El pollón de mi sobrino (1)

La historia de un chico muy dotado desde el punto de vista de su tio

Quien iba a pensar que aquella mañana, una como otra cualquiera, iba a cambiar mi vida y, sobre todo, mi relación matrimonial. Como todas las mañanas nada más despertar me dirigí a echar mi meada matutina, abrí la puerta del baño y vi como estaba ocupado por mi sobrino que precisamente estaba orinando.

-¡Ah! Perdona –dije y cerré la puerta.

-No pasa nada –dijo él.

-¡Joder! –dije en voz baja cuando la puerta ya estaba cerrada.

Había olvidado completamente que desde hacía pocos días mi sobrino, de 16 años de edad, estaba viviendo con nosotros. Sus padres, o más bien su madre y su padrastro porque su padre había muerto hacía años, lo habían mandado a vivir con nosotros durante un tiempo al parecer por algún problema con él que no me quisieron contar, aunque supongo que sería que no se llevaba bien con su padrastro y su nueva hermanastra o algo así, lo típico. El caso es que, pese a mi tímida oposición, mi cuñada, la madre de Manuel que así se llamaba el chaval, había convencido a mi mujer para que nos lo quedásemos un tiempo.

Pero mi expresión de “¡joder!” no fue por haberlo pillado meando, al fin y al cabo eso le podía pasar a cualquiera, en realidad la expresión o lo que pensé fue “¡joder que pedazo de polla!”. A mis 35 años puede que no haya visto muchas pollas, al fin y al cabo soy heterosexual y no me voy fijando en esas cosas, pero esa era sin duda la más grande y gorda que había visto en mi vida, incluyendo las películas pornos. Le llegaba casi a la rodilla y su grosor era totalmente proporcionado con su longitud, todo ello acompañado con un par de huevos enormes que debían almacenar gran cantidad de leche. Encima Manuel es un chico delgadito con lo cual destacaba más esa enorme trompa desproporcionada. La verdad es que sentí cierta envidia por no disponer de semejante aparato. Lo que acababa de ver explicaba muchas cosas, bueno, principalmente explicaba el pedazo de pivón que tenía mi sobrino como novia: una chica 2 años mayor que él, morena, de ojos verdes y de unas medidas espectaculares. A pesar de que mi sobrino no es feo ( 1’75, moreno, ojos castaños y fibrado) no me explicaba de dónde había sacado a una chavala así. Ahora lo entendía todo.

Durante los siguientes días no pude quitarme ese pollón de la cabeza lo que hiciera que me fijara en él más de lo normal. La verdad es que no sé cómo no me había dado cuenta antes, el chaval marcaba un paquetón importante, como si estuviera empalmado, pero después de lo que acababa de ver era evidente que no lo estaba. Pero lo que me llamó la atención de él es que no le quitaba ojo a mi mujer, su tia, echándole unas miradas lascivas que no era normal. Mi mujer sigue siendo una chica muy  atractiva. Es joven (32 años), rubia, ojos castaños, ni gorda ni demasiado delgada y aproximadamente 1’65 de altura. Lo que más llama la atención de ella son sus tetas, ya que tiene una 100 de pecho, y su cara que es bastante dulce, quizás algo aniñada. En fin, que tengo mucha suerte de tener una mujer así y sin duda mi sobrino no era ajeno a sus encantos y en cuanto aparecía solo tenía ojos para ella. Incluso me fije que de vez en cuando se tocaba el paquete y resoplaba cuando ella no se daba cuenta, como diciendo “joder, que ganas tengo de meterte el rabazo”. Se mostraba terriblemente cariñoso con ella a pesar de que con el resto de la gente era una persona bastante arisca y siempre le estaba dando besos y abrazos pegándole el paquete a ella más de lo que yo consideraba recomendable, lo cual me empezaba a mosquear, aunque tampoco le daba demasiada importancia.

Lo grave llegó un sábado cualquiera. Recuerdo que era sábado porque era el día que solíamos coincidir los tres en casa. Nuestro sobrino se estaba duchando, mientras yo andaba en el ordenador y mi mujer preparaba algo de comer. Me di cuenta de que todas las conversaciones que mi sobrino tenía en el Messenger se quedaban grabadas en el ordenador y me propuse sacar tiempo para curiosearlas a ver si encontraba algo jugoso. De momento me sorprendió el tamaño del archivo de la conversación con su hermanastra: si se llevaban tan mal de qué hablarían tanto. En ese momento mi sobrino llamó a mi mujer desde el baño.

-¡Tita! ¡Titaaaa!

-¿Qué pasa Manu? –gritó mi mujer desde la cocina.

-¿Me puedes traer una toalla que no hay ninguna?

Mi sentido “arácnido” se disparó ante la posibilidad de que mi mujer viera el pollón de mi sobrino. El muy cabrón se las había ingeniado para mostrarle su monstruo ya que yo me había duchado un rato antes y sabía a ciencia cierta que sí había toalla. Vi como mi mujer salía de la cocina e iba al cuarto de baño para llevarle una toalla. Fui corriendo a acercarme a escondidas a ver si oía algo. La puerta del baño se abrió cuando mi mujer llamó:

-Aquí tienes la… -dijo mi mujer que no fue capaz de acabar la frase.

-¿Qué pasa tita?

-Nada, nada. Toma la toalla –contestó bruscamente y cerró la puerta.

Fui de inmediato a cruzarme con mi mujer en el pasillo a ver qué cara tenía y lo que vi no me gustó un pelo (o sí). Evidentemente a mi mujer le había impactado la polla de mi sobrino tanto o más que a mí ya que pasó al lado mía andando muy despacio casi como si yo no estuviera, sus mejillas estaban coloradas y, lo que más me llamó la atención, sus pezones se notaban bien empitonados. Ese cabrón la había excitado solo con enseñársela.

Esa misma noche me encontraba follando a mi mujer. Yo estaba encima de ella clavándosela recordando la escena que había ocurrido aquel día. Ella estaba muy excitada pero como ida. Finalmente no pude contenerme y le pregunté mientras no dejaba de follarla.

-¿En qué piensas?

-En nada, sigue…

-¿Te has dado cuenta de que Manu te mira mucho?

Ella me miró sorprendida mientras no dejaba de gemir.

-¿En serio? –dijo.

-Sí, me he fijado.

-Mmm –dijo ella-. Bueno, es normal, es la edad…

-Es que estás muy buena –le contesté-. Si yo hubiera tenido una tita como tú…

Yo notaba como los dos estábamos cada vez más calientes.

-¿Sabes qué? – me dijo.

-Dime.

-Hoy le he visto la polla.

-Venga ya –le dije haciéndome el tonto.

-Sí, mmmmm….

-¿Y qué tal?

-La tiene grande.

-¿En serio?

-Siiii….

-¿Muy grande?

-Mmmmmmmmm…

-Contestame, ¿la tiene muy grande?

-Es enoooooorme –gritó a punto del orgasmo.

-¿Te gustaría tenerla dentro?

Mi mujer abrió enormemente los ojos mirándome con sorpresa. Pero no me contestó.

-Dime, ¿no te gustaría?

-¡Estás loco!¡Ah, aaah, sigue…!

Los dos compaginamos en ese momento un orgasmo que no habíamos tenido igual en muchos años. Nos besamos y no volvimos a hablar del tema… de momento.

To be continued... (mi correo: relatosobrino@hotmail.com)