El Poeta Andaluz

Breve escrito dirigido a mi tierno poeta. Todos llevamos algo o mucho de romanticismo dentro...

EL  POETA  ANDALUZ

¿Recuerdas la forma y el lugar en el que nos conocimos?

Si, fue en el banco, en aquella larga cola.

Tú estabas delante de mí y nunca fuiste capaz de darme la espalda.

Me mirabas directamente a los ojos y comentabas lo lento que parece correr el tiempo en momentos como ese.

Siempre con una amable sonrisa en la boca.

No te pude quitar la razón; las agujas del reloj se movían con suma lentitud.

Me seguías mirando mientras nos contábamos sobre las gestiones que cada uno habíamos ido a hacer allí.

Una conversación que habría olvidado totalmente si no hubiésemos sido tú y yo los protagonistas.

Me dejaste pasar delante de ti cuando, por fin, te había llegado el turno; a cambio sólo me pediste una cita, una cena.

Sentada delante de ti, en la mesa de aquel restaurante, tu voz me iba inundando el cerebro.

El precioso acento típico de tu Andalucía natal hacía de tus palabras delicadas notas musicales para mis oídos.

Me recitaste varios versos de algunos de tus autores favoritos.

Me enloquecía tu inteligencia y la sabiduría que se desprendían de tus propios poemas.

¡Qué bonito hablas y escribes!

Nunca me había interesado demasiado la poesía hasta el día en que te conocí y me mostraste un amplio abanico de autores con una filosofía de pensamiento que yo conozco bien.

¿Y recuerdas nuestra primera noche juntos?

Desnudándonos al unísono bajo la tenue luz de tu dormitorio, a los pies de tu cama.

Tus manos recorriendo cada milímetro de mi desnudez y las mías enredándose en tu corto pelo negro y rizado.

Las bocas entreabiertas buscándose.

Los alientos mezclándose en el aire.

Tu lengua y la mía abrazadas en un largo y profundo beso.

Nos dejamos caer sobre la cama, recostándonos lentamente.

Los cuerpos desnudos, las bocas unidas, las manos de travesía por el cuerpo del otro, descubriéndolos, los latidos de los corazones acelerándose...

Se juntaron nuestras miradas mientras entrabas en mí por primera vez.

Seguías susurrándome dulces palabras al oído, sedándolo.

También entonces nuestro tiempo parecía ir lento.

El baile de nuestros cuerpos, ese vals de la vida, iba deshaciendo la cama, tirando las sábanas al suelo, despeinando nuestros cabellos, aumentando nuestros sentidos.

Tú boca dejó la mía frente al desierto al igual que tu intimidad salió de la mía.

Los carnosos labios de tu boca poseyeron mi profunda cavidad por completo, recogiendo y bebiendo cada gota de mi placer.

Te volví a besar, ahora saboreando en ti mi excitación.

La tentación de hacer mío el símbolo de tu virilidad se acabó apoderando de mi boca.

Mi mano apresaba la dureza de tu entrepierna mientras mi lengua le dibujaba pequeños círculos a los largo y ancho de su delicado contorno.

La suavidad y el sabor de tu sexo nublaba mi consciencia.

No cesaste ni un sólo segundo de acariciarme.

Volviendo a tenerte completa y profundamente dentro, de rodillas sobre la cama, no dejabas de repetir mi nombre.

Sabes lo mucho que me gusta oírlo cuando eres tú quien lo pronuncia.

El sudor resbalaba por nuestras pieles morenas, por nuestros cuerpos que permanecían unidos y moviéndose al mismo compás.

El placer de nuestra continua fricción consiguió hacernos estallar al mismo tiempo.

Derramamos amor, el uno en el otro, al tiempo que se intensificaban nuestras respiraciones.

Sostuviste mi cara entre tus manos para darme el más apasionado de los besos.

Me abracé a ti como si tratara de congelar ese momento.

"Te voy a escribir un poema" me dijiste con tu intensa, pero tierna voz.

Y, tumbada boca abajo sobre tu cama, tu boca fue escribiendo, verso a verso, por cada rincón de mi cuerpo, el más bello poema de amor que una persona puede regalarle a otra.

Sigues intentando conquistar mi corazón, aunque sólo he podido darte una pequeña porción.

Tu ser y mi ser se complementan y encajan a la perfección, pero nos falta la pieza central de nuestro puzzle para completarlo.

El momento que vivimos, el único, lleno de amistad y juegos de seducción, nos irá poniendo en el lugar en el que debamos estar.

Pero eso será mañana, hoy sólo tenemos y somos aquello que nos toca tener y ser.

MISSHIVA