El Poli Cabrón

Una nocha accidentada, sexo, alcohol y violencia con un policía cabronazo que me quiso joder

Salí de casa de mis amigos bastante perjudicada, no estaba borracha. Me lo repetí a mí misma hasta convencerme, sólo iba con un buen puntillo, alegre y juguetona. El alcohol sacaba a la loba que llevaba dentro. Más de una vez había terminado en la cama con un perfecto desconocido gracias a mi afición a los chupitos de tequila con mora, y esta noche tenía ganas de echar un buen polvo...Decir que estaba caliente era quedarme corta, jajaja...

Me subí al coche y salí haciendo ruedas entre escandalosas carcajadas. Les había dicho a mis amigos que cogería un taxi...¡y una mierda!. Podía conducir perfectamente, faltaría más, ¡ incluso con los ojos cerrados!. Así lo hice entre risitas.

No había querido escuchar sus ruegos y tontas muestras de preocupación por más tiempo, me ponían de mala leche,

¡no eran más que una sarta de gilipolleces! Nunca había tenido un percance y no iba a empezar ahora, por eso les había mentido descaradamente, para que me dejasen en paz. Llegaría a casa sin problemas, ¡no me vaciles!.

Entré en una calle poco iluminada cantando Wait and Bleed de los Slipknot a pleno pulmón, poco me importaba que fueran las tantas, me sudaban los vecinos. La música era para escucharla bien fuerte.

Me eché a reír al constatar que me había perdido, no sabía por dónde iba, pero me daba igual, sólo necesitaba un bar y un tío con ganas de pasárselo bien.

Estaba tan concentrada en corear la letra de la canción que no vi a un maldito gato negro cuando se me cruzó por delante.

¡Puto gato! Mi pequeño volkswagen dio una sacudida, perdí el control y fui a parar directamente contra un seto. Choqué contra el volante violentamente y perdí el conocimiento. Cuando desperté, con un palpitante dolor de cabeza martilleándome las sienes, no sabía si habían transcurrido minutos u horas. Aún era de noche, lo que quería decir que no podía llevar mucho tiempo inconsciente...

Apagué el condenado reproductor de CDs, que sonaba estridentemente alto, y me desabroché el cinturón con un quejido de dolor. Mis articulaciones estaban agarrotadas y me dolía todo el cuerpo, músculos que ni siquiera sabía que existieran.

Al llevarme la mano a la frente para apartarme el pelo mis dedos resbalaron al tocar la sangre. Me miré en el espejo retrovisor y ahogué un grito de espanto al ver un profundo corte sobre la ceja derecha. Había dejado de sangrar, por lo que deduje que al menos llevaba inconsciente mis buenos quince minutos.

¡Estaba viva de milagro!

El cinturón me acababa de salvar la vida. Iba a ser verdad las patrañas que contaban los de la DGT...jajaja.

Me eché a reír en plan bruja, poco me faltó para salir del coche y ponerme a bailar por no haberla palmado...Ya estaba biendo los titulares ¡muerta por un puto gato!

Cuando se lo contase a los demás tendría cachondeo asegurado a mi costa durante semanas...lo mejor era no decir nada, calladita estaba más guapa...

Necesitaba algo de beber, notaba la boca más seca que el desierto del Gobi...preferiblemente un cubata. Escudriñé a mi alrededor. Me encontré en una calle que no me sonaba de nada, mal iluminada y con bloques que parecían tener más de mil años. Busqué ansiosamente un bareto o un pub, aunque fuese uno de esos de awelos que había en todos los barrios, me daba igual...

En ese momento pasó un coche de patrulla frente a mí. ¡Mierda, me habían pillado! ¡Y encima eran de la Policía Nacional!

Estaba jodida...y no precisamente porque me estuviesen dando como más me gustaba...

Estacionaron frente a mi coche, algún vecino cotilla les habría dado el aviso...¡con la mala leche que gastaban los nacionales!. Me preparé para hechizarles con mi encanto personal y mi bonita sonrisa, incluso me abrí un poco el escote, para mostrarles mi mejor arma.

Vi bajarse del coche dos agentes...Mmmmm...estaban muy bien, siempre iban en pareja, uno de ellos era jovencito, rubio y con cara de niño, rondaría los veinte. Recién licenciado, me dije a mi misma al ver sus gestos torpes y nerviosos cuando se bajó del coche. Demasiado yogurín para mi gusto.

El segundo era harina de otro costal, rondaría los treinta y cinco y estaba como un queso. Tenía una altura impresionante, al menos 1.90, musculoso y curtido. Un gesto borde se intuía en sus facciones, tenía pinta de ser un auténtico hijo de perra. El uniforme azul marino le sentaba como un guante, sus pesadas botas reglamentarias enviaron palpitaciones directamente hacia mi sexo, poniéndome totalmente húmeda y echa una perraka en unos instantes.

Las fuerzas y cuerpos del Estado siempre conseguían ponerme cachonda. Ningún año me perdía el desfile de las Fuerzas Armadas que televisan todos los 12 de Octubre. Legionarios, Guardias Civiles, Unidad del Aire y de Emergencias...todos estaban para follárselos, hasta los más feos.

El más joven se acercó a mi casi corriendo al ver la sangre que cubría mi camiseta de tirantes, se asomó ansiosamente por mi ventanilla bajada y preguntó con evidente preocupación:

-Señorita, ¿está usted bien?...¿se ha hecho daño?

Uyuyuyuy...¡pero que mono! ¡Daban ganas de comérselo!

Lástima, pero yo no era una jodida asaltacunas. Reprimí las ganas de reír.

El compañero del poli jovencito lo apartó de un contundente empujón y clavó sus despiadados ojos oscuros en mi rostro.

Sentí un escalofrío y me quedé sin aliento al mirarle más de cerca...

¡Madre de Dios, ese tío estaba cañón!

Sus dedos agarraron mi mentón justo cuando iba a darle las gracias educadamente al poli joven, ¡sin pedir permiso ni nada!. Giraron mi rostro hacia un lado para ver mejor el corte bajo la luz que se colaba en el coche procedente de las farolas de la calle.

-Solo es un rasguño, no necesitará puntos...Andy, diles a los del 061 que no vengan- le ordenó al poli joven con un gruñido ronco.

¡Woahhhhh, menuda voz, parecía la de un cantante de death metal!

-Vale, entonces me voy a casa a por una tirita y una aspirina, muchas gracias...- dije con sarcasmo.

De golpe estaba totalmente sobria y despejada, solo quería largarme de allí a estilo bala.

El poli mayor sonrió, bueno, si a la mueca cruel que adoptó su rostro se la puede considerar una sonrisa. Yo diría que no...

-No tan rápido, listilla, quiero el carnet de conducir, los papeles del coche y el recibo del seguro...y es para ayer, ¿me entiendes, o quieres que te lo repita?- dijo en tono prepotente.

Me puse muy tiesa de pura indignación. ¡Menudo borde!

Rebusqué en mi bolso y saqué el carnet de conducir, abrí la guantera del coche y empecé a revolverlo todo con gestos bruscos, de mala leche, me estaba empezando a cabrear con esa actitud tan déspota. Mascullé un "me cago en sus muertos" en voz baja y resentida mientras estaba inclinada trasteándolo todo.

-Señorita...es para hoy, ¿tengo que entrar ahí con usted y ayudarla a encontrarlo?- dijo el muy cabrón con sorna, inclinándose sobre la ventanilla.

¡¿Me estaba amenazando?!

Le lancé una mirada incrédula, seguida de otra llena de veneno.

Por fin dí con los malditos papeles que me pedía y casi se los lancé con un gesto triunfal, con una sonrisita condescendiente bailándome en los labios. Eché los cabellos hacia atrás y le miré satisfecha.

-Aquí tiene, señor agente - esto lo dije con retintín- como podrá comprobar todo está en regla, ¿puedo irme ya a casa?. No he hecho nada malo, un gato se me ha cruzado y me ha hecho perder el control del coche, solo eso, no quería matar al pobre animal...- dije, poniendo mi mejor tono de niña buena, aunque para que engañarnos de buena no tenía un pelo.

Contuve la respiración a la espera de su contestación.

El yogurín, Andy, seguía hablando por la radio del coche.

El cabronazo de su compañero hizo un gesto despectivo con los labios y dejó caer los documentos sobre mi regazo, prácticamente me los arrojó con desprecio. Era como si estuviese cabreado por no poder empapelarme con eso.

Le miré totalmente pasmada. ¡¿Y AHORA QUÉ?!

Se inclinó de nuevo sobre mi ventanilla, tan cerca que pude inspirar su aroma a hombre, sudor y algo oscuro y peligroso. Sus ojos volvieron a clavarse en los míos de forma implacable.  Me dijo con un tono tan bajo y suave que solo pude escucharlo yo:

-A mí no me engañas, nena, las chicas buenas no van por ahí a las tantas de la noche conduciendo como locas, además apestas a alcohol... y ciertamente no le dicen a un agente de la ley "me cago en tus muertos".

Sus ojos destellaron al decír esta úlitma parte.

¡Dios, me habí oído! El corazón me dio un vuelco.

¡Me iba a detener! Empecé a sudar, me puse muy nerviosa y me entraron temblores, estaba a punto de empezar a hiperventilar . Entonces respiré hondo para calmarme y decidí echarle morro al asunto.

-Agente, creo que me ha escuchado usted mal, yo nunca diría algo así a un representante de la ley, soy una ciudadana modelo, nunca me han puesto ni una multa. He tomado un par de copas, de acuerdo, pero ha sido durante una cena, no estoy ebria ni mucho menos...Ya le he explicado lo que ha pasado...- dije en tono tranquilo y desenvuelto, representando mi papel a la perfección, aunque por dentro temblaba como una hoja.

El muy cabronazo hizo un gesto negativo con la cabeza y me dedicó una sonrisa totalmente engreída que no tenía nada de amistosa. Él estaba al mando, era la autoridad, y no se tragaba ni una palabra de mi explicación.

Se me había visto el plumero con ese "me cago en tus muertos". Me dieron ganas de darme de bofetadas.

-Andy, trae una boquilla y el alcoholímetro, vas a realizarle a la señorita- lo dijo con el mismo retintín que antes había empleado yo con él- la prueba del alcohol, veamos si ha sido una buena chica o no...

Vi que su sonrisa era arrogancia en estado puro. ¡No me jodas!

¡Pues de eso nada! Lo vi todo rojo de repente.

-No pienso hacerla.- dije con rotunda determinación.

Eso le borró la sonrisa de golpe. Andy llegó con una boquilla nueva envuelta en su funda de plástico y me la ofreció, a lo que me negué de plano. El chaval me miró ansiosamente, después miró a su superior indeciso.

-Negarse a realizar la prueba del alcohol tiene una pena de carcel de 6 meses, retirada del carnet y una multa de 108€,

¿está dispuesta a seguír por ese camino?- recitó el cabronazo de carrerilla, se lo sabía de memoria, además estaba disfrutando apretándome las tuercas.

Pero no iba a dar mi brazo a torcer, y menos con ese tono.

-Estoy en mi derecho a negarme...conozco mis derechos - le espeté con voz lenta y segura de mi misma.

Vi que mi contestación no le gustó en absoluto. El yogurín decidió mediar en ese momento con voz persuasiva. El pobre chaval estaba cada vez más pálido, se veía que lo estaba pasando mal.

-Señorita, hágalo, no se busque problemas o tendremos que detenerla...

Dejó caer la amenaza suavemente, el chico no era tan tonto como parecía.

Respiré hondo otra vez, intentando controlarme y no decír algo de lo que más tarde me arrepentiría, esos dos ya me estaban tocando los ovarios.

-¡He dicho que no! No pienso hacer la maldita prueba.

El yogurín resopló, su compañero me sonrió encantado, estaba en su salsa.

-Muy bien...salga del coche, contra la pared - me ordenó con voz firme, adoptando un tono autoritario.

En ese momento supe que llevaba todas las de perder. Noté como mi rostro se demudaba.

¡Esto no podía estar pasándome!

¡No dejaría que me detuvieran por una gilipollez!

Siempre me había relacionado con tíos chungos que se las sabían todas, yo no les llamaría delincuentes...Me habían enseñado todo tipo de truquitos y jugadas sucias para poder defenderme en situaciones como esta...el resto lo había aprendido por mi cuenta, yo solita. No había nada que me disgustase tanto como sentirme acorralada.

Salí del coche lentamente, dejando que ambos pudiesen observarme desde todos los ángulos. Esa noche iba muy mona, lo que por otro lado era habitual en mí. Llevaba una de mis falditas de vuelo, esas que me ponía en verano cuando apretaba el calor. Estaba subida a unas cuñas de 8 centímetros que me hacían sentir más alta de mis 1.58 y muy sexy. Mis cabellos , largos, oscuros y ondulados se derramaban por mi espalda en una lujuriosa cascada que casi me llegaba a las caderas. Agité mi larga melena al cerrar la puerta de un portazo, con un gesto malhumorado.

Vi que los ojos de Andy se agrandaron al observar mi bonita figura. Su compañero mantenía un gesto borde y prepotente, pero pude vislumbrar un fugaz brillo apreciativo en los ojos oscuros de aquel cabrón. Le gustaba lo que veía.

Subí sobre la acera y me puse contra la pared, como me habían indicado. Esos dos no sabían nada de mí, se iban a llevar una bonita sorpresa...no era el manso corderito que ellos pensaban.

-Andy, espósala- dijo el poli cabrón a su compañero, lanzándole unas esposas y adoptando una pose arrogante y despreocupada, se creía superior...Andy se colocó detrás de mí algo nervioso.

Craso error, yo era pequeña pero matona. Me moví con agilidad, volviéndome de repente y sorprendiendo al yogurín cuando estaba abriendo las esposas con torpeza. Le propiné una patada en los testículos que le hizo doblarse en dos. Me dolió hasta a mi. A continuación mi codo conectó directo con su cabeza, en un contundente golpe que lo dejó instantáneamente sin sentido. Cayó al suelo como un peso muerto.

Pobrete, realmente no quería hacerle daño, pero no me había dejado otra opción. Lo aparté de mi cabeza para centrarme en el otro, mucho más peligroso.

Él se inclinó sobre el cuerpo de su compañero, que estaba a sus pies sin dejar de mirarme en ningún momento. Puso dos dedos sobre su cuello. Al constatar que solo estaba inconsciente y no le había matado, se alzó muy lentamente para mirarme con incredulidad.

¡Vaya, había logrado sorprenderle, bien por mí!

Adopté una posición defensiva y le dije con voz firme:

-Nadie va a detenerme, no he hecho nada malo - repetí con voz tensa. Todo estaba saliendo pero que muy mal.

Él soltó una carcajada que me puso los pelos de punta, sonaba diabólicamente siniestra.

-Ahora sí, guapa, puedo acusarte de agresión a un agente de la ley...-dijo señalando el cuerpo de su compañero en el suelo- ... resistencia a la autoridad, negativa a realizar la prueba de alcoholemia... nena, pinta bastante mal... dime

¿pretendes luchar conmigo?, te advierto que no te lo pondré tan fácil como el pequeño Andy - dijo en tono despectivo refiriéndose a su imberbe compañero.

Le miré desafiante, sin dejarme intimidar.

-Soy yo la que no te lo va a poner fácil, campeón, si quieres detenerme vas a tener que cogerme...- le contesté con insolencia, dedicándole una sonrisita despectiva antes de echar a correr como alma que lleva el diablo.

Él me persiguió, contaba con eso, pero era mucho más pesado que yo, no me atraparía. No era nada divertido echarme una carrera con los zancos que llevaba en los pies, podía matarme. Zigzagueé entre los estrechos callejones, aquella zona estaba plagada de ellos, y acabé escondiéndome detrás de un contenedor de basura. Me agaché para ocultarme aún mejor, y esperé, completamente quiera, intantado escuchar sus pasos. De momento no se oía nada, creía que lo había perdido.

En ese momento empecé a arrepentirme de todo. De todo en absoluto.

¡Maldita sea! Me había comportado como una estúpida. ¿¡ Dónde tenía la cabeza?!.

Se llevarían mi coche, me acusarían de todas esas cosas que él había dicho...¡No tenía escapatoria! No se tonteaba con los de la Policía Nacional, ellos no te pasan ni una.

Suspiré intentando serenarme, verlo todo con más perspectiva y claridad. El corazón me retumbaba en los oídos, parecía que se me iba a salír del pecho, apenas podía respirar después de esa alocada carrera.

No tenía ni idea de como iba a salír del lío en el que me había metido... estaba bien jodida. Si quería continuar con mi vida con normalidad tenía que entregarme a ese cabronazo, no había otra forma, por poco que me gustase...

Tendría que arrastrarme y suplicar. ¡Eso era lo que más me jodía!. Ya estaba viendo su sonrisita de satisfacción...

Me puse en pie, dispuesta a volver sobre mis pasos e intentar arreglar las cosas. Pero no tuve oportunidad de hacerlo.

Escuché un ruido a mi espalda y al volverme ahí estaba él. ¡Jesús, tenía una expresión que daba miedo!

Entonces él se movió con una agilidad sorprendente para  su enorme tamaño. Me alzó del suelo, haciéndome chocar duramente contra la pared de ladrillos que tenía a mi espalda. Lancé un gruñido de dolor y todo empezó a darme vueltas. Su fuerza era inmensa, supe que no tenía ninguna posibilidad contra él en un cuerpo a cuerpo.

-Te atrapé.- me susurró junto al oído con profunda satisfacción.

Vale, quizás la maniobra evasiva no había sido lo más inteligente que podía hacer dada mi situación, tampoco lo era haber golpeado a un representante de la ley. Iba a tener que responder también por eso... Sin embargo, en ese momento no pensaba con claridad, sólo quería escapar de él a toda leche, sin pensar en las consecuencias... Pero ese maldito poli estaba allí para recordármelas, todas y cada una de ellas.

Dios, de repente estaba aterrada, no era ninguna cobarde pero... ¡No quería ir a la cárcel!

Le miré a los ojos y dejé de resistirme contra él, de todas formas era un puto gigante.

-Mira, creo que no hemos empezado con buen pie...

Él alzó una ceja en un gesto sarcástico, como diciendo "¿Tú crees?". Rechiné los dientes, así no íbamos a ninguna parte... Sentí como mis pies se balancearon en el aire, él me mantenía levantada tan solo con la fuerza de sus brazos a una considerable altura con respecto al suelo. Nuestros ojos estaban a la misma altura, le lancé una mirada rabiosa. Me sentía pequeña e indefensa, él era verdaderamente enorme, si quisiera podría hacer conmigo lo que le diese la gana... pero que digo, ¡ya lo estaba haciendo!. Me había golpeado contra la pared tan duro que había visto las estrellas y ahora parecía dispuesto a zarandearme a la más mínima.

Mi temperamento se inflamó.

-... pero esto es brutalidad policial, ¡pienso poner una queja!- le espeté indignada, dejándome llevar por mi mala leche, mientras trataba de soltarme de su agarre.

Él se echó a reír, y no era una risa agradable, daba miedo... me puso los pelos de punta.

-¿Eso crees?... pues todavía no he empezado contigo, preciosa... ¿qué te parece si hago esto?- dijo soltándome de golpe en el suelo.

Me tambaleé, pero  y antes de que pudiera afirmarme sobre mis pies, me hizo girar bruscamente, estrellándome de frente contra la pared de ladrillos. Lancé un grito iracundo, mitad de ira y mitad de dolor, él lo ignoró y volvió a reír entre dientes con malicia. Se cernió sobre mí, cubriéndome con su inmenso cuerpo y aprisionándome contra la pared de forma decididamente inapropiada. Solté un jadeo sin poder contenerlo y mis ojos se dilataron al notar lo excitado que estaba.

¡Por Dios Santo, estaba empalmadísimo!.

Por lo visto comportarse como un bestia conmigo le había puesto cachondo, empecé a temblar y no precisamente de miedo...

Sentí algo frío y metálico cerrándose alrededor de mis muñecas, oí un sonoro "Clic" y supe que acababa de esposarme, la posición era de lo más incómoda, ya me dolían los hombros. Entonces él puso las manos a ambos lados de mi cabeza y volví a oír su voz, hablándome con un tono suave, frío y sin entonación alguna.

-Voy a llevarte a la comisaría, dónde te tomarán las huellas y te harán una bonita foto... ¡porque estás detenida!. Allí te leerán tus derechos y estarás en prisión provisional hasta que pases a disposición judicial. Dada la cantidad de cargos que voy a presentar contra ti vas a pasar una buena temporada a la sombra, ricura, sin posibilidad de fianza... me ocuparé personalmente de ello... - su voz se llenó de satisfacción cuando susurró esto junto a mi oído. Estoy segura de que pudo oler el miedo que desprendía todo mi cuerpo, para entonces, ya estaba totalmente intimidada, desesperada y al borde del colapso. ¿Cómo había llegado a esta situación?

Entonces bruscamente me hizo girar en sus brazos para que lo mirase a la cara y continuar, aún no había terminado conmigo, todavía le quedaba munición extra para seguir aterrorizándome.

-... Le propondré al juez, tras la conducta agresiva que has demostrado, que seas destinada al módulo de presas peligrosas. Estarás rodeada de la escoria de la sociedad, traficantes, prostitutas... la creme de la creme...-lanzó una carcajada llena de crueldad-... ¿Sabes lo que les hacen allí a los bomboncitos como tú?... serás carne fresca, una muñequita, para esas chicas tan rudas, te harán "de todo"... cielo, ya no me pareces tan valiente, ¿es que vas a llorar?...- remató, haciendo un puchero burlón con sus labios.

De acuerdo, ya estaba frenética, me acababa de pintar un futuro de lo más prometedor. En la cárcel, rodeada de presas peligrosas y violadoras. Y lo peor de todo es que parecía decirlo totalmente en serio, no era un farol.

Noté como el labio inferior empezó a temblarme de forma incontrolable anunciando la inminencia de las lágrimas.

¡Y una mierda! Tenía que controlarme. No dejaría que él me viese llorar, no era ninguna debilucha a la que pudiese atemorizar. Me las tragué junto con el nudo que tenía en la garganta con un enorme esfuerzo y compuse una expresión chulesca y desafiante. Escupí con intenso desprecio en la voz:

-Muy bien, que así sea, llévame a la comisaría, lo estoy deseando.

Desde luego esa no era la respuesta que él esperaba, lo llevaba claro si creía que iba a arrastrarme y a suplicar. Creía tenerme totalmente dominada... ¡Pues chúpate esa, cabrón!.

No dejaría que me pisoteara, tampoco me iba a venir abajo con sus amenazas. Le miré orgullosamente y con altanería.

Me quedé flipando cuando vi que sus labios se curvaron con diversión, una sonrisa totalmente genuina que le llegó a los ojos. Era realmente guapo cuando sonreía así y dejaba esos aires de borde y matón.

-Eres valiente, nena, por eso voy a darte una última oportunidad... aún puedes convencerme de que lo olvide todo y solamente te ponga una multa, tú decides...- insinuó aquel neandertal con un tono decididamente perverso en su voz.

¿¿¡¡Y ahora qué!!??

Presionó su endurecido cuerpo contra el mío, dejando a las claras lo que esperaba de mí. Follar a cambio de mi libertad.

Decidí seguirle el juego, al menos por el momento.

-¿Cómo sé que luego me dejarás libre?- pregunté en tono cauteloso. Necesitaba algún tipo de garantía, no me fiaba de él ni un pelo. Y era algo mutuo.

-Chica lista, eso no lo sabes, cariño... tendrás que fiarte de mí, claro que tampoco es que tengas muchas más opciones,

¿verdad? - repuso él, saboreando cada una de sus palabras.

Eso era cierto, y era algo que me enervaba.

Le miré cada vez más encendida de ira, sentí auténtico magma volcánico corriéndome por las venas. La impotencia y las ganas de ponerme a chillar y patalear de pura frustración eran abrumadoras, pero no caería tan bajo. No era mi estilo. Tenía las manos atadas, ¡literalmente era así!. No podía hacer nada contra él, iba a utilizarme vilmente sin saber cuál era el resultado final y me tendría que joder si después de follarme él decidía meterme en la carcel de todas formas...¡¡menudo cabrón!!

-De acuerdo, dejemos el terreno de la intimidación y pasemos al de la violación - respondí asqueada -  porque eso es lo que será, no pienso facilitarte las cosas en nada, repugnante gusano. Si quieres algo de mí tendrás que arrancármelo a la fuerza.

Le lancé una mirada de insolencia y desdén, pensaba luchar con uñas y dientes. Puede que estuviera esposada, pero aún así podía causarle mucho daño.

Sus ojos empezaron a brillar intensamente, le gustaba el desafío que acababa de lanzarle. Me sujetó por los cabellos con enorme violencia, enredando mi pelo en su puño y me hizo ponerme de puntillas. Ahogué un gemido de dolor al sentir el brusco tirón en mi cuero cabelludo, supuse que esto no era más que el principio.

-Que así sea, las peleonas son las que más disfruto domando... - acercó sus labios a mi oído y lamió mi oreja obscenamente - me la has puesto dura nada más verte, voy a darte lo tuyo...

Sus groseras palabras me asquearon, sentí verdadera repulsión de mi misma al notarme humedeciéndome de excitación cuando las pronunció. ¿¡Es que había perdido el juicio?! ¡Iba a violarme!

El muy animal me tiró al suelo salvajemente y me hizo arrodillarme frente a él, entre sus piernas. Tenía una ligera idea de lo que me iba a exigir a continuación, pero no iba a salirse con la suya tan fácilmente... aún no estaba vencida.

¡Eso nunca! La guerra acababa de empezar. Y yo estaba más que preparada.

Me apresó por los cabellos para acercarme más a su entrepierna, momento que aproveché, cuando puso su mano a mi alcance, para atraparla y hundir los dientes en ella. Apreté con fuerza hasta desgarrar su piel y notar el sabor de su sangre en los labios. Le mordí como un tiburón hambriento en cuanto olí la sangre.

Él lanzó un agudo gruñido y de un revés me cruzó la cara, zarandeando su mano hasta soltarse. Caí hacia atrás, golpeándome la cabeza contra la pared, pero no me importó en absoluto el dolor que sentí. Sonreí con satisfacción y escupí a sus pies la sangre que llenaba mi boca con repulsión. Me alegraba inmensamente haberle causado aunque solo fuese ese mínimo dolor.

Su expresión se volvió aún más dura y cruel cuando examinó su mano, dónde le había dejado todos los dientes marcados. Sangraba abundantemente...¡Jódete cabrón! Lo tenía merecido. Y esta no sería mi última venganza

Me quedé flipando cuando él se echó a reír a carcajadas.

-Eres una fiera, ¿eh?... Voy a disfrutar enseñándote modales. Escúchame bien  "guapita", yo decido el cómo, el dónde y la cantidad, ¿entiendes?...

Llevó sus manos hasta su bragueta, pasó su mano sobre ella haciendo una mueca obscena con los labios mientras me miraba directamente a los ojos. A continuación se bajó los pantalones junto con los calzoncillos descubriendo una polla descomunalmente grande. ¡POR DIOS SANTO!

Me quedé paralizada. ¿ No pretendería qué ...? ¿Estaba de broma?

-... Ahora chúpala...- enredó los dedos entre mis cabellos y los retorció hasta hacerme chillar de dolor.-... y más te vale dejar los dientes apartados o conocerás el verdadero significado de la expresión "brutalidad policial".

Era evidente que no estaba de broma .¿De verdad tenía que hacer aquello? Dios, era humillante...Enrojecí de vergüenza al comprender que no me quedaba otra.

Le miré con asco y dije a gritos:

-¡¿Cómo pretendes que lo haga sin manos?!

Él sonrió fríamente.

-Solo abre la boquita, cielo, yo me encargo del resto...

Odiaba tener que obedecer a ese cabronazo, pero estaba esposada y sin posibilidad alguna de escapar, así que me aguanté las ganas de mordérsela en plan piraña asesina y abrí la boca como me había ordenado.

-Así me gusta, nena, no es tan difícil, ¿verdad?- musitó él con voz ronca cuando lo introduje lentamente en ella.

Dios, era realmente complicado dado su enorme tamaño, intenté relajarme en lo posible y lo logré con tremendo esfuerzo.

-Vaya, tengo aquí una auténtica golfa...- dijo burlándose.

Le lancé una mirada de odio que le hizo reír. Me sujetó por los cabellos y empezó a adelantar rítmicamente las caderas, follándome literalmente la boca con movimientos largos y profundos.

Me llegaba tan adentro que tenía que luchar constantemente contra las arcadas. Al menos él se estaba comportando en forma civilizada, dadas las circunstancias... se movía muy lentamente, disfrutando de cada una de las sensaciones que le producía estar alojado dentro de mi boca.

Sin saber cómo, empecé a disfrutar... ¡Santo dios, estaba enferma!

A cada segundo que pasaba se volvía más duro, grueso y palpitante contra mis labios. Tenía una resistencia alucinante, cualquier otro a estas alturas ya estaría resoplando como una locomotora a toda pastilla, pero él ni siquiera estaba sudando.

Por ese motivo decidí emplearme a fondo, torturándole un poco, y de paso obtener algo de placer a cambio. Le acaricié el glande con la lengua repetidamente, haciendo pequeños circulitos con ella , dirigiéndole una descarada mirada maliciosa

hasta que capté su ardiente mirada. Sus ojos se volvieron más profundos y oscuros, casi negros.

Su expresión se volvió profundamente lujuriosa.

-Chica mala...- gruñó, acelerando sus movimientos hasta hacerlos frenéticos.

En ese momento embistió tan duro contra mi boca que mis ojos se llenaron de lágrimas, se sucedieron una serie de embestidas brutales que me dejaron sin respiración. ¡Creí que iba a ahogarme, por Dios! Todo empezó a darme vueltas.

Sorprendentemente decidió liberarme en ese instante, apartándose de mi. Me derrumbé hacia atrás, respirando entre jadeos, estaba aturdida y me costada pensar con claridad. Antes de que pudiese recobrarme del todo me puso en pie de un tirón y me arrinconó contra el muro de ladrillos.

Sentía las rodillas tan temblorosas que apenas me tenía en pie, pero eso no fue un problema para él. Volvió a alzarme del suelo y colocó mis piernas alrededor de sus caderas. Me quitó las bragas sin esfuerzo y las lanzó por encima de su hombro hasta Dios sabe dónde, presionó su dura polla contra mi sexo, rozándolo hasta que sentí unos deseos irrefrenables de ponerme a chillar. ¡Ohhhh no!

-Ha llegado la hora...- canturreó junto a mi oído.

-Por favor, no lo hagas... deja que me vaya...- susurré con un tono de voz casi inaudible, suplicándole, algo que me había jurado a mi misma no hacer, aunque a estas alturas me daba igual todo.

-¿Qué has dicho? Me parece que no te oigo, nena...- dijo él, colocando su oreja frente a mis labios. Su tono de cachondeo era más que evidente.

Le lancé una mirada asesina. Imaginé que Jason venía a por él con su moto sierra, pero lamentablemente esto era la vida real, no una película de terror, aunque mi vida se hubiera convertido en una de ellas. Tenía que ser una pesadilla, y pronto despertaría... pero no fue así...

-... Deja que me vaya... -cerré los ojos cuando las palabras se me atragantaron.-... por favor..

Sus ojos brillaron victoriosos, sonrió complacido.

-Mmmmm... deja que lo piense... creo que no. Voy a follarte, cariño, asúmelo de una vez. Y puede que hasta lo disfrutes.- dijo muy lentamente, sentí su aliento mientras se reía en mi cara.

¡NO, no iba a hacer tal cosa!

Lo vi todo rojo e hice algo impensable llevada por la desesperación, algo que había visto infinidad de veces en las pelis de acción que me gustaba ver, eché la cabeza hacia atrás y estrellé mi frente contra la suya salvajemente. Vi las estrellas, por supuesto, sonó como si un enorme coco se precipitase contra el suelo desde una palmera, pero logré mi propósito, el factor sorpresa estaba de mi parte, así que logré aturdirle.

Sus manos me soltaron por un instante, momento que aproveché para bajarme de sus caderas, pegarle un empujón y meterle una buena patada en la espinilla antes de echar a correr como una loca. Pero no llegué muy lejos.

Él me agarró por los cabellos y me estrelló de frente contra la pared. Grité cuando me raspé la mejilla contra los ladrillos, el dolor que sentía en el cuero cabelludo era casi insoportable. Él se colocó detrás de mí y giró bruscamente mi cabeza hacia un lado para decirme bajito y con tono profundamente amenazador.

-Ahora será mucho peor... nena, te lo has ganado a pulso...

Levantó mi falda, alzándola sobre mis caderas, y separó  mis piernas desde atrás con sus rodillas. Apoyó su miembro contra mi culo y empezó a presionar, separando mis nalgas con sus manos. Se detuvo cuando empecé a llorar y a gritar con todas mis fuerzas, pataleando y retorciéndome, intentando sacármelo de encima inútilmente.

-¡Noooooo, así no!...Nunca lo he hecho de esa manera...- exclamé entre agudos sollozos.

Mis palabras le dejaron paralizado por un instante.

-¿Lo dices en serio?...¡Joder, menuda sorpresa, una maldita virgen! - empezó a reírse a carcajadas.- Voy a darle un fantástico estreno a este culito tan sexy - dijo palmeándome el trasero con entusiasmo.

Pegué un salto, soltando un grito. Él rió encantado, después se puso muy serio.

  • Abre la boca otra vez, cariño.- me pidió con voz suave, con un increible y perturbador tono de amabilidad.

Le miré de reojo con rabia e insolencia.

-¡Vete a la mierda!

Tiró salvajemente de mis cabellos hacia atrás, hasta hacerme gritar de dolor. En ese momento me di cuenta que estaba en las manos de uno de esos sádicos enfermos que se excitan causándole dolor a sus parejas. ¡Un jodido dominante!

Seguro que le iban esas mierdas de las atar, los látigos y el potro de tortura...me eché a temblar...

-ABRE.LA.PUTA.BOCA- me advirtió en tono amenazador, cambiando totalmente de registro. Ahora daba miedo.

Cerré los ojos con fuerza para que no me viera llorar y obedecí. Me sentí sucia, humillada y totalmente avergonzada cuando él introdujo sus dedos en ella y me hizo lamérselos.

-Cariño, no puedo permitir que continúes desobeciéndome, voy a tener que castigarte, no me dejas otra opción- susurró en tono siniestro junto a mi oído. Sentí un escalofrío de terror bajándome por la espalda.

A continuación su mano cayó pesadamente sobre mis nalgas, una vez, y otra, y otra más... conté hasta treinta de esos salvajes y duros azotes. Todo el tiempo sollocé y lloré a lágrima viva, pidiéndole a gritos que parase, hasta que no le quedó otra que cubrir mi boca con su mano para ahogar mis gritos y continuar esa salvaje azotaina implacablemente y sin piedad.

Para cuando se detuvo estaba totalmente vencida, dolorida y jadeante, me sentía el trasero ardiendo, el dolor era insoportable... ¡Odiaba a ese cabrón! ¡Lo odiaba con todas mis fuerzas!

-Cuando retire mi mano vas a dejar de llorar, no quiero oír un solo grito más... no te resistas, te voy a follar por el culo te guste o no, así que no lo hagas más difícil o haré que te duela...¿es eso lo que quieres?.

Negué con la cabeza entre sollozos, ya no podía soportar más dolor, era superior a mis fuerzas...

-Vas a decirme cómo te llamas- retiró su mano de mis labios después de volver a ordenarme lamérsela, esta vez ni siquiera protesté, lo hice sin más.

Sentí esa mano bajando por mi espalda e introduciéndose entre mis piernas. Jadeé tan alarmada que no le contesté.

-HAZLO...- hizo una siniestra pausa- ...¿tengo que repetirme?...Preciosa, estás empezando a cabrearme, y no creo que quieras verme enfadado...

-Love, me llamo Love -contesté con un hilo de voz, ya completamente intimidada.

-¡Que bonito!... Muy bien Love, ni se te ocurra gritar o tendré que volver a castigarte, ¿entendido?- me dijo con un tono suave y en voz muy baja.

Moví la cabeza asintiendo, escuché otra vez su risa maliciosa y me preparé para sentir mucho dolor. Entonces sus dedos, los mismos que habían estado en mi boca, me penetraron por detrás. Di un pequeño saltito y lloriqueé un poco, estaba muy dolorida por su azotaina de antes, me escocía el trasero con cada roce. Sus dedos entraron con dificultad en mi conducto anal, dilatando los apretados anillos de músculos y clavándose profundamente. Sentí un enorme escozor, era como si estuviera ardiendo por dentro, poco a poco me fui acostumbrando hasta notar tan solo una leve molestia.

Él empezó a sacar y a meter sus dedos, al principio de forma suave y lenta, para más tarde

hacerlo de una forma mucho más agresiva. A continuación , reemplazó los dedos por su duro miembro. Justo antes de empezar a penetrarme  hizo algo que me dejó sorprendida, liberó una de mis manos de las esposas, la llevó hasta sus labios, la humedeció con su lengua y la puso sobre su polla.

Apretó mis dedos sobre ella, creando fricción una y otra vez hasta que estuvo bien lubricada con su propia saliva.

Un escalofrío me bajó por la espalda, empecé a humedecerme cuando hizo aquello , me sentí despreciable por ello.

¿Tan bajo había caído? ¿Estaba empezando a gustarme? No, eso no podía ser.

A continuación empezó a clavármela sin piedad, a pesar de mis intentos por apartarle. Dios, era insoportable, me puse sumamente tensa y lancé pequeños gemidos ahogados de dolor, totalmente incontrolables.

Él no se detuvo cuando la tuvo totalmente alojada dentro de mi culo, con sus testículos presionando contra mi sexo. Apenas era consciente de que mis manos estaban libres, las mantenía apoyadas contra la pared de ladrillos, sujetándome con todas mis fuerzas a ella. Esperando que viniese lo peor,me estaba rompiendo en pedazos, tan solo quería irme a casa, darme una ducha de un siglo y olvidarlo todo, si es que era capaz de eso. Aunque tenía la sensación de que eso no ocurriría nunca..

Sería capaz de soportarlo, era una luchadora.

Pero las torturas no habían terminado...

Sentí sus dedos apartando mis cabellos hacia un lado, sus labios recorrieron mi cuello con lentitud, mordisqueó mi oreja y lamieó mi mejilla, acariciandome de un modo lascivo con su lengua. Un estremecimiento me recorrió de nuevo, de arriba a abajo. Me sentí horrorizada al ver lo que estaba haciendo conmigo, ¡estaba consiguiendo que lo desease!.

¡Era un monstruo, no, no era posible!

Llevó su mano hasta mis caderas, en una sensual caricia las rodeó hasta llegar a mi sexo. Rozó el clítoris con sus dedos y empezó a penetrarme con dos de ellos a un ritmo lento y constante. Empecé a jadear sin control, la humedad bañó sus dedos en unos pocos minutos.

-Mira lo que tenemos aquí, Love...estoy muy complacido, estás siendo una buena chica...

Sentí su pulgar haciendo pequeños circulitos sobre mi clítoris de forma tan experta y eficaz que tuve que morderme los labios para no lanzar gritos de placer. Él sabía perfectamente lo que estaba provocando en mí, su erótica risa me lo recordó en todo momento.

  • Ya estas lista para mí... por cierto, mi nombre es Luke, quiero oír como lo gritas cuando haga que te corras...

Giré la cabeza para mirarle con los ojos entrecerrados de puro odio.

-CA-BRON - le respondí deletreando lentamente y alargando la A hasta el infinito.

Luke sonrió con crueldad, echó sus caderas hacia atrás y embistió bien duro contra mí. Lancé un alarido que sofocó rápidamente con su mano.

-¿Cuál es mi nombre?- volvió a clavármela sin compasión, una vez, y otra, y otra más... hasta que dejé de negarme a responderle y le contesté con los ojos anegados en lágrimas y la voz quebrada por el dolor.

-Luke...

-¡Excelente!

Sonrió ampliamente, hasta me besó uno de mis hombros de manera espontánea. Sus dedos volvieron a penetrar mi sexo, empezó a moverse acompasadamente, entrando y saliendo de mi culo a su antojo, cada vez más rápido y con más fuerza. Ya no aguantaba más, estaba a punto de correrme... y él lo sabía.

Su aliento acariciaba mi nuca, sentí sus labios sobre mi piel, mordiéndome. ¡Oh, Dios, eso fue demasiado! Estallé en un violento orgasmo que me dejó sin fuerzas, totalmente desmadejada en sus brazos. Ni siquiera me había acordado que debía gritar su nombre. Me eché a temblar al pensar en cuál sería su castigo...y este no tardó en llegar.

-Eres una zorrita insolente...-musitó como si fuese una niña caprichosa.

Sus embestidas se volvieron brutales, empezó a bombear como un auténtico animal, clavándola con furia, queriendo marcarme. Mis gritos eran tan fuertes y altos que tuvo que volver a taparme la boca. Cada vez que intentaba moverme me la metía con más fuerza. Quería provocarme dolor, que chillase bien fuerte, oír mis gritos entre las lágrimas.

Continuó embistiendo sin descanso mientras me tiraba del pelo, sentía como si me estuviesen partiendo en dos. No fue rápido, estaba disfrutando de cada salvaje penetración, viéndome temblando, sometida a su voluntad.

Entonces volvió a pasar, sus caricias en mi sexo, el roce de sus labios sobre mi nuca, los potentes empujones de su cuerpo me llevaron al delirio y provocaron un nuevo y aún más devastador orgasmo en mí.

Grité enloquecida. Luke retiró su mano de mis labios cuando empezaron las primeras convulsiones de mi cuerpo y susurró contra mi oído:

-Ahora, di mi nombre.

-¡Ohhhh, Lukeeeeeeeeeeeeee!- exclamé al llegar al climax con tal brutalidad que quedé sin aliento.

Él me dio rápidamente la vuelta y me hizo arrodillar frente a él, me ordenó que abriese la boca bruscamente y explotó dentro de ella. Dios, estaba tan ida que no fui capaz de negarme, me lo tragué todo como si estuviese en un trance... y fue lo más excitante de mi vida. Nunca había permitido antes que ninguna de mis parejas se corriera en mi boca.

¡Y ese cabronazo acababa de lograrlo!

Cuando Luke dejó de correrse entre gruñidos, me hizo dejársela reluciente, me puso en pie y abrió con una llave que sacó de su bolsillo las esposas que colgaban de mi mano derecha. Yo miraba al frente, pero no veía nada, estaba tan conmocionada por lo que acababa de pasar que apenas noté cuando él la retiró de mi mano, incluso bajó mi falda y cubrió mis muslos con ella con un cuidado realmente sorprendente.

Sus dedos acariciaron mis labios casi con cariño después de abrocharse los pantalones. Clavó sus oscuros ojos en los míos con satisfacción, una arrogante sonrisa curvaba sus labios al decirme en tono suave y sumamente lento:

-Me gustas, Love... ya puedes irte, vas a tener suerte, he decidido no multarte....- dijo en tono burlón, escuché su voz como si provieniese de muy lejos, estaba en estado de shock, acababa de ser brutalmente azotada y violada sin piedad por un completo animal, ni siquiera sabía cómo lograba mantenerme en pie.

-...Y recuerda que sé cómo te llamas, dónde vives...en cualquier momento puedo pasar por tu casa para ver que tal estás, cariño.- me dijo con una risita maliciosa antes de rodearme con sus brazos y besarme en forma posesiva y hambrienta.

Eso me hizo reaccionar, le mordí. ¡Sí, le mordí con todas mis fuerzas, haciéndole sangre! Desgraciado hijo de perra...

Cuando le oí gruñir de dolor le di un empujón y clavé mi rodilla directamente en sus pelotas. Verle retorcerse y oírle gritar obscenas maldiciones fue para mí la mejor venganza. Cayó al suelo sobre sus rodillas mortalmente pálido. Entonces le pateé las costillas con saña, haciéndole caer sobre un costado y encogerse, cubriéndose el rostro con los brazos. Lo pateé una y otra vez hasta que quedé satisfecha, y solo me detuve porque estaba demasiado dolorida para continuar.

Con dificultad me incliné sobre él y le agarré por los cabellos para que me mirase a los ojos.

-No vuelvas a acercarte a mí, olvídate de mi nombre y de dónde vivo, o juro por Dios que acabaré contigo -escupí asqueada, jamás volvería a mirar con los mismos ojos a las fuerzas de la ley, ni estaría totalmente tranquila sabiendo que él conocía mi identidad. Me alejé de él sin dirigirle una sola mirada más.

Luke la vio alejarse moviendo las caderas de esa forma tan sexy, Dios, era toda una fiera. Empecé a reírme con fuerza a pesar del dolor que tenía en los huevos y en las costillas. Golpeaba bien duro.

Esto no acababa aquí,  iría a por ella cuando volviera a creerse segura... entonces la castigaría, y disfrutaría como un loco tirándomela de nuevo. Se había corrido conmigo dos veces... ahora me pertenecía...