El poeta maldito... El maldito poeta.,,

(Segunda Parte)Luego de experimentar otro tipo de sexo sin contacto, sin pudor y sin conciencia, Midas intenta recuperar su caracter despota y dominante, con el amante incorrecto... Lástima para él que no puede escapar del hechizo del poeta maldito.

Golpe a golpe Se enrojecía mi pecho desnudo. Hombre torpe

Aquel que frente a mí Me hablaba de futuro.

Háblame dulcemente al oído

Muerde mis labios y marca mi espalda

Hagamos el amor

Seamos uno Dame tu corazón

Y te entrego mi alma.

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Por primera vez en toda una vida me siento un simple mortal, yo, el Rey Midas, olvido como usar el hechizo de mi mirada de oro, y me dejo paralizar por una simple mirada de azabache. Él observa mis reacciones con placer, mi pantalón manchado que no puedo disimular, mis piernas que se quieren desvanecer y mis ojos que en este momento han olvidado como mentir. Me toma de la cintura con una mano poderosa arrastrándome hacia un lado del escenario en completa oscuridad, allí se acerca lentamente a mi boca, torturándome con su aliento que huele a cerveza y con su cercanía que huele a sudor y nicotina. Se acerca en cámara lenta separando sus labios, viéndome fijamente a los ojos; y susurrando con su voz ronca unas palabras que me dominaron

" El intenso brillo de tus ojos dorados,

Combatiente recio de mi oscuridad, Un castigo, rey, Dios, mendigo

Sé que estás muerto Sé que me amarás"

Cuando cierro los ojos y me abandono a la suerte el tiempo literalmente se detiene y me siento aturdido, ridículo, impotente. Al abrir los ojos no lo encontré.

Luego de aguardar un par de minutos en los que volví a ser yo mismo, me acerqué a la barra, pedí otro escalofrío eléctrico y me lo tomé de un sólo trago preparado para irme. Llegando a la puerta veo parada junto a una mesa a una bella mujer morena, de baja estatura, con un escote sorprendente, piernas gruesas y desnudas, desbordando seguridad y simpatía, recibiendo un manojo de billetes sobre una bandeja... y se me escapa una sonrisa de... ¿molestia? Sigo mi camino. Y pretendo seguirlo por un rato más. 23:45. Y ya me dirijo a casa. No puedo permitírmelo. Caminando por las calles caraqueñas, ya menos transitadas pero que ahora resultan aterradoras si pienso en los titulares y la última página de los diarios. Mi ira y mi orgullo me mantienen erguido. Delante de mí se levanta un letrero de neón muy bien elaborado poniendo 'Babilonia' y la música llama mi atención. Siguiendo mi ceremonia personal, pago la entrada al precio VIP, pido mi primer trago, algo que sí sé que contiene, un simple trago de ron (mi verdadera debilidad). Al girar y dar el primer paso hacia uno de los pufs en el lugar un imbécil me tropieza y derrama mi trago sobre mi

-¿pero que mierdas pasa está noche? ¡¿No ves por donde caminas pendejo?!-

- discúlpeme señor, déjeme ayudarlo a limpiarse - decía un jovencito, se me hacía difícil imaginar que tuviera más de 18 años, asustado, apenado, y con la funda de un instrumento en su espalda.

-déjalo así. Sólo vete - le ordeno fríamente mientras me quito el cárdigan tratando de secarme.

Me dirijo al baño y me quito la franela mientras voy entrando para limpiar mi pecho. Allí veo a un hombre negro, bastante atractivo y musculoso parado con los ojos cerrados y la boca abierta al techo, sujetando la cabeza de uno que al parecer también era un niño, aunque por la agilidad con la que se tragaba aquel monstruo grotesco parecía tener la experiencia de una puta de 40 años. Contemplo la escena unos cuantos segundos sin poder evitar que mi orgulloso falo se levante, pero siendo consciente del lugar en donde estoy, me doy la vuelta abriendo el grifo y provocando que mis acompañantes salgan de su trance mirándome a través del espejo sin pudor alguno. Me dedico a limpiar mi pecho, mi cara, y con las manos húmedas llevo mi cabello hacia atrás, noto al negro aun mirándome y dejo que gotas de agua se deslicen hasta mi miembro de forma consciente... tomo la franela y la lanzo a la basura, me pongo el cárdigan está vez abotonado... tomo otro trago que nadie fue capaz de derramarme encima y enseguida un hombre de mi 'calibre' se acerca y me invita a bailar. Estoy acostumbrado a ser yo el cazador, pero luego de examinar al individuo de pies a cabeza acepto su invitación. La música es sensual, no tardo en sentir la erección de mi acompañante contra mi pierna, él es mucho más bajo que yo, con una espalda ancha, piernas gruesas y un trasero que sirvió para convencerme. Bailamos, bailamos y bailamos un par de horas. Cuando se acerca a él un hombre de unos 40 años y lo aparta de mí, me río de la situación, y me despido de mi acompañante con un morboso beso en la boca, mientras le guiñaba el ojo a aquél maduro que parecía ser su pareja. Dejándolos paralizados emprendo mi camino a la salida. He vuelto a ser yo y el maldito poeta ha salido de mi mente.

Una vez dejo de oír la música mi mente se vuelve a llenar de líneas azules y del eco de aquella voz ronca "me amarás, me amarás, me amarás" me siento desarmado y me hago consciente de mi entorno, estoy a unas tres cuadras de aquél local, a las 03:15, miro hacia atrás a los taxis frente al local, pero mi orgullo me hace seguir adelante, el hotel no está tan lejos de aquí, son unas 12 o 15 cuadras. Y quiero caminar. Sigo caminando reviviendo imágenes cada vez más vivas de ese hombre, de quien como desconozco el nombre decido simplemente llamarle poeta maldito como decía el folleto. Recuerdo su voz y siento como se me encoge el pecho, recuerdo sus ojos y comienzo a sudar, cuando recuerdo su aliento y empiezo a sentir su olor me siento ansioso y con un poco de miedo. Este no soy yo. Delante de mí veo bajarse de un carro a un jovencito con la funda de un instrumento en su espalda. Parece perdido, se ve bastante ebrio, se ve muy ebrio. Este si soy yo. Camino hacia él y sin cortesía alguna lo sujeto por los hombros, el trata de liberarse insultándome de maneras que no conozco, cuando lo veo a la cara y reconozco a aquél que me derramó el trago encima sonrío y siento satisfacción. Cuando él me vio a los ojos se quedó paralizado y fue cuando lo besé. El beso más salvaje y profundo que he dado hasta el momento, y simplemente lo recibió. Le dije que me acompañara y se negó con terror en la cara, pero su mirada felina me dejaba saber que si lo haría. Seguí mi camino y segundos después estaba caminando a mi lado, sin mediar palabra alguna. Un par de cuadras más adelante, llegamos al hotel, subimos el ascensor en silencio. Entramos a mi habitación; sirvo un par de tragos de mi reserva de ron, y lo encuentro sentado en un sofá del recibo.

-¿ qué tienes allí?- le pregunto señalando su estuche de tela negra y gris.

-es mi bajo de prostituta- contesta sin mirarme a la cara.

-no sé qué habrás querido decir pero me has quitado las ganas de seguir preguntando-

Noto su expresión de vergüenza y con movimientos nerviosos comienza a abrir el estuche. Saca un bajo reluciente color rojo 'prostituta' y ahora entiendo lo quería decir. Intenta entregármelo y simplemente lo veo de forma seductora.

-¿lo sabes tocar?- pregunto.

-¡claro! Me gustan las melodías del R&B-

-toca entonces para mí -

Y cuando comienza a arreglarse para empezar a tocar lo interrumpió levantándole la barbilla. Haciendo que me vea a los ojos

-desnudo-

Levantándome y caminando hacia la gran puerta del fondo, al abrirla dejo ver mi cama King size de sábanas negras, y el paisaje de la ciudad dormida detrás de ella a través de los cristales panorámicos. Desnudo mi torso y me retiro los zapatos, sentándome en el centro de la cama mientras lo sigo observando sin poder reaccionar.

- entonces supongo que prefieres dormir. Por favor cierra la puerta al marcharte-

Allí de forma rápida y torpe se quitó la ropa, dejándome ver un cuerpo aniñado pero muy sensual, delgado, limpio, liso. Se dio la vuelta para retirarse su ropa interior y colocarse el bajo en el cuello, dejándome ver un precioso y lampiño trasero con piel de virginidad. Cuando se acercaba a mi le pedí que se detuviera a unos cuantos pasos de mi cama y le ordené

-toca-

Él sin quitarme la mirada de encima comenzó una melodía desconocida con una destreza digna de admiración, grave y masculina. Una vez más líneas imaginarias comienzan a salir de aquél instrumento, tal como con el poeta, pero está vez en color rojo y se expanden por toda la habitación dibujando curiosas y brillantes figuras. Mi miembro no tarda en erguirse y comienzo a tocarme sobre el pantalón

-sigue tocando - le digo

Me saco la verga y veo los ojos de mi desconocido invitado abrirse como platos mientras la acaricio con mi mano abierta y una inmensurable suavidad.

- sigue tocando - repito

Y me retiro el pantalón y el bóxer de una sola vez. Me levanto de la cama y camino al rededor del jovencito.

- sigue tocando-

Y le acaricio los hombros, respirando cerca de su cuello, lamiendo su nuca, mordiendo su oreja y oigo un gemido que interrumpe la melodía.

- no pares de tocar - lo reprendo en un susurro

Y acaricio toda su espalda, sorprendiéndome de lo pequeño y frágil que parece ser, acaricio sus nalgas y lo siento tensarse. Dejo que mi verga toque su piel y lo situó entre sus nalgas. La melodía se hace más lenta y él suspira. Le retiro el bajo rápidamente dejándolo en el suelo. Lo giro hacia mí de un tirón y pongo su mano en mi pene.

-sigue tocando -

Le digo cerca de sus labios y le como la boca una vez más apoderándome de su garganta. Y así siendo totalmente dueño de la situación le acaricio la espalda y beso su cuello...

No entiendo que me sucede. Yo no soy así. Con los ojos cerrados y mientras beso a mi desconocido y puberto acompañante, vislumbro la mirada oscura y penetrante del poeta en un destellos blanco y azul como si un relámpago iluminara mi mente; reacciono separando a mi amante de mi boca de forma brusca y para mi sorpresa allí estaba él, desnudo, con su físico imponente, con sus tatuajes extraños de los cuales leo en el pecho en letras imaginarias una línea de tinta negra que dice: Ton âme m'appartient . Entonces cuando comienzo a disfrutar mi alucinación el poeta se acerca a mí para susurrarme muy cerca " la flor que tú amas no está en peligro... dibujaré un bozal para tu cordero... dibujaré una armadura para tu flor... yo..." y entonces desapareció y frente a mí el jovencito que no paraba de masturbarme lentamente mantenía los ojos cerrados y algo dentro de mi cambió para ser otra vez el mismo que he sido siempre. De un empujón lo arrojé a la cama y me monté sobre él, obligándolo a recibir toda mi longitud en su boca, que a la fuerza y en contra de su respiración se alojaba en su tibia garganta. Veo una expresión de dolor que no me interesa y decido dejarlo respirar; pero luego de toser un par de veces y una profunda inspiración es él mismo quién se sitúa frente a mi mástil y lo lame con dedicación. Veo dibujarse un escudo con una cruz en el medio en el hombro del muchacho y resiento el inicio de otra alucinación. Allí está el poeta, comiéndome la verga mientras me mira a los ojos sin expresión alguna. Se separa. Se incorpora y me ordena "siente!" Entonces sin parpadear devoro sus labios imaginarios que hacen cada vez más delgados hasta convertirse en ese jovencito una vez más. Me estoy volviendo loco. Pero ahora tumbándolo en la cama, boca abajo, el dominador que llevo dentro me domina y pretendo cogerlo sin miramientos.

-por favor ten cuidado. Soy virgen...- oigo entre quejidos y vergüenza.

Me siento frustrado. Me excita saber que probaré un culo apretado, me molesta saber que esto significara algo. Cuando el eco de la voz del poeta vuelve a mi cabeza cierro los ojos y suspiro profundamente para volver a mi tarea. Entonces con lo más parecido a la ternura que pude, bese las piernas del muchacho, la mayor cantidad de besos que pude soportar, subiendo por sus muslos y oyendo sus gemidos, sobando sus nalgas con delicadeza y metiendo mi lengua en el blanco de mi noche... lamía con la intención de dilatar un ano virgen para mi deleite, pero terminé lamiendo embriagado de placer ajeno, para que al muchacho que me entregaba su cuerpo el placer lo dominara mientras le hacia el amor... así una vez estuvo listo, me coloqué un condón y subí dejando una hilera de besos y lametones en su columna, situando mi erección en su agujero, entrando lentamente dentro de él sin problemas, sin quejas, sin dolor; y besando su cuello, sus hombros y su espalda inicié el más lento, rítmico y delicado vaivén de toda mi vida.

-¿Pero qué demonios?¿ Qué haces Midas?¡ Esto no es lo que eres!-

Me regañaba mi subconsciente haciéndome volver a mis cabales. Entonces de manera brusca gire al muchacho dejándolo de medio lado, donde sin compasión lo ensarté como la bestia sexual que me invadía. Lo sacaba por completo y de una estocada penetraba en su cuerpo caliente una y otra vez. El jovencito gritaba como un loco, arañando sus cuerdas vocales entre el dolor y el placer. De un golpe lo penetré con fuerza, hasta lo más profundo. Dejándolo dentro de él unos largos segundos, en los que él se sacudió como loco llenando mis sábanas de su líquido casi transparente, lo que provocó que me saliera de él, me retirara el condón y poniéndolo boca arriba le penetrase la boca hasta inundar sus fauces de esperma de hombre.

Caí hacia un lado de la cama. Y la oscuridad se apoderó de mí. Observo al poeta bajar su cremallera y sacar una verga gruesa, descapullada y amenazante, se acerca a mí y con su mirada me ordena bajar mi pantalón de diseñador, con sus manos me voltea contra la pared y sujetando mi cintura lo siento aproximarse para invadir mi interior... noto que algo anda mal... ¡claro! ¡ Nunca me he dejado coger por nadie! Y en un profundo grito de dolor despierto con un pequeño abrazado sobre mi pecho que a la luz del día luce todavía más joven.

-¡mierda !- se me salen las ideas por la boca.

Y allí, frente a mí, descalzo, con un pantalón verde oliva ancho y bastante viejo, una franelilla blanca muy ajustada, un cigarro en la mano y una sonrisa de diablo, veo al poeta maldito, sentado contra la puerta apoyando el peso de su brazo sobre una rodilla. Mi expresión no debe ser normal pues estoy muy asustado y confundido. El poeta se levanta lentamente, apagando su cigarrillo contra la cómoda de la habitación. Da pasos muy lentos y amenazantes hacia mí, cuando lo tengo junto al borde de la cama y apoya sus manos para acercar su rostro al mío, veo sus ojos de azabache sin brillo alguno, y señalando el tatuaje de su pecho me dice en voz alta y ronca

- Ton âme m'appartient -

Y con una sonrisa seductoramente aterradora, cuando parpadeo ya no está. Sólo está una habitación gigante, llena de luz de día, un hombre desnudo con el corazón latiendo como caballo desbocado y un muchacho que debo correr lo más pronto posible y que duerme sobre mí.

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Le di mi mano abierta en señal de bienvenida.

Me dio su espalda ancha en señal de despedida.

Lancé un grito a la luna que me observaba desde arriba.

Se me pasan los años.

Y esperando lleno de miedo,

Me he gastado la vida.

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Gracias por leerme!

Un abrazo desde Venezuela!

Se les quiere!!!