El poder del viagra

Al supervisar un trabajo en un asilo, termine seduciendo y cogiendo con dos dr los ancianos residentes del lugar

Hola a todos, después de varios años jeje, les traigo un nuevo relato de un pequeño desliz que tuve hace algunos añitos. Espero les guste.

Como algunos saben mi esposo es dueño de una constructora, la cual fue llamada para hacer una cotización para realizar una remodelación y ampliación en un asilo de ancianos en una ciudad cercana (no diré nombre del lugar ni ciudad para no provocar algún problema) el casó es que ni mi esposo ni algún encargado podría ir a supervisar el levantamiento que se haría en el lugar para hacer dicha cotización por lo que me pidió a mi lo apoyara en eso, mi labor consistiría únicamente en ver que  las personas tomaran medidas en todo el lugar y no estuvieran perdiendo el tiempo y en presentarme con la persona encargada del asilo.

El día viernes pase a dejar a mi hijo al kínder y le pedí a mi hermana que pasara por el y pasaría a su casa en la tarde noche a recogerlo y me fui al asilo, al llegar me presenté con la encargada y nos permitieron el acceso a mi y a los ingeniero que harían el levantamiento, mientras ellos hacían su labor yo me quedé sentada en una banca al centro del jardín del asilo; es un lugar bonito y muy tranquilo, algunos viejitos estaban fuera tomando el sol, otros con algunos visitantes, otros en actividades, etc. Como a los 10 minutos llegó un viejito chaparrito barrigón, con rostro amigable y con bastón, con pasos lentos se acerco a donde me encontraba y con voz suave y amistosa me dijo – disculpe señorita, ¿puedo sentarme a hacerle compañía?- claro – respondí con amabilidad y haciéndome un poco al lado, el anciano tomó asiento y de inmediato me dijo – disculpe ¿le molesta si platico un rato con usted? Por aquí no hay mucha compañía y siempre es grato ver un rostro nuevo – como no tenía nada que hacer me puse a platicar con el señor; se llamaba Rogelio, 72 años, era viudo desde hace 5 años, para no quedarse solo le pidió a sus hijos que lo metieran a un asilo, estaba contento ahí pero no veía tan seguido como quisiera a sus hijos, había sido carpintero y demás cosas, por mi parte le dije que yo era casada, con un pequeño de 5 años, etc.  Estuvimos charlando alrededor de 1 hr. Cuando me hablaron los ingenieros para informarme que habían terminado, me despedí de el señor Rogelio y me fui a casa.

El sábado por la tarde me llamó mi esposo para avisarme que las fotos del edificio se perdieron debido a que la memoria de la cámara se había descompuesto o estaba con virus y habría que sacar nuevamente fotos del lugar pero no quería mandar a los ingenieros pues tendrían que descuidar otras cosas por ir a tomar fotos solamente, a lo que me pidió de favor que fuera yo, yo accedí pero le dije que iría el domingo pues ya era tarde y eran tres horas de puro camino de ida, entonces comentó que aprovecharía y ya me acompañaba el y servía que salíamos a pasear los tres en familia.

El domingo por la mañana nos despertó una llamada de mi suegra, para preguntar si mi esposo la podría acompañar a comprar unas cosas, y mi esposo como buen hijo de mamá no se negó, entonces el y mi hijo se fueron a acompañar a mi suegra y yo comencé a arreglarme para ir al asilo, me puse una minifalda negra ajustada con un cinturón de cadena dorada, una blusa amarilla y un saquito negro, debajo un bra negro y tanga de hilo color negra, finalmente unas zapatillas de tacón alto, el cabello suelto y unas arracadas, subí a mi carro y emprendí el camino.

Al llegar el vigilante del asilo me comió con la mirada de arriba abajo, pregunté por la directora pero no se encontraba, le platiqué al vigilante la situación y le llamó a un doctor que estaba a cargo los domingos, el doctor al verme hizo lo mismo que el vigilante y me permitió el acceso al asilo, de inmediato me puse a tomar las fotografías de los lugares que mi esposo me indicó, había mas gente que la ves pasada, supongo que por ser domingo muchas familias pasan  ver a sus abuelitos. Al terminar de tomar las fotos me senté de nuevo en el patio para revisarlas, en eso llegó el viejito del otro día.

-¿Cómo esta señorita? Dichosos estos ojos que vuelven a verla.

-¿Cómo está don Rogelio?

-Muy bien hija gracias ¿puedo hacerte compañía?

-Claro que si, siéntese junto a mi.

Estuvimos charlando de nuevo y mientras lo hacíamos pude notar que el viejito no dejaba de verme las piernas y poco a poco iba acercando una de sus manos a mis piernas, pasaron unos 15 minutos y ya había terminado de revisar las fotos por lo que decidí era hora de regresar a casa.

-Esta muy amena la platica don Rogelio, pero ya debo irme.

-Esta bien preciosa, que tengas buen viaje.

Estaba por despedirme cuando el viejito me pidió un favor.

-Me da mucha pena hija, pero quisiera ver si es posible que me ayudes con algo antes de que te vallas.

-Dígame ¿qué necesita?

-Hay una caja algo pesada en mi cuarto y llevo días queriendo moverla, los enfermeros de aquí no me ayudan y las enfermeras menos ¿podrías ayudarme a moverla? No tardas ni cinco minutitos.

-Claro dígame donde es.

-Ven conmigo.

A paso muy lento acompañé al viejito a su recamara que afortunadamente era de las más cercanas, entramos y había dos camas, en una de ellas había otro viejito durmiendo plácidamente ronque y ronque, el señor Rogelio cerro la puerta una ves que entramos.

-Es esa de ahí – dijo mientras señalaba una caja de zapatos.

-¿Qué tiene dentro?

-Varias cosas, ten cuidado algunas pueden romperse.

Tomé la caja y no pesaba nada, le dije que no pesaba y donde la quería, se sentó sobre su cama en la parte de los pies y me pidió la metiera bajo su cama, me quedé pensativa, ni de broma me iba a incar con la pequeña falda que llevaba puesta.

-Eeeemmm no puedo don Rogelio.

--¿Por qué no hija?

-Con esta falda… se me va a ver todo.

-No importa hija, apuesto que la vista que me darás será fabulosa.

-Así que por eso me trajo a su habitación heee..

-Jajaja me cachaste hija.

-Que mañoso salió heee.

-Pues hay que hacer el intento hija no tengo nada que perder.

Regresé la caja a su lugar – ya me voy don Rogelio – me tomo suavemente de la mano.

-¿Puedes complacer a este viejo su capricho?

-¿Qué quiere?

-¿Puedes enseñarme tus nalgas? Soltó mi mano y colocó la suya sobre mi cintura halándome hacia él y la comenzó a mover en forma circular.

-No, como cree.

-¿Estas usando tanga?

-Y eso a usted que le importa.

-Vamos hija, déjame verte. Al momento que dijo esto deslizó su mano al borde de mi falda y lo empezó a subir, con mis manos lo detuve pero no soltaba mi falda.

-No, además se va a despertar su compañero.

-Ese no se despierta, tiene el sueño muy pesado, además sin su aparato no escucha nada.

-No, mejor ya me voy.

-Vamos a pasarnos un buen rato.

-Hay don Rogelio para mi que usted ya ni puede.

-Ah no, mira nada mas como me tienes.

Dicho esto se desabrochó su pantalón dejando ver una trusa blanca amarillenta con un bulto debajo de ella.

-Mira, como chingados no voy a poder.

Metió su mano en su trusa y sacó un duro pene, no se veía muy grande ni grueso, era arrugado, blanco casi rosa, lleno de muchos pelos grandísimos todos de color blanco, lo miré fijamente, como hipnotizada.

-Ya ves que tu también quieres hija.

Sin decir palabra alguna metí mis manos bajo mi falda y lentamente bajé mi tanga hasta la mitad de mis muslos, el viejo me tomó de la cintura y me jaló hacia él, sin pensarlo desabrochó rápidamente mi blusa, una vez hecho esto pasé mis manos por la espalda para desabrochar mi bra, después solté los resortes de los tirantes y este calló al suelo dejando mis tetas al descubierto del viejo.

-Cójame señor Rogelio.

-Claro que si hija.

No me importaba que estuviera su compañero durmiendo, no me importaba que fuera un anciano, el viejo había despertado la hembra en celo que había dormido desde que me casé hace ya casi un año. El viejo tomó los hilos de mi tanga y la bajó a mis rodillas, de ahí la gravedad terminó el trabajo. Lo empujé de los hombros para que callera recostado en la cama, me dejé caer sobre el y nos besamos en las bocas, nuestras lenguas jugueteaban mientras sentía el palpitar de su verga en mi pierna, le urgía estar dentro de una vagina así que no lo hice esperar.

-Hágase para arriba.

El anciano se recorrió sobre sus brazos para arriba de la cama, me puse en 4 sobre de él para después sentarme , su pene quedó apretado entre mis nalgas, levante mi falda para que quedara enrollada en mi cintura, metí mi mano entre mis piernas para buscar su pene, lo agarre y lo apunté a mi vagina, lo froté con mi depilada vagina para excitarlo más y un escalofrío me recorrió toda cuando mi clítoris se frotó con su arrugada piel, lentamente lo acomodé en la entrada d mi vagina y lo fui engullendo poco a poco hasta tenerlo todo dentro.

El anciano cerró los ojos y soltó un largo gemido, comencé a subir y bajar despacito, sentones cortos y el viejo gimió mas, comencé a acariciarme con mis manos los pechos, luego por mi cintura, pasando por mi cuello hasta llegar a mi cabello, el anciano me tomó de la cintura y con sus manos me indicaba que quería ir más rápido, en lugar de subir y bajar movía mi cadera adelante y atrás, primero despacio e ir acelerando el movimiento de a poco hasta que fue un movimiento frenético que hacía rechinar la cama y que a su vez chocara con la pared, cuando me di cuenta era por que ambos ya estábamos gimiendo sin ninguna intención de guardar silencio, el viejo subió sus manos hasta mis hombros, me jaló para quedar recostada sobre de el, me abrazó con la mano derecha mientras que con la izquierda me sujetaba del cuello apretándome contra el.

Mientras el viejo me soltaba su aliento y gemidos en el oído escuché otra voz al momento que unas manos se posaron en mis nalgas.

-A su puta madre… esta puta si es de las caras y no me dijiste cabrón.

De inmediato el sr. Rogelio me soltó y yo me incorporé pero sin levantarme de la cama y claro esta, con el viejo pene aun dentro.

-No, por mi síganle, nada más que después sigo yo, nada más me tomo mi pastillita mágica y que haga efecto en lo que acaban.

El compañero de cuarto se había despertado, era un señor moreno, chaparro, bastante feo y panzón, ya casi calvo y con manchas en la piel de la cabeza, quitó las manos de mis nalgas y se dirigió hacia un roperito al fondo de la pequeña habitación, mientras yo seguí en lo mío.

-Puto Rogelio encajoso, ¿Por qué no me dijiste que te ibas a traer una puta? – sin duda el viejo pensó que yo era una prostituta y no era la primera vez que llevaban una.

-No es una prostituta – respondió el señor Rogelio mientras lo montaba – es una señorita que viene a ver lo de las ampliaciones.

  • ¿Cuánto me vas a cobrar puta?

Lo voltee a ver y le iba a decir que no cogería con el cuando el señor Rogelio se me adelantó.

-No te estoy diciendo que no es una puta, no te va a cobrar, esta come vergas por el puro placer.

-Pues mejor aún, ya me había cansado de cogerme a las gordas de las enfermeras, ya termina pinche Rogelio que esta madre ya pronto se me va a parar… deja saco un condón.

-No, ni te pongas nada, esta perra es tan golosa que ni tiempo me dio deponerme un globo.

-Tienes razón, a estas yeguas hay que montarlas a pelo.

Seguí moviéndome pero esta vez puse mis manos sobre el pecho de el sr. Rogelio y movía despacio mis caderas adelante y atrás teniendo todo su pene dentro de mi, el compañero se puso detrás de mí, mu sujetó de los hombros y acercó su cabeza hasta mi nuca, tomó mi cabello enrollándolo en una mano y comenzó a besarme el cuello y la nuca, eso me puso mas cachonda de lo que estaba logrando que empapara al sr. Rogelio con mis jugos fruto del rico orgasmo que estaba alcanzando, mientras mis ojos permanecían cerrados sentí como las manos del viejo se posaban en mis pechos mientras no dejaba de besarme el cuello, ese par de viejos me estaban volviendo loca, las manos del viejo se deslizaron hasta mi cintura.

De pronto unos gemidos salieron de el viejo que montaba y sentí la explosión en mi interior, ahhhh, que rico orgasmo me vino al sentir su pene escupir dentro de mi, seguía con movimientos lentos disfrutando el momento cuando un tirón hacia atrás de mi cabello me sacó del transe.

-Vente para acá yegua que ahora voy yo.

El tirón del maldito viejo me arqueo toda hacia atrás y sentí que me caería de la cama, con movimientos torpes de mis manos y pies como pude logré no caerme y ni sentí en que momento se salió el pene que tenía dentro, el viejo seguía jalándome del cabello hasta que me puse de pie, me jaló hasta que quedé a un costado de los pies colgantes de el sr. Rogelio.

-Aquí esta bien potranca, abre bien esas patas que te la voy a dejar ir hasta el fondo, apoya tus manos fuerte en la cama y ponlas duras que me voy a saborear esas nalgotas maldita potranca.

Dicho esto colocó una mano en mi espalda empujándome un poco pero no hizo falta ya que yo me incline apoyando mis manos en la cama quedando en ángulo de 90 grados al borde de la cama, me sujeto con una mano la cadera, sentí como su pene hurgaba por mi vagina queriendo encontrar la entrada y de pronto haaaaay, un gemido entre mescla de placer y dolor solté cuando su pene entró de golpe en mi interior empujándome sobre la cama, mis rodillas flaquearon y quede arrodillada sobre la cama.

-No, no, no, así no mamacita – me sujetó con ambas manos de la cintura y me jaló hacia atrás para quedar nuevamente de pie – así paradita como buena yegua que aguanta los vergazos del semental.

Sin soltarme comenzó a embestirme una y otra ves, su pene estaba muy duro, me dolía cada empujó que me daba, parecía un taladro que me perforaba sin cesar. Mientras esto pasaba el sr. Rogelio abrió los ojos y me miraba fijamente a los ojos, y yo a su ves tenía mi mirada clava en la suya mientras mis gemidos salían sin parar, después de unos minutos el otro viejo le dijo al sr. Rogelio que se pusiera de pie.

-Esta potranca quiere más batalla, abre la puerta de mi ropero y hasta arriba están mis pastillas, échate una para que le entres al relevo.

El señor Rogelio se puso de pie y solo escuche ruido, el otro viejo me sujeto con ambas manos de mi falda y sus embestidas tomaron una fuerza impresionante, el sonido que se producía cuando su pelvis golpeaba mis nalgas era como el de un aplauso seguido de un quejido mío.

-Me avisas cuando se te pare pinche Rogelio.

Golpe tras golpe destrozaba mi ya lastimada vagina, el viejo se empezó a reír a carcajadas.

-Mira Rogelio, esta yagua hasta trae sus riendas – dijo mientras jalaba fuerte de mi falda – ahora si estoy montando de verdad jajajajaja.

Al paso de unos 10 o 15 minutos el sr. Rogelio dijo que ya estaba listo, ahora le tocaba montar a el, el viejo soltó mi falda y se salió de mi, pero no tuve ni un minuto de descanso, el sr. Rogelio sujeto de la misma manera mi falda y de sopetón me clavo hasta el fondo. A estas alturas ya había perdido la cuenta de mis orgasmos, ya no sentía nada, me encontraba perdida en el limbo del placer, el viejo asqueroso se subió a la cama, estando de pie se colocó frente a mi, no tubo que decir nada, abrí un poco más mi boca y me metió su verga, sabía raro, podía distinguir el sabor de mis jugos el cual ya me es familiar pero el resto era un sabor desagradable, como amargo, no lo soportaba y el viejo se dio cuenta, me tomó con ambas manos de mi cabeza y me apretaba contra su pelvis metiéndome hasta mi garganta su asqueroso pene prieto y pellejudo, sentí que me vomitaba y eso fue lo que me sacó de mi mundo de placer, empecé a empujarlo con mis manos pero no me dejaba y escuche carcajadas de ambos, mis ojos se llenaron de lagrimas, la nariz se me tapo y se me dificultaba respirar, me estaba ahogando. El viejo por fin me liberó y tosiendo caí sobre la cama , parcialmente pues el sr. Rogelio me tenía bien sujeta de la falda.

Unos minutos pasaron hasta que recuperé el aliento, el viejo me tomó del cabello para levantarme de nuevo y me comenzó a follar por la boca al mismo ritmo que don Rogelio lo hacia desde atrás y a pesar de todo pronostico estaba disfrutado de nuevo, tanto que un último orgasmo empapó mis piernas.

Perdí la noción del tiempo, solo sé que estaba dando y recibía placer, creo que tuve dos orgasmos más hasta que el viejo asqueroso se corrió en mi boca, me tragué lo mas que pude de su esperma que no fue mucho por cierto, caí rendida sobre la cama pero el sr. Rogelio seguía follándome, donde descansaba mi cabeza  se fue llenando de saliva, creo que ya ni gemía, solo salía aire de mi boca acompañado de un ruido que producía mi voz, estaba exhausta y mi viejo amante no tenía para cuando acabar.

Pasaron unos minutos más hasta que el sr. Rogelio finalizó sus embestidas, la verdad no sentí si se corrió dentro de mi o no, mi vagina estaba toda entumecida, ya ni sentía, supe que había terminado por que me soltó y caí sobre la cama, lo único que hice fue arrastrarme sobre cama hasta subir mis piernas y caí profundamente dormida.

Escuché unos toquidos en la puerta, desperté y al momento se abrió la puerta, era una de las enfermeras, cuando abrí los ojos los dos viejos desnudos estaban dormidos junto a mí, abrazándome uno de cada lado.

-¡¿Qué hace usted aquí?! Grito la enfermera.

-Eh, que, yo, que…

No sabía lo que pasaba, la enfermera entro y cerró la puerta.

-Salga de aquí no sabe los problemas que puede ocasionar.

Comenzó a mover a los viejitos para despertarlos, era una enfermera chaparrita muy flaquita de cara linda, calculo tendría unos 20 años mas o menos pechos pewueños y silueta casi de niña; el viejo feo se sentó al borde de la cama.

-Ya, ya, ya rosita, no le grites aquí a la señorita, no te pongas celosa, pásame una de mis pastillas y ahorita también te cojo, no es necesario que armes tanto alboroto.

Dicho esto el viejo tomó de la cintura a la enfermera y la jaló hacia el y hábilmente le desbrochó el pantalón y se lo estaba bajando, el sr. Rogelio se puso de pie me ayudo a levantarme, me puse mis zapatos y acomodé mi falda, el sr. Rogelio se puso una playera y me pasó mi ropa, cuando me di la vuelta la enfermera ya no traía pantalones solamente pude ver su calzón blanco y estaba sobre el viejo recostado mamándole la verga, me puse la blusa y busqué mi celular, iban a ser las 5 de la tarde, había pasado con los viejos mas de 4 horas en su habitación, en un espejo acomode mi cabello y mi ropa.

-¿Cuando regresas potranca? Dijo el viejo feo.

-No creo regresar.

-Regresa potranca, te gusto como te cogimos, es más hasta rosita se nos une para la otra.

-No gracias.

El sr. Rogelio me dio una tarjeta con sus datos, diciendo que cuando quisiera solo le llamara a su teléfono o viniera y preguntara en vigilancia por el, tome la tarjeta y salí de la habitación, caminé rápidamente hasta la entrada del asilo para retirarme, al verme el vigilante se sorprendió.

-Señorita, pensé que ya se había ido.

-No, me entretuve platicando con unos viejitos.

-¿Con quién?

-Don Rogelio y su compañero.

-Ha ya entiendo.

-Con permiso.

El vigilante dio un par de pasos para abrirme la puerta y justo cuando dí el primer paso el vigilante me rodeo con su brazo de la cintura y me jaló hacia el y me habló al oído.

-Seguro estuvo cogiendo con ellos verdad, esos dos son bien conocido que solo llaman a las putas para cogérselas, solo espero para la próxima también me toque algo.

Dicho esto me dio una nalgada y me empujó fuera del asilo, en el carro me vacié media botella de perfume pues podía percibir en mí el aroma de los viejos, arranqué el carro y mientras manejaba pensaba en lo sucedido y en la explicación que le daría a mi esposo, fue hasta ese entonces que me di cuenta, no llevaba ropa interior, el sr. Rogelio solo me dio mi blusa y mi saco, mi bra y mi tanga no y por las prisas la verdad se fue.

En el camino pasé a un centro comercial, entre en una tienda de ropa lencería, escogí algo coqueton, después a una tienda de juguetes para comprarle algo a mi hijo, pase al baño del centro comercial, limpie mis piernas y zona intima claro esta y me lo puse lo que había comprado, me arregle y me fui a casa.

Al llegar a casa le dije a mi esposo que había tardado por que le había comprado un regalito, claro que era el conjunto de lencería que había comprado. Esa noche tuve sexo delicioso con mi esposo pero lo que tenía en mente era la cogida que me habían dado los viejos, esa noche hice mas ruido de lo normal y me quejé más pero no era por la cogida que me daba mi marido, fue por lo adolorida que me habían dejado los ancianos.

Este relato tarde mes y medio en escribirlo después de lo sucedido, pero en las semanas siguientes fui nuevamente al asilo apoyando a mi esposo tres días seguidos, ya se imaginaran lo que hicimos los dos viejitos y yo, solamente tengo algo que decir… gracias viagra.