El poeta Maldito... El madito poeta
Un hombre que lo tiene todo y que lo consigue todo... Conoce a aquél que le enseñará de lo que se trata la vida a través de un poema y una maldición.
Cual maquina funciona
No palpita.
No dilata.
No sangra...
Cual maquina de metal frío.
No vive.
No siente.
No ama.
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¿Placer intermitente? Si, justamente eso es para mí. De día en mi oficina, día con día, poniendo en papel cada estúpida idea que sale de mi cabeza... y haciendo dinero, dinero y más dinero... a veces quisiera que esto tuviera sentido, pero el único que le he encontrado es aquello que llaman suerte, o como diría ese anciano asiático que conocí una vez, nací bajo una estrella de éxito. De noche, mis ojos color miel bajo los reflejos de cualquier fuente de luz, parecieran hacer su magia en quien me apeteciera... y para que termines de odiarme, prefiero dormir solo.
Irónicamente mi nombre es Midas... ¿por qué es una ironía? Porque todo lo que toco se convierte en oro, cada proyecto, cada idea, cada mujer... y cada hombre.
El poeta maldito (o como lo llamo cuando lo pienso: el maldito poeta)... todo por él...
Ese día fui más descarado de lo que normalmente suelo ser. Soy un ser humano consciente, analítico, político, critico y honesto. A nadie le vale presumir de dureza, se quién soy, se cuanto valgo y se como luzco. Hago gala de la estatura perfecta, no exageradamente alto para parecer un fenómeno, no tan bajo como para verme ridículo, por costumbre, por gusto, porque puedo, siempre visto elegantemente, camisas de seda en colores pasteles, siendo el blanco mi color predilecto, botones sin sentido invitando la mirada ajena a mi pecho definido, traje oscuro, siempre un traje oscuro. Zapatos lustrados, rolex brillante. Todo enmascarando un perfecto cuerpo regalado por los dioses, fibrado, equilibrado, simétrico, rubio y limpio. Un rostro producto de un cruce genético perfecto, angular, perfilado, enmarcado con una barba castaña que dejo crecer cada tres días, oscureciendo mi tez y resaltando mis ojos dorados debajo de mis largas pestañas negras, cejas castañas tupidas y cabello medianamente largo, rapado a la altura de mi barba a los costados, haciéndose muy largo en la parte superior; de igual modo, gracias a la genética, no necesito trabajar en él, simplemente soy un hombre bastante atractivo. Todo el mundo me lo deja claro cuando paso. No hablan, no dicen nada, pero ese silencio aunado a las miradas de lujuria, es mejor que cualquier palabra.
No tengo tiempo para sentimientos, cursilerías ridículas ni entregas totales. Si necesito sexo (como cada noche) lo busco, lo tomo y lo dejo. Gracias por todo. Considera un favor, una suerte, tener un poco de mi. Mis labios no besan cualquier boca, mi privilegiado órgano sexual, no penetra cualquier agujero. Solo los afortunados saben a qué me refiero. La cama es un campo de batalla, y follar es mi mejor estrategia. Siempre victorioso.
Pero él, ese maldito poeta, la única criatura viva que se ha atrevido a rechazarme. La única criatura que me ha hecho derramar una lágrima, solo una; la única... pero la verdadera razón de esta historia.
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Caracas, Venezuela.
(Embajada española)
-¿cómo que no puedo volver a España? ¿Qué es eso de que no puedo regresar? ¡No me jodan! ¡no hay ninguna razón lógica para esto! ¿A cuántos hay que sobornar para que me den salida del país?- decía un alterado Midas
-señor Calabrés- hablaba la dama elegante en la habitación - cálmese, no le estamos tratando de malas formas para que se altere de tal manera. Simplemente es una medida de seguridad. No ha sido invitado, no tiene familia, ni viaja por trabajo. Ya son 23 viajes de placer la primera mitad del año. Entienda que para todo en este país hay políticas-
-¿políticas? Si, como no... En este país hay de todo menos eso. Es lo más ridículo que he oído en todo el tiempo que llevo en este aquí. Da lo mismo... otro día podré ver al caballero de la mano en el pecho ... (Se retiraba enfadado) -no me sigan, necesito caminar Tómense el día…- haciendo una seña a los dos hombres robustos que le seguían...
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No tenía la más mínima idea a donde ir, ya conocía cada rincón de la ciudad, y estaba asqueado de ya prácticamente todo lo que veía. Un jovencito vestido de puta barata se me insinúa descaradamente en público, siento vergüenza ajena y sigo mi camino. Quiero desconectarme, necesito ver algo que me de paz... hoy es uno de esos días en que me siento verdaderamente aturdido. ¿Por qué no me gusto nadar? ¿O coleccionar algo, leer, oír música?... no, no era lo suficientemente exclusivo para mi... lo único que me daba algo de humanidad, era el lujo, no sé por qué motivo, pero me gustaba contemplar arte. Una vez se me metía una obra en la cabeza debía ver el original sin importar nada; observar las pinceladas, o las cinceladas, los colores, la dedicación, la perfección... me hacían creer que tenia alma, y era todo lo que necesitaba ese día.
Caminé por aproximadamente media hora, sin sentido, esquivando a la gente que corre todo el día, cruzando en cada calle que veía despejada y me tome con ese lugar... "Aguamala", un local subterráneo cuya entrada era una estrechísima escalera, y al final una puerta que ponía "está noche: declamaciones del poeta maldito, solo para aquellos incapaces de amar" ... que interesante, abrí la puerta y una chica morena de cabello liso, bajita pero muy atractiva me dijo de forma nerviosa esquivando mi mirada que no estaban trabajando aun.
-solo quiero saber qué tipo de lugar es, preciosa-
-pues es un bar, tenemos shows en vivo, invitamos a poetas y escritores en crecimiento a leernos sus obras y a veces bailarines contemporáneos...-
Hizo una pausa viéndome de arriba a abajo y continuó, le temblaba la voz
-no es un lugar para usted señor. No encajaría con nuestra clientela.-
La miré, ella bajó la mirada, le tomé la mejilla, me acerqué y la besé... cuando vi que entró en el trance que provocan mis besos, me detuve... la dejé llena de deseo, encendida de pasión y me retiré... sólo quería eso, algún tipo de castigo, nadie me da nunca un no.
Regreso al hotel (sí me gusta quedarme en hoteles, me gusta que me atiendan), estaba un poco más tranquilo por la discusión con aquélla mujer, el beso de la chica había ayudado un poco, pero aun seguía molesto y frustrado... hago una llamada pidiendo un almuerzo ligero. Me despojo de mi ropa sin prisa alguna y me detengo frente al espejo contemplando mi cuerpo desnudo y deseo que mi reflejo salga del espejo, lo veo sonreír, levanta su mano y me acaricia el pecho, yo cierro los ojos y veo como con la otra se acaricia un perfectamente estético miembro, rubio, de vello corto, haciendo juego con la fina línea que baja desde su ombligo, circuncidado, con un glande rosado y esculpido, del mismo grosor que la base, recto; de esa manera, seductor y dominante, termina de salir del espejo y cuando aproxima sus labios a los míos... el teléfono. Despierto de mi fantasía. Contesto. Es mi secretaria para confirmar mi reunión a las 14:00. Le pido que cancele todo. He decidido tomarme el día, de igual modo es jueves, y no tengo jefes. Los dueños están fuera del país. Y ni siquiera recuerdo para qué era esa reunión. Me veo en el espejo aun con mi erección y decido tomar un baño... el agua fría me acaricia deliciosamente, de la misma manera en que yo me acaricio la verga (odio esa palabra, pero a veces me convierto en un animal guarro sin remedio) cuando la sujeto con fuerza e inicio el sube y baja, escucho la puerta, cierro la llave, me tomo mi tiempo, me pongo una diminuta toalla en la cintura que apenas logra ocultar mi insistente erección, salgo del baño y me paro frente a la puerta con las manos en la cintura viendo como se abre, una espalda amplia vestida de blanco y un trasero redondo disfrazado de negro, tiene mi estatura aproximadamente, viene arrastrando un carrito... al darse la vuelta quedo satisfecho con su rostro, pareciera que cada vez fuesen más jóvenes, veo su cara de pena y sorpresa y sonrío
-Disculpe señor, pensé que no había nadie. Acá está su almuerzo, me retiro-
-no te preocupes. ¡Hey! ¿Pero cuál es la vergüenza? Estamos entre hombres, ¿no?-
-Ehh, sí señor. Es solo cuestión de respeto-
En el momento justo en que lo observo recorrerme con la mirada, lentamente desde mis pies, capturo su mirada sobre la dureza marcada en mi toalla y justo allí, la dejo caer, saliendo mi pene hacia el frente; su mirada se queda clavada unos cuantos segundos y cuando comienza a servir todo rápidamente lo tomo por la espalda apuntando mi espada a su culo ofrecido y él se retira tratando de parecer violento
-¡cuidado pana! ¡Yo no soy maricón!-
-yo tampoco- sonrío viéndolo a los ojos -'pana'- y termino comiéndole la boca...
Besos físicos, instinto, hambre, pura necesidad, él suspira y yo quiero darme prisa para evitar problemas, desabotono su pantalón, lo dejo caer rápidamente, lo tomo por los hombros y con fuerza lo hago arrodillarse frente a mí, sin preámbulos empujó mi falo en su boca y lo hundo en su garganta, veo avecinarse una arcada y lo dejo respirar por un segundo, pero el misterioso camarero me toma por el trasero y se vuelve a torturar a sí mismo quedándose sin aire un par de veces más, sorprendentemente logra comérselo todo, y la imagen me enferma, el marqués de Zade revive en mi cuerpo y ahora es todo un sodomita, el doble de pervertido, lo separo de mí y sujeto su cara pidiéndole que me vea a los ojos... hago mi magia con la mirada y lo beso, esta vez sí quiero robar su alma... y con los ojos cerrados lo pongo a gatas sobre el frío piso del recibo y me retiro a buscar un condón, veo el lubricante y sonrío (al final he sonreído más que cualquier día… La noche promete)... quizá en otra ocasión, ahora, quiero que lo sienta todo... regreso y lo encuentro poseído por un Íncubos, chupándose los dedos de su mano derecha y taladrándose el abierto agujero con tres dedos de su mano izquierda, sin pausa, sin pensamiento alguno, y sin compasión, ya con el condón puesto lo cojo frenéticamente, el ruido de mi pelvis golpeando sus carnosos y bien formados glúteos me hipnotiza y sólo quiero un orgasmo ya. Lo escucho gemir como un loco y siento las contracciones de su esfínter en mi falo, continúo aumentando mi ritmo y mi velocidad por un par de minutos y otra convulsión lo enloquece... ha acabado dos veces sin tocarse, y yo finalmente estallo en su interior... por un momento el mundo se apaga, no hay pensamientos, no hay sonidos, no hay sentimientos... justo lo que me hace adicto a los orgasmos... poco a poco en mi conciencia van apareciendo puntos de diversos colores, magenta, carmesí, Sian, cerúleo, jade, violetas y un escandaloso color dorado que se apoderado de la oscuridad y termina en mis pupilas abiertas... saco mi miembro de su culo palpitante, me quito el condón, me levanto y él hace lo mismo vistiéndose... Gracias a Dios ha entendido de qué se trataba. Toma su carro de servicio, me mira como si acabara de notar lo que acabamos de hacer, se disculpa nerviosamente y se va... yo finalmente termino de ducharme y puedo recostarme un rato. Sin secarme, sin ropa interior, me pongo un pantalón de pijama hecho de franela gris, con la banda de goma blanca justa al final de abdomen, y me detengo a verme en el espejo una vez más... retiro el cabello de mi cara y al pasar junto a la mesa de noche, veo el folleto negro con motivos en azul eléctrico...
"Aguamala invita a aquellos sin corazón, rotos y muertos en vida al éxtasis y lujuria de un alma en pena.
**Está noche:
Declamaciones del poeta maldito
.**
Sólo para aquéllos incapaces de amar"
Siento una curiosidad tremenda, y me dispongo a tomar una siesta. Planeo ver de qué se trata, quizá un poco de arte contemporáneo alivie mi inquietud, ya que un orgasmo rápido y morboso no pudo hacerlo del todo, además, seguramente allí consiga el polvo de la noche.
Con una camiseta blanca, gastada, bastante vieja con un profundo cuello "V" que deja ver mi pecho, un blue Jean ligeramente ajustado, desgastado y roto sobre los muslos, un Cárdigan gris de tela gruesa y doble hilera de botones y zapatos deportivos, gamuzados, azul pálido de suela blanca; espero un taxi en el lobby del hotel, hace un par de años que no manejo, manejar en esta ciudad del demonio es demasiado para mi paciencia, la gente aquí es... no puedo decirlo… debo respirar... el taxi llega, 20:35, entro al lugar pagando un ridículamente bajo precio que me hace dudar de la calidad de lo que presenciaré, me dirijo a la barra lateral del escenario y las luces se atenúan, recibo mi trago de no sé qué llamado “escalofrío eléctrico” y los aplausos comienzan... cuando giro me encuentro con un joven moreno con un poco de barba, ojos negros como la noche exaltados por el borde negro de sus pestañas y cejas, labios brillantes y carnosos, cabello corto muy corto, lleva una franelilla blanca de líneas verdes horizontales que deja ver un cuerpo fuerte y trabajado, pero delgado como el mío, además de unos cuantos tatuajes extraños en sus brazos, pecho y cuello, un pantalón negro ajustado en las piernas y muy holgado en la parte superior. Todo queda en penumbras y una fina luz blanca desde el fondo del escenario deja ver su silueta desplazarse, tomar una silla alta y el pie de un micrófono...
Como por arte de magia mi pene se levanta firme al ver en un destello de luz la expresión de aquel extraño hombre. Que mientras habla con una voz sensualmente dulce y contundente… Va haciendo una obra de arte con líneas imaginarias que nacen de sus palabras y el eco del lugar.
"Corazón marchito
Labios rotos
Pasión prohibida,
Contra la pared violo tu alma
Contra la realidad tu cuerpo
Contra tu voluntad tu sexo.
Cegador perdido,
Solo,
Huésped del olvido.
Amante errante de piel a piel,
Sabor a cuero a miel y hiel,
Gemido profundo.
Orgasmo,
Infinito.
Abandónate a mí,
Celebra la crudeza de mis dientes en tu cuello,
Contempla el presagio de dolor entre tus muslos,
Arrulla con tus quejas el placer del tacto recio de mis vellos en tu piel,
Abandónate al olvido,
Dulce amante,
Corazón maldito..."
Cuando vuelvo en mi, sólo oigo aplausos... y los millones de finas y delicadas líneas que flotaban junto al Poeta maldito comienzan a recogerse en un lento y torturador retroceso, en varias explosiones de surrealismo veo escenas del poeta maldito en blanco negro y azul eléctrico, su mentón cuadrado adornado con su barba, su lengua humedeciendo su labio inferior, su mano gruesa sobándose el cuello, su cintura fina girando, su pezón izquierdo asomándose sobre el borde de su franelilla... su mirada clavada en mi. Y cuando me doy cuenta de que he empapado mi pantalón con semen de forma exagerada, y comienzo a cuestionarme por tan extraño comportamiento de mi cuerpo, subo la mirada y me encuentro con su sonrisa maldita.
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Un golpe en seco
Un dolor desconocido
Un respiro de vida
Un... latido.