El pollón de mi sobrino (4)

La historia de un chico muy dotado desde el punto de vista de su tío.

Durante los siguientes días las cosas transcurrieron normales, dentro de la normalidad que mi sobrino había impuesto con su conducta. Seguía yendo en bóxers por casa y mostrándose tremendamente cariñoso con mi mujer, sin escatimar besos, picos, abrazos y algún que otro roce estando yo delante o no, eso daba igual al parecer. Mi mujer era evidente que no se mostraba impasible tal y como se iba recortando su vestimenta a medida que pasaban los días y como se empitonaban sus pezones cada vez que Manu andaba cerca.

Recuerdo que aquel día a mi mujer llevaba un pantaloncito corto que dejaba ver el contorno de sus glúteos y una camiseta de tirantas más escotada de lo normal. Como digo no acostumbraba llevar ese tipo de ropa normalmente pero parece que con mi sobrino en casa había cambiado de actitud. Ese día le tocaba hacer la comida y como sobró carne del cocido del día anterior me dijo que aquel día íbamos a comer croquetas.

-Me parece estupendo –le dije.

-¿Te puedo ayudar tita? –dijo Manu en boxers despatarrado en el sofá marcando con su postura toda su anatomía.

-Claro que sí. ¡Qué bien que te guste cocinar!

-Lo que me gusta es estar contigo.

-¡Ay Manu! No me hagas tanto la pelota y prepárate que hacer croquetas es muy cansado –contestó mi mujer sonrojándose y sin quitarle el ojo al paquete de mi sobrino.

Como los dos se fueron a la cocina aproveché para cotillear de nuevo las conversaciones de Messenger de Manu.

X: hola manu

M: hola, ¿qué tal?

X: bien ¿y tú? ¿alguna novedad con tu tía?

M: ya se la enseñé

X: ¿y qué tal?

M: se quedó flipada, je, je…

X: normal, ¿qué hizo?

M: se quedó con la boca abierta, casi ni podía hablar

X: joder ¿y te hizo algo?

M: no, pero yo creo que porque estaba mi tío en casa, yo creo que le pongo cachonda

X: oye, cuéntame algo

M: qué

X: te has follado ya a alguien de tu familia

M: si

X: a quién

M: a dos primas y a mi hermanastra casi

¿Su hermanastra? Ahora empezaba a entender por qué Manu lo habían mandado a vivir con nosotros… Mientras leía todo esto no paraba de escuchar risas y murmullos en la cocina. Me acerqué intrigado a ver qué estaba haciendo y vi a mi mujer y mi sobrino jugando con la masa de las croquetas, estaban manchándose mutuamente: las manos, la nariz, las mejillas, el abdomen de Manu y (a saber cómo había llegado allí) el canalillo de mi mujer.

-Cómo os estáis poniendo ¿no? –les dije.

-¡Ha empezado ella! –dijo Manu.

-¡Pero serás mentiroso! –contestó ella poniéndole las manos llena de masa de las croquetas en la cara mientras él intentaba agarrarla por los brazos para impedírselo.

Mientras jugaban no podía evitar fijarme en el bulto de Manu, cuyo pollón parecía que empezaba a reaccionar y en lo cachonda y juguetona que parecía estar mi mujer.

-Bueno, tita. Déjame que te limpie –dijo Manu y empezó a lamer la cara de mi mujer quitándole lentamente con su lengua la masa de croquetas que tenía en sus ya sonrojadas mejillas.

-¡Serás marrano! –dijo ella riéndose a carcajadas-. A ver, trae acá.

No podía creer lo que estaba viendo, cogiendo una de las manos de Manu la llevó a su boca y sin dejar de mirarle a los ojos empezó a chuparle uno de sus dedos. La erección de Manu ya no se podía disimular de ningún modo mientras yo miraba la escena con una sensación entre excitación y celos. La sensación de dolor, no sé por qué, se concentraba en la paste posterior de la nuca. No podía soportar ver algo así, yo creo que faltaba poco para que se la follara allí mismo delante mía, pero justo cuando iba a intervenir llamaron por teléfono y tuve que ir a contestar. La verdad es que ni recuerdo quien era, solo sé que desde el otro auricular alguien me hablaba mientras yo solo ponía oídos a lo que pasaba en la cocina donde se seguían oyendo risas y murmullos, pero de repente los dos se callaron.

-¿Me está usted oyendo? Le pregunto que qué compañía de teléfono tienen contratada.

-Sí, disculpe –dije.

En ese momento escuche en voz alta a mi mujer decir:

-¡Para Manu! ¡He dicho que pares!

Y la vi pasar veloz por delante del comedor dirección a nuestra habitación donde dio un fuerte portazo. Inmediatamente fui a la cocina a ver qué coño había pasado y me encontré a Manu intentando esconder una erección de caballo.

-¿Qué ha pasado?

-Na… nada –dijo él dándose la vuelta sin poder ocultar del todo la enorme tienda de campaña.

Luego fui a nuestra habitación. Intenté entrar pero estaba cerrada con el pestillo.

-¿Estás bien? –dije llamando con los nudillos.

-Si… cariño…. –dijo con la voz entrecortada.

-¿Qué ha pasado?

-Nada, que Manu… me ha manchado de masa de las croquetas la ropa.

Yo estaba flipando. Por la forma de hablar medio jadeante era evidente que se estaba tocando, como más tarde pude comprobar gracias a la cámara espía.

-¿Puedo entrar?

-No, en seguida salgo.

Manu mientras tanto entró en el cuarto de baño y con las prisas no dejó la puerta bien cerrada. Se estaba haciendo una paja de campeonato. Con sus dos manos agarraba su enorme rabo mientras murmuraba:

-Joder, he estado a punto, tengo que follármela, voy a follarte tita, qué buena estás…

Una vez visto ese espectáculo eso no me cabía duda: mi sobrino acabaría follándose a mi mujer.

(TO BE CONTINUED...) relatosobrino@hotmail.com