El poeta maldito (Verdadera QUINTA PARTE)

(Corrección al capítulo anterior que en realidad es el número cuatro)... Poco a poco y contra mi cama, besando mi cuello y mi pecho la magia se rompió un poco cuando Minos dejó salir su inminente pregunta -¿Quieres hacerlo?-

A todos los que siguen esta historia, comienzo con una corrección.

El capítulo anterior (Capítulo cuatro) fue subido con el número cinco. No sé qué me paso… Un descuido. Lo cierto es que este es el verdadero capítulo cinco.

Muchas Gracias a José E. E. Que me hizo la observación dentro de tan gratos comentarios.

Espero les guste.

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Déjame besar tu cuerpo

Como si de verdad existieras.

Déjame mirarte hoy

Como si te extrañara.

Abrazarme a tus palabras

Como si odiara el silencio.

Coquetear con tus suspiros

Como si ellos fueran míos

Y llorar sobre tu hombro,

Como si fuese una coincidencia…

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Me besa dulcemente sujetando mi mejilla, acariciándome con su cabello que ondea con sus movimientos… Nunca sentí una lengua en mi boca además de la mía e igualmente nunca sentí placer similar. Torpemente creí seguir el ritmo, dejándome guiar. Sentía malestares en todo el cuerpo pero estaba dichoso de sentirlos… Náuseas, debilidad, vértigo… Mariposas en el estómago… Eso es. Poco a poco cedí cerrando los ojos y me entregué por completo ya sin miedo y sin confusión. Acababa de decirme que me amaba y pese a mi total inexperiencia entendía en su beso delicado y tierno aquello de lo que me hablaba, de lo que hace pocos días, bajo la lluvia le había hablado yo también…

Amor…

Me siento pequeño, frágil y vulnerable, sobretodo vulnerable… cuando me abraza por la cintura y mi cuerpo responde sin explicación abrazándose a él por su cuello, jugando con el cabello que le cubre la nuca. Mi cuerpo sigue sus órdenes como si fueran mías, o como si fuese yo el que inconscientemente le ordena a mis piernas caminar hacia atrás, hacia mi habitación, hacia mi cama, sin parar de sentir sus labios, su lengua y ese casi infarto del primer beso… Besar a un hombre a escondidas, besar al hombre que crees amar, ese que también te ama a ti… Besar por primera vez.

Por supuesto tengo miedo. Mi cuerpo jamás ha sido explorado. Ni siquiera del calor de un abrazo paterno tiene memoria. Y Minos se hace responsable de eliminar todo el frío de mi piel, desabotonando mi camisa y acariciando mi pecho provocándome el más intenso de los escalofríos, junto a un suspiro que casi me desmaya en el acto.

Que maravilloso conjunto de sensaciones alarmantes se sienten en ese momento. Cuando te avergüenza tu cuerpo de niño ante ese de hombre que te parece perfecto, cuando temes el dolor, la inexperiencia, la identidad y el futuro tan inmediato como el del próximo beso en los labios, la caricia en las costillas, la invasión a tu pantalón, el descubrimiento de tu sexo… o el fin repentino de todo sintiéndote arrinconado y sin placebos. Mi corazón no sabía si latir más rápido o dejar de latir, mis pulmones no sabían si tomar mucho aire lentamente o poco a gran velocidad, mi cuerpo era frío y a la vez caliente, o quizá era el choque de nuestras pieles que provocaban relámpagos así como lo hace el aire allá en el cielo…

Poco a poco y contra mi cama, besando mi cuello y mi pecho la magia se rompió un poco cuando Minos dejó salir su inminente pregunta

-¿Quieres hacerlo?-

Me sentí petrificado al entender perfectamente. Mi boca debió estar abierta, y mi piel pálida. Sólo recuerdo asentir con la cabeza cuando ya me besaba nuevamente y bajaba con pequeños besos sobre mi pecho mientras desarmaba mi pantalón… Sentía cosquillas por todos lados que me confundían entre el placer y la desesperación. Sólo yo había tocado mi pene y ahora otro hombre me comía completo mientras me masturbaba… y pronto… sentí frío en mi punta, y me hizo estremecer. Que sorpresa al ver que se lo metía en la boca, sin prisa, sin fuerza pero con mucho afán… Minos sabía lo que hacía… No se notaba nervioso como yo… No se notaba inseguro… Pero si lo notaba hambriento.

Luego de un par de minutos en los que sentía ese intenso cosquilleo desde mi abdomen hasta mis piernas, un segundo comentario me heló la sangre una vez más… Pero yo sin ser capaz de articular palabra sólo obedecía a sus manos dándome pistas delo que su boca me decía

-Date la vuelta… Voy a hacerte mío…-

Todo era tan nuevo, tan excitante… Tan encantador… Escuché su cremallera y sentí su piel sobre la mía… Sentí su dureza entre mis piernas estrujarse contra mi trasero… Mis nalgas fueron cediendo y entonces lo sentí rozar mi ano una y otra vez… él besaba mi cuello, mis hombros y mi espalda. Y me hizo chupar sus dedos un par de veces… para luego sentir otro electroshock desde mi culo cuando me acariciaba con sus dedos húmedos en mi saliva…

- No te dolerá… Te lo prometo…-

La puerta suena. El encanto acaba. La ropa aparece sobre nuestros cuerpos como por arte de magia. Abro la puerta y Helena me mira con duda y desaprobación…

Yo miro al suelo y Helena le pide a Minos que se vaya. Sin pena, sin avisar, recibo un beso en la mejilla dejándome aún más incomodo frente a mi ama de llaves… Quien bien pudiera ser más mi madre que la casi desconocida que me había parido…

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Otro maldito recuerdo me ha arruinado el descanso. Prefiero tener pesadillas antes que soñar con Minos noche tras noche. Estos sueños me hacen más daño. Aún después de tantos años Minos me sigue haciendo daño… Aún así, es quizá de lo más aceptable que pueda recordar con buenos ojos…

Mi primera vez.

Ojalá pudiera perdonarte Minos… me quitaste la vida… el alma… y el corazón…

Voy a la ducha en modo zombi y simplemente me mantengo de pie bajo el agua que cae. Pido a cada gota que se lleven la sensación de mi pecho. Imagino como todos los dolores y las cicatrices se van resbalando por mi piel… Y entonces siento ganas de llorar… Trago grueso y respiro hondo. Lavo mi cara. Quito el cabello de mi frente. Tocarlo me trae la imagen de Minos y ya sé cómo iniciar mi día. Esto antes solía funcionar.

Pantalones casuales con corte moderno, ajustados en las pantorrillas, de tela gris con pequeñas líneas verticales en varios tonos del mismo color; una franela de talle perfecto en amarillo pálido, saco deportivo y zapatos cómodos… No estoy lo suficientemente animado para revisarme una y otra vez frente al espejo. No me Siento Rey este día…

Veo la funda roja a un lado de mi cama y con suspiro decido hacer algo. No quiero volver a verlo en mi habitación, y Moisés debe extrañarlo.

Una vez más lo llamo por su nombre… Y admito interesarme por si está bien o no, al menos en cuanto a su bajo… Y… Admitámoslo… También en cuanto a su decepción respecto a mí.

Sentado en mi cama lo tomo, lo pongo sobre mis piernas y repasando sus curvas recuerdo las líneas de mi viejo violín. Me detengo y sin reparar más en los detalles lo saco de allí. De verdad es una belleza… Es difícil no admirarlo… Y me doy cuenta que entonces Moisés también es digno de admiración por tocarlo… Lo recuerdo frente a mí, desnudo, asustado con esa melodía extraña que no me hizo querer huir. Lo dejo a un lado tocando las cuerdas liberando su grave sonido. Con los ojos cerrados trato de soportar la sensación… Busco algún bolsillo dentro de la funda y me sorprendo al encontrar más de los que esperaba… Hay una nota mal hecha en marcador con letra aceptable en la cubierta interna

“Ama la música como nosotros a ti.”

La frase me deja pensativo mientras continúo con mi trabajo de espionaje… Hay  envoltorios de caramelos en uno de los bolsillos. Una pequeña pieza de plástico azul que asumo debe usar para tocar. Audífonos blancos con una calavera roja en ellos, bastante enredados… Un poco sucios y se ven muy viejos. Un trozo de papel que parece haber sido arrancado de un libro que me deja más confundido

“Cuando confío eres tú la confianza

Cuando espero eres tú mi esperanza

Y cuando vivo eres tú el corazón”

Resulta desesperante no encontrar nada. No tengo más que posible información sentimental sobre él… no hay números de teléfonos, no hay direcciones, no hay referencias a conocidos… Hasta encontrar un carnet estudiantil en el que me voy automáticamente a su fotografía, tiene un uniforme de color beige con un pull-over Negro con algunas líneas en el borde del cuello… Comienzo a preocuparme y voy a la información en negrita; su nombre es Moisés Amaya J. No me mintió respecto a eso… Pero su edad… saco las cuentas rápidamente… un vacío en la boca del estómago me hace sentir el peor de las bestias… Le quité la virginidad a un carajito de 17 años…

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Luego de resolver mis flaquezas emocionales de la mañana, terminé en un centro comercial como lo había planificado en un principio…

He cortado mi cabello mucho más de lo que acostumbro… Ya no es largo en la parte superior, sin embargo mantiene un estilo joven, como una pequeña cresta… He decidido eliminarlo casi por completo de los lados y en consecuencia ya no luce tan rubio como acostumbraba… Tras tocar lo poco que quedó me siento satisfecho con el resultado… Ya no me recuerda a Minos aunque aún lo tenga en la cabeza. No luzco mal… Creo que cualquier corte de cabello me quedaría bien…

Paso por algunas tiendas intentando subir mis ánimos gastando dinero… Compro algunas cosas… tiendas de ropa, librerías, tiendas de música… Y poco a poco va surtiendo un ligero efecto. Resuelvo regalarme la tarde tratando de integrarme a los mortales como si fuese uno de ellos o al menos la mitad de lo normal que ellos aparentan ser.  Decidí entrar a ver una película… Una animada… Éramos muy pocos en la sala lo que me hizo sentir más relajado pudiendo incluso reír un par de veces con el pequeño muñeco de nieve… Al salir decidí darme un último regalo, entrando a la fila de una heladería. Poco a poco me sentía mejor, pero poco a poco me sentía  peor.

Sintiéndome… Solo.

Estando a pocas personas de poder finalmente probar mi tan esperado helado pude ver a lo lejos a Darío y a Rubén… Me sorprendió un poco verlos juntos aún cuando les he dado todo el fin de semana libre… Pienso que quizá se han hecho amigos. Son dos hombres muy atractivos, inmensos en todo sentido, deben medir mucho más del metro ochenta y junto a sus cuerpos hinchados y rostros cuadrados, barbudo y rapado uno, lampiño y bien peinado el otro parecen de esos hombres de las llamadas “pornos de osos”… Aunque Rubén se vea más como uno de esos galanes de telenovela miamera… Él lleva una polo azul marino que hace resaltar su piel blanca, dentro de un pantalón de jean más claro con zapatos y cinturón cafés. Al mismo tiempo lleva a la niña sobre sus hombros mientras ríe bastante divertido. Darío va con una camisa blanca manga corta que le marca los enormes brazos y el pecho abultado, con un pantalón corto y zapatos cafés, además de unas gafas de montura bastantes grandes que jamás hubiese imaginado en su rostro. En realidad nunca me he interesado en mis empleados. Además de Helena…

Cuando llamé a la agencia solicité a los más discretos y preparados hombres, especificando que fueran más altos y musculados que yo… Ya que de lo contrario hubiese resultado un chiste que fuesen mis guardaespaldas… Pedí que fuesen jóvenes y bien parecidos por puro capricho y se lo tomaron muy en serio. Los busqué para un evento en específico después de que secuestraran a dos directivos de la compañía. Empecé a temer vivir en este país. Les ofrecí un muy buen paquete salarial y desde entonces, aunque ya están por cumplir un año a mis servicios, nunca había reparado en sus físicos, y nunca, nunca, nunca los había visto vestidos así, o caminar relajados, si quiera hablar o reír… Por lo general la gente nunca ríe a mi alrededor…

Recibo mi helado de vainilla con trozos de galletas oreos y siento una ligera emoción infantil al saber que me comeré algo dulce después de tanto tiempo… Decido sentarme al lado de una de las fuentes dentro del centro comercial a olvidarme del mundo circundante y disfrutar por primera vez de algo que no sea sexo… Por un momento casi imagino líneas pasteles dibujarse alrededor de mi helado. Veo nuevamente a Rubén y a Darío pero ahora si pasan frente a mí sin prestarme ni un poco de atención. Tal vez lo he hecho demasiado bien al integrarme con los mortales comunes o al desconectarme del mundo circundante… Sin embargo, Darío voltea dedicándome una mirada completamente diferente a la mirada fría y “laboral” que acostumbro a recibir de sus ojos todo el tiempo. Yo sostengo la mía tal cual como lo miro siempre, tratando de recordarle que soy su jefe y me causa una risa interna ver como se desencaja en asombro cuando parece reconocerme. Su expresión pasa a vergüenza y al final se acerca rápidamente dando explicaciones a Rubén. Se presenta frente a mí como si se registrara para el trabajo y yo le tiendo la mano, él la estrecha extrañado y me pide que lo disculpe, que sólo bromeaba con Rubén y no quería incomodarme ni mucho menos hacerme pensar mal. Rubén llega con la niña de la mano y parece incomodo por el comentario de Darío. Yo me divierto un poco con todas sus explicaciones que no he pedido. Finalmente resuelvo preguntar

- ¿Están saliendo? -

A lo que ambos quedan en blanco… oigo a la niña referirse a Rubén como “papi” y algo extraño se conmueve dentro de mí… Finalmente algo pudo arruinarme la tarde que me estaba arreglando el día.

Despidiéndome, dejándolos con las explicaciones en la boca y la incomodidad a flor de piel me levanto y me retiro a casa.

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Vacío las cosas sobre mi cama y escojo esa camisa blanca con bordes negros para mi encuentro con el poeta. Supongo que la nota que me ha dejado sobre mi semen significa algo y por algo quiere que esté presente. Espero no estar manipulando la realidad detrás de aquellas palabras.

Tomo una nueva ducha, visto nuevamente esta vez de blanco y negro tomando un saco deportivo rojizo de mi colección, peino mi cabello hacia arriba y noto el gran cambio que representó renunciar a mi flequillo.

Llamo un taxi, pidiendo específicamente que no sea el chofer de la última vez… No sé cómo explicar mi comportamiento de aquella noche…

El trayecto esta noche ha sido bastante corto y ya estoy frente a la estrecha escalera. Donde en la puerta veo a esa pequeña y hermosa mujer que me recibió la primera vez. Trae botines, falda-pantalón de color oscuro, una blusa de aspecto caro y elegante y blazer rojo patente… Nada que ver con el atuendo de camarera del primer día, ni el de loba nocturna de esa noche… Intento saludarla y me ignora para tomar la mano de un hombre algo mayor pero quizá con un espíritu más joven que el mío… sin duda… Se está convirtiendo en oro en tiempo récord…

Sorteando la gran cantidad de gente que hay esta vez en la entrada pago una precio esta vez mucho mayor y voy directo a la barra, justo al mismo lugar donde lo contemplé hace dos noches. Aunque aquél día ardía en ira y en impotencia y este traigo más bien esta depresión que ya creo no puede contenerse por mucho más… Traigo algo de cansancio y muy en el fondo reconozco que traigo algo de esperanza. Después de tres tragos de “escalofrío eléctrico” tratando de encapsularme en un silencio imaginario las luces disminuyen y comienzan los aplausos…

Esta noche el show promete ser más grande y elaborado. El público es “diferente”. Empiezo a desistir de mi intento por tratar de identificar a los seguidores del poeta maldito y me detengo a ver de qué se trata su nota…

Suben dos hombres con cuerpos trabajados, en bóxers negros halando unas cadenas como si hicieran una fuerza sobrenatural… Detrás de ellos viene el Poeta también en bóxers negros atado con muchas cadenas, en su cuello, sus manos, pies y cintura, como si estas fuesen su atuendo… Detrás de él dos hombres más sujetando el resto de las cadenas… El poeta no parece ser muy buen actor, ya que mientras los cuatro semidesnudos se esfuerzan en parecer torturados por el peso de las cadenas él se mantiene impasible con una expresión más bien vacía… Finalmente parado en el centro del escenario, cuatro cadenas más descienden en línea recta y los hombres las sujetan amarrándolas a la cintura del poeta, para luego ubicar las que arrastran de sus pies formando un espiral… Cuando creo que ya es demasiado aún falta que suban cuatro señoritas vistiendo túnicas negras pero traslucidas en fila, con aire tenebroso para pasar a ubicarse también como escenografía al igual que los cuatro hombres que ya empezaban a mostrar bultos hinchados. El show comienza con sonido de violines y pianos y pienso rápidamente en irme de allí. Pero la fuerza del poeta y de la curiosidad me mantienen sentado… Comienzo a embelesarme al ver las líneas desprenderse del poeta en azul eléctrico y en vino tinto de los demás sobre el escenario haciendo un juego increíble entre las palabras del poeta, las luces y la danza.

“Amor peregrinaje

Amor deuda,

Amor premio incierto.

Amor irremediable

Amor ofensa,

Amor castigo lento.

Esta noche el amor no importa

Las brujas y los demonios nos tientan al pecado

Las caricias de mis manos te hacen agua la boca

Apaga tu frío ahora en este calor que emano.”

Los personajes sobre el escenario bailaban intermitentemente mientras los reflectores se iban turnando sobre ellos. Esta noche no entendía las palabras del poeta… Pero aún así estaba hipnotizado… En gran parte por su casi desnudez… La gente aplaudía las rimas sobre brujas condenadas y demonios enamorados que fornicaban con mortales descubriendo los más prohibidos placeres del sexo.

“El amor castiga a los que no están preparados

Donde el sexo libera a los desesperados.

El amor atrapa y te deja volar

Aunque pese, aunque duela, tú

(Me dedicó una mirada fría)

Me amarás.

Yo romperé mis cadenas

(Decía azotando las cadenas de sus manos contra el piso)

Y tomaré tu cuerpo como un castigo

Eros me ha hablado al oído…

Tú tienes mi libertad…

Con mis cadenas haremos alas

Y empezaremos a volar”

Entonces en un juego de luces las sombras que proyectaban las cadenas que bajaban desde el techo hasta la cintura del poeta lucían como alas gigantes mientras este mantenía los brazos abiertos marcando todo su cuerpo…

Lo mío no era la poesía, pero al parecer ahora me perseguía, o era yo quien la buscaba… El poeta recita mirándome, pidiéndome libertad… Lo siento. Yo no libero a nadie. Al parecer los condenados sólo servimos para condenar.

Sólo cuando dejo de escuchar al poeta y este comienza a retirarse arrastrando todas sus cadenas reparo en que todos los bailarines en el escenario yacen desnudos, continuando con su interpretación donde ahora parecían ser ellos los protagonistas. Yo me quedé contemplando las danzas eróticas donde se intercambiaban los hombres y las mujeres, tocándose, besándose sin detener la danza… Esperaba algún indicio del poeta pero este nunca apareció… La energía esta noche era totalmente diferente en el Agua Mala , el aire era turbio… El poeta era extraño… En un momento vi como uno de los bailarines y una de las bailarinas se metían los miembros de dos de los hombres en sus bocas mientras una bailarina y un bailarín lamian los senos de las dos mujeres restantes. Me resultó sorprendente. ¿En qué momento la poesía se convirtió en sexo en vivo?

Al girar la vista al público noté a las parejas besándose, tocándose y a algunos que comenzaban a desnudarse… Debía estar en una especie de sueño erótico. No lo niego, estaba muy excitado. Pero la sorpresa era aún mayor. Por otro lado el poeta no aparecía y nadie se acercaba a mí…

Cuando sorpresivamente siento un beso en mi cuello… es él, arrastrándome detrás del escenario a un pequeño cuarto donde me besa deliciosamente y yo me dejo besar… Me toca recorriendo mi cintura y descubriendo mi pecho, me lleva a la cama sin parar de besarme y me dice

-¿Quieres hacerlo?-

Y yo sin usar palabras trato de dominarlo sin éxito. Y sin embargo sacando mi verga completamente dura con gran maestría la junta con la suya que fácilmente salió disparada de su diminuto bóxer… Que gran sorpresa cuando el Poeta comienza comerme la verga, como un hambriento, como un necesitado, como un poseso, como un experto… Pero aún así, en toda su masculinidad había un poco de Dios y de guerrero que lo hacía aún más  fascinante… Deslizando mis manos por su cuello y espalda iba buscando su agujero y entonces deteniéndose y buscando mi boca, me dirige con sus manos y sus palabras

-Date la vuelta… Voy a hacerte mío…-

Y esta vez con menos palabras que antes me siento completamente incómodo.

- No te dolerá… Te lo prometo…-

Y ya sin poder soportar la confusión lo aparté en seco. Subí mi pantalón y él me miraba como interrogándome. Sin que me hiciera las preguntas que ya adivinaba decidí adelantarme

-No es el momento para eso. Honestamente esperaba algo diferente del poeta maldito-

-No puedes negarme que quieres estar conmigo. Es un hecho- decía tocando mi erección.

Su arrogancia me molestó, y tomándolo de los brazos lo empujé hacia la pared. Luego de darle un beso animal le respondí

- Deseo coger al poeta. Y en este momento pareces ser sólo el maldito. Si tú quieres a Minos, debes entonces conocer primero al rey-

Mirándolo a los ojos hice amago de besarlo pero esta vez dejándolo con las ganas. Ya cuando estoy por retirarme lo escucho decir mientras hace una reverencia.

- Entonces su majestad, Un placer saber su nombre. Aquí Balder para servirle… O doblegarlo… - Terminando en una risa que se me antojó a burla.

Yo simplemente me retiré. Salí sin ver a nadie. Ya no quería estar ahí. No aguantaría por mucho más… El maldito poeta me había tratado como… No era posible… Y ahora los recuerdos me bombardeaban sofocándome. Aún más el ruido de pianos y violines que avivaba aquella orgía… Salí de allí, tomé el primer taxi que se me cruzó y llegué a mi habitación refugiándome en la oscuridad tratando de apagar los recuerdos… Tratando de apagar a Minos, tratando de apagar a maldito poeta que ya tenía nombre y con todas mis fuerzas tratando de de apagarme a mí mismo de una vez por todas… Cuando casi logro relajar mi pecho agitado y dominar mis ojos irritados que casi me traicionan, golpes en mi puerta me sorprenden un poco

-No he pedido ningún servicio - respondo.

- No es servicio- me replican.

No reconozco la voz. Sólo quiero estar solo, una noche solo por primera vez en mucho tiempo y sin pensar abro la puerta.

Y ahí lo vi con su baja estatura, sus cabellos revueltos, sus ojitos felinos faltos de brillo y timidez y vergüenza…

-Lamento molestarte. Realmente tampoco tenía intenciones de volverte a ver… Pero dejé aquí mi bajo. He venido temprano pero no estabas. No sabes lo difícil que es escabullirse hasta aquí-

No sabía que decir. Me encontraba en el peor momento para hablar de cualquier cosa, así que con una seña lo dejé pasar para entregarle su instrumento.

Mientras lo buscaba él seguía hablando

-Han sido dos días terribles sin poder tocar. Gracias a Dios lo guardaste. No sé cómo podría hacer si lo perdiera… Es lo más importante en mi vida… Lo que me queda… Gracias por no quitarme esto también como si no valiera nada-

Aún manteniéndome en silencio lo sigo ya que es quien por su cuenta se dirige a la salida. Cuando abre la puerta se escapa de mi boca su nombre

- Moisés…-

A lo que el voltea con un poco de asombro como esperando mis siguientes palabras…

- Recordaste mi nombre…-

-¿Puedo?- Le dije abriendo mis brazos esperando que él entendiera.

Se acercó con timidez apoyando su bajo en el marco de la puerta. Dándome un cálido abrazo. Recordándome cuando tenía corazón… Yo lo estreché fuerte, clavando mi rostro en su cuello, dejando caer mi peso hacia él, hasta quedar en el piso, arrodillados, abrazados… y entonces… Invadiendo el mundo de ese jovencito al que ya había hecho un daño irreparable… Comencé a llorar…

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Con las piernas temblorosas

Y los labios partidos

Un corazón castigado

Se rendía en el camino.

Llegó el diablo ofreciendo vida

Llego el hombre ofreciendo vino

Llegó el Ángel sin ofrecer nada

Pero dándole cobijo.

Entonces limpió las heridas

Entonces le dio de beber

Y envolviéndolo en sus alas

Lo hizo creer.

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Espero les haya gustado.¿Qué piensan ahora de Minos?

No olviden comentarme sus apreciaciones sobre la historia.

Pronto pronto publico la siguiente parte de Tom&Joseph.

Un abrazo!