El Poder de la Sociedad II
1.2. El apartamento-. Trilogía que nos adentra en la sociedad actual desde la visión de Ethan un sobrio joven de 17 años con problema para las relaciones sociales, marcado por un oscuro pasado debilitante.
Se preguntarán donde me encuentro.
Es un lugar muy cómodo, la luz de las grandes ventanas resplandecen toda la habitación hasta llegar a mis mejillas haciéndome sentir con vida.
Estoy exhausto el excesivo afán de control, termina por descontrolar a quien lo padece, si, es muy probable que me vuelva loco. ¿Cómo podrías demostrar que todo esto no es una ilusión? ¿Nunca has tenido un sueño que pareciera muy real? ¿Cómo sabrías entonces diferenciar un sueño de realidad? Intento levantarme del diván, así poder observar a Johanna borronear su cuaderno.
- Ethan tienes que hablar en algún momento.
- Me perturba mi pasado solo eso-. Su expresión fue de total sorpresa, de ¿alegría?, eso será todo lo que diré por ahora.
- Oh pequeño, era lo que quería oír desde hace tiempo. No te aferres al pasado, el aferramiento es el origen fundamental de las demás perturbaciones mentales y de todos nuestros problemas y sufrimientos-. Se inclinó un poco más en la ergonómica silla así poder hablarme muy cerca.- Si llegaras a comprenderlo, te esforzarías por identificar, reducir y finalmente abandonar por completo esa ignorancia.
- Creo…. Creo que lo tomare en cuenta, ahora tengo que salir y encontrar un rico pastel.
- Ah casi se me olvidaba, feliz cumpleaños-. Extiende sus manos y me hace entrega de una pequeña caja.- espero que te guste-. Fue una sorpresa el abrir y encontrarme con una pequeña cadena, muy parecida a la que mis padres me habían regalado años atrás. No dude en ponérmela y salir a toda prisa.
Bajé lentamente las escaleras tratando de abrigarme antes de entrar en contacto con el frío clima de la ciudad, pero me detengo al percibir su olor, era su perfume y efectivamente lo encuentro sentado en la acera abrigándose con su acostumbrada chaqueta negra. Al verme se levanta limpiando su pantalón y sus manos me acorralan en la esquina de un edificio abandonado.
- ¿Qué haces aquí? Max ¿acaso me estas siguiendo?. las manos se elevan con fuerzas en la pared, era la primera vez que había tenido la iniciativa al hablar, se siente bien, él también se ve muy bien.
- Hola amigo-. Fuerza una sonrisa cínica, buscando algún punto por donde escapar.
Agacho mi cuerpo y salgo de su campo visual, escuchaba como pronuncia varias veces mi nombre pero prefiero ignóralo y seguir caminando hasta la pastelería más cercana, volteo y lo observo siguiéndome rápidamente.
Me cambio de acera e intento esconderme entre la gente, por suerte así no me encontrará. A lo lejos percibo el cartel de “Suani Bear”, llegue a mi destino, solo tengo que entrar y esconderme de Max en los baños.
Se podían percibir muchos olores dulces, eso me encantaba, soy escoltado por todas aquellas personas que se avalancha sobre el mostrador y entro al primer cubículo del baño. Cuanto tiempo tendré que esperar para tener la zona despejada, tal vez….
- ¿Qué mierda te sucede Ethan?-. la puerta se abre bruscamente, todo fue en vano.
- Yo… déjame en paz-. Caí al lado del inodoro y enseguida me coloque en posición de fetal. No puedo perder el control, no ahora.
Sentí algo frio recorriendo mi desnudo cuerpo, pero no tenía fuerzas para levantar ni un solo dedo, así que no fue hasta el día siguiente que me percate de la sangre adherida de mi periné hasta los muslos. Ahí estaba, tirado en el sucio suelo de una pastelería intentando mantener la compostura. Recordando cómo sus manos recorrían todo mi cuerpo, sus largos dedos se adentraban en mi interior, como me hacía suyo. ¿En verdad había pasado o era otra alucinación de mi descabellada conciencia?
- ¿Ethan te encuentras bien?-. sus rodillas se flexionaron hasta quedar a la altura de mi cabeza.- Tenemos que seguir con el trato, lo que paso el sábado fue sorprendente, tu cara era de total gozo-. ¿En serio?, yo sufrí, el dolor fue insoportable, me trato como una prostituta barata, me uso y luego se fue, se esfumo.
No lo volví a saber de él hasta que lo vi esta mañana en el instituto, con su típica sonrisa de niño bueno. Nada duele más que ser lastimado por la persona que creíste que nunca te haría daño.
- No, no, no puedo, fuiste tan cruel, tan dominante que…- su mano tapo mi boca mientras que la otra trataba de limpiar mis lágrimas.
- Feliz cumpleaños Ethan, olvida lo que pasó. Levántate, vayamos a comprar un gran pastel e ir a celebrar, conozco un buen lugar.
Me ayudo a levantarme, pero antes compro un pequeño postre para llevar e ir comiendo en el camino. Conocía ya el recorrido, íbamos hasta su casa, a toda velocidad, se estacionó en el garaje y entramos casi que corriendo a su cuarto. Los recuerdos no se hicieron esperar pero desaparecieron cuando vi desvestirse a Max. Por dios, tenía un abdomen bien marcado, aunque lo que más resaltaba era sus oblicuos y su ancha espalda, era como tener delante a uno de esos hombres esculpidos en el renacimiento.
Max sabía que lo veía, se le notaba en su cara y al parecer, lo disfrutaba. Busco en su armario un elegante suéter, luego de ponérselo se colocó una chaqueta estilo fraternidad, a pesar de lo ocurrido días atrás no tenía sentimientos malos en su contra. Todo lo contrario, empezaba a despertar aquellos recuerdos que de alguna manera había enterrado en la niñez.
- ¿Podemos pasar por algo de ropa?-. Mi pregunta lo hizo despegar de sus labores, se sentó a mi lado en la cama y me jalo por el mentón, lo que hizo que mi mirada chocara con sus hipnotizaste ojos.
- No pienso volver a ese despreciable lugar, Ethan deberías buscar una mejor zona para vivir. Ve si algo te sirve del baúl junto al armario, es mi ropa de hace algunos años atrás.
Efectivamente después de buscar por un corto tiempo encontré una camisa azul celeste. Me puse unas de sus bufandas, mi típica chaqueta y nos fuimos. Llegamos a “Prismatic”, un edificio vanguardista de dos plantas ubicado en la urbe de la ciudad.
No sé qué hago aquí, quiero seguir a mi corazón pero llevo conmigo mi cerebro, mi conciencia. Creerme como toda esta vulgar gente no es mi intención, sé que no encajo en este lugar, por dios, si acaba de pasarme por el frente la mismísima muerte. Esta en este lugar, lo puedo ver reírse de todos, solo yo puedo verla, es enserio, esta vez, esta disfrazada de pastillas, sustancias toxicas que van consumiendo a su portador. Tienen que ser bien imbéciles para no percatarse de eso.
Después de varios minutos me encuentro en la barra observando el lugar, la asombrosa estructura, como el juego de luces encajan perfectamente en cada movimiento de Max. Se le ve muy feliz al lado de aquella morena, bailan bien debo admitirlo.
A lo lejos veo a Naomi y en unos instantes estamos chocando mirada, ella sonríe pero a la vez se le nota muy sorprendida. Le platica algo a su grupo y camina hacia mi dirección, ¿qué debo hacer?, nada, ya está justo aquí.
- Ethan que sorpresa, ¡woooh! No lo puedo creer, en serio pensaba que no te gustaban estos lugares-. Me está besando la mejilla, cuando se aparta las ciento algo caliente. Ella me sonríe esperando mi respuesta.
- Es mi cumpleaños, creí habértelo dicho alguna vez.
- ¡En serio!-. Dios, es muy expresiva. Todas las personas a su alrededor voltearon a mirarla.- Felicidades, perdona por no haberlo recordado, es que ya sabes cómo estamos en la empresa. Pues venga, déjame invitarte unos tragos.
- NO, no bebo, quiero decir. Bueno aunque si podemos pedir un poco de agua, estoy sediento.
- Oye y con quien has venido.
- Un amigos me trajo casi que a patadas.
- ¿Un amigo? Pensaba que eras un lobo solitario.
Naomi no se ha separado de mí en ningún momento. Ya hace rato había perdido de vista a Max, ahora me encontraba en una especie de terraza. Estaba cansado quería irme a mi casa, buscaba con la mirada a Max pero no lo encontraba, de seguro estaría tirándose en los baños a la morena o cualquiera chica de este lugar.
Escuchaba a todos los amigos de Naomi hablar, me mantenía al margen de la conversación. De pronto suena una canción muy de moda y todos empiezan a bailar, reían al ritmo de la música. Siento como Naomi me sostiene las manos, el tacto es frio pero muy suave, en ese instante volteo rápidamente a ver su cara y me recibe con una risa un tanto picara. Se acerca lentamente y me besa, fue muy rápido, mis manos empujan su cuerpo por reflejo. Estoy en shock, no me lo esperaba.
- Lo siento-. Mis palabras fueron como un susurro, los labios casi tocaban el pabellón de su oreja.
- No tienes por qué disculparte Ethan-. Sus grandes manos aprietan mi antebrazo y me jala hacia un lado, pegándome de su cuerpo. Esto no me puede estar pasando, tiene que ser una jodida broma. Max aprieta más sus manos casi que llegando a romperme esos dos huesecillos, me quejo por el dolor pero no logro tener la atención de mi amigo.- Ethan porque no me presentas a esta hermosa chica-. Puedo sentir el frio aire saliendo de su boca, puedo notar sus ojos puestos en Naomi.
- Soy Naomi, trabajo junto a tu guapo amigo-. Le dice formando una gran sonrisa. Estaba muy apenado no podía verle la cara a Naomi.
- Bueno Ethan, a lo que he venido. Te he estado buscando por todo el lugar, ya me quiero largar, me aburro, tal vez fue mala idea venir. Despídete de tu amiga y salgamos rápido.
- Seguro que es tu amigo- Dijo Naomi observando como Max salía del edificio.
- SI-. Fue un grito, le acabo de gritar a Naomi. Sus ojos se abrieron por completo.
- No lo sé Ethan, su carácter es tan posesivo, no ves cómo te trato.
Sin decir más me despedí de Naomi y de todo su grupo para luego dirigirme al estacionamiento. Max estaba recostado de su auto, en su mano izquierda llevaba un cigarro y la derecha estaba acobijada en el bolsillo de su chaqueta.
Su cabeza estaba viendo hacia el cielo, por lo que no se percató de mi presencia solo hasta que estuve muy cerca. No dijo nada, se introducía el cigarro a la boca y soltaba el humo hasta que este se consumió.
- Siempre me han gustado las estrellas Ethan.
- Lo sé.
- Si solo pudiera un día ir al espacio y verlas más de cerca sería tan feliz-. Bajo su mirada.- Y dime, ¿te gusta esa chica?-.
- Bueno no lo sé es buena conmigo me trata bien, intenta…
- No te pregunte como te trataba, respóndeme la maldita pregunta-. Su grito me atormento, santos cielos, estoy temblando.
- No, no me gusta.
- Ethan no quiero que nadie te toque, solo yo puedo hacerlo, no puedes andar por ahí dejando que las personas te acaricien y te besen. La próxima tenlo muy claro, porque si no todo tu secreto se viene abajo-. Su cuerpo baja hasta llegar a mi altura, no paraba de temblar y el frio tampoco ayudaba.- Si quieres seguir teniendo sexo conmigo tienes que dejar eso a un lado-. Me tenía acorralado, estaba metido en la boca del lobo.
Yo solo asistí y recibí una sonrisa por su parte, entramos al auto, pude percatarme que eran las 2:50 gracias al reloj adjunto al tablero de su carro. Condujo con rapidez y en pocos minutos habíamos llegado a un conjunto residencial muy hermoso, sin duda una de las mejores zonas de la ciudad.
No entendía que hacíamos aquí, tampoco quería hablar con mi chantajista, me dedique a seguirlo en todo momento hasta que entramos en un ascensor. Max marco el piso número 11 y luego esperamos a que la puerta se abriera.
Caminamos por el largo pasillo ensuciando el recién pulido piso de mármol, en verdad era un elegante lugar, mezclaba lo moderno con lo clásico de una manera armoniosa. Rápidamente abrió una puerta.
- Veras, hace unos pocos días descubrí que mi padre compro clandestinamente este piso, muy elegante como te podrás dar cuenta. Me imagino que para venir a encontrarse con sus amantes. Tuve la valentía de conseguir la llave sacarle una copia y listo, tenemos este lugar para nosotros solos.
Max caminaba mostrándome el lugar hasta llegar a la cocina donde saco una botella de vino, se sirvió un poco en una copa y luego se fue acercando lentamente. Sus fuertes manos se ubicaron en mi cintura elevándome hasta colocarme en el mesón. Sus ojos no paraban de observarme, se veía amenazador por fin estaba de su mismo nivel. Colocó la copa vacía a un lado y lentamente se fue acercando hasta que sentí sus carnosos labios posándose en los míos, su lengua jugaba con la mía, su aliento olía alcohol y me gustaba. Se notaba la experiencia de Max en este tipo de cosas, se desenvolvía muy bien. Deslicé mis manos hacia abajo hasta encontrar las suyas. No sé cuánto tiempo paso hasta que pude sentir el vacío en mi boca.
Al abrir los ojos me recibió con una sonrisa para luego retirarse, me mantuve sentado en el mesón observando por los paneles de vidrio las luces que alumbraban la ciudad pero desvié la mirada al ver a Max aparecer con una ropa desahogada.
- Ethan la primera regla fue la expuesta en el estacionamiento. Ahora hay más. Segunda regla, vendremos aquí cada vez que yo quiera y no podrás oponerte. Ahora quiero que me acompañes a la habitación para enseñarte algo-. Una vez dentro saca una pequeña caja.- Aquí tienes una afeitadora, espuma y crema para el cuerpo. Quiero que no quede rastros de vello, estaré afuera esperándote.
Salió de la habitación y puede escuchar como encendía la televisión, una vez en el baño me dispuse a quitarme la ropa, la doble y luego la coloque en el inodoro, entre a la ducha y me apliqué la crema en las partes donde tenía vello. Al decir verdad era lampiño, solo tenía algunos pelos muy finos.
El baño fue placentero, trate de quedar lo más limpio posible, al salir pude observarme ya en el espejo. Cercioré de que todo estuviese limpio y después de secarme me coloque una bata blanca de seda.
- Ya era hora de que estuvieses listo, ahora enséñame el trabajo.
- ¿Cómo?-. dije aferrándome a la única prenda que llevaba puesta.
- Desnúdate.
Mis manos bajaron hasta el nudo de la bata, al caer en el suelo pude sentir como el frio se impregnaba en mi piel. La mirada de Max era de deseo, la distancia se fue acortando hasta que se colocó detrás. Cerré mis ojos intentando imaginar lo que me avecinaba, una de su mano bajo hasta mi erecto miembro masajeándolo con brusquedad lo que me hizo emitir un fuerte grito de dolor. Mientras con la otra apretaba mis pezones. Nunca hubiese pensado que con dos manos se sentiría tanto placer, respiraba profundamente intentado mantener el control.
Una parte de mí no quería parar, aun sabiendo todo el chantaje y el daño que me estaba haciendo. Nunca pensé que el sexo fuera así de placentero, siempre quise intentarlo, cielos, se siente tan bien estar en sus brazos. Como un reflejo comencé a mover mis caderas buscando hacer contacto con su pubis.
Max se colocó al frente y con mucha tranquilidad se fue quitando la camisa. Observe por segunda vez su trabajado cuerpo, como acto de reflejo coloque mis manos sobre su torso, intentaba palpar todo sus pectorales. Al alzar mi mirada vi su cara triunfante y poseído por el deseo. Bajé mis manos hasta su pantalón pero cambio el semblante y se apartó.
- Maldita sea, ya está amaneciendo. Vallémonos de aquí, no puedo faltar a la clase de física.
Y efectivamente ya el sol se podía reflejar débilmente por la habitación, sacudí mi cabeza en señal de afirmación. Max comenzó a vestirse al igual que yo y luego salimos del apartamento. Lo seguí por todo el estacionamiento hasta que se voltio y me miro confundido.
- ¿Qué haces imbécil?
- Te sigo hasta el auto, no me vas a dejar aquí.
- Creí haberte dejado claro que ya no iría para ese lugar tan asqueroso al que le llamas hogar. Nos pondremos en contacto para terminar lo que estábamos haciendo, suerte.
Se fue sin decir más, dejándome solo en ese oscuro lugar. No sabía qué hacer, había gastado todo el dinero con Naomi. Y la escuela quedaba a kilómetros de este lugar. Como Max podía dejarme así, después de la increíble noche que tuvimos. No me queda más que caminar.
Heme aquí caminando otra vez sobre las frías calles de la ciudad, al igual que la felicidad y la armonía vienen solas y se instalan en el corazón por un tiempo, así llega también la desgracia y la pena relegando a un segundo plano prácticamente invisible los angustiosos sentimientos que inundan el corazón.
Max me tenía controlado, cielos, tengo que dejar de ser tan estúpido, bebo ser fuerte y buscar alguna solución a lo que estoy viviendo. Soy tan endeble que al ver su rostro caigo rendido a sus pies, ¿qué me está pasando?.
Llegue al último bloque escolar, como siempre pase inadvertido. Estuve toda la clase buscando alguna forma de librarme de Max, aunque una parte se negaba hacerlo, sería lo mejor para los dos.
Al terminar fui a trabajar, estuve cuatros malditas horas sentado en una oficina intentado evadir todas las preguntas emitidas por Naomi, estaba cansado, el no dormir había atenuado mi poca energía. Solo tenía que hacer una última cosa para poder irme a descansar.
La mañana siguiente me había levantado con un maldito dolor de cabeza, ya se estaban volviendo muy constantes las jaquecas, me vestí como de costumbre y salí apresurado al instituto, intentaba llegar temprano, pero vivo demasiado lejos y no me atrevía agarrar el expreso, no con tanta gente. Preferiría irme en bus o caminando, por suerte mi vista choco con uno de esos transportes públicos y al montarme recibo un mensaje de Max.
-“Hoy hay partido de futbol, más te vale estar en las gradas ”.
Me estaba colmando la paciencia todo el control que tenía sobre mí, aunque me gustase Max no habría forma de poder estar con alguien por mucho tiempo. Y justo cuando estaba en uno de mis estúpidos pensamientos que demuestran mi fobia social me llega otro mensaje.
-“ Ah! Es a las diez espero verte, vale ”.
Borré los mensajes y desvié mi mirada a la cálida ventada, era uno de estos días donde el sol había salido resplandeciente, esos días eran mis preferidos ya que la ciudad se veía más viva.
La primera clase la veía con Max quien se pasó coqueteando con Lea en todo momento. En verdad no lo entendía, actuaba perfectamente bien, todos podrían pensar que son una feliz pareja, cuando no es así y es que ya no sé quién es el ganador a mejor actor, ella o él.
Después del desayuno me dirigí al campo de futbol, camine por las gradas hasta colocarme al final de ellas, tenía una vista estupenda de todo el campus y de Max, quien no paraba de moverse por todo la cancha en busca del balón, su cara fue de asombro cuando me vio, recibí una cálida sonrisa, luego se retiró para darle un apasionado beso a Lea, maldito.
El partido termino a favor de los locales. Todo el equipo y la mayoría de los espectadores fueron a celebrar a la cafetería, agarre mis cosas y me dirigí a la salida, ya no tenía nada que hacer en este lugar. Pero al pasar por el pasillo principal pude oír los gritos de Max. Me apresuré asomarme en la cafetería, ahí p escuche mejor como le decía la verdad a Lea y Ben, sus rostros fueron de total sorpresa y aun con las pruebas Lea lo seguía negando.
Pasaron varios días de los cuales Max no había parado de usarme como juguete sexual, no podía rendir en la escuela ni en el trabajo. Temo que todo se me vaya de las manos, más de unas veces habíamos quedado en los baños del instituto donde me daba algunas clases para poder chupar mejor su miembro, luego de que acababa como un semental en mi boca se iba sin decir más, el resto del día me ignoraba e incluso en las pocas clases que veíamos juntos.
Era viernes y como los otros días me encontraba esperando a Max en los baños que estaban junto al gimnasio. Aparece con el cabello mojado y una toalla en su cuello, se notaba que venía de entrenar. Lentamente se acerca y se baja el pantalón, su miembro queda expuesto antes mis ojos. Baje mis rodillas y me dispuse a introducirme toda su tranca, era muy grande del mismo color de su piel, sin ningún vello a su alrededor.
Intentaba poner en práctica todo lo aprendido, mi lengua fue recorriendo su glande hasta introducírmela de un solo golpe. Max iba llevando el control, sus manos se posicionaron detrás de mi cabeza y empujaba tratando de que me cupiera todo su caliente sexo, aunque lo intentaba me cabía un poco más de la mitad. Pero eso no le era suficiente, empujaba con frialdad provocando algunas arcadas.
- No me cabra completa Max, es muy grande.
Introduje su rosado glande en mi boca, intente succionar con rapidez tratando de sacar un poco de líquido pre seminal, me encantaba su sabor adictivo. La faena se prolongó por unos minutos más hasta sentir como su mástil se agrandaba en mi boca, con ello tres potentes chorros de semen chocaron mi garganta. Max me levanta el mentón, haciendo que su mirada se pose en mi boca y no se despego hasta haberme tragado todo su semen.
- Dios Ethan, cada vez la chupas mejor. Te has convertido en todo un experto.
- ¿Te gustó?
- Lo haces mejor que cualquiera zorra de este colegio. Me dejas con las ganas de hacerte mío, estar en tu interior. Pero eso lo resolveremos más tarde, ahora tengo clases de español.
Al finalizar la jornada escolar Max me llama para invitarme a una reunión con sus padres, así que al terminar el trabajo fui hasta mi departamento, me coloque la mejor ropa que tenía en mi armario y fui directo a su casa.
- Vaya hora en la que llegas, pensaba que ibas a tardarte más-.
- Para que me necesitas, de que va esa reunión.
- Veras mi madre ha organizado una subasta de beneficencia y como son tan aburrido pues te vienes conmigo y así tengo con quien conversar.
- Y porque no se lo pides a otros de tus amigos, por lo visto tienes muchos.
- Es viernes y nadie querrá desperdiciarlo escuchando toda una noche música clásica.
- Y si te digo que no quiero ir-. Max se acerca hasta poder sus dos manos en mis hombros.
- Estarías desperdiciando el mejor sexo de toda tu vida-. Mi saliva se espeso, parpadee hasta que logre volver en mí.
- ¿Qué quieres decir?
- Ethan esta noche si me acompañas tendrás el mejor polvo de toda tu existencia, me lo vas agradecer.
Como negarme si ese traje gris oscuro combinaba con su piel, al igual que su camisa lo hacía con sus ojos. Espere que se terminara de arreglar y salimos al evento. Llegamos cuando ya habían anunciado las ofertas, ahora estábamos rodeados de personas que se creían importantes.
- Esta gente no para de mirarme.
- Por dios Ethan no seas tan paranoico-. Nos dirigíamos a un balcón con una de las mejores vistas que he podido observar, un hermoso jardín inspirado, claro está, en los cuentos de hadas.- Aquí podemos estar a solas, si es lo que quieres.
- Es un bonito lugar-. Empiezo a dar vueltas hasta que sentí como las manos de Max me frenan.
- Para, eso es muy raro-. Sus labios formaron una pequeña sonrisa, lo suficiente para que sus blancos dientes se hicieran relucir. Cielos, estoy incondicionalmente enamorado de Max.- Ethan deja de pensar en cosas cuando te hablo, odio eso.
Su madre se nos acercó, llevaba un traje champan impecable que la hacía ver inmaculada, comenzó a murmurarle algunas cosas a Max, con una sonrisa se despidió y sin más que decir mi acompañante me tomo de las mano llevándome hasta el estacionamiento.
- Hora de terminar lo que empezamos en los baños.
- Era lo que estaba esperando oír en toda la noche-. Intente voltear la mirada para que no pudiera ver el rubor de mi cara.
Así fue como en algunos escasos segundos nos estábamos bajando de su Porche y caminando por el largo pasillo hasta el ascensor. Ninguno emitió una sola palabra, el silencio era nuestro aliado hasta pisar la enorme recamara de aquel onceavo piso.
- Quiero que te desnudes, me muero por ver toda tu pálida piel, quiero hacerte mío ya.
Su mirada era de posesión, despacio me fui despojando de mi pantalón, Max se acercó rápidamente y rasgo mi camisa hasta que cayó con algunas tiras al suelo. Su boca se acercó a la mía, nos fundimos en un apasionado beso, con mucha eficiencia y rapidez pudo quitarme el bóxer y eso basto para brindarme una sonrisa, esta vez llena de lujuria.
Sus manos levantaron las mías y poco a poco nos fuimos cayendo a la cama, no paraba de besarme, me estaba llevando al límite de mi excitación, sus besos se hacía cada vez más densos a medida que iba recorriendo mi cuerpo. La lengua de Max se colocó en unas de mis rosados pezones, lo que hizo que todo mi cuerpo vibrara. Con su otra mano me masajeaba mi pezón libre para después alternarse.
Bajó aún más en busca de mi sexo, cuando su lengua llego dio algunas lamidas y fue más allá, drásticamente me levanto las piernas, dejando mi depilado agujero a su merced, sentí como uno de sus dedos trataba de entrar y cuando lo consiguió acercó su lengua permitiendo mayor lubricación. El placer que sentí fue indescriptible, no paraba de gemir y suplicar que siguiera, eso lo excitaba, motivándolo hacerlo con más frenesí. Su lengua entraba y salía de mi ano al compás de sus dedos, ya no era uno sino tres lo que introducía con facilidad. Intentaba desprenderle el pantalón, pero cada vez que tocaba su miembro me apartaba con sus manos, no le gustaba que tuviera el control ni por un segundo.
Lo vi rebuscar entre la gaveta junto a la cama, me sorprendí al ver un enorme consolador color negro, de la impresión comencé a contraer mi ano lo que hacía mejor el contacto con sus dedos.
- Ethan tienes que relajarte, así no te dolerá-. Acercó el vibrador hasta mi cara.- ahora se buen chico y lubrícalo un poco.
Mi lengua recorría de arriba abajo todo el instrumento, Max intentaba introducirlo con fuerza en toda mi boca.
Lentamente fue sacando sus dedos e introduciendo el frío vibrador, mi ano cedía a su paso, de mi boca se escaparon algunos gemidos los cuales incentivaban aún más la rapidez de la penetración.
- Vamos un poco más, ya lo tienes casi adentro-. Me decía Max, repetidas veces, pero mis entrañas no daban basto para albergar todo el consolador.
Unió su boca con la mía, una mano toco mi miembro que estaba a punto de estallar, formándose una ola de place que recorrió mi cuerpo hasta que salió un fuerte gemino ocultándose en los labios de Max.
- Ya lo tienes completamente adentro pequeño, sabía que tu culito se la tragaría toda. Ahora vamos a disfrutar-.
Sentí como uno de sus dedos entraba con dificulta y cuando pensaba que no había nada más placentero que lo ya vivido Max enciende el vibrador lo que hace estremecer a mi cuerpo al compás de su movimiento.
- ¡Haz que pare, dios que extraña sensación…aaah!-. No paraba de gritar, acerque mis manos a mi boca para amortiguar mis chillidos de placer que fácilmente se podían escuchar en todo el edificio.
- Sabes Ethan, se escriben muchas cosas del amor, muchas veces redunda para terminar así, desnudos sobre una alcoba-. Se levantó de la cama y comenzó a quitarse la ropa, en ningún momento dejo de mirarme, trataba de mirar su hermoso cuerpo pero no lograba mantener mis ojos abiertos por la acción del placer.- Es mi turno. ¿Te gusta lo que ves?, ¿quieres tenerla adentro Ethan?- Asentía a todas sus preguntas mientras me lamía los labios sedientos, ya no me importaba comportarme como una puta, con tal de complacer y tener a Max en mi interior.
Sus piernas se posicionaron entre las mías, con una mano masajeaba todo mi abdomen mientras la otra choco con mi esfínter y saco de una jalada el vibrador, generándome un fuerte quejido. La sensación de vacío era sorprendente, intente introducir mis dedos para poder tener idea del tamaño de la abertura, fácilmente introduje mis cuatro delgados dedos, sin sentir ninguna sensación.
- ¡Joder! Si esto está muy dilatado-. Digo en susurro.
- Debería entrar fácil, aunque no estoy seguro, ven siéntate sobre mi mástil.
Intente gatear hasta la orilla de la cama donde esperaba Max, sentado con su miembro bien parado, hasta reventar. Me encrespe al verlo en todo su esplendor, su glande se contraía levemente botando algunas gotas de líquido pre seminal que bajaban hasta perderse entre sus testículos. Él sostuvo con sus fuertes manos mis caderas poniéndome en la posición correcta.
Le brinde una aterrorizante mirada, a lo cual respondió con una suave caricia en mi rostro. Había llegado el momento, intente bajar hasta sentir como su glande abría a mi esfínter con mucha facilidad.
- Vamos, baja más, solo un poco más y la tendrás toda adentro.
Su mirada penetrante me incentivaba a bajar cada vez más, llego un momento en el que con sus manos dejo de presionar mis caderas y caí tragándome todo su sexo.
Sin tener ni un segundo para respirar, comenzó con a moverse desenfrenadamente, cada movimiento me hacía gemir y estremecerme del placer. La sensación de como mi culo se aferraba a su mástil, lo sentía a plenitud, lo sentía latir, sus venas, sentía como sus muslos pegaban de mis nalgas, como sus manos me daban algunas nalgadas y las separaban en busca de una penetración más profunda.
- ¡Aaah Ethan! se siente tan bien, tan estrecho. Muévete, muévete…
- ¡Mierda! Ya siento como que la tuviera completa.
- Solo cálmate y sigue….
Lo silencie con un caliente beso mientras empezaba a moverme al compás de sus caderas, mis gemidos eran amortiguados por su boca. Sus embestidas se hacía cada vez más violentas a medida que mi interior alojaba su mástil. Rápidamente y sin sacarlo me coloco hacia un lado levantando una de mis piernas, me aferre a las sabanas, mientras aceleraba sus movimientos.
- Soy tuyo Max, aaah, no pares-. Intentaba decirle mientras con sus manos hundía parte de mi cabeza a la cama.
No sé cuánto tiempo lo llevamos haciendo, solo sé que nuestros cuerpos danzan al compás del sexo, siento su fragancia y su calor por todo mi cuerpo. La garganta la tengo inflamada de tanto gritar, ahora solo daba pequeños gemidos. En un momento Max retiro su pene, sentí como mi esfínter intentaba aferrarse a su tranca de nuevo, una sensación difícil de explicar pero muy placentera. Comencé a elevar mi trasero, buscando de nuevo el contacto con su miembro hasta que con mi mano lo acerqué y empuje hacia atrás sin piedad, lo que provoco que su glande tocara una zona en mi interior detonando todo el semen que tenía acumulado hasta ahora.
Cuatro fuertes chorros de semen salieron de mi miembro, me había corrido sin tocarme, todos mis músculos se estremecieron con el grito que acababa de hacer. Estaba exhausto y todavía Max seguía moviéndose en mi interior, intentaba recoger todo el semen y llevármelo a la boca así intercambiarlo por algunos besos agonizantes.
Ya no tenía aliento y comenzaba a sentir algunas punzadas de dolor en mi ano, sentía como su pene me quemaba a su paso. No podía gritar, solo llorar, unas lágrimas que mezclaban placer y dolor recorrían todo mi sudoroso rostro para terminar en las blancas sabanas de seda.
Finalmente Max aceleró sus embestidas y sentí como mi interior se llenaba de su néctar, estuvo varios minutos sin moverse respirando profundamente hasta que saco su sexo. Mi esfínter que ahora intentaba volver a la normalidad trataba de expulsar todo el semen de Max depositado en mi interior.
Max me abrazó sin decir ni una sola palabra, sus grandes bíceps envolvieron todo mi cuerpo. Mi dorso y sus fuertes pechos pegaban de mi dorso, hasta que poco a poco fuimos conciliando el sueño.
Aquí otra entrega...Espero que le haya gustado, no se olviden de valorar y comentar. Muchas gracias a todas las personas que dedicaron parte de su tiempo en mandarme un mail, fueron muchos, trate de responderles a todos. ¡Wooh! Fue sorprendente leer cada uno de sus mensajes… Cuídense, los quiero!!!