El poder de un masaje
Esto que les contare me sucedió hace un par de meses atrás, un sábado por la tarde, había quedado sola, mi esposo había llevado a las nenas al circo, si bien en esas pocas horas que no tienes nada que hacer, deseas aprovechar el tiempo al máximo, pero como me encanta la computadora, fui presa fácil de su atracción.
El poder de un masaje
Me llamo Sophia, casada, dos hijas, tengo 32 años, si bien estoy feliz con toda mi familia, aunque a veces suelo volar con mis fantasías.
Esto que les contare me sucedió hace un par de meses atrás, un sábado por la tarde, había quedado sola, mi esposo había llevado a las nenas al circo, si bien en esas pocas horas que no tienes nada que hacer, deseas aprovechar el tiempo al máximo, pero como me encanta la computadora, fui presa fácil de su atracción.
Me metí en Facebook, como no encontraba a ninguna de mis amigas, estaba a punto de salir, cuando alguien me envía un “Hola”, le respondo y rápidamente fluye una amena y ágil conversación, algo que es difícil de encontrar con desconocidos.
Su nombre era Erika, una chica de 17 años según me comentó, con muy buena calidad de redacción, a lo que inmediatamente me enganche con dinámicos y sugestivos diálogos.
Hubo un rápido intercambio de fotos, hablando de temas diversos, digamos que los primeros 15’, fue algo general, hasta que entramos en el campo de lo sexual, si tenía buenas relaciones con mi esposo etc.
No me enganche en el primer momento, pero cuando me contó de su vida sexual, había tenido mas experiencias en dos anos que yo en toda mi vida. Muy perspicazmente, me fue llevando al campo sexual, que si bien fui algo reacia en un principio, rápidamente fui cayendo en su terreno.
Las fotos que me envía eran mucho más excitantes, sumada a su conversación, comencé a mojarme, mientras me sugería que me tocase, y que me quitase la ropa, le comenté que lo estaba haciendo aunque no era así, cuando me envía una foto ella desnuda, tocando su coño, eso me desbordo, comenzando a quitarme la ropa.
Que ante su insistencia le envié una foto pero solo de mis pechos, a partir de ese momento entre en una vorágine, de excitación, hasta llegar a masturbarme en conjunto con ella. Me sentía algo ridícula frente a la computadora totalmente desnuda, pero me enloquecía esta chica. Si bien no soy lesbiana ni bisexual, no dudo de que estar junto mio, tendría relaciones. Me había revolucionado hasta lo más profundo de mí ser, con fotos y fantasía, alterando mis hormonas
Al rato corte porque había pasado la hora volando y estaba por llegar mi familia.
Días después nos contactamos, admito que la deseaba, pero vivía en otro país, difícil de encontrarnos.
Una tarde, que estaba sola, traté de comunicarme con ella sin éxito, me puse de bastante mal humor, sumado a la calentura que tenia. Salí con el coche sin rumbo fijo, realmente ni yo sabía lo que deseaba, no tenía ganas de ir al Shopping, ni encontrarme con alguna amiga.
Hasta que pasé por un lugar que decía Gym, Relax Masajes Especiales y Personalizados., me llamó la atención lo de Personalizado, sumado a una fachada del edificio muy interesante..
Tenía su lugar de aparcamiento, así que sin pensarlo demasiado estacione y me metí al local Entré y el interior estaba muy confortable. Comenté a la chica que atendía que deseaba hacerme unos masajes
La recepcionista muy amable, me fue diciendo los 3 o 4 tipos de masajes que ofrecía el instituto, agregando que ella recomendaba, el personalizado.
Le pregunte de que se trataba, me dijo que podía elegir en el catalogo la persona que desease, que el masaje era completo, y una hora de duración, pudiéndose extender con un adicional del 50%.
“¿Prefieres que sea una mujer?” - me pregunto.
Si por supuesto- respondí, pensando que sería lo más conveniente.
“Puede cambiar, durante la sesión, por otra persona, si gusta”
“Ok, perfecto “conteste.
Pagué con la tarjeta por una hora de masajes, si bien era bastante oneroso, no me importó y entré a una sala muy bien equipada, con una ventana que daba a un espacio que se divisaba una fuente, bastante vegetación, en contraste con ese recinto blanco y pulcro, pero lo que me extraño fue la camilla, parecía la de un ginecólogo, con un par de apoyos para los pies, aparentemente muy cómoda.
Me senté en la camilla, en la espera de la masajista, no tardó en llegar, una morocha muy atractiva y joven, con ciertos rasgos asiáticos. Que se presento diciendo que se llamaba Lena, la persona encargada de atenderme, aproximadamente de 23 o 24 años. Me agrado su agradable presencia y su modo algo peculiar de hablar. Me dijo que fuese al cambiador y regresase, entregándome una bata blanca. Hice lo que me indicaba, algo nerviosa, en realidad era la primera vez que concurría a una casa de masajes.
Fui quitándome la ropa, con la incertidumbre de si debía quedar desnuda, pero ante la duda me dejé mis panty. Al volver al salón, me ayudo a quitarme la bata, no dijo nada por mis panty, a la vez que me invitaba a acostarme en la camilla.
Colocó una sabanilla sobre mis glúteos, y una lámpara que fue calentando mi piel, vertiendo a continuación aceite sobre mi espalda, iniciando con los masajes en mis hombros, brazos, manos y espalda, para saltar a mis pies pantorrillas, y muslos. Que lentamente fui cayendo en una somnolencia, disfrutando de esas deliciosas frotaciones.
Deben haber transcurrido 10 o 15 minutos, no sé, cuando Lena retira la sabanita, para abordar a mis pomposos glúteos, que si bien me tensione en un principio, sus manos comenzaron nuevamente a relajarme.
Cuando después de un rato, sorpresivamente, quitó mis bragas, me sentí algo avergonzada mientras las iba retirando, cerrando mis piernas, como tratando de proteger mi intimidad. Fue vertiendo aceite sobre mi raya, para ir esparciéndolo, reanudando sus masajes, enfatizándose en mis glúteos, oprimiendo su dedo contra mi línea divisoria, hasta detenerse muy cerca de mi orificio. Lo fue repitiendo varias veces, como para prepararme para algo más, llegando a sentir la necesidad de que su dedo tocase mi orificio, pensamiento que me conducía a una leve excitación.
“Tiene un hermoso cuerpo, Señora”
“Gracias Lena”, le respondí, aunque me parecía fuera de lugar lo de “Señora”.
Continúo con sus masajes cada más alusivo hacia mis partes más privadas, que a pesar de ser algo reticente, no dejaba de subyugarme me tocase un poco mis zonas “prohibidas”, así continuo creciendo mi ansiedad. Cuando me dijo de ponerme boca arriba, una vez que lo hice, tomó mis piernas apoyándolas sobre los soportes de la camilla, quedando bastante elevadas, y por supuesto bien separadas, exhibiendo muy intencionadamente mis aberturas.
No estaba acostumbrada a reposar desnuda ante otra persona, que no fuese mi marido, y menos en esta posición, pero traté de superarlo no podía salir disparando como una mentecata, pero debo reconocer que me comenzaba a atraer esa situación.
Me esparció mas aceite, sobre mi busto, abdomen, completando las piernas y fundamentalmente alrededor de mi sexo, esparciéndolo, recorriendo son sus dedos el borde de mis labios vaginales, incrementando a partir de ese momento los masajes.
La cantidad de aceite, fue cediendo que mis cavidades permitían fácilmente el acceso de los dedos de Lena, estimulando mis hormonas, estremeciendo mi respiración mientras mis gemidos comenzaron a ser algo evidentes, abocándose a esa zona, con rápidas penetraciones, hasta friccionar mi clítoris.
.Posteriormente amasó mis pechos, apretando y estirando mis pezones, con excelente maestría, hasta llevarlos a un estado de máxima rigidez, mientras me era imposible contener mis gemidos y los estremecimientos que mi cuerpo producía. Lena continúo los masajes en mi vagina, desplazando sus dedos mientras oprimía los labios inferiores, incrustando sus dedos, amasando mi muy sensible clítoris, elevando segundo a segundo mi arrebato. Sus dedos comenzaron a introducirlos en mi esfínter, que gracias a la lubricación se desplazaron rápidamente hacia el interior, cuando simultáneamente mi clítoris no dejaba de ser acosado.
Levándome al sumun de excitación, contrayendo mis piernas ante ese palpitante acometimiento, mientras sus dedos continuaban abriéndose paso a través de mi conducto, con entradas y salidas rápidas y escuetas, para que mi cuerpo se estimulara por los efectos de esa incursión, acelerando mi ritmo cardiaco.
Ante ese intenso y continuo acometimiento, mi cuerpo se estremecía arqueándose y contrayendo simultáneamente, tomé el brazo de Lena con la necesidad de que me cobijase o algo así, viendo que ciertos botones de su indumentaria estaban desprendidos dejando a relucir gran parte de sus senos, tentándome de palparlos a través de su ropa. Aparentemente mi miraba denotaba cierto deseo, por que se abrió mas su chaqueta, quedando sus hermosos pechos mas de manifiesto, agachándose con la intención de que los besase, cuando mi cuerpo estallo, en un fuerte orgasmo, apresando los bordes de la camilla con desesperación.
Lena estaba ejerciendo un poder sobre mi cuerpo, llevándome a unos estados de total éxtasis, alterando mis sentidos y hasta sentir el deseo, de inducirme a tener contacto con ella, mientras mi mente giraba sobre eso, mi organismo empezó a estremecer durante un largo periodo, hasta que un letargo me invadió, quedando mi cuerpo desnudo, desfallecido sobre la camilla, delicadamente me cubrió con una sabana, mientras recuperaba mi vitalidad. Permanecí varios minutos descansando cuando me percaté que ya estaba por concluir el tiempo de la sesión.
No sabía bien que hacer, pero al acercarse Lena con sus pechos casi aire, para acercarme un vaso con agua, a la vez que me preguntaba:
“Desea quedarse, o prefiere ducharse?”
“No se aun” contesté mientras me sentaba sobre la camilla para beber del vaso.
Acercando su rostro al mío, para decirme que tenía aun tiempo para resolver, involuntariamente me tenté y la bese, que si bien no fui rechazada, me dio cierto pudor mi atrevimiento.
“Perdón, no fue mi intensión, no sé que me paso.”
“Está bien, fue muy agradable, aun estas a tiempo”
El hecho que al comenzar a tutearme, no hizo tan solemne esa relación, entre usuario y prestador de servicio, lo que me llevo a decidir quedarme, notando una sonrisa en el rostro de Lena.
“No hay inconvenientes?”, pensando que nos desviábamos del servicio que se ofrecía.
“Para nada, con tal que abones, a nadie le interesa lo que hagamos o no”, me decía mientras comenzaba a quitarse la chaqueta, deslumbrándome con sus hermosas tetas.
Se acerco, para iniciar un sin número de besos, hasta que su lengua se profundizaba en mi boca, contactándose con la mía. Sabía que no sería igual, sino que se tornaría distinto, me atraía, había algo que me cautivaba, su juventud, su forma de tratarme, sus pechos, no sé, pero me encantaba, era la primera vez que sentía algo por una mujer.
Me hizo acostar en la camilla volviendo a colocar mis pies en los apoyos, para besar ávidamente mi piel, acompañada de su lengua, succionando mis pezones, mordiscándolos sin piedad, pasando de una a otra teta, para posteriormente ir bajado por mi abdomen, pelvis, hasta llegar a mi sexo, bordeando con su lengua mis carnosos labios, manteniendo esa tesitura durante varios minutos, sin llegar a rozar mi interior o mi clítoris, actitud que me excitaba esperando actuara en esa zona..
Era tal mi estado, que no paraba de besarla, deseaba probar su cuerpo, termine bajándome de la camilla, para deslizar su jogging blanco, para encontrarme con su atractivo sexo, me arrodille, para lamérselo y como venerando su cuerpo lamí su zona intima, que si bien y a pesar de haber separado sus piernas, era algo incomodo hacerlo. Era la primera vez que accedía a ese sector en una mujer, pero nunca creí, como me conmocionaba esa nueva experiencia.
Después de un rato de lamerla, me hizo acostar en la camilla, colocándome una almohadilla en la cintura y colocando mis pies en los apoyos, abriendo bien mis piernas, elevando mi pelvis. A continuación se volcó sobre mí de manera invertida, creando un 69, para comenzar a lamer mi sexo, sintiendo la necesidad de hacer lo mismo con el de Lena, abocándome de manera apasionada, hasta humedecer mi boca con los flujos que emanaba.
El estar sobre mi cuerpo, dominaba mejor la situación, aunque me enloquecían sus lamidas respondiendo de igual manera, cuando su dedo comenzó a friccionar mi ano, llegando a contraer mis esfínter, cuando algo frio se apoyo en ese sector, dude que era, cuando sentía oprimirse contra mi orificio, para ir introduciéndose lentamente sintiendo como mi recto se resistía, pero la presión que Lena aplicaba y ayudado por la lubricación anterior, continuo abriendo camino, hasta que llegó a su fin, cediendo ante ese objeto subgerente y dominante, quedando trabado y sellando mi abertura anal, produciéndome una sensación muy estimulante
Se bajo de mi cuerpo, mientras su mano oprimía la base del cono, que se mantenía asegurado en mi ano, mientras succionaba mis pezones, comencé a arquear mi cuerpo ante tanto acometimiento, que solo me llevaba a un estado de total arrobamiento. Lena no disminuyo en su ofensiva, sino que fue aumentando su accionar, cuando sus dedos, volvieron nuevamente a introducirse en mi vagina, más su boca que desgarraban mis tetillas. Mis gemidos se convirtieron, en fuertes exclamaciones, que no dudaba se oyesen en los recintos contiguos, pero era imposible contenerme, hasta que las convulsiones invadieron mi cuerpo.
Cuando me aplaqué y mi respiración no era tan agitada, me levante, sintiendo el placentero efecto del tapón en mi ano, mientras Lena se acostaba en la camilla, observando sus cautivantes aberturas, nos besamos nuevamente, hasta que llegue a su intimidad, para besarla de una manera algo corrompida, empezando a humedecer mi boca y nariz, cada vez que me internaba en su hendedura, lamiendo cada milímetro de su piel, mordisqueando sus labios vaginales
Percibir su olor y su humedad, me embargaba en una excitación irreconocible, Lena sufría acosos que le suministraba, deseaba comer su coño, y oír sus gemidos similares a los que me había producido, hasta que después de varios minutos, la llevé a un extenso espasmo.
Después de levantarse, se colocó un arnés, con un instrumento bastante persuasivo, lo miré algo vacilante, pero con interés en poder experimentarlo. Así que me acomode en otra camilla, colgando mis piernas en espera de su intervención, sin quitar el tapón, accedió por la vagina, bombeándome hasta casi llegar al orgasmo.
Mantuvo ese accionar bastante tiempo, mis gemidos fueron incuestionables, sus bombeos hacían sacudir mis tetas, una y otra vez. Así continuo y antes de venirme, levantó mis piernas para, y de una manera un poco brusca, retiro el tapón, evidentemente bastante dilatada mi abertura, pues en escasos segundos el diabólico instrumento se adueño de mi recto. No fue inmediato sino con cierta lentitud, que a pesar de mi amoldamiento previo, tardó algo a introducirlo.
Hasta que su pelvis estaba en contacto con mis muslos, mientras que el instrumento yacía en mi recto, dominante y estático, adecuando mi conducto.
Ese nuevo bombeo me llevo una nueva venida, retirando el instrumento, para besarme, estaba muy extenuada, por los orgasmos acumulados, Lena se acercó acostándome a mi lado, quedando bien abrazadas, siguiéndonos besando como dos colegialas, degustando sus labios que mantenían aun el sabor de mis flujos.
Me sentía totalmente a gusto con esta chica, que hacia menos de dos horas no sabía ni que existía.
Me vestí, y cuando estaba por irme, le di una propina que me responde
“No lo puede aceptar, lo he pasado muy bien, no me suceden estas cosas frecuentemente”
“Yo también, lo pasé muy rico, a pesar que fue mi primera vez”
“Lo supuse, era bastante evidente tu debut, por los reparos que ponías en un principio”
Nos despedimos con un apasionado beso, regresando a mi hogar como en una nube.