El policía de Luján
En mi reciente viaje a Luján conocí a un policía formoseño que me hizo ver las estrellas clavándome su verga extremadamente gruesa.
EL POLICÍA DE LUJÁN
A pesar de que el tiempo no me acompañó en los días previos a la Semana Santa igualmente decidí ir hasta a Luján para volver a recorrer ese lugar y sobre todo los museos que tienen mucho material referente a la historia de los Países del Plata que me interesan tanto.
Al no estar más la Lujanera porque me dijeron que se había fundido tuve que ir en micro u ómnibus como le llaman en otros lares, aunque había un tren muy barato que salía de la Estación Once no lo tomé porque partía como a las 8 a. m. y tenía que cambiar de tren en la localidad de Moreno donde tomaría el otro que me llevaría a mi destino final.
Aunque el pasaje salía mucho más barato que en ómnibus opté por este último medio de transporte dirigiéndome en subte hasta Plaza Italia donde estaba la terminal del 57 que es el único medio que lleva hasta Luján.
Salimos de Plaza Italia alrededor de las 10 a.m. dando una vuelta tremenda ya que me llevaron casi hasta El Tigre para luego desde allí encaminarse a Moreno para finalmente arribar a Luján cerca del mediodía.
Realmente no era un día muy hospitalario como para andar haciendo excursiones, pero debido a la lluvia en Luján no había muchos forasteros y por eso tuve el museo totalmente para mi solo, por lo que pude aprovechar mucho de esa ocasión regalo del inesperado mal tiempo tomando fotografías de los carruajes y de los patios interiores del Cabildo y de la Casa del Virrey.
Algunas de las empleadas de los museos se acordaban de mí y muy amablemente por lo desocupadas que estaban por no haber visitantes, se dedicaron de lleno a mi curiosidad dándome varias clases sobre los objetos que allí se encontraban desde carruajes de la época colonial hasta el avión Plus Ultra en el cual viajó el hermano de Franco y donde me hice tomar una hermosa fotografía.
La cuidadora del piso alto muy amablemente abrió el balcón (el cual no se abre a los turistas) para dejarme ver la plaza la cual se haya en reparación y poder tomar desde allí una fotografía de la Basílica en parte cubierta por los andamios desde los cuales los obreros trabajan limpiando su fachada.
Me despedí de todas ellas y me fui hacia la Basílica para volver a regocijarme con el espléndido arte gótico que predomina por doquier.
Como siempre en su frente estaban los vendedores de souvenirs y entre ellos se encontraban dos policías que hacían el servicio de guardia y supongo que también infundirían respeto para que no sucediese nada anormal en ese lugar.
Al entrar me topé con uno de ellos, no era muy atractivo, de tipo aindiado bastante rechoncho o a lo mejor como era bajito parecía rellenito, le pregunté alguna estupidez sobre el lugar haciéndome el "boludo" como que era la primera vez que visitaba la Basílica.
Me respondió muy cortésmente, indicándome por donde tenía que entrar y lo que podía ver allí dentro y al terminar la explicación me dijo que si no estuviese de guardia sería mi guía pero en esos momentos no podía dejar su puesto.
No creo que su sugerencia de ser "mi guía" tuviese segunda intención, simplemente para él yo era un turista que según le hice creer no conocía el lugar y él muy servilmente se hubiese ofrecido a guiarme, tal vez con la esperanza de tener una recompensa monetaria.
Me metí por cuanto recoveco encontré y si los cordones no me hubiesen impedido el paso a algunos recintos hubiese traspasado mas allá de los perimetros permitidos a los turistas.
Al salir lo vi muy firme en su puesto mientras que su compañero estaba más alejado conversando con los vendedores por eso me acerqué para agradecerle sus indicaciones.
Al conversar con él me di cuenta de que era cuarentón pero al ser mezcla de indio con criollo su cabello era renegrido y su cara en la cual no se le notaban rastros de barba era de ese color lacre-anaranjado que tienen los indígenas paraguayos por eso le pregunté si no era del lugar a lo cual me respondió con un acento extraño:
-No. No soy de acá soy de La Isleta en la Pcia. de Formosa, un pueblo sobre el río que da límite con el Paraguay.
Como ya dije no era atractivo pero ese cantillo al hablar y su charla tan amena lo hacían ser un tipo muy cariñoso por eso me tiré un lance diciéndole:
-No te lo tomés a mal pero quiero pedirte algo:
-Decíme ché lo que quieras!
-Sabés... me gustaría pasar un buen rato con un policía. No conocés a alguno que esté libre y le gusten las farras...
-Ché!!! ¿Qué querés decir?! ¿Querés que te rompan el orto?
-Y... algo parecido...
Pensé que se iba a enojar o que me iba a mandar a la mierda porque se quedó pensativo mirando hacia donde estaba el otro policía y luego me contestó.
-Si pagás bien yo te la meto, pero rápido porque no puedo dejar mucho tiempo mi puesto.
-Te doy $20, pero quiero mamártela y si me gusta ya veremos...
-Acepto, pero vos andáte p`al fondo y te metés en el baño, así yo despisto a mí compañero diciéndole que no aguanto más las ganas que tengo de mear y le pido que me cuide un rato que enseguida vuelvo.
Así lo hice, desapareciendo nuevamente por la entrada de la Basílica y cuando encontré un baño me metí en él a la espera de Eusebio que según me había dicho ese era el nombre del formoseño.
A los pocos minutos sentí como abrían la puerta y efectivamente era mi nuevo amigo que muy rápidamente puso el cerrojo y a continuación se desprendió su pantalón se bajó el slip para terminar pajeándose un poco para endurecer su pija y luego me ofreció la hermosa verga que pueden ver.
Ese día había tomado varias fotografías de todos los museos que había visitado por eso mi cámara colgaba de mi cuello y al estar allí fue muy fácil sacarla y enfocarla hacia el hermoso ejemplar de pija que portaba el policía formoseño.
Nunca me hubiese imaginado que ese policía aindiado y bajito tuviese escondida semejante arma con la cual yo pensaba pasar un buen rato de placentero regocijo dentro de ese baño.
No le gustó mucho cuando el flash hizo su fogonazo diciéndome:
-¿Viniste a chupármela o a sacarme fotografías?
-Vine a chupártela, pero como me impactó tanto el grosor... aunque no la tenés muy larga, me tenté y saqué esa fotografía para recordarte en mi casa.
-Si para pajearte mirando mi foto, Ja... Ja!!
Allí mismo sin más dilataciones lamí su glande, el cual era muy gordo encontrándolo tremendamente seco y lo fui humectando con mi saliva hasta que pudiese deslizarse sin dificultad hacia el interior mi garganta.
Eusebio gemía bajito apretándome la cabeza, cada vez la empujaba más cerca de sus pendejos los cuales eran casi lacios y del mismo color que la abundante cabellera que cubría su testa.
Detuve la mamada porque mi verga pugnaba por salir y al hacerlo Eusebio me dijo:
-Seguí, hacéme acabar rápido que no tengo todo el día para vos y tus $20.
Cuando tuve a mi enhiesta y orgullosa verga en mis manos Eusebio la miró y comentó:
-Ché que verga tenés!! Es más larga que la mía y vos te asombraste al ver la mía...
Al estar ensalivada la pija de Eusebio cobró un brillo muy especial dejándome boquiabierto contemplándola, pero no me atreví a tomar otra fotografía de la visión tan excitante que tenía frente a mis ojos de esa verga húmeda y brillante que en ese momento de extrema tensión sensual la hacía parecer más grande y apetecible de lo que en realidad era.
Las bolas de Eusebio eran muy apretadas o su escroto estaba muy contraído porque el formoseño estaba muy nervioso temiendo que alguien nos descubriese o que su compañero se diese cuenta de que sucedía algo raro porque por ir a echar una meada nunca demoraba tanto.
Si no me hubiese apurado me hubiese quedado un buen rato chupando tan lindo ejemplar de tiesa carne y sus bolas también hubiesen recibido el estímulo necesario como para retraer esa contracción de los tejidos que las aprisionaban pero no pude hacer nada de eso ya que el tiempo urgía.
Por eso saqué un condón de mi bolsillo y casi lo reventé al ponérselo tan apresuradamente y luego de mojarle la pija enfundada con abundante saliva me puse de epsaldas ofreciéndole el agujero por donde tenía que ponerla.
Eusebio estaba muy consciente de que calzaba una buena talla por eso antes de golpearme la entrada con ella me aplicó una generosa a dosis de su saliva metiéndomela con los dedos hasta hacerme gemir por la excitación que me produjo el contacto de sus terminales táctiles en el interior de mi ser.
Inmediatamente después sacó sus dedos y la entrada de mi ano fue golpeada por esa herramienta que sin contemplaciones fue invadiendo mi recto haciéndome gemir y ayear de dolor, pero una vez dentro Eusebio la dejó quieta unos momentos sin moverla hasta que mi esfínter la hubo asimilado, hasta que no hubo recibido la respuesta positiva desde mis entrañas no comenzó el vaivén el que fue tan fuerte como para hacernos bufar y gemir a ambos.
Con todas sus fuerzas me la clavó hasta el fondo de mi recto y sin siquiera tocarme mi verga descargué una abundante lechada sobre el lavabo del baño donde yo me encontraba apoyado con mis manos resistiendo las embestidas de este toro brioso y furioso que cada ve metía más y más...
Unos segundos después me aflojé porque había vertido todo en el lavabo, la pija de Eusebio se hinchó espantosamente haciéndome morder por el dolor que me producía pero por suerte duró muy poco porque empezaron las contracciones producidas por su eyaculación y su verga se fue deshinchando unos pocos segundos después porque no había más nada en sus vesículas seminales.
Cuando Eusebio me la sacó respiré hondo ya que estaba desfallecido por el placer recibido y porque el dolor había sido muy grande dejándome los tejidos dilatados e insensibles porque esa verga me había deshecho.
Al verme lívido me dijo
-¿Lo pasaste mal? Porque yo lo pasé muy bien, tenés un culo muy bueno, me hiciste gozar mucho y además me vas a pagar por eso...
-Con un hilo de aliento le contesté:
-Noooo .Lo pasé muy bien pero como tenés una verga muy gruesa me rompiste todo con esos empellones a toda velocidad, me hicieron disfrutar mucho pero ahora creo que me voy a cagar en los pantalones porque no tengo más esfínter y hasta que se cierre voy a tener que ponerme un tapón.
Una vez que se hubo sacado el condón como último tributo le besé la cabeza de su pija saboreando por primera y única vez su néctar y luego de que nos lavamos le di los $20.
-Me da gusto haberte complacido, ahora esperá un rato, no salgás atrás mío así nadie sospecha de este encuentro y cuado pasés al lado mío en la calle seguí de largo.
Así lo hice y como eran cerca de las cuatro de la tarde entré a almorzar en un restaurante a una cuadra del Basílica donde muy famélico y dolorido devoré todo lo que me pusieron delante entre retorcijones de mi recto los cuales me anunciaban una descarga inminente.
Y tuve que darle el gusto entrando al minúsculo baño de ese local donde enchastré hasta las paredes con excremento y con sangre coagulada que había estado pugnando por salir al exterior de mis intestinos.
No creo que todo ese desajuste me lo hubiese producido el grosor de la pija del policía formoseño, sino la fuerza con que me la metía y la poca lubricación que tenía mi recto para recibir ese duro armatoste que me había dado tanto placer y dolor al mismo tiempo.
Su verga se había puesto muy dura por eso literalmente me había empalado con ella reventándome algún vaso sanguíneo de esa zona tan delicada.
Pero no me arrepiento ni lo culpo, yo lo busqué y tuve mi premio o mi merecido aunque en otro lugar y con más tiempo no me hubiese sucedido eso.
Cuando me fui a tomar el ómnibus que me llevase de vuelta a Palermo tuve que pasar por la Basílica donde estaba él muy jocosamente riendo con su compañero, tal vez le había contado de su aventura y tal ve se emborracharían ambos con el dinero que yo le había dado por hacerme tan buen servicio, eso no lo sabré nunca.
OMAR
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