El Poeta Maldito (Quinta parte)

Midas, midas... ¿Qué voy a hacer contigo?: "Allí está. Imponente de espaldas a mi dejando caer el cárdigan al suelo, mostrándome bajo la luz tenue y rojiza cada surco de su musculatura perfecta, cada línea de sus tatuajes confusos.El maldito poeta es inmune a mí. Pero yo, he caído en su maldición"

Esta noche la luna me cobija

Y yo te pienso.

Esta noche tu nombre me tortura

En el silencio.

Tus recuerdos me golpean

Crueles balas del pasado.

Tu ausencia me castiga

Tu vacío, a mi lado.

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Expectativas, cada mañana una diferente, cada noche una diferente, cada día cambiándose o manteniéndose pero siempre sofocando a cada minuto que pasa… Ardo en ira cuando no alcanzo lo previsto, me frustro un poco cuando alguien no cubre las mías. Me satisface saber que cubro las de todos, Alto, apuesto, exitoso, interesante. Dejémoslo hasta ahí… Si sigo, arruino las fantasías de los demás, pues ni soy un príncipe, ni me interesa quedarme en sus vidas. Así que quizá no los satisfaga del todo. ¿Qué importa? Por lo general yo si quedo satisfecho. Soy el único importante.

Pobre Moisés, yo no cubrí las suyas,  aunque sus gemidos me dicen que al menos se fue sexualmente satisfecho. Bahh… No es mi tarea preocuparme por lo que lo satisfizo y lo que no. Ahora tengo este instrumento precioso entre mis manos, y sólo pienso en conservarlo o devolverlo. Conservarlo y torturarme recordando su rostro decepcionado. No. Mejor lo devuelvo. Lo devuelvo y veo su rostro de decepción en vivo y directo, recibo sus reproches, quizá algo de descalificación y finalmente me termino trayendo más recuerdos desestabilizadores a casa… Lo conservo, definitivamente lo conservo; no le hará falta… Insensato, si hubiese sido mi violín me hubiese muerto de haberlo perdido… Por eso estoy muerto. No, estoy muerto por culpa de mis padres, del destino, quizá de Dios. Estoy muerto por culpa de Minos. Lo devuelvo… Luego… Maldita curiosidad. Maldita manía de maldecir… Maldita inestabilidad. Midas, regresa a tu estado natural… Esto te hace daño. ¡Hecho! Una siesta. Luego teatro, luego Moisés (aff… Su nombre otra vez)… Luego Midas, antes Midas, primero Midas. Janm… Así es, primero Midas…

Haberme masturbado debió haber sido suficiente, sin embargo no… Mi mente sigue demasiado inquieta y así seguirá a menos que haga algo. El siguiente paso es distracción… Lo intenté con la laptop, con el periódico, con la llamada, con los recuerdos… Recuerdos inútiles… Me estorban… Todo en mi cabeza esta manchado de Minos y de Poetas malditos… siguiente paso, un trago de ron. Lo sirvo, lo bebo parado frente a mi panorámica viendo el poco verde que queda en la ciudad. En realidad de día la vista es espantosa. Fachadas feas, letreros de política como si vendiesen un producto, gente mal vestida y mal portada, tarantines en las aceras… Veo las nubes, veo el cielo, cierro los ojos mientras siento como el ron quema mi garganta y me llega al estómago. Amo esta sensación, no sé el motivo, pero la amo; pero aún estoy muy lejos de ser alcohólico… Eso no me lo permitiría. Sin embargo es fin de semana, puedo tomar un par de tragos sin remordimientos sociales. Otro trago… otro más… Se acaba el vaso… Mi rostro se calienta y ya puedo recostarme. Creo que así si podré lograr apagar mi cerebro.

Estoy durmiendo demasiado… Esto es indicador de depresión… Demonios…

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Su sonrisa es encantadora, tiene 20 años, una chaqueta de cuero negra sobre una franela blanca ajustada, un par de jeans desgastados también bastante ajustados; me toma por la bufanda que me ha regalado, la traigo puesta día y noche no importa si hace calor o frío. Me hala hacia él, me besa, yo suspiro… Lo amo… de verdad lo amo… Me toma la mano y me lleva hasta una motocicleta negra que me parece gigante. Somos casi del mismo tamaño. Su cuerpo es delgado, pero grande, es muy alto, yo casi lo alcanzo… No quiero montarme en esa motocicleta… No me gustan. Me entrega un casco y tiemblo de miedo. Me toma la mejilla, acaricia mi cabello.

-Adoro cuando lo traes largo- me dice.

-Adoro tu mirada de oro- Continúa

-Yo  adoro tus ojos y tu cabello de azabache.- Le digo besándolo.

Helena nos mira por la ventana con complicidad, la noto nerviosa y quizá algo triste… Cuando se enteró de nuestra relación noté una lucha de opuestos librándose dentro de ella. Por un lado estaba asombrada y por otro notaba ese gesto de “lo suponía” en su mirada; al mismo tiempo se que se alegró por mí, porque me veía feliz como nunca lo había estado en mis 18 años, igual se entristeció y su trato cambió un poco… Era un poco más distante, me protegía de mis imprudencias, me alertaba si alguien llegaba… Como me hubiese gustado que ella hubiese opinado. La hubiese escuchado.

Minos  se sube en su motocicleta, me invita a subirme. Con miedo, subo. Y corre. Corre. Corre cada vez más rápido. Cierro los ojos y me abrazo a él. Veo luces. Los colores del mundo se me revuelven en múltiples flashes. Luces… Más luces… Y cada vez se intensifican más en una profunda luz blanca…

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Despierto… Maldigo una vez más los recuerdos que ahora abusan invadiendo hasta mis sueños.

Son las 15:00. Es hora prepararme para ir al teatro e interceptar al Poeta. Hoy debo saber por qué causa ese efecto en mí. Sin intenciones de complicar más mi estado actual debo decir que lo necesito es someterlo a mí, follarlo crudamente para sentir que recupero mi poder. Aunque sé que una parte de mí ya asumió que esto es más que un capricho y que me joderé aún más después de conocerlo. Aún así. Tengo expectativas para este día. Y necesito alcanzarlas.

Una segunda ducha, pero esta lenta, pausada, sin morbo alguno; con la única intención de disfrutar del agua, de relajarme… De prepararme.

Como desconozco el tipo de lugar al que asistiré opto por vestir de “comodín”, elijo una polo negra que aunque no me guste me queda muy bien, la combino con un pantalón casual blanco de corte recto. Me pongo unos mocasines negros con un detalle en azul y gris y tomo un saco deportivo que hace juego con mis zapatos. Me miro al espejo y me siento como un verdadero payaso… Realmente n o sé como vestir para ver al poeta entre su marea de gente y público tan particular. Decido ser un poco más “yo” y cambio esos zapatos de fin de semana por unos formales negros con el par de calcetines adecuados, cinturón negro fino, reloj plateado y saco azul pálido. Me gusta lo que veo, pero ahora temo lucir intimidante ante él que parece tan sencillo.

Resuelvo no complicarme y poniéndome un poco de Diòr termino en el taxi más habitual dispuesto a llegar a ese Teatro desconocido dispuesto a encontrar lo que no se me ha perdido.

-Buenas tardes amigo-

Me dice con una sonrisa el taxista, sé que me ha llevado en más de una oportunidad, pero nunca había reparado en él y realmente no le había dedicado palabra mayores que “lléveme a” y “gracias”. Es un hombre agradable, de unos 40 y tantos bien cumplidos. Luce cansado pero dispuesto a continuar. Imagino su historia, casado joven, con varios hijos, de clase humilde, debiendo cumplir muchas horas para cubrir la tarifa de la línea de taxis y cubrir los gastos de la casa. Luego de terminar mi fantasía noto que he demorado mi respuesta y alcanzo a contestar…  Por educación.

-Buenas tardes-

-¿Nos dirigimos al Teatro “Nueva era”?-

-Así es-

Digo sin intenciones de que se extienda la conversación. Veo a través del retrovisor sus ojos azules casi blancos y vitrificados, exageradamente brillantes… Me produce calidez… De alguna manera encuentro en sus ojos la mirada de Helena… Mi querida Helena… Es de piel blanca, con abundante cabello entre rubio y canoso, con cuerpo maduro de medidas pesadas, pero no luce obeso…

-Hay una presentación de un artista que ha llamado mi atención-

Digo tratando de no parecerle tan desagradable.

-El poeta maldito. Lo conozco. Es un buen muchacho. Aunque no entiendo su poesía, aunque a decir verdad nunca me ha gustado la poesía… Debe ser por eso-

Me sorprende que el hombre me hable de él y no puedo disimular mi interés en mantener la conversación. Ya no me asombra mi bipolaridad este día… Ya son casi las cinco de la tarde, y el tráfico endemoniado anuncia que queda falta mucho para salir de las colas…

-¿Qué sabe del poeta maldito?-

Pregunto sin disimular mucho mi atención.

-La verdad no mucho… Pero mi mujer que es enfermera en el oncológico infantil me ha contado que cada cierto tiempo lleva juguetes, medicamentos… Está pendiente de los necesitados… Tiene que ser un buen muchacho-

Me sorprende. La imagen del hombre tatuado, fuerte, sensual, que habla de sexo con palabras rebuscadas frente a un público extravagante no me encaja con obras niños y obras de caridad. Aunque me alivia deducir que entonces mis alucinaciones con ese ser fantasmal y macabro son sólo eso, alucinaciones… Al momento reparo en que estoy empeorando…

-Hace unos meses acompañé a mi mujer a una de sus presentaciones. Reconozco que fui sólo por complacerla. El ambiente no era para gente de nuestra edad, pero la entrada era bastante económica así que se la regalé… El subió a la tarima como de una manera muy sencilla… Y sólo comenzó a decir poesía… Sexual… Muy explícita… Mi mujer estaba en una especie de trance que me hizo arrechar de los celos. Observé a todo el público y todos lucían igual… Perdidos, excitados… Entonces asumí dos cosas; la primera, que ya estaba viejo y la segunda, que no entendía eso de la poesía-

Sí, definitivamente el hombre tenía poderes… Aunque no es de sorprenderse. Como lo dice el taxista, él no estaba en el lugar indicado… Un espacio lleno de mujeres y gays, o parejas jóvenes en pleno descubrimiento de su sexualidad… Ver a un hombre de ese calibre, narrando encuentros sexuales de la forma en que lo hace, con esa voz… Cualquiera se excitaría… Siento celos. El poeta es mío…Me sorprendo desvariando una vez más.

-Claro, debo reconocer que esa noche quedé en deuda con el poeta… Aunque al final el muchacho se puso a llorar en el escenario y todo el mundo acabó conmoviéndose… Al llegar a casa tuve sexo con mi señora como hace muchos años no lo habíamos tenido-

Incluso comienzo a sentir celos del taxista. El sabe más del poeta que yo…

-Amigo, déjeme mostrarle algo que sí me parece hermoso. Intuyo que a usted le gustará-

-Muéstreme-

Lo veo pulsar botones. Enciende el reproductor y conecta un dispositivo USB. Avanza unas cuantas canciones y tengo un mal presentimiento.

-¿Cuanto falta para llegar al Teatro?- Pregunto

-Estamos cerca. No desespere. Nos faltan dos cuadras derecho y ahí mismo cruzando a la izquierda se ve el teatro. Pero la colita nos da chance de que escuche esta belleza-

Da un toque al último botón y la música comienza a sonar… Claro que lo conozco… Claro que me gusta… Es una melodía de la lista de Schindler… Pero no quiero escucharla.

-Deténgase por acá-

-Con gusto amigo. ¿Qué ocurre?- respondió aorillándose…

No ocurre nada. Me bajo aquí. Le doy unos billetes y me despido. Me bajo a prisa y lo noto llamarme.

-¡Amigo! ¿Qué ocurrió? ¡Me ha dado mucho dinero!-

No le hago caso. Necesito alejarme de él. De ese sonido.

Camino como el taxista me indicó. Dos cuadras derecho y una a la izquierda. No veo nada con apariencia de teatro… Pero sí veo un letrero en lo que parece ser una vieja casa colonial “Poesía erótica con el poeta maldito”. Sin duda ahí era. Al cruzar el jardín minimalista oculto tras esas ventanas anticuadas y la fachada completamente blanca estaba la verdadera entrada, en la que unos muchachos de aspecto desaliñado, esforzándose por resistir su atuendo a duras penas formal me impidieron pasar

-Buenas noches pana, tu entrada por favor…-

-Discúlpenme, me enteré del evento esta misma tarde. Desconocía que sería por entrada. Asumí que se cancelaría al momento de pasar. ¿No es así?-

-No, no mi pana. Aunque podemos llegar a un acuerdo-

La insinuación era obvia. Pero temía el precio a pagar. No por no tener dinero, si no por no disponer del efectivo suficiente. Saqué mi billetera y entregué los últimos 500Bs que habían en ella.

-Está bien. Adelante pana… Con 200 nos hubiésemos conformado pero así tienes hasta una butaca en la primera fila-

Después de revisarme y tocar mi paquete que ya estaba erguido por la espera, uno de ellos me sonrió dando paso a que el otro también me manoseara. Me sorprendí de querer apresurar la escena, que en otras circunstancias me hubiese parecido morbosa… Y así lo hice. Caminando por el extenso pasillo oscuro, interrumpido por una serie de cortinas que parecían no terminar.

Me sentí tonto pero a gusto. Al menos estaría en primera fila y lo vería de cerca, podría escudriñarlo, disfrutarlo y tratar de adivinarlo. Comenzaba a ponerme nervioso una vez más… Toda esa aura de misterio y esa energía que emanaba del lugar… Volvían los recuerdos de sus apariciones frente a mí, amenazándome; ese momento en que casi puedo besarlo, la imagen del orgasmo que me brindo la primera vez con sus palabras, del orgasmo que me brindo la segunda vez con sus fotografías, y entonces recordé como se me había parecido a Minos en esa fotografía… Pensé irme por un momento… Pero me noté en medio del grupo de personas, ya el show había comenzado y el poeta maldito me miraba como si me castigara por haberle interrumpido.

Era un ambiente agradable, intimo, pequeño, como una sala de cine. Pero en lugar de “butacas” como dijeron los muchachos de la puerta, eran sofás ubicados en varios niveles, en grupos e individuales. Y a un lado del poeta una cama iluminada entre el ambiente oscuro donde una pareja aparentemente heterosexual realizaba una danza sugerente, ella con una malla de cuerpo completo del color de su piel aparentando desnudez y el, un hombre moreno bastante fuerte con un pantaloncillo de malla también del color de su piel logrando el mismo efecto. El poeta vestía un cárdigan verdoso bastante estirado, abotonado por completo pero dejando su pecho poderoso al desnudo. Tenía un pantalón negro ajustado y gesticulaba con sus brazos mientras recitaba su poesía mirándome directamente

“Silentemente, Sigilosamente

Te deslizas entre mis comisuras

Pacientemente, morbosamente

Me despojas de mis ataduras.

La entrega comienza con la mirada

La brisa, la luz, las sábanas.

La entrega se viene, el placer se enciende

Tus labios, tus besos, mi alma”

Yo me estremezco sin remedio alguno al sentir que me habla directamente. Lo tomo como una declaración, si no de amor, entonces de guerra… Noto un atisbo de sonrisa en su rostro y me seduce mostrando su cuello invitándome a morderlo sabiendo que es imposible… Las líneas imaginarias comienzan a rodear el lugar, salen del poeta creando  cuervas suaves en violeta incandescente como de luces de neón, los bailarines del fondo mientras se entregan en su lucha de seducción mutua también deprenden dichas líneas como si de un eco de sus movimientos se tratase…

“Sé que te estremece mi mirada retadora

Sé que te atormenta no haber probado mi boca

Sé que me deseas, cada noche, mucho más

Sé que me alucinas, se me amarás”

Definitivamente esos versos si son sólo para mí. Tengo algo más del poeta que es sólo para mí. Y me siento incomodo. Ya el moreno parece penetrar a la bailarina desde atrás, mientras ella parece sufrir del placer entregándole más que su cuerpo. Lo escucho declamar muchos versos más. Hasta que las luces se apagan y todas las líneas que habían llenado el lugar se desvanecen difuminándose con la oscuridad del lugar. Él se levanta bajo un ligero halo de luz, camina hacia un lado del escenario bajo el sonido de sus pisadas que resuenan como si sus zapatos fuesen de acero… Poco a poco la luz se hace menos notoria hasta casi quedar en una total oscuridad. Se escuchan aplausos desmesurados y gemidos de placer. Yo me siento en una dimensión de placer diferente, mi erección ya es dolorosa, siento la humedad de todo el pre- semen que adivino emanando de mi sexo. Cuando la oscuridad es total y el poeta desaparece por completo siento como mi rostro es sujetado por manos poderosas y me brindan un beso profundo, intenso, pero suave como si fuese un Dios que quiere poseerme haciendo contraste con lo áspero de la barba que me roza la en un momento. Me siento vacío una vez dejo de percibir esos labios sobre los míos… Sabor a uvas y a nicotina… Jadeante, sorprendido, excitado y aturdido las luces vuelven poco a poco y veo al que creo ser el poeta cruzar una puerta del lado opuesto del escenario por el que lo vi descender. Mi corazón se paraliza cuando mi razón me juega una broma…

Sé que ha sido él. Y sin duda esto ha sido una invitación.

Me levanto antes de que la luz vuelva por completo y camino detrás de él… Cruzo la puerta y otra serie de cortinas interpuestas en mi camino me llenan de desesperación. Siento como el deseo me posee y pierdo la cordura por completo. Soy capaz de tener la mejo sesión de sexo de mi vida con ese hombre a mitad de la calle si se presentara la oportunidad.

Allí está. Imponente de espaldas a mi dejando caer el cárdigan al suelo, mostrándome bajo la luz tenue y rojiza cada surco de su musculatura perfecta, cada línea de sus tatuajes confusos. Yo me detengo sin saber que hacer. Sintiéndome completamente desarmado. Sintiéndome vulnerable. Sintiéndome de 16 años frente a un fantasma de mi pasado que nunca más creí volver a ver. Intento decir alguna palabra y el posando su dedo índice sobre sus labios me ordena no romper el silencio.

Cuando se aproxima a mí me parece eterno… Como si el fuese el cazador y estuviera a punto de devorarme… Y comienza a hacerlo… Me besa, sin tocar mi cuerpo, pero sólo con sus labios y su lengua siento como me toca mucho más allá. Temo. Temo por mi estabilidad. Temo por el momento siguiente. Pero no puedo parar. Intento tocarlo y me lo prohíbe con sus movimientos… Sin entender por qué me limito a obedecer. El desarma mi cinturón, mi botón y mi cremallera, comenzando a masturbar mi pene ignorando por completo mi ropa interior. Así comienza a besar y lamer mi cuello mientras me masturba con calma, pero con maestría y poder. Igual que sus besos… Dándome instrucciones otra vez sólo con sus movimientos me sujeta la mano y pone sobre su miembro, moviéndola entregándome la pauta a seguir. Es lo único que ocurre durante ese momento mientras su beso regresa a mi boca esta vez con más pasión, haciéndose dueño de ella. No resisto más… Y me vacío sobre él en varios estallidos que interrumpen ese beso. Me pierdo en ese placer intenso. Los sonidos se desvanecen. La oscuridad se hace total una vez más.

Y como sólo ocurre en mi cabeza los colores aparecen uno por uno hasta convertirse en el rojizo de la habitación al abrir mis ojos…

Para mi sorpresa vi su espalda cubierta por su cárdigan cruzar otra puerta. Guardé mi miembro, acomodé mi pantalón y salí detrás de él en busca de más, pero la puerta estaba cerrada. Me siento perdido, abusado, usado, confundido… Me siento ridículo una vez más… Y veo en el piso, sobre mi charco de semen una tarjeta que dice “Mañana estaré una vez más en Aguamala, espero verte”

El maldito poeta es inmune a mí. Pero yo, he caído en su maldición.

Sintiéndome humillado, quizá iracundo, regreso por donde entré encontrando el pequeño teatro vacío… Al salir encuentro a los muchachos que me manosearon

-Finalmente… Esperábamos por ti -

Por primera vez no sé que hacer y me siento incapaz de mantener mi típica conversación conmigo mismo para llegar a algo. Recuerdo que me quedé sin efectivo. Veo la hora y me sorprende que sea tan tarde. Pienso en un banco, un cajero… Caigo en cuenta de que no conozco la zona y reacciono.

-Tomemos un taxi hasta mi casa- respondo a los muchachos con prepotencia.

Llegamos al hotel, dejo que ellos paguen al taxista, subimos a mi habitación y sin ningún tipo de preámbulo salto a comerle la boca a uno de ellos mientras obligo al otro a bajar para encontrar mi erección. Despojo de la camisa al receptor de mis besos mientras el otro me despoja del pantalón y los zapatos. Me retiro y les ordeno continuar sin mí. Busco un trago de ron para envenenarme un poco mientras termino de desnudarme.  Al volver a la sala los veo completamente desnudos comiéndose entre ellos y finalmente reparo en su físico.

-Que bajo he caído- digo para mis adentros

No son muy altos, tampoco muy feos… Pero definitivamente no son a lo que estoy acostumbrado, tienen ese cuerpo de quien inició el gimnasio hace poco… Cabellos largos los dos, Moreno uno y el otro no tanto… Emanan esa energía de barrio que nunca he soportado… Pero aún así, ahora, me resultan fascinantes especímenes… Sin reparo volteo a uno contra el suelo y colocándome un condón lo empalo sin reparo sin importarme su dolor. El otro trata de poner su pene en mi boca pero ignorándolo le insinúo que lo meta en la de su amigo. Así lo hace. Cuando siento que el culo ya se ha amoldado a mí y noto que disfruta como loco, decido cambiar por el otro. Y así lo hago. Llamándolo mientras me salgo de su amigo le indico que lo penetre y lo hace igual que yo, sin contemplación. Y yo sin molestarme en cambiarme el condón me hundo en él iniciando un movimiento bastante bestia. Viniéndome de inmediato… Un orgasmo seco. Vacío. Yo sólo estoy molesto… Frustrado a decir verdad. Me retiro y los dejo terminar su faena. Mientras los observo tomando más de mi licor sagrado… Cuando los escucho gemir por el orgasmo decido ser contundente.

-Gracias por el momento. Ahora vístanse y pueden irse-

-¿Qué? ¿Así nos corres?- Me pregunta uno de ellos.

-Sí- Me limito a decir.

Minutos más tarde, sólo, desnudo, mirando por mi panorámica, percibo dos destellos en colores opuestos que terminan por torturar mi ya descolocada cabeza.

Por un lado el folleto azul eléctrico y por el otro el bajo rojo prostituta.

-Maldita sea- Digo cerrando los ojos sin saber que me ha ocurrido.

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Sin pensar,

Sin saber,

Sin entender…

Te metiste en mi vida

Te metiste en mi piel.

Me tomaste,

Me perdiste,

Me mataste.

Sin amar,

Sin tener,

Sin querer…

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Gracias a todos los lectores de TR por acompañarme en esta historia. Va lenta, pero segura.

Espero les guste!

Un abrazo!

(No olviden dejarme sus comentarios aquí o a mi correo. Saben que siempre estoy pensiente de ustedes. Se les aprecia.)