El portero de mi finca 2

El portero se cuela en casa

Tenía ganas de volver a ver a Tomás, el portero. Tenía ganas de que me volviera a follar. Era muy bruto, muy macho y, aunque no era guapo, su cuerpo, su polla y sus olores me ponían a cien. Como llegaba tarde a casa y él tenía turno de mañana, no me lo encontraba casi nunca durante la semana y sólo sabía de él gracias a los calcetines que me dejaba en el buzón, pero un viernes la cosa cambió.

Abrí la puerta y me lo encontré en el salón. Yo le había dado llaves, pero me llevé un buen susto y, al final, una agradable sorpresa. Estaba con su uniforme de portería, un pantalón gris y una camisa azul celeste ya desabrochada y los pies sobre la mesa con sus zapatos puestos, eran unos mocasines de currante muy usados, y calcetines negros muy finos.

“Hola chaval, bienvenido, je je je”

“Me podías haber avisado dejándome algo en el buzón”

“Quería darte una sorpresa”

“Anda, quita los zapatos de encima de la mesa, que me la vas a manchar”

Entonces mirándome, se quitó con los pies sus zapatos dejando al aire sus calcetines negros bien calientes y con un olor que impregnó toda la habitación.

“He tenido un problema y llevo dos días con los mismos, espera que me los quito, que huelen fatal..."

Pero yo no le dejé y me agaché y metí en la boca los pies de ese macho, el tacto de sus calcetines en la boca y la cara de vicio que estaba poniendo me pusieron a mil. Me levanté para desnudarme y me llamó por primera vez, “mi putita”. Yo me puse a mil, me tiré encima suyo y empecé a besar su pecho, su cuello, su barba de dos días, cada pezón, cada pelo…y le quité la camisa y me metí debajo de su sobaco a olerlo después de todo un día de curro, me quedé tiempo ahí mientras él me preguntaba "si era mi macho, si me gustaba su olor…".

“Me lo voy a quitar todo menos los calcetos y los calzoncillos y te vas a llevar una sorpresa”

Se desnudó y, como había pasado ya, me encantó su cuerpo lleno de pelos y bien distribuido. Llevaba unos slips muy pequeños y cutres, de esos que se venden en mercadillos y que no son nada sofisticados, que llenaba completamente con sus huevazos y su polla. En lugar de blancos, estaban como amarillentos. Me los puso en la cara y olían a algo más que a unas gotas de orina…

“Me he puesto burro pensando en tu boca y me he hecho una paja en la portería, no tenía con que limpiarme y me la metí dentro, toda la lefa se quedó en el slip, incluso manché el pantalón…”

Y ya no dijo más porque yo empecé a mordisquear ese calzoncillo, a lamerlo, a pasármelo por la cara, estaba como poseído por el olor de este macho salvaje. Me aferré a sus piernas y mi polla quedo aprisionada contra su pantorrilla, haciéndome arrastrar como un perrito cuando me metí su polla en la boca. Su sabor amargo y el olor de los huevos, me hizo comérsela como un poseso.

“Joder, sí que tenías ganas de rabo, que bien la comes cerda, te has enviciado de mi polla ¿eh?”

El gruñía, me follaba la boca, bufaba y yo me arrastraba por sus piernas llenas de pelo.

“Ahora, caliéntame los huevos llenos de leche que te voy a dejar dentro, puta”

Que me llamase puta me tenía loco así que me metí sus huevazos en la boca hasta que no pudo más y me puso de pie Me escupió, lo que yo pensé que era algo más que un escupitajo, en el ano y me la clavo sin contemplaciones. Mi grito le causó alarma

“Joder, no grites, que se va a enterar todo el vecindario, metete esto en la boca y muérdelo”

Era su slip lleno de semen seco…solo me lo sacaba para que pudiese contestar lo que me preguntaba.

“Serás mi putita” “¿Sí?”, “soy tu macho y te voy a llenar este culito que tienes”

Era muy ancha, me sentía muy abierto y por fin aceleró el ritmo y se corrió como un animal, gruñendo y arañando mis glúteos. Toda manchada me la metió en la boca y me ordeno limpiársela. Con su polla en mi boca, que me hacía abrir mucho la mandíbula, me corrí.

Desnudo, con los calcetines puestos y media sonrisa, me prendé de él. Me pareció increíble y se lo dije. El no creía que lo decía en serio, pensaba que solo me gustaba su polla, pero su aspecto rudo me ponía a cien.

“pensaba que te gustaban los pijitos de este barrio, no un tío bruto y descuidado como yo”

Me dijo que le gustaría pasar más tardes conmigo y que si le daba boca y culo el cumpliría para mis todos los morbos. Se sentó en el sofá en pelotas, y ambos acariciándonos empezamos a hablar. Yo le piqué diciendo, era verdad, que el vigilante de la tarde era muy guapo.

“Ese no es para ti, vamos, que lo he visto en el vestuario, muy guapo y todo lo que quieras, pero tiene un paquete pequeño, a ti te van las pollas como ésta” y se la agarró.

Su actitud me volvía loco, su olor a macho me volvía loco y su simpleza, acostumbrado a tíos estirados, me parecía lo mejor. Le pregunté si tenía alguna fantasía que le gustaría hacer conmigo y me dijo que ya le gustaba así, que le gustaba verme llegar con mi traje, ver como marcaba culito, saber que él era el macho que me satisfacía.

“¡y decías que no eras gay!”

“Ja, ja ja, no sé qué me has hecho chaval, tu boca, tu culo, me tiene loco, no se sí se lo haría a otro tío, pero tu disfrutas mucho con mi rabo y eso me pone bruto”

Abrazados en el sofá y acariciando su pelo, me detuve a masajear los huevos, que eran enormes y le colgaban mucho. Eso le encantó, cerró los ojos y aproveche para meterme su polla flácida en la boca…

“Chaval, que ya van tres corridas hoy, déjame descansar…”

Yo pasé de su recomendación y seguí jugueteando con su polla en la boca, estaba como obsesionado con ella. Quería más leche y se la logré poner dura.

“mira que has conseguido, venga, dale, a ver lo que sale, pero masajéame los huevos mientras”

Yo me afané en mi labor y él se convulsionaba del gusto. Alternaba polla y huevos, y él se volvía loco, seguí un rato largo hasta que me la saco de la boca y empezó a pajearse en mi cara mirándome con vicio. “te voy a dar leche en tu carita” y con un gruñido de volvió a correr manchando mis mejillas, labios y frente. Mi culo, mi cuerpo, todo estaba impregnado de su marca de macho, saberlo me pone aún hoy muy cachondo.

Me pidió quedarse a dormir, tenía su ropa en las taquillas de la portería, quería probar lo que era dormir con un tío. Me dijo que tenía unas erecciones matutinas brutales por la mañana y que le gustaría despertarse con su polla en mi boca.

Es exactamente lo mismo que pensaba yo.