El pollón de mi sobrino (3)
La historia de un chico muy dotado desde el punto de vista de su tio.
No es tan difícil de encontrar, aunque sí es caro. Me refiero a las microcámaras. En mi ciudad había una tienda (ya la quitaron) llamada “La tienda de los espías” y le hice una visita. Allí compré una microcámara oculta astutamente en un reloj de pared. La razón de tal compra os la podéis imaginar: quería ver en directo a mi sobrino y su pollón en acción y saber que ese sábado había quedado con una chica era una oportunidad única. Me preguntaba que amiga de su novia sería, las había visto una vez y había alguna de ella que estaba realmente buena.
Mi mujer se extrañó de que viniera a casa con un reloj.
-¿Dónde piensas colocarlo? –me dijo.
Era una buena pregunta. No lo había pensado pero o llenaba la casa de microcámaras (cosa imposible al precio al que estaban) o tenía que adivinar el sitio donde mi sobrino se pensaba “jincar” a la moza. Debido al carácter morboso de mi sobrino no tuve que pensar mucho.
-Lo pondré en nuestra habitación -le dije a mi mujer.
El resto de la semana hasta llegar al sábado se me hizo muy larga, por la espera de ver a mi sobrino usando su taladro de broca gorda y por la actitud de él y mi mujer. Estaba empezando a hacer calor y a mi sobrino le dio por andar por casa el resto de la semana solo con unos bóxers, bastante ajustados por cierto. La intención sin duda era provocar a mi mujer y cuando le llamé la atención para que se pusiera algo su respuesta es que él iba siempre así en verano, que era más cómodo y más fresquito. Ya no solo me fastidiaba de él que marcase su rabazo (con ese tipo de bóxers incluso la gorda cabeza) sino que iba a torso descubierto marcando abdominales, que aunque delgado era bastante fibrado, dejando en evidencia mi incipiente barriga cervecera. Mi mujer tampoco era ajena al destape de mi sobrino y también le llamo la atención, sin embargo se mostró mucho más comprensiva que yo.
-Bueno Manu, si estás más cómodo así no te lo vamos a impedir. Lo importante es que estés bien con nosotros.
-¡Gracias tita! Eres la mejor –contestó él dándole un beso.
Los besos cada vez eran más y más habituales y habían pasado de ser castos besos en la mejilla a prácticamente picos en los labios. Por supuesto mi mujer durante todo el tiempo que mi sobrino iba así por la casa no le quitaba ojo al paquete que marcaba y, es más, aprovechaba para ir por casa también bastante ligerita de ropa, con pantaloncitos cortos que dejaban entrever los cachetes del culo y buenos escotes para que destacasen aun más sus preciosas tetas. Yo presenciaba todo esa evolución en el vestir y en el comportamiento sin dar crédito a mis ojos. Se estaban calentando mutuamente delante de mis narices y no era capaz de hacer nada aparte de escaparme habitualmente al baño a masturbarme fugazmente.
Llegó el sábado. Mi mujer y yo íbamos a una boda. Mi mujer, que había ido a la peluquería y se había puesto sus mejores galas estaba despampanante. Como decía mi sobrino no me la merecía. Cuando mi mujer salió de la habitación ya arreglada mi sobrino fue a hacia ella de nuevo a besarla.
-¡Tita! ¡Qué guapa estás!
-Gracias Manu.
Llevaba un vestido rojo ceñido que estilizaba su figura (ella sí que había sabido cuidarse) con un escote palabra de honor. Manu subió sus manos desde las caderas de mi mujer hasta el final del vestido tirando luego del él ligeramente hacía abajo bajándolo casi a la altura de sus pezones.
-Esto no se te caerá ¿no?
-¡Ay Manu! ¡No seas tonto! –dijo riéndose mi mujer mientras volvía a subirse el vestido-. Pórtate bien ¿vale?
-Sí tita –y volvieron a besarse.
Yo veía la escena con una mueca de media sonrisa mientras pensaba cómo podía tener un sobrino tan descarado y atrevido. Encima mi mujer le reía la gracia y no solo eso, mientras salíamos por la puerta me percaté que ella tenía de nuevo los pezones erizados.
Tuve que esperar dos días después de la boda, cuando por fin me quedé solo en casa, para poder ver la grabación de la “cámara reloj”. Pasé a cámara rápida las primeras horas de la grabación, llegué a pensar que al final lo de la amiga de su novia era un farol que se había tirado o que finalmente no usaron mi habitación, pero a las pocas horas él entró de la mano de una chica. La conocía, era una de las amigas de la novia de Manu que estaba más buena. Desde luego no tenía la figura de su novia pero tenía unas tetas impresionantes.
-¿Aquí vamos a hacerlo? –preguntó ella.
-¿Por qué no? –contestó mientras empezaba a besarla.
Se besaron dulcemente aproximadamente 2 minutos, cuando las manos de Manu comenzaron a actuar cogiéndole el culo a la chica mientras la otra magreaba uno de sus enormes pechos por encima de la camiseta.
-¡Joder vaya melones! –dijo Manu mientras la besaba más apasionadamente.
Ella se apartó un poco de él y sonriéndole se quitó la camiseta y el sujetador dejando sus pechos al aire. Eran unas tetas perfectas: grandes y firmes y con unos pezones de los más apetecibles. He de reconocer que nunca he catado unas tetas así y el cabrón de mi sobrino con tan solo 16 años ya se las estaba comiendo. Aunque las tetas de mi mujer eran bastante buenas no se podían comparar con las de aquella chica que debía rondar los 18 años en tamaño y sobre todo en firmeza.
La lengua y la boca de mi sobrino estaba haciendo un buen trabajo porque la chica empezaba a suspirar y a gemir. Me percaté de que una de las manos de la chica acariciaba el paquete de Manu.
-Déjame ver si lo que dice Silvia es cierto –dijo agachándose y bajando su bóxer.
La imagen desde mi “cámara reloj” era sencillamente espectacular. En cuanto bajó el bóxer la inmensa polla de mi sobrino salió de él como un resorte apuntando al techo. Si era grande flácida lo que vi se podría calificar como monstruoso, incluso los 24 cm de los que habló en el chat me parecía que se quedaban cortos. La chica solo acertó a decir:
-¡Madre mia!
Y en seguida comenzó a pajearla y a chuparla como pudo porque sus manos casi no abarcaban ni acertaban a controlar tal herramienta y su boca solo conseguía introducir la cabeza. Creo, por su forma de gemir, que la chica tuvo su primer orgasmo mientras trabajaba el pollón de mi sobrino. Tras unos minutos así se desnudaron los dos completamente y empezó el espectáculo de verlos follar. Al principio se la metía con mucho cuidado pero a los 15 minutos ya no tuvo compasión. Las posturas iban cambiando según Manu sugería ya que la chica no parecía tener voluntad propia con la que le estaba dando. Solo gritaba y gemía teniendo uno y otro orgasmo mientras Manu aguantaba como un campeón. Finalmente él se puso encima suya y puso sus rabo entre las tetas de ella. Comenzó una cubana brutal en la que la polla de Manu llegaba a la boca de la chica con lo que mientras le pajeaba con sus tremendos pechos podía lamerle la punta del rabo. Por fin el dijo:
-Abre la boca que me voy a correr.
Ella obedeció como una niña buena y los chorros comenzaron a salir. Comprobé que la corrida en las bragas de mi mujer era una corrida normal suya. No paraba de salir leche de aquel pollón de modo que, aparte de la boca, Manu le llenó la cara a aquella chica.
-¡Dios me va a ahogar!
Miré la hora. Habían trascurrido dos horas y mientras mi sobrino de 16 había aguantado corriéndose una sola vez yo ya me había hecho 3 pajas viéndolos. Los dos se fueron de mi habitación. Escuché el sonido de la ducha y más gemidos, así que supongo que volvió a follársela allí.
Decidí no quitar la cámara oculta de mi habitación por lo que pudiera pasar en el futuro…
(TO BE CONTINUED...) E-mail: relatosobrino@hotmail.com