernos nos sentamos en el sofá.... Comenzaba nuestra serie favorita...